Después de un anuncio de reapertura de negociaciones con el bloque de Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay), a punto de cerrarse un acuerdo con Colombia, otro con Perú y un tercero con el bloque de América Central, cabe preguntarse qué han traído de bueno tales convenios. El caso de México sirve de ejemplo.
DW-WORLD conversó al respecto con Ramón Jáuregui, parlamentario europeo presidente de la comisión bilateral EU-México y estas fueron algunas de las conclusiones:
El acuerdo con México establece un proceso de cooperación comercial que ha permitido de una parte incrementar notablemente los intercambios entre los dos espacios económicos, México - Unión Europea.
El acuerdo estratégico por una parte ha permitido esto, que es muy importante porque México también necesita diversificar sus espacios comerciales para que no tengan una dependencia exagerada de los Estados Unidos. Por otra parte, para Europa México es un país importantísimo, cabeza de puente de toda América Latina y un espacio propio con 110.000 millones de habitantes.
Estrechar lazos
Esto representa la búsqueda de la proximidad de la cooperación, del entendimiento político.
La Unión Europea comparte el esfuerzo que México está realizando en el combate del narcotráfico aunque también lamentamos la existencia de situaciones difíciles en el tratamiento de los derechos humanos como consecuencia también de ese enfrentamiento a bandas de criminales organizados.
La llamada cláusula de derechos humanos –presente en todo acuerdo que cierra la Unión Europea- debe ser entendida como “un marco de respeto mutuo, de exigencia mutua también pero no tiene efectos resolutorios desde el punto de vista de nuestras relaciones, fijadas en el marco comercial del acuerdo”.
Al Parlamento Europeo le toca emitir una apreciación y reconocer el combate que se está dando en ese país y advertir de la “metástasis peligrosísima que significa que el narcotráfico y el crimen organizado formen parte del Estado. En la medida que es el Ejército el que libra ese combate es evidente que una maquinaria tan rígida puede representar una pérdida de espacios de libertad, de espacio de seguridad para las organizaciones que trabajan en el terreno de los derechos humanos.
Y aunque en el terreno operativo la Unión Europea no dispone de mecanismos para apoyar tal “combate”, en el terreno de la cooperación sí se puede hablar de aportes concretos: “No hay que olvidar que una parte del conflicto surge porque una gran parte de la juventud en algunos Estados mexicanos no tienen un futuro, hay un alto grado de fracaso escolar, no hay formación profesional. Entonces, hay un 30 o 35 por ciento de personas que pueden ser caldo de cultivo del crimen organizado. En ese terreno de la cooperación, intercambios culturales y profesionales podemos ayudar; en el operativo nuestra función es muy limitada.
Entonces, a punto de celebrarse la VI Cumbre UE-LAC y de cerrarse nuevos acuerdos, basándose en la experiencia, ¿cabe entenderlos como algo positivo? A pesar de que el balance es más bien modesto, los expertos opinan que sí; representan una buena posibilidad.
Los cuatro grandes acontecimientos con América Latina que van a formalizarse en la cumbre de la próxima semana, hablan de avance, son la prueba de que la UE tiene a América Latina como socio preferente, como un espacio tanto económico como político muy próximo. Creo que América Latina -con grandes países como México, Brasil y Argentina que son protagonistas en las grandes mesas del mundo- tiene que encontrar en Europa el socio privilegiado para configurar una nueva gobernanza del mundo.
Autora: Mirra Banchón
Editora: Claudia Herrera Pahl