30 de octubre de 2019

«El nacionalismo catalán está cavando su propia tumba» Diario de Córdoba.

 


Ramón Jáuregui (San Sebastián, 71 años) acaba de jubilarse y preside la Fundación Euroamérica. Fue ministro de Presidencia con José Luis Rodríguez Zapatero y, más recientemente, diputado al Parlamento Europeo. Ayer ofreció la conferencia La nueva legislatura de la Unión Europea en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba, dentro del 15º Curso de Religión, Humanismo y Cultura: la memoria de Europa en un mundo global. De la Constitución al brexit: lecciones para el futuro de la Unión.

-¿Qué retos tiene la Unión Europea en los próximos años?

-Seguir avanzando. Tenemos que elevar nuevos pisos en esta construcción tan importante para nuestro fututo, porque sin Europa no somos nada.

-Parece que el ‘brexit’ se encona, ¿qué solución tiene?
-La solución del brexit es un acuerdo de salida como el que está negociado y, en segundo lugar, un gran acuerdo con el Reino Unido para el futuro. El acuerdo es la única salida buena para todos.

-Como ministro de Presidencia encargó el informe a los expertos sobre el futuro del Valle de los Caídos, ¿está satisfecho con el paso dado en los últimos días?

-Sí, era una condición necesaria, aunque no suficiente, para convertir ese lugar en lo que los expertos llamaron un espacio de memoria reconciliada. Todo el mundo entiende que con Franco dentro no era posible la transformación del Valle y los expertos nos dijeron que exhumarle era la condición necesaria. Ahora hay que hacer algunas cosas más muy importantes. En primer lugar, devolver los restos de las personas identificadas a las familias que lo soliciten. En segundo, dignificar los columbarios, las capillas donde están los restos de las 33.847 personas allí enterradas. Hay que hacer un gran mausoleo como espacio laico de meditación y de respeto, y un centro de interpretación museístico, explicando qué es aquello y cómo se construyó, etc. Eso daría lugar a un Valle que se llamará memorial de las víctimas de la guerra y de la represión franquista.

-En cuanto a la dignificación de los restos, ¿confía en que pronto se pueda iniciar el trabajo?

-Me gustaría que así fuera. No son tantas las familias que han solicitado la identificación y devolución de sus restos. Esa es la principal tarea que tenemos ahora como país.

-Las familias también lamentan que en el resto de España hay pocos avances en la recuperación de restos de las fosas. ¿Habría que impulsar un plan?

-En el 2011 hicimos un mapa de fosas de España. Ahora lo que hace falta es que el Gobierno y las comunidades autónomas contemplen ayudas a las familias que piden la exhumación. Hay otras muchas que no lo piden, pero a las pocas que lo piden hay que ayudarlas a exhumar esos restos y a que los puedan enterrar con dignidad.

-Afirma que las coaliciones han sido muy beneficiosas para el País Vasco. ¿Por qué se resisten a nivel nacional?

-Porque todavía no hemos hecho la digestión política de la tranformación que ha vivido España del bipartidismo a un sistema de cinco o seis fuerzas políticas. Eso es obligado, las coaliciones o los pactos de legislatura vienen, no sé entre quienes, pero son inevitables. El primer gobierno de coalición de la democracia española lo hice yo en el año 1987 con el PNV y establecimos toda una técnica de la coalición, una técnica y una cultura política.

-¿El socio natural de gobierno del PSOE sería Ciudadanos o Unidas Podemos?

-Solamente a la vista de los resultados electorales se puede hablar de socios ideales.

-¿Cómo valora que haya que volver a unas elecciones?

-Bueno no es. Todos tenemos que aprender que la coalición o los pactos de legislatura son la única forma de estabilidad de gobierno. La demanda social a los partidos tiene que ser tan alta que quien se niegue a la coalición tiene que sufrir un duro castigo posterior.

-En cuanto a la situación en Cataluña, comenta que Euskadi está leyendo de manera inteligente lo que sucede allí, pero la realidad es que parece que muchos ciudadanos no lo entienden, ¿se lo podría traducir?
-La superación de la violencia en Euskadi ha generado un clima de calma y de moderación, inclusive de relajo a los sentimientos nacionalistas, porque también el nacionalismo aprendió que con la violencia la causa que se dice defender queda arruinada. Lo que está pasando en Cataluña es muy grave, es evidente, pero lo más grave es la aceptación de la violencia por parte del nacionalismo, esto es gravísimo porque están cavando su propia tumba. Es muy penoso que el sistema de partidos, sobre todo, los nacionalistas catalanes, estén haciendo equilibrio sobre una línea muy delicada que es la condena de la violencia en todo caso. La otra observación que se hace es que el sistema de partidos en Cataluña ha perdido el control de la situación, han sido superados por movimientos que no tienen los filtros de racionalidad, de debate y de pragmatismo que imponen los instrumentos internos de los partidos. El rumbo de la política en Cataluña está totalmente desbocado porque está fuera de control del sistema de partidos.

-¿Le preocupa la imagen que está dando España?

-Sí. España está siendo perjudicada seriamente en su imagen internacional.

-Ahora preside la Fundación Euroamérica, ¿cómo ve la situación en algunos de los principales países latinoamericanos?

-Con mucha preocupación, porque en poco menos de seis meses se han producido unos brotes muy peligrosos. Basta mirar a Chile, a Ecuador, el fracaso de la gestión económica neoliberal de Macri y de Piñera en Argentina y en Chile, la explosión de populismo de ultraderecha en Brasil, la tensión de Venezuela, el fracaso del movimiento bolivariano en la gestión económica y democrática de esos países. Hay toda una larga lista de cosas de un continente que es extraordinario, que tiene una enorme potencialidad.

-¿Cómo afecta esta situación a las relaciones con España?

-España tiene un gran papel allí. Tenemos muchísima influencia política, social, cultural y económica. Nuestro papel tendría que ser más influyente. Y España tendría que hacer un esfuerzo por atraer venezolanos y darles residencia. La emigración venezolana es una crisis humanitaria enorme y Venezuela acogió a millones de españoles en el siglo XX. Ahora tendríamos que estar atrayendo venezolanos, que, además, serían una bendición para nuestro país, porque son gente súper formada, jóvenes y hablan nuestro idioma.
 
 
Publicado en Diario Córdoba, 30/10/2019
Foto: A. J. GONZÁLEZ

25 de octubre de 2019

El Valle sin Franco.

La exhumación de Franco de la Basílica del Valle era condición necesaria para la resignificación de aquel lugar convertido en mausoleo al dictador. Un recinto que, inicialmente, había sido concebido para perpetuar bajo el canon nacional-católico la memoria de los caídos del bando nacional.
 
Los expertos a los que convocamos para elaborar un informe que permitiera transformarlo en un Memorial de las Víctimas de la Guerra Civil y en un espacio de memoria reconciliada establecieron que nada podía hacerse si el dictador seguía siendo el centro simbólico de la basílica. Sería imposible construir un memorial a todas las víctimas en el mismo lugar en el que se homenajeaba al verdugo de miles de ellas. Desde 2011 las fuerzas políticas se han ido posicionando a favor de las conclusiones del informe hasta que en 2017 el Congreso de los Diputados por amplísima mayoría, con la abstención del Partido Popular, recomendó la exhumación y apoyó las conclusiones de los expertos. La misma Iglesia fue viendo con buenos ojos el informe. A partir de ahí se necesitaba un Gobierno con determinación, el de Sánchez, que optó con acierto por un procedimiento garantista. Finalmente, el Tribunal Supremo ha cerrado la voluntad del Estado democrático expresada por sus tres poderes.
 
 Franco ha sido exhumado y sus restos descansan ya en el cementerio de Mingorrubio. Se ha puesto así fin a una anomalía histórica y a un injusto agravio a las víctimas de la dictadura franquista. La democracia española no merecía ese borrón en su imagen internacional. El proceso ha sido largo y complejo por la oposición de la familia y por la histriónica actitud de los monjes, que han demostrado incompatibilidad absoluta con un Valle transformado. Si su misión era cuidar la tumba, ahora sin ella se quedan sin razón de ser.
 
¿Qué hacer ahora con el Valle? Algunos recomiendan su destrucción. Olvidan que en los columbarios de la basílica yacen los restos registrados de 33.847 personas víctimas de la guerra y de la posterior represión franquista. Entre ellas, miles de fusilados en las paredes de los cementerios de muchas de nuestras ciudades, enterradas en fosas comunes extramuros del cementerio y trasladadas posteriormente a las criptas del Valle a partir de 1959.
 
Semejante desafuero nos haría, además, perder la oportunidad de convertir ese lugar en el Memorial y en el homenaje a las víctimas de nuestra guerra, a todas las víctimas. No hay en España otro lugar como ese en el que poder simbolizar tanto el horror de lo que fue la dictadura y la Guerra Civil como el perdón colectivo de la Transición y el abrazo reconciliatorio que nos han permitido superar aquel trauma y construir los mejores cuarenta años de convivencia democrática y de progreso social en nuestra historia. Pero para eso es necesario actuar en el Valle, resignificarlo, convertirlo en un lugar de todos, consiguiendo que los españoles que jamás lo visitaron por ser lo que era tengan razones ahora para ir a recordar el horror de nuestra guerra y a rendir homenaje a sus víctimas.
 
Eso es lo que nos propusieron los expertos. ¿Qué falta por hacer? No poco. Siguiendo sus recomendaciones, lo primero es dignificar la situación de los restos y de los columbarios. En el marco de esta acción, que requiere paralelamente investigación documental y creación de un gran banco de ADN, es preciso atender las peticiones de quienes quieren recuperar los restos de sus familiares allí enterrados, muchos, sin conocimiento ni consentimiento. Desgraciadamente, eso no será posible para todos. Las condiciones en las que se encuentran algunos de los columbarios hacen harto difícil, imposible, la identificación. Sin embargo, hay criptas y columbarios mejor conservados en los que no debe ser la falta de voluntad política el impedimento para su identificación y posterior exhumación.
 
 La segunda tarea es construir un gran monumento memorial. En la explanada central del Valle hay que erigir un gran y hermoso monumento a las víctimas. Una obra artística de gran tamaño en la que puedan esculpirse en piedra los nombres de los allí enterrados, acompañada de elementos de expresión de la solidaridad y respeto por parte de los visitantes (pebetero, flores, firmas, etc.). Algo parecido a los grandes monumentos del mundo a las víctimas de guerras o de grandes tragedias (Washington, Berlín, etc.). Podría convocarse un gran concurso internacional concitando el interés de los mejores arquitectos del mundo.
 
Por último, en los edificios hoy gestionados por los monjes cabría ubicar un gran museo en el que se pudieran exhibir diferentes exposiciones sobre la Guerra Civil, la construcción del Valle, realizada por represaliados del franquismo bajo el régimen de redención de penas, el arte del exilio, etc. Todo el conjunto habría de convertirse en un gran centro de interpretación con funciones didácticas y de investigación. Todas estas actuaciones exigirían que a ese lugar le cambiáramos también el nombre con la palabra memorial en su cabecera.
 
Esta es una tarea larga y quizá cara, pero merece la pena. Por la dignidad de nuestra memoria y por el prestigio del país. No importa que dure tres o cuatro años o más. Debe hacerse con criterios técnicos y profesionales del máximo nivel. Quizás, por ello, debería ser el Patrimonio del Estado quien se encargase de su dirección. Asimismo, el régimen jurídico del conjunto deberá ser adaptado y transformado conforme a su nueva función. Por último y no menos importante, deberíamos hacerlo por consenso de todos los partidos. Así honramos el espíritu de la Transición. Se trata de que la memoria, en este lugar, en vez de provocarnos división sea motivo de unión cívica.
 
*Ramón Jáuregui encargó el Informe de la Comisión de Expertos sobre el futuro del Valle de los Caídos cuando era ministro de la Presidencia en 2011. Carlos García de Andoin fue el impulsor de sus trabajos como director adjunto y secretario de la Comisión.

Artículo publicado conjuntamente con Carlos García de Andoin en El Correo, 25/10/2019

1 de octubre de 2019

Pensiones: verdades y soluciones

No deja de ser sintomático que las movilizaciones de los pensionistas vascos (las más numerosas y persistentes de España) no hayan generado un debate interno en clave autonómica. Un pensionista de los que se manifiestan todos los lunes –y que marcha estos días hacia Madrid en la llamada ‘columna norte’– podría preguntarse si nuestra comunidad, soberana de nuestra fiscalidad y con las mejores condiciones financieras y de recursos económicos del Estado, no podría también ser llamada a la solución de sus reivindicaciones. De la misma manera, quienes atribuyen a las transferencias al País Vasco virtudes taumatúrgicas podrían reiterar su demanda de la caja propia de Seguridad Social como solución a estas demandas.
 
Un sospechoso silencio autonómico acompaña estas manifestaciones. Nadie se atreve a quitar razón a quienes piden mejor pensión. Muy pocos ofrecen explicaciones y números sobre el significado macroeconómico de una pensión mínima de 1.080 euros. Cada semana vemos a compañeros y amigos de otros tiempos y de otras luchas (de la reconversión de los ochenta) y pensamos: ¡cuánta razón y qué difícil solución...! Hay algunas cosas que sabemos y que debemos decir. El sistema general de la Seguridad Social genera, desde hace una década, un déficit de más de 10.000 millones de euros cada año. Entre un punto y punto y medio del PIB (17.088 millones el año pasado, el 1,42% del PIB). Aproximadamente la mitad del déficit público del Estado, que cuesta mucho reducir y que incrementa cada año una abultada deuda pública cercana al 100% de nuestra riqueza bruta anual. En consecuencia, mejorar las pensiones a costa de aumentar el déficit público español es imposible. Los mensajes de la Comisión Europea y del BCE son unánimes y reiterados: España no puede gastar más ni puede recaudar menos.
 
Es verdad que los cálculos regionales de la Seguridad Social son discutibles; pero, aún así, la balanza vasca de las cuentas es conocida. Los ingresos de cotizaciones en Euskadi son unos 1.200 millones menos que las pensiones que se cobran. Por otra parte, las compensaciones autonómicas a las pensiones más bajas solo podrían hacerse a través de prestaciones de asistencia social (vivienda, cuidados, etc) porque el Tribunal Constitucional ha prohibido, en doctrina reiterada, complementar las pensiones con importes económicos. Creo recordar que el Parlamento vasco ya rechazó una iniciativa en este sentido.
 
Entonces, ¿Qué hacemos? ¿Qué le decimos a quienes marchan hacia Madrid recordando viejas marchas de mineros, siderúrgicos, navales...? Pues la verdad; es decir, que la única solución estriba en encontrar nuevas fuentes de ingreso a una caja que nunca se equilibrará por las cotizaciones de una población laboral insuficiente para un número de pensionistas creciente. La verdad es que la relación entre cotizantes y pensionistas es hoy de 2,3, pero será inferior a 2 en poco tiempo por los efectos de una demografía adversa y el feliz alargamiento de la vida. La verdad es que tampoco encontramos solución aumentando las cotizaciones a la Seguridad Social porque gravan el coste del empleo y perjudican la creación de nuevo empleo y nuevos cotizantes. La verdad es que las fórmulas de reducción de impuestos que propone la derecha, ya sea la de aquí o la de Madrid, no generan más recursos al Estado, sino menos, como es bien fácil de entender. La verdad es que las figuras fiscales actuales están bastante al limite (renta, consumo...) y que será necesario encontrar nuevas para nutrir esta necesidad y otras.
 
La verdad es que, en consecuencia, si queremos hacer sostenible el sistema de la Seguridad Social, asegurar la revalorización de las pensiones al IPC y mejorar las pensiones más bajas (sinceramente, no creo que podamos mejorarlas todas) tendremos que plantearnos seriamente un debate sobre fiscalidad a la tecnología, a las finanzas y al carbono.
 
 Hay quienes plantean cotizaciones de los robots y de determinados instrumentos de la inteligencia artificial. Es un debate pertinente y pendiente porque sabemos que un alto porcentaje del trabajo actual (el 30% aproximadamente) será destruido y no sabemos bien cuánto ni qué tipo de empleo será creado en sustitución. Es una medida que solo cabe a nivel europeo como mínimo y, en cualquier caso, es contraria a la innovación y a la competitividad. Quizás fuera más sencillo y menos lesivo a la productividad establecer una cuota del Impuesto de Sociedades destinado a financiar la Seguridad Social. Igualmente necesaria será la mal llamada ‘tasa Google’ porque, en realidad, se trataría de una fiscalidad a la facturación de las tecnológicas y plataformas de los servicios en la red de Internet, que actualmente escapan a la fiscalidad nacional. Por último, la fiscalidad a los movimientos financieros (el famoso impuesto a las transacciones financieras o ITF) y a las plusvalías de corto plazo ( las obtenidas en el trading de alta frecuencia) también podría constituir nuevas fuentes de ingreso público susceptibles de ser destinadas a las cuentas de la Seguridad Social en gran parte. De la misma manera que la tasa a los billetes de avión o a las emisiones de CO2 tienen como destino favorecer o subvencionar las políticas contra el cambio climático.
 
La política fiscal, en general, está en el corazón del debate político de hoy. El descontento social con la desigualdad, la alarma y el enfado contra la evasión y la elusión fiscal en todo el mundo y la posible solución a la sostenibilidad de instrumentos tan importantes como la Seguridad Social en toda Europa dependen de unas reformas que reclamarán imaginación y amplios consensos nacionales e internacionales para extender la solidaridad como virtud pública de convivencia.
 
Publicado en El Correo, 1/10/2019