28 de marzo de 2016

27 de marzo de 2016

¿Un proyecto moderado?

Leída con detenimiento, la propuesta del PNV sobre un nuevo estatus para Euskadi no resulta tan moderada, como ha sido calificada por la mayoría de columnistas y editoriales. Tiene, eso sí, concesiones estratégicas que merecen una valoración positiva, pero el modelo de país que propone y la relación que plantea a España y al marco jurídico-político del Estado, resultará muy difícil, por no decir imposible, de ser aceptado por una Constitución renovada.

Vayamos por partes. El PNV ofrece tres plataformas pragmáticas que conviene destacar. Primera: renuncian de manera clara y terminante a liderar un proyecto independentista a través de una acumulación de fuerzas nacionalistas para intentar materializarlo de manera unilateral. Dicho de manera más sencilla, rechazan la vía catalana de estos últimos años y, en consecuencia, es de suponer que rechazarán también la colaboración con Bildu en ese camino que el reaparecido Otegi parece querer recorrer. En esto, a la prudencia jeltzale se añade un inteligente cálculo que ve en la experiencia catalana, no solo el fracaso de dicha vía, sino, además, el peligro de ser superado (‘sorpasso’ nacionalista lo podríamos llamar) por su eterno rival. 
Segunda: el PNV reconoce la pluralidad vasca y sobre ese factor de racionalidad sociológica construye un proceso que parte del consenso como base de elaboración del nuevo estatus. Hay aquí, en principio, un significativo giro sobre otros proyectos nacionalistas de triste recuerdo, al establecer la exigencia del acuerdo entre la pluralidad identitaria vasca como requisito previo a la reforma. Muy diferente pues de aquella mayoría nacionalista obtenida con el apoyo de la violencia e impuesta abierta y agresivamente a las otras expresiones sociopolíticas del país hace algo más de 10 años. Tercera: el PNV opera sobre la legalidad. Es decir, propone una reforma del Estatuto que nace en Euskadi, se negocia con Madrid y se ratifica por referéndum vasco (en teoría, igual que la reforma del Estatuto de Gernika).
¿Dónde están pues los problemas de la propuesta del PNV? Para empezar, el proyecto de país se sustenta en el mítico imaginario nacionalista. El razonamiento es el siguiente: «Somos un solo pueblo, tan viejo como los tiempos, radicado en dos Estados, Francia y España, y en tres ámbitos jurídicos diferentes (incluyendo la Comunidad Foral navarra). A ese pueblo vasco le corresponden derechos colectivos propios para su unificación, como nación o Estado en el futuro». Esta retórica milenarista resulta incompatible con la realidad, con el derecho internacional y con los ordenamientos jurídicos actuales, especialmente si se pretende sustentar en ese pueblo un sujeto político con derechos decisorios. Que respetemos la concepción sabiniana de pueblo vasco no equivale a que aceptemos esa formulación política para el futuro de Euskadi. Somos muchos los vascos que no estamos pensando en ese futuro Estado vasco, quimérico, inviable e imposible en la Europa de la globalización. Es más, somos mayoría los vascos conformes con el estatus autonómico actual.

 Tampoco compartimos la mayoría de los ciudadanos vascos esa visión catastrofista y minimalista que hace el PNV del Estatuto de Gernika. Muy al contrario, el eterno debate sobre su desarrollo ofrece ya una visión consensuada en el país sobre una realidad incuestionable: a) nunca, en ningún momento de nuestra historia, tuvimos tanto autogobierno; b) nadie tiene más que nosotros; y c) jamás gozamos de una situación financiera tan ventajosa como la que nos ofrece el Concierto Económico vasco. No compartimos por eso una reforma estatutaria en gran parte pensada para dotar de estructuras de Estado al sistema actual (por ejemplo con una Seguridad Social propia) y con una exclusividad competencial incompatible en muchos casos con un Estado mínimamente ordenado. Será también un obstáculo insalvable pretender para Euskadi una especie de Estado asociado a España en base a la bilateralidad constitucional que, a su vez, implica reconocer el derecho de decisión de Euskadi en la Constitución española. En esto, el nuevo estatus nacionalista bebe de las fuentes del ‘plan Ibarretxe’ y propone a España un modelo confederal que ningún partido estatal aceptará. Recuperar el histórico ‘pase foral’ del antiguo régimen sobre la base de la aceptación de dos soberanías iguales, la vasca y la española, fractura la organización política del Estado. No hay ningún país en el mundo que funcione sobre esa anomalía, diseñada en el fondo para hacer posible la independencia poco a poco. 

Por último, no es tampoco menor el problema que planteará la celebración de un referéndum en el País Vasco antes de enviar la reforma del Estatuto al Congreso. Democráticamente no es fácil cuestionar ese paso, pero la consecuencia es la imposibilidad de negociar después la constitucionalidad de la propuesta. Porque, ¿quién será capaz de modificar o reducir o cuestionar siquiera un texto avalado previamente por la ciudadanía vasca? Anular así la preceptiva negociación en el poder legislativo del Estado de una reforma estatutaria impone de facto la soberanía vasca a la del conjunto del Estado al que pertenecemos. Se supone que para llevar a cabo todo este proceso hará falta previamente cambiar la Constitución española y ahí el PNV es muy claro. Solo le interesa de esa reforma el reconocimiento de la soberanía propia del ‘pueblo vasco’ y, en consecuencia, el reconocimiento de su derecho a decidir. Sin eso, la Constitución española no le interesa al PNV. ¿Creen ustedes que es este un proyecto moderado?

Publicado en el Correo, 27/03/2016

23 de marzo de 2016

Tertulias radiofónicas en Cadena Ser y RNE. 23/03/2016

Tertulia en Bruselas sobre los atentados del 22-M para la Cadena Ser, programa Hoy por hoy, con
Pablo Zalba (PP) y Maite Pagazaurtundúa (UPyD).



Audio en este enlace.


Tertulia en Bruselas sobre los atentados 22-M para RNE, programa Las mañanas de RNE, con Carlos Iturgaiz y Jaume Duch.


Audio en este enlace.


22 de marzo de 2016

Política contra el terror.

9:15 de la mañana. Estamos reunidos en la Comisión de economía del Parlamento Europeo y se planea el debate de siempre: ¿Suspendemos la reunión? Solo conocemos el comienzo del horror de esta mañana en Bruselas. Todavía no ha explotado la bomba del metro de Maelbeek. Yo sugiero suspender. Tengo mucha experiencia en estas situaciones. Una diputada francesa dice que no, que eso es lo quieren los terroristas: pararlo todo. Los Grupos políticos deciden continuar.

Un error. Las noticias se agolpan en nuestros móviles. Trece muertes. No, diecisiete, veintiuno, veintiséis. Quizás más de treinta. Siempre es así. Bombas en lugares muy concurridos a hora punta. Los muertos y heridos serán muchos. Siempre son muchos.

Cuando me escriben los amigos para saber de mí, les digo que toda la vida sufriendo el terrorismo y ahora me toca vivir, de nuevo, esta locura fanática aquí en Bruselas. Porque de hecho, el clima de temor y de espera a un atentado, se vive en esta ciudad desde hace meses. Cuando se descubrió que la preparación y la logística de los atentados de Paris en noviembre de 2015 estaban en Bruselas y cuando se constató que la policía belga había estado ausente, durante años, de lo que acabó siendo una peligrosa ramificación de células yihadistas en varios barrios de la ciudad, especialmente en Molenbeek.

Así llegó aquel fin de semana que también viví en Bruselas, el 21 de noviembre del año pasado, en el que se cerró materialmente la ciudad ante el temor de un atentado inminente, y así hemos vivido con los soldados en las calles patrullando, como en la guerra, por las plazas y lugares céntricos de la ciudad, esperando que ocurriera lo previsible. Todo hace suponer que la caída de los terroristas de Paris en Bruselas la semana pasada, ha desencadenado los atentados de las células contiguas, que probablemente han decidido matar y morir en la misma secuencia de sus compinches.

No me gusta llamarle guerra, pero se le parce mucho. Los que murieron en los trenes de cercanías de Madrid o en el metro de Londres o esta mañana en Bruselas son tan inocentes como las víctimas civiles de las guerras. No, no es una guerra convencional, pero es una guerra que será larga y que necesita policía y ejércitos y sobre todo política, mucha política.

Política para gestionar la complejidad multiétnica de nuestras ciudades, para integrar la marginalidad de algunos barrios, para ofrecer futuro a muchos de sus jóvenes, para controlar el radicalismo yihadista ligado al Islam y a algunas mezquitas, para infiltrarse policialmente en los entornos proclives a la violencia yihadista, para poner a los musulmanes de la paz al frente de la pedagoga antiviolenta de la yihad. Todo esto no se hace en un mes ni en un año, pero sino se empieza ya, quizás luego sea demasiado tarde. Creo sinceramente que esta estrategia debe ser creada e implementada en estrecha colaboración con las comunidades musulmanas nacionales. Ellas son una pieza básica en la deslegitimación y en la desarticulación de las tramas yihadistas creadas en suelo europeo.

Política en la decisión de unificar las policías europeas y contar con un cuerpo europeo de información contraterrorista que coordine las fuentes informativas, que concentre el análisis de inteligencia y que tenga capacitad operativa en colaboración con las policías nacionales. Me parece una broma de mal gusto enarbolar la soberanía nacional de los Estados, en defensa de las policías nacionales, cuando llévanos más de diez años sufriendo los ataques de la misma organización ideológica y estratégica que no distingue en atacar Londres, Paris, Madrid o Bruselas.

Política en la organización internacional de nuestros ejércitos y de nuestra acción exterior para combatir al estado Islámico y derrotarlo, al tiempo que estabilizamos Oriente Medio. El desastre que tenemos en Irak, Siria y demás está en el origen de la explosión bélica y humanitaria que padecemos y en el corazón de la bestia, está el conflicto Árabe-Israelí como telón de fondo. El mundo no recuperará fácilmente la calma hasta que esos conflictos se orienten, no digo solucionen, porque sería temerario. La política internacional y Naciones Unidas tienen que estar al frente de esta recomposición.

Política en la respuesta a la crisis migratoria que debería hacer pensar a tantos populistas nacionalistas cuando proclaman que su país "no será invadido" y cierran sus fronteras. ¿Cuál será la reacción mañana de tantos millones de jóvenes árabes que miraran a Europa con odio por haberles cerrado las puertas cuando huían de la guerra?

Política en el liderazgo para dirigirse a las poblaciones amenazadas y decirles: «Esta guerra será dura pero la vamos a vencer». Política para vertebrar a los partidos políticos y ofrecer a la población un mensaje de unidad y de firmeza para que no nos derrote la impotencia y para que no nos ciegue la ira.

Política para encontrar los equilibrios entre seguridad y libertad y explicar a los ciudadanos los sacrificios que hay que asumir para vencer este terrorismo ciego que mata muriendo.

Todo eso es política grande. La que reclaman los momentos graves que vivimos, Política europea también, porque nada de los que necesitamos hacer contra el ISIS puede hacerse al margen de Europa. Una Europa, necesitada más que nunca de unidad, de espíritu federal y de capacidad internacional para articular con otras potencias del mundo estas estrategias.

Publicado en El Correo de Alava. 23/03/2016

Previsible tragedia.

Por desgracia, previsible. Hace ya varios meses que lo esperábamos. Al conocer los detalles de los atentados de París y tener noticia de la ramificación bruselense de los ataques, al comprobar que durante varios años el islamismo radical de ISIS había tomado cuerpo en Molenbeek y en otros barrios de Bruselas sin que los servicios de seguridad belgas hubieran logrado desarraigarlo, muchos pensábamos que un atentado acabaría por suceder en esta ciudad.

Bastaba recordar la semana del 21 al 25 de noviembre, en que las autoridades temieron un atentado inminente, o ver a los soldados por las calles todos los días, vigilando edificios oficiales y patrullando como si Bruselas estuviera en estado de guerra. Tenía que llegar y llegó esta mañana. 

¿Qué puedo decir de nuevo? De nuevo, lo primero es el dolor de la tragedia y las condolencias a las familias de tantas víctimas inocentes. De nuevo es la sensación de impotencia ante esta gente, que hace de la muerte su único lenguaje, su único mensaje. De nuevo es la angustia de la vida paralizada por el impacto de una sucesión de noticias que colapsa las redes, que interrumpe las reuniones, que nos sumerge en cifras de muertos que siempre crecen y en medidas de control y seguridad que restringen movimientos y planes. 

Así estamos hoy en Bruselas. Encerrados en el Parlamento. Suspendiendo actividades. Con convocatorias apresuradas de minutos de silencio. Cambiando vuelos y planes para estos días. Esperando noticias. 

"Estamos en guerra", dijo Manuel Valls, el Primer Ministro francés. Desde luego esta guerra es muy distinta de aquellas que conocimos en el siglo pasado. Muy cerca de aquí, en Ypres, una pequeña ciudad belga en la que murieron más de 500.000 personas a lo largo de la Primera Guerra Mundial, hay un museo de lo que fue aquella horrible guerra de trincheras malditas y eternas. No, aquella guerra no tiene nada que ver con esta que dice Valls, pero mucho me temo que esta es también efectivamente una guerra. Me temo además que será larga.

¿Qué tenemos que hacer? He aquí tres urgencias para nuestra política:

1. Crear un cuerpo de inteligencia policial europeo. Desde 2004 Europa sufre ataques terroristas con los mismos orígenes ideológicos y objetivos estratégicos. Pero nuestras policías actúan cada una en su territorio nacional, con pocos mecanismos de conexión más allá que los que proporciona Europol. Los instrumentos de cooperación policial y judicial y de coordinación en materia de inteligencia siguen siendo insuficientes. Pese a los sucesivos intentos de poner en marcha intercambios intensivos de información - como mínimo desde 2010- estos siguen sin fructificar del todo; a las pruebas me remito. Es inadmisible que las tensiones entre los propios europeos minen la seguridad de toda la ciudadanía, y es urgente superar esos recelos para ser más eficientes en la lucha contra el terror. 

2. La política antiterrorista europea debe coordinarse más y mejor con las agencias de seguridad norteamericanas, y venir respaldada por unas relaciones exteriores con los países del Magreb y el Mashrek implementada de manera estratégica y coordinada a nivel europeo. Esto último no es lo que está sucediendo actualmente; antes al contrario, en el tablero de Oriente Medio chocan intereses y puntos de vista nacionales discrepantes, cuando no contradictorios. Este panorama impide contribuir desde Europa a estabilizar la zona, y precisamente ese elemento, la estabilidad de la región, es fundamental para poder combatir al Estado Islámico con alguna probabilidad de éxito. Naciones Unidas ha reconocido que esa meta es clave para la paz en el mundo: pongámonos manos a la obra. 

3. Necesitamos una política para la población musulmana en Europa. Adaptada a cada país, pero es necesaria una política de integración de los barrios donde se asienta la mayor concentración de jóvenes susceptibles de caer en la trampa del yihadismo. Proporcionar un futuro en forma de empleo y oportunidades a esa población, al tiempo que se profundiza el control de la radicalización en redes y mezquitas es la mejor manera de prevenir que muchos ciudadanos europeos -no olvidemos que en su mayoría lo son- se transformen en terroristas o en combatientes extranjeros camino de Siria e Irak y vuelta. Pero todo esto tenemos que hacerlo contando con la población de estos barrios. Al terrorismo yihadista debe combatirle y vencerle el Islam y los musulmanes de la paz. Y nosotros debemos ayudarles.

Publicado en El Huffington Post‎, 22/03/2016

21 de marzo de 2016

Intervenciones Comisión TAXE2. 21/03/2016


Comisión Especial sobre Resoluciones Fiscales y Otras Medidas de Naturaleza o Efectos Similares. Reunión con bancos europeos.



 





15 de marzo de 2016

Intervenciones comisiones parlamentarias. 15/03/2016

Comisión AFCO Asuntos Constitucionales.


   


 Comisión TAXE.Preguntas a la Secretaria de Estado de Asuntos Financieros de Andorra: Claudia Cornella.


   



 Comisión AFCO, reunión conjunta: Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior,Comisión de Asuntos Constitucionales,Comisión de Peticiones,Comisión de Asuntos Jurídicos.


  

14 de marzo de 2016

Intervenciones y reuniones PE. 14/03/2016

Comisión AFCO sobre Democracia electrónica.

 



Reunión con el presidente de Peru: Ollanta Humala en el Europarlamento.







Intervención Clausura EUROsocial

 

13 de marzo de 2016

Los Rolling en La Habana


Los Rolling Stones tocan en La Habana el próximo 25 de marzo. Por el momento y el lugar en el que se produce, este concierto es un hecho histórico: simboliza que el deshielo de las relaciones entre Cuba y EEUU empieza a extenderse desde el ámbito político y diplomático a la sociedad, a la cultura, a la vida cotidiana. Cuatro días antes habrá tenido lugar otra visita igualmente histórica, la de Barack Obama, el primer presidente de los Estados Unidos en visitar la isla desde que lo hiciera Calvin Coolidge allá por 1928.

La rapidez de estos cambios es la del tiempo que nos ha tocado vivir: si no se quiere perder el tren de la historia, hoy más que nunca es necesario subirse a él en cuanto se pone en marcha. Por eso resulta especialmente esperanzador que la Unión Europea (tan lenta a veces en sus movimientos) esté demostrando ganas de avanzar en su relación con Cuba, y empezara a hacerlo incluso antes que EEUU. En 2014 (bastante antes del "deshielo" cubano-estadounidense) la UE comenzó a negociar un Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación con las autoridades de La Habana. Hasta el momento se han celebrado seis rondas de negociaciones que han permitido cerrar una larga serie de capítulos, se ha emprendido un diálogo en materia de Derechos Humanos y en estos días se está llevando a cabo la séptima y esperemos que última ronda de contactos. Además, la Alta Representante de la UE para la política exterior, Federica Mogherini, visitará la isla los días 10 y 11 de marzo. 

Durante cincuenta años, Cuba ha sido el principal exponente simbólico de una batalla política mundial. Fue de hecho el epicentro de la Guerra Fría entre EEUU y Rusia en el famoso incidente de la crisis de los misiles, que a punto estuvo de meternos en una guerra nuclear. Durante todo ese tiempo, el mundo occidental ha sometido a Cuba al aislamiento comercial y al boicot político, esperando que ese círculo de hierro a su revolución la obligara a democratizar su régimen político.

Ahora parece que toda esa estrategia está a punto de desaparecer, en un doble movimiento de cubanos y norteamericanos-europeos cuyo desenlace no es fácil de prever, pero que en todo caso camina hacia la apertura de Cuba y el desbloqueo económico occidental. ¿En qué se concretan estas actitudes? De entrada, en la llegada del turismo norteamericano y en la comunicación económica y financiera entre Cuba y EEUU. Esto, por sí solo, puede cambiar en poco tiempo el desarrollo económico de Cuba. Lo siguiente es la irrupción masiva del mundo de Internet y las redes sociales. Por esa vía llegan la información, las comunicaciones personales, las televisiones, el conocimiento... Por supuesto llegarán también más inversiones europeas, más empresas, más desarrollo del mercado. ¿Qué significará todo eso? En mi opinión, la idiosincrasia cubana responderá a estas aperturas con demandas de libertades y Derechos Humanos plenos. La democracia entrará en Cuba gracias a todo ello, pero será obra de los cubanos, que lo harán a su ritmo y a su manera. Pretender pilotar desde fuera esa evolución será un error, como lo sería negarse a impulsar esos cambios, permaneciendo anclados en las viejas estrategias que negaban el diálogo con Cuba, como la que defendían Aznar y la derecha política europea. La firma del Acuerdo UE-Cuba puede hacer mucho más por la democracia, el bienestar y la prosperidad de la isla que el encastillamiento en posturas heredadas del pasado. 

Esperemos que más pronto que tarde no sólo los Rolling Stones, sino también Europa y sobre todo España estén haciendo sonar su música en La Habana.

Publicado en 20minutos