19 de diciembre de 2019

Cambios en América Latina.

«La verdadera revolución en América Latina es de eficiencia pública, de honestidad y ejemplaridad de sus clases dirigentes» 

URUGUAY también gira a la derecha aunque la victoria de Lacalle ha sido por los pelos. Lo hizo Brasil con Bolsonaro, Chile con Piñera, Perú con Kuczynski, Ecuador con Lenin Moreno, y Colombia con Duque. Salvo Alberto Fernández con los peronistas en Argentina, todo el subcontinente americano está en manos de la derecha política, más o menos neoliberal. Bolivia, pendiente de unas elecciones que, con toda seguridad representarán un cambio notable sobre los doce años de Morales, sea quien sea el ganador. Este giro a la derecha puede deberse a la destructiva imagen que ofrece el modelo bolivariano de Venezuela que, en mi opinión, daña a la izquierda política socialdemócrata de una manera letal. El país más rico del continente, con la renta más alta y mayor nivel de vida, se ha convertido en un caso paradigmático de crisis humanitaria y de expulsión de su propia población (más de cuatro millones de venezolanos están huyendo de su país en los últimos años). El fiasco venezolano, no obstante, no es generalizable a otros países donde gobernó una izquierda también bolivariana. Ecuador y Bolivia han realizado progresos notables en sus servicios públicos, en sus sistemas de protección social y en sus infraestructuras físicas y tecnológicas durante los años de Correa y Morales. 

Pero hay dos reflexiones que se nos ofrecen hoy ante este giro político neoliberal. La primera tiene que ver con uno de sus más notorios fracasos: Argentina. Macri generó enormes expectativas al comienzo de su gestión, devolviendo a su país a los mercados financieros internacionales, pero su gestión ha acabado de la peor manera. Con un mayor endeudamiento, bolsas de pobreza alarmantes en un país rico por naturaleza y un sistema productivo paralizado en un marco económico de desconfianza total. El nuevo Gobierno peronista suscita todo tipo de dudas, muchas más teniendo en cuenta el volumen del ajuste fiscal que le amenaza. La buena noticia fue el funcionamiento impecable de su sistema electoral, el alto grado de seriedad institucional que están mostrando las dos grandes fuerzas políticas y la serenidad con la que el pueblo ha votado y soporta esta situación. Aquí ha funcionado la política. 

Pero, atención, el cambio neoliberal que se está produciendo viene acompañado por el descontento y la protesta. Chile y Colombia son el ejemplo de una reacción social inesperada, pero masiva y elocuente ¿A qué viene este descontento? ¿Qué expresan y qué reclaman los jóvenes colombianos y chilenos en las calles? ¿Por qué protestaron con tanta virulencia los transportistas ecuatorianos contra el alza de los carburantes? 

En mi opinión, hay dos notas comunes. En ambos países y en todo el subcontinente se observan unas clases medias crecientes, empoderadas por la nueva sociedad de internet y modernizadas en su vida urbana, que reclaman nuevos servicios que sus Estados no les prestan. Son demasiados débiles para ofrecerles educación y sanidad universales y de calidad, ni siquiera, seguridad ciudadana y un sistema judicial independiente y eficaz. Por otra parte la productividad de su economía está basada en unas condiciones laborales paupérrimas y que el sistema público de protección social y de bienestar, es ínfimo. Salarios miserables y derechos sociales mínimos se suman a un sistema de Seguridad Social (capitativo) que proporciona pensiones de miseria a la mayoría de la población. Si se añade que la Universidad es privada, o pública con matrículas muy altas, y que las diferencias sociales se perpetúan (hacen falta más de diez generaciones para que funcione el elevador social) se comprende muy fácilmente que la subida del precio del metro provoque la chispa de la revuelta social. La economía informal es demasiado alta en casi todos los países de América Latina. En algunos sobrepasa el 50 por ciento de la actividad económica. Sin cotizaciones no hay Seguridad Social. Sin pagar impuestos no hay Estado. Las élites económicas de demasiados países se niegan a su contribución fiscal. En esas condiciones, con recaudación de entre el 10 y el 20 por ciento como ingreso fiscal del Estado, no hay servicios públicos redistributivos. No hay igualación social. Las familias ricas y poderosas se perpetúan en el poder y la desigualdad se cronifica. Y el pueblo se enfada. Peor aún, desconfía de la democracia y de sus protagonistas principales: los partidos y los políticos que, a su vez, viven en el mejor de los mundos. 

La verdadera revolución pendiente de muchos de esos países es una revolución de eficiencia pública, de honestidad y ejemplaridad de sus clases dirigentes, de reformas sociolaborales pactadas, de formalizar la economía, haciéndola trasparente y cotizante, de contribución fiscal de sus élites económicas, de democracia ordenada y estable, de pacto sociopolítico amplio que aúne esfuerzos y vertebre país. Europa y España principalmente quieren ayudar a esas revoluciones, tan sencillas de expresar como difíciles de realizar.

Publicado en ABC, 19/12/19

17 de diciembre de 2019

La tercera vía.


"Hay que facilitar el desmarque de ERC de Puigdemont y provocar unas elecciones autonómicas para forjar una alianza de Gobierno de la izquierda, con el PSC de bisagra y gozne negociador".

No, no me refiero a Tony Blair como antídoto a Jeremy Corbyn, después de la derrota histórica del laborismo británico. Ciertamente, podría ser oportuno y muy sugerente enfrentar a los partidarios de radicalizar la socialdemocracia con los resultados británicos, comparándolos con los de los mejores momentos electorales del laborismo. Pero no es a eso a lo que me refiero con la apelación a la ‘tercera vía’, sino a un tema más doméstico y a nuestro particular dolor de muelas, que es el llamado conflicto catalán. Por cierto, recuerdo que en una de aquellas reuniones discretas que celebramos miembros de las diferentes corrientes políticas vascas para abordar el nuestro, el denominado conflicto vasco, el abogado Txema Montero –entonces brillante y seductor letrado de la izquierda abertzale– decía que el nacionalismo es como tener una carie en una muela. Quieras o no, tu lengua acude a horadar el agujero con una insistencia tan reiterada como dañina. Siempre está ahí, quieras o no. O arrancas la muela o empastas la carie. 

De empastes hablamos. La propuesta de Pedro Sánchez de abordar el tema catalán mediante el diálogo y en el marco de las leyes se parece mucho a la tercera vía en la que siempre ha estado el PSC. Merece el desprecio de los extremos, que es lo que hoy triunfa en conflictos identitarios de este tipo, pero solo a primera vista, solo en primer término, no a medio o a largo plazo. Es como el populismo: falsas y simples respuestas a problemas complejos. Porque, ¿Dónde quedó el triunfo de Ciudadanos en las elecciones autonómicas catalanas? ¿Cuánto sumaron el PP y Cs en los últimos comicios generales en Cataluña? O, al revés, ¿adónde van los nacionalistas independentistas en la política catalana? Solo la tercera vía nos ofrece opciones de solución. Por eso el PSC merece nuestro aplauso. Por su persistencia, por su coherencia, por su defensa del pacto entre diferentes, por ofrecerse una y otra vez como partido de diálogo y acuerdo con el nacionalismo. Por reiterar su oferta generosa y pragmática de mejorar el autogobierno y la financiación catalanes dentro de la Constitución y de acuerdo con el resto de España. Por hacer fuerte el catalanismo español y defender así esa línea gruesa de mayoría catalana que reivindica más autogobierno en España. Por empeñarse en hacer fuerte el catalanismo no independentista y evitar que el catalanismo sentimental e identitario se haga independentista. 

Por eso el PSC ha votado a Miquel Iceta por unanimidad. Por haber sorteado los peores años de Cataluña y del propio PSC con mucho aguante, con coherencia, inteligencia, con convicción. Durante los últimos años su partido sufrió un desgaste brutal, un asalto fratricida por sus extremos. Notables dirigentes se fueron al nacionalismo. Alcaldes, Exconsejeros, nombres ilustres, militantes, votos, engordaron a Esquerra. Pero, por el otro lado, ciudadanos se llevó igualmente cuadros muy relevantes y sobre todo miles de votos. El PSC aguantó, mantuvo su mano tendida, incomprendida a veces en el PSOE, denostado casi siempre por los medios y manipulado por sus adversarios. Fueron momentos dificilísimos, pero su posición centrada, pactista, dialogante, pragmática, aparece todavía como la opción útil, quizás como la única y última oportunidad de encauzar políticamente el problema.

 ¿Por qué es tercera vía? Porque ninguna de las otras dos ofrece salidas. Lo hemos dicho mil veces, el independentismo no es mayoritario y el unilateralismo, es decir, la ilegalidad, solo conduce a la cárcel, al exilio y a la ruina. Jamás habrá independencia sin pacto y este no será posible a las bravas y contra España. Pero ¿alguien cree que el conflicto se encauzará no reconociéndolo? ¿Cambiarán las mayorías sociales electorales negando el diálogo y sin ninguna oferta política por parte del Estado? Quizá sí, pero en sentido contrario a la integración y haciendo mayoritarias las opciones rupturistas, probablemente. 

Reconozco que mucho de lo que está haciendo y diciendo el PSOE después del 10-N es por necesidad. Es más, no oculto que en campaña no fue este su discurso. Pero hoy, la estrategia de Sánchez es inevitable y buscar el diálogo político con Esquerra es no sólo necesario para la gobernabilidad de España, sino bueno para encauzar a la política lo que solo políticamente debe ser resuelto. Los compromisos no pueden ir más allá de formalizar la voluntad de diálogo y la búsqueda de soluciones en el marco de nuestras leyes. Por eso me pregunto, ¿es eso tan grave? 

Desconozco los términos de la negociación del PSOE con Esquerra. Tiempo habrá para juzgar los acuerdos si finalmente los hubiera, pero las críticas al diálogo mismo son inconsistentes. ¿Acaso hay otra opción de Gobierno? Cualquier otro intento nos conduce a nuevas elecciones.

Desgraciadamente, la regla que algunos defendimos cuando el PSOE se abstuvo para que gobernase el único que podía hacerlo en 2016 no se ha asentado en la cultura política española. Esa regla deberíamos llevarla a la ley para evitar esta catástrofe que estamos viviendo desde hace cuatro años.

Por eso la tercera vía del PSC sigue siendo la única salida. Difícil, lo sé, pero es la vía a explorar, algo que no se ha hecho en los últimos diez años de política española. Eso empieza por facilitar el desmarque de Esquerra de Puigdemont y Junts per Catalunya ahora y provocar mañana unas elecciones autonómicas catalanes para forjar después una alianza de gobierno de las izquierdas con el PSC de bisagra y gozne negociador. Un nuevo Estatuto validado por el Tribunal Constitucional y un referéndum de ratificación para dar legitimidad política y social al pacto. Eso es tercera vía. O algo en esa línea. Todo lo demás es persistir en el error o en la inacción.

Publicado en El Correo, 17/12/2019


1 de diciembre de 2019

Es la transparencia, estúpido!

¿Cómo es posible que tantos consejos de administración o consejeros individualmente o consejeros delegados utilicen métodos delictivos para resolver sus conflictos societarios? ¿Cómo es que nadie, ni la comisión de auditoría o el resto del consejo, advirtieran contra estas actuaciones tan sospechosas?

¿Cómo es posible que tantos consejos de administración o consejeros individualmente o consejeros delegados utilicen métodos delictivos para resolver sus conflictos societarios? ¿Cómo es que nadie, ni la comisión de auditoría o el resto del consejo, advirtieran contra estas actuaciones tan sospechosas?

Los casos BBVA e Iberdrola ilustran que esta pregunta no es retórica. Es una pregunta púbica, dirigida a todo el IBEX, porque cada vez es más evidente que muchas empresas cayeron en la trampa de una mafia organizada en torno a la búsqueda de secretos inconfesables (públicos y privados) y al comercio chantajista que se organizaba en torno a ellos. ¿Cómo pudieron fiarse de personajes tan abyectos y de prácticas tan despreciables? ¿Cómo cayeron en la tentación de destruir a sus adversarios a través de métodos tan faltos de ética como cercanos al delito del Código Penal?

Siento verdadera tristeza por el grave quebranto que sufren las marcas de dos compañías españolas líderes en el mundo entero en sus respectivos sectores como consecuencia de las investigaciones que lleva a cabo la Audiencia Nacional. Es penoso que un banco que ha adquirido un enorme prestigio internacional por su expansión y por su apuesta avanzada por la tecnología en el sector financiero esté hoy en boca de todo el mundo por unas actuaciones de su cúpula directiva que, como mínimo, son presuntamente delictivas. Sus competidores en España y en todo el mundo se frotan las manos al observar el enorme daño reputacional producido a su competencia.

En la misma línea, una compañía española que ha hecho los mejores 10 años del sector eléctrico en todo el mundo, que se ha convertido en una de las cinco grandes compañías del mundo en el sector, que ha asombrado al mundo por su valiente apuesta por las renovables y que ha encumbrado a su CEO a los más altos niveles de prestigio internacional, está hoy en el ojo del huracán de unas investigaciones penales por las mismas y presuntas prácticas delictivas.

Dicen los medios que conocen estas investigaciones que la trama corrupta y chantajista afectó a muchas empresas del IBEX 35. Que nombres muy conocidos y firmas muy reputadas estaban en el radar del policía y su empresa porque de una u otra forma, directa o indirectamente, utilizaron sus servicios. Estos rumores deben ser tomados con prudencia, desde luego, pero es muy grave que haya podido ocurrir esto en nuestro país.

Hasta la CNMV se ha visto obligada esta misma semana a lanzar una seria advertencia a los consejeros de las empresas “que deben informar de las irregularidades que les afecten”. La CNMV se muestra especialmente preocupada como entidad supervisora del mercado de valores español porque “este tipo de situaciones pueden comprometer la imagen y reputación de nuestro mercado de valores” y anuncia su decisión de revisar y reforzar las recomendaciones sobre estos aspectos en el Código de Buen Gobierno de las sociedades. La Comisión Nacional de Valores se hace así eco de un conjunto de irregularidades también ligadas a la corrupción que han afectado a firmas españolas en nuestro país y en otros, especialmente en Latinoamérica, que deterioran enormemente la imagen reputacional de las grandes compañías españolas. “Los órganos de gobierno de las empresas deben establecer políticas y controles adecuados para prevenir la corrupción y demás prácticas irregulares”. El consejo, las comisiones de auditoría, los consejeros independientes y otros consejeros externos están especialmente llamados a extremar el rigor en la vigilancia de estas prácticas y son por tanto el centro de esta nueva apelación a la transparencia.

En el fondo, estas prácticas tiran por tierra mucho del buen trabajo y del enorme esfuerzo que estas mismas compañías realizan para prestigiar sus marcas, porque ponen en evidencia, de manera trágica, que la transparencia, la ética y el bienhacer forman parte esencial de un proyecto empresarial. Algunos han descubierto ahora que la responsabilidad penal afecta también a las compañías.

Hace ya bastante tiempo que sabíamos esto. Que las empresas están en el espejo público del quehacer social. Que son como invernaderos, son de cristal, y todos las miramos, las evaluamos y las criticamos. Hace ya algunos años que venimos advirtiendo que la responsabilidad social de las empresas es integral y que no basta con gastar más o menos en marketing social o en compliance o en publicidad. Que lo importante no es que nos digan qué hacen con los beneficios, sino cómo los obtienen. Que no basta con hacer memorias de RSC -a veces subcontratadas- para aparentar lo que no se es. Que no nos vamos a conformar con informaciones difusas o abstractas sobre ODS o determinadas acciones sociales. No. Queremos que la responsabilidad social forme parte de una estrategia integral de las compañías que incluya la ética en los negocios, la transparencia informativa, la sostenibilidad en todas sus manifestaciones, el diálogo con sus stakeholders, la evaluación de sus impactos…

Qué pena que empresas que hacen y que han hecho cosas buenas en estos planos paguen tan grave y peligrosamente por actuar con tales personajes, con tanta falta de ética empresarial y con tanto riesgo penal. Espero que todos aprendan las poderosas y concluyentes lecciones que se extraen de estos tristes hechos.

Publicado en Diario Responsable. 1/12/2019