9 de mayo de 2021

¡A las cosas!

Pasado ya ese tormentoso episodio electoral que han sido las elecciones en Madrid, conviene volver a la realidad de las cosas, al gobierno del país, a los problemas que nos afectan, a los dosieres pendientes en las mesas del poder. Hemos vivido un mes largo en una nube oscura, densa, llena de niebla que distorsiona el debate político serio y lo sustituye por simplificaciones, sentimientos, pasiones, identidades… es decir, por el populismo y la polarización. ¿Qué es si no contraponer la libertad al socialismo? ¿Qué es volver al ‘No pasarán’ del 36 del siglo pasado? ¿Qué es inventarse y atribuirse identidades enfrentadas en una comunidad que no las tenía? ¿Qué fue esa estúpida disputa sobre amenazas paranoicas?


Ha sido una campaña penosa, patética, en la que los extremos han jugado su papel y el centro sociológico ha sido incapaz de comparecer. De ahí los resultados. El país no pue de seguir en esa nube perturbadora, confusa, en la que Madrid nos ha mantenido. España tiene retos muy serios, decisivos, que nos obligan a volver nuestra mirada y nuestro debate a decisiones inaplazables.

Tenemos un 16% de nuestra población laboral en paro. Casi un 40 % de nuestros jóvenes - la mayoría sin cualificaciones laborales– en búsqueda de empleo. Tenemos una alta precariedad laboral –casi un tercio de la población laboral– si incluimos a muchos de los dos millones largos de autónomos. El mundo sindical nos pide la derogación de la reforma laboral del PP y es comprensible que lo haga porque, objetivamente, perjudicó los derechos laborales anteriores. Pero, derogar solo no es solución de nada. Habrá que crear otro marco laboral, otras regulaciones sobre modalidades de contrataciones, negociación colectiva, salarios, despidos, etcétera, para que España en frente los dos objetivos principales de esta reforma: que se cree empleo y que sea de la mayor calidad posible. ¿Por ese orden o por el contrario? Porque son objetivos antagónicos, reconozcámoslo. Si se prima la calidad, quizás mantengamos altas tasas de desempleo; y si se prima el empleo, quizás sea acosta de su calidad. Pero, además, ese debate crucial se inserta en una disrupción económica-tecnológica de efectos múltiples sobre el empleo. La digitalización, la robótica y otras innovaciones tecnológicas dibujan un incierto panorama sobre el empleo resultante. Atacar este tema con equilibrio y acierto es clave para nuestro futuro.

Como lo es sanear nuestro sistema de Seguridad Social y adaptar nuestro modelo de pensiones a parámetros ineludibles: vivimos 20 años de media pensionados y tenemos 20 millones de cotizantes y diez millones de pensionistas, y las cotizaciones a la Seguridad Social del empleo son bastante altas y no permiten mejoras de ingresos al sistema. Pero, el mismo tiempo, las pensiones son el más formidable sistema de solidaridad y de protección social de nuestro país. No podemos cuestionarlo. El déficit de la Seguridad Social es política social por excelencia. Pero España tiene el 120% de su PIB en deuda pública acumulada y se ha visto desde 2008 hasta aquí que reducir el déficit público es casi imposible sin aumentar los impuestos, sin alcanzar un volumen de ingreso fiscal más alto que el 39%-40 % actual sobre el PIB. Una reforma fiscal será imprescindible en cuanto pase la pandemia.

España tiene que aprovechar la fuente de recursos europeos para modernizar su aparato productivo y para mejo rar su productividad en las grandes disrupciones: climática y digital. Pero, más allá de elaborar un plan y presentarlo en Bruselas, queda todo por hacer y por hacer lo bien, porque nos jugamos ser un país competitivo o un país atrasado. Encontrar un mecanismo bien engrasado, que combine gobiernos, sectores económicos, universidades y centros tecnológicos y que cree un ecosistema de cooperación y buena gestión será clave. Partimos de la base de un país que supera la pandemia este verano y que se pone a consumir y a trabajar a pleno rendimiento en esas fechas. Contamos con un crecimiento sostenido que nos permita recuperar los niveles de 2019 en 2023. Partimos de la base de que el Gobierno es estable y mantiene el timón del país sin sobresaltos hasta la próxima contienda electoral en mayo de 2023. Damos por hecho que el conflicto en Cataluña no nos distrae, ni nos perturba, una vez se forme el nuevo Gobierno catalán.

Quizá sea mucho suponer, pero apostemos por ello. Si esas condiciones se dan, el Gobierno debería afrontar el liderazgo de estos grandes temas. Reforma laboral, reforma fiscal, Seguridad Social, saneamiento macroeconómico y Plan de Transformación son las cinco urgencias de nuestro presente y las cinco condiciones de éxito para el futuro del país. Pero esas reformas tienen que ser sostenibles. Es decir, hechas para durar por que gozan de amplios apoyos políticos y sociales. Por eso, ¡a las cosas, compañeros!

Publicado en Diario Vasco. 9/05/2021

7 de mayo de 2021

¡Bravo, Rebeca Grynspan!

No es fácil, en los tiempos que vivimos, impactar mediática y políticamente, con una Cumbre celebrada en Andorra, en formato semivirtual y sin incidentes anecdóticos, salvo la nevada a finales de abril en el corazón pirenaico. Y sin embargo, la XXVII Cumbre Iberoamericana ha vencido, con éxito, las adversas condiciones políticas y pandémicas que ya retrasaron su celebración en el otoño pasado.

La celebración misma de la Cumbre es un éxito de primera magnitud. Muchas circunstancias aconsejaban su postergación en espera de tiempos mejores. Los protocolos sanitarios que impone la pandemia; la logística de un desplazamiento incómodo; las tensiones políticas que viven los países iberoamericanos; las urgencias gubernamentales en momentos dramáticos en muchos de esos países... Demasiados obstáculos animaban un aplazamiento que, sin embargo, era en sí mismo peligroso. Es muy fácil suspender una Cumbre en estas circunstancias, pero la experiencia nos enseña que las suspensiones se eternizan y acaban por romper los compromisos de las Alianzas internacionales. Para muestra, la interrupción de las Cumbres EU-CELAC hace cinco años por los problemas surgidos con el Grupo de Lima y Venezuela y las enormes dificultades después para su reanudación, refleja bien esta enseñanza. Rebeca Grynspan, la Secretaría General de la SEGIB, se empeñó en celebrarla y lo ha conseguido con una notable participación y con significativos resultados.

Ese es otro de los méritos; la participación. Es verdad que la aparición en pantalla es más fácil, pero todos los países de la Comunidad Iberoamericana estuvieron presentes y eso es ya en los momentos actuales, otro gran mérito. La mayoría de ellos representados por su Presidente y en el caso de España y Portugal, con la presencia física de los Jefes de Estado y de Gobierno de ambos países. La gestión de los discursos muy antagónicos y abiertamente enfrentados por los conflictos enquistados, especialmente Venezuela, tampoco resultaba fácil, pero el presidente andorrano manejó bien unas comparecencias difíciles. Un desarrollo tan comprometido exige muchas horas de gestiones discretas y compromisos delicados, trabajados durante meses a múltiples bandas. Solo el prestigio, los esfuerzos y la inteligencia de la Secretaria General pudo lograrlo y por eso merece nuestro elogio.

Se han producido importantes acuerdos en la Cumbre. Una declaración institucional muy trabajada, en más de 20 reuniones preparatorias, de ellas 13 ministeriales, en la que se abordan los principales temas del momento: pandemia, vacunación; (distribución, acceso a la tecnología, prevención pandémica futura etc.); recuperación económica; innovación; medio ambiente; desigualdad; educación; ciencia y tecnología, etcétera. Es verdad que este tipo de declaraciones abusan de la retórica y eluden compromisos. Pero, al mismo tiempo, unifican valores y prioridades y permiten obtener posiciones comunes de la comunidad Iberoamericana en las futuras mesas internacionales ante problemas y retos comunes 

La Cumbre ha aprobado, además, 16 Comunicados Especiales que incluyen acciones de los Gobiernos para superar la crisis, que van desde el acceso a las vacunas en la lucha contra la pandemia, hasta la búsqueda de financiamiento internacional para la recuperación económica. Desde temas cruciales como la alimentación en regiones con pobreza extrema, hasta los efectos de los desastres naturales. Desde el crimen organizado (verdadero cáncer en algunas regiones), al alivio de la deuda. El compromiso de envío de 7,5 millones de vacunas desde España, del Presidente del Gobierno español, se inscribe en este contexto.

La Cumbre vino precedida de una Cumbre Empresarial los días 19 y 20, en la que también se produjeron importantes acuerdos y en la que un buen número de representantes empresariales (cerca de 4.000 asistentes virtuales) y mercantiles de los dos continentes, trabajamos en la aproximación de nuestras economías y de nuestros espacios comerciales. A destacar el Compromiso de Andorra sobre "Innovación para el desarrollo sostenible" que coloca la innovación y el emprendimiento como plataformas imprescindibles para abordar las dos grandes disrupciones de nuestro siglo: La lucha contra el Cambio Climático y la Transformación Digital. La Cumbre establece así una verdadera hoja de ruta para que la SEGIB se convierta en un puente de conexión e intercambio de políticas públicas entre Europa y América Latina, para obtener las máximas sinergias de esas alianzas.

Decepciona un poco que tanto trabajo callado en la preparación de esta Cumbre y tantos logros en Planes de Acción que marcarán el futuro de nuestra Alianza, queden ocultos bajo el manto de una actualidad política volcánica por las circunstancias electorales y por el insufrible anecdotismo radical y polarizante de las campañas aquí y allá.

Soy consciente de la ingenuidad de este propósito, pero valgan estás líneas para reclamar la atención de las cosas importantes y para reivindicar el trabajo bien hecho de la Secretaría General Iberoamericana en esta Cumbre importante para nuestros países. ¡Bravo Rebeca!

Publicado en El Economista. 7/05/2021