29 de diciembre de 2020

Luces en América Latina

Los nuevos movimientos que crecen en todo el continente auguran un cambio político para 2021

La descripción de los problemas latinoamericanos se ha convertido en un tópico inevitable cuando se analiza la región. Todos comenzamos nuestras propuestas de futuro señalando previamente media docena de claves estructurales que lastran a la mayoría de los países de América Latina. La pandemia los ha agudizado casi todos, añadiendo nuevas dificultades económico-financieras para que los Estados reciban ayudas de las instituciones financieras internacionales y hagan frente a esta catástrofe, más grave en América Latina que en ningún otro continente. 

Hay, sin embargo, algunas luces que están surgiendo en varios países y que están generando movimientos políticos esperanzadores. Chile, Perú, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Colombia, Cuba… están protagonizando diferentes conflictos con un denominador común: juventud urbana, organizaciones sociales de distinto signo, líderes de opinión, artistas, etcétera, empoderados todos ellos en las redes sociales y decididos a cambiar situaciones políticas anquilosadas en injusticias estructurales o simplemente convocados a rechazar componendas partidarias o corrupciones insoportables. 

Son muy leves todavía. No puede decirse que constituyan un movimiento imparable, pero denotan rasgos comunes. Se trata de universitarios concienciados por la situación política del país, hijos de nuevas clases medias surgidas en las últimas décadas, conectados con el mundo a través de Internet, y portadores de impulsos éticos contra situaciones políticas o socioeconómicas injustas. Dispuestos a cambiar las bases estructurales de sus países. Pueden protestar contra las limitaciones políticas del pospinochetismo o contra el sistema partidario del Perú o contra la violencia en Colombia o contra la falta de libertades en Cuba y en Nicaragua. No los organizan los partidos políticos. Su activismo es al margen de ellos o incluso en su contra. No tienen un fuerte soporte ideológico, salvo en Chile quizás. Es más, su protesta es antagónica según sea el perfil político de sus Gobiernos: neoliberal en Colombia o comunista en Managua o La Habana. Pero sus ansias de libertad, democracia, Estado de derecho y justicia social son evidentes. 

En Chile han sido capaces de acabar con un sistema democrático tutelado y limitado, forzando al Gobierno a un complejo mecanismo de refundación constitucional. La chispa la encendió una circunstancia colateral, el precio del billete de metro de Santiago, pero, finalmente, han ganado por mayoría abrumadora el referéndum para la elaboración de una nueva Ley Fundamental. En Perú, obligaron a dimitir a un presidente interino fruto de intereses espurios de los partidos que dominan la Cámara, y está por ver si de las elecciones de abril de 2021 no surge con fuerza la renovación del marco constitucional que ideó Fujimori. En Ecuador, quizás una protesta más sectorial, los transportistas autónomos obligaron al Gobierno a retirar la subida del precio del combustible. En Bogotá las protestas afectan al proceso de paz y a los reiterados asesinatos de líderes sociales o defensores de los derechos humanos. 

Las protestas en las tres grandes ciudades del país, Bogotá, Medellín y Cali, han agrupado a gran parte de la sociedad colombiana. En Nicaragua los jóvenes quieren simplemente democracia. ¿Y en Cuba? Cuba es otra cosa, lo sabemos, pero las protestas del Movimiento San Isidro (MSI) acabaron en una negociación con el Gobierno cuando cientos de personas se concentraron frente al Ministerio de Cultura en reivindicación de libertad de expresión, derecho al disenso y cese de la represión. También aquí es un impulso cívico surgido de un pensamiento crítico en esferas artísticas y jóvenes que se extiende en Internet y que clama contra circunstancias bien conocidas. 

Los próximos años serán duros, una vez más, para América Latina. El deterioro de sus economías aumentará la pobreza y la desigualdad. El malestar con la precariedad de su protección social y la desconfianza ciudadana hacia partidos e instituciones impulsarán protestas y movimientos sociales alternativos. Todo ello en un contexto de enormes fracturas políticas en el interior de los países y tendencias polarizantes muy peligrosas. Parece como si la política latinoamericana estuviera condenada a moverse sobre los extremos del tablero ideológico y experiencias ya fracasadas. Muchos países necesitan un viaje a la centralidad social, abandonando populismos a derecha e izquierda, consolidando sus democracias y reforzando el Estado de derecho como condición previa para el crecimiento, la cohesión y el bienestar social. 

Muchos partidos políticos en muchos países de América Latina necesitan ser renovados por estos impulsos cívicos que están surgiendo en la nueva sociedad latinoamericana. Muchos dirigentes políticos necesitan conectar y escuchar a esta sociedad dinámica y exigente, e integrar a sus líderes en los puestos de representación y en sus estructuras orgánicas. La clave de estos fenómenos será que los sistemas políticos sean capaces de asumir e integrar estos impulsos críticos. El ejemplo chileno es el más paradigmático porque ha dado lugar a una transformación del marco jurídico político, pero en muchos países de América Latina su influencia puede ser determinante en las elecciones del periodo 2021-2022 en el que cambiarán casi todos los Gobiernos de América Latina.

Publicado en El País, 29/12/2020

26 de diciembre de 2020

¡Bravo, Europa!

El plan de recuperación será un paso extraordinario en la integración. 

Al comienzo de la pandemia, Europa fue un desastre. Recordé aquello que solía decir J. B Toshack, el entrenador de la Real en su tiempo, cuando su equipo perdía el partido: «Hemos jugado como pollos sin cabeza». Europa afrontó la pandemia totalmente descoordinada, con cierres de fronteras unilaterales, disputándose entre sí las compras de material sanitario chino, sin capacidad de intercambio de experiencias ni de asistencias sanitarias mutuas. La imagen más patética la sufrimos cuando los camiones rusos de Putin llegaban a Bérgamo para ayudar a Italia. Fue humillante. 

Pero hoy, Europa es la única organización internacional que ha salido reforzada de la crisis. El bloqueo o la devaluación que han sufrido estos meses Naciones Unidas, la Organización Mundial de Comercio, la Organización Mundial de la Salud, el G-20, el Fondo Monetario Internacional han destacado, más si cabe, la poderosa respuesta que está dando Europa a la pandemia. Hoy Europa compra y reparte vacunas a los 500 millones de europeos. Hoy Europa sale a los mercados y se endeuda para prestar o subvencionar 750.000 millones de euros a los Estados. Reparte esos fondos de manera asimétrica, es decir, en función de los daños sufridos en la pandemia. Hoy el BCE compra deuda pública de los Estados y asegura liquidez financiera a países y bancos sin límite. La Comisión ha suspendido el Pacto de Estabilidad para que los países no tengan limitaciones en sus deudas públicas ni en su déficit y gasten cuanto quieran en la recuperación económica. Se parece a la política económica que impuso el Norte al Sur en 2010 como un huevo a una castaña. Es decir, nada. Todo lo contrario. 

El plan de recuperación será un paso extraordinario en la integración europea. Refuerza enormemente el europeísmo ciudadano al ver, esta vez sí, una Europa unida, fuerte, solidaria, que ayuda a sus Estados y a sus ciudadanos y que aprovecha la crisis para lanzarse hacia el liderazgo mundial en la lucha contra el cambio climático y hacia la digitalización de su economía, manteniendo la cohesión social. 

Es la primera vez en la historia que la Unión Europea se endeuda en nombre de la Unión y mutualiza la deuda ante los mercados. Es la primera vez que crea figuras fiscales nuevas para amortizar esa deuda (digitales, plásticos y compensación del CO2 en Frontera). Es la primera vez que se lanza un plan dotado con casi un billón de euros en una política anticíclica (no procíclica como en 2010) a repartir solidariamente. Es la primera vez que se da un paso tan federalizante en una Unión supranacional como es hoy la UE. 

A destacar algunas consideraciones políticas de interés. El plan cuenta con un apoyo político muy amplio en el Parlamento Europeo: PP, Socialistas, Liberales y Verdes lo respaldan consensuadamente. No ha habido fractura política como aquí en la respuesta a la pandemia. La presidencia alemana, ayudada por el eje francoalemán (Macron) ha jugado un papel clave. Merkel ha demostrado que quiere hacer Europa y exige una Alemania europea, no una Europa alemana. España hizo una propuesta-borrador muy parecida a la aprobada (mérito de Calviño). Por último, sin el Brexit, es decir con Reino Unido dentro, este plan no se habría aprobado. 

Han surgido algunas dudas respecto al pacto final con Hungría y Polonia sobre la llamada macrocondicionalidad, es decir, con el hecho de que Europa podrá vetar y paralizar las ayudas al país que en su legislación violente las reglas del Estado de Derecho. La aceptación en los minutos finales del acuerdo de que la Corte de Luxemburgo emita informe previo sobre esa supuesta vulneración me parece apropiada. No es una cesión a esos dos países sino una garantía de que la sanción es procedente. Por otra parte, es la primera vez, también en esto, que la UE establece esa condicionalidad referida a los valores y principios democráticos que inspiran y configuran Europa. 

Se ha dicho que este gran logro constituye un momento hamiltoniano de la Unión, aludiendo a la mutualización de la deuda de los Estados confederados de América. Sin duda lo ha sido, aunque estamos muy lejos de forjar los Estados Unidos de Europa. Y aunque es cierto que ha habido otros momentos semejantes en la historia reciente de la Unión, este no es menos importante que aquellos históricos acuerdos sobre la Unión Monetaria, la unión bancaria o los fondos de cohesión. Entre otras razones porque este será la base del Pilar Fiscal y de un posible Tesoro Europeo, condiciones fundamentales ambas de una unión monetaria y de su gobernanza. 

Se dice con frecuencia que Europa se construye a golpe de crisis (Monnet) y ésta ha sido también la característica de la respuesta europea a la pandemia. Hemos dado un paso extraordinario en la integración de la Unión. Queda por ver cómo aplicamos los fondos en los próximos tres años. Está por ver si los Estados miembros aprovechamos bien esta enorme cantidad de recursos para transformar nuestras economías y dar un salto de calidad tecnológica y climática. Pero si el acuerdo europeo no se hubiera producido estaríamos afrontando una crisis peor que la de 2010.

Publicado en El Correo, 26/12/2020

11 de diciembre de 2020

Entrevista ABC 11/12/2020. España, UE y América Latina.

 El exeurodiputado y exministro socialista Ramón Jáuregui (Herrera, San Sebastián, 1948) es el actual presidente de la Fundación Euroamérica, encargada de la conexión entre América Latina y Europa, relación que según el propio Jáuregui está en «sus comienzos» y donde aún «queda mucho por hacer».


En esta entrevista con ABC, el exdiputado europeo ha hablado de los distintos temas que marcan la agenda internacional, como las elecciones venezolanas, las nuevas relaciones con la Casa Blanca, el veto de Polonia y Hungría a los presupuestos de la UE, el Brexit, las relaciones con Oriente Medio, el acuerdo Mercosur o la política que España debe marcar en Europa, donde ha explicado que uno de sus principales objeticos debe ser «poner América Latina en el radar de la geopolítica europea», pues tiene la «auctoritas» para marcar la política exterior de la UE.

Respecto a las relaciones con la Casa Blanca, el exministro ha manifestado que «Europa debe recuperar el apoyo estadounidense a la integración europea», así como encontrar «un marco de cooperación en la OTAN para construir la Europa de la Defensa y fortalecer la industria militar europea».

En referencia a la posición de la Unión Europea sobre las elecciones venezolanas, el exeurodiputado ha explicado que «la UE ratificará su apoyo político a la oposición y reactivará su intermediación para conseguir un acuerdo en torno a nuevas elecciones con garantías democráticas». Jáuregui ha defendido la actuación de Borrel, pero no ha hecho lo mismo con Zapatero, de quien dice «no compartir su opinión».

El FMI, el Banco Mundial y la Cepal pronostican caídas del PIB en torno al 8% este año en América Latina; batacazo que ha resucitado la maldición latinoamericana de la década perdida. ¿Debe España temer el riesgo de la crisis de deuda soberana en Latinoamérica?

Salvo conocidas excepciones, no hay endeudamiento excesivo en los países latinoamericanos. El problema es el contrario. Las instituciones financieras internacionales deberían emitir deuda y ayudar más a esos países. Nosotros hemos pedido al FMI que emita un billón de dólares de Derechos Especiales de Giro para ayudar a la región.

¿Cómo es el marco económico de América Latina tras la crisis originada por la Covid-19?

Es grave. El impacto de la pandemia es más severo que en otras regiones y la recuperación será más lenta. Ayudarles ahora es clave para que la destrucción de empresas no empobrezca más a la región. Sin duda es el continente más castigado por la pandemia en el mundo.

¿Qué objetivos debe marcar España en Europa para potenciar la relación con estos países? ¿Qué papel desempeña la fundación para potenciar estos objetivos?

España tiene la «auctoritas» reconocida en Europa para guiar la política exterior de la UE para América Latina. Fuimos quienes abrimos ese puente y somos los que más sabemos y podemos hacer allí. Hoy contamos además con un español al mando de esa política exterior. ¿Objetivos? muchos; pero diré sólo tres: poner América Latina en el radar de la geopolítica europea y recuperar las Cumbres UE-Celac, conseguir ayuda financiera para combatir la pandemia y aprobar Mercosur y los acuerdos de modernización de México y Chile, e incorporar a Bolivia en el Acuerdo Multipartes de UE con Colombia, Perú y Ecuador.

¿Que implica para España, en estos momentos, el Acuerdo Mercosur?

Mercosur es un Acuerdo extraordinario, alcanzado después de 20 años de negociación dificilísima. Mercosur es clave para Europa y para los cuatro países que lo integran. Afecta a 750 millones de personas. Elimina el 90% de los aranceles y ofrece una oportunidad extraordinaria para ambas regiones en comercio e inversiones. Si Europa lo ratifica en el próximo semestre de presidencia portuguesa, habremos dado un paso gigantesco en la regulación del comercio internacional. Después del Acuerdo de China con Japón, Australia, etc. (RCEP), Mercosur es imprescindible.

Respecto a las relaciones de España con EEUU ¿Cómo prevé que puedan cambiar las relaciones con Biden en la Casa Blanca?

A mejor, sin duda. Nuestro vínculo transatlántico en materia de seguridad y defensa es importante. Habrá que ajustarlo al marco Europa-Estados Unidos de los próximos años. Las relaciones comerciales y económicas deben mejorar porque con la Administración Trump los desencuentros han sido notorios. Habrá muchas coincidencias con Biden en materias globales, así como en lo que respecta al cambio climático o las relaciones con Europa. Y eso será bueno.

Uno de los grandes puntos de fricción con la Administración Trump fueron los aranceles puestos por EE.UU. a productos agrícolas, así como aranceles a productos europeos por la disputa de Airbus. ¿Cree que con Biden se podrá llegar a un acuerdo más fácilmente?

Hay tres capítulos en ese marco que tenemos que resolver: las sanciones comerciales recíprocas, la fiscalidad a las tecnológicas estadounidenses y las inversiones americanas en sectores energéticos. Deberíamos resolver con acuerdos los tres campos.«Con Biden, Europa debe recuperar el apoyo estadounidense a la integración europea y encontrar un marco de cooperación en la OTAN para construir la Europa de la Defensa y fortalecer la industria militar europea»

Trump ha sido el primer presidente americano abiertamente antieuropeo. Los Estados Unidos siempre apoyaron la unificación europea, desde Eisenhower hasta Obama. Con Biden, Europa debe recuperar el apoyo estadounidense a la integración europea y encontrar un marco de cooperación en la OTAN para construir la Europa de la Defensa y fortalecer la industria militar europea. Si reanudamos las conversaciones para una gran Tratado Comercial (TTIP), sería una gran noticia, sobre todo después del Acuerdo de China en el Pacífico y con el Sudeste asiático (RCEP). En relación con América Latina, sería muy bueno armonizar estrategias para ayudar a la región a superar problemas políticos y democráticos.

Borrell espera colaborar con Biden en el conflicto palestino-israelí ... ¿Qué papel desempeñaría aquí la Europa de los 27?

Es una intención loable. Pero no será fácil recuperar el terreno que hemos perdido allí, tanto europeos como norteamericanos. Ya se sabe que la política exterior está lastrada por la unanimidad y los intereses europeos en Oriente Medio son demasiado plurales.

En cuanto a las relaciones comerciales bilaterales, Israel representa un socio muy importante, hasta el punto de ser uno de los principales en Oriente Medio para España, junto a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos…. De hecho, la ministra de Asuntos Exteriores española está visitando Israel y Palestina en estos momentos

España tiene equilibrios inteligentes en sus relaciones con los países de esa zona. Esos equilibrios nos pueden permitir mediaciones, siempre bienvenidas, en la región más conflictiva del mundo. Intensificar nuestras relaciones económicas con la región también es importante.

Como presidente de la Fundación Euroamérica, exministro socialista y exeurodiputado ¿Ha cambiado la estrategia del PSOE en América Latina desde la entrada de Podemos, partido cuyos creadores son chavistas confesos en el Gobierno?

Que yo sepa, en absoluto. Mantengo frecuentes contactos con la Secretaria de Estado Cristina Gallach y puedo asegurarle que la política del Ministerio para con América Latina es más comprometida e intensa que nunca. Puedo decir incluso que el Ministerio, incluido el Secretario de Estado Manuel Muñiz, nos convocó hace unos días a todas las fundaciones públicas y privadas que operamos con América Latina para fortalecer nuestra acción común allí. Nuestro compromiso con América Latina sigue siendo fortalecer sus democracias, su Estado de Derecho y su cohesión social.
«La UE ratificará su apoyo político a la oposición venezolana e intentará llegar a un acuerdo en torno a nuevas elecciones con garantías democráticas»

La UE no reconoce los resultados de las elecciones legislativas celebradas en Venezuela, pero tampoco aclara su posición sobre Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela y de la actual Asamblea Nacional… ¿Cómo se resolverá esta situación?

Habrá que esperar la posición europea después del 5 de enero. La UE no reconoció la nueva Asamblea elegida el 6 de diciembre, pero no hay soporte legal para extender la legitimidad de la Asamblea disuelta. En todo caso, la UE ratificará su apoyo político a la oposición y reactivará su intermediación para conseguir un acuerdo en torno a nuevas elecciones con garantías democráticas.

Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, intentó que Maduro aplazara las elecciones y llegara a un acuerdo con la oposición, e incluso llegó a mandar una misión a Caracas para tratar de desbloquear la negociación. ¿Qué opina al respecto?

Borrell hizo lo que debía. Una parte de la oposición (Capriles) quería participar en las elecciones y la Conferencia Episcopal de Venezuela también lo recomendaba; la misión europea pidió un aplazamiento electoral de 6 meses y una negociación de las condiciones electorales. Maduro se negó y la oposición se reunificó en el boicot electoral y la comunidad Internacional está firme en su rechazo a estas elecciones. Sin la misión europea no estaríamos así. Fue un éxito a pesar del resultado.

¿Seguirá la UE reconociendo a Guaidó como presidente encargado, aunque su mandato oficial como presidente de la Asamblea Nacional caduque el 5 de enero?

Es difícil hacerlo. No hay legitimación y parte de la oposición anuncia ya que la Operación Guaidó terminó. Pero la UE seguirá apoyando a la oposición y a sus líderes. Tenga en cuenta que parte de la oposición venezolana, la que está allí, quiere participar y derrotar a Maduro. La clave será, por tanto, encontrar las condiciones políticas para hacerlo posible democráticamente.

¿Qué opina al respecto de que Guaidó acuse a Zapatero de ser «cómplice de la violación de derechos humanos» en Venezuela?

El Presidente Zapatero cree que las elecciones son la única oportunidad de que la oposición derrote a Maduro. Pero a pesar del respeto y del afecto que le tengo, no comparto que estas elecciones hayan sido democráticas. Ni que el chavismo lo sea.

Respecto a la ola migratoria en Canarias, ¿Qué está detrás de la última ola migratoria que afecta a las islas? ¿Por qué el Gobierno pide responsabilidades a la Unión Europea? ¿Qué ha hecho mal la UE?

Detrás de la migración africana está lo de siempre: la miseria y la esperanza de una vida al otro lado del mar. Lo que Europa no ha hecho es tener una política migratoria. Es decir, contratar inmigrantes en los países de origen, traerlos en avión, repartirlos en los países, formarlos e integrarlos.

¿Cómo es la relación entre la UE y Marruecos?

Debiera ser lo mejor posible. Marruecos es clave para Europa en muchas cosas y, para España, es fundamental. Nos jugamos mucho con ese país en nuestros planes: terrorismo internacional, emigraciones, inversiones, comercio.«La Unión Europea y el Reino Unido tienen que negociar un gran acuerdo de asociación que incluya todos los planos de relación entre países amigos»

Parece que hemos llegado al punto crítico tras más de tres años de negociaciones … Un Brexit sin acuerdo sería catastrófico y un caos absoluto ¿Se han perdido oportunidades para un buen acuerdo? ¿Hacia dónde iría la UE si se produce esa «catastrófe diplomática» sin acuerdo? ¿Hacia una espiral de conflicto?

Sea cual sea el desenlace del Brexit, la Unión Europea y el Reino Unido tienen que negociar un gran acuerdo de asociación que incluya todos los planos de relación entre países amigos; casi diría yo, todos los «asuntos de familia». 45 años de convivencia en la UE, una coincidencia en valores comunes y una vecindad geográfica y humana tan grandes sólo se regulan mediante y una relación fraterna. Cualquier otra cosa nos hará daño, tanto a la UE como al Reino Unido.

Hace unas semanas se anunciaba que el Parlamento Europeo y el Consejo habían llegado a un acuerdo para aprobar las cuentas para los próximos siete años, pero ¿el veto de Polonia y Hungría puede hacer peligrar los fondos europeos?

Hungría y Polonia tendrán que aceptar la nueva normativa sobre cumplimiento del Estado de Derecho y la condicionalidad de las ayudas europeas a esa vigilancia. Está en el espíritu y en los Tratados de la Unión. Si no lo hacen, se quedarán fuera del Next Generation UE y del Plan de Recuperación. Y créame, a eso no pueden renunciar.

Por último, ¿Cómo ve a la Unión Europea: fuerte, débil ..., ¿Con muchos problemas internos? ¿Dificulta la diplomacia de los 27 tomar decisiones rápidas e importantes para la UE?

La UE ha dado un paso de gigantes con sus medidas post Covid. Al principio la pandemia nos cogió desarmados y atolondrados. Hoy es el único organismo internacional que ha fortalecido sus estructuras y que ha mejorado su imagen exterior. Los europeos miramos a Bruselas y vemos que compra y reparte vacunas. Vemos que, por primera vez, emitiremos deuda comunitaria por importe de 750.000 millones de euros y la repartiremos solidariamente en función del daño de la pandemia. Es un programa federal y contundente. Ha sido fantástico.

Por supuesto, la unanimidad es un obstáculo para una política exterior eficaz. Pero Europa se hace a golpe de crisis. Y de ésta saldrá una Europa mejor.

Publicado en ABC, 11/12/2020.

3 de diciembre de 2020

Camino al andar

En la larga marcha de la responsabilidad social de las empresas, caminamos, muchas veces, perdiendo el norte, el destino, o mejor dicho, confundiendo aspiraciones con progresos. A raíz de la crisis económica 2008-2014, el mundo entero pareció replantearse el capitalismo mismo, dada la grave quiebra de confianza producida en sectores económicos clave del sistema: “refundar el capitalismo” (Sarkozy) “Renovarlo o Resetearlo” (Times), “revisar la relación del capitalismo con la democracia” (Wolf, en FT). Incluso el G-20 en su reunión de Londres el 9 de abril de 2009, comenzó su comunicado final reflexionando sobre la necesidad de incorporar a los mercados y a las empresas criterios de mayor responsabilidad social. Ahora, meses antes de la pandemia, Davos ha cristalizado el “Stakeholders Capitalism”, continuando la reflexión de la Bussines Roundtable norteaméricana en el mismo sentido.

No conviene perderse en los caminos de la utopía, ni dejarse confundir por los cantos de sirena. Todos esos referentes son válidos, marcan tendencias, fortalecen las corrientes internas y las presiones externas que operan sobre las empresas y sus relaciones con la sociedad, pero no hacen camino. Alumbran nuestros pasos e iluminan horizontes, pero es necesario caminar. Los pasos se dan con leyes. Con marcos jurídicos que establecen obligaciones. Es una enseñanza de la historia. Las grandes conquistas en la dialéctica Capital-Trabajo no fueron solo las buenas intenciones del paternalismo patronal, o las buenas obras de la caridad, ni siquiera las buenas prácticas de las empresas más avanzadas socialmente, sino que fueron las leyes las que acabaron configurando el mundo laboral de la dignidad en el trabajo, la justicia y la proteción social.

Es verdad que las leyes llegan cuando las prácticas se generalizan y se asumen. Por eso, la voluntariedad es consustancial a la Responsabilidad Social, pero es solo su inicio. Cuando realmente avanzamos es cuando transformamos esas buenas prácticas en ley exigible a todos. Veamos algunos ejemplos.

Hace quince años era impensable que las empresas tuvieran obligación de informar a la sociedad de sus resultados sociales, laborales o medioambientales. Hoy es obligación legal en toda Europa (para empresas de más de 250 trabajadores solo) pero la exigencia de transparencia informativa sigue creciendo desde los mercados, inversores y consumidores y la conciencia social sobre los impactos de las empresas en materias sensibles (medioambiente, fiscalidad, etc.) seguirá reclamando más comunicación social y mejor transparencia.

Hace menos tiempo todavía, la posibilidad de que las leyes establecieran cuotas femeninas mínimas en los consejos de administración de las compañías se consideraba una intolerable intromisión del Estado en una esfera privada y blindada de la administración de las empresas. Hoy tenemos leyes en Francia (40% de mujeres en los consejos de administración) y normas quasi obligatorias de las comisiones del mercado de valores en casi toda Europa. En España, el 30% para las empresas cotizadas. Pero en Alemania, el gobierno de coalición acaba de anunciar (21/11/2020) una cuota vinculante de mujeres en los comités ejecutivos de las empresas alemanas. La UE discute,desde 2012, una directiva para mejorar el equilibro de género en los consejos de administración de las empresas cotizadas.

Son solo dos buenos ejemplos, pero hay más. Tal y como ya informamos en estas mismas páginas, llegará, no sé si en 2021, pero llegará, una directiva europea sobre “diligencia debida” en DD. HH en la cadena de valor de las empresas transnacionales. De hecho, el Consejo Europeo acaba de hacer un llamamiento a los Estados miembro y a la Comisión Europea (1/12/2020) para promover los derehos humanos en la cadena global de suministro y el trabajo decente en todo el mundo. Reclama a la Comisión que elabore un plan de acción de debida diligencia y transparencia estableciendo un marco legal sobre estas materias.

Así llegaron los planes de compliance a raíz del establecimiento de la responsabilidad penal de las compañías (2012). Y así están ya en muchos convenios colectivos (no se olvide, exigencia legal), obligaciones de respeto a la conciliación personal- familiar, de formación continua, etc.

Al comienzo de esta larga carrera (2003), cuando constituimos una sub-comisión parlamentaria en el Congreso para la introducción de la RSE en España, recibimos como compareciente al Secretario General de la CEOE. Recuerdo que le pregunte qué opinaba de la posibilidad de establecer estímulos fiscales a las compañías que llevaran a cabo políticas de RSE o prácticas favorecedoras de la sostenibilidad empresarial. Me respondió: “estamos en contra. Si la RSE es voluntaria, no admitiremos discriminación que perjudique a quien no quiera hacerlo”. Yo le señalé que el Estado concedía muchas ventajas fiscales a prácticas voluntarias, por ejemplo, la I+D+i. Recordando aquella anécdota, me congratulo de cómo y cuánto hemos avanzado.

Pues eso, que como decía Machado, “se hace camino al andar”.
Publicado en Diario Responsable.  3/12/2020

2 de diciembre de 2020

Venezuela, ¿y ahora qué?

Las estrategias por la democracia en Venezuela, han fracasado. Todos los intentos, con mejor o peor intención, por alcanzar un acuerdo de transición hacia unas elecciones libres y transparentes, han muerto en los límites del diálogo y de los calendarios legislativos. El último, este mismo año, poco antes de las elecciones que se celebrarán este 6 de diciembre para renovar la Asamblea Legislativa.

Qué decir de la operación Guaidó, lanzada a bombo y platillo en Enero de 2019 por la administración Trump, movilizando la diplomacia internacional para que, finalmente, más de sesenta Estados reconociéramos a Guaidó como "Presidente encargado". Los Estados Unidos, La Unión Europea, los mediadores, el Grupo de Lima, el Grupo Internacional de Contacto, Noruega… todos debemos reconocer que no hemos sido capaces de encauzar la solución de un país, demasiado importante en la geopolítica internacional, con una enorme capacidad desestabilizadora en la región y de una población que agoniza sumida en una crisis humanitaria perfectamente conocida.

Unos dicen que Maduro y su régimen nunca aceptarán unas elecciones que puedan perder. Otros dicen que sin un acuerdo con el gobierno, no hay solución. Unos creen que no es posible regenerar el país con el Chavismo activo. Otros nos recuerdan la base sociológica y electoral de una revolución que fue democrática y que hoy sigue teniendo un cierto apoyo popular.

Lo cierto es que hoy, en el epicentro de la crisis, la comunidad internacional se encuentra bloqueada ante una situación inédita. No reconoce a Maduro, elegido en unas elecciones presidenciales sin garantías democráticas, pero Maduro gobierna y Guaidó cesará como diputado (condición necesaria para ser "Presidente encargado") el 5 de enero de 2021. La Comunidad internacional reconocía a la oposición como interlocutor político porque era mayoría de la Asamblea Nacional desde hace cinco años, pero el fin del mandato de esa Asamblea se producirá también el 5 de enero, cuando la nueva Asamblea elegida en las elecciones de este 6 de diciembre, la sustituya. Pero la Comunidad Internacional, Europa con ella, no reconocerá a la nueva Asamblea porque las elecciones del seis de Diciembre no son ni justas ni libres. En definitiva, no reconocemos a nadie y no tenemos interlocución institucional porque no podemos dar legitimidad futura a una Asamblea que por ley y mandato constitucional, ha dejado de existir. La pretensión de extender ese reconococimiento a Guaidó y a la actual oposición más allá del 5 de enero de 2021 no tiene soporte legal y por tanto tampoco legitimación política .No será posible mantener esa ficción.

Por supuesto, seguimos apoyando a los partidos y a los líderes de la oposición, seguiremos forzando el diálogo y la negociación, seguiremos con la ayuda humanitaria a la población, pero los mimbres institucionales del retorno democrático, se han complicado mucho. Ahora, ya no solo reclamamos una nueva elección presidencial, sino también unas nuevas elecciones legislativas.

Hubo un momento crítico, en los meses previos a las elecciones de Diciembre, cuando Capriles y la Iglesia de Venezuela recomendaban participar y derrotar a Maduro, de nuevo, en las legislativas. Parte de la oposición interior, también lo pensaba. El riesgo de quedarse fuera era muy grande. Los riesgos de la situación que estamos describiendo son muy evidentes. La Unión Europea tomó la iniciativa, se desmarcó de EEUU y envió una misión a Caracas. Hablaron con el gobierno y le pidieron un aplazamiento de seis meses y unas condiciones electorales mínimas. Maduro se negó y Europa negó legitimidad democrática a esta convocatoria. De paso, unificó a la oposición en el boicot. Fue una acción política acertada y exitosa, a pesar del resultado. La Comunidad internacional sigue unida.

La elecciones del 6-D se van a celebrar con unos resultados previsibles. Baja participación (40% aprox) y victoria del Chavismo (60% vs 40% de opositores varios). La nueva Asamblea se constituye el 5 de Enero. Y entonces ¿Qué hacer?

Todo será más difícil partir de hoy. Algunos países europeos quieren endurecer las sanciones por esta convocatoria amañada y por la gravedad del informe de Naciones Unidas sobre violaciones a los Derechos Humanos. Pero las sanciones no resuelven el conflicto, quizás ni siquiera ayudan a encauzarlo y empobrecen más todavía el país y a su habitantes. No hay unidad estratégica de los partidos de oposición al régimen. La oposición en el exilio es mucho más exigente y dura en sus planteamientos que la de los partidos y líderes que se mantienen en el interior del país. No hay un liderazgo unificado alternativo. El apoyo social a las protestas ha decaído y la población pierde la esperanza del cambio.

La única luz que se vislumbra en el túnel es el aprovechamiento de la próxima convocatoria electoral a Gobernadores y Alcaldes 2021 como una nueva oportunidad del dialogo y en su caso de una convocatoria general para renovar todas las instituciones democráticas del país, desde los municipios a la Presidencia de la República.

Las bases del acuerdo posible pasan por devolver la palabra al pueblo pero con plenitud, sin cortapisas, con garantías y que emita su soberana opinión para elegir a sus dirigentes con plena libertad. Unas elecciones sin restricciones a los partidos y a sus dirigentes. Unas elecciones con un Consejo Electoral pactado y con observadores internacionales. Unas elecciones sin presos políticos y acompañadas de un indulto general al pasado. Unas elecciones seguidas de un Plan internacional de ayuda a la estabilización macroeconómica del país financiado por las instituciones financieras internacionales y los Bancos Multilaterales de Desarrollo. Una especie de punto y aparte en la vida venezolana, que permita la vuelta progresiva al país de la mayoría de los cinco millones de exiliados de estos años.

Europa, apoyada esta vez por los EEUU, debería trabajar por un Acuerdo de este tipo, con Noruega como mediador. Una relajación de las sanciones americanas y un plan de ayuda humanitaria previo, deberían facilitar el dialogo y favorecer el Acuerdo, que, en cualquier otro escenario, no hará sino agravar la horrible situación del país y de aquel pueblo tan querido.

Publicado en El Economista, 2/12/2020

26 de noviembre de 2020

Liderazgos sostenibles en tiempos de cambio.

¿Por qué será que en el siglo en el que más se ha escrito y enseñado sobre el liderazgo, tengamos tan pocos líderes, (buenos)? Las librerías de aeropuerto, llenan sus estanterías de manuales del éxito que concentran sus consejos en el liderazgo. Es normal. Las habilidades necesarias para gestionar equipos, para emprender iniciativas, para resolver problemas y crisis, para aunar voluntades, convencer a propios y extraños, enfrentarse a enemigos y fuerzas antagónicas (y vencerlas), obtener lo mejor de la gente que te acompaña y conseguir victorias en tiempos o en situaciones difíciles, solo se producen con liderazgos fuertes, auténticos, probados.

Hay una expresión mexicana que refleja bien lo contrario al liderazgo: “nadar muertito”. Dejarse llevar por la ola, diríamos nosotros, hacer la plancha extendiendo los brazos y mecerse mansamente por la suavidad de un mar en calma. Pero, claro, el mar está siempre movido por el viento y las tormentas (últimamente perfectas) no permiten esos placeres.

Vivimos tiempos difíciles. La competencia es salvaje, el mercado es planetario, la velocidad de todo es endiablada, los cambios tecnológicos y sociales son profundos y los paradigmas sobre los que habíamos construido nuestros modelos de vivir y trabajar han desaparecido. Por eso, la primera condición del liderazgo es saber, conocer el mundo que vivimos y circular en él, siendo protagonista de esos cambios, no espectador. Saber que estamos en un cambio de época, no en una época de cambios y que la COVID quizás represente el punto de inflexión y el verdadero comienzo del nuevo siglo.

Liderazgo es también la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de la gente. Ser consciente de lo que acontece en la vida de los demás

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iderazgo es también la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de la gente. Ser consciente de lo que acontece en la vida de los demás. Muchas de las grandes causas humanas, las que han caracterizado la civilización contemporánea, responden a sentimientos humanos profundos e irreversibles: la libertad, la justicia, la dignidad, la igualdad, los derechos humanos, etc.. Esos sentimientos siguen vivos en el corazón de las gentes. Todos aspiramos a ello, sufrimos su ausencia, lo que exige al líder la gestión de los sentimientos de quiénes le acompañan y la búsqueda constante de su conquista.

Liderazgo es decidir. Saber que la cadena de teléfonos y la jerarquía de consultas, acaban en tu despacho. No hay más llamadas, no hay más personas ni reuniones, a las que consultar. Toca decidir y elegir entre soluciones imperfectas, llenas de contradicciones y riesgos. Decidir es calcular, prever escenarios. Ser capaz de intuir cuál será el desenlace de tus medidas, cuáles serán las reacciones de sus destinatarios y cómo lograrás tus propósitos a su pesar.

Liderazgo es convencer. Hacer que tus colaboradores vivan el proyecto, comprendan el camino, entiendan y compartan el destino. Tener la capacidad de transformar una idea en realidad. Se necesita una base común sobre la que construir juntos. El líder orienta, propone, sugiere y construye sobre la base de un convencimiento común, de unas razones compartidas. Liderazgo es convencer a tu entorno (pequeño o grande) de la racionalidad de tus propuestas, de la necesidad de hacer lo que propones, aunque sea costoso, aunque sea difícil, aunque no resulte lo más popular. Por eso el liderazgo es lo contrario al populismo, aunque muchos lo confunden. Los líderes populistas no son líderes, son populistas.

Liderazgo es responsabilidad. Pensar más en el propósito de la empresa que en los beneficios, en el bien común de los stakeholders que en el interés crematístico de los accionistas

Liderazgo es ejemplaridad. Nadie puede sostener su jerarquía y su capacidad de mando, sin la credibilidad de su ejemplo, es honestidad con los demás y con uno mismo. Liderazgo es compromiso, búsqueda del acuerdo y construcción consensuada con los otros de los objetivos comunes. Es tener una concepción dialogada del futuro, del multilateralismo que debe regir el mundo. De la paz, como única manera de vivir, de los grandes compromisos para abordar una agenda internacional cada vez más amplia y trascendente en la totalidad de la vida y en la inmensidad del planeta.

Liderazgo es responsabilidad. Pensar más en el propósito de la empresa que en los beneficios, en el bien común de los stakeholders que en el interés crematístico de los accionistas. Responsabilidad es pensar en los otros, superar el sectarismo y contemplarse inmerso en el interés general y no en el interés del partido.

Hablamos de liderazgo en tiempos de la pandemia. Merkel ha liderado a su país en esta catástrofe en un país compuesto (federal) por comunidades (Länder). Los Estados Unidos han perdido el liderazgo internacional al renunciar a sus compromisos con sus aliados. Macron y Merkel han liderado en Europa un plan inédito, extraordinario, de recuperación en la crisis. América Latina no tiene líderes para enfrentar las gravísimas consecuencias socioeconómicas de la pandemia.

Hay demasiados consejos en los libros de autoayuda que no forjan liderazgos. Son jugadores de tiempos cortos, de un mundo pequeño, de espacios mezquinos, egoístas. Hoy, después de la COVID, el mundo es distinto. La gente quiere líderes que construyan y pacten, no que destruyan riñendo. Todos reclaman mejores servicios públicos y eso exigirá solidaridad. Hay que salir de la crisis y eso reclama esfuerzos fiscales colectivos. Hay que aprovechar las ayudas europeas y para eso hace falta que comunidades, empresas, universidades, engrasen su relación con el Estado de manera eficiente. Necesitamos un grado superior de responsabilidad. Todos, en todos los ámbitos de la vida. Responsabilidad individual y colectiva.

Necesitamos ser ese país que fuimos (La “Alemania del Sur” nos llamaron) para ganar el reto del futuro. Necesitamos liderazgos personales, en todos los estamentos, públicos y privados. Liderazgos sólidos, ejemplares, responsables, comprometidos. Liderazgos sostenibles. También eso.

Publicado en revista UNO Noviembre 2020

21 de noviembre de 2020

Participación y pactos



Podemos busca una alianza estratégica con Bildu y ERC, que devalúa el entendimiento de los socialistas vascos con el PNV y veta a Ciudadanos.

Gritad, gritad, que mientras gritáis, no matáis», decía Ernest Lluch a quienes intentaban boicotear un acto público del PSE en el corazón de la Parte Vieja donostiarra. No creo incurrir en ningún oportunismo sectario si especulo con el pensamiento de Ernest respecto a la polémica sobre el juego político de Bildu en la actualidad.

Su ingenioso y valiente estímulo a que quienes mataban, o apoyaban que otros lo hicieran, siguieran gritando permite una interpretación especulativa sobre su apoyo a la participación política de los herederos políticos de ETA en las instituciones democráticas. Es más, quienes le conocimos y disfrutamos de su amistad sabemos bien que la famosa ecuación ‘política o violencia’, que con su capacidad sintética habitual Alfredo Pérez Rubalcaba tradujo por «Votos o bombas», estaba en el eje de sus pensamientos. En el 20º aniversario de su asesinato, nuestro recuerdo de aquel amigo sabio y catalán singular nos permite reivindicarle como el socialista dialogante y generoso que fue.

La democracia siempre planteó ese dilema a quienes equivocadamente decidieron continuar su violencia cuando se inicio la reconstrucción democrática en España y el autogobierno en Euskadi. A pesar de nuestros esfuerzos, en aquellos años, por convencerles de que la Constitución suponía una verdadera ruptura con el régimen franquista, de que la democracia no estaba tutelada por los poderes fácticos y de que el autogobierno del Estatuto de Gernika no era de cartón-piedra y permitiría una plena recuperación de la identidad vasca, ellos decidieron intensificar su lucha y matar de manera masiva y cruel.

Pero la mano abierta de la política siempre estuvo tendida como contrapartida al abandono de la violencia. El Pacto de Ajuria Enea, por ejemplo, contenía esa promesa como núcleo fundamental de nuestra oferta. Por cierto, acompañada de la reinserción de sus presos y el compromiso de la profundización autonómica-democrática, como trasfondo político. Incluso en el Pacto Antiterrorista de 2000 se reiteraba esta idea, aunque esta vez acompañada de la exclusión legal de su entorno político si la violencia continuaba .

Pues bien, esta es la esencia del final de ETA y la coherencia democrática de nuestro sistema político. Abandonaron la violencia y participan en política, reciben el voto de una parte de la ciudadanía y la representan en las instituciones. La más grave confusión la producen quienes otorgan a ETA una victoria por su continuidad política, devaluando la extraordinaria victoria de la democracia sobre la violencia, despreciando la Paz que disfrutamos desde hace casi diez años y olvidando que disolvieron su banda hace más de dos años.

Participan, además, porque nuestra Constitución no es militante sino tolerante. A diferencia de Alemania, que construyó su marco democrático con el recuerdo de su responsabilidad en la guerra y excluyó a los partidos fascistas, antisemitas, etcétera, la nuestra se configuró sobre una cultura de tolerancia y aceptación de todas las expresiones políticas, incluidas aquellas que pretendían su destrucción.

Pero otra cosa es incorporarlos a la dirección del Gobierno o compartir con ellos objetivos estratégicos, mediante pactos políticos. Quiero creer que en los pactos presupuestarios con Bildu, el PSOE no asume ninguno de esos propósitos. El problema es que Podemos sí los asume y pretende además articular con Bildu y ERC una mayoría estratégica de largo plazo, para realizar una «transformación histórica de España». El problema es también que esa alianza se hace devaluando el entendimiento de los socialistas vascos con el PNV y vetando la incorporación de Ciudadanos a la mayoría de apoyo al Gobierno. Esa es la perspectiva estratégica que algunos rechazamos, unida a las exigencias de un suelo ético que el propio Parlamento Vasco ha definido como condición de plenitud de juego político .

Tenemos todo el derecho a decir que no compartimos nada con quienes dicen que van a Madrid «a destruir el régimen» (se supone que el de nuestra Constitución). No queremos traspasar los límites de un modelo autonómico-federal para introducirnos en la autodeterminación o en el confederalismo. No creemos conveniente el cuestionamiento de la forma de Estado. Nos preocupa la crisis macroeconómica y social de España después del Covid y creemos que los esfuerzos y sacrificios que vienen necesitan de consensos amplios, no de frentes sectarios.

Ya sabemos que nuestro tiempo pasó. Pero, ¿podemos decir lo que nos inquieta?

Ilustración: Josemari Alemán Amundarain

Publicado en El Correo y El Diario Vasco. 21/11/2020


18 de noviembre de 2020

La Unión Europea y el Mercosur como socios estratégicos comerciales. Acuerdo UE-Mercosur.


Seminario organizado por La Fundación Euroamérica y la Casa da América Latina de Lisboa. 
El pasado 28 de junio la Unión Europea y los Estados miembros que conforman el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) firmaron un acuerdo político para llegar a un ambicioso, equilibrado y completo acuerdo comercial, beneficioso para ambas partes. 
La firma de este gran acuerdo, después de veinte años de negociaciones, supone una clara apuesta por el libre comercio basado en reglas estables y predecibles, frente a la proliferación de los proteccionismos en otras partes del mundo, así como una gran oportunidad de crecimiento económico y del empleo para las dos partes firmantes.


15 de noviembre de 2020

Entrevista para Nius. 15/11/2020

 El ex ministro y ex vice lehendakari socialista cuestiona el respaldo de Bildu a los Presupuestos: "Si es buscado y negociado no es bueno, porque era innecesario y políticamente es inconveniente"

Entiende que es normal la división entre socialistas, "si el pacto existe", y lamenta las facilidades dadas a la derecha: "Se lo hemos puesto en bandeja"

Hay personas que dejan la política, pero la política no les deja a ellas. Ramón Jáuregui (San Sebastián, 1948) pertenece a ese club. Y ahora que Bildu acaba de dar un paso inédito, apoyar los Presupuestos Generales del Estado, lo que no había hecho nunca, se atreve a pronunciarse rotundo: “No nos beneficia en absoluto”, dice sobre la factura que le puede pasar al PSOE.

Habla con perspectiva, desde la distancia. Y con la autoridad que le pueda dar haber sido vicelehendakari (fue también ministro, diputado, europarlamentario…) en los años en los que ETA estaba activa y mataba. Entiende la división entre los socialistas que puede provocar un pacto, “si tal pacto existe”, con gente que todavía tiene “un recorrido ético sin hacer”. El escándalo que ha montado la derecha no le pilla de nuevas, lo que lamenta es que lo haya tenido tan fácil: “Se lo hemos puesto en bandeja". Jáuregui, que intuye la mano de Pablo Iglesias en la operación Bildu, cree que el PSOE debe liderar desde la centralidad. “La mayoría de la investidura no es ni adecuada ni suficiente para gestionar la crisis institucional y socioeconómica de España”, sentencia en su contestación a diez preguntas clave sobre la última sacudida política. 

Pregunta: EH Bildu anuncia su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado. Por primera vez en la historia ¿Es una buena o mala noticia?

Respuesta: Si es un apoyo sin negociación previa, es inevitable porque se trata de una decisión autónoma de Bildu. Si es un apoyo buscado y negociado, no es bueno, porque era innecesario y políticamente es inconveniente.

P.: ¿Entiende que al PSOE le puede pasar factura?

R.: La mayoría de la opinión pública española no lo acepta y es bien fácil entenderlo. No nos beneficia en absoluto.

P.: ¿Qué opina del escándalo que le ha provocado a la derecha?

R.: La derecha siempre ha utilizado estos temas en su beneficio. Pero, en esta ocasión se lo hemos puesto en bandeja.

P.: Varios barones socialistas han mostrado cierto malestar, algunos con expresiones contundentes. ¿Estarían mejor callados?

R.: Tienen derecho a expresarse y tiene el deber de hacerlo ante sus respectivos electorados. El partido es plural y el debate interno es necesario y no puede ser ocultado. Por cierto, brilla por su ausencia.

P.: El caso es que parece que el PSOE no acaba de tener una sensibilidad única con respecto al tema vasco ¿Es lo lógico? ¿Tiene que ser así?

R.: El PSOE ha estado siempre unido en el tema vasco. Los socialistas vascos hemos recibido su solidaridad y afecto durante décadas, sin fisura alguna. Pero nunca habíamos dado el paso de pactar con Bildu. Eso es lo que genera división y es lógico que así sea, si tal pacto existe.

"La ecuación era: Haced política, no matéis. Otra cosa es pactar con quienes tienen todavía un recorrido ético sin hacer"

P.: Idoia Media recuperó una frase de Alfredo Pérez Rubalcaba: “O votos o bombas”. ¿No era esto lo que se perseguía, la incorporación de los radicales a la “normalidad” política?

R.: Por supuesto, la participación política de Bildu es buena. Esa era la ecuación: “Haced política, no matéis”. Otra cosa es pactar con quienes tienen todavía un recorrido ético sin hacer y con quienes anuncian que el móvil de su acción política en Madrid es “tumbar el régimen”.

P.: Un problema para Sánchez, la hemeroteca.

R.: La hemeroteca es un problema para todos. Las declaraciones son fruto de momentos, pero la coherencia política es una virtud imprescindible para el liderazgo.

¨El suelo ético del final requiere el reconocimiento del mal causado y la responsabilidad por la decisión de matar.¨

P.: Da la sensación, también, de que Iglesias ha forzado la máquina para expulsar a Ciudadanos de la negociación de las cuentas y forzar el rumbo del Gobierno. ¿Lo ve así?

R.: Aquí está la clave. La mayoría de la investidura no es ni adecuada ni suficiente para gestionar la crisis institucional y socioeconómica de España. Mucho menos para gestionar la España post-COVID. El PSOE debe liderar el rumbo del gobierno y debe hacerlo en los términos de nuestro proyecto histórico para España gobernando desde la centralidad y para todos los españoles, evitando el frentismo y buscando ampliar los consensos. Los vetos y la polarización son inadmisibles y quedan para ERC y Podemos. No para nosotros.

P.: Entiende que aparentes maniobras como ésta, si ha sido así, ¿pueden deteriorar o poner en riesgo la coalición?

R.: No creo que haya ruptura a corto plazo.

P.: La serie Patria, que acaba de estrenarse con éxito, termina con un abrazo de compromiso y cada uno por su lado. ¿Puede ser ese el final de todo esto?

R.: Patria es una magnífica novela y la serie es espléndida. Como dijo Rubalcaba: “Así fue“. El final es solo un final de película, pero refleja la mezcla de generosidad y olvido en el que se ha sumergido gran parte de la sociedad vasca, diez años después del final del terrorismo. Pero el suelo ético del final, requiere el reconocimiento del mal causado y la responsabilidad por la decisión de matar y un relato de la verdad, construido sobre la memoria de las víctimas.


Entrevista para Diario NIUS, 15/11/2020


12 de noviembre de 2020

Fórum Desafío: Transición ecológica y emergencia climática.




Video de la segunda jornada del Fórum Desafío: Transición Ecológica y Emergencia Climática organizado por el PSPV-PSOE en Alicante.

Bajo el título de Un continente proactivo: soluciones desde Europa a la Transición Ecológica, intervinieron -moderados por Pedro Boj. Profesor del Departamento de Óptica, Farmacología y Anatomía de la Universidad de Alicante:

- Ramón Jáuregui, Presidente de la Delegación Socialista Española en el Parlamento Europeo entre 2016 y 2018, Ministro de la Presidencia del Gobierno de España entre 2010 y 2011 y Presidente en la actualidad de la Fundación EuroAmerica.

- Domènec Ruiz, Diputado del Parlamento Europeo por el PSOE desde 2019

- Inmaculada Rodríguez-Piñero; Diputada del Parlamento Europeo por el PSOE desde el 2014. 

- Enrique Barón, Presidente de la Unión de Europeístas y Federalistas de España desde 2018, Presidente del Parlamento Europeo entre 2004 y 2009, y Ministro de Transportes, Turismo y Comunicaciones del Gobierno de España desde1982 a 1985.

Video: PSPV-PSOE

30 de octubre de 2020

Una agenda de urgencias para América Latina.

El virus no conoce fronteras. Cierto, pero golpea más en algunos continentes que en otros. América Latina concentra el 8% de la población mundial pero más de un tercio de los contagiados en el mundo y casi la mitad de los fallecidos por la pandemia se producen allí.

El virus no conoce clases sociales. Cierto, pero los pobres se contagian más porque la economía informal les obliga a trabajar, a viajar y a vivir sin condiciones de aislamiento.

Todos pensábamos que África sería el continente más castigado, pero es en América Latina donde el virus está produciendo más daños humanos y desde luego sociales y económicos. La caída del PIB global en 2020 se estima en el 5%,pero en el 10% para América Latina. La pobreza registra un repunte del 4,5% este año en el subcontinente. Cerca de tres millones de pequeñas empresas están en riesgo de cierre y pueden perderse diez millones de empleos.

La región necesita organizaciones suprarregionales capaces de articular intereses comunes.

El cuadro de previsiones empeora por circunstancias añadidas: Reducción de las exportaciones, caída de los precios de las materias primas, huida de capitales, reducción de las remesas de los emigrantes, desplome del turismo y problemas de financiación a corto plazo. La región puede retrotraerse de diez a veinte años y la pobreza volver a las cifras de finales del siglo XX.

Este panorama lo hemos ido viendo a medida que la pandemia crecía este verano (invierno allí) y esa percepción de gravedad y urgencia nos llevó a las dos fundaciones (Fundación Euroamérica y Fundación Iberoamericana Empresarial FIE) a plantear a CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) la colaboración en un informe serio, fundado, riguroso, que permita a los instancias políticas y a las instituciones financieras internacionales, articular las ayudas necesarias para que estos daños sean evitados o amortiguados

El pasado día 15 de octubre, en compañía de Josep Piqué y Luis Carranza, tuve el honor de presentar esta "Agenda para la Recuperación de América Latina" a la Vicepresidenta Calviño y a la Secretaria General de la SEGIB, Rebeca Grynspan, y todos nos comprometimos a trabajar por la implementación de esta hoja de Ruta de Recuperación económica y social de nuestros países hermanos en América Latina.

El eje principal de esta agenda afecta a la ayuda financiera que muchos países latinoamericanos necesitan. Hace ya varios meses, prácticamente al comienzo de la pandemia, un relevante grupo de ex presidentes y ex gobernadores de Bancos Centrales de América Latina recomendaban al Fondo Monetario Internacional la emisión de un billón de dólares en Derechos Especiales de Giro para facilitar liquidez a los países en sus políticas públicas y así combatir las consecuencias de la pandemia. Pues bien, nuestro documento coincide con esta exigencia. De hecho, las cinco primeras propuestas del decálogo que sugerimos dicen literalmente lo siguiente: 

El continente está pagando más que nunca las facturas de su desconexión regional.

1. Reforzar la influencia de la Comunidad Iberoamericana en la Agenda Global, invitando a una mayor coordinación de los cuatro países de la Comunidad participantes en el G-20.

2. Utilizar plenamente la capacidad de préstamo del FMI y realizar una emisión adicional de hasta 1 billón de DEG con el objetivo de que la liquidez creada por las políticas de Quantitative Easing en los países centrales se extiendan también al conjunto de economías emergentes y en particular a Latinoamérica.

3. Acometer sin dilación un incremento de capital de todos los bancos multilaterales que operan en Latinoamérica, en particular el BID y la CAF.

4. Utilizar medidas de expansión cuantitativa por parte de los bancos centrales nacionales que tengan capacidad para hacerlo como respuesta a la caída de la demanda provocada por las crisis sanitarias, condicionadas a la creación de crédito de empresarial.

5. Extender la red de swaps y repos del BCE y la FED a los bancos centrales de la región, utilizando la intermediación del FMI con el objetivo de que estos tengan acceso a financiación en divisas en condiciones preferenciales y puedan hacerla llegar a la economía productiva. Asimismo, se recomienda valorar otras vías que contribuyan a la estabilización de la zona.

El documento ha sido elaborado por un grupo de economistas de altísimo nivel, conocedores de esta realidad y dirigidos por el ex ministro de economía Román Escolano. Naturalmente, junto a la urgencia de la ayuda financiera, se destacan otras condiciones para afrontar la recuperación económica de los países latinoamericanos. En particular se insiste en la necesidad de avanzar en la integración económica y comercial de la región (factor clave para mejorar su productividad), en mejorar la gobernanza institucional y potenciar las Alianzas Público-Privadas, reforzar los ecosistemas digitales, reformas en la normativa de los concursos, y quiebras y finalmente la promoción de la inversión social y la economía de impacto, el emprendimiento social y la sostenibilidad empresarial. (R.S.E.)

América Latina está pagando, más que nunca, las facturas de su desconexión regional y la ausencia de organizaciones suprarregionales capaces de articular sus intereses comunes. La comparación con lo que ha ocurrido en la Unión Europea es obligada. Nuestro Banco Central y la Comisión Europea con su Plan de Recuperación, son un ideal para una región que arrastra este problema (la falta de un mercado común latinoamericano) desde siempre, y que, desgraciadamente, vive en estos momentos tan dramáticos, un grave incremento de sus desencuentros. Por eso, nuestra ayuda es más imprescindible que nunca.

Publicado para el Economista, 30/10/2020

28 de octubre de 2020

Una deriva peligrosa.

La sociedad española es mucho más plural que ese esquema de blancos y negros que nos ofrece el ruedo político. Lo grave es la fractura del país

Unos quieren exhumar a los fusilados por el franquismo ocultos todavía en cunetas rurales o en paredes de cementerios y otros pintan ‘Asesinos’ en las estatuas de Prieto o Largo Caballero o, peor aún, eliminan su nombre de un callejero que otro alcalde democrático otorgó a los exministros socialistas de la República.

Unos recuerdan la contribución democrática de Juan Carlos o elogian la monarquía parlamentaria española con simplificados mensajes de ‘Viva el Rey’, mientras otros aprovechan el lamentable episodio del rey emérito para proponer la república y utilizan un incidente evitable para acusar a Felipe VI de «maniobras contra el Gobierno democráticamente elegido».

Unos dicen que este Gobierno está atacando la separación de poderes y violando la Constitución y los otros acusan al PP de incumplimiento constitucional y atribuyen al principal partido de la oposición ser «un partido antisistema».

Los nacionalistas catalanes desprecian la democracia española y son cada día más ofensivos contra sus instituciones: la Justicia, la monarquía, el Gobierno, los españoles en general. A su vez, en España es difícil oír hablar elogiosa o positivamente de los catalanes.

La Constitución y sus posibles reformas ofrecen este abanico extremista, desde quienes se oponen a tocarla a quienes proponen una asamblea constituyente para elaborar una nueva Constitución. La valoración de la Transición y de la España del pacto reconciliatorio es un orgullo de trabajo bien hecho –admirado en el mundo entero– para muchos, y para otros es un pacto amañado por la influencia de los poderes fácticos y proponen una «transformación histórica».

La gestión de la pandemia también ha extremado y polarizado el debate político. Ningún país europeo ha sufrido una tensión partidaria y territorial tan grave como la que todavía padecemos en España. Y sigue a pesar del millón de contagiados.

La moción de censura ha cristalizado está división en el Parlamento. Ha solemnizado la fractura extrema del debate político español, pero, mucho antes, cada semana en el Congreso y en el Senado, el nivel del enfrentamiento se eleva en tensión, agresiones, descalificaciones e insultos. Yo no me hago ilusiones pactistas con la ruptura de Casado con Vox en la moción. Es un buen paso, pero creo que su apuesta estratégica contra este Gobierno no incluye los pactos con él y en consecuencia, me temo que el enfrentamiento Gobierno-oposición seguirá polarizado.

Todo en España es utilizado hoy para extremar las posiciones arrasando el espacio más ecléctico, más moderado, más gris que ofrece cualquiera de los grandes temas a debate: la familia, el sexo, la eutanasia, el feminismo, Europa, las migraciones... Hay un gusto peligroso por colocar a la derecha en el espacio de la extrema derecha y al Gobierno, en el Frente Popular social-comunista, ofreciendo así una visión maniquea, simple, del arco político español. La sociedad española es mucho más plural, más rica en valores y en opiniones que ese esquema ramplón de blancos y negros que nos ofrece cada día el ruedo político.

No es mi propósito en este momento señalar culpables. Las responsabilidades, por supuesto, existen y no son iguales. Pero lo grave de las consecuencias que ya se están produciendo es la fractura sociopolítica del país. La enemistad social que genera, la polarización política que produce.

España es un país con una memoria atormentada y divisiva por la Guerra Civil y la represión posterior de la dictadura. El pacto reconciliatorio y la Constitución nos han permitido convivir en libertad y progresar como nunca en los últimos dos siglos. Pero el peligro de esta deriva es que no podremos seguir haciéndolo porque hemos perdido la capacidad de pactar, de estimar el consenso, de apreciar las ventajas de su conquista.

Es más. El verdadero peligro de la polarización es la victoria de los extremos y del populismo. Es arrastrar a la mayoría hacia trincheras irreconciliables. Es privar al debate público de la racionalidad y de alternativas y cargarlo de sentimientos, de identidades enfrentadas y de falsas soluciones. Un informe recién publicado por Esade y el CSIC señala que «En España lleva años creciendo la polarización afectiva e ideológica: los partidos políticos españoles se encuentran cada vez más lejos en su posición ideológica y territorial y los sentimientos de los votantes de un partido hacia el resto están entre los más negativos del mundo».

El peligro no está solo en la mirada retrospectiva. Es que el futuro, después de la pandemia, solo podremos construirlo juntos. El volumen de los esfuerzos y el carácter intergeneracional de las políticas necesarias reclama acuerdos que la polarización hace imposible.

Publicado en El Correo, 28/10/2020

21 de octubre de 2020

Entrevista Revista: ComunidadRS

Ramón Jáuregui es sobradamente conocido por su dilatada trayectoria política, en la que ha desempeñado numerosas responsabilidades en todos los escalones de la administración, local, autonómico, nacional y europeo. Su última y fructífera etapa como europarlamentario le permitió participar muy activamente en la construcción de lo que entendemos hoy como responsabilidad social y su divulgación. En la actualidad preside la Fundación EuroAmérica. Nos recibe amablemente y mantenemos una animada charla que compartimos con vosotros.

Desde tu perspectiva, desde el papel protagonista que has desempeñado estos años en la consolidación de la responsabilidad social en el ámbito de la Unión Europea, ¿en qué momento podemos decir que se encuentra Europa en la materia?

Europa tiene el mérito del origen con el Libro Verde de 2001, de suscitar la cuestión, de generar cultura. Durante casi 10 años su trabajo ha estado vinculado a la consecución de consensos. La primera parte del trabajo de la UE fue el de motivar, generar las bases teóricas de la cultura de la RS y, sobre todo, propiciar un diálogo entre sindicatos y empresarios en el Comité Económico y Social para conseguir los primeros avances. Creo que el gran logro de la UE es la directiva de 2014 sobre información no financiera que desgraciadamente en España se traspuso con un retraso muy considerable en diciembre de 2018.
En este momento está en marcha otro avance también notable, a través de una directiva que el comisario de justicia ha prometido sobre diligencia debida. Esto permitirá garantizar la aplicación de los derechos humanos y de las normas universales en materia de dignidad laboral, así como estándares medios en materia medioambiental para el conjunto de la cadena de valor de las grandes compañías.
Estas aportaciones de la UE pueden parecer modestas, pero sin ellas no tendríamos la RS, la cultura de la sostenibilidad.

Uno de tus postulados es que la RS se debe abrir paso de una manera voluntaria y de una manera progresiva dentro del sector empresarial, pero al mismo tiempo defiendes la utilidad de imponer ciertas obligaciones a las grandes empresas, a las multinacionales, a las grandes corporaciones, ¿cómo consideras que este doble enfoque logra mejorar las practicas responsables de estas organizaciones, especialmente en su relación con los grupos de interés?

La voluntariedad es una condición intrínseca de la RS, o de la sostenibilidad como se le llama ahora, pero en la cultura de la responsabilidad las exigencias sociales que se han ido planteando han ido generando compromiso que se ha acabado por transformar en normas legales. Hay por tanto una dicotomía falsa cuando se establece una contraposición entre legalidad y voluntariedad porque, a la postre, han estado más vinculadas de lo que creemos. Por ejemplo, comenzamos hablando de la redacción de memorias de sostenibilidad con la triple perspectiva y conforme ha avanzado la cultura de la RS esto ha desembocado en la directiva de información no financiera. Las empresas han se han acostumbrado a informar y quien no lo hace a explicar por qué, de manera que el compromiso se ha hecho cada vez más fuerte como exigencias propias de esta cultura.
Desde 2018 la UE ya ha establecido toda una taxonomía para las inversiones sostenibles, para las finanzas sostenibles, impensable hace solo unos años. No son propiamente directivas, no son normas, pero sí son técnicas que van permiten discernir entre lo que es sostenible y lo que no lo es en el ámbito financiero. Una práctica de excelencia en RS se convierte poco a poco en una norma de uso generalizado. 0tro ejemplo es la responsabilidad penal de las empresas. Hasta 2012 no existía como tal, la responsabilidad penal era individual, pero entonces entran las empresas en el Código penal. Esto viene motivado por la frustración ciudadana con los comportamientos no sostenibles en el core business de las propias compañías en la crisis del 2008. El descontento social se transforma en una corriente de exigencia que culmina en un artículo del Código Penal. Así, la práctica responsable se convierte en ley y generaliza planes de compliance para velar por el comportamiento ético y conforme a las normas en los consejos de administración.
Otro buen ejemplo son las tres reformas que ha sufrido el código de buen gobierno. El código de conducta de los consejos de administración ha sido reformado sucesivamente para dar respuesta a la creciente exigencia de transparencia, de accountability hacia las compañías. Esta exigencia ya no es sólo una cuestión de ONG’s o de consumidores, sino que se dirige, especial y curiosamente, hacia los agentes financieros. La gente quiere saber cómo obtienen sus beneficios, que riesgos tienen, donde opera, en que países.. Transparencia, accountability, ¿todo esto origina normas?, no propiamente normas, pero los códigos de conducta se acaban convirtiendo en normas de comportamiento de los consejos.
La presencia de las mujeres en los consejos de administración es un caso en el que sí hemos creado leyes. Algunos países han establecido cuotas para los consejos, Alemania entre otros. ¿Quién podía imaginar hace 15 años que un gobierno iba a acabar imponiendo a una empresa y a su consejo de administración que tuviera un numero mínimo de mujeres en su consejo?, era impensable. Sin embargo, la demanda de igualdad entre hombre y mujeres ha ido entrando en el mundo de la empresa, en los convenios colectivos -junto con la conciliación-, pero también, obviamente, en las carreras profesionales, la presencia de mujeres directivas, la igualdad salarial, etc.… Toda esa corriente se ha ido plasmando en leyes.
En definitiva, la dicotomía entre voluntariedad y obligatoriedad es una dicotomía no tan antinómica como podríamos pensar, sino que es una dialéctica forzada por la realidad. La RS y sus prácticas, y, sobre todo, la expansión de su cultura, han ido generando medidas legales que de otra forma no habrían existido. Eso significa que el camino recorrido da frutos.
Y además seguimos avanzando por esa senda. Como decía, la directiva que se está gestando sobre diligencia debida -que, por cierto, en Francia ya es ley- responde en esencia a algo que también está en la cultura de la RSE, y es la sostenibilidad de las compañías en su larga cadena de suministro. Son conocidos los escándalos que se han producido por la despreocupación de las empresas sobre los efectos que producen sus subcontratas en países cuya seguridad jurídica es baja o donde las exigencias legales son mínimas. Se vuelve necesario hacer hincapié en los derechos humanos, en la diligencia debida, lo que desemboca en planes nacionales de Derechos Humanos pero que, quizás mañana, sea una directiva de la Unión Europea, siendo optimistas en 2021 y que puede acabar siendo traspuesta en 2024. Es decir, estamos en ese camino.
A veces no lo vemos, y cuando somos muy críticos con el balance puede ser que, quizás, no destaquemos suficientemente que estamos creando un humus sobre el que nacen unas normativas, digamos civilizatorias, más avanzadas.

Tal vez quienes trabajamos y creemos los temas de sostenibilidad, igualdad, responsabilidad social… tenemos prisa, nos gustaría que las cosas fueran más deprisa de lo que van… Por ejemplo, el hecho de poder disponer de parámetros internacionales homologados para evaluar comportamientos responsables

La instrumentación para medir todo lo que llamamos responsabilidad social sigue siendo muy heterogénea. Creo que nunca hemos conseguido verdaderos acuerdos sectoriales -a excepción del textil que sí logró algo-, pero realmente hubiera sido muy interesante que cada sector económico hubiera consensuado sus propios parámetros de medición, pero el mundo empresarial no ha querido atarse a esas cosas. De esta manera, los instrumentos de Global Reporting son bastante precisos, pero es una selva de datos que acaba perdiendo entidad a la hora de llegar a una determinada conclusión sobre una empresa. Pienso que en ese terreno hay mucho que hacer todavía.
Uno de los temas que con el que está ahora muy sensibilizada la opinión pública es la responsabilidad fiscal, ¿hasta qué punto las empresas son fiscalmente responsables? Tenemos varias herramientas para la medición del cumplimiento fiscal… Hay varios mecanismos de medición y eso genera tal confusión y complicación a la hora de presentar la bendición, inclusive a los que quieren hacerlo, que acaba siendo un obstáculo real para el avance de esta materia.

¿Opinas que convendría una cierta simplificación, sobre todo para extender el concepto a la empresa más pequeña que no tiene su departamento de sostenibilidad ni de responsabilidad social, y que no puede dedicar demasiados recursos ni demasiado personal?

Sin duda es demasiado compleja la materia, y las empresas no tienen tiempo, sobre todo las pequeñas, para poder ser cumplidoras de semejante complejidad.

¿Qué opinión te merece la falsa confrontación entre competitividad y la sostenibilidad? ¿Considera que la sostenibilidad medioambiental, social o laboral puede ayudar a que las empresas resulten más rentables?

Sí, lo que sucede es que la sostenibilidad realmente implica, a corto plazo, un incremento notable de costes. Normalmente las exigencias derivadas de la sostenibilidad implican inversiones y una consecuente reducción de beneficios en general, si es que los había. Entonces, siendo completamente francos en esta materia, los beneficios que esperábamos de la etiqueta de la sostenibilidad no se han dado… son demasiado etéreos, son demasiado virtuales… Tú puedes mejorar mucho tu reputación corporativa, pero hemos comprobado (y este es uno de los elementos negativos de la experiencia) que la ciudadanía no tiene la capacidad de aprender o de saber tanto como para que aprecie cuál es la marca que merece premio y cuál es la que merece castigo… Por tanto, no hay una equivalencia entre el esfuerzo en sostenibilidad y el premio del consumo o de la reputación.

Quizás sea importante el papel que puedan desempeñar las administraciones públicas en el fomento de una determinada manera de producir y de una manera de consumir.

Por supuesto, pero la administración pública tampoco puede transformar el mundo en el que está, y quizás nos habíamos hecho una idea falsa de la sociedad que íbamos a tener… Creíamos, por ejemplo, que las redes nos iban a empoderar y las redes nos están alienando, embruteciendo… A pesar de que tenemos a nuestra disposición un volumen inmenso de información, realmente no tenemos la capacidad ni de ordenarla ni de gestionarla… Pienso que idealizamos un poco lo que creíamos que era la sociedad resultante de estas disrupciones que se estaban produciendo, y pensamos que iban a ser todas ellas favorecedoras de la RS, pero no es cierto. Por ejemplo, en esta materia de la información, hoy en día las empresas están muy interesadas en la información a los medios, y especialmente al sistema financiero, a los inversores, las bolsas y los circuitos financieros, puesto que van a evaluarles. Sin embargo, el consumo no está siendo alterado por la responsabilidad. Es muy difícil conseguir que la ciudadanía tenga un grado de madurez tal como para que pueda, por ejemplo, premiar o castigar los comportamientos responsables o irresponsables. En eso nos hemos equivocado.

Quizá habría que abrir también un debate sobre la responsabilidad social de las tecnologías…

R: Claro, porque la tecnología es una ciencia, una herramienta… Otra cosa es que luego tengamos la capacidad de regularla y de ordenarla para que no genere más diferencias… Pero hemos llegado a la conclusión de que algunas cosas que creíamos que iban a ser estímulos muy poderosos de la cultura de la sostenibilidad no lo están siendo… quizás han fallado un poco las administraciones, puede ser, podrían hacer más… Pero no idealicemos el mundo y no nos equivoquemos en la manera en la que estimulamos esto porque hemos despreciado la importancia que tenía todo el sector financiero a la hora de establecer la culpabilidad y la transparencia de las empresas, cuando en el fondo han sido los que verdaderamente han forzado esos avances, sin duda.

A lo mejor esto se pueda trasladar también a los Objetivos de Desarrollo Sostenible: altas expectativas y lentitud con la que se producen avances

Los ODS son una herramienta que permite hacer más fácil la sostenibilidad de las empresas y que permite también que una empresa pueda plantearse determinados objetivos en su quehacer social. Nos facilitan el camino, identifican conductas y aspectos en los cual es la empresa puede trabajar, pero creo que tienen el enorme riesgo de que muchas empresas crean que incorporándose a uno de los 17 objetivos ya están siendo responsables… Esto es muy peligroso, favorece que una empresa pueda atribuirse estas “etiquetas”, como en su día sucedió con la acción social… Como cuando fuimos el país que más adhesiones tuvo al Pacto Global, pues no era otra cosa que principios de derechos humanos, de la OIT… que dentro del mundo occidental se cumplían fácilmente. Eso era muy engañoso. Lo mismo ha sucedido con el marketing social derivado de acciones sociales, muy meritorias y que son muy estimables muchos casos, pero a veces se llevan también acciones totalmente irresponsables en la sede de la misma empresa…
Por eso, esta estrategia de exigencia de integridad y de cultura de la sostenibilidad, en sentido amplio, que abarca la totalidad de las acciones de la compañía, en todos sus planos, no puede confundirse con los ODS. Ese es el peligro que veo a los ODS, pero en su conjunto no podemos olvidar que los ODS marcan, por así decirlo, unos caminos para el mundo entero y eso es bueno.

Hablando de la Universidad y de estructuras más locales para generar una comunidad autónoma, cómo crees o qué papel piensas que podemos desarrollar desde la universidad en el fomento de la cultura de la sostenibilidad y la responsabilidad social

Creo que en España el desarrollo teórico que ha tenido la responsabilidad social en los ámbitos de la formación universitaria en general ha sido espectacular. España ha contribuido con una aportación teórica muy notable, ahora mismo existen no menos de 100 o 200 libros publicados sobre estas materias, se han realizado numerosos foros y eventos y se han creado cátedras en muchas universidades españolas… a veces ligadas también a algunas marcas comerciales. Pienso que esa es la parte nuclear de la contribución que la Universidad puede hacer, pero también tiene la capacidad de ligar mejor la investigación con la empresa, una ecuación que en España no ha funcionado muy bien. La llamada transferencia del conocimiento, la financiación de la investigación… Conozco universidades británicas y norteamericanas en las que una parte importante de los recursos proceden de proyectos de investigación en los que se colabora con empresas. No es fácil que la conexión entre investigación básica y empresa se pueda producir, sobre todo porque no existe una gran cultura en España de que las empresas estén más presentes en el mundo universitario.
Creo que a la Universidad española y a la educación en España les falta un punto y medio de PIB, por lo menos, y eso -si no queremos subir las matrículas- necesita incorporar otras fuentes de ingreso. Pienso que en general le falta un poco más de competitividad, de apertura exterior, menos corporativismo, menos carreras interminables…
Lo que quiero decir con esto es que la Universidad en esta materia ha hecho un gran trabajo, pero puede seguir haciéndolo mucho más, formando, creando teoría y dándonos materiales… Soy de los que cuando hacía política pensaba que la Universidad me ayudaba… hay muy pocos políticos que lo piensen “voy a preguntar a la Universidad a ver cómo podría yo mejorar la fiscalidad”, por ejemplo.
En todo caso, mi impresión es que tenemos una Universidad muy concienciada en el tema de la RS, más que en otros países. Diría que la Universidad tiene que aplicarse también a la práctica de la RSE en su funcionamiento, en su información… pero desde luego la clave sigue siendo formar abogados y economistas, directores de empresa, sindicatos… que sepan de qué va esto.

Por último, en estos momentos eres presidente de la Fundación EuroAmerica. ¿Qué tipo de sinergias crees que se pueden establecer entre las dos regiones en este ámbito de la responsabilidad social?

El problema es que América Latina tiene un grado de desarrollo de instituciones sociolaborales muy primario. En países en los cuales del 50% del empleo es informal… no tiene demasiado sentido decir que se tiene mucha RS o que existe un código ético. Allí falta lo principal, la base, estado del bienestar…
Hay bastante desarrollo en materia universitaria, se han construido arquitecturas, instituciones y divulgación, pero América Latina está necesitada, sobre todo, de formalizar su economía, de consolidar su estado, de aumentar su recaudación fiscal. La Fundación es una organización de sociedad civil, creada hace más de 20 años, muy humilde porque no tenemos prácticamente recursos más allá de las contribuciones de nuestros patronos, que son grandes compañías y algunas universidades. Lo que hacemos es fomentar las relaciones entre América Latina y Europa todo lo que podemos y tratamos, fundamentalmente, de aportar nuestras propias experiencias organizativas, de tocar la puerta de Europa sobre la existencia de ese subcontinente, de que los tratados de los acuerdos comerciales entre Europa y América Latina prosperen, etc. Realmente harían falta más instrumentos y hay muchísimas cosas que se pueden hacer desde la Universidad, como potenciar más los Erasmus o unificar y homologar los estudios universitarios
En Europa nadie se acordaba de América Latina hasta que España entró en la UE y tocó la campana. Además, tiene una gran convergencia de objetivos estratégicos y también de concepción democrática civilizatoria, mucho más que la que tengamos con Turquía o con Asia.

Revista: ComunidadRS