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13 de septiembre de 2017

Buenos Propósitos.

 
Hace un año, en el debate sobre el estado de la Unión, Juncker dijo que Europa vivía una crisis existencial. Hasta ese punto llegaba el pesimismo europeo. La crisis económica, el brexit, el fracaso migratorio, la amenaza populista antieuropea de la extrema derecha en Francia y Holanda... Era un panorama aterrador que llevó a Juncker a expresar con una crudeza inusitada sus dudas sobre Europa.
 
 Hoy hemos escuchado el discurso antagónico. La Europa del futuro ha iniciado un nuevo rumbo. Ese podría ser su titular destacado. Quiere más Europa, con más democracia y mejor arquitectura institucional. Los vientos optimistas de una economía que crece han llevado a Juncker a proponer una Europa que fortalece su moneda y amplía su mercado interior, que se expande comercialmente al resto del mundo, que fortalece su defensa militar y coordina sus fuerzas policiales contra el terrorismo, que apuesta por la innovación en la industria europea, que lidera la lucha contra el cambio climático, que crea una Agenda Digital para la batalla del futuro... Mil planes, mil proyectos, cargados de un futuro dibujado sobre la vieja idea federalista de más y mejor Europa. ¡Bien!
 
Qué pena que ha faltado una mirada más introspectiva y crítica sobre la Europa social. Sobre el desempleo de los jóvenes, sobre su precariedad y bajos salarios. Qué pena que no se hayan producido anuncios para fortalecer el pilar social que reivindica un salario mínimo digno en la UE, una política de apoyo al empleo de los jóvenes, un seguro de desempleo europeo... Esa Europa también está por hacer y ese es nuestro compromiso. Queremos más y mejor Europa, pero queremos una Europa con alma social.

 
Publicado en 20 minutos.es
 

8 de mayo de 2017

Venezuela al borde del abismo.

 Cuando se trata de condenar a Maduro, el PP es el primero de la fila. Si hay que apoyar a la oposición venezolana, el PP es el campeón. Todo sea dicho, ambas cosas son correctas y necesarias y más, en particular, para quienes nos sentimos de izquierdas y denunciamos con dolor que esa izquierda bolivariana sea la responsable de los desastres venezolanos.
Pero una cosa es expresar ese apoyo a la oposición y otra ayudar a los venezolanos. En concreto a los que han huido de Venezuela por la insufrible situación de su país. Muchos de ellos han acudido a España debido a los vínculos lingüísticos, culturales e incluso familiares que unen a nuestros dos países. De hecho, recientemente hemos sabido por la prensa que en 2016 solicitaron asilo en España casi 4.000 ciudadanos venezolanos, prácticamente siete veces más de los que lo hicieron en 2015, convirtiéndose en la nacionalidad con mayor número de peticionarios de asilo, por encima incluso de los sirios. Sin embargo, en 2016 sólo se resolvieron 40 expedientes -todos ellos tras largos periodos de espera- y únicamente cuatro resultaron positivos. La generosidad de las autoridades españolas hacia estas personas está resultando bastante magra, y contrasta vivamente con la retórica altisonante que emplean esas mismas autoridades cuando se trata de condenar al régimen de Maduro. Es cierto que ‘el visado de oro’ existe en otros países de nuestro entorno.

A ese contraste se añade otro que llama inevitablemente la atención. Frente a la parquedad de la acogida deparada a los venezolanos, vemos las cifras del llamado ‘visado de oro’, que el Gobierno de España concede desde 2013 a los inversores extranjeros (a partir de cierto umbral, bastante elevado, por cierto) y a los profesionales cualificados. Según cifras oficiales, a finales de 2016 el Gobierno había proporcionado este tipo de visados a más de 27.000 personas, destacando en este colectivo los millonarios chinos y rusos y sus correspondientes familias.

Es cierto que el ‘visado de oro’ existe en otros países de nuestro entorno, y es cierto también que por esta vía se ha atraído hacia España un volumen de capital extranjero que no estamos en condiciones de despreciar. No obstante, si tenemos capacidad para facilitar la estancia de todos estos inversores y profesionales extranjeros y sus familiares, resulta chocante que no podamos hacer nada por sacar a unas cuantas familias venezolanas del limbo legal en el que se encuentran. La coherencia manda que nuestras denuncias contra la arbitrariedad que se ha apoderado de Venezuela, vengan acompañadas de un gesto de generosidad tangible hacia quienes llegan a España huyendo de ese marasmo. Acoger y dar permisos de residencia a esos venezolanos en España es inteligente.

No es sólo coherencia y solidaridad. También es justicia con un pueblo que acogió a cientos de miles de emigrantes españoles el siglo pasado, que huían del hambre o de la represión franquista después de nuestra guerra civil. Por último, además de necesario y justo, acoger y dar permisos de residencia a esos venezolanos en España, es inteligente. Son personas preparadas, jóvenes, bien educadas, profesionalmente competentes, que enriquecen nuestra convivencia y nuestra economía. De manera que menos retórica y más solidaridad. Menos declaraciones y más acogida a los venezolanos.

Publicado para 20 minutos, 8/05/2017

20 de abril de 2017

Portazo de Erdogan a la UE.

Hubo un tiempo en el que parecía que los caminos avanzaban, en general, hacia adelante. Más allá de los enormes problemas y dificultades que siempre han acompañado a la humanidad, daba la sensación de que en términos generales nos dirigíamos hacia mayores cotas de libertad, bienestar y respeto a los derechos humanos. No hay que ir muy lejos. En la década pasada, comenzaba el siglo cuando la Unión Europea ampliaba sus fronteras como nunca, pasaba de 15 a 27 miembros y comenzaba a negociar la largamente perseguida (y difícil) incorporación de Turquía al club europeísta. Por aquellos años también, al otro lado del Atlántico Barack Obama ganaba las elecciones con el discurso más inusitadamente esperanzador y progresista que podríamos imaginar de la primera potencia del mundo.

No quiero ser derrotista en absoluto. No me malinterpreten. Mi hipótesis es siempre que el género humano ha ido encontrando, más bien que mal, soluciones a sus problemas. Pero estarán de acuerdo conmigo en que desde aquellos albores del siglo XXI hasta hoy han pasado tantas cosas que el mundo parece otro. Y diría que parece peor. 

Reconozcamos que la entrada de Turquía en la Unión Europea no era tarea fácil. Sin embargo, en aquellos años, parecía un objetivo posible: fundamental para nosotros, desde el punto de vista estratégico; necesario para ellos, desde la perspectiva económica. Suficientemente viable como para intentarlo.
 
Hoy, en cambio, la puerta se cierra por la deriva autoritaria de Tayip Erdogan. Desde el fallido golpe de Estado del año 2016, se calcula que han sido purgados 150.000 empleados públicos, entre ellos miles de profesores, médicos, jueces y fiscales; decenas de miles de ciudadanos han sido detenidos; más de 2.000 periodistas despedidos y decenas de medios de comunicación prohibidos y clausurados. En los últimos meses, el panorama no dejaba albergar muchas esperanzas sobre el camino emprendido por el régimen. Pero el referéndum del pasado domingo marca un hito inasumible en la escalada autoritaria.
 
La celebración de una consulta para ampliar los poderes del presidente mientras se mantiene el estado de excepción y se intimida a los opositores; en un marco legal 'inadecuado', según los observadores de la OSCE; con unos resultados impugnados por el principal partido de la oposición; y ya el colmo, la amenaza de volver a implantar en el país la pena de muerte, plantean un panorama tan radicalmente alejado de los valores europeos que parece dar la impresión de que el presidente turco ha pretendido deliberadamente dar un portazo a la entrada del país en la UE. O al menos, no le ha importado hacerlo.

La situación debería hacernos reflexionar sobre la proliferación de líderes en negativo, políticos elegidos democráticamente, como Trump, que airean una belicosidad alarmante, con la palabra guerra cada día más presente en las páginas de los periódicos; primeros ministros, como Cameron, que llevan a sus ciudadanos a tomar decisiones perjudiciales para sí mismos; o presidentes, como Tayip Erdogan, que han convertido un país casi europeo en un régimen personal autoritario con una población dividida por la mitad.
 
Más allá de la lógica diplomática de los gobiernos europeos, que llaman al diálogo y al consenso con todas las fuerzas políticas, es una evidencia que Turquía ha desandado su camino y se sitúa hoy a años luz de donde estaba en 2004 cuando comenzó oficialmente el proceso para su adhesión a la UE. El Parlamento Europeo pidió ya en noviembre pasado que la candidatura turca se paralizara y hoy, con más motivos todavía, los socialistas exigimos que las negociaciones se suspendan. No podemos seguir planteando un futuro común con un país que ha tomado una ruta inaceptable. No deseamos tener como socio a un líder que recorta libertades, reprime a la oposición y divide a su propio país. Ha sido él, y no nosotros, quien ha cerrado la puerta.

Publicado en 20minutos, 20/04/2017

 

15 de marzo de 2017

En la Unión Europea, es lo que hay.

Imaginen un barco que navega por aguas turbulentas. La tripulación vuelve la mirada hacia el capitán y pide instrucciones. Este se lo piensa un rato, toma la palabra y dice: "He estado analizando la situación y veo que hay varias opciones, así que yo se las cuento y ustedes verán". Eso es lo que ha hecho el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, que acaba de presentar su esperado Libro Blanco sobre el futuro de la Unión Europea. En él, Juncker plantea cinco posibilidades a elegir, como un menú para que cada comensal decida según sus preferencias: seguir adelante como hasta ahora; eliminar todo, excepto el Mercado Único; los que quieran más, que hagan más, es decir, la Europa a varias velocidades; hacer menos de forma más eficiente; y por último, hacer mucho más juntos.

La primera es la parálisis, y la segunda no debería ni siquiera plantearse. Volver 25 años atrás, a los tiempos anteriores al Tratado de Maastricht, no es deseable, pero sobre todo, no es posible. Europa no puede ser de nuevo un mercado único y nada más, sin ciudadanía europea, sin políticas comunes y sin los programas de cohesión territorial que han llevado a países como el nuestro a la senda de la modernidad, el bienestar y el progreso económico. Este mes se cumplen 60 años del Tratado de Roma que dio origen a la construcción europea, y con ella, al mejor tiempo de nuestra historia. Nunca, en ningún lugar del mundo, se ha dado una etapa tan larga de prosperidad, libertad y democracia como la que tenemos en estos momentos. Con nuestros problemas, evidentemente. Con los fracasos y amenazas que padecemos, sobre todo desde el comienzo de la Gran Recesión, por supuesto. Con el terrorismo metido en el corazón de nuestro territorio. Con el brexit llamando a nuestra puerta. Con Trump y su antieuropeísmo declarado. Con la insoportable crisis humanitaria instalada en nuestras fronteras, que contemplamos preocupados sin darle solución. Es verdad. No estamos en nuestro mejor momento, pero todo el mundo mira con envidia a Europa, y la mayoría de la población del mundo quisiera vivir como nosotros. Precisamente por eso necesitamos liderazgo y rumbo, y este, sin ninguna duda, debe ser hacia adelante. Los socialistas europeos consideramos imprescindible desarrollar un Pilar Social en la Unión Europea, que responda a las necesidades más urgentes de los ciudadanos golpeados por la crisis, que establezca un salario mínimo europeo, un seguro de desempleo y un suelo común de condiciones laborales dignas.

Es justo que la prosperidad se reparta, pero además, es la única vía por la que podemos engancharles de nuevo al proyecto europeísta y alejar la tentación del populismo. Queremos profundizar en la unión económica y monetaria, y lanzar una política expansiva, que empuje el crecimiento y la creación de empleo. Y creemos imprescindible una acción decidida en la lucha contra el fraude y la evasión fiscal. Por eso los socialistas creemos en la Europa federal, en progresar hacia cotas cada vez mayores de integración. Pero somos realistas y a corto plazo no nos queda más remedio que jugar a lo posible. Pocos días después de la presentación del Libro Blanco de Juncker, los líderes de los cuatro principales países de la Unión Europea se reunieron en Versalles y, ellos sí, optaron por una de las cinco vías, la de la Europa a distintas velocidades. Es un alivio, al menos, constatar que la locomotora franco-alemana sigue tirando del carro europeo, dispuesta a un mayor compromiso con los que quieran sumarse. Quien quiera avanzar, que avance, y quien no, que no lo impida. No es lo más deseable, pero al menos marca un camino en la dirección correcta. Y de momento, es lo que hay.
 
Publicado en 20minutos, 15/03/2017
 

3 de febrero de 2017

¿Prudencia o cobardía?

Una cosa es la prudencia y otra es la cobardía. La historia está llena de reacciones prudentes que el tiempo demostró cobardes. El Gobierno español no ha estado a la altura. Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca asistimos asombrados a una sucesión de decisiones y amenazas que alientan la xenofobia, el odio y la tortura, y que apuestan por la desintegración del proyecto europeísta. Como socialistas y como demócratas no podemos esperar a ver qué pasa, como si estuviéramos ante una tormenta que amainará antes o después. Como europeos, además, tenemos que reaccionar con una respuesta nítida, contundente y unida al giro radical de un país que en tan solo unos días pretende tirar por la borda 70 años de colaboración y amistad. 

Las instituciones europeas han tardado en reaccionar, pero empiezan a hacerlo. El grupo de socialistas españoles en el Parlamento Europeo hemos tomado la iniciativa y esta semana hemos impulsado una serie de medidas que esperamos respalden el resto de los grupos políticos.

En primer lugar, necesitamos saber cómo nos afectan de forma práctica las medidas de Trump. Qué ocurre con los europeos que son además nacionales de los países a los que Estados Unidos ha puesto el veto. Qué consecuencias tiene su intención de dejarnos fuera de los mecanismos de protección de datos. Qué ocurre con los millones de mujeres de países en desarrollo que se verán privadas de asistencia en cuestiones de salud sexual y reproductiva.

En segundo lugar, hemos pedido que se activen mecanismos diplomáticos de respuesta. Queremos que la Alta Representante para la Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, llame a consultas al embajador de la Unión Europea en Washington, para expresar de manera clara nuestro profundo descontento con el Gobierno de Estados Unidos. Del mismo modo, rechazamos que el economista Ted Malloch sea nombrado embajador ante la Unión Europea. Ni sus formas, ni el contenido de sus declaraciones, que vaticinan la desaparición del euro y la desintegración de la UE, sean el mejor precedente para recomponer una relación que pasa por su peor momento. 

En esta situación creemos además que los países europeos no deben invitar ni recibir a Donald Trump. No es el momento, al menos, mientras mantenga esta política de hostilidad, desprecio y ausencia de respeto a los derechos humanos.

Sí, hemos tomado la iniciativa, y lo hemos hecho con responsabilidad. Porque una cosa es reaccionar con "gritos y estridencias", como decía el portavoz del Gobierno, Iñigo Méndez de Vigo, y otra muy distinta mirar hacia otro lado cuando se humilla a nuestros hermanos de México, se ataca nuestra lengua y se atenta contra los principios más elementales que nos han permitido vivir en paz desde hace 70 años.

Publicado para 20 minutos, 3/02/2017

27 de noviembre de 2016

¿Con qué Fidel nos quedamos?


Yo leí La Historia me absolverá con la devoción de un joven de izquierdas de aquellos años, emocionado con la revolución cubana. El alegato de Fidel Castro contra el Tribunal Cubano que le juzgaba por el asalto al Cuartel Moncada, acabó con esa frase lapidaria que sin embargo no impidió una condena de 15 años, resuelta dos años después con una amnistía, preludio a su vez de la revolución triunfante el uno de enero de 1959.
Todas las izquierdas del mundo fuimos cautivados por aquella revolución en los años sesenta pero hoy tenemos que reconocer que la libertad y la democracia sacrificadas al servicio de una igualdad relativa, no es la izquierda a la que aspirabamos. El Socialismo también es la libertad. Yo diría más, no hay socialismo sin libertad y la justicia solo puede lograrse en democracia.
Se acepta que Cuba ha construido un sistema de igualdad absoluta en la educación y una buena sanidad universal. Sabemos que médicos cubanos curan el ébola en Africa y enseñan medicina en Managua o en Caracas. Pero la revolución cubana mantiene en niveles económicos paupérrimos a sus ciudadanos y les priva de las libertades de las que gozamos en los países democráticos.
Fidel fue admirado con razón, en sus comienzos, pero no puede ser glorificado por su obra
Admirar la lucha, incluso revolucionaria, en aquella América Latina de regímenes autoritarios, injusticias salvajes y dictaduras bananeras, no quiere decir que tengamos que apoyar todas sus obras. Fidel fue admirado con razón, en sus comienzos, pero no puede ser glorificado por su obra. Cincuenta años de poder son demasiados. Que el poder lo herede su hermano, resulta sospechoso de abuso familiar. Que no haya partidos, periódicos, televisiones... libertades en definitiva, no se justifica por grandes que sean las causas de la Revolución.
Cuba está ahora buscando su propia transición, la pilota Raúl y parece que quiere abrir el país al comercio, a más turismo, a las inversiones, a la tecnología, a Internet... La UE ha firmado un acuerdo con Cuba y EE UU ha restablecido relaciones diplomáticas. Los cruceros y los aviones americanos invaden ya La Habana, a pesar de las restricciones y de las limitaciones que todavía mantienen los americanos con la isla. El partido comunista intentará controlar esta apertura económica y crear un modelo propio de capitalismo de Estado y limitaciones de libertades bajo el monopolio del Partido, pero nadie sabe si eso será posible.
Yo creo que quienes queremos a Cuba y queremos que su pueblo prospere, debemos ayudar a esta apertura, porque con ella llegaran las libertades y la democracia. No será sostenible una economía de mercado que juegue en la globalización con un sistema político cerrado y opresivo. Por eso España debe ser punta de lanza de un programa de inversiones y cooperación, entre otras cosas porque allí somos queridos y hablamos la misma lengua. Aunque los norteamericanos están a 90 km y no a 6.000 como nosotros, los lazos humanos, históricos, culturales y económicos nos favorecen frente a ellos. Cuba será lo que los cubanos quieran. Esta regla no debemos olvidarla. Debemos respetar su propia evolución. No imponerla, ni exigirla como condición de nuestra relación y de nuestra cooperación. Nunca han admitido "injerencias" en su soberanía y su orgullo revolucionario no las admitirá. Dicho lo cual, en la muerte de Fidel, bueno será recordar a su hermano Raúl aquella frase tan oportuna hoy de Abraham Lincoln: "Ningún hombre es lo suficientemente bueno como para gobernar a los otros sin el consentimiento de estos".

Publicado en 20 minutos, 27/11/2016

20 de octubre de 2016

Rajoy en minoría.


Rajoy y el PP tienen 137 diputados. Si gobiernan porque el PSOE lo facilita, estará obligado a buscar mayorías, en definitiva, a pactarlo todo. La oposición entonces, tiene la llave de muchas decisiones. El PSOE es quien lidera la oposición con 85 diputados. El PSOE puede conseguir la suma de muchos partidos para derrotar a la derecha. Pero también puede pactar, cuando se trata de hacer pactos de Estado. Como lo hicimos contra el terrorismo. Como debemos hacerlo para el bien del sistema educativo o para cambiar la Constitución o para combatir la corrupción. Eso es hacer una oposición útil. 

Hay muchos españoles que nos recuerdan el “NO es NO” y nos piden que digamos NO a Rajoy. Lo entiendo. Pero en ese caso vamos a elecciones en diciembre, el domingo anterior a Navidad. Las terceras elecciones en un año. Me pregunto qué oposición haremos después si el PP se acerca a la mayoría o la tiene junto a Ciudadanos. ¿Qué diremos entonces? 
Hay que medir los pasos. En política hay que medir las consecuencias de las decisiones. Es verdad que Rajoy no merece nuestra confianza. Es verdad que el PP no ha hecho nada para ganarse nuestra abstención. Pero hoy es más débil que mañana. Incluso en pleno estallido de sus juicios de corrupción, es más débil todavía, porque no podrá negarse a un verdadero paquete regenerador contra los delitos que se juzgan en la Gürtel. 

Hay además un argumento que no podemos desconocer. España lleva un año de crisis institucional. Muchas decisiones están paradas. Muchas cosas dependen de que tengamos un gobierno. En el mundo entero se habla de nosotros como un país en crisis que no puede formar gobierno después de dos elecciones seguidas. Ir a unas terceras es un desprestigio internacional. El PSOE no es el único culpable, pero llegados a este momento, si tenemos la llave para evitarlo debemos ser el partido responsable y serio que siempre hemos sido. Abstenerse no es apoyar. Es evitar males mayores para España y para los españoles, y también para nosotros. 

La única manera de evitar un gobierno de Rajoy y del PP era forjar una mayoría de gobierno alternativo al ganador. En un régimen parlamentario como el nuestro, eso es legítimo. El PSOE lo intentó. En las elecciones de diciembre hicimos un acuerdo con Ciudadanos y Podemos se negó a apoyarlo. En las de junio ha sido Ciudadanos quien ha preferido al PP, y tanto unos como otros han expresado reiteradamente que no quieren entenderse. En estas circunstancias, democráticamente hablando, a quien corresponde la investidura es al partido de la mayoría. Negarlo es más una respuesta moral que política. Corresponde a la ética de la convicción, pero se da de bruces con la ética de la responsabilidad. Es más un sentimiento que un pensamiento, y la política responsable exige asumir las consecuencias de las decisiones. El razonamiento político de la abstención en este momento y en estas circunstancias es mucho más sólido y lógico que el apasionado NO a Rajoy y NO al PP de muchos compañeros y de muchos ciudadanos a los que respeto y comprendo.


El PSOE es un partido clave para España. Lo hemos sido y lo seremos. Pero para ello, para ganar un día a la derecha, tenemos que ser un partido centrado, no radicalizado. Nosotros somos un partido de pactos, no de pancartas. Somos un partido de gobierno, y eso exige pensar en todos los ciudadanos, no sólo en nuestros militantes o en nuestros votantes. Somos un partido de mayorías. Nosotros no queremos ser el partido mayoritario de una izquierda minoritaria. Nuestro objetivo no es encabezar la oposición de una izquierda fragmentada. No. Esa no es nuestra pelea. 

La abstención es una decisión más centrada sociológicamente. Hay muchos ciudadanos que la comprenden y la agradecen. Eso devuelve al PSOE a esa imagen de un partido clave para España. Un partido generoso, responsable, fiable. Un partido del país.



Publicado para 20minutos.es, 20/10/2016

15 de septiembre de 2016

"Eppur si muove"



No corren buenos tiempos para Europa. Todos la critican. Nadie confía en ella. Parece mentira pero el sueño de cientos de millones de europeos durante los últimos 50 años del siglo pasado por vivir en paz y en progreso, superando guerras y siglos de enfrentamientos, vive actualmente una pesadilla.

No corren buenos tiempos para Europa. Todos la critican. Nadie confía en ellaSon demasiadas cosas. Una crisis económica que ha dividido a los países del norte y del sur, que ha empobrecido a las clases medias y que ha devaluado el modelo social y laboral de nuestros padres. Una crisis de inmigración de millones de refugiados de la guerra y del hambre que quieren vivir con nosotros y que, en el fondo, aceptémoslo, muchos europeos no aceptan. Un país que se va, abriendo una puerta que solo se abría para admitir nuevos socios.

Son muchas cosas y como consecuencia de todo ello, Europa vive hoy una encrucijada grave, casi dramática. La enfermedad se llama de nuevo nacionalismo y se cubre de un sentimiento antieuropeo, que recorre peligrosamente muchos de los estados miembros de la Unión.

Como decía Lenin: "¿qué hacer?". Se me ocurren algunos consejos:

En primer lugar, combatir el dramatismo y poner fin al discurso contra el euro, contra Bruselas y contra la Unión, culpándola de todos los males. Este injusto tratamiento mediático y político que sufre Europa no hace sino alimentar el fuego que nos destruye. Es imprescindible poner en marcha un nuevo relato europeísta que ponga el énfasis en la necesidad de hacer frente a los retos de una humanidad globalizada cada día más necesitada de democracias supranacionales. El cambio climático, la lucha contra el terrorismo, la unión fiscal.... tantas cosas reclama Europa que resulta increíble escuchar tanto nacionalismo retrógrado frente a estas evidencias.

En segundo lugar, hay que seguir avanzando en la construcción europea por difícil y lenta que resulte esta marcha. Apostar por la unión bancaria, la unión fiscal, la interpretación flexible del pacto de estabilidad, la inversión pública, todo lo que reclama una gobernanza económica de la zona euro para crecer económicamente y crear empleo. Seguir avanzando en la construcción de Europa es hacer la agenda digital, el pilar social...

Es urgente, además, resolver la crisis de los refugiados y la inmigración. No será fácil, a la vista de la insolidaria actitud de muchos países de la Unión, pero también en esto nos jugamos el futuro de una unión con valores que resuelva además así sus graves problemas demográficos.

Es verdad que hay turbulencias. Europa se hace a golpe de crisis y de esta también saldremosPor supuesto, también hay que negociar el brexit y, al hacerlo, conformar la Europa del futuro, convirtiendo la crisis británica en una oportunidad para fortalecer la Unión en su núcleo y configurar un nuevo espacio de relación económica y política con los países vecinos.

Hay muchos pesimistas y muchos antieuropeos que quieren destruir la Unión. Pero yo creo que esto afortunadamente es imposible. Europa es como un avión en vuelo. Es verdad que hay turbulencias, pero nadie quiere estrellar el avión. Yo soy optimista porque no hay vuelta atrás y porque siempre se han resuelto esta y otras crisis encontrando caminos de solución. Así ocurrió con Ámsterdam, con Maastricht, con Lisboa... Europa se hace a golpe de crisis y de esta también saldremos para aterrizar en una Europa federal.

Publicado en 20minutos.es 15/09/2016

7 de julio de 2016

Aznar: pedir perdón.


No hace falta insistir en el enorme error que fue la intervención militar americana en Irak. Basta ver el desastre que tenemos ahí. Todo empezó con aquella ilegal invasión que provocó guerras continuas en toda la zona y una escalada terrorista que sufrimos en todo el mundo.

 Aquella locura, que dividió a la comunidad internacional y quebró las reglas de Naciones Unidas, se construyó sobre una sarta de mentiras manipuladas por los servicios de inteligencia y determinados medios de comunicación. Detrás de todo aquello estuvieron tres líderes del momento: Bush, Blair y Aznar.

 Aznar nunca pidió perdón. Jamás una palabra de disculpa. Ni siquiera una explicación de su error, una rectificación atenuada. Eso sí, cuando los terroristas mataron más de 200 personas en Madrid, intentó culpar a ETA para evitar conexiones peligrosas.

 Hoy hemos sabido lo que ya sabíamos. El informe Chilcot del Reino Unido, pone muy en evidencia ese papel principal de nuestro expresidente insistiendo hasta la exageración en la invasión y en saltarse a la torera la necesaria autorización legal del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Aquella perversa alianza con Bush que permitió al Sr. Aznar sentarse junto a él y poner los pies sobre la mesa, mientras se fumaba un puro, tenía ese siniestro telón de fondo. Blair ha dicho después de aquello: "Siento más arrepentimiento y dolor de lo que muchos creen". 

El error de aquella invasión fue enorme. Pero conocer con qué pasión y convicción lo cometió nuestro expresidente, llama al escándalo. Comprobar hasta qué punto se involucró en él, da vergüenza. Pero, lo peor de todo es constatar que no hay un ápice de rectificación ni de reconocimiento de responsabilidad. Eso causa preocupación.

Publicado en 20 Minutos, 7/07/2016

21 de junio de 2016

Una puerta llena de peligros para todos.

Si el Reino Unido vota irse de la UE abre una puerta llena de peligros para todos. Primero para ellos, porque verán reducida su capacidad económica, comercial y financiera al perder el mercado único y la potencia comercial de la Unión. Optar por el asilamiento siendo una isla, en plena globalización económica, no parece buena elección. Pero el 'no' a Europa generará problemas políticos de alto voltaje en el Reino Unido. Escocia pedirá probablemente un nuevo referéndum de independencia y, si lo gana, pedirá luego su incorporación a la UE como nuevo Estado. 

Pero, en fin, podríamos decir, ¡allá ellos! Me temo sin embargo, que los males no acaban ahí. El proyecto europeo de avanzar hacia una especie de Estados Unidos de Europa, sufre un revés histórico. Por primera vez esa puerta se abre para que un miembro del club se vaya. Hasta ahora, siempre ha habido cola para entrar. No por casualidad, el líder del UKIP, el partido independentista que provocó el referéndum, declaraba que "detrás del Reino Unido, vendrán Dinamarca y Holanda, y eso será estupendo", en su afán por destruir la UE.

Aunque no se produzca tan pesimista pronóstico, lo cierto es que la salida del Reino Unido es una catástrofe para la Unión. Se trata de uno de los tres grandes (junto a Francia y Alemania) y su ausencia debilita la fuerza internacional, defensiva, industrial, financiera y comercial de Europa. Una corriente depresiva invadirá el sistema institucional y económico de la UE. Sumidos en la crisis migratoria y económico-social, los europeos están perdiendo la emoción comunitaria que alimentó la construcción de este bello edificio supranacional. Por el contrario, fuertes tentaciones neonacionalistas emergen en Europa con preocupantes similitudes a los años 30 del siglo pasado. 

De nuevo, es la hora de la política. De la política noble. De la gran política. De la política que construye un futuro sin fronteras y con solidaridad. Que defiende más los derechos ciudadanos que las patrias. Que mira al mundo proyectando su modelo social a la globalización económica y construyendo el Estado del Bienestar en el resto y no destruyendo el nuestro. Esa Europa de paz y progreso necesita al Reino Unido y necesita evitar esa puerta peligrosa del Brexit patriotero e insolidario.

Publicado en 20 minutos 21/06/2016


15 de abril de 2016

Si yo fuera de Podemos.

Si yo fuera de Podemos, haría posible el gobierno PSOE/Ciudadanos absteniéndome y, ocupando así, en exclusiva, la oposición de izquierdas. ¿Qué pierden con ello? Por supuesto, pierden el gobierno que nunca tuvieron y que, en el fondo, tampoco desean porque saben que no estará en sus manos mejorar la vida de la gente en años de vacas flacas.

Lo que ganan por el contrario es colocar al PSOE -su verdadero rival- ante una gobernación dificilísima en un país atravesado por múltiples y muy serios problemas. Un gobierno obligado, de entrada, a negociar con Bruselas una senda de dos años de reducción del déficit después del fiasco del PP del 2015, que ha dejado las cuentas públicas con el 5% del déficit en un año del crecimiento económico del 3%, aumento del empleo y reducción del coste del petróleo y de los intereses de la deuda.

Podemos gana convertirse en el grupo clave de las izquierdas parlamentarias, en una legislatura que, con seguridad, exigirá muchas mayorías en temas muy importantes. Liderar una oposición de izquierdas, disponiendo de la llave de las mayorías, otorga un protagonismo político excepcional, si se sabe utilizar con inteligencia y prudencia. Si yo fuera de Podemos, no perdería esa ocasión. Una ocasión que necesitan para hacer y organizar un partido político en serio.

Aprendiendo de una realidad que desconocen y pasando de la protesta a la propuesta. Pero, a la propuesta seria, contrastada, realista. Resolviendo sus querellas internas con calma y diálogo. Definiendo un modelo territorial que no sea absorbido por sus mareas nacionalistas en la mitad del país. Si yo fuera de Podemos, me tomaría ese tiempo precioso en esa posición política ideal, para ganar quizás mañana.

Pero, además, abortaría así la división interna que se ha instalado en sus bases por un reproche que no es fácil de combatir: ser responsable de que Rajoy y el PP, sigan en la Moncloa hoy y quizás mañana y ser también responsable de que no haya habido un “gobierno del cambio” PSOE-PODEMOS-CIUDADANOS. Si yo fuera de Podemos habría evitado esa tensión interna y ese reproche político que tendrá largo recorrido, facilitando el gobierno a Sánchez y Rivera con mi abstención, en la investidura.

Pero en fin, me temo que estos argumentos llegan tarde para la cúpula de Podemosy, me temo además, que yo no seré de Podemos.

Publicado en 20 minutos. 15/4/2016

13 de marzo de 2016

Los Rolling en La Habana


Los Rolling Stones tocan en La Habana el próximo 25 de marzo. Por el momento y el lugar en el que se produce, este concierto es un hecho histórico: simboliza que el deshielo de las relaciones entre Cuba y EEUU empieza a extenderse desde el ámbito político y diplomático a la sociedad, a la cultura, a la vida cotidiana. Cuatro días antes habrá tenido lugar otra visita igualmente histórica, la de Barack Obama, el primer presidente de los Estados Unidos en visitar la isla desde que lo hiciera Calvin Coolidge allá por 1928.

La rapidez de estos cambios es la del tiempo que nos ha tocado vivir: si no se quiere perder el tren de la historia, hoy más que nunca es necesario subirse a él en cuanto se pone en marcha. Por eso resulta especialmente esperanzador que la Unión Europea (tan lenta a veces en sus movimientos) esté demostrando ganas de avanzar en su relación con Cuba, y empezara a hacerlo incluso antes que EEUU. En 2014 (bastante antes del "deshielo" cubano-estadounidense) la UE comenzó a negociar un Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación con las autoridades de La Habana. Hasta el momento se han celebrado seis rondas de negociaciones que han permitido cerrar una larga serie de capítulos, se ha emprendido un diálogo en materia de Derechos Humanos y en estos días se está llevando a cabo la séptima y esperemos que última ronda de contactos. Además, la Alta Representante de la UE para la política exterior, Federica Mogherini, visitará la isla los días 10 y 11 de marzo. 

Durante cincuenta años, Cuba ha sido el principal exponente simbólico de una batalla política mundial. Fue de hecho el epicentro de la Guerra Fría entre EEUU y Rusia en el famoso incidente de la crisis de los misiles, que a punto estuvo de meternos en una guerra nuclear. Durante todo ese tiempo, el mundo occidental ha sometido a Cuba al aislamiento comercial y al boicot político, esperando que ese círculo de hierro a su revolución la obligara a democratizar su régimen político.

Ahora parece que toda esa estrategia está a punto de desaparecer, en un doble movimiento de cubanos y norteamericanos-europeos cuyo desenlace no es fácil de prever, pero que en todo caso camina hacia la apertura de Cuba y el desbloqueo económico occidental. ¿En qué se concretan estas actitudes? De entrada, en la llegada del turismo norteamericano y en la comunicación económica y financiera entre Cuba y EEUU. Esto, por sí solo, puede cambiar en poco tiempo el desarrollo económico de Cuba. Lo siguiente es la irrupción masiva del mundo de Internet y las redes sociales. Por esa vía llegan la información, las comunicaciones personales, las televisiones, el conocimiento... Por supuesto llegarán también más inversiones europeas, más empresas, más desarrollo del mercado. ¿Qué significará todo eso? En mi opinión, la idiosincrasia cubana responderá a estas aperturas con demandas de libertades y Derechos Humanos plenos. La democracia entrará en Cuba gracias a todo ello, pero será obra de los cubanos, que lo harán a su ritmo y a su manera. Pretender pilotar desde fuera esa evolución será un error, como lo sería negarse a impulsar esos cambios, permaneciendo anclados en las viejas estrategias que negaban el diálogo con Cuba, como la que defendían Aznar y la derecha política europea. La firma del Acuerdo UE-Cuba puede hacer mucho más por la democracia, el bienestar y la prosperidad de la isla que el encastillamiento en posturas heredadas del pasado. 

Esperemos que más pronto que tarde no sólo los Rolling Stones, sino también Europa y sobre todo España estén haciendo sonar su música en La Habana.

Publicado en 20minutos