20 de agosto de 2008

Más leña al fuego de las malas prácticas.

Debo admitir que Manuel Carneiro me sorprendió. Esa regañina paternalista “no es eso, Ramón, no es eso”, más propia de una relación profesor-alumno que de la que corresponde a nuestra amistad y mutuo reconocimiento, vino a echar leña al fuego de una breve propuesta que hice en “Diario Responsable” a principios de julio sobre la necesidad de un índice de malas prácticas empresariales. Doy por supuesto que Manuel Carneiro ha querido avivar el fuego de un debate sobre el que él y yo – junto a otros muchos, afortunadamente cada vez más – mantenemos una amplia coincidencia y una idéntica esperanza. Pero dicho esto, ¿por qué resulta tan escandaloso que se denuncien las malas prácticas de las empresas?

Los ciudadanos tenemos derecho a saber las informaciones negativas que las empresas ocultan sobre actividades poco sociales o nada sostenibles. Están bien las memorias de sostenibilidad, aceptamos el marketing de sus acciones sociales, pero deben ser contrastadas con la verdad, con la opinión de los grupos de interés, con los informes de ONGs cívicas, con la opinión de observatorios independientes con capacidad y credibilidad de denuncia.

Pongamos ejemplos: una empresa de obras públicas expone en su memoria sus prácticas medioambientales y es denunciada por una altísima siniestralidad laboral. ¿Conviene o no que esto se sepa? Una empresa de servicios muestra orgullosa un alto índice de inserción de la discapacidad en su plantilla, pero sus sindicatos le denuncian por no negociar el convenio colectivo o maltratar salarialmente a una parte de su plantilla. ¿Es bueno o no que esto se sepa?

Greenpeace ha atracado su ‘Artic Sunrise’ en la costa de Cádiz para presentar su estudio ‘Una receta para el desastre’, donde ofrece un listado de los supermercados y grandes superficies de distribución más irresponsables con sus políticas de compra sobre pescado de entre aquellas que operan en España. Tras el estudio, la conclusión: ninguno de estos grandes supermercados cumple los mínimos exigibles. ¿Conviene que los consumidores españoles posean esta información o no?

Human Rights Watch (HRW), organización internacional dedicada a proteger los derechos humanos, ha criticado el incumplimiento de los compromisos de Responsabilidad Corporativa (RC) que los doce principales patrocinadores de los Juegos Olímpicos de Beijín 2008 establecieron antes de su comienzo. Los doce grandes patrocinadores se agrupan en el llamado ‘The 12 TOP’ (‘The Olympic Partner’) y son Atos Origin; Coca-Cola; General Electric; Manulife; Johnson & Johnson; Kodak; Lenovo; McDonald’s; Swatch Group; Panasonic; Samsung; y Visa. En la fase previa a la inauguración de los actuales Juegos Olímpicos, HRW los reunió para acordar el compromiso de establecer un órgano permanente dentro del Comité Olímpico Internacional (COI) que trabajaría como observatorio sobre posibles abusos relacionados con los derechos humanos. Sin embargo, HRW ha emitido un comunicado donde afirma que el grupo de ‘The 12 TOP’ “ha fallado” en su promesa de hacer público los abusos a los derechos humanos que detectasen vinculados a los Juegos Olímpicos de Beijín, ya que la organización ha recopilado información de diversas reuniones y correspondencia con algunas de estas empresas donde se muestran “numerosas violaciones a los derechos humanos relacionadas con los Juegos de Beijín”. ¿Es buena esta denuncia para la información que tenemos sobre estas marcas?

La Autoridad Británica de Estándares Publicitarios, ASA por sus siglas en inglés (UK’s Advertising Standards Authority) ha apoyado las denuncias de la ONG ecologista WWF por las que alegaban que la multinacional petrolera Shell hacía un mal uso del término ‘sostenible’ en su publicidad. Shell ha desarrollado una campaña publicitaria en la que se afirmaba que la construcción de la mayor refinería de EE.UU. y la extracción de petróleo de las arenas negras de Canadá eran formas ‘sostenibles’ de producción energética, sin especificar por qué se pueden considerar sostenibles. Un informe publicado recientemente por WWF recoge que la producción de petróleo procedente de arena puede provocar hasta ocho veces más emisiones de gases contaminantes que con la actividad de extracción convencional. “El petróleo procedente de la arena es uno de los recursos energéticos más contaminantes del mundo y de los que mayor impacto ambiental provocan”, afirma el director de Campañas de WWF en Reino Unido, David Norman, quien asegura que “estas extracciones no pueden ser descritas como un proceso sostenibles y por ello, la publicidad de Shell es totalmente engañosa”. ¿Interesa esta información a quienes juzgamos las marcas petroleras para elegir la gasolina que compramos?

¡Claro que la RSE es V-O-L-U-N-T-A-R-I-A! Eso ya se sabe. Pero lo que no es admisible es la mentira y la ocultación de la verdad. Si quieren vender etiqueta sostenible y/o responsable, ¡qué lo sean de verdad! Y la que no lo sea, que lo sufra.

Manuel Carneiro y yo sabemos que el futuro de la RSE depende de una sociedad capaz de premiar a las empresas sostenibles/responsables y de castigar a las que no lo son. Pero para que ese premio social en consumo e inversiones sea posible, hace falta una sociedad informada, formada y capaz de ejercer sus soberanos derechos en sus múltiples decisiones sobre el mercado. Y para que esa sociedad madura a la que aspiramos llegue algún día, hacen falta denuncias serias y rigurosas de las malas prácticas. Se trata de “eso”, querido Manuel.

Diario Responsable, 20/08/2008