31 de octubre de 2018

El juego continua.

 “En la teoría de juegos hay dos tipos de juego; los juegos finitos y los juegos infinitos. Un juego finito se define por contar con unos jugadores conocidos, unas reglas fijas y un objetivo determinado. Como el Baseball. Por el contrario, en un juego infinito existen jugadores conocidos y desconocidos, reglas cambiantes y el objetivo es seguir jugando”. Así se explicaba el escritor inglés Simon Sinek en una de sus conferencias para TED.

Tanto la lucha sindical, como la defensa de los Derechos Humanos pertenecen a la segunda categoría de juegos. Siempre ha habido empleados (campesinos y obreros) y empleadores (los dueños de la tierra o el capital según la época) cuyos intereses en mayor o menor medida han chocado de forma frontal. Como explicaba Sinek, en este tipo de juegos las normas y los jugadores cambian con el tiempo, incluso, si se quiere, podemos decir que hasta el nombre del juego cambia (términos como capitalismo o movimiento sindical no nacen hasta bien entrado el siglo XIX, y hoy ya no hablamos de “lucha de clases” aunque sí de Estado de Bienestar). De manera que la lucha por los derechos de los trabajadores y la prevención y reparación de los efectos dañinos de las actividades económicas del hombre es una partida que lleva jugándose toda la vida y en la que con paciencia y sacrificio se han ido alcanzando logros notables, mayoritariamente en los países occidentales, como la jornada laboral de ocho horas, la abolición del trabajo infantil, el derecho a huelga y un largo etc.

Con la llegada de la globalización las normas, como tantas otras veces, volvieron a cambiar. El tablero de juego se expandió de forma notable y las empresas empezaron a operar de forma cada vez más habitual a nivel global y a trasladar determinadas actividades a lugares en donde la legislación se ajusta mejor a sus intereses (normalmente a países en vías de desarrollo).

No niego los efectos positivos de la globalización, la cual ha ayudado a millones de personas a salir del umbral de la pobreza, ni acuso a todas las ETNs de mala praxis. Muchas de ellas han actuado de forma responsable y lo llevan haciendo durante mucho tiempo. Nada de esto puede negarse. Sin embargo, tampoco pueden negarse los efectos nocivos que han traído consigo muchas operaciones de las ETNs en forma de innumerables abusos contra los DDHH que ocurren corno resultado de la globalización económica.

Siempre ha habido quien ha trabajado en aras de la prevención y la reparación justa de los daños provocados por las ETNs. Desde los Estados hasta la sociedad civil. No obstante, hasta el momento, el enfoque dominante ha sido la adopción de directivas de carácter voluntario para las empresas, un enfoque que si bien ha demostrado ser de cierta utilidad resulta insuficiente para abordar con contundencia el problema que se busca resolver. Es como presentarnos a un partido de tenis con un palo en vez de una raqueta. Seguro que alguna bola conseguimos devolver, pero el porcentaje será muy bajo.

En este contexto, hace cuatro años se aprobó en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas la resolución impulsada por Ecuador por la cual se creó un grupo de trabajo cuyo mandato fue “elaborar un instrumento jurídicamente vinculante que regulara las actividades de las ETNs y otras empresas en el ámbito del derecho internacional de los derechos humanos” (Res. A/HCR/RES/26/9). En otras palabras, Naciones Unidas dijo que ya era hora de comprar una raqueta.

La semana pasada se celebró en Ginebra la cuarta ronda anual de negociaciones para la creación de un Instrumento Internacional Jurídicamente Vinculante Sobre Derechos Humanos y Empresas Transnacionales en la que se presentó el “Zero Draft” para dicho Instrumento con una participación récord de representantes de la sociedad civil que viajaron hasta Ginebra, reuniendo 280 miembros acreditados y 25 expertos que hablaron como panelistas.

A lo largo de cinco días (15 al 19 de octubre) tuvieron lugar numerosos debates sobre puntos clave del proyecto de Instrumento Vinculante, siendo los principales temas candentes la conveniencia o no de incluir a todas las empresas (nacionales y transnacionales), la necesidad o no de especificar qué DDHH quedan protegidos por este Instrumento o la falta de referencia a los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de la ONU, los cuales han sido criticados por varios grupos de la sociedad civil y expertos por su carácter no vinculante, lo que deja la prevención y reparación de violaciones de DDHH en manos de la buena voluntad de las ETNs, precisamente lo que busca corregir este Instrumento.

La semana concluyo con las recomendaciones del Chair-Rapporteur Luis Gallegos, Embajador ecuatoriano ante la ONU, que incluían, la necesidad de invitar a las partes interesadas (en especial a las victimas) a presentar comentarios y propuestas sobre el borrador del Instrumento Vinculante, así como de presentar un nuevo borrador revisado del Instrumento Vinculante para finales de junio de 2019 a tiempo para la próxima ronda de negociaciones que tendrá lugar dentro de un año.

Me entristece decir que hasta el momento la posición oficial de la Unión Europea ha sido alarmantemente pasiva, cuando no de oposición, respecto al contenido de la resolución y al desarrollo de los trabajos hacia el Instrumento Vinculante. Todo ello a pesar de que el Parlamento Europeo ha aprobado varias resoluciones (la última hace apenas unas semanas) e iniciativas con directa mención del Instrumento Vinculante y solicitando a la UE y a los Estados miembros que participen de manera constructiva. El argumento más sólido de la UE es que el proyecto se refiere únicamente a las ETNs y no a las empresas nacionales, las cuales también violan los DDHH, incluso dentro de las fronteras de la Unión. Como decíamos, uno de los puntos más polémico durante todo el proceso negociador.

Con todo, hay motivos para el optimismo, pues durante esta cuarta ronda de negociaciones hemos visto un amago de cambio de actitud de la Representación de la UE en esta materia. A pesar de haber anunciado que la UE estaría presente en las negociaciones, pero no participaría de ellas, una línea seguida por sus Estados miembros con la excepción de Francia, el Representante Permanente de la UE ante la ONU en Ginebra, Jerome Bellion, criticó la ausencia de una mención específica sobre la protección de los defensores de DDHH, un punto que ha sido muy criticado por la sociedad civil. Se trata de un primer paso en la buena dirección de lo que sin duda será un largo camino, pues la UE debe ser un actor no solo participativo sino protagonista en este proceso. En un juego transnacional como es el de la globalización es necesario que participen de forma activa y lideren la marcha jugadores transnacionales. La UE lo es.

No puedo pronosticar cuándo ni en qué forma se alcanzará el ansiado Tratado Vinculante. Tengo solo la esperanza de que lograremos ese objetivo como tantas veces lo hicimos en esta partida infinita por la defensa de la dignidad humana. La razón la daba Sinek en la conferencia que citaba al comienzo de este artículo; “en un juego infinito no hay ganadores ni perdedores, solo jugadores que siguen jugando o dejan de jugar cuando se quedan sin recursos o sin motivación para seguir jugando”. Los que trabajamos por la defensa de los DDHH contamos con la motivación inagotable que nos da saber que estamos del lado de una causa justa y por ello seguiremos jugando. Seguiremos luchando.
 
Publicado para Diario Responsable. 31/10/2018

25 de octubre de 2018

Los riesgos de Bolsonaro.

Bolsonaro, a quien en su país se considera como la versión carioca de Donald Trump, no es, a pesar de presentarse como un 'outsider', ningún desconocido para la escena política brasileña. Diputado federal por Río de Janeiro durante 27 años, este excapitán del ejército, entusiasta de las armas y favorable a aplicar mano dura contra los delincuentes en un país donde solo en 2017 murieron 5.000 personas en enfrentamientos con la policía, lleva a sus espaldas una larga lista de declaraciones intolerables contra mujeres (“no mereces ni ser violada, eres demasiado fea”, le espetó a una diputada del PT), homosexuales (“no podría amar a un hijo gay, prefiero que muera”) y la población negra ( “mis hijos nunca tendrían novias negras. Han sido bien educados”). La lista de agravios contra estos colectivos daría para llenar varias páginas, y aun así no es la parte más preocupante de una posible victoria del candidato del PSL (Partido Social Liberal).

Mito, como le conocen sus seguidores, es un nostálgico de la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985 y que dejó tras de sí miles de casos de torturas y la muerte o desaparición de 421 opositores políticos. Unas cifras que para Bolsonaro se quedan lejos de los 30.000 fusilamientos que habrían sido necesarios para limpiar el país de corruptos, comunistas y terroristas.

Por fortuna, en el contexto geopolítico brasileño e internacional, tal situación resulta inimaginable. Pero resulta alarmante el protagonismo político que están recuperando los militares tras más de 30 años de democracia. De hecho, una victoria de Bolsonaro llevaría a la vicepresidencia al exgeneral Hamilton Mourão, defensor de los torturadores de la dictadura y favorable a la posibilidad de un 'autogolpe' llevado a cabo conjuntamente por el presidente y las Fuerzas Armadas para poner orden si fuera necesario.

 ¿Qué está pasando para que esta degradación de nuestros valores sea tan abrupta y tan general? ¿Por qué no se rechazan estas actitudes fascistas que creíamos superadas y desmontadas? Trump en EEUU, Salvini y la Lega Norte en Italia, Le Pen en Francia, el UKIP y el Brexit en el Reino Unido y todos los brotes ultraderechistas en tantos países europeos son expresiones singulares —porque en cada país hay un contexto propio—, pero navegan sobre las mismas aguas convulsas de sentimientos hábilmente agitados por populismos oportunistas de ínfima calidad moral y de peligrosos efectos.

Es una mezcla de miedos y mentiras que enarbolan banderas de consecuencias tristemente conocidas y dolorosamente sufridas. Es el nacionalismo frente a la supranacionalidad; Es el 'America first' de Trump que genera guerras comerciales. Es el “no en Italia” de Salvini a los barcos de inmigrantes. Es el individualismo frente al interés general o las necesidades colectivas. Es el egoísmo frente a la solidaridad. Es el supremacismo de raza o de condición económica o simplemente de poder frente a quienes perturban esa superioridad social. Es la xenofobia, el desprecio al diferente. Es la intolerancia frente al otro.

Es mucho más. Devaluar la importancia de los derechos humanos como suelo universal de dignidad humana. Poner en riesgo el multilateralismo y sus grandes conquistas para gobernar la globalización. Debilitar las instituciones democráticas con abusos de poder que cuestionan las separaciones de poderes o destruyen las libertades y los derechos fundamentales.

 Todo eso está en juego en Brasil, pero no solo en Brasil. Con razón decía Wolfgang Schäuble, presidente del Bundestag de Alemania: “La mayor amenaza para la democracia es darla por hecha”. El nacionalismo antieuropeo no solo amenaza Europa. En su seno germinan el autoritarismo antiliberal y la tentación antidemocrática. Que se lo pregunten a los polacos o a los húngaros. Banon, el exasesor de Trump, instalado en Italia amenaza con organizar “una internacional de nacionalistas”, sin advertir el oxímoron de su proyecto.

Hace unos días tuve un debate, aquí en Bruselas, con más de 50 diputados de los parlamentos nacionales de la UE. El debate giraba en torno al futuro de la Unión y recuerdo bien mi polémica con un diputado checo que reivindicaba Nación frente a Unión y que en defensa de su tesis aseguraba que las guerras en Europa no vinieron de los nacionalismos sino de las ideologías. El peligro no son las naciones sino las ideologías, dijo. Recuerdo bien mi respuesta: “Las guerras, desgraciadamente, fueron entre naciones porque las ideologías nacionalistas las provocaron". "No todos los nacionalismos son fascistas”, le dije, “pero todos los fascismos tienen al nacionalismo como matriz y fundamento ideológico”.

En Brasil hay muchas más cosas que explican la dramática situación que viven estos días. Bajo los gobiernos progresistas de Lula, la sociedad conquistó derechos y libertades, la economía creció a velocidad récord y las expectativas eran altas. Pero tras el sueño vino la pesadilla. Recesión económica (un descenso del 10% en PIB per cápita entre 2014 y 2016), incremento de la criminalidad (en Brasil se encuentran siete de las 20 ciudades más violentas del mundo) y masivos casos de corrupción a lo largo y ancho del espectro político.

Hoy, Brasil está fracturado, un 40% de la población apoya a Lula y el 60% lo odian a él y al PT. El 46% de los votos que obtuvo Bolsonaro en la primera vuelta contiene tantos apoyos a sus propuestas como rechazos a la corrupción. Gane o pierda Bolsonaro, los derrotados serán, mucho me temo, los propios brasileños.

Publicado en El Confidencial, 29/10/2018
 

23 de octubre de 2018

Intervención Sesión Plenaria. 23/10/2018

Sobre la situación en Venezuela.


El Estatuto en Bruselas.

No puedo entender qué ganaríamos los vascos apareciendo en Europa como abanderados de la autodeterminación para independizarnos de España (porque eso es el derecho a decidir)

Empezaré confesando que me enteré de la presentación del PNV y EH Bildu de su proyecto de Estatuto en Bruselas al día siguiente de que ocurriera. Fue la prensa vasca la que me trajo la noticia. Aquí en el Parlamento Europeo hay cientos de reuniones cada día y, francamente, no creo que esa presentación interesara más que a unas decenas de personas. De manera que sobra cualquier análisis sobre el impacto político en las instituciones comunitarias de dicho anuncio-presentación. No tuvo ninguno.

Pero hay dos circunstancias que merecen comentario político de cara al debate abierto en torno a tan importante tema. La primera derivada de aquel pequeño acto es la voluntad de ir juntos a Bruselas. Es decir, la voluntad del PNV de comparecer junto a EH Bildu en Bruselas y ratificar, de esta forma, las bases políticas de su reciente acuerdo traspasando las fronteras para decir a propios y extraños que su pacto para el futuro de Euskadi es la autodeterminación para la independencia. Una vez más, tanto Joseba Egibar como su diputado general guipuzcoano, Markel Olano, marcan territorio y reiteran su apuesta independentista frente al Gobierno vasco, su lehendakari, Iñigo Urkullu, sus compañeros vizcaínos (en Álava no dicen nada) y la propia dirección jeltzale.

EH Bildu aprovechó muy bien este pacto y amarró al PNV en sus compromisos. «Se trata de una magnífica oportunidad de llevar al corazón de Europa el proceso de Euskal Herria», subrayó la parlamentaria Maddalen Iriarte. Arnaldo Otegi reitera, por su parte, que sin derecho a decidir no habrá pacto. Es más, con inteligente oportunismo EH Bildu quiere facilitar la aprobación del Presupuesto vasco del próximo año para hacer más difícil todavía la rectificación del PNV.

Un pacto presupuestario en esas condiciones, aunque solo sea retirando diputados para facilitar la mayoría de la coalición PNV-PSE, afecta la legislatura y compromete a ambos socios porque consolida una alianza política de signo contrario a la que sustenta el Gobierno. En ese contexto y con esa estrategia, los socialistas vascos deberán marcar sus posiciones y el PNV aclarar cuáles son sus verdaderos propósitos.

La segunda circunstancia a destacar son las compañías. Yo no creo que Euskadi deba estar en Europa en el mismo vagón que Nueva Caledonia, las islas Feroe y en un acto organizado por plataformas que nos relacionan con Cataluña. Naturalmente admito que otros piensen que ese es nuestro lugar, pero destaco las connotaciones reivindicativas y conflictivas de esas compañías. Estoy mucho más de acuerdo con el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria, y con el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, que en unos términos casi similares reivindican estabilidad frente a conflictividad y convivencia frente a fractura.

No puedo comprender qué ganaríamos los vascos apareciendo en Europa como abanderados de la autodeterminación para independizarnos de España (porque eso es, y no otra cosa, el llamado Derecho a decidir) planteando una Europa con cuarenta o cincuenta naciones en una arquitectura institucional imposible. El nacionalismo vasco debe saber que su ideología y sus sentimientos están hoy monopolizados por movimientos antieuropeos, populistas y de ultraderecha que en nada pertenecen al PNV.

Hoy, el enemigo de Europa es el nacionalismo de Italia, de Hungría o el de Polonia, el de los «verdaderos finlandeses» o el de AFD, el partido de la ultraderecha en Alemania. Hoy el problema del futuro de Europa radica en los que quieren más nación y menos Europa, en aquellos que niegan la democracia europea porque dicen que la democracia solo es posible en la nación. Hoy todo el europeísmo militante, federalista o no, se opone a quienes gritan que Europa es «una comunidad imaginaria», como resaltó hace unos días el presidente de Polonia, Andrzej Duda. Hoy el PNV corre el riesgo de que le metan en la misma cesta si acentúa su perfil nacionalista en Europa.

No, no es ese nuestro sitio ni nuestro camino. Hay un espacio público en Europa para regiones con fuertes poderes autonómicos, competenciales y legislativos como los nuestros. Desde Flandes a Lombardía o Baviera, Euskadi tiene oportunidades de jugar su propio papel en la Europa del futuro.Nuestra imagen corporativa dejó de ser la violencia y hoy nos caracterizan y representan grandes compañías en energía, buenos bancos, muchos centros de investigación, los mejores fabricantes de automóviles o de ferrocarriles o de componentes aeronáuticos. Esa es nuestra reputación. Ese es nuestro sitio y ese debe ser nuestro camino en Europa.
Publicado en El Correo, 23/10/2018

17 de octubre de 2018

“El enfoque de género y el papel de las mujeres” en el Acuerdo de Paz de Colombia.

“Las mujeres tienen hoy un protagonismo especial en el proceso de paz de Colombia y en la reclamación de tierras”

El eurodiputado recuerda que “ellas fueron las principales víctimas de abusos, violaciones y asesinatos durante el conflicto”

 


El copresidente de Eurolat (Asamblea Euro-Latinoamericana) Ramón Jáuregui ha destacado “la especial dimensión de la perspectiva de las mujeres en el proceso de paz en Colombia”. Durante una conferencia organizada en el Parlamento Europeo sobre “El enfoque de género y el papel de las mujeres” en el Acuerdo de Paz de Colombia, Jáuregui ha señalado que “ellas fueron quienes más sufrieron un conflicto que generó millones de víctimas. Muchísimas veces padecieron abusos, violaciones y asesinatos. Hoy, las mujeres están ejerciendo un protagonismo especial en el proceso de paz, reivindicando la devolución de las tierras en nombre de las familias que fueron desplazadas”, ha señalado.

El eurodiputado socialista ha expresado también su preocupación por “cómo camina el acuerdo con las FARC después del cambio de Gobierno en Colombia, y con una derecha ultra que está presionando sobre el Gobierno de Iván Duque para que ponga en cuestión algunas partes de esos acuerdos”. Jáuregui ha reiterado que “en la Unión Europea somos totalmente contrarios a ese cuestionamiento y exigimos que el proceso de paz se respete y los acuerdos se cumplan, porque ese es el camino de la paz en Colombia”. Además, ha reclamado que continúen las conversaciones con el ELN “porque el diálogo con este último grupo constituye el último paso de un proceso muy difícil, pero exitoso desde hace más de cinco años”.
 

16 de octubre de 2018

Los socialistas europeos advierten de la amenaza que supondría la victoria de Bolsonaro para la democracia.


Nota de Prensa, 16/10/2018

Elena Valenciano y Ramón Jáuregui promueven un manifiesto en el que condenan el uso de la violencia y el discurso del odio durante la campaña electoral.

Los últimos sondeos confirman al ultraderechista Jair Bolsonaro como favorito a las elecciones de Brasil, que tendrán lugar el próximo 28 de octubre. La amenaza de una posible victoria del líder conservador ha hecho saltar todas las alarmas. Por eso, Elena Valenciano y Ramón Jauregui, junto al Presidente del Grupo de los Socialdemócratas en la Eurocámara, Udo Bullmann, han promovido un manifiesto al que muchos eurodiputados han pedido unirse, en el que animan a los ciudadanos y ciudadanas que el próximo 28 de octubre no se queden en casa, sino que vayan a las urnas y voten en contra del líder del Partido Social Liberal (PSL).

“La supervivencia de la democracia brasileña está en manos de los brasileños y las brasileñas. Sólo ellos pueden salvaguardar la democracia de las tentaciones del populismo y del autoritarismo”. Los socialistas señalan que el único modo de hacerlo es “decir claramente NO a Bolsonaro”.

El grupo socialdemócrata recuerda que el pueblo brasileño debe tomar “una decisión importante, casi vital, ya que están obligados a elegir entre la democracia y la autocracia, el pluralismo y la arbitrariedad, entre la libertad y la opresión”.

Asimismo, en el texto, los socialistas se han pronunciado en contra de la retórica política que ha incitado Bolsonaro durante la campaña electoral, “porque niega los ideales constitucionales de universalidad, igualdad y solidaridad, así como los derechos fundamentales protegidos por la Constitución Brasileña”.

Del mismo modo, condenan “el uso de la violencia y el discurso del odio durante la campaña electoral” y consideran que “la libertad de expresión y el derecho a manifestarse pacíficamente constituyen derechos humanos básicos que han de ser protegidos”. En ese sentido, exigen el fin inmediato de cualquier tipo de violencia.

Lee el manifiesto íntegro aquí.
 

3 de octubre de 2018

Intervenciones Sesión Plenaria. 3/10/2018

Debate con el primer ministro de Estonia, Jüri Ratas, sobre el futuro de Europa.





 

Riesgos del blanqueo de capitales en el sector bancario de la Unión Europea.