29 de febrero de 2016

Video para Jornadas Internacionales 3 Marzo 1976. Vitoria.


Con motivo del 40º aniversario de la matanza del 3 de Marzo de 1976 en Vitoria-Gasteiz, se celebran en el museo Artium las Jornadas Internacionales “1976-2016: 40 años de Impunidad”, el lunes 29 de febrero y martes 1 de marzo.

Video enviado desde Bruselas para las jornadas, via Izaskun Bilbao.



25 de febrero de 2016

Brexit: ¿Evitar el divorcio a cualquier precio?

Tras el acuerdo alcanzado entre los 28 líderes de la Unión Europea por el que el Reino Unido logra una nueva relación con Europa y despeja el camino para el referéndum sobre su permanencia el próximo 23 de junio, El Huffington Post ha organizado un debate desde la sede del Parlamento Europeo en Bruselas.

En el encuentro han participado los eurodiputados Ramón Jáuregui (Grupo Socialista) y Enrique Calvet (Grupo Liberal), además de la corresponsal en Bruselas de la Cadena Ser, Griselda Pastor.

Video del debate en este enlace.

Cuba y el tren de la historia.

Cuando el tren de la historia se pone en movimiento, quienes tienen visión y altura de miras se suben a él, mientras el resto se queda en el andén y deja pasar la oportunidad. Al Parlamento Europeo le está sucediendo esto último con Cuba: las inercias del pasado no le permiten subirse al tren de futuro. A su alrededor, el resto de actores internacionales -incluido el Servicio Europeo de Acción Exterior - se están moviendo para adaptarse al viento de cambio que sopla en las relaciones con la isla. 

En el plano bilateral, el ejemplo más llamativo del cambio es el restablecimiento de relaciones con EEUU, que fue seguido del histórico encuentro entre Raúl Castro y Barack Obama en la Cumbre de las Américas de abril de 2015, y cuyo colofón será la visita del presidente norteamericano a La Habana a finales de este mes de marzo. Otras figuras de relevancia internacional, como los presidentes Renzi y Hollande, el ministro de Asuntos Exteriores alemán Franz-Walter Steinmeier o el papa Francisco también han visitado Cuba recientemente.

En el ámbito multilateral está sucediendo lo mismo. Destaca especialmente la iniciativa de la Unión Europea, que antes incluso de que EEUU cambiase su posición hacia Cuba había comenzado ya a negociar un borrador de Acuerdo de Diálogo Político y de Cooperación que, de aprobarse, cambiará profundamente la relación de Europa con la isla. En marzo está prevista la celebración de la séptima ronda de negociaciones, que podría de hecho ser la última. A falta de algunos detalles -unos más complejos de resolver que otros, aunque esperemos que ninguno constituya un obstáculo insalvable- es posible que el texto final esté listo antes del verano. Este es el objetivo de la Alta Representante para la Política Exterior de la UE, Federica Mogherini -que visitó la isla el año pasado en el marco de este proceso- y del equipo negociador europeo.

Para Europa, firmar este Acuerdo significaría superar inercias trasnochadas y dejar atrás definitivamente los fantasmas de la guerra fría; para Cuba, traspasar antiguos cordones sanitarios y ser considerado un actor más de la comunidad internacional. Resultaría erróneo pensar que el eventual acercamiento a Cuba es una cuestión meramente simbólica; no hay nada más pragmático en política internacional que abrir canales de diálogo. Identificar tanto las discrepancias como los elementos de acuerdo de las partes es esencial para limar suspicacias y empezar a construir a todos los niveles: económico y comercial, político, cultural, etc.

En resumen, la actitud de los distintos actores internacionales hacia Cuba se está transformando a gran velocidad. Sin embargo, el Parlamento Europeo sigue en el inmovilismo, atrapado en una postura que ha dejado de ser útil -si lo fue alguna vez- e incapaz de reaccionar y ponerse a la altura de las circunstancias.

La atadura que le paraliza es la llamada Posición Común que impulsó el Gobierno de José María Aznar allá por 1996, por la cual la UE condicionó su relación bilateral con La Habana a la realización de avances significativos en materia de democracia y derechos humanos en la isla. En la práctica, la Posición Común no logró más que congelar la interlocución con el Gobierno cubano -que la calificó de imperialista- sin lograr por el contrario ninguna mejora para la ciudadanía en el ámbito de los derechos y libertades. Es decir, fue un fracaso.

A día de hoy, el mantenimiento de la Posición Común es uno de los mayores obstáculos en la negociación del Acuerdo UE-Cuba. Dejarla atrás depende en buena medida de un cambio de actitud del Parlamento Europeo; la responsabilidad y el sentido de la historia nos urgen a hacerlo cuanto antes, mejor en marzo que en abril, y en todo caso antes del final de las negociaciones, puesto que cuanto más tardemos más se retrasará la firma del Acuerdo.

Del mismo modo, instaremos a que los Estados Miembros apoyen la transición económica y política en la isla a través de los diversos instrumentos financieros para la política exterior de la Unión, porque estamos convencidos de que este camino, el de la cooperación y la comunicación fluida, es el más adecuado para propiciar el cambio progresivo en Cuba. Queremos hacerlo desde el respeto a la soberanía de ese país, pero también desde la fidelidad a los valores democráticos y a los derechos humanos que caracterizan al proyecto europeo. Las dos partes tienen que dejar atrás prejuicios mutuos, suspicacias y victimismos para poder avanzar. 

Otros actores están trabajando en ese cambio de óptica, ¿por qué debe hacerlo el Parlamento Europeo? Primero, porque la Posición Común no ha servido para avanzar en la democratización de Cuba. Segundo, porque ha quedado vieja y anacrónica: los acontecimientos que vienen sucediendo en Cuba en los últimos meses la han dejado atrás, inservible. Tercero, porque muchos creemos que la apertura económica y comercial, la visita de millones de turistas, porque muchos creemos que la apertura económica y comercial, la visita de millones de turistas, la inversión extranjera, el espacio tecnológico que abren Internet y las televisiones, serán precursores de una apertura política inevitable. La democracia, las libertades, entrarán así en Cuba, pero será el pueblo cubano quien protagonice esa evolución.

Los socialistas queremos responder a esa pregunta con un sí rotundo que es una apuesta por el futuro. El Parlamento Europeo no debe dejar pasar el tren de la historia.

Publicado en El Huffington Post, 25/02/2016

23 de febrero de 2016

Intervenciones comisión AFCO. 22-23 de febrero 2016.


22/02/2016 Audiencia conjunta de las Comisiones LIBE y AFCO sobre el respeto de la democracia, los derechos fundamentales y el Estado de Derecho: la función del poder judicial.

   



23/02/2016 Mejorar el funcionamiento de la Unión Europea basándose en las posibilidades del Tratado de Lisboa.


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Referéndums peligrosos.

En los próximos meses, dos países europeos votarán en referéndum dos decisiones que tienen en jaque a la Unión Europea (UE). Los holandeses van a las urnas el próximo 6 de abril para votar si aceptan o no el acuerdo de asociación entre la UE y Ucrania. El referéndum no es vinculante, aunque todos sabemos la relatividad de esa condición, porque nadie hace lo contrario a lo que vota el pueblo, y es consecuencia de una iniciativa popular que logró reunir 446.000 firmas, superando así las 300.000 necesarias que establece la legislación holandesa para pedir la convocatoria de un plebiscito. El Reino Unido votará el próximo 23 de junio quedarse en una UE reformada o marcharse de ella, después de que el pasado fin de semana los otros 27 Estados miembros hayan tenido que aceptar la singularidad británica en una Europa menos integrada y menos solidaria. En este caso, se trata de una promesa electoral de Cameron, presionado por las corrientes antieuropeas del UKIP y de parte de su propio partido, que volverá a someter al pueblo británico (que ya votó en 1974) a este dilema sobre el ser o no ser europeo de los británicos. 

Las consecuencias de estas convocatorias y de sus resultados no son menores para la Unión, en un momento en el que todo el mundo considera que nos estamos jugando el futuro, amenazados como estamos, por una multicrisis cuyo epicentro vuelve a ser el nacionalismo retrógrado e insolidario que tantos daños provocó a Europa. «En Holanda ganará el ‘sí’ al tratado», nos dijo su primer ministro. Mark Rutte, en Estrasburgo cuando presentó el programa de su presidencia europea para este semestre. Pero, ¿cómo olvidar que la Constitución europea encalló en aquel referéndum holandés de 2005? La campaña por el referéndum contra Ucrania fue lanzada por el blog Geenstijl, el centro de estudios Forum voor Democratie (Foro para la Democracia) y la asociación Bugercomite UE (comité ciudadanos) a principios de septiembre. La iniciativa Geenpeil se opone a la expansión de la UE y asegura que el tratado de asociación con Ucrania dañará al sistema democrático holandés. 

La tragedia del avión de Malaysia Airlines, derribado en Ucrania con 193 pasajeros holandeses, pesará como una losa en el electorado y mi pregunta es: ¿por qué lo que han decidido 27 de los 28 países, quedaría bloqueado si los electores de un país de 16 millones de habitantes votan ‘no’? Desgraciadamente, la soberanía de la ciudadanía europea es inferior a la soberanía originaria de cada país. Algo parecido estableció el Tribunal Constitucional alemán cuando sometió a la ratificación del Parlamento alemán las decisiones económicas del Ecofin (Consejo de Asuntos Económicos y Financieros). 
En Ucrania hemos tenido una guerra a las puertas de Europa. El acuerdo de asociación acerca a Europa ese importante país, después de una serie de negociaciones dificilísimas con la Rusia de Putin, en la que las sanciones comerciales han tenido su efecto. Ofrecer un horizonte europeo a los deseos mayoritarios de los ucranianos es una obligación política y moral de la UE. Pues bien, después de toda esta ingente cantidad de esfuerzos políticos, negociaciones, sanciones (guerras incluidas en el Este de Ucrania), llegamos a un final y la Unión acuerda la asociación de Ucrania a Europa. Y ahora, ¿un referéndum nacional puede echarlo todo por la borda? ¿Es lógico? 
Con el referéndum británico sucede algo parecido. Cameron nos pide unas reformas de la Unión en el sentido contrario a lo que muchos queremos: más integración, más ciudadanía, más gobernanza económica, más coordinación fiscal... Más Europa en definitiva. Pues bien, supuestamente negociamos en contra de todo esto porque sabemos que el Reino Unido es fundamental en la Unión. Que sin el Reino Unido Europa pierde densidad económica, peso político, influencia geoestratégica... y muchas cosas más. 

El acuerdo del Consejo Europeo del 18 de febrero produce una sensación contradictoria. No nos gusta su contenido, pero era imprescindible para que gane el ‘sí’ en el referéndum. No nos gusta que el Reino Unido pueda limitar el número de trabajadores europeos que pueden acceder a su mercado laboral (vulneración clara del principio de libre circulación) y no nos gustan las limitaciones de sus ayudas sociales a los trabajadores no británicos (vulneración clara del principio de igualdad de los ciudadanos europeos). El resto es más simbólico y en parte retórico, aunque en la mala dirección, de más Estados y menos Europa. El problema es que son concesiones a una opinión pública movida por sentimientos antieuropeos muy primarios, que muy probablemente seguimos alimentando y que pueden acabar dando la victoria al ‘no’ a Europa, produciendo así un daño enorme e irreparable, primero, a los propios británicos ,y después, a toda Europa. 

Estas son mis dudas sobre la frecuente tentación de acudir a la consulta directa a los ciudadanos y la fuerza expansiva que está adquiriendo en el debate político el llamado derecho a decidirlo todo, con que la política democrática acaba trasladando al electorado respuestas binarias (‘sí’ o ‘no’) a problemas muy complejos. De hecho, volviendo al tema, los dirigentes de Holanda y Reino Unido, las fuerzas económicas, los medios y el establishment de ambos países creen que el ‘no’ a Europa sería catastrófico, pero quizás no puedan contra una corriente antieuropea que amenaza el futuro de una Unión supranacional modélica en plena globalización económica, financiera y comercial. Porque la verdadera amenaza del Brexit no es solo la marcha del Reino Unido. Es la puerta que dejan abierta a daneses, polacos… 
¿Qué nos falta? Sin duda un ‘demos’ europeo. Una narrativa de paz, progreso y libertad como la que durante la segunda mitad del pasado siglo empujó la construcción europea. Pero no solo. Lo que nos falta, además, es encontrar respuestas concretas y solidarias a nuestras crisis de hoy: la inmigración, el terrorismo, el empleo, la economía competitiva y la cohesión social. Nos faltan liderazgos europeos y cambios en la política económica, pero sobre todo vencer esta corriente de fondo suicida que se llama populismo nacionalista.

Publicado en el Correo, 23/02/2016

21 de febrero de 2016

Compliance: blá, blá blá

Siempre hemos dicho que la Responsabilidad Social de las empresas apela a un espacio social, laboral, medioambiental, ético en sentido amplio, superior al legal, es decir, relativo a un comportamiento en todos esos planos, tendente a la excelencia en sus relaciones con todos sus s​takeholders.​Ese “camino de perfección” es un proceso, con múltiples y sucesivas metas que van definiendo las responsabilidades “sostenibles” de la empresa en sus múltiples campos de actividad.

Desgraciadamente, hemos asistido a demasiados malos ejemplos de muchas compañías con actuaciones muy elogiables en el campo de las necesidades sociales, que convivían con prácticas laborales o medioambientales al borde de la legalidad o, abiertamente censurables. En particular, y después de los escándalos L​uksLeaks,​la ingeniería fiscal agresiva de las grandes compañías internacionales, especialmente las relacionadas con la economía digital, aunque no solo, ha venido defraudando a las Haciendas públicas de manera sistemática y reiterada, hasta el punto de reducir su tipo fiscal en sociedades a cifras ridículas. El hecho de que estas prácticas de algunas grandes ¿y prestigiosas? firmas y marcas comerciales se hayan producido simultáneamente a su marketing social o sostenible, está produciendo un daño enorme a la credibilidad de la RSE. Una vez más tenemos que repetir: “No me digas qué haces con tus beneficios. Dime cómo los obtienes”. El capítulo de la fiscalidad responsable ha entrado así en el corazón de los mínimos legales sobre los que construir una política honesta de RSE.

En la misma línea quiero denunciar una perniciosa reforma de nuestro código penal que entró en vigor en julio del año pasado, introduciendo una serie de mecanismos dirigidos a reducir o a excluir directamente la Responsabilidad Penal de las empresas.

En efecto, el código Penal introdujo en 2010, por primera vez en nuestro ordenamiento punitivo, la responsabilidad penal de las personas jurídicas y la medida respondió esencialmente a criterios político­criminales vinculados al fenómeno de la denominada criminalidad empresarial.

Esta novedad supuso una ruptura radical con el modelo anteriormente imperante en Derecho Penal español, fundado en el principio “s​ocietas delinquere non potes”.​El legislador español optó en este punto por el sistema claramente predominante en el Derecho comparado y en las referencias a los instrumentos jurídicos internacionales, que demandaban una respuesta penal clara para las personas jurídicas, sobre todo en aquellas figuras delictivas donde la posible intervención de las mismas se hace más evidente (corrupción en el sector privado, en las transacciones comerciales internacionales, pornografía y prostitución infantil, es trata de seres humanos, blanqueo de capitales, inmigración ilegal, ataques a sistemas informáticos...)

Unos años más tarde, el gobierno del PP, ha reformado aquellas disposiciones y el Código Penal reformado, que entró en vigor el 1o de julio de 2015, establece un procedimiento de exculpación a la Responsabilidad Penal de las empresas, si éstas establecen planes de prevención que acrediten la voluntad de la dirección de las empresas de evitar las conductas penales. Estas medidas de “compliance” son, en definitiva, planes organizativos de actuación interna que se elaboran por bufetes jurídicos y que formalmente se introducen en el funcionamiento de las empresas con el único objeto de blindar a todos los directivos y a las compañías mismas de las responsabilidades penales en que pudieran incurrir.

La nueva regulación siguiendo lo afirmado por el Consejo de Estado concede un margen de impunidad a las empresas y demás personas jurídicas “excesivamente amplio”, trasladando literalmente el sistema italiano que, exime de responsabilidad a las personas jurídicas que implanten los M​odelli di Organizzazione, gestione e controlo de modo efectivo; y en cuyo seno esté operativos O​rganismi di Vigilanza independientes de la administración de la empresa y con capacidad de vigilancia sobre ella.

Este cambio legislativo está suponiendo la misma r​evolución en la estructura interna de las empresas que supuso en Italia, pues tras su introducción las empresas están dotadas de los medios necesarios para poder ejercer una adecuada defensa en el caso de una imputación por delito.

La consecuencia de esta reforma pretende en definitiva, liberar a las empresas de una legislación estricta y exigente en el ámbito de su actuación hacia los otros, ofreciendo, eso sí, un nuevo negocio a los bufetes de abogados que se están hinchando a hacer planes de “compliance”.

¿Es éste el mejor camino para extender la cultura de la Responsabilidad Social de las compañías? Una cosa es aceptar la voluntariedad de esta cultura empresarial y otra, que los mínimos legales sobre los que ésta se constituye, se vayan devaluando progresivamente. Así, NO.

Publicado en Diario Responsable, 21/02/2016

19 de febrero de 2016

Unión Europea-Reino Unido. Un acuerdo vital.

Bruselas es desde ayer el escenario de la discusión sobre el Acuerdo entre la UE y el Reino Unido que dará luz verde a la convocatoria del Referéndum británico, probablemente en junio, para quedarse o irse de la Unión Europea.

La negociación de Tusk con Cameron ha terminado en un acuerdo que no gusta al federalismo europeo y que quizás, no contente a los británicos antieuropeos. Quienes queremos más Europa, más integración comunitaria, más coordinación y lealtad en la lucha contra el fraude fiscal, más policía europea frente al terrorismo internacional, más política solidaria de asilo e inmigración, mejor convergencia económica de la zona euro…quienes estamos, en definitiva, por una Europa que avanza y no retrocede en el sentido histórico de su integración, no podemos estar contentos.

No nos gustan esas retóricas declaraciones que relativizan la integración política de la Unión, ni ese maniqueísmo anti inmigratorio que rezuma la demanda británica de suspender sus ayudas sociales a quienes vayan al Reino Unido a buscarse la vida. No son éstas nuestras ideas sobre Europa, ni son éstas las respuestas que merecen las múltiples crisis que padecemos en Europa. Al contrario, estamos en la dirección opuesta y en valores de integración y cooperación federal.

Pero, como en otras muchas ocasiones en las que hay que elegir entre lo malo y lo peor, la victoria del 'no' a Europa en junio en Reino Unido, sería letal para una Europa gravemente amenazada por un neonacionalismo destructor y un populismo irresponsable. Ergo, al Consejo Europeo le corresponde dar la mano a Cameron y ponerle así al frente de una campaña que, junto a laboristas, sindicatos, empresas, City, medios de comunicación, etc., sea capaz de vencer ese sentimiento británico no europeo que tanto nos molesta y superar las encuestas, hasta obtener una mayoría que despeje esta gravísima incógnita europea.

Digo gravísima, no solo por los conocidos argumentos económicos y geoestratégicos que todo el mundo conoce sobre los daños que sufriríamos todos, los británicos y los europeos si Reino Unido se va de Europa, lo es mucho más, por la significación histórica de un país que deja la Unión, abriendo la puerta de salida a otros.

Cuando los vientos antieuropeos son tan fuertes en Francia, Holanda, Dinamarca, Polonia…Cuando en el Parlamento Europeo tenemos que razonar día tras día contra casi cien eurodiputados que no quieren Europa. Cuando la fragmentación nacional es más evidente que nunca en el fracaso de nuestra política de inmigración, o en la descoordinación policial o en las dificultades de colaboración interestatal en la lucha contra el fraude y la elusión fiscal. Cuando Europa sufre esta tentación neonacionalista en Hungría, Polonia, Francia…y el euroescepticismo avanza tan desgraciadamente. Cuando todo esto ocurre, lo último que podemos hacer es facilitar el No británico a una Europa que da su espalda a su singularidad.

La propuesta de Tusk no es perfecta, claro, como no lo son los resultados de las negociaciones antagónicas. Hubiéramos preferido evitar una disposición que afecta a la ciudadanía europea y a la igualdad de derechos de los europeos. Pero, en general, las disposiciones sobre gobernanza económica, competitividad y soberanía, son más retóricas/simbólicas, que cambios legales decisivos. En favor del acuerdo hay que destacar además que no hay reforma de tratados; que las reformas adoptadas afectan a todos los países por igual (es decir, no hay excepciones nacionales ni nuevos opt-outs) y que por supuesto, las reformas legales solo se abordarán después del Referéndum, es decir, solo si el Reino Unido se queda.

Naturalmente, habrá fuerzas que censuren el acuerdo UE-Reino Unido. Es muy cómodo y muy fácil el testimonialismo. Es muy frecuente escuchar reproches a los “privilegios” británicos en la Unión Europea y, claro, es más popular oponerse a algunas concesiones de la propuesta Tusk. Pero, quienes se sitúan en esas posiciones, tienen que asumir el riesgo de la derrota europea en el referéndum británico y defender después la Europa resultante.

No está de más recordar aquí la derrota de la Constitución Europea en Francia y Holanda en 2005, porque no era suficientemente europea o suficientemente progresista. Resultado: No hubo Constitución. Aquí pasa lo mismo. Defender ahora una Europa perfecta e íntegra que rechaza las demandas británicas, puede llevarnos a una Europa disminuida, con menos influencia geopolítica en el mundo, seriamente limitada en muchos de sus pilares (defensivo, exterior, comercial, etc.) y sin derechos sociales para los europeos que vivan en el Reino Unido. Peor aún, una Europa que inicia un camino no de ampliación, sino de reducción de sus Estados-Miembros.

No, el pragmatismo no es una posición tan cómoda como el populismo pero, ¿Qué habría sido de Europa sin él? ¿Cómo se resolvieron todos los problemas que ha ido superando la Unión a lo largo de su historia, sino a través de acuerdos pragmáticos?

El País, 19/02/2016

15 de febrero de 2016

Mucho de la RSC en España ha sido "cartón piedra". Entrevista 15/02/2016

España es un país que tiene una estadística de RSC "bastante brillante", pero la realidad que se oculta detrás del escaparate no es tan luminosa, según afirma el eurodiputado Ramón Jáuregui, para quien mucho de la realidad reportada por las empresas ha sido "cartón piedra".

En una entrevista con EFE-RSC, Jaúregui, uno de los pioneros en esta materia en España e impulsor de la legislación sobre Responsabilidad Social Corporativa (RSC) que vio la luz en 2011, afirma que la penetración de la idea en la realidad empresarial es "discutible" y "hay de todo".

A su juicio, "ha habido compañías que han hecho un trabajo muy intenso y otras que no se lo ha tomado en serio nunca".

"Creo que ha sido un poco cartón piedra mucho de todo esto, ha sido mucho de imagen, porque la idea reputacional ha presidido la implantación" de la RSC, "pero su conversión, su implementación en las estrategias de las compañías deja mucho que desear".

¿En España hay más Márketing social que conciencia social? "En general, en todas partes", sentencia Jáuregui, para quien "no se puede ser competitivo en el mundo global en el que estamos si no eres muy responsable en todos los ámbitos".

Y ¿quién hace de palanca? ¿quién mueve a las empresas?. La experiencia nos demuestra que "el consumidor no ha sido como creíamos una palanca potente de impulso a la RSE (Responsabilidad Social Empresarial)", dice Jáuregui, que destaca que aunque las estadísticas muestren que el consumidor quiere comprar de manera responsable, lo cierto es que compra "bueno, bonito y barato", si puede ser.

Por el contrario, para Jáuregui, en el ámbito financiero, y sobre la base de que el capital se va popularizando y que los fondos y los bancos reciben el ahorro de muchos ciudadanos, la exigencia informativa de la veracidad de las compañías en las cuentas, en los ránking bursátiles, se ha convertido en un "poderoso" impulso a la transparencia.

"La exigencia informativa y de transparencia sobre la naturaleza del negocio, lo que llaman el reporte integrado, está adquiriendo tal fuerza que está obligando a las compañías a ser cada vez más transparentes", añade, para quien Volkswagen es un buen ejemplo de ello: "Detectada en un fraude, su reputación no está siendo percibida tanto en la venta de los coches como en la valoración financiera de sus acciones".

Sobre cómo ha influido la crisis en el desarrollo de la RSE, para Jáuregui, por un lado, ha destruido muchos de los esfuerzos que las empresas habían estado haciendo en favor de la RS, pero también ha desnudado la responsabilidad social concebida desde una perspectiva de una 'technicality' reputacional o simplemente comercial.

Lo que sigue fallando, considera Jáuregui, es la falta de índices de censura pública objetivos.

Sobre si es necesaria una nueva regulación en España, el ex ministro se muestra crítico. Con el Gobierno del PP, que "paralizó" el desarrollo de la Ley de Economía Sostenible y el Consejo Estatal de Responsabilidad Social de las Empresas (CERSE); con la CEOE, que "nunca quiso" este Consejo y "nunca ha apoyado una política de RS en serio"; con el sindicalismo, que "no lo ha incorporado a su agenda reivindicativa"; con los medios de comunicación, que "prácticamente ya no informan", o las ONG, que han dejado de examinar las memorias.

Sobre qué se puede hacer, el eurodiputado aboga por beneficios, de tipo fiscal, a los comportamientos de las empresas "especialmente sostenibles o responsables" y por fomentar la cultura de la RS con medidas "obligatorias", en aspectos como la regulación de la información.

En cualquier caso, a su juicio, son los sectores económicos los que tienen que ponerse de acuerdo para establecer cuáles son sus estándares de responsabilidad social.

"No es lo mismo -explica- aplicarlo al textil que a los bancos, a las fábricas de coches que a las ingenierías. Cada empresa es un mundo, de manera que la recomendación europea en este sentido va en la línea de que cada sector tiene que ser capaz de construir sus parámetros".

Para el ex ministro, en general, las empresas españolas lo han hecho bien fuera, sobre todo si nos centramos en Latinoamérica, pero se ha perdido la oportunidad de "dar una imagen de marca a la presencia internacional de España, cosa que -asegura- podríamos haber hecho".

"El esfuerzo que hemos hecho por parte de las compañías españolas(...), todo ese paso gigantesco de modernización en los servicios no ha ido acompañado de una etiqueta, de una marca", afirma Jaúregui, para quien esto no quiere decir que "lo hayan hecho mal".

A su juicio, en general el comportamiento a favor de las clases profesionales propias en cada uno de esos países, a través sobre todo de la formación, "ha sido enorme", pero "hemos perdido la identificación de una marca España por el buen hacer".

Pese a ello, Jáuregui considera que en este terreno "no está todo perdido" y aún hay una oportunidad para las compañías españolas.

En conclusión, pese a su mirada crítica a la situación de la RSC en España y en Europa, el ex ministro sigue viendo abierta una "puerta a la esperanza" porque los movimientos de fondo de la sociedad siguen siendo muy exigentes y sigue habiendo "impulsos de demanda de exigencia social a las compañías que no les van a permitir ser competitivas en un mundo global si no son sostenibles ni socialmente responsables". EFE-RSC


12 de febrero de 2016

"Todos los problemas de Europa, reclaman mas Europa"


Usted ha señalado recientemente el hecho de que no estamos atravesando una crisis sino varias, aludiendo al concepto de “multicrisis”. ¿Podría explicarnos brevemente dicha teoría? 

Se extiende por Europa la sensación de que las crisis se acumulan en Europa. A la crisis económica que comenzó en 2008/2009, se añadieron sucesivas crisis del Euro y de la Gobernanza económica de la moneda común. Ya en esta Legislatura vino la crisis con Rusia y un país enorme e importante en el medio: Ucrania. Le siguió la crisis de Oriente Medio en Siria-Irak-Libia y el enorme problema planteado con una masiva inmigración a Europa a través del Mediterráneo. Ahora estamos pendientes del Brexit, es decir, del referéndum británico para que el Reino Unido decida quedarse o irse de Europa. Y, en medio de todo ello, el miedo masivo y comprensible al terrorismo, una nueva guerra contra Europa y sus valores que ha puesto en jaque nuestra seguridad ciudadana y amenaza la libertad de movimientos y sin fronteras de los europeos. A eso le llamamos crisis múltiple de Europa y no es para menos. 

Por un lado se camina hacia la unión bancaria, se buscan vías de armonización fiscal que evite competencia desleal entre los estados miembros, la amenaza del terrorismo internacional impulsa la creación de unidades europeas de información y análisis contraterrorista. Por otro lado, crecen los ejemplos de pulsión nacionalista antieuropea (Frente nacional Francés, Amanecer Dorado griego). ¿Más Europa o menos Europa? 

Así es. El mal de Europa en el Siglo XXI vuelve a ser el Nacionalismo. Nacionalismos periféricos en los Estados que quieren crear nuevos Estados; Nacionalismos estatales que no quieren ceder soberanía a Europa y; nacionalismos populistas y antieuropeos que combaten abiertamente la Unión y propugnan su desaparición. Sin embargo, todos los problemas de Europa reclaman “más Europa”. Desde el combate al terrorismo –que reclama más policía europea– a la gobernanza del Euro –que reclama más unión bancaria y fiscal y más convergencia económica–, todo nos empuja a hacer más unidad e integración europea. Esa es la paradoja insufrible que vive Europa y que nos hace elevar nuestra voz de alarma a quienes creemos en una Europa Federal como destino lógico de este proceso.

Hace una par de semanas se le preguntó a la comisaria de Competencia, la danesa Margrethe Vestager, si creía que había paraisos fiscales en la UE, pregunta que eludió con una inteligente broma: “Para mí un paraíso fiscal es aquel donde todos pagan los impuestos que les corresponden”. ¿Cree usted que existen dichos paraísos fiscales (en el término“serio” de la expresión)en el seno de la UE?

Por supuesto, existen y son demasiados. Hay paraísos fiscales en varias islas del Canal y en algunos espacios internos de la Unión, con soberanía fiscal y gran opacidad que atraen fortunas y negocios en perjuicio de países vecinos. Hay países de la propia Unión que hacen acuerdos fiscales (Rullings), con empresas y fondos financieros para reducir sus impuestos a cambio de localizaciones fiscales y físicas fraudulentas.
Todo ello está impulsando, sin embargo, una ofensiva política enorme en favor de grandes causas de una fiscalidad justa: La coordinación informativa entre los Estados miembros, el fin del secreto bancario, la unificación de las bases del Impuesto de Sociedades, el pago de los impuestos país por país, el combate a los paraísos y más adelante la armonización de los tipos fiscales. Se trata de una larga marcha, pero los socialistas la hemos iniciado con convicción y con fuerza.

A raíz de los atentados yihadistas de París del pasado 13 de noviembre, se mostró muy crítico con la política llevaba a cabo desde Europa contra dicha amenaza. ¿En qué se ha fallado?

Los atentados masivos empezaron en septiembre de 2001 en Nueva York. Luego vino Madrid 2004 y los últimos, París 2015. Mi censura es que quince años después de haber constatado trágicamente una amenaza con el mismo origen organizativo e ideológico, las policías europeas no se coordinan y no tienen ninguna organización común de análisis de la información y de la ejecución contraterrorista. El enfado francés contra Bélgica a raíz de Bataclan (noviembre 2015) es comprensible y pone en evidencia esta crítica. No olvidemos que no se trata de una guerra de bombas sino, de un combate de inteligencia policial. ¿Para cuándo un FBI europeo? 

Del mismo modo, ha criticado en su última intervención en la Comisión Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo que en muchas ocasiones el propio Consejo de la UE actúa como freno a las corrientes europeístas que emanan de los distintos países. ¿Cómo puede ser esto posible? 

Lo es porque los Estados miran sus propios intereses y están preñados de un neonacionalismo peligroso. Lo es porque muchas decisiones requieren unanimidad. Lo es, porque no hay un liderazgo europeísta claro. Hay muchas razones que lo explican, pero la realidad es que hoy muchas medidas que la integración europea demanda, no se alcanzan por la razones que hemos expuesto. 

Para terminar con asuntos de índole europea, en junio del pasado año el 66% de los británicos, a favor del ‘sí’ a la Unión Europea, aunque parece que la crisis de los refugiados y la crisis de Grecia han alimentado en los últimos meses el euroescepticismo. ¿Cuál es su apuesta: sí o no del Reino Unido a la UE? 

Que el Reino Unido siga en Europa es vital. Pero las encuestas no son tan favorables en este momento. La negociación de la reforma que nos ha pedido Cameron es clave y la campaña en favor del Sí de los partidos británicos favorables a quedarse (laboristas sin fisuras y conservadores a medias), será clave. 
Cuando conozcamos los términos exactos del acuerdo UE-UK, podré opinar mejor. Pero quede clara una idea: El Sí británico es clave para el futuro de Europa. Perder al Reino Unido debilita mucho a la UE y abre la puerta a oros. Por eso, los esfuerzos europeos para que gane el Sí, deben entenderse en esa dimensión.

En su intervención del pasado mes de noviembre en Santiago en el marco del XXXI Seminario Internacional del Comité de Integración Latino Europa-América (CI- LEA), llamó usted la atención sobre el hecho de que China aprovechó la indolencia de Europa en América latina en la última década, colonizando nichos de mercado en varios países emergentes.
¿Puede representar el frenazo que se está sufriendo actualmente el gigante asiático una oportunidad para que Europa recomponga los lazos que tradicionalmente le han unido a América latina?

Europa sigue siendo el primer socio comercial inversor y cooperante en América Latina pero, es verdad que hemos perdido peso y oportunidades en los últimos años. Los EEUU se están reposicionando en América Latina a través de su acuerdo con Cuba. A su vez, América Latina es muy importante para nuestros mercados, para nuestras empresas y para nuestro círculo histórico y cultural.
Por supuesto, la Unión Europea debe seguir su línea de acuerdos comerciales con América Latina y, en ese sentido, yo destacaría las negociaciones con MERCOSUR. Un acuerdo de la UE con Argentina y Brasil es imprescindible para ambos Continentes. 

Entrando ahora en temas “internos”: las elecciones generales de diciembre han dejado un panorama tan confuso que puede incluso abocar a una nueva convocatoria en primavera. ¿Qué análisis hace desde su gran experiencia política de este“sudoku parlamentario”?

 España está necesitada de serias reformas y grandes acuerdos para ellas. Cataluña, la Constitución, la fiscalidad, el mercado laboral, a Universidad y la Ciencia…son temas que no pueden esperar y llaman a la política española. Pero casi todo camina en contra: la fragmentación política, la falta de diálogo serio y pragmático, la corrupción, la antipatía que ha generado el PP, el afán de “Sorpasso” de Podemos al PSOE… Estoy razonablemente preocupado y no hay que descartar nuevas Elec- ciones. 

¿Cómo observa la fuerte irrupción de las nuevas formaciones en el arco parlamentario? 

Las nuevas formaciones apuntan tres cosas buenas: 1) La institucionalización por la política de la protesta y la indignación producidas por la crisis. Es bueno que esos sentimientos hayan confluido a la política y a los partidos. 2) Un impulso regeneracionista necesario en la política española. 3) Un cuadro político más amplio que excluye a los nacionalistas como únicos partidos bisagra del sistema. Pero, por el contrario se observa un complicado y fragmentado abanico parlamentario y una peligrosa división del voto de la izquierda, quele puede llevar lejos del gobierno, si la inquina antisocialista de Podemos permanece.

Por último, y agradeciéndole su amabilidad, pues somos conscien- tes de lo cargado de su agenda; ¿Qué perspectivas económicas vislumbra en el año que hemos comenzado para Europa y España? 

Tenemos tarea para rato. El ajuste presupuestario no acaba porque seguimos con un alto déficit y una deuda pública alta. Creceremos pero levemente; nos costará bajar del 10% del paro y las claves competitivas del futuro, no las estamos abordando: economía digital y ciencia, calidad de nuestra formación, bajos salarios y baja productividad, fiscalidad injusta e insuficiente… 

Las bajas tasas de crecimiento de la Unión y del Mundo, no ayudan y la equivocada política de austeridad impuesta por Alemania a la política europea, tampoco. No soy pesimista. Creo en el país. Pero me preocupa que no estemos a la altura de los retos y de los esfuerzos colectivos que debemos hacer para ser un país de primera. Y, no olvidemos que el tiempo no se para y que nadie espera a nadie.

Entrevista realizada para la revista  O Economista. Enero 2016.
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