14 de marzo de 2018

Intervenciones Pleno dia 14/03/2018


Base imponible consolidada común del impuesto sobre sociedades








Responsabilidad social de las empresas (debate)



13 de marzo de 2018

5 de marzo de 2018

Claves para el futuro del PSOE.

A pesar de que la derecha política española se ha dividido en dos partidos, PP y Ciudadanos, el PSOE no emerge como alternativa de gobierno todavía. Naturalmente, hay mil explicaciones y otras tantas propuestas Las mías tienen que ver con cuatro claves.

 El centro sociológico español es cada vez más amplio e intergeneracional. No hemos querido ni sabido defender nuestros legados, incluida la gestión de la crisis y la disputa ideológica con Podemos autoafirmándonos reiteradamente “somos la izquierda”. Y eso nos está alejando de un electorado de centro progresista. Hemos olvidado una regla experimentada en todas nuestras victorias electorales: la izquierda nos vota —aunque nos considere de centro— cuando somos la alternativa a la derecha. Es decir, el voto útil de toda la vida. Si nuestra estrategia es disputar el voto de la izquierda y no ganar el centro, perderemos el liderazgo de la alternativa y dejaremos de ser un partido de mayorías.

La modernidad no es reivindicarse como el nuevo PSOE, sino ofrecerse a las generaciones nacidas a finales del siglo pasado liderando los debates y las soluciones del siglo XXI. El PSOE ha hecho un cambio generacional necesario. Nuestros dirigentes, jóvenes y preparados, son socialistas de muchos años. Pero sus encomiables y comprensibles esfuerzos por disputar la modernidad a quienes lo son simplemente porque son nuevos, deben dirigirse a liderar el mundo que viene, a ofrecer respuestas a las incertidumbres de una globalización desregulada y a las innovaciones disruptivas de la revolución tecnológica. Este espacio está vacío porque ni Podemos ni Ciudadanos han incorporado nada nuevo a estos debates y su tiempo de gracia se está acabando. El nuevo PSOE debe ser un partido que arriesga e innova en sus alternativas para defender sus principios de siempre.

 Generar confianza social en la gestión económica y ser solventes ante los mercados. No digo someterse a ellos, sino regularlos con orden y rigor. Ofrecemos demasiadas dudas en estos campos y necesitamos más y mejores referentes personales en estas materias. El gran objetivo es la igualdad, pero nuestra revolución es un reformismo inteligente. Nuestra voluntad redistributiva está acreditada, pero nuestra capacidad para asegurar el crecimiento choca con nuevos límites y contradicciones en la economía globalizada. Criticamos la preocupante reaparición de la desigualdad, pero nuestras soluciones contra ella no son suficientemente conocidas o no están experimentadas. Toda la izquierda europea busca soluciones a estos y otros dilemas, pero nos equivocaremos si proponemos viejas recetas a la sociedad en Red y del Internet de las cosas. Hay una izquierda antigua, con propuestas viejas, del siglo pasado, aunque las hagan los recién llegados. El anticapitalismo sin alternativas no nos pertenece. Lo nuestro es indagar en las nuevas fórmulas predistributivas y liderar la fiscalidad internacional para combatir la desigualdad. Regular el comercio internacional, crear un nuevo marco laboral, limitar y regular el capitalismo financiero, innovar en derechos y deberes de la Red, asegurar la igualdad y la cohesión social en la nueva sociedad tecnológica...

Tenemos que revisar nuestro proyecto territorial. Los acontecimientos de Cataluña están alterando las bases de nuestra apuesta conciliadora y pactista con los nacionalismos. Si el nacionalismo catalán insiste en su ruptura unilateral independentista y el nacionalismo vasco nos plantea la autodeterminación (aunque venga envuelta en el celofán del eufemístico derecho a decidir), el PSOE debe asumir su liderazgo y protagonismo en una firme defensa del Estado, de sus reglas y de sus instituciones. Seguiremos tendiendo la mano al pacto con las fuerzas políticas representativas de nuestras comunidades autónomas, pero nuestra oferta reformista de la Constitución (Título VIII) y los Estatutos debe reequilibrarse con la experiencia de casi 40 años de autogobierno, con los crecientes sentimientos discriminatorios que expresan cada vez más ciudadanos de España y con las prevenciones que debemos tomar ante el uso y el fin que el independentismo ha hecho de algunas instituciones autonómicas. Aprender de lo ocurrido es obligado.

Hay más cosas, pero si estas reflexiones enriquecen nuestro debate y generan otros, doy por cumplidos mis objetivos con estas líneas.
 
El País, 5/03/2018

4 de marzo de 2018

RSE en España hoy: balance de 10 años y propuestas de futuro.Diario Responsable.



Hoy, El Diario El País, publica un artículo, con el titulo “RSC es España, propuestas de futuro”. En Diario responsable publicamos la versión integra de ese mismo artículo con el título -“RSE en España hoy: Balance de 10 años y propuestas de futuro”- y extensión con el que fue redactado inicialmente por sus autores Juan José Almagro, Alberto Andreu, Marta de la Cuesta, Jordi Jaumà, Ramón Jáuregui e Isabel Roser.

En septiembre de 2007, un grupo de amigos -profesionales, profesores, periodistas, políticos- hicimos público un Manifiesto por la Responsabilidad Social de las Empresas (RSE), una voz ideológicamente plural que trasmitía un mensaje lleno de razones para impulsar una nueva forma de gestionar las organizaciones. Diez años después, con la humildad de no representar mas que lo que somos, y a pesar de un balance lleno de claroscuros, seguimos creyendo en la RSE y queremos hacer un balance y ofrecer, como entonces, algunas propuestas de futuro:
Balance de diez años

Es difícil analizar la evolución de la RSE sin considerar dos hechos: la crisis económica de 2008, que ha incrementado la desigualdad en España y ha empobrecido gravemente el empleo; y la revolución digital, que está cambiando la economía, la sociedad y la persona. Con estas referencias, y con la humildad de no representar nada más que lo que somos, hoy queremos decir:

1.- Conceptualmente, la RSE, que nació para favorecer una globalización íntegra reduciendo impactos sociales, laborales y ambientales, no ha terminado de ocupar ese espacio. Si preguntamos a “no expertos”, comprobaremos que la RSE se sigue asociando más a filantropía y a marketing social, que a integridad. Un dato avala esta afirmación: cerca del 50% de las áreas de RSE del IBEX 35 (las más avanzadas en este campo) dependen de comunicación o relaciones instituciones. En definitiva, aún no ha calado que la RSE no tanto tiene que ver con lo que se dona a causas sociales, sino con la manera en la que toman las decisiones para generar los ingresos de manera sostenible y honesta.

2.- La RSE no ha penetrado las políticas públicas. Al comenzar la crisis de 2008, hubo notables referencias a la RSE por los fallos de gestión empresarial. El G-20, en su reunión de Pittsburgh en 2009, reclamó más transparencia y regulación para las entidades financieras. Pero la salida de la crisis ha olvidado las lecciones que debimos aprender de su origen. Las políticas públicas de fomento de la RSE nunca llegaron a ser importantes y hoy son testimoniales. La ecuación competitividad-responsabilidad no preside las políticas para la modernización económica o para la innovación social. Las administraciones públicas que practican la RSE en el seno de sus actividades son la excepción, no la regla.

3.- La credibilidad social de la RSE ha descendido por la crisis financiera. Las expectativas abiertas a comienzos de siglo se han atenuado enormemente. Muchos ciudadanos atribuyen a empresas y directivos, comportamientos poco responsables e incoherentes con las proclamas de RSE de sus marcas. En toda Europa las condiciones de trabajo empeoran. El paro (especialmente entre jóvenes y mujeres), el incremento de las desigualdades, la reducción del gasto en protección social, han generado un clima de desafecto social al sistema institucional, que ha reducido la empatía con las compañías. Todo ello pone en duda el potencial de la RSE como base de una economía más social o, como algunos todavía pretenden, de una Economía del Bien Común.

4.- A pesar de que la RSE es un instrumento voluntario, los principales avances se han producido por la ley y la autorregulación. El reporte de información no financiera (temas ambientales, sociales y relativos al personal; respeto de derechos humanos; lucha contra corrupción y soborno; cadena de suministro,…) se ha acelerado por la Directiva Europea sobre información no financiera y diversidad, (recientemente traspuesta en España por un Decreto Ley). La involucración del Consejo de Administración es consecuencia de la Ley de Sociedades de Capital,(que atribuye al Consejo la responsabilidad indelegable de la política de RSE, control y supervisión incluidos) y del Código de Buen Gobierno. La responsabilidad penal de los administradores por inadecuada gestión y el refuerzo de las áreas de cumplimiento se ha impulsado con la Reforma del Codigo Penal. Y la incorporación de las cláusulas sociales en los Contratos Públicos se ha consolidado con la Ley de Contratos del Sector Público.

5.- El Consejo Estatal de la Responsabilidad Social Empresarial, CERSE, creado en 2008, ha sido “congelado”. La Estrategia Española de RSE 2014-2020 aprobada por el Ministerio de Empleo es un conjunto de recomendaciones genéricas sin potencial para impulsar cambios diferenciales. Una política de estímulo a la RSE debería contemplar medidas para potenciar el papel de los stakeholders (consumidores, inversores, medios de comunicación, compras públicas, etc). Se ha dicho que la RSE no avanzará si no hay una sociedad exigente y una ciudadanía responsable. Pero esos valores no surgen por generación espontánea, sino como consecuencia de políticas integrales que las fomentan.

6.- La “cultura RSE” ha recorrido espacios sociales muy estimables. En la academia, la formación ha evolucionado positivamente. La sociedad civil, sindicatos, ONG, consumidores, medios de comunicación, etc., han acogido la idea con interés desigual. El sector profesional -consultores, responsables de RSE, etc.- ha crecido al amparo de una fuerte demanda durante los primeros años, aunque se ha atenuado últimamente. Sin embargo, el mundo empresarial, salvo excepciones, no ha liderado este movimiento y sus organizaciones representativas han mostrado desinterés, cuando no rechazo, a las nuevas demandas de RSE.
Líneas de avance

Hasta aquí, el balance. Queremos ahora proponer unas líneas de avance para la RSE que conviene recordar. Son éstas:

1.- Es necesario promover la incorporación de políticas y principios de RS en las aulas y, singularmente, en el proceso de toma de decisiones (Gobierno Corporativo y cultura empresarial) de las empresas y las instituciones para conseguir su necesaria transformación en organizaciones ciudadanas. Mas allá del cumplimiento de la ley, hay un horizonte ético de responsabilidad sin el cual la vida en común es, y así será si no lo remediamos, imposible.

2.- Combatir y castigar la corrupción y profundizar en la transparencia. La corrupción es el principal enemigo del Estado Social y Democrático de Derecho, de la economía de mercado y de la innovación. Además del impacto negativo de la corrupción en el PIB -que la Universidad de Las Palmas ha evaluado en 39.500 M€- esta lacra mata la Innovación, destruye la competitividad y corrompe la democracia. La transparencia no solo es hoy un imperativo social sino, ademas de una obligación, el mejor antídoto contra la propia corrupción.

3.- Combatir la desigualdad. Aunque la pobreza se ha reducido globalmente, la desigualdad ha aumentado. La pobreza en España aumentó 14 puntos entre la población en riesgo de exclusión social, debido a la disminución de los ingresos medios y la pérdida de poder adquisitivo, en particular por la contracción de las rentas del trabajo. En términos empresariales, la desigualdad se hace patente en las diferencias salariales: las mujeres cobra
un 22 por ciento menos que sus compañeros varones y, según datos de Intermon Oxfam, un primer ejecutivo de una empresa del IBEX-35 gana 112 veces el sueldo medio de la compañía, y 207 veces el sueldo más bajo.

4.- Promover una fiscalidad transparente libre de paraisos fiscales. La evasión de impuestos limita el gasto social, reduce la financiación de infraestructuras, genera competencia desleal, redirecciona la inversión extranjera hacia otros territorios y perjudica a las rentas más bajas. Afortunadamente, ya están surgiendo nuevas exigencias de información fiscal tras la entrada en vigor del Informe Fiscal/ País, establecido por la iniciativa BEPS2 de la OCDE y el G20, y el Parlamento Europeo está impulsando nuevas exigencias legales que obliguen a grandes empresas a reportar sus contribuciones tributarias a nivel país.

5.- Abordar los nuevos debates éticos que plantea la robotización y la Inteligencia Artificial. Ya no hay estrategias digitales de RS sino estrategias de RS en un mundo digital. La RSE debe ayudar a dar respuesta a algunos interrogantes: ¿Cómo se abordará la sustitución de mano de obra humana por robots? ¿Cómo reducir las desigualdades por acceso a la tecnología y a la educación en nuevas competencias? ¿Cómo protegernos de los algoritmos con sesgos discriminatorios? ¿Cómo mantener el control humano sobre la inteligencia artificial?...

6.- Generar un sistema legal internacional de protección y cumplimiento de las convenciones internacionales de Derechos Humanos. La descentralización productiva a países con instituciones democráticas socialmente débiles, y los impactos de la industria extractiva de recursos naturales, están generando una gravísima problemática sociolaboral y medioambiental en demasiados países. Los planes nacionales para implementar los Principios Rectores de Naciones Unidas son demasiado voluntaristas y los acuerdos sectoriales de grandes empresas, o no existen o no funcionan.

7.- Impulsar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Los ODS han servido para definir la agenda de desarrollo hasta el año 2030. Suponen un compromiso holistico de cambio de modelos de negocio, coherencia de políticas públicas y de alianzas público privadas. Representan la Nueva Era de la RSE… y son nuestro objetivo común. Solo hace falta trabajo conjunto y voluntad política, y ya hemos “perdido” casi tres años...

Juan Jose Almagro, Alberto Andreu, Marta de la Cuesta, Jordi Jaumà, Ramón Jáuregui e Isabel Roser.

Diario Responsable. 4/03/2018

RSC en España: propuestas de futuro.

1. Es necesario promover la incorporación de políticas y principios de RSC en las aulas y, singularmente, en el proceso de toma de decisiones (gobierno corporativo y cultura empresarial) de las empresas y las instituciones para conseguir su necesaria transformación en organizaciones ciudadanas. Más allá del cumplimiento de la ley, hay un horizonte ético de responsabilidad sin el cual la vida en común es, y así será si no lo remediamos, imposible.
2. Combatir y castigar la corrupción y profundizar en la transparencia. La corrupción es el enemigo del Estado social y democrático de derecho, de la economía de mercado y de la innovación. Además de su impacto negativo en el PIB —que la Universidad de Las Palmas ha evaluado en 39.500 millones de euros—, esta lacra destruye la competitividad y corrompe la democracia. La transparencia no solo es hoy un imperativo social, sino, ademas de una obligación, el mejor antídoto contra la propia corrupción.
3. Combatir la desigualdad. Aunque la pobreza se ha reducido globalmente, la desigualdad ha aumentado. La pobreza en España aumentó 14 puntos entre la población en riesgo de exclusión social, debido a la disminución de los ingresos medios y la pérdida de poder adquisitivo, en particular por la contracción de las rentas del trabajo. En términos empresariales, la desigualdad se hace patente en las diferencias salariales: las mujeres cobra un 22% menos que sus compañeros varones y, según datos de Oxfam Intermón, un primer ejecutivo de una empresa del Ibex 35 gana 112 veces el sueldo medio de la compañía y 207 veces el sueldo más bajo.
4. Promover una fiscalidad transparente libre de paraísos fiscales. La evasión de impuestos limita el gasto social, reduce la financiación de infraestructuras, genera competencia desleal, redirecciona la inversión extranjera hacia otros territorios y perjudica a las rentas más bajas. Afortunadamente, ya están surgiendo nuevas exigencias de información fiscal tras la entrada en vigor del Informe Fiscal/País, establecido por la iniciativa BEPS2 de la OCDE y el G20, y el Parlamento Europeo está impulsando nuevas exigencias legales que obliguen a grandes empresas a reportar sus contribuciones tributarias a nivel país.
5. Abordar los nuevos debates éticos que plantea la robotización y la inteligencia artificial. Ya no hay estrategias digitales de RS, sino estrategias de RSC en un mundo digital. La RSC debe ayudar a dar respuesta a algunos interrogantes: ¿Cómo se abordará la sustitución de mano de obra humana por robots? ¿Cómo reducir las desigualdades por acceso a la tecnología y a la educación en nuevas competencias? ¿Cómo protegernos de los algoritmos con sesgos discriminatorios? ¿Cómo mantener el control humano sobre la inteligencia artificial?…
6. Generar un sistema legal internacional de protección y cumplimiento de las convenciones internacionales de derechos humanos. La descentralización productiva a países con instituciones democráticas socialmente débiles y los impactos de la industria extractiva de recursos naturales están generando una gravísima problemática sociolaboral y medioambiental en demasiados países. Los planes nacionales para implementar los Principios Rectores de las Naciones Unidas son demasiado voluntaristas, y los acuerdos sectoriales de grandes empresas o no existen, o no funcionan.
7. Impulsar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Los ODS han servido para definir la agenda de desarrollo hasta el año 2030. Suponen un compromiso holístico de cambio de modelos de negocio, coherencia de políticas públicas y de alianzas público-privadas. Representan la nueva era de la RSC… y son nuestro objetivo común. Solo hace falta trabajo conjunto y voluntad política, y ya hemos “perdido” casi tres años…

Juan Jose Almagro, Alberto Andreu, Marta de la Cuesta, Jordi Jaumà, Ramón Jáuregui e Isabel Roser.
 
El País, 4/03/2018.

2 de marzo de 2018

Mejor, callaros.

Estamos encantados de que ETA se disuelva. Estamos felices de que desaparezca. Pero, por favor, que se vaya discretamente. Su error y sus horrores pesarán en un relato que solo puede ser el de la verdad.

El vacío informativo que ha acompañado al documento que, al parecer, ha elaborado ETA sobre su futura disolución y la falta de reacción que suscitó en las fuerzas políticas vascas son la mejor prueba del desprecio que mereció ese documento. He dudado mucho sobre los inconvenientes de dar pábulo a ese panfleto, pero creo que, en nombre de muchos, merece una respuesta.

Es muy evidente que el verdadero propósito de sus autores es explicar a su gente su disolución aludiendo a un cambio de estrategia. Pero en el fondo, bajo la apariencia de un documento para el debate, solo hay un desesperado intento de autojustificación histórica y una patética reivindicación de su papel e influencia en el objetivo independentista. En el fondo, todo es mentira y ellos lo saben.

ETA dice que «no renegará de su aportación». ¿A qué aportación se refieren? No hace falta repetir lo que todos los vascos sabemos y hemos dicho mil veces sobre los daños que nos han causado a lo largo de estos últimos cincuenta años, incluidos los que se produjeron a sí mismos. Pero incluso para los que militan en el campo independentista, ¿cuál fue su contribución a su causa? ¿Qué aportaron con sus asesinatos a la lucha obrera? Pues bien, quienes debaten ese papel deberían preguntarse si las aportaciones de ETA a esos objetivos han ayudado o perjudicado su conquista. Pueden incluso mirar a Cataluña y reflexionar al efecto.

Tan evidente es que han sido una rémora y una fuerza retardataria que fue su propio brazo político quien les mandó parar y quien, probablemente, les está escribiendo las esquelas de su defunción. Dicen que en estos sesenta años se ha producido «una recuperación nacional» y que «el independentismo de izquierda ha colocado las bases suficientes para avanzar en el camino de la libertad». Pero ¿de qué país hablan? ¿Del que expresa el menor porcentaje de apoyo a la independencia de los últimos cuarenta años?

Con frecuencia recuerdo el debate que se produjo en ese mundo en los comienzos de la democracia y de la autonomía, a finales de los setenta, cuando rechazaron los sucesivos pasos que otros estábamos dando para construir un Estado Social y de Derecho, las libertades, la democracia, los derechos humanos y el autogobierno. ¡Con qué desprecio nos miraban! ¡Cómo descalificaban lo que ellos llamaban una democracia ‘militar’ y un autogobierno de cartón-piedra! ¡Con qué virulencia desplegaron sus armas para asesinar a casi cien personas cada año! Me pregunto y les pregunto: ¿cómo habría sido nuestra vida si hubieran hecho caso a algunos de sus líderes que hicieron el meritorio recorrido de la cárcel a la política y a la democracia, como el recordado Mario Onaindia, entre otros?

Nos perdonan la vida diciendo que ETA «ha renunciado siquiera a intentar imponer la integridad de su relato». Vano intento, añado yo. ¿Creen posible cambiar la historia? Sería algo parecido a los negacionistas que pretenden cuestionar el Holocausto, el asesinato de seis millones de judíos por los nazis. Nunca, nadie, podrá negar que mataron injustamente a más de 800 personas. No pueden imponer un relato falso, una descripción antagónica de los hechos reales. No es posible que cambien la realidad en la memoria de la ciudadanía vasca. Por el contrario, su error y sus horrores pesarán definitivamente en un relato que sólo puede ser el de la verdad. El de las víctimas, que mantendrán por generaciones su exigencia de verdad y de justicia y que se hará más presente cada día.

«Nos corresponde cerrar el ciclo del conflicto armado». Mienten al expresar la idea de que han cumplido su función durante un ciclo (se supone que el de la violencia) y que ahora toca la política. Mienten porque fue su propio mundo el que les reclamó parar porque arruinaban su causa. Mienten porque pararon cuando la Policía los desarboló y cuando la ley y el Estado les impidieron seguir combinando violencia y política. No hubo convicción en la entrega de las armas, sino necesidad imperiosa de sobrevivir. No acaba un ciclo y comienza otro, porque tampoco pueden jugar ningún papel en el futuro. Con grandilocuencia dicen descartar su continuidad como «organización convencional» (es decir, como un partido político u organización civil) «al objeto de mantener algún tipo de autoridad moral, las amplias mayorías a conseguir, si son ciertamente amplias, no lo entenderían». ¡Es el colmo! Todavía pretenden liderazgo social y autoridad moral en lo que ellos llaman nuevo ciclo «en el proceso independentista». No sé si ETA aporta alguna influencia en la izquierda abertzale. Quizás nostálgica solidaridad en algunos, pero liderazgo, ninguno, influencia, cada vez menos afortunadamente, y autoridad moral... será para algunos presos, y creo que pocos.

Curiosamente hay un rasgo de realismo en sus palabras, cuando reconocen que «las mayorías amplias no entenderían» ese tipo de autoridad moral. Y ese parece ser el argumento que les mueve a desaparecer. Dicho de otra manera, reconocen que su presencia perjudica la obtención de mayorías. Ergo, su actividad criminal les ha condenado. ¡Acabáramos!

Por eso, estamos encantados de que os disolváis. Estamos felices de que desaparezcáis. Pero, por favor, iros discretamente. Mejor, callaros: Hobeto ixilik.
El Correo, 2/03/2018

1 de marzo de 2018

Los socialistas denuncian el boicot de Gobiernos europeos a la lucha contra los paraísos fiscales.

Nota de prensa, 1/03/2018

“En la lucha contra la evasión fiscal estamos sufriendo una actitud retardataria y casi de boicot de muchos países de la Unión Europea”, ha asegurado Ramón Jáuregui en el Pleno del Parlamento Europeo. “El Consejo está vetando muchas iniciativas en esta lucha por la justicia fiscal y está amparando espacios fiscales opacos o paraísos fiscales europeos. Eso es insolidario, insostenible e incompatible con un mercado único. La Unión Europea debe ser más beligerante y decidida en la lucha contra los países que no cooperan u ocultan deliberadamente información tributaria. Eso los convierte en países opacos o abiertamente en paraísos fiscales, que roban ingresos a otros países”, ha añadido.

Juan Fernando López Aguilar ha denunciado también “que algunos países hayan maniobrado para aguar el trabajo que hemos desarrollado en la Comisión de Investigación sobre los Papeles de Panamá. Ahora sabemos que la lista de paraísos fiscales por la que tanto hemos trabajado en este Parlamento se elaboró con total opacidad, y que intervinieron decisivamente países como Reino Unido y Luxemburgo para sacar de esa lista a sospechosos habituales que finalmente no figuran. Ni siquiera está Panamá, que fue el origen del gran escándalo”, ha dicho.

El pasado mes de diciembre, la UE elaboró dos listas de países no cooperadores. “Un procedimiento razonable para permitir una graduación y una superación en los niveles de opacidad. Fue un primer paso en la buena dirección”, asegura Jáuregui. Sin embargo, un mes después, nueve países pasaron de la lista negra a la gris “porque supuestamente han establecido compromisos para mejorar, pero esto se ha hecho sin ninguna transparencia y sin que se sepa cuál es la rendición de cuentas de esos compromisos”, ha apuntado López Aguilar durante su intervención.

Por otra parte, el Pleno del Parlamento Europeo ha aprobado la reforma de la Directiva que regula el intercambio automático de información entre administraciones tributarias de la UE, para obligar a los intermediarios a informar a las autoridades de los esquemas de optimización fiscal que elaboren para sus clientes. “Es fundamental que las grandes consultoras, bancos y despachos de abogados informen a las autoridades tributarias sobre sus fórmulas de optimización cuando tengan naturaleza transfronteriza. Durante el trámite parlamentario los socialistas españoles hemos conseguido incluir el listado de sanciones para quienes no cumplan estas normas y asegurarnos de que las filiales en terceros países de las grandes consultoras cumplen también estas obligaciones”, ha señalado Jáuregui.

Intervención Sesión Plenaria 1703/2018

Obligatoriedad del intercambio automático de información en el ámbito de la fiscalidad.