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19 de abril de 2018

La Unión Europea espera un cambio de rumbo en el régimen cubano.

La Unión Europea espera un cambio de rumbo de la política cubana. Así lo ha dejado entrever, en declaraciones en exclusiva a euronews, Ramón Jáuregui, eurodiputado socialista, miembro de la Comisión Constitucional del Parlamento Europeo y de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios y presidente de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana.



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13 de marzo de 2018

12 de diciembre de 2016

"España debe liderar desde UE la nueva etapa de relaciones con Cuba"

Nota de Prensa, 12/12/2016


El presidente de los socialistas españoles en la Eurocámara se felicita de la derogación de la Posición Común y de la firma del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación.


Tras la firma del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre la UE y Cuba que acaba con el veto político que imponía desde 1996 la Posición Común, el líder de los socialistas españoles en la Eurocámara y presidente de la Asamblea EuroLat, Ramón Jáuregui, se ha felicitado del arranque de un nuevo marco de relaciones basado, por primera vez, en el diálogo y la cooperación. ”La Posición Común adoptada en 1996 por la Unión Europea a instancias del gobierno de José María Aznar solo consiguió congelar la interlocución con el Gobierno cubano sin obtener mejora alguna en el ámbito de los derechos y libertades de los cubanos. El Acuerdo que se firma hoy deroga esa Posición Común e inaugura una nueva época”, ha señalado Jáuregui

Igualmente, el dirigente socialista se ha referido al papel que debe jugar España en este proceso. “Nuestra presencia institucional y económica en la isla ha menguado en los últimos años, mientras otros actores internacionales, incluidos países europeos como Alemania y Francia, se preparan para realizar un auténtico desembarco en Cuba. Estamos perdiendo la oportunidad de aprovechar nuestra afinidad lingüística, cultural e incluso de valores para asegurar un protagonismo al que nunca debimos renunciar y que a día de hoy parece cada vez más difícil de retener”, ha lamentado Jáuregui, quien se ha mostrado covencido de que debe ser España quien, desde la UE, lidere la nueva etapa de relaciones con la Isla".

Respecto a la puesta en marcha del Acuerdo, Jáuregui ha reiterado el respaldo unánime de los socialistas al nuevo proceso "Aún queda un largo camino. Uno de los siguientes pasos es la ratificación de nuevo acuerdo en el Parlamento Europeo, y en esta etapa no carente de obstáculos, los socialdemócratas estaremos al frente”, ha declarado Ramón Jáuregui en referencia a los sectores de la derecha europea o de los liberales, que siguen obsesionados con la vieja e ineficaz Posición Común.

“Acompañaremos en esta etapa al pueblo cubano, que es quien debe recorrer ese camino sin injerencias ni presiones. El papel de la Unión Europea es ayudar con cooperación e inversiones, con tecnología y empresas, exigiendo el fin de la ley Helms-Burton, con afecto y solidaridad”, ha insistido el presidente de Eurolat.

Europa y España en Cuba.

Murió Fidel y recibió los honores del pueblo cubano. Una vez más, un pequeño país, una isla del Caribe, concentró la atención del mundo entero. ¿Qué tiene Cuba para estar en el tablero mundial tantas veces?

Desde abril de 2014 la UE viene negociando con La Habana un Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación. El lanzamiento de esa iniciativa se produjo antes de que se anunciara públicamente el deshielo de las relaciones entre EE UU y Cuba. Este acuerdo consta de tres capítulos, dedicados respectivamente al diálogo político, cooperación y políticas sectoriales, que incluyen cuestiones comerciales y acompañamiento en el proceso de modernización de la economía cubana. El acuerdo también contempla un diálogo sobre derechos humanos y democracia, si bien en estas áreas las partes han decidieron ir más despacio para que las diferencias del criterio no anulen la posibilidad de avanzar en el resto de materias.

Como señaló recientemente la Alta Representante Federica Mogherini, este acuerdo tiene carácter histórico porque abre la puerta a la confianza y la comprensión mutua entre Europa y Cuba. Aunque la UE y sus 28 Estados Miembros establecieron hace décadas relaciones diplomáticas completas con Cuba, desde que en 1996 Europa adoptó la Posición Común a instancias del Gobierno de José María Aznar, la relación con la isla había quedado severamente erosionada. La Posición Común pretendía condicionar la relación europea con Cuba al cambio de sistema político en la isla, pero en la práctica sólo consiguió congelar la interlocución con el Gobierno cubano sin obtener mejora alguna en el ámbito de los derechos y libertades de los cubanos. El acuerdo que está a punto de ratificarse deroga la Posición Común, y así inaugura una nueva época. Concluido en marzo de 2016 y adoptado por la Comisión en septiembre para su remisión al Consejo, la firma del texto está prevista para el próximo 12 de diciembre. Después deberá ser ratificado por el Parlamento Europeo, la Asamblea Nacional Cubana y los parlamentos nacionales de los Estados Miembros, sin perjuicio de su entrada en vigor en 2017.

Queda sin embargo un largo camino en este proceso. Primero debemos asegurar que el Parlamento Europeo ratifica el Acuerdo. Habrá serios obstáculos desde sectores de la derecha europea, empeñados en ver a Cuba como una mera prolongación de su odiada URSS. Igualmente, sectores de los liberales siguen obsesionados con la vieja e ineficaz Posición Común, que niega el pan y la sal al pueblo cubano en tanto en cuanto no se democratice. Creo sin embargo que habrá una mayoría favorable al acuerdo, y que seremos los socialdemócratas quienes encabezaremos esa pedagógica tarea: convencer a la mayoría de que la cooperación económica en la tímida apertura que Raúl Castro ha impulsado en los últimos años atraerá inversores, turistas, tecnología, empresas, y con ellas llegarán las libertades. Cuba necesita un sistema productivo que no tiene y Europa y España deben ser sus aliados, sus socios preferentes. Mucho más todavía si Trump interrumpe bruscamente la relación que había iniciado Obama. 

Nuestra presencia institucional y económica en la isla mengua, mientras otros actores internacionales, como Alemania y Francia, preparan un auténtico desembarco 

Cuba es un país al que nos unen vínculos históricos y emocionales, pero también comerciales, por la presencia que tradicionalmente han tenido allí sectores como el turístico y otros. Da pena advertir que el rol de España en esos cambios ha sido mínimo. Incluso apoyando oficialmente el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación que la UE estaba negociando, el Gobierno de Rajoy renunció a jugar un papel activo y visible en el mismo.
 Nuestra presencia institucional y económica en la isla mengua, mientras otros actores internacionales -incluidos países europeos como Alemania y Francia- se preparan para realizar un auténtico desembarco en Cuba. 

Estamos perdiendo la oportunidad de aprovechar nuestra afinidad lingüística, cultural e incluso de valores para asegurar un protagonismo al que nunca debimos renunciar y que a día de hoy parece cada vez más difícil de retener.

Nadie sabe cómo evolucionará la política cubana, pero muchos creemos que una economía abierta no es compatible con un régimen político cerrado y represivo. Creo firmemente que la idiosincrasia cubana acabará reclamando las libertades que les faltan hoy y que el partido comunista tendrá que hacer equilibrios para mantener el control económico del Estado y su poder político frente a la apertura de libertades y democracia que exigirá una ciudadanía abierta a las redes tecnológicas y a la economía global. Pero esa difícil travesía que ni el régimen cubano sabe bien cómo pilotar, acabará decantándose por los derechos individuales que corresponden a la dignidad humana, a la libertad y a la democracia. Ahora, eso sí, es el pueblo cubano, quien debe recorrer ese camino sin injerencias ni presiones, que sólo provocan el encastillamiento del régimen. Nuestro papel es ayudar con cooperación e inversiones, con tecnología y empresas, exigiendo el fin de la ley Helms-Burton, con afecto y solidaridad.

Aún no es tarde. Si se esfuerza, España puede ser aún el eje entre Cuba y Europa. Pero ese esfuerzo no admite más demora, porque a día de hoy ese eje está roto.

Publicado para El Pais, 12-12-2016

27 de noviembre de 2016

Europa con Cuba.

El acuerdo con la isla se firmó en marzo, pero está pendiente de que lo ratifique el Parlamento Europeo.

Hace algo más de dos años que la Unión Europea inició negociaciones con Cuba para establecer un acuerdo de diálogo político y cooperación. Meses después, Barack Obama anunció el comienzo de negociaciones entre Estados Unidos y Cuba, que culminaron con el restablecimiento de embajadas.

El acuerdo UE-Cuba se firmó el 11 de marzo del 2016 y está pendiente de ratificación en el Parlamento Europeo, lo que no será fácil porque la derecha europea, especialmente la del Este, es profundamente anticomunista y ve en Cuba la prolongación de su odiosa Unión Soviética.

El acuerdo, es cierto, no está condicionado al cambio democrático cubano ni a la recuperación de las libertades fundamentales, más allá de un etéreo diálogo abierto sobre derechos humanos, cuyo desarrollo está por ver. Cuba no admite injerencias en su sistema político. Lo defiende con orgullo y tozudez y nada ni nadie ha podido doblar ese brazo en los cincuenta años de políticas internacionales de presión sobre el régimen. No lo lograron el boicot estadounidense y las durísimas sanciones todavía en vigor de la ley Helms-Burton. No lo lograron tampoco años y años de aislamiento, como el que propuso Aznar a la UE en 1998, la mal llamada posición común. Tampoco lo hicieron las políticas más suaves, de mano tendida y apaciguamiento, de diferentes políticos europeos, desde Mitterrand hasta Hollande, desde Felipe González hasta Zapatero. 

¿Por qué ahora? Primero, porque Cuba necesita apertura económica, inversión, desarrollo tecnológico y turismo. Los rusos nunca hicieron nada bueno por Cuba, y los venezolanos no están para ayudar. Segundo, porque Estados Unidos ha decidido abrirse a Cuba, en parte como condición necesaria para recuperar presencia política y comercial en América Latina, lo que obviamente no puede hacerse sin el pasaporte cubano, que es el icono que abre las puertas cerradas para los yanquis. Tercero, porque Raúl quiere pilotar los cambios políticos y económicos de un régimen insostenible. De hecho, todo el partido comunista cubano está estos meses enfrascado en unas sesudas discusiones sobre el futuro de su modelo económico: ¿capitalismo de Estado a la china, quizá?, ¿modelo Vietnam?, ¿modelo propio? Nadie lo sabe y nadie lo puede adivinar. Lo único que sabemos es que quieren mantener el control político de un proceso, necesariamente abierto a los mercados (cuatro cruceros americanos llegan ya cada semana a La Habana y más de cincuenta compañías aéreas negocian su aterrizaje), a los inversores (ojalá que los españoles no perdamos esta conexión), a las tecnologías (internet, la red y las televisiones ya están allí) y a los millones de personas que quieren visitar una isla tan atractiva por miles de razones.

La política internacional europea ha apostado por favorecer estos cambios. Por hacernos presentes ayudando a que una transición incierta pero inevitable traiga libertades y derechos a un pueblo cuya idiosincrasia no permitirá una economía de mercado sin democracia. Por eso creo que la mayoría del Parlamento Europeo aprobará esta acuerdo Unión Europea-Cuba y seguirá reclamando, como lo ha hecho ya en varias ocasiones, incluso el mismísimo Trump, la derogación del embargo y de la brutal ley Helms-Burton, como pasos inteligentes para que los propios cubanos elijan su mejor destino. En eso estábamos cuando murió Fidel.


Publicado en "La Vanguardia" 27/11/2016

  

¿Con qué Fidel nos quedamos?


Yo leí La Historia me absolverá con la devoción de un joven de izquierdas de aquellos años, emocionado con la revolución cubana. El alegato de Fidel Castro contra el Tribunal Cubano que le juzgaba por el asalto al Cuartel Moncada, acabó con esa frase lapidaria que sin embargo no impidió una condena de 15 años, resuelta dos años después con una amnistía, preludio a su vez de la revolución triunfante el uno de enero de 1959.
Todas las izquierdas del mundo fuimos cautivados por aquella revolución en los años sesenta pero hoy tenemos que reconocer que la libertad y la democracia sacrificadas al servicio de una igualdad relativa, no es la izquierda a la que aspirabamos. El Socialismo también es la libertad. Yo diría más, no hay socialismo sin libertad y la justicia solo puede lograrse en democracia.
Se acepta que Cuba ha construido un sistema de igualdad absoluta en la educación y una buena sanidad universal. Sabemos que médicos cubanos curan el ébola en Africa y enseñan medicina en Managua o en Caracas. Pero la revolución cubana mantiene en niveles económicos paupérrimos a sus ciudadanos y les priva de las libertades de las que gozamos en los países democráticos.
Fidel fue admirado con razón, en sus comienzos, pero no puede ser glorificado por su obra
Admirar la lucha, incluso revolucionaria, en aquella América Latina de regímenes autoritarios, injusticias salvajes y dictaduras bananeras, no quiere decir que tengamos que apoyar todas sus obras. Fidel fue admirado con razón, en sus comienzos, pero no puede ser glorificado por su obra. Cincuenta años de poder son demasiados. Que el poder lo herede su hermano, resulta sospechoso de abuso familiar. Que no haya partidos, periódicos, televisiones... libertades en definitiva, no se justifica por grandes que sean las causas de la Revolución.
Cuba está ahora buscando su propia transición, la pilota Raúl y parece que quiere abrir el país al comercio, a más turismo, a las inversiones, a la tecnología, a Internet... La UE ha firmado un acuerdo con Cuba y EE UU ha restablecido relaciones diplomáticas. Los cruceros y los aviones americanos invaden ya La Habana, a pesar de las restricciones y de las limitaciones que todavía mantienen los americanos con la isla. El partido comunista intentará controlar esta apertura económica y crear un modelo propio de capitalismo de Estado y limitaciones de libertades bajo el monopolio del Partido, pero nadie sabe si eso será posible.
Yo creo que quienes queremos a Cuba y queremos que su pueblo prospere, debemos ayudar a esta apertura, porque con ella llegaran las libertades y la democracia. No será sostenible una economía de mercado que juegue en la globalización con un sistema político cerrado y opresivo. Por eso España debe ser punta de lanza de un programa de inversiones y cooperación, entre otras cosas porque allí somos queridos y hablamos la misma lengua. Aunque los norteamericanos están a 90 km y no a 6.000 como nosotros, los lazos humanos, históricos, culturales y económicos nos favorecen frente a ellos. Cuba será lo que los cubanos quieran. Esta regla no debemos olvidarla. Debemos respetar su propia evolución. No imponerla, ni exigirla como condición de nuestra relación y de nuestra cooperación. Nunca han admitido "injerencias" en su soberanía y su orgullo revolucionario no las admitirá. Dicho lo cual, en la muerte de Fidel, bueno será recordar a su hermano Raúl aquella frase tan oportuna hoy de Abraham Lincoln: "Ningún hombre es lo suficientemente bueno como para gobernar a los otros sin el consentimiento de estos".

Publicado en 20 minutos, 27/11/2016