A lo largo de todo un siglo los trabajadores y el movimiento sindical ha hecho del 1º de mayo una fecha evidentemente reivindicativa. El recuerdo histórico y la larga marcha hacia la justicia social explicaban en cada momento, cada año, las razones de esa celebración.
Como en otras muchas otras ocasiones de mi vida, este 1º de Mayo de 2014 lo he pasado con mis compañeros de UGT y CCOO acompañándoles en Bilbao este día. Para mí, hay nuevas y poderosas razones para sumarme a sus reivindicaciones.
Ayer mismo se publicaba la Encuesta de Población Activa del primer trimestre del 2014 que ponía en evidencia las dramáticas cifras de nuestro mercado de trabajo: casi 6 millones de parados, casi 2 millones de hogares con todas las personas en paro; el 55% de jóvenes desempleados, todo ello sin entrar en la progresiva precarización del trabajo existente. Sumarme a la demanda de empleo como la urgencia mas importante de nuestro país me parece elemental.
Pero además las condiciones del trabajo, especialmente del trabajo menos cualificado, se están deteriorando gravemente día a día. La reforma laboral en España y el dumping social de la globalización en toda Europa, están provocando una devaluación progresiva de la calidad en el empleo. Los síntomas más evidentes son: la creciente individualización de las relaciones laborales, la reducción de la influencia de la negociación colectiva y la creciente mercantilización de la relaciones laborales a través de fórmulas muy diversas como la conversión forzosa del trabajo dependiente en trabajo autónomo, así como la sustitución del trabajo fijo y completo por trabajo temporal y parcial.
La destrucción de este universo socio-laboral construido en la segunda mitad del sigo XX en la Unión Europea está poniendo en riesgo el contrato social europeo. También la intervención estatal, fijando salarios mínimos y derechos laborales y creando instituciones protectoras, se están reduciendo al mínimo. Todo ello junto a la crisis del empleo, está provocando un empeoramiento general en las condiciones de vida de los trabajadores.
También me sumo a la reivindicación de más igualdad social. La desigualdad ha crecido de manera alarmante en los últimos años en casi todo el mundo occidental. La mayoría de los estudios y de las investigaciones que se están publicando en los últimos meses prueban que desde que el neoliberalismo de finales de los 80 impuso sus reglas, la desigualdad ha crecido, en gran parte porque han crecido las desigualdades en el origen, es decir, entre los salarios y los beneficios y las rentas de la riqueza y por el debilitamiento de los mecanismos redistribuidores en el ingreso y en el gasto (política fiscal y gasto social).
Este 1º de mayo también reclamamos pues volver a las políticas de igualdad y fortalecer el pilar social de la Unión Europea. Me parecen los elementos nucleares del debate europeo en el que estamos ante las próximas elecciones del 25 de mayo.
Por último, estamos también reivindicando más sindicalismo. Creo en los sindicatos, creo en su función y estoy en contra de las deliberadas estrategias que pretenden su debilitamiento o inclusive su desaparición.
Sumarme a ellos el 1º de Mayo es una manera de reivindicar un sindicalismo fuerte y moderno en el que creo más que nunca.
Ramón Jáuregui, 1/05/2014.