Fue una huelga total, además de general. Paró al país entero, todas las fábricas, los colegios, las universidades, el transporte, el comercio. Hasta la televisión, a medianoche del día anterior. Nos golpeó fuerte. El Gobierno y el PSOE sentimos la protesta de un país ampliamente movilizado por los sindicatos y todas las fuerzas políticas de la oposición, incluida la derecha.
¿Qué había pasado? A comienzos de los años 80 del siglo pasado España estaba mal, muy mal. La economía sufría desequilibrios muy graves, de inflación, déficit exterior, una recaudación fiscal muy baja, un presupuesto muy débil, poca productividad y un aparato industrial achatarrrado. La mayoría de los países europeos habían afrontado las grandes reformas que exigió la crisis del petróleo de los 70. España, en plena transición política estaba bloqueada.
Cuando llegó el PSOE al Gobierno, avalado por una mayoría absoluta abrumadora (202 diputados), puso en marcha una política de saneamiento macroeconómico y de reconversión industrial que obligó a todos a grandes sacrificios. Baste recordar el cierre de industrias obsoletas y sin mercado o la reforma de la Seguridad Social, como ejemplos puntuales de aquella emergencia nacional.
Fueron años durísimos. Atravesados por una negociación para entrar en Europa que, a su vez, era condición inexcusable de modernización del país y de la internacionalización de su economía. El primer Gobierno de Felipe González se volcó en esta tarea y a pesar de las protestas y de las dificultades renovó su mandato electoral con mayoría absoluta en 1986 (184 diputados).
Entramos en Europa, empezó a crecer la economía, el empleo, los beneficios de las empresas... y la gente dijo: «ahora me toca a mí». Y tenían razón. La protesta generó un clima social altamente reivindicativo y provocó un enorme impacto político en el seno del PSOE. Felipe encargó a Solchaga que negociara con los sindicatos y los acuerdos alcanzados configuraron un conjunto de medidas sociales que son base del actual Estado de Bienestar español. La protección al desempleo, las leyes laborales, el fortalecimiento sindical, la creación del tercer pilar social en política de servicios sociales, fueron algunas de las conquistas de aquella generación.
Aquella década fue, con todo, extraordinaria, y puso las bases de la España de hoy. Consolidó la democracia, construyó las autonomías, internacionalizó la economía, mejoró la educación, modernizó la sociedad e inició las grandes inversiones públicas para las infraestructuras del transporte y la comunicación.
Publicado en El Correo, 14/12/2018