Son tantas las dificultades del avance europeo y son tantas las críticas que se hacen a la parálisis y a la burocracia europea, que ha cuajado la opinión de que el proyecto de integración está bloqueado.
Pero el proyecto europeo avanza, a pesar de todo. Y avanza especialmente en tiempos de crisis, cuando las circunstancias aprietan y exigen respuestas inaplazables que fuerzan consensos mínimos. En su origen fue la necesidad de construir un pacto de paz sobre los rescoldos de las guerras. Más tarde la necesidad de la cooperación económica en materias básicas para la industria europea. Así vinieron después el mercado interior, la ciudadanía europea, la moneda común, el espacio de libertad y seguridad frente a la delincuencia supranacional, las sucesivas ampliaciones hasta los 27 actuales, Maastricht, Niza, Lisboa...
Hay una línea de progreso en la larga marcha europea, que no debemos olvidar. También ahora, cuando la crisis ataca nuestras economías con cifras de déficits enormes, un desempleo altísimo y hasta el propio Euro resulta vulnerable por los ataques de mercados financieros histéricos y/o especulativos, Europa está obligada a responder avanzando.
¿Qué es avanzar hoy? De la poderosa maquinaria europea están surgiendo, en estas últimas semanas, novedosas alternativas a los gravísimos problemas surgidos. No será fácil, pero acabaremos creando un Fondo de Rescate o de emergencia (FE) para ayudar a países de la Unión, cuya deuda pública cuestione la estabilidad monetaria común. De ahí llegaremos a la formación de un Fondo Monetario Europeo (FME) que, a semejanza del FMI, mantenga la ortodoxia financiera y presupuestaria de los países Euro. Ordenado ese espacio, surgirá después con fuerza la necesidad de un Tesoro común que permita la gestión europea de la Deuda Pública, con evidentes ventajas para el conjunto de los Estados-Miembros, obligados a pagar intereses y primas desproporcionados para una moneda común.
Junto a todo ello viene una nueva supervisión europea sobre riesgos sistémicos, bancos, seguros y fondos de pensiones y no quedarán fuera de la nueva regulación financiera las Agencias de calificación o rating, los llamados hedge funds o Fondos de Alto Riesgo y los tristemente famosos (credit default swaps), cuyo abusivo uso en la crisis griega ha provocado un clamor contra ellos, de todos los países europeos.
En definitiva se avanza hacia una gobernanza económica más coordinada y más común, como corolario lógico a una moneda común y a un espacio económico cada vez más unitario y armónico.
Estos son los temas de hoy para Europa y para el G-20 de junio. Son propuestas de las que nadie hablaba hace un año y que marcan el ritmo de avance de la Europa que, recordando a Galileo «e pur si muove».
ABC, 26/Marzo/2010