19 de abril de 2020

Entrevista para el Diario Vasco. 19/04/2020



SAN SEBASTIÁN. Ramón Jáuregui acude a la cita con el fotógrafo pertrechado de mascarilla y guantes."Estoy llevando el confinamiento con toda severidad, metido en casa."
Salgo para comprar el pan y el periódico, y echo en falta el abrazo de los nietos y el paseo», confiesa el exministro, exeuroparlamentario y exvicelehendakari socialista. Recién jubilado de la política pública, hace ya un año que pasa largas temporadas en su San Sebastián natal, la ciudad en la que se ha confinado con su mujer desde que se anunció el estado de alarma. «Nos vinimos porque aquí tenemos Osakidetza», reconoce. Jáuregui comparte su análisis del escenario precipitado por la crisis sanitaria y asegura que si fuera Pablo Casado, se presentaría en Moncloa «y le diría a Sánchez: ‘Yo te voy ayudar, yo quiero sacar a mi país adelante’. Eso es patriotismo, eso es ser un hombre de Estado».

–Las duras consecuencias de la crisis sanitaria parecen más una pesadilla que una realidad. ¿Cómo asiste a todo esto?
–Con las incertidumbres y los miedos de todo el mundo y lo digo en el sentido literal. Tenemos que extraer muchas lecciones de lo que ha pasado y está pasando, tenemos que aprender muchas cosas y hacerlas mejor en el futuro seguramente. No es tanto el tiempo de las críticas y los reproches como el de mirar al futuro. El país está demasiado lleno de sabelotodos y de adivinos del pasado. Sería bueno que pensáramos en una comisión de expertos para que de cara al final de este año pudiéramos hacer un balance serio de todo lo que ha pasado, de cómo hemos reaccionado y de qué ha fallado.

–¿Le asusta la Euskadi y la España que vienen?

–Al País Vasco le veo mejor posicionado porque tenemos una economía productiva tecnoindustrial muy potente, un buen tejido productivo, una menor dependencia de los servicios y, sobre todo, del turismo, y una red de ciencia muy potente. En España, sin embargo, la dependencia del turismo es muy alta, especialmente en algunas regiones. No es casualidad que los cuadros macroeconómicos del futuro estén dibujando España como uno de los países con más problemas de salida.

–¿Aprecia una tensión política excesiva, pese a las intenciones de búsqueda de acuerdos por parte de Pedro Sánchez?
–El escenario que nos ofrece la política española es muy lamentable. Es imperdonable que, en una situación como esta, la política esté rota. Me deprime ver imágenes como las de la última sesión de control. La ciudadanía, en los balcones y en sus miedos, quiere unidad política y claridad de objetivos, y solo percibe insultos. Honradamente, creo que es muy penoso.

–¿El Gobierno español podrá sobrevivir a una crisis sanitaria de este calibre?
–El Gobierno debe de sobrevivir, pero, sinceramente, creo que tiene que buscar el apoyo de PP y Ciudadanos para las decisiones macroeconómicas que vienen. Es el Gobierno el que tiene que tenerlo claro, debe tener unidad en torno a ese objetivo y hacer propuestas concretas para negociar los contenidos de las medidas que hay que adoptar. Eso es lo que le corresponde al Ejecutivo, junto a una especial contención política y, por supuesto, una generosidad en el trato a los partidos de los que busque su apoyo.

–Sánchez trata de alcanzar un gran acuerdo de reconstrucción. ¿Comparte que el modelo sea el de los pactos de la Moncloa?
 –Las circunstancias son muy diferentes, pero el volumen de las medidas que hay que adoptar y de los esfuerzos que tenemos que hacer para sortear el crack es de tal envergadura, que es insoslayable la exigencia de ese pacto o pactos, porque no hace falta que los fragüemos en uno solo, sino en una serie de acuerdos sucesivos. Salvar la economía y el Estado del bienestar van a necesitar de un gran consenso político.

–¿Qué futuro augura al presidente del Ejecutivo si no logra alcanzar el consenso necesario?

–Si no se logra con el apoyo de la oposición, habrá que intentar que los apruebe la mayoría que sostiene este gobierno. Lo que pasa es que esas mayorías actuales no son estables porque hay una parte del nacionalismo catalán, especialmente, cuyo compromiso con la salida macroeconómica y social de España es manifiestamente mejorable, por decirlo suavemente. Es necesario aumentar esos apoyos y sustentarlos en los partidos susceptibles del pacto. Si no lo quieren hacer, tendremos que hacerlo con las mayorías que haya, pero no será el mejor camino. A mí me produce especial dolor pensar que en una situación como esta el PP no sea consciente de que su aportación es fundamental y que muchos españoles van a medirle en función de su reacción. El ganador político del pacto en términos partidistas sería Casado porque le convertiría en el líder que no es y mejoraría enormemente sus posibilidades electorales a medio plazo. El problema es que el PP ha apostado por la caída del Gobierno y eso tiene un altísimo coste político y económico para España.

–¿El hecho de que Sánchez lidere un Gobierno de coalición con Unidas Podemos puede ser un factor que aleje las posibilidades de alcanzar acuerdos con la derecha?
–Me parece que pretender romper el Gobierno como condición previa al pacto no es políticamente aceptable en un gobierno que acaba de nacer. La investidura se ha producido hace cien días y no es razonable, políticamente, que diga que para alcanzar un pacto tienes que echar a Podemos. No, perdone, esto no es planteable. 

–¿Entiende el enfado de Casado por haber conocido la convocatoria de la reunión con Sánchez por la prensa o son excusas? 
–Parecen. Al margen de la torpeza... En todo caso es colateral. Estamos asistiendo a una teatralización de las diferencias que no se explican ante la envergadura de lo que tenemos por delante. Realmente todo parece indicar una nula voluntad de acordar. Por eso, pido al Gobierno particular sensibilidad en el trato de la oposición y al mismo tiempo unidad en la propuesta y concreción de las medidas que hay que adoptar.

–Parece que Ciudadanos está mostrando una actitud constructiva. ¿Cómo valora el cambio ejercido por Inés Arrimadas?
–Creo que es inteligente. Arrimadas ha encontrado la oportunidad de girar todas las decepciones que había producido ese partido, que empezaron fundamentalmente en el año 2019 negándose a hacer una coalición con el PSOE. Ha encontrado la oportunidad de poder jugar a ser un partido más centrado y por tanto más bisagra.

–¿Puede implicar futuros entendimientos de PSOE y Ciudadanos, más allá de estos acuerdos?

–Es mucho decir, pero ojalá. Creo que la estabilidad del Gobierno español o de las fuerzas que lo apoyan son demasiado inestables y en algún caso poco fiables, especialmente y lo digo con claridad, refiriéndome al independentismo catalán. Darle más estabilidad al Gobierno de España es bueno y obviamente Ciudadanos la da.

–La extrema derecha protagoniza una continua emboscada al Ejecutivo de Sánchez. ¿Cómo se puede rebajar la tensión y acercar a Vox a un entendimiento?

–No tengo esperanzas en eso. Para mí lo más importante es que el PP no se acompleje ante eso, porque, realmente, su estrategia política es la de una derecha como alternancia al Gobierno actual. A lo que tiene que jugar el PP es a mejorar sus posibilidades electorales a medio plazo, no a la vuelta del coronavirus. Y pienso en una circunstancia histórica semejante, aunque diferente, que conviene tener en cuenta. Me refiero a lo que ocurrió en el año 2000, cuando Zapatero ganó el Congreso del PSOE. Nadie le conocía, el PP tenía mayoría absoluta, pero Zapatero le presentó a Aznar un pacto antiterrorista –porque estaban liquidándonos, en aquellos meses ETA mató a Buesa, Jáuregui...– y eso le convirtió en un hombre de Estado. Ese símil es muy parecido históricamente a lo que le ocurre a Casado hoy. Si yo fuera Casado encontraría ventajas enormes en convertirme en el hombre solvente que se presenta en Moncloa y dice: ‘Yo te voy ayudar, yo quiero sacar a mi país adelante’. Eso es patriotismo, eso es ser un hombre de Estado.

–¿Cree que esta generación de ‘la nueva política’ estará a la altura para encarar el escenario post Covid-19 como lo estuvieron los partidos en la Transición?
 
–Nuestros dirigentes de hoy no están ni menos preparados ni son peores que nosotros. Objetivamente la España de 2020 es más difícil que la de los 80. Entonces había un país con hambre de balón, como dicen en el fútbol, con una vertebración muy grande de sentimientos y de aspiraciones. Y esto ahora no lo hay. No podemos olvidar que España se ha transformado políticamente y no hemos sido capaces de encontrar una regla más ordenada para gobernar el pluripartidismo. En particular, lo que reclamo es que sabiendo que el pluripartidismo español vino en 2015 y está para quedarse, tendríamos que tener una reglas más ordenadas. Para mí son dos: el principio de que PSOE y PP deben comprometerse a dejar gobernar al partido ganador y recuperar los pactos de Estado que han guiado la política española durante 40 años. 

–Usted no fue de los mayores fan de Pedro Sánchez en sus inicios. ¿Cómo está viendo ahora al presidente de Gobierno?
–Mi discrepancia con Sánchez se produjo porque este principio de dejar gobernar al partido ganador no se aplicó con Rajoy. Antes de las terceras elecciones en 2016 fui de los que dije que había que votarle porque había que dar un gobierno a España. Mi oposición con Sánchez no es tanto personal como la discrepancia con el famoso ‘no es no’. Yo lo que he apreciado es que el presidente tiene un peso internacional bastante sólido, que en ese ámbito lo está haciendo bien y que, internamente, la gran oportunidad que se ha perdido en este país es la de haber hecho un gobierno con Ciudadanos en 2019. A partir de ahí, percibo que es un líder que está haciendo lo que puede, no tengo especial crítica. Está llevando una tarea muy complicada y hay que esperar a ver cómo se sale de esta crisis. Muchos líderes han emergido de crisis semejantes. Una de sus grandes metas, ahora, sería tener la capacidad de poder congregar ese consenso que la política española no tiene.

–Desde la oposición dicen que busca «aferrarse» al poder.

–Más que aferrarse yo creo que lo está sufriendo. Esa crítica no es justa, basta verle la cara para captar lo que está sufriendo. Lo que está pasando no se lo deseo ni a mi peor enemigo, es un horror. Es el presidente del Gobierno, tiene una responsabilidad enorme y la está ejerciendo. Punto

–También la acusan de «falta de autocrítica» y le afean los «errores» de comunicación, el último con el Ingreso Mínimo Vital. 
–Mi consejo es generosidad en el protagonismo y firmeza en el control del mando del Gobierno. Son incidentes en camino, en la coalición. Yo tuve de esas un montón en el Gobierno que compartí con Ardanza.



«No dudo de que el PNV tiene voluntad de negociar»


–El PNV cree que el camino para encarar el futuro es un acuerdo sobre los Presupuestos generales y que los pactos de la Moncloa «no son la panacea». 
–Pero los Presupuestos de 2020 no son suficientes. Tenemos que hablar de medidas que van a afectar a generaciones. Yo no dudo de que el PNV tiene una voluntad de negociación y de apoyo estimables, pero creo que no se trata del Presupuesto del año que viene, se trata de algo más. Creo que también al PNV, fuerza que da soporte a este Gobierno, le corresponde asumir su responsabilidades y estoy convencido de que lo hará.

–La formación jeltzale cree que sin Presupuestos, Sánchez estaría abocado a una crisis gubernamental y a ir a elecciones.
 –Esa parece que es la apuesta del PP. Después del año largo que hemos pasado de inestabilidad en la formación del Gobierno, que ahora, en el 2020, y después de la crisis del coronavirus estemos parados, es un escenario caótico, que clama al cielo y provoca estupor en el ámbito internacional. Por tanto, eso no puede ser. El Gobierno que salió junto a Podemos era inevitable porque no había otro, guste más, guste menos, era inevitable porque nadie más quiso apoyar la investidura. Incluso tiene algo que pocas veces se he dicho, una ventaja muy importante que en el mundo internacional se reconoce más que aquí dentro y es que las plazas del 15-M han entrado en el Gobierno de España. Fue ya en sí mismo un salto de madurez democrática que dimos en España. La coalición se ha creado hace tres meses y hay que dejarle funcionar, en eso hay que ser exigentes. Las apuestas para que caiga el Gobierno son suicidas.

 –¿Teme que el cruce de reproches entre PNV y PSE, socios en el Gobierno Vasco, pueda ir más lejos?
–Creo que es un incidente muy menor, bastante natural en la vida de una coalición. No han tenido prácticamente tensiones, la coalición ha funcionado bien y, en mi opinión, es más necesario que nunca en los tiempos que vienen.

LAS FRASES:

ANÁLISIS
«Sería bueno pensar en una comisión de expertos para que, a final de año, podamos hacer un balance serio de lo ocurrido»

APOYOS
«El Gobierno tiene que buscar el respaldo de
PP y Cs para las decisiones macroeconómicas que vienen»

OPOSICIÓN
«El problema es que el PP ha apostado por la caída del Gobierno y eso tiene un altísimo coste político y económico para España»

EL PRESIDENTE
«Más que aferrarse al poder lo está sufriendo. No hay más que verle la cara. Lo que está pasando no lo deseo ni al peor enemigo»

Entrevista para El Diario Vasco, 19/04/2020