El escándalo de Volkswagen, viene como anillo al dedo de este viejo debate sobre RSE en la actividad principal de la empresa y RSE como acción social colateral. Dicho de otro modo, “no me digas qué haces con los beneficios. Dime cómo los obtienes”. Yo no conozco la política de RSE de Volkswagen pero, estoy seguro que la primera compañía automovilística del mundo, tiene una política de RSE como la copa de un pino. Estoy seguro que Volkswagen es ejemplo de la participación social de sus empleados, de transparencia informativa, de Acción social, de… Pero, ¿para qué sirve todo eso si fallas en lo principal? Es como los bancos o las Cajas de Ahorro hace unos años, ¿de qué sirvieron sus políticas de RSE si acabaron haciendo productos financieros tan oscuros como las famosas y malditas preferentes? Podríamos poner mil ejemplos más de irresponsables actuaciones, en el textil, en la energía, en los minerales…en muchos y variados países del mundo.
RSE es sostenibilidad, dicen algunos, hasta el punto de querer hablar solo de Empresas Sostenibles, como concepto integral de la Responsabilidad en los diferentes planos de la actividad de las empresas. ¿De qué sostenibilidad hablamos cuando falseamos nada más y nada menos que los motores de cientos de miles de coches o, de millones, emitiendo más gases contaminantes que los permitidos o, para falsear los consumos reales de combustibles? Y si han fallado además los controles (porque no olvidemos que han sido los americanos los que lo han denunciado), ¿Quién nos dice que algo semejante no está ocurriendo en otras marcas de coches, o de aviones, o de…?
RSE es hacer bien las cosas (todas las cosas) que forman parte del núcleo de la actividad de una empresa. La RSE corre el riesgo de despeñarse si la ciudadanía/consumidores, sufre decepciones tan flagrantes y masivas con marcas y empresas tan significativas. La crisis económica de los últimos años ha puesto en evidencia las políticas de RSE de muchas empresas. Los escándalos en los países en desarrollo en los que operan las grandes compañías nos alarman demasiado a menudo. Las informaciones sobre la elusión fiscal de las empresas, nos indignan todos los días. La noticia de Volkswagen ha sido como una puntilla a este noble esfuerzo de muchos para convertir a las empresas en agentes de la lucha contra el cambio climático, en defensores de los Derechos Humanos en todo el mundo, por hacer de las empresas, protagonistas del progreso social, laboral y medioambiental de nuestro planeta. Quienes siempre hemos aspirado a que la RSE fuera una palanca de cambio y de avance en esta aspiración humana, impulsados por la creciente participación de la sociedad en sus asuntos, vemos con preocupación que la irresponsabilidad en el núcleo del negocio, en el corazón mismo de la actividad de la empresa, arruine los esfuerzos que muchos (empresas, pensadores, periodistas, organizaciones de consumo, políticos, etc.) estamos realizando en este largo camino.