Esta semana ha culminado la primera etapa para unificar los 28 sistemas electorales nacionales a las elecciones al Parlamento Europeo. Una reforma, largamente esperada, que contribuirá, entre otras cuestiones, a fortalecer la dimensión democrática de las elecciones europeas, otorgar mayor legitimidad a la labor del Parlamento Europeo y garantizar una mayor igualdad electoral a los ciudadanos europeos.
Ahora bien, estos loables objetivos no son una empresa fácil. Prácticamente todas las propuestas que se han presentado en la Eurocámara para modificar el Acta electoral europea de 1976 han fracasado, pese a que el desarrollo de un procedimiento electoral uniforme basado en el sufragio universal directo está incluido en los Tratados desde 1957.
¿Cuáles son los impedimentos que han frenado esta reforma? Principalmente, la falta de predisposición de los Gobiernos de los Estados miembros a renunciar a su soberanía nacional en una cuestión tan sensible como la electoral, y que conllevaría importantes reformas de las respectivas leyes electorales, o incluso de las respectivas constituciones nacionales.
Pues bien, en el comienzo de esta nueva legislatura europea, la Comisión de Asuntos Constitucionales (AFCO) del Parlamento Europeo ha iniciado el enésimo intento de modificar la Ley Electoral Europea y conseguir, no tanto un acuerdo parlamentario, sino un texto susceptible de ser aceptado también por la Comisión Europea (tarea no especialmente difícil) y por el Consejo Europeo, es decir, por los veintiocho Estados miembros -tal y como obliga el artículo 223 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE)-.
Esta es la principal razón de que los autores de la nueva reforma, la popular Danuta Huebner y el socialdemócrata Jo Leinen, hayan relegado los temas más controvertidos para centrarse en un acuerdo de mínimos.
El rechazo de una demanda democrática y social como la creación de una circunscripción electoral común con composición plurinacional, pone en evidencia el espinoso camino que esta reforma debe atravesar en los próximos meses.
El texto fue votado este lunes 28 de septiembre en la Comisión AFCO del Parlamento Europeo. Y será aprobado por el Pleno antes de fin de año, con el objetivo de comenzar después las negociaciones en trilogo con la Comisión y el Consejo y poder ser aplicado a las próximas elecciones europeas de 2019.
Las novedades son:
1. Dar a las candidaturas una dimensión europea superando la simbología nacional. Se trata de avanzar en una idea crucial para el proyecto europeo: disponer de auténticos partidos políticos europeos, para lo cual se dará más visibilidad a sus nombres y logotipos en las papeletas, campañas, carteles, manifiestos, etc. Todo ello, unido al cabeza de lista que cada familia política presente como candidato/a a la presidencia de la Comisión, reforzará el carácter europeísta y no nacional de la convocatoria.
2. Con objeto de prevenir una excesiva fragmentación política, se introduce un umbral obligatorio entre el 3 % y el 5 %, para la atribución de escaños en los Estados de circunscripción única y en aquellas circunscripciones en las que se utilice el sistema de listas y que consten de más de 26 escaños.
3. Se establece una fecha límite común de doce semanas antes del inicio de las elecciones europeas para la constitución de listas electorales y la nominación de los cabezas de lista.
4. Se establecen diversas medidas para garantizar el derecho de voto en las elecciones europeas para todos los ciudadanos de la Unión que residan en terceros países, a la vista de que muchos europeos no pueden votar fuera de sus países de origen.
5. Se propone el estudio del uso del voto electrónico y por internet, siempre y cuando se garantice la fiabilidad de los resultados, el secreto de voto y la protección de datos.
6. Se exige que las listas de candidatos a las elecciones europeas en todos los países garantizarán la igualdad de género.
Naturalmente, la reforma aprobada se queda corta para los federalistas mientras que para los euroescépticos o abiertamente antieuropeos la UE se arroga competencias que exceden su mandato. En mi opinión, el rechazo de una demanda democrática y social como la creación de una circunscripción electoral común con composición plurinacional, pone en evidencia el espinoso camino que esta reforma debe atravesar en los próximos meses.
Pese a que las cuestiones económicas y migratorias protagonizan el debate político actual, la reforma de la ley electoral europea debe incorporarse también a la agenda política. No solo porque es necesario adecuarla a las nuevas realidades y a las nuevas competencias del Parlamento, sino porque permitirá que los ciudadanos de la Unión participen plenamente en los debates políticos europeos y recuperen la confianza en el proyecto de integración europea. Ese debe ser el camino para evitar que las fuerzas euroescépticas y populistas sigan ganado espacios al europeísmo en todo el territorio europeo.
Publicado en The Huffington Post 8/10/2015