Mucho me temo que el éxito de Tsipras y de Syriza no será llevar a cabo su programa irrealizable, sino modernizar Grecia y construir un Estado robusto y eficaz. Esa es su tarea histórica con el enorme caudal de confianza que tiene sobre sus espaldas.
Me recuerda un poco a lo que nos pasó en 1983 a los socialistas españoles cuando recibimos un apoyo abrumador para consolidar la democracia, modernizar su economía, entrar en Europa, construir el Estado de las Autonomías, etc. La diferencia es que Felipe González en campaña electoral resumió su proyecto de España en una frase: “que España funcione”. Pues eso, que Grecia funcione.
Es decir, que pongan en marcha un sistema fiscal eficaz. Que haya un censo como es debido. Que se acabe el contrabando de gasolina y de tabaco. Que se eliminen los privilegios inaceptables de la Iglesia ortodoxa, que se acaben los monopolios y oligopolios, que se introduzca la competencia, que se estimule el emprendimiento, que se fomente la economía industrial. Que combatan la corrupción, que pongan fin a la economía clientelar. Esas y otras muchas son las tareas preferentes de Syriza. Hacer país desde la izquierda, saneando las finanzas públicas poco a poco, sobre la base del crecimiento económico y la creación de empleo como únicos fundamentos del progreso social.
Esa es la verdadera izquierda para Grecia. ¿Es nueva? No, es la izquierda de siempre, aunque algunos quieran inventarla de nuevo.