El desenlace del primer gran combate entre Syriza y la Unión Europea ha puesto de manifiesto los límites que establece la economía de mercado para una política económica alternativa cuando dependes de los propios mercados para tu financiación. No sólo eso. El choque brutal de realismo que ha impuesto Europa al Gobierno de Tsipras, ha puesto sobre el tapete algo que muchos ya conocíamos: que en el seno de una moneda común, tienes que adaptarte a las decisiones colectivas de 19 gobiernos, y a los requerimientos de las instituciones financieras que te prestan dinero o dirigen la política monetaria.
¿Podía hacer algo diferente a lo que ha hecho la nueva izquierda griega? Yo creo que no. Por eso me resultan vacías y falsas las alternativas que se nos presentan desde la izquierda de la izquierda a quienes hemos gestionado crisis parecidas en circunstancias semejantes. Por eso, al escuchar sus críticas a lo que tuvimos que hacer en los años 2010 y 2011 en España, me resultan cínicas e ignorantes. ¿Qué hubieran hecho ellos?
¿Podía hacer algo diferente a lo que ha hecho la nueva izquierda griega? Yo creo que no. Por eso me resultan vacías y falsas las alternativas que se nos presentan desde la izquierda de la izquierda a quienes hemos gestionado crisis parecidas en circunstancias semejantes. Por eso, al escuchar sus críticas a lo que tuvimos que hacer en los años 2010 y 2011 en España, me resultan cínicas e ignorantes. ¿Qué hubieran hecho ellos?
Más allá de los debates simplificadores sobre pueblo y casta, jóvenes y viejos, nuevos y antiguos, la llamada nueva izquierda en Grecia, España, Francia o Alemania, o en Ecuador o en Bolivia, mi impresión es que no hay una izquierda económica alternativa a la socialdemocracia. No tiene ninguna credibilidad. No es verosímil. En el mundo no hay ningún modelo conocido y que funcione de esa alternativa.
Hay, por supuesto, una agenda de cambios en política económica desde la izquierda. En fiscalidad, en regulación de mercados, en mercado laboral, en intervención pública, en predistribución de ingresos, en redistribución social, en servicios públicos y en igualdad. Claro que la izquierda tiene que afinar esas propuestas y claro que tenemos que hacer más y mejor en esa larga marcha. Pero eso es lo que viene haciendo la izquierda socialdemócrata desde hace setenta años, y ahí están las muestras, en decenas de países socialmente cohesionados y competitivos.