Como en otros momentos de la historia europea, la crisis se ha convertido en una oportunidad. La respuesta política a la crisis ha exigido un esfuerzo inédito de integración europea en la gestión económica de la zona euro. Por primera vez en los años de vida de la moneda única hemos tenido que abordar las insuficiencias de una organización económica demasiado diferente y demasiado descoordinada entre los países de la zona euro. Por primera vez hemos tenido que enfrentarnos a los enormes riesgos de una crisis financiera sistémica. Por primera vez la UE ha tenido que intervenir en la creación de mecanismos e instituciones de control y de supervisión sobre los mercados financieros, con objeto de evitar los mismos riesgos que han provocado la crisis económica actual. De todo ello han surgido actuaciones de la UE, en estos meses frenéticos de la Presidencia española, de una enorme trascendencia en la gestión económica europea y en el proyecto de su integración política.
Los avances se sitúan en dos grandes áreas: el impulso a la gobernanza económica de la UE y la creación de un marco de gestión de crisis para la Unión Monetaria Europea (UME). En primer lugar, el Mecanismo Europeo para la Estabilidad Financiera (MEEF) acordado este mes, supone una revisión fundamental de las reglas de la UE que ha permitido institucionalizar la solidaridad entre los estados europeos. Se ha producido una importación de facto del Artículo 5 de la OTAN, la cláusula de defensa mutua aplicada a la Eurozona: cuando un estado miembro está amenazado, los otros están obligados a salir en su defensa.
En la última reunión del ECOFIN, además, los países del Eurogrupo más Suecia y Polonia, comprometieron sus dineros (por si les quedaba alguna duda a los mercados) creando el germen de un (inédito) sistema de eurobonos europeo. Un país de la eurozona que se encuentre con serias dificultades financieras podrá recurrir al Vehículo de Propósito Especial (SPV), un instrumento supervisado por la Comisión y el Banco Central Europeo y con las garantías de todos los miembros de la UME, que podrá emitir su propia deuda y adquirir bonos soberanos del gobierno en cuestión (a cambio de una condicionalidad definida en cada caso).
Este primer pilar, que se activará según Jean-Claude Junker en "muy poco tiempo" deberá complementarse, sin embargo, con un nuevo marco de gobernanza económica para asegurar la estabilidad a largo plazo de la economía europea. Con este objetivo, el nuevo (y cada vez más consolidado) Presidente del Consejo, el Sr. Van Rompuy, confeccionó un grupo de trabajo de alto nivel (Task Force) que trabaja sobre cuatro líneas principales: (1) reforzar la supervisión presupuestaria para redoblar la disciplina en el marco del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, (2) mejorar la supervisión macroeconómica con el objetivo de reducir los desequilibrios de competitividad en el seno de la UE, (3) fortalecer la gobernanza económica a nivel institucional con encuentros regulares entre la Comisión, el Presidente del Eurogrupo, el Presidente del ECOFIN y el Presidente del Consejo Europeo y (4), consolidar, en el largo plazo, un mecanismo permanente de gestión de crisis, sobre la base del MEEF y hacia un Fondo Monetario Europeo.
A ello se suman los avances alcanzados en el último Consejo de la UE, el último presidido por la Presidencia Española, que culminó con éxito el semestre más convulso en términos económicos de la historia del euro. Se aprobó la Estrategia 2020 para el "crecimiento, sostenible e integrador" sustituta de la Estrategia de Lisboa, estableciendo un ambicioso marco de orientación para las políticas públicas europeas en el medio plazo y se acordó concretar una tasa europea común para que la banca contribuya a pagar por lo que es responsable, abanderando, de este modo, el debate de la fiscalidad internacional en la próxima reunión del G20.
En lo que se refiere a gobernanza económica el Consejo alcanzó los primeros compromisos: la creación de un "Semestre Europeo" para que la Comisión examine ex ante los planes presupuestarios de los Estados Miembros (EM), principalmente los niveles de crecimiento, inflación y los targets de ingresos, gastos y déficits. Se acordó, asimismo, la elaboración de mecanismos de sanciones (usando el presupuesto de la UE) para garantizar el cumplimiento del PEC y reforzar la independencia de las oficinas nacionales de estadística. En el ámbito de la supervisión macroeconómica se le ha pedido a la Comisión Europea que elabore unos índices de competitividad y probablemente también se establecerán medidas correctivas para asegurar el cumplimiento de las recomendaciones.
Finalmente, aprovechando estos tiempos futbolísticos, podría decirse que Zapatero le metió un gol por la escuadra a su homóloga alemana, Angela Merkel, con la decisión del Consejo de llevar adelante la iniciativa del Banco de España para que, a mediados de Julio, se hagan públicas las pruebas de esfuerzo (stress tests) de los 26 bancos más grandes de la UE. Por el momento los principales bancos españoles han pasado la prueba con éxito, despejando dudas en los mercados y confirmando la solidez de nuestro sistema bancario. Países como Alemania, que está capitaneando la ortodoxia económica en la unión, no tendrán tantas facilidades.
La culminación de estos avances, que basculan paralelos a las negociaciones para la aprobación en el próximo mes de Julio del "Paquete de Regulación Financiera" y la regulación de los Fondos Alternativos de Inversión (Hedge Funds y Private Equity) supondrán un punto de inflexión en nuestra forma de entender la economía europea y una transformación tan veloz como profunda de nuestro modo de trabajar juntos. Si a ello se suma el refuerzo del eje franco-alemán para liderar el proceso, como muestra la reciente carta conjunta de Merkel y Sarkozy dirigida al presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, para acelerar la reforma de los mercados financieros y asegurar una supervisión más estricta sobre los seguros contra impago de deuda soberana (Credit Default Swaps), las perspectivas son esperanzadoras.
A veces es difícil capturar el alcance de los compromisos logrados en medio de la vorágine de los acontecimientos. No obstante, aquél objetivo de la Unión Económica con el que emprendió sus andanzas la Presidencia Española y que bebía de las fuentes de Delors y González, está hoy un poco más cerca.
Expansión, 24/06/2010