29 de julio de 2018

Difícil, pero no imposible.

Los partidos del Parlamento vasco deben rectificar las bases del nuevo Estatuto acordadas por PNV y EH-Bildu, y construir otras sobre las que quepa de verdad un consenso de mínimos.

A la vista del acuerdo PNV-EH Bildu sobre la reforma del Estatuto, han quedado claras algunas cosas. Primera: que en el PNV se ha impuesto su proyecto más nacionalista, el que parte de una concepción soberanista de Euskadi, articula su relación con España en términos de bilateralidad confederal y configura un derecho a la autodeterminación para la independencia cuando convenga. En la nebulosa se dibuja el sueño sabiniano del ‘zazpiak bat’, cuando el futuro lo haga posible. Segunda: que su aliado para ese proyecto y ese tránsito es EH Bildu, la izquierda abertzale a quien redime de su pasado y la incorpora así a un nuevo marco jurídico-político vasco. Tercera: que esa nueva mayoría deprecia a la minoría no nacionalista y destruye el consenso del Estatuto de Gernika sobre el que hemos construido nuestro pacto de pluralidad estos últimos cuarenta años, sin discusión posible, los más fructíferos y prósperos en términos de autogobierno y de progreso económico de toda nuestra historia. Y cuarto: que ese proyecto de nuevo Estatuto, cualquiera que sea la redacción de los expertos convocados a desarrollar las bases políticas acordadas, no será aprobado por las Cortes y se generará un conflicto político sin solución, en el que muy probablemente ocurrirán cosas parecidas a las que están sucediendo en el conflicto catalán.

Tanto el Gobierno vasco como el líder del PNV están mandando señales de moderación y pacto, pero son solo eso, señales, que se contradicen con la contundencia de la opción tomada por Egibar y los suyos. Señales, a veces equivocadas, como esa apelación de Ortúzar a Sánchez recordándole su apoyo a la moción de censura y pidiéndole «correspondencia», como si en materia de principios y modelos políticos pudiera haber un mercadeo como el sugerido por el burukide.

No está fácil el consenso sobre estas bases. Es más, me temo, y conste que me duele decirlo, que es imposible. El nuevo estatus no es autonómico, es independentista. Es una mutación radical de las bases constitucionales de un Estado, que ni siguiera una reforma de la Carta Magna podrá nunca incorporar. Dos soberanías originales e iguales, una bilateralidad sin jerarquía normativa, un referéndum previo al envío del texto a las Cortes con el único objetivo de hacer imposible la negociación sobre un texto «ya aprobado por los vascos», un reconocimiento del derecho a la independencia «a la carta», para ser ejercido cuándo y cómo convenga… Sin entrar en otras materias sobre la ciudadanía y la identidad nacional de los vascos, ruptura de la Seguridad Social, competencias, etc.

Por eso me pregunto qué podemos hacer para encontrarnos y para que este tema no nos lleve de nuevo a los infiernos del viejo conflicto. Me pregunto cómo buscará el PNV atraernos al consenso a quienes siempre estuvimos en él y a quienes hemos acreditado hasta el extremo nuestra voluntad de hacer Euskadi juntos.

Siempre pensé que esta reforma estatutaria era una oportunidad extraordinaria de superar la brecha que el terrorismo generó entre nosotros con un preámbulo sincero, de mutuo reconocimiento sobre nuestra reciente historia, que permitiera a la izquierda abertzale cerrar su círculo, una vez terminada la etapa violenta. Pero siempre creí también que ese relato exigía ratificar nuestra apuesta de convivencia plural en un autogobierno moderno y actualizado en España frente a una globalización que exige compartir espacios pactados de soberanía (federalismo) y participar en una gobernanza de la globalización, desde una Europa fuerte para construir así un mundo mejor. Nunca pensé que facilitar a la izquierda abertzale ese tránsito tuviera que hacerse produciendo tan grave fractura de la sociedad vasca, imponiendo identidad a la ciudadanía y asumiendo un proyecto tan arcaico, y una mirada tan reaccionaria sobre nuestro pasado que toma la tradición y la historia manipuladas como base de construcción del futuro de Euskadi y de un país que debe ser de todos.

Oímos con frecuencia voces de víctimas de ETA (y no sólo) diciendo que la presencia de la izquierda abertzale en la política es el triunfo de la violencia. ETA fue derrotada y ponerlo en duda es un error. Hacen política porque la democracia admite la pluralidad con la palabra y sin pistolas. «O votos o bombas», decíamos, y así ha sido y así es. Pero me pregunto si podríamos seguir sosteniendo ese relato si el nuevo Estatuto cristaliza el proyecto político de quienes mataron por la autodeterminación. En realidad es una pregunta que traslado al PNV.

En definitiva no se trata de encargar a los expertos el milagro de convertir el agua en vino, como en el Evangelio. Las bases aprobadas no pueden alterarse de tal manera salvo que violenten los principios en los que se han encontrado PNV y EH-Bildu. Tampoco se trata de pedir al PSE y a Podemos (sin despreciar al PP, que son tan ciudadanos vascos como el que más) que ‘se muevan’, sino de rectificar esas bases y construir otras sobre las que quepa de verdad un consenso de mínimos para todos que no nos violente a ninguno. Todavía es posible. Difícil, pero no imposible.

Publicado en El Correo, 29/07/2018

26 de julio de 2018

El mundo según Trump.

No todo llegó con él. La crisis económica financiera de 2009-2016 ya había provocado profundas distorsiones en el mundo, que se habían sumado a las incertidumbres de un siglo XXI que nació con ellas. Especialmente Occidente asistía perplejo a una globalización, que parecía el comienzo de una etapa de esplendor y que sin embargo llevaba en su interior la espoleta de la crisis por su propia desregulación. Una globalización que produjo el desarrollo económico para decenas de países y millones de seres humanos en el mundo, generó también la devaluación sociolaboral de Occidente, el estancamiento de sus clases medias y el crecimiento de las desigualdades.
Una tormenta perfecta que acentuó los síntomas de una sociedad consumista 'satisfecha', individualista, muy proclive a los egoísmos del 'yo' ante el 'nosotros' y demasiado dispuesta a dejarse engañar por los alarmismos de la inmigración, por las mentiras del rechazo al diferente y por populismos y nacionalismos de toda especie, precursores de soluciones tan fáciles como falsas. El mundo ya era así antes de que él llegara.

Procapitalista y antidemocrático
Muchas de sus proclamas electorales no fueron tomadas en serio. La mayoría de sus bravuconadas parecían solo eso. Incluso cuando sorprendió al mundo entero con su victoria, la mayoría de los analistas interpretaron que no llevaría a cabo sus promesas, que la realidad sujetaría al lenguaraz de Twitter. Pero han pasado ya casi dos años y no podemos seguir engañándonos.
Trump está alterando sistemática y contundentemente el marco de la geopolítica mundial, y está   liderando un movimiento ideológico indefinible pero abiertamente procapitalista y antidemocrático. Basta un breve recordatorio de lo ya sabido:
-Todas las medidas adoptadas por Obama para regular los capitales financieros y el sistema bancario, después de la caída de Lehman Brothers, han sido derogadas.
 -El acuerdo de repatriación de capitales de las grandes compañías tecnológicas a cambio de rebajas fiscales es premonitorio de su nula voluntad de cooperación en la lucha contra la evasión y los paraísos fiscales.
- Las mejores intenciones (solo eso, intenciones) del G-20 después de la crisis han ido al cajón. El G-20, llamado a gobernar la economía global, junto a otras instituciones internacionales, está roto y sin perspectivas ante las sucesivas guerras abiertas por Trump. Las fotos del G-7 en Canadá son un reflejo de esas graves tensiones internas.
- Las tensiones monetarias habituales entre las grandes monedas pueden convertirse en abierta guerra si Trump impone sus opiniones a la Reserva Federal, al considerar que sus rivales devalúan sutilmente sus monedas en perjuicio de la competitividad norteamericana.
   
-Nunca en los últimos 50 años había estallado un conflicto comercial internacional tan grave y peligroso como el generado por el neoproteccionismo de Trump. La OMC está herida de muerte y la guerra de aranceles acaba de empezar y nadie sabe cómo acabará.
-El abandono del Acuerdo de París es la más grave lesión producida al multilateralismo en uno de los pocos temas que había alcanzado consenso internacional. Casi 200 países firmaron un acuerdo histórico a finales de 2016 sobre una de las grandes causas del futuro de la humanidad. El abandono de EEUU es un ataque no solo a la lucha contra el cambio climático. Es, además, un disparo al corazón del multilateralismo como método de gobernanza del mundo.
 -Lo mismo ha sido la denuncia del acuerdo no nuclear de Irán. La escalada verbal de ambos países (EEUU e Irán) está presagiando un grave conflicto bélico en la zona más peligrosa del planeta. No hace falta recordar que los europeos somos vecinos. Por supuesto, la escalada de los precios del petróleo no será ajena a la inestabilidad de la zona.
-En los 60 años largos de vida de la Unión Europea nunca hubo un presidente americano tan abiertamente hostil a Europa. Los temas en los que Trump se está mostrando como nuestro enemigo (son palabras suyas) son constantes. Cerró la puerta a las negociaciones de un acuerdo de libre comercio (TTIP); generó la guerra comercial con productos europeos diversos; amenazó con la OTAN y abroncó a Alemania y al resto por sus presupuestos de Defensa; animó al Reino Unido con el Brexit y a la Sra. May con un abandono brusco de la UE…
-Y finalmente se entendió en Helsinki con Rusia, dando un golpe mortal al multilateralismo y volviendo a un reparto interesado de la geopolítica internacional con Putin, convirtiéndolo así en un poderoso agente del mundo. Conviene recordar que el PIB ruso es semejante al de Italia, pero Trump quiere repartirse el mundo con ellos, no se sabe por qué razones ni debido a qué favores prestados
¿No les parece todo esto demasiado grave? Créanme si les digo que las cancillerías europeas están asustadas. Ya no son solo palabras, ni mensajes de Twitter. Ya no son solo amenazas y chulerías. Son todo eso y hechos. Son realidades que están cambiando nuestro mundo y haciéndolo mucho más inestable y peligroso. Un mundo muy feo el de Trump.
Publicado en El Confidencial, 26/07/2018

19 de julio de 2018

Entrevista RNE. 19/07/2018


Programa Europa Abierta, RNE.

Al término de la segunda jornada de un seminario sobre Europa organizado por la Asociación de Periodistas Europeos y la Fundación Carlos de Amberes, entrevistamos a Ramón Jáuregui, eurodiputado del PSOE.

11 de julio de 2018

Intervenciones comisión AFCO. 11/07/2018

Comisión AFCO. Informe Futuro de Europa 11/07/2018

 




Comisión AFCO. Informe sobre propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo relativa a la protección de las personas que informen sobre infracciones del Derecho de la Unión.




6 de julio de 2018

Conferencia "Europa como solución" Fundación Ramón Rubial.


Está mañana he participado, junto a Eneko Landaburu e Idoia Mendia en el ciclo de conferencias sobre el futuro de Europa: "Europa como solución", organizado por la fundación Ramón Rubial.






Galería de imágenes.












 
 

4 de julio de 2018

“En España nadie quedará fuera con la nueva reforma electoral europea”


El eurodiputado socialista Ramón Jáuregui ha recordado que “26 de los 28 Estados miembros de la Unión Europea disponen de umbrales en sus leyes electorales europeas, salvo España y Alemania”. “Con esta reforma no se lesiona el pluralismo, en España con el 2% nadie queda fuera”, ha asegurado.

En ese sentido, Jáuregui ha señalado que “los umbrales son una forma reconocida y universalmente aplicada para evitar fragmentaciones indeseadas en los parlamentos y para asegurar el funcionamiento de los mismos”.

El eurodiputado ha subrayado o que “la ley electoral española exige el 3% mínimo en cada provincia para obtener escaños en el congreso de los diputados. Además, la mayoría de las leyes electorales de las Comunidades Autónomas en España tienen umbral, algunas del 5%”.

“La reforma de la ley europea que hemos aprobado hoy establece un arco de umbral para todos los Estados miembros de entre el 2% y el 5% y será cada país el que fije su umbral. España lo hará, previsiblemente, antes de las elecciones de 2024, no en las próximas del 2019”, ha concluido.

Socialistas Españoles en el Parlamento Europeo.

Intervención Pleno 4/07/2018

Debate con el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, sobre el futuro de Europa.




2 de julio de 2018

Entrevista para diario Público. 2/7/2018


Ramón Jáuregui. / SOCIALISTAS ESPAÑOLES EN EL PARLAMENTO EUROPEO


La cuenta atrás ya ha empezado. En algo menos de un año, el socialista vasco
Ramón Jáuregui colgará los guantes, pero no tirará la toalla. Dejará la política, pero seguirá escribiendo y hablando. Dice que entre una cosa y otra no habrá puertas giratorias. Mientras prepara su retiro, el ex ministro de Zapatero, ex secretario general de los socialistas vascos, ex vicelehendakari y –de momento- europarlamentario del PSOE anda de presentación: acaba de publicar Memoria de Euskadi: el relato de la paz (Ediciones Catarata).
Su libro ha visto la luz algunas semanas después de que ETA bajara la persiana. De ahí el título, y también sus reflexiones. Entre sus lectores habrá miles de personas anónimas, pero también unas cuantas con carnets políticos de las más variadas tendencias: no en vano, hasta Ciudadanos llegó a manejar su nombre como posible candidato “instrumental” para sustituir a Rajoy y, al mismo tiempo, evitar la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa vía moción de censura. Jáuregui, que lo ha sido prácticamente todo en política, ni siquiera se lo planteó.
A las puertas de las vacaciones, el veterano dirigente socialista vasco sacó un rato para hablar con Público.


Su libro llega en un momento muy especial, justo tras el final de ETA. ¿Se trata de la obra que siempre quiso publicar?

Siempre he soñado con un libro más relacionado con el costumbrismo vasco, que explicara el horror del pasado. En realidad he estado más próximo a las novelas de Fernando Aramburu, que eran un poco mi aspiración literaria. Pero como no soy un escritor, he querido contar la gran victoria que ha producido la democracia española sobre el terrorismo de ETA. Lo he comparado con lo ocurrido en otros países como Irlanda o Colombia, para llegar a la conclusión de que hemos tenido un final feliz y una victoria plena, limpia y democrática sobre la violencia, y yo me siento muy orgulloso.

¿Existe una batalla por el relato sobre lo ocurrido en Euskadi?

Es inevitable, pero el relato de la verdad no puede ser otro que el de la propia violencia de ETA, por mucho que ellos quieran justificarla en un concepto político o hablar de otras violencias. El peso cuantitativo y cualitativo de sus crímenes no deja lugar a dudas. El único relato de la verdad es el de los 860 asesinatos, de los miles de heridos y del daño enorme que han producido a la sociedad vasca y española en cincuenta años de terror y de horror.

¿Qué debe hacerse para consolidar la convivencia?

En primer lugar, no olvidar nunca a las víctimas. Las víctimas siempre tienen razón y por tanto hay que incorporarlas al corazón de la política de convivencia. A la democracia, que es la que ha vencido contra el terror, le corresponde la generosidad. En ese sentido, suavizar las consecuencias de lo que hemos pasado en todos los sentidos es inteligente. Ayudar a las víctimas, acercar a los presos, reconciliar a colectivos… Todo eso es tarea pendiente, pero también creo que la sociedad vasca está en esa disposición, más allá de que haya discursos extremos.

¿Comparte la actuación que tuvo el gobierno de Rajoy ante el final de ETA en Euskadi?
 
Yo creo el PP nunca tuvo grandeza en esta materia. Siempre ha tenido una tentación partidista muy clara en la utilización política de las consecuencias de la violencia. Desgraciadamente, en la fase final de ETA, cuando el gobierno Zapatero estaba poniendo las bases de un aterrizaje inteligente para que la violencia desaguara hacia la política y hacia la paz, no ayudaron. Esa es la verdad. En cualquier caso, yo no quiero hacer reproches retroactivos sobre esto, porque hemos vivido en la misma trinchera durante muchos años, sufriendo el mismo acoso. Me gusta más recordar que la victoria sobre ETA ha sido una victoria de todos.
La política de dispersión se adoptó a principios de los años noventa porque era una evidencia que la cárcel constituía un engranaje de la estrategia terrorista. La cárcel pedía violencia y a veces incluso planificaba la propia acción terrorista. Fue necesaria la dispersión, pero una vez disuelta la banda, la dispersión no se sostiene. El gobierno tiene razón cuando dice que hay que proceder a una política de acercamiento progresivo pero individualizado, para que no haya tampoco errores respecto a personas que no deben estar junto a las que se están reinsertando.

Las asociaciones de víctimas están presionando al ministro Fernando Grande-Marlaska para que ese acercamiento no se produzca…

Sí, pero la política penitenciaria no la pueden hacer sólo las víctimas, sino que corresponde a la política del país. En general, hay muchas demandas de las víctimas que tienen que estar sobre el tapete de la política española. Por ejemplo, lo que tiene que ver con el esclarecimiento de los crímenes pendientes, pero las víctimas no son las que hacen la política (penitenciaria). Las víctimas expresan posiciones, y el gobierno decide.

¿Ha habido un trato diferente a las víctimas del GAL?

Sí, porque el Estado nunca ha reconocido su responsabilidad. A mí me parece que un tratamiento equivalente no es descartable desde el punto de vista de lo que son las compensaciones humanas.

¿Aún quedan secretos por conocer sobre el funcionamiento del GAL?

No lo creo. Me parece que esas cosas fueron ya judicialmente resueltas. Las ideas que cada uno tenga sobre aquellos años y aquel contexto son muy legítimas, pero pienso que es una página superada.

¿Qué expectativas tiene sobre el nuevo gobierno de Sánchez?

Yo creo que ha sido muy bien recibido por la opinión pública. Es consecuencia de una lección moral muy importante que este país se ha dado a sí mismo, como es la caída de todo un gobierno por la corrupción. Es una vacuna muy positiva y una recuperación de credibilidad institucional muy importante para la ciudadanía en relación con este cáncer que es la corrupción. A partir de ahí, su gobierno tiene márgenes pequeños de actuación por su situación de minoría, pero también será muy difícil para los partidos negarle a este Ejecutivo el pan y la sal. Por tanto, yo creo que tiene recorrido. Es un gobierno que va a querer agotar la legislatura. Vamos a ver cuál es el mejor momento para la convocatoria electoral.

¿El papel de sus paisanos del PNV puede resultar clave para que este gobierno aguante?

El PNV no quiere que se adelanten las elecciones, y eso parece que pueda ayudar a la sostenibilidad, pero también va a depender de cuál vaya a ser la manera de comportarse del PNV. Si camina en la dirección del pacto pragmático, será un apoyo del gobierno; pero también hay tentaciones identitarias, sobre todo en lo que se refiere al nuevo estatus, que a mí me preocupan mucho.

De hecho, usted habla en su libro del PNV de Ajuria Enea y del PNV de Ibarretxe…

Ese es el péndulo histórico del nacionalismo vasco. Acostumbran poner una vela a dios y otra al diablo. Urkullu se entiende con Sánchez, pero Egibar se entiende con Bildu. Vamos a ver en qué acaban las cosas.

¿El acercamiento entre Urkullu y Sánchez puede tener efectos prácticos en Euskadi?

Creo que la vida de la gente no va a cambiar radicalmente por mucho que haya acuerdos en algunas materias de transferencias, pero sí puede ayudar a destensar la relación que manteníamos en el ámbito de la convivencia. Como decíamos antes, los gestos que se puedan hacer en el terreno de la política penitenciaria ayudan a una sociedad un poco más conciliada. En el terreno de la vida real, la transferencia de Prisiones o de una parte de la gestión de la Seguridad Social no va a cambiar la vida de los vascos, aunque forma parte del terreno del entendimiento que el autogobierno plantea al Estado.
 
¿La profundización del autogobierno puede convertirse en un asunto delicado?

Creo que el autogobierno vasco ha llegado a sus máximas cotas. Más allá de los elementos puntuales, llevamos cuarenta años de autogobierno con un nivel competencial que prácticamente no tiene ninguna región autónoma del mundo y con un sistema económico y financiero muy favorable para los vascos. Mejor que así es muy difícil que estemos. Voy a repetirlo: mejor que así es muy difícil que estemos. No hay un estatus mejor por mucho que algunos pretendan sustentar el futuro en la soberanía vasca. En el mundo en el que estamos, esa soberanía o es europea o no lo es. Para pintar en el mundo, Euskadi tiene que proyectar su futuro en un marco de relación armónica con España y con Europa.

En base a su dilatada experiencia política, ¿qué consejos daría a Pedro Sánchez para solucionar el tema catalán?

No me atrevo a ser tan osado; creo que el presidente sabe muy bien avanzar en ese terreno. Para empezar, está destensando la situación y adoptando una posición proactiva, a diferencia de lo que han sido los años anteriores. En ese sentido, me parece que crear una comisión de estudio de los asuntos pendientes, ya sea el desarrollo del autogobierno o la financiación catalana, así como un acercamiento de los presos independentistas a sus lugares de origen cuando acabe la instrucción judicial, son actitudes que favorecen a una ciudadanía que quiere política y diálogo. Mucho va a depender también de lo que haga el nacionalismo catalán, y aquí soy menos optimista. Desgraciadamente, hay demasiados actores externos que están manteniendo la dialéctica de tensión con España porque forma parte de su propia estrategia. Además, la política catalana está bastante superada por movimientos espontáneos o asamblearios que dejan a los partidos políticos en una posición demasiado dependiente.

¿Qué va a hacer a partir del año que viene, cuando se acabe la legislatura en el Parlamento Europeo? Después de tantos años en la política, supondrá un cambio radical en su vida…

Por supuesto, pero es lo que toca. Los ritmos biológicos están ahí para ser consecuente con ellos. Mi esperanza es poder mantenerme en un ritmo de aprendizaje y aportación que me permita vivir un poco más serenamente, pero devolviéndole a la sociedad lo que ella misma me ha dado. He aprendido mucho a lo largo de estos años, y ahora se lo quiero devolver a la sociedad. Por supuesto, gratis et amore.

¿Habrá más libros?

Es posible. Pero en todo caso, habrá artículos, comentarios, conferencias… No quiero dejar de estar vivo, porque la curiosidad es uno de los mejores motores de la vida.

Lo que sí ha dicho en otras entrevistas es que no habrá puertas giratorias…

No, ninguna. En todo caso, yo seré un jubilado que cobre su pensión y trabajará lo que le dejen. Gratis.
 
Público, 2/07/2018