2 de julio de 2018

Entrevista para diario Público. 2/7/2018


Ramón Jáuregui. / SOCIALISTAS ESPAÑOLES EN EL PARLAMENTO EUROPEO


La cuenta atrás ya ha empezado. En algo menos de un año, el socialista vasco
Ramón Jáuregui colgará los guantes, pero no tirará la toalla. Dejará la política, pero seguirá escribiendo y hablando. Dice que entre una cosa y otra no habrá puertas giratorias. Mientras prepara su retiro, el ex ministro de Zapatero, ex secretario general de los socialistas vascos, ex vicelehendakari y –de momento- europarlamentario del PSOE anda de presentación: acaba de publicar Memoria de Euskadi: el relato de la paz (Ediciones Catarata).
Su libro ha visto la luz algunas semanas después de que ETA bajara la persiana. De ahí el título, y también sus reflexiones. Entre sus lectores habrá miles de personas anónimas, pero también unas cuantas con carnets políticos de las más variadas tendencias: no en vano, hasta Ciudadanos llegó a manejar su nombre como posible candidato “instrumental” para sustituir a Rajoy y, al mismo tiempo, evitar la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa vía moción de censura. Jáuregui, que lo ha sido prácticamente todo en política, ni siquiera se lo planteó.
A las puertas de las vacaciones, el veterano dirigente socialista vasco sacó un rato para hablar con Público.


Su libro llega en un momento muy especial, justo tras el final de ETA. ¿Se trata de la obra que siempre quiso publicar?

Siempre he soñado con un libro más relacionado con el costumbrismo vasco, que explicara el horror del pasado. En realidad he estado más próximo a las novelas de Fernando Aramburu, que eran un poco mi aspiración literaria. Pero como no soy un escritor, he querido contar la gran victoria que ha producido la democracia española sobre el terrorismo de ETA. Lo he comparado con lo ocurrido en otros países como Irlanda o Colombia, para llegar a la conclusión de que hemos tenido un final feliz y una victoria plena, limpia y democrática sobre la violencia, y yo me siento muy orgulloso.

¿Existe una batalla por el relato sobre lo ocurrido en Euskadi?

Es inevitable, pero el relato de la verdad no puede ser otro que el de la propia violencia de ETA, por mucho que ellos quieran justificarla en un concepto político o hablar de otras violencias. El peso cuantitativo y cualitativo de sus crímenes no deja lugar a dudas. El único relato de la verdad es el de los 860 asesinatos, de los miles de heridos y del daño enorme que han producido a la sociedad vasca y española en cincuenta años de terror y de horror.

¿Qué debe hacerse para consolidar la convivencia?

En primer lugar, no olvidar nunca a las víctimas. Las víctimas siempre tienen razón y por tanto hay que incorporarlas al corazón de la política de convivencia. A la democracia, que es la que ha vencido contra el terror, le corresponde la generosidad. En ese sentido, suavizar las consecuencias de lo que hemos pasado en todos los sentidos es inteligente. Ayudar a las víctimas, acercar a los presos, reconciliar a colectivos… Todo eso es tarea pendiente, pero también creo que la sociedad vasca está en esa disposición, más allá de que haya discursos extremos.

¿Comparte la actuación que tuvo el gobierno de Rajoy ante el final de ETA en Euskadi?
 
Yo creo el PP nunca tuvo grandeza en esta materia. Siempre ha tenido una tentación partidista muy clara en la utilización política de las consecuencias de la violencia. Desgraciadamente, en la fase final de ETA, cuando el gobierno Zapatero estaba poniendo las bases de un aterrizaje inteligente para que la violencia desaguara hacia la política y hacia la paz, no ayudaron. Esa es la verdad. En cualquier caso, yo no quiero hacer reproches retroactivos sobre esto, porque hemos vivido en la misma trinchera durante muchos años, sufriendo el mismo acoso. Me gusta más recordar que la victoria sobre ETA ha sido una victoria de todos.
La política de dispersión se adoptó a principios de los años noventa porque era una evidencia que la cárcel constituía un engranaje de la estrategia terrorista. La cárcel pedía violencia y a veces incluso planificaba la propia acción terrorista. Fue necesaria la dispersión, pero una vez disuelta la banda, la dispersión no se sostiene. El gobierno tiene razón cuando dice que hay que proceder a una política de acercamiento progresivo pero individualizado, para que no haya tampoco errores respecto a personas que no deben estar junto a las que se están reinsertando.

Las asociaciones de víctimas están presionando al ministro Fernando Grande-Marlaska para que ese acercamiento no se produzca…

Sí, pero la política penitenciaria no la pueden hacer sólo las víctimas, sino que corresponde a la política del país. En general, hay muchas demandas de las víctimas que tienen que estar sobre el tapete de la política española. Por ejemplo, lo que tiene que ver con el esclarecimiento de los crímenes pendientes, pero las víctimas no son las que hacen la política (penitenciaria). Las víctimas expresan posiciones, y el gobierno decide.

¿Ha habido un trato diferente a las víctimas del GAL?

Sí, porque el Estado nunca ha reconocido su responsabilidad. A mí me parece que un tratamiento equivalente no es descartable desde el punto de vista de lo que son las compensaciones humanas.

¿Aún quedan secretos por conocer sobre el funcionamiento del GAL?

No lo creo. Me parece que esas cosas fueron ya judicialmente resueltas. Las ideas que cada uno tenga sobre aquellos años y aquel contexto son muy legítimas, pero pienso que es una página superada.

¿Qué expectativas tiene sobre el nuevo gobierno de Sánchez?

Yo creo que ha sido muy bien recibido por la opinión pública. Es consecuencia de una lección moral muy importante que este país se ha dado a sí mismo, como es la caída de todo un gobierno por la corrupción. Es una vacuna muy positiva y una recuperación de credibilidad institucional muy importante para la ciudadanía en relación con este cáncer que es la corrupción. A partir de ahí, su gobierno tiene márgenes pequeños de actuación por su situación de minoría, pero también será muy difícil para los partidos negarle a este Ejecutivo el pan y la sal. Por tanto, yo creo que tiene recorrido. Es un gobierno que va a querer agotar la legislatura. Vamos a ver cuál es el mejor momento para la convocatoria electoral.

¿El papel de sus paisanos del PNV puede resultar clave para que este gobierno aguante?

El PNV no quiere que se adelanten las elecciones, y eso parece que pueda ayudar a la sostenibilidad, pero también va a depender de cuál vaya a ser la manera de comportarse del PNV. Si camina en la dirección del pacto pragmático, será un apoyo del gobierno; pero también hay tentaciones identitarias, sobre todo en lo que se refiere al nuevo estatus, que a mí me preocupan mucho.

De hecho, usted habla en su libro del PNV de Ajuria Enea y del PNV de Ibarretxe…

Ese es el péndulo histórico del nacionalismo vasco. Acostumbran poner una vela a dios y otra al diablo. Urkullu se entiende con Sánchez, pero Egibar se entiende con Bildu. Vamos a ver en qué acaban las cosas.

¿El acercamiento entre Urkullu y Sánchez puede tener efectos prácticos en Euskadi?

Creo que la vida de la gente no va a cambiar radicalmente por mucho que haya acuerdos en algunas materias de transferencias, pero sí puede ayudar a destensar la relación que manteníamos en el ámbito de la convivencia. Como decíamos antes, los gestos que se puedan hacer en el terreno de la política penitenciaria ayudan a una sociedad un poco más conciliada. En el terreno de la vida real, la transferencia de Prisiones o de una parte de la gestión de la Seguridad Social no va a cambiar la vida de los vascos, aunque forma parte del terreno del entendimiento que el autogobierno plantea al Estado.
 
¿La profundización del autogobierno puede convertirse en un asunto delicado?

Creo que el autogobierno vasco ha llegado a sus máximas cotas. Más allá de los elementos puntuales, llevamos cuarenta años de autogobierno con un nivel competencial que prácticamente no tiene ninguna región autónoma del mundo y con un sistema económico y financiero muy favorable para los vascos. Mejor que así es muy difícil que estemos. Voy a repetirlo: mejor que así es muy difícil que estemos. No hay un estatus mejor por mucho que algunos pretendan sustentar el futuro en la soberanía vasca. En el mundo en el que estamos, esa soberanía o es europea o no lo es. Para pintar en el mundo, Euskadi tiene que proyectar su futuro en un marco de relación armónica con España y con Europa.

En base a su dilatada experiencia política, ¿qué consejos daría a Pedro Sánchez para solucionar el tema catalán?

No me atrevo a ser tan osado; creo que el presidente sabe muy bien avanzar en ese terreno. Para empezar, está destensando la situación y adoptando una posición proactiva, a diferencia de lo que han sido los años anteriores. En ese sentido, me parece que crear una comisión de estudio de los asuntos pendientes, ya sea el desarrollo del autogobierno o la financiación catalana, así como un acercamiento de los presos independentistas a sus lugares de origen cuando acabe la instrucción judicial, son actitudes que favorecen a una ciudadanía que quiere política y diálogo. Mucho va a depender también de lo que haga el nacionalismo catalán, y aquí soy menos optimista. Desgraciadamente, hay demasiados actores externos que están manteniendo la dialéctica de tensión con España porque forma parte de su propia estrategia. Además, la política catalana está bastante superada por movimientos espontáneos o asamblearios que dejan a los partidos políticos en una posición demasiado dependiente.

¿Qué va a hacer a partir del año que viene, cuando se acabe la legislatura en el Parlamento Europeo? Después de tantos años en la política, supondrá un cambio radical en su vida…

Por supuesto, pero es lo que toca. Los ritmos biológicos están ahí para ser consecuente con ellos. Mi esperanza es poder mantenerme en un ritmo de aprendizaje y aportación que me permita vivir un poco más serenamente, pero devolviéndole a la sociedad lo que ella misma me ha dado. He aprendido mucho a lo largo de estos años, y ahora se lo quiero devolver a la sociedad. Por supuesto, gratis et amore.

¿Habrá más libros?

Es posible. Pero en todo caso, habrá artículos, comentarios, conferencias… No quiero dejar de estar vivo, porque la curiosidad es uno de los mejores motores de la vida.

Lo que sí ha dicho en otras entrevistas es que no habrá puertas giratorias…

No, ninguna. En todo caso, yo seré un jubilado que cobre su pensión y trabajará lo que le dejen. Gratis.
 
Público, 2/07/2018