No es fácil, en los tiempos que vivimos, impactar mediática y políticamente, con una Cumbre celebrada en Andorra, en formato semivirtual y sin incidentes anecdóticos, salvo la nevada a finales de abril en el corazón pirenaico. Y sin embargo, la XXVII Cumbre Iberoamericana ha vencido, con éxito, las adversas condiciones políticas y pandémicas que ya retrasaron su celebración en el otoño pasado.
La celebración misma de la Cumbre es un éxito de primera magnitud. Muchas circunstancias aconsejaban su postergación en espera de tiempos mejores. Los protocolos sanitarios que impone la pandemia; la logística de un desplazamiento incómodo; las tensiones políticas que viven los países iberoamericanos; las urgencias gubernamentales en momentos dramáticos en muchos de esos países... Demasiados obstáculos animaban un aplazamiento que, sin embargo, era en sí mismo peligroso. Es muy fácil suspender una Cumbre en estas circunstancias, pero la experiencia nos enseña que las suspensiones se eternizan y acaban por romper los compromisos de las Alianzas internacionales. Para muestra, la interrupción de las Cumbres EU-CELAC hace cinco años por los problemas surgidos con el Grupo de Lima y Venezuela y las enormes dificultades después para su reanudación, refleja bien esta enseñanza. Rebeca Grynspan, la Secretaría General de la SEGIB, se empeñó en celebrarla y lo ha conseguido con una notable participación y con significativos resultados.
Ese es otro de los méritos; la participación. Es verdad que la aparición en pantalla es más fácil, pero todos los países de la Comunidad Iberoamericana estuvieron presentes y eso es ya en los momentos actuales, otro gran mérito. La mayoría de ellos representados por su Presidente y en el caso de España y Portugal, con la presencia física de los Jefes de Estado y de Gobierno de ambos países. La gestión de los discursos muy antagónicos y abiertamente enfrentados por los conflictos enquistados, especialmente Venezuela, tampoco resultaba fácil, pero el presidente andorrano manejó bien unas comparecencias difíciles. Un desarrollo tan comprometido exige muchas horas de gestiones discretas y compromisos delicados, trabajados durante meses a múltiples bandas. Solo el prestigio, los esfuerzos y la inteligencia de la Secretaria General pudo lograrlo y por eso merece nuestro elogio.
Se han producido importantes acuerdos en la Cumbre. Una declaración institucional muy trabajada, en más de 20 reuniones preparatorias, de ellas 13 ministeriales, en la que se abordan los principales temas del momento: pandemia, vacunación; (distribución, acceso a la tecnología, prevención pandémica futura etc.); recuperación económica; innovación; medio ambiente; desigualdad; educación; ciencia y tecnología, etcétera. Es verdad que este tipo de declaraciones abusan de la retórica y eluden compromisos. Pero, al mismo tiempo, unifican valores y prioridades y permiten obtener posiciones comunes de la comunidad Iberoamericana en las futuras mesas internacionales ante problemas y retos comunes
La Cumbre ha aprobado, además, 16 Comunicados Especiales que incluyen acciones de los Gobiernos para superar la crisis, que van desde el acceso a las vacunas en la lucha contra la pandemia, hasta la búsqueda de financiamiento internacional para la recuperación económica. Desde temas cruciales como la alimentación en regiones con pobreza extrema, hasta los efectos de los desastres naturales. Desde el crimen organizado (verdadero cáncer en algunas regiones), al alivio de la deuda. El compromiso de envío de 7,5 millones de vacunas desde España, del Presidente del Gobierno español, se inscribe en este contexto.
La Cumbre vino precedida de una Cumbre Empresarial los días 19 y 20, en la que también se produjeron importantes acuerdos y en la que un buen número de representantes empresariales (cerca de 4.000 asistentes virtuales) y mercantiles de los dos continentes, trabajamos en la aproximación de nuestras economías y de nuestros espacios comerciales. A destacar el Compromiso de Andorra sobre "Innovación para el desarrollo sostenible" que coloca la innovación y el emprendimiento como plataformas imprescindibles para abordar las dos grandes disrupciones de nuestro siglo: La lucha contra el Cambio Climático y la Transformación Digital. La Cumbre establece así una verdadera hoja de ruta para que la SEGIB se convierta en un puente de conexión e intercambio de políticas públicas entre Europa y América Latina, para obtener las máximas sinergias de esas alianzas.
Decepciona un poco que tanto trabajo callado en la preparación de esta Cumbre y tantos logros en Planes de Acción que marcarán el futuro de nuestra Alianza, queden ocultos bajo el manto de una actualidad política volcánica por las circunstancias electorales y por el insufrible anecdotismo radical y polarizante de las campañas aquí y allá.
Soy consciente de la ingenuidad de este propósito, pero valgan estás líneas para reclamar la atención de las cosas importantes y para reivindicar el trabajo bien hecho de la Secretaría General Iberoamericana en esta Cumbre importante para nuestros países. ¡Bravo Rebeca!
Publicado en El Economista. 7/05/2021