30 de octubre de 2020

Una agenda de urgencias para América Latina.

El virus no conoce fronteras. Cierto, pero golpea más en algunos continentes que en otros. América Latina concentra el 8% de la población mundial pero más de un tercio de los contagiados en el mundo y casi la mitad de los fallecidos por la pandemia se producen allí.

El virus no conoce clases sociales. Cierto, pero los pobres se contagian más porque la economía informal les obliga a trabajar, a viajar y a vivir sin condiciones de aislamiento.

Todos pensábamos que África sería el continente más castigado, pero es en América Latina donde el virus está produciendo más daños humanos y desde luego sociales y económicos. La caída del PIB global en 2020 se estima en el 5%,pero en el 10% para América Latina. La pobreza registra un repunte del 4,5% este año en el subcontinente. Cerca de tres millones de pequeñas empresas están en riesgo de cierre y pueden perderse diez millones de empleos.

La región necesita organizaciones suprarregionales capaces de articular intereses comunes.

El cuadro de previsiones empeora por circunstancias añadidas: Reducción de las exportaciones, caída de los precios de las materias primas, huida de capitales, reducción de las remesas de los emigrantes, desplome del turismo y problemas de financiación a corto plazo. La región puede retrotraerse de diez a veinte años y la pobreza volver a las cifras de finales del siglo XX.

Este panorama lo hemos ido viendo a medida que la pandemia crecía este verano (invierno allí) y esa percepción de gravedad y urgencia nos llevó a las dos fundaciones (Fundación Euroamérica y Fundación Iberoamericana Empresarial FIE) a plantear a CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) la colaboración en un informe serio, fundado, riguroso, que permita a los instancias políticas y a las instituciones financieras internacionales, articular las ayudas necesarias para que estos daños sean evitados o amortiguados

El pasado día 15 de octubre, en compañía de Josep Piqué y Luis Carranza, tuve el honor de presentar esta "Agenda para la Recuperación de América Latina" a la Vicepresidenta Calviño y a la Secretaria General de la SEGIB, Rebeca Grynspan, y todos nos comprometimos a trabajar por la implementación de esta hoja de Ruta de Recuperación económica y social de nuestros países hermanos en América Latina.

El eje principal de esta agenda afecta a la ayuda financiera que muchos países latinoamericanos necesitan. Hace ya varios meses, prácticamente al comienzo de la pandemia, un relevante grupo de ex presidentes y ex gobernadores de Bancos Centrales de América Latina recomendaban al Fondo Monetario Internacional la emisión de un billón de dólares en Derechos Especiales de Giro para facilitar liquidez a los países en sus políticas públicas y así combatir las consecuencias de la pandemia. Pues bien, nuestro documento coincide con esta exigencia. De hecho, las cinco primeras propuestas del decálogo que sugerimos dicen literalmente lo siguiente: 

El continente está pagando más que nunca las facturas de su desconexión regional.

1. Reforzar la influencia de la Comunidad Iberoamericana en la Agenda Global, invitando a una mayor coordinación de los cuatro países de la Comunidad participantes en el G-20.

2. Utilizar plenamente la capacidad de préstamo del FMI y realizar una emisión adicional de hasta 1 billón de DEG con el objetivo de que la liquidez creada por las políticas de Quantitative Easing en los países centrales se extiendan también al conjunto de economías emergentes y en particular a Latinoamérica.

3. Acometer sin dilación un incremento de capital de todos los bancos multilaterales que operan en Latinoamérica, en particular el BID y la CAF.

4. Utilizar medidas de expansión cuantitativa por parte de los bancos centrales nacionales que tengan capacidad para hacerlo como respuesta a la caída de la demanda provocada por las crisis sanitarias, condicionadas a la creación de crédito de empresarial.

5. Extender la red de swaps y repos del BCE y la FED a los bancos centrales de la región, utilizando la intermediación del FMI con el objetivo de que estos tengan acceso a financiación en divisas en condiciones preferenciales y puedan hacerla llegar a la economía productiva. Asimismo, se recomienda valorar otras vías que contribuyan a la estabilización de la zona.

El documento ha sido elaborado por un grupo de economistas de altísimo nivel, conocedores de esta realidad y dirigidos por el ex ministro de economía Román Escolano. Naturalmente, junto a la urgencia de la ayuda financiera, se destacan otras condiciones para afrontar la recuperación económica de los países latinoamericanos. En particular se insiste en la necesidad de avanzar en la integración económica y comercial de la región (factor clave para mejorar su productividad), en mejorar la gobernanza institucional y potenciar las Alianzas Público-Privadas, reforzar los ecosistemas digitales, reformas en la normativa de los concursos, y quiebras y finalmente la promoción de la inversión social y la economía de impacto, el emprendimiento social y la sostenibilidad empresarial. (R.S.E.)

América Latina está pagando, más que nunca, las facturas de su desconexión regional y la ausencia de organizaciones suprarregionales capaces de articular sus intereses comunes. La comparación con lo que ha ocurrido en la Unión Europea es obligada. Nuestro Banco Central y la Comisión Europea con su Plan de Recuperación, son un ideal para una región que arrastra este problema (la falta de un mercado común latinoamericano) desde siempre, y que, desgraciadamente, vive en estos momentos tan dramáticos, un grave incremento de sus desencuentros. Por eso, nuestra ayuda es más imprescindible que nunca.

Publicado para el Economista, 30/10/2020

28 de octubre de 2020

Una deriva peligrosa.

La sociedad española es mucho más plural que ese esquema de blancos y negros que nos ofrece el ruedo político. Lo grave es la fractura del país

Unos quieren exhumar a los fusilados por el franquismo ocultos todavía en cunetas rurales o en paredes de cementerios y otros pintan ‘Asesinos’ en las estatuas de Prieto o Largo Caballero o, peor aún, eliminan su nombre de un callejero que otro alcalde democrático otorgó a los exministros socialistas de la República.

Unos recuerdan la contribución democrática de Juan Carlos o elogian la monarquía parlamentaria española con simplificados mensajes de ‘Viva el Rey’, mientras otros aprovechan el lamentable episodio del rey emérito para proponer la república y utilizan un incidente evitable para acusar a Felipe VI de «maniobras contra el Gobierno democráticamente elegido».

Unos dicen que este Gobierno está atacando la separación de poderes y violando la Constitución y los otros acusan al PP de incumplimiento constitucional y atribuyen al principal partido de la oposición ser «un partido antisistema».

Los nacionalistas catalanes desprecian la democracia española y son cada día más ofensivos contra sus instituciones: la Justicia, la monarquía, el Gobierno, los españoles en general. A su vez, en España es difícil oír hablar elogiosa o positivamente de los catalanes.

La Constitución y sus posibles reformas ofrecen este abanico extremista, desde quienes se oponen a tocarla a quienes proponen una asamblea constituyente para elaborar una nueva Constitución. La valoración de la Transición y de la España del pacto reconciliatorio es un orgullo de trabajo bien hecho –admirado en el mundo entero– para muchos, y para otros es un pacto amañado por la influencia de los poderes fácticos y proponen una «transformación histórica».

La gestión de la pandemia también ha extremado y polarizado el debate político. Ningún país europeo ha sufrido una tensión partidaria y territorial tan grave como la que todavía padecemos en España. Y sigue a pesar del millón de contagiados.

La moción de censura ha cristalizado está división en el Parlamento. Ha solemnizado la fractura extrema del debate político español, pero, mucho antes, cada semana en el Congreso y en el Senado, el nivel del enfrentamiento se eleva en tensión, agresiones, descalificaciones e insultos. Yo no me hago ilusiones pactistas con la ruptura de Casado con Vox en la moción. Es un buen paso, pero creo que su apuesta estratégica contra este Gobierno no incluye los pactos con él y en consecuencia, me temo que el enfrentamiento Gobierno-oposición seguirá polarizado.

Todo en España es utilizado hoy para extremar las posiciones arrasando el espacio más ecléctico, más moderado, más gris que ofrece cualquiera de los grandes temas a debate: la familia, el sexo, la eutanasia, el feminismo, Europa, las migraciones... Hay un gusto peligroso por colocar a la derecha en el espacio de la extrema derecha y al Gobierno, en el Frente Popular social-comunista, ofreciendo así una visión maniquea, simple, del arco político español. La sociedad española es mucho más plural, más rica en valores y en opiniones que ese esquema ramplón de blancos y negros que nos ofrece cada día el ruedo político.

No es mi propósito en este momento señalar culpables. Las responsabilidades, por supuesto, existen y no son iguales. Pero lo grave de las consecuencias que ya se están produciendo es la fractura sociopolítica del país. La enemistad social que genera, la polarización política que produce.

España es un país con una memoria atormentada y divisiva por la Guerra Civil y la represión posterior de la dictadura. El pacto reconciliatorio y la Constitución nos han permitido convivir en libertad y progresar como nunca en los últimos dos siglos. Pero el peligro de esta deriva es que no podremos seguir haciéndolo porque hemos perdido la capacidad de pactar, de estimar el consenso, de apreciar las ventajas de su conquista.

Es más. El verdadero peligro de la polarización es la victoria de los extremos y del populismo. Es arrastrar a la mayoría hacia trincheras irreconciliables. Es privar al debate público de la racionalidad y de alternativas y cargarlo de sentimientos, de identidades enfrentadas y de falsas soluciones. Un informe recién publicado por Esade y el CSIC señala que «En España lleva años creciendo la polarización afectiva e ideológica: los partidos políticos españoles se encuentran cada vez más lejos en su posición ideológica y territorial y los sentimientos de los votantes de un partido hacia el resto están entre los más negativos del mundo».

El peligro no está solo en la mirada retrospectiva. Es que el futuro, después de la pandemia, solo podremos construirlo juntos. El volumen de los esfuerzos y el carácter intergeneracional de las políticas necesarias reclama acuerdos que la polarización hace imposible.

Publicado en El Correo, 28/10/2020

21 de octubre de 2020

Entrevista Revista: ComunidadRS

Ramón Jáuregui es sobradamente conocido por su dilatada trayectoria política, en la que ha desempeñado numerosas responsabilidades en todos los escalones de la administración, local, autonómico, nacional y europeo. Su última y fructífera etapa como europarlamentario le permitió participar muy activamente en la construcción de lo que entendemos hoy como responsabilidad social y su divulgación. En la actualidad preside la Fundación EuroAmérica. Nos recibe amablemente y mantenemos una animada charla que compartimos con vosotros.

Desde tu perspectiva, desde el papel protagonista que has desempeñado estos años en la consolidación de la responsabilidad social en el ámbito de la Unión Europea, ¿en qué momento podemos decir que se encuentra Europa en la materia?

Europa tiene el mérito del origen con el Libro Verde de 2001, de suscitar la cuestión, de generar cultura. Durante casi 10 años su trabajo ha estado vinculado a la consecución de consensos. La primera parte del trabajo de la UE fue el de motivar, generar las bases teóricas de la cultura de la RS y, sobre todo, propiciar un diálogo entre sindicatos y empresarios en el Comité Económico y Social para conseguir los primeros avances. Creo que el gran logro de la UE es la directiva de 2014 sobre información no financiera que desgraciadamente en España se traspuso con un retraso muy considerable en diciembre de 2018.
En este momento está en marcha otro avance también notable, a través de una directiva que el comisario de justicia ha prometido sobre diligencia debida. Esto permitirá garantizar la aplicación de los derechos humanos y de las normas universales en materia de dignidad laboral, así como estándares medios en materia medioambiental para el conjunto de la cadena de valor de las grandes compañías.
Estas aportaciones de la UE pueden parecer modestas, pero sin ellas no tendríamos la RS, la cultura de la sostenibilidad.

Uno de tus postulados es que la RS se debe abrir paso de una manera voluntaria y de una manera progresiva dentro del sector empresarial, pero al mismo tiempo defiendes la utilidad de imponer ciertas obligaciones a las grandes empresas, a las multinacionales, a las grandes corporaciones, ¿cómo consideras que este doble enfoque logra mejorar las practicas responsables de estas organizaciones, especialmente en su relación con los grupos de interés?

La voluntariedad es una condición intrínseca de la RS, o de la sostenibilidad como se le llama ahora, pero en la cultura de la responsabilidad las exigencias sociales que se han ido planteando han ido generando compromiso que se ha acabado por transformar en normas legales. Hay por tanto una dicotomía falsa cuando se establece una contraposición entre legalidad y voluntariedad porque, a la postre, han estado más vinculadas de lo que creemos. Por ejemplo, comenzamos hablando de la redacción de memorias de sostenibilidad con la triple perspectiva y conforme ha avanzado la cultura de la RS esto ha desembocado en la directiva de información no financiera. Las empresas han se han acostumbrado a informar y quien no lo hace a explicar por qué, de manera que el compromiso se ha hecho cada vez más fuerte como exigencias propias de esta cultura.
Desde 2018 la UE ya ha establecido toda una taxonomía para las inversiones sostenibles, para las finanzas sostenibles, impensable hace solo unos años. No son propiamente directivas, no son normas, pero sí son técnicas que van permiten discernir entre lo que es sostenible y lo que no lo es en el ámbito financiero. Una práctica de excelencia en RS se convierte poco a poco en una norma de uso generalizado. 0tro ejemplo es la responsabilidad penal de las empresas. Hasta 2012 no existía como tal, la responsabilidad penal era individual, pero entonces entran las empresas en el Código penal. Esto viene motivado por la frustración ciudadana con los comportamientos no sostenibles en el core business de las propias compañías en la crisis del 2008. El descontento social se transforma en una corriente de exigencia que culmina en un artículo del Código Penal. Así, la práctica responsable se convierte en ley y generaliza planes de compliance para velar por el comportamiento ético y conforme a las normas en los consejos de administración.
Otro buen ejemplo son las tres reformas que ha sufrido el código de buen gobierno. El código de conducta de los consejos de administración ha sido reformado sucesivamente para dar respuesta a la creciente exigencia de transparencia, de accountability hacia las compañías. Esta exigencia ya no es sólo una cuestión de ONG’s o de consumidores, sino que se dirige, especial y curiosamente, hacia los agentes financieros. La gente quiere saber cómo obtienen sus beneficios, que riesgos tienen, donde opera, en que países.. Transparencia, accountability, ¿todo esto origina normas?, no propiamente normas, pero los códigos de conducta se acaban convirtiendo en normas de comportamiento de los consejos.
La presencia de las mujeres en los consejos de administración es un caso en el que sí hemos creado leyes. Algunos países han establecido cuotas para los consejos, Alemania entre otros. ¿Quién podía imaginar hace 15 años que un gobierno iba a acabar imponiendo a una empresa y a su consejo de administración que tuviera un numero mínimo de mujeres en su consejo?, era impensable. Sin embargo, la demanda de igualdad entre hombre y mujeres ha ido entrando en el mundo de la empresa, en los convenios colectivos -junto con la conciliación-, pero también, obviamente, en las carreras profesionales, la presencia de mujeres directivas, la igualdad salarial, etc.… Toda esa corriente se ha ido plasmando en leyes.
En definitiva, la dicotomía entre voluntariedad y obligatoriedad es una dicotomía no tan antinómica como podríamos pensar, sino que es una dialéctica forzada por la realidad. La RS y sus prácticas, y, sobre todo, la expansión de su cultura, han ido generando medidas legales que de otra forma no habrían existido. Eso significa que el camino recorrido da frutos.
Y además seguimos avanzando por esa senda. Como decía, la directiva que se está gestando sobre diligencia debida -que, por cierto, en Francia ya es ley- responde en esencia a algo que también está en la cultura de la RSE, y es la sostenibilidad de las compañías en su larga cadena de suministro. Son conocidos los escándalos que se han producido por la despreocupación de las empresas sobre los efectos que producen sus subcontratas en países cuya seguridad jurídica es baja o donde las exigencias legales son mínimas. Se vuelve necesario hacer hincapié en los derechos humanos, en la diligencia debida, lo que desemboca en planes nacionales de Derechos Humanos pero que, quizás mañana, sea una directiva de la Unión Europea, siendo optimistas en 2021 y que puede acabar siendo traspuesta en 2024. Es decir, estamos en ese camino.
A veces no lo vemos, y cuando somos muy críticos con el balance puede ser que, quizás, no destaquemos suficientemente que estamos creando un humus sobre el que nacen unas normativas, digamos civilizatorias, más avanzadas.

Tal vez quienes trabajamos y creemos los temas de sostenibilidad, igualdad, responsabilidad social… tenemos prisa, nos gustaría que las cosas fueran más deprisa de lo que van… Por ejemplo, el hecho de poder disponer de parámetros internacionales homologados para evaluar comportamientos responsables

La instrumentación para medir todo lo que llamamos responsabilidad social sigue siendo muy heterogénea. Creo que nunca hemos conseguido verdaderos acuerdos sectoriales -a excepción del textil que sí logró algo-, pero realmente hubiera sido muy interesante que cada sector económico hubiera consensuado sus propios parámetros de medición, pero el mundo empresarial no ha querido atarse a esas cosas. De esta manera, los instrumentos de Global Reporting son bastante precisos, pero es una selva de datos que acaba perdiendo entidad a la hora de llegar a una determinada conclusión sobre una empresa. Pienso que en ese terreno hay mucho que hacer todavía.
Uno de los temas que con el que está ahora muy sensibilizada la opinión pública es la responsabilidad fiscal, ¿hasta qué punto las empresas son fiscalmente responsables? Tenemos varias herramientas para la medición del cumplimiento fiscal… Hay varios mecanismos de medición y eso genera tal confusión y complicación a la hora de presentar la bendición, inclusive a los que quieren hacerlo, que acaba siendo un obstáculo real para el avance de esta materia.

¿Opinas que convendría una cierta simplificación, sobre todo para extender el concepto a la empresa más pequeña que no tiene su departamento de sostenibilidad ni de responsabilidad social, y que no puede dedicar demasiados recursos ni demasiado personal?

Sin duda es demasiado compleja la materia, y las empresas no tienen tiempo, sobre todo las pequeñas, para poder ser cumplidoras de semejante complejidad.

¿Qué opinión te merece la falsa confrontación entre competitividad y la sostenibilidad? ¿Considera que la sostenibilidad medioambiental, social o laboral puede ayudar a que las empresas resulten más rentables?

Sí, lo que sucede es que la sostenibilidad realmente implica, a corto plazo, un incremento notable de costes. Normalmente las exigencias derivadas de la sostenibilidad implican inversiones y una consecuente reducción de beneficios en general, si es que los había. Entonces, siendo completamente francos en esta materia, los beneficios que esperábamos de la etiqueta de la sostenibilidad no se han dado… son demasiado etéreos, son demasiado virtuales… Tú puedes mejorar mucho tu reputación corporativa, pero hemos comprobado (y este es uno de los elementos negativos de la experiencia) que la ciudadanía no tiene la capacidad de aprender o de saber tanto como para que aprecie cuál es la marca que merece premio y cuál es la que merece castigo… Por tanto, no hay una equivalencia entre el esfuerzo en sostenibilidad y el premio del consumo o de la reputación.

Quizás sea importante el papel que puedan desempeñar las administraciones públicas en el fomento de una determinada manera de producir y de una manera de consumir.

Por supuesto, pero la administración pública tampoco puede transformar el mundo en el que está, y quizás nos habíamos hecho una idea falsa de la sociedad que íbamos a tener… Creíamos, por ejemplo, que las redes nos iban a empoderar y las redes nos están alienando, embruteciendo… A pesar de que tenemos a nuestra disposición un volumen inmenso de información, realmente no tenemos la capacidad ni de ordenarla ni de gestionarla… Pienso que idealizamos un poco lo que creíamos que era la sociedad resultante de estas disrupciones que se estaban produciendo, y pensamos que iban a ser todas ellas favorecedoras de la RS, pero no es cierto. Por ejemplo, en esta materia de la información, hoy en día las empresas están muy interesadas en la información a los medios, y especialmente al sistema financiero, a los inversores, las bolsas y los circuitos financieros, puesto que van a evaluarles. Sin embargo, el consumo no está siendo alterado por la responsabilidad. Es muy difícil conseguir que la ciudadanía tenga un grado de madurez tal como para que pueda, por ejemplo, premiar o castigar los comportamientos responsables o irresponsables. En eso nos hemos equivocado.

Quizá habría que abrir también un debate sobre la responsabilidad social de las tecnologías…

R: Claro, porque la tecnología es una ciencia, una herramienta… Otra cosa es que luego tengamos la capacidad de regularla y de ordenarla para que no genere más diferencias… Pero hemos llegado a la conclusión de que algunas cosas que creíamos que iban a ser estímulos muy poderosos de la cultura de la sostenibilidad no lo están siendo… quizás han fallado un poco las administraciones, puede ser, podrían hacer más… Pero no idealicemos el mundo y no nos equivoquemos en la manera en la que estimulamos esto porque hemos despreciado la importancia que tenía todo el sector financiero a la hora de establecer la culpabilidad y la transparencia de las empresas, cuando en el fondo han sido los que verdaderamente han forzado esos avances, sin duda.

A lo mejor esto se pueda trasladar también a los Objetivos de Desarrollo Sostenible: altas expectativas y lentitud con la que se producen avances

Los ODS son una herramienta que permite hacer más fácil la sostenibilidad de las empresas y que permite también que una empresa pueda plantearse determinados objetivos en su quehacer social. Nos facilitan el camino, identifican conductas y aspectos en los cual es la empresa puede trabajar, pero creo que tienen el enorme riesgo de que muchas empresas crean que incorporándose a uno de los 17 objetivos ya están siendo responsables… Esto es muy peligroso, favorece que una empresa pueda atribuirse estas “etiquetas”, como en su día sucedió con la acción social… Como cuando fuimos el país que más adhesiones tuvo al Pacto Global, pues no era otra cosa que principios de derechos humanos, de la OIT… que dentro del mundo occidental se cumplían fácilmente. Eso era muy engañoso. Lo mismo ha sucedido con el marketing social derivado de acciones sociales, muy meritorias y que son muy estimables muchos casos, pero a veces se llevan también acciones totalmente irresponsables en la sede de la misma empresa…
Por eso, esta estrategia de exigencia de integridad y de cultura de la sostenibilidad, en sentido amplio, que abarca la totalidad de las acciones de la compañía, en todos sus planos, no puede confundirse con los ODS. Ese es el peligro que veo a los ODS, pero en su conjunto no podemos olvidar que los ODS marcan, por así decirlo, unos caminos para el mundo entero y eso es bueno.

Hablando de la Universidad y de estructuras más locales para generar una comunidad autónoma, cómo crees o qué papel piensas que podemos desarrollar desde la universidad en el fomento de la cultura de la sostenibilidad y la responsabilidad social

Creo que en España el desarrollo teórico que ha tenido la responsabilidad social en los ámbitos de la formación universitaria en general ha sido espectacular. España ha contribuido con una aportación teórica muy notable, ahora mismo existen no menos de 100 o 200 libros publicados sobre estas materias, se han realizado numerosos foros y eventos y se han creado cátedras en muchas universidades españolas… a veces ligadas también a algunas marcas comerciales. Pienso que esa es la parte nuclear de la contribución que la Universidad puede hacer, pero también tiene la capacidad de ligar mejor la investigación con la empresa, una ecuación que en España no ha funcionado muy bien. La llamada transferencia del conocimiento, la financiación de la investigación… Conozco universidades británicas y norteamericanas en las que una parte importante de los recursos proceden de proyectos de investigación en los que se colabora con empresas. No es fácil que la conexión entre investigación básica y empresa se pueda producir, sobre todo porque no existe una gran cultura en España de que las empresas estén más presentes en el mundo universitario.
Creo que a la Universidad española y a la educación en España les falta un punto y medio de PIB, por lo menos, y eso -si no queremos subir las matrículas- necesita incorporar otras fuentes de ingreso. Pienso que en general le falta un poco más de competitividad, de apertura exterior, menos corporativismo, menos carreras interminables…
Lo que quiero decir con esto es que la Universidad en esta materia ha hecho un gran trabajo, pero puede seguir haciéndolo mucho más, formando, creando teoría y dándonos materiales… Soy de los que cuando hacía política pensaba que la Universidad me ayudaba… hay muy pocos políticos que lo piensen “voy a preguntar a la Universidad a ver cómo podría yo mejorar la fiscalidad”, por ejemplo.
En todo caso, mi impresión es que tenemos una Universidad muy concienciada en el tema de la RS, más que en otros países. Diría que la Universidad tiene que aplicarse también a la práctica de la RSE en su funcionamiento, en su información… pero desde luego la clave sigue siendo formar abogados y economistas, directores de empresa, sindicatos… que sepan de qué va esto.

Por último, en estos momentos eres presidente de la Fundación EuroAmerica. ¿Qué tipo de sinergias crees que se pueden establecer entre las dos regiones en este ámbito de la responsabilidad social?

El problema es que América Latina tiene un grado de desarrollo de instituciones sociolaborales muy primario. En países en los cuales del 50% del empleo es informal… no tiene demasiado sentido decir que se tiene mucha RS o que existe un código ético. Allí falta lo principal, la base, estado del bienestar…
Hay bastante desarrollo en materia universitaria, se han construido arquitecturas, instituciones y divulgación, pero América Latina está necesitada, sobre todo, de formalizar su economía, de consolidar su estado, de aumentar su recaudación fiscal. La Fundación es una organización de sociedad civil, creada hace más de 20 años, muy humilde porque no tenemos prácticamente recursos más allá de las contribuciones de nuestros patronos, que son grandes compañías y algunas universidades. Lo que hacemos es fomentar las relaciones entre América Latina y Europa todo lo que podemos y tratamos, fundamentalmente, de aportar nuestras propias experiencias organizativas, de tocar la puerta de Europa sobre la existencia de ese subcontinente, de que los tratados de los acuerdos comerciales entre Europa y América Latina prosperen, etc. Realmente harían falta más instrumentos y hay muchísimas cosas que se pueden hacer desde la Universidad, como potenciar más los Erasmus o unificar y homologar los estudios universitarios
En Europa nadie se acordaba de América Latina hasta que España entró en la UE y tocó la campana. Además, tiene una gran convergencia de objetivos estratégicos y también de concepción democrática civilizatoria, mucho más que la que tengamos con Turquía o con Asia.

Revista: ComunidadRS

15 de octubre de 2020

Informe América Latina: Una Agenda para la recuperación.



Acto de presentación del Informe América Latina: Una Agenda para la recuperación y entrega del mismo a la Secretaria General Iberoamericana, Rebeca Grynspan, por parte de Luis Carranza, Presidente de CAF, Banco de Desarrollo de América Latina. Con la participación de la Vicepresidenta y Ministra de asuntos Económicos. Nadia Calviño.


VIDEO

 


INFORME

INFORME América Latina Una ... by RJA48

8 de octubre de 2020

Conferencia Final del Proyecto ROAD

PROYECTO ROAD CSR A Roadmap for Integrating Corporate Social Responsibility into EU Member States and Business Practices


La Junta de Extremadura a través de la Dirección General de Trabajo participa en el Proyecto Interreg: “A Roadmap for Integrating Corporate Social Responsibility into EU Member States and Business
Practices – ROAD –CSR”

Intervención Ponente Magistral Ramón Jáuregui.


  

5 de octubre de 2020

Entrevista para El Español. 5/10/2020

A Ramón Jáuregui (San Sebastián, 1948) hay pocos temas de actualidad política que le sean ajenos. Se siente cómodo hablando del régimen de Nicolás Maduro, la misión de Borrell en Venezuela, la negociación de los Presupuestos, los ataques de Podemos a la Monarquía o la actuación de la izquierda abertzale tras el cese de la violencia de ETA.

Sus análisis cuentan, además, con la autoridad que le confiere su dilatada carrera política, que le llevó a transitar todos los niveles de gobierno de la democracia española: concejal y teniente de alcalde en su ciudad natal, diputado autonómico, delegado del Gobierno en el País Vasco, vicelehendakari, parlamentario en Madrid, ministro, eurodiputado...

Ahora preside la Fundación Euroamérica, desde donde dice luchar por "el entendimiento entre los dos continentes".

Josep Borrell envió la semana pasada a Venezuela una misión para negociar con la dictadura de Nicolás Maduro. ¿Cómo valora este movimiento?

Yo animo a Europa a seguir la senda que ha marcado Borrell. La política europea con Venezuela ha adquirido un protagonismo espectacular que resulta esperanzador. El envío de una misión de la Unión Europea a Caracas ha permitido unificar a la oposición, que estaba fracturada tras el movimiento de Capriles, y ha colocado la pelota en el tejado de Maduro.

¿Cómo?

A Maduro se le ha exigido un aplazamiento de seis meses y se le ha dado una oportunidad para que permita unas elecciones libres y transparentes. Si Maduro no acepta este aplazamiento, la oposición en su totalidad no participará de estas elecciones y la comunidad internacional en su totalidad no reconocerá el resultado. Este movimiento ha devuelto a España el protagonismo y liderazgo en esta ecuación.

La oposición venezolana ha criticado este acercamiento. Además, la Organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) ha declarado persona non grata a Borrell por "traicionar al pueblo venezolano".

Se trata de la parte de la oposición más escorada ideológicamente a la derecha. La mayor parte de la oposición venezolana, incluso el sector de Guaidó, ha aceptado la gestión de la Unión Europea. Por tanto, la censura es injusta. Yo he apoyado desde el principio todos los movimientos de la oposición democrática de Venezuela y tengo una posición súper crítica con el régimen de Maduro.

Estoy en la oposición y quiero libertad y democracia para el pueblo de Venezuela, pero los caminos para eso son los que está tejiendo Europa, sobre todo tras el fracaso de la operación norteamericana desde hace dos años. Borrell ha abierto una puerta a la esperanza, aunque es muy tenue.

¿Ha cambiado la estrategia del PSOE en América Latina desde la entrada de Podemos, partido cuyos impulsores son chavistas confesos, en el Gobierno?

Creo que es evidente que PSOE y Podemos tenemos una mirada muy distinta, que es fácil de apreciar. La democracia no es un medio, es un fin. Esto algunos viejos comunistas no lo tienen muy claro. Nada se sostiene contra la democracia o sin ella. No hay democracia sin alternancia. Si un gobierno dice que no convocará elecciones para perderlas, está negando la democracia.

Yo diría que en América Latina mi representación lógica es una socialdemocracia que es muy frágil. Las tentaciones populistas a la izquierda han producido resultados totalmente censurables. Y es que, como suele decirse, el camino al infierno está plagado de buenas intenciones. Podemos tiene más que ver con esas experiencias populistas. Además, no tiene una capacidad crítica. Yo reconozco grandes avances en los movimientos de la izquierda bolivariana en América Latina en la primera década de este siglo, pero eso no me impide censurar la tentación totalitaria que anida en muchos de estos movimientos.

Pedro Sánchez promovió una conferencia internacional para facilitar financiación a América Latina. ¿Está España en situación para rescatar a esos países?

El cuadro macroeconómico en América Latina es muy negativo. Hay cuatro o cinco elementos que se han superpuesto a la crisis de la Covid. La caída de las commodities, de las remesas, del turismo en el Caribe… el cuadro macroeconómico es probablemente el más serio y delicado del mundo, también por haber sido la región más castigada del mundo por la Covid.

Hay cuatro países que tienen capacidad macroeconómica para moverse en los mercados: Brasil, Colombia, Chile y Perú. Todo el resto de América Latina necesita que le presten dinero los organismos financieros internacionales. Ellos no tienen un equivalente al Banco Central Europeo. Por eso, yo creo que la gran demanda política y económica del momento es movilizar al FMI, al Banco Mundial... a los organismos multilaterales de desarrollo para que pongan al servicio de las políticas de estímulo a esos países. El propio Gobierno de España está en eso, y lo celebro.

Nosotros somos el amigo fiel de América Latina. España debe liderar Europa hacia cuatro objetivos: movilizar las instituciones financieras internacionales para conseguir esta ayuda; aprobar el acuerdo de Mercosur; intensificar la ayuda al desarrollo; y, por último, involucrar a las grandes compañías españolas y europeas en América Latina.

¿Qué le parece que el Gobierno excluyera al Rey del acto de entrega de despachos a los nuevos jueces en Barcelona? Alegaron motivos de seguridad, pero hay quien lo considera una nueva cesión a los separatistas.

Supongo que el Gobierno tuvo razones para tomar esta decisión. No obstante, visto desde fuera, a mi me pareció un error. También fue un error informar de la llamada del Rey. Y luego se cometieron otros errores graves por parte de miembros del Gobierno que se sumaron al descrédito institucional de la Corona comportándose más como hooligans que como ministros. Hay que evitar esos incidentes porque hay oportunistas que están esperando la más mínima ocasión para denostar una institución que es fundamental para el país.

Alberto Garzón acusó al Rey de "maniobrar contra el Gobierno democráticamente elegido, incumpliendo de ese modo la Constitución". ¿Debería ser cesado por Pedro Sánchez?

Esos comportamientos son todos de ministros de Unidas Podemos, por cierto, y no corresponden a la función de un ministro. Son declaraciones que pueden formar parte de un juego partidista, pero nunca del respeto institucional que un ministro debe tener. 

Desde Unidas Podemos continúan planteando con insistencia la necesidad de preguntar sobre el modelo de Estado. ¿Es ahora mismo una demanda social?

No, no lo es en absoluto. Así lo dicen todas las encuestas. Sería muy oportunista plantear esta materia. Sería lo mismo que someter a consideración del país la pena de muerte después de un crimen horrible que provocara la máxima alarma social. A mí me parece que el país está muy necesitado de estabilidad institucional. Es totalmente inoportuno e inconveniente este planteamiento. El país no debe discutir la simpleza de Monarquía o República, sino mejor o peor democracia. O, dicho de otro modo, reformar la Constitución o no, cómo y para qué.

La República no asegura una mejor democracia. La monarquía parlamentaria es el mejor sistema en esta España, que sufre una fractura territorial importante, una polarización política seria y una historia conflictiva.

Pedro Sánchez aboga por una España "federal y plurinacional". ¿En qué consiste?

La necesidad de una España federal se ha puesto de manifiesto en la pandemia porque han fallado los elementos de nuestro actual modelo. Es muy evidente que ha fallado lo que llamaríamos los instrumentos, la cultura, la lealtad de los sistemas centrales. La reivindicación de la cultura federal es muy oportuna. Desgraciadamente, hemos barajado posturas extremas: o el estado de alarma o el caos autonómico. Y eso sólo se resuelve con una gobernanza federal como Alemania.

¿Y en qué consiste esa "plurinacionalidad"?

Yo la entiendo como una nación con naciones, no una nación de naciones. Es un matiz importante, recogido en nuestros estatutos. Hay una nación que es España y que tiene dentro naciones.

Según su tesis, ¿Cuántas naciones confluyen dentro de España?

Bueno, las que se configuren como tales. Las que forman parte de esa denominación o la reclaman por su historia, por sus perfiles culturales o por sus aspiraciones políticas.

Ese discurso parece pasto de ganado para los nacionalismos periféricos.

Nosotros empleamos el término "nación" en referencia a Cataluña desde una dimensión cultural y simbólica, pero esa utilización no tiene una significación jurídico-política superior distinta al que le confiere el estatuto de autonomía. Los nacionalistas reivindican una nación que pretende ser un Estado. Sus modelos independentistas trasladan la existencia de su nación a una configuración política que en España, por la Constitución, no cabe. Nuestra postura no cuestiona el marco constitucional o el modelo autonómico, sino que es una aspiración federal que integra a todas las naciones en España.

Quim Torra ha sido inhabilitado como presidente de la Generalitat. Roger Torrent ha convocado nuevas elecciones el 14 de febrero. ¿Cómo valora este escenario?

Es un episodio necesario e inevitable. La convocatoria electoral en Cataluña se venía reclamando desde hace tiempo porque todo ha sido un caos en el Gobierno de Torra. Tras la sentencia, que es irreprochable, la convocatoria electoral es obligada.

¿Es una oportunidad para que el Gobierno de la Generalitat vuelva a la legalidad?

Lo será si el nacionalismo catalán, o una parte de él, o el Gobierno resultante de esas elecciones abre una vía al diálogo. Pero una vía al diálogo real, no unilateral, sin que nadie intente imponer sus deseos a la población catalana y, desde luego, a la española. Esa renuncia a la unilateralidad puede abrir la puerta a un diálogo serio que permita una solución a la crisis catalana.

Y esa solución pasa por...

Esa solución se puede dibujar con pragmatismo en la elaboración de un nuevo pacto estatutario que se integre en una reforma del título octavo de la Constitución que permita lo que no permitió el estatuto frustrado de 2006. Yo pienso que esa oportunidad es seria si se produce, pero requiere de esas dos condiciones previas del nuevo Gobierno catalán.

En contraste con el nacionalismo catalán, da la sensación de que en los últimos años el nacionalismo vasco ha cesado de su voluntad rupturista.

En el alma doctrinal o en el péndulo patriótico del nacionalismo vasco la aspiración independentista sigue presente, pero es verdad que la política vasca ha aprendido de nuevos factores que son clave. El primero, es la experiencia del Plan Ibarretxe. No hay que olvidar que acabó con una tramitación democrática impecable en las Cortes en la etapa del Gobierno de Zapatero y con un fracaso político del nacionalismo vasco, con una fractura de la sociedad vasca y con un Gobierno de PSE apoyado por el PP. Esa experiencia les llevó a esta reflexión.

El segundo factor es el final del terrorismo. La sociedad vasca se liberó de la presión de la violencia. Hay un cuerpo social que se ha serenado y ese contexto de liberación y serenidad se aprecia en una población que está descansando tras 50 años horribles. Hay una sabia reflexión que es que no podemos estar mejor nunca que como estamos ahora. Ningún otro proyecto podrá otorgarles a los vascos un estatus jurídico-político mejor al que tenemos. Esto se está asentando y explica esta quietud del nacionalismo vasco.

El cambio más importante que se ha producido en la política autonómica vasca desde que usted la abandonó es la incorporación de la extrema izquierda abertzale, que decidió que la violencia ya no convenía desde un punto de vista estratégico y aceptó las reglas del juego democrático. ¿Lo valora positivamente?

Yo siempre he dicho abiertamente que sí. Yo no comparto que ETA ganara porque Bildu exista ahora y tenga un apoyo político. Siempre estuvo en la democracia española el embrión de una oferta generosa: "No matéis y haced política". Como decía muy bien el maestro Alfredo [Rubalcaba]: "O bombas o votos". Si dejas las bombas, obtienes votos. Esta propuesta está en el fondo de la cultura democrática constitucional española y es la misma que late cuando admitimos los independentismos. Nuestra Constitución admite la pluralidad, no es una Constitución combativa como la alemana, que combate el fascismo porque es heredera de la Segunda Guerra Mundial y nace para enfrentarse a esa realidad que sufrió el país.

Esta cultura impregna nuestra democracia y la hace grande. Admite que una vez que abandonaron la violencia, pueden hacer política. Y creo que ese salto forma parte de la ecuación de la paz. No hubo ninguna concesión para que ETA terminase, fue una victoria maravillosa, limpia, escrupulosa. La victoria sobre ETA es una victoria fantástica del pueblo español. Si uno lo mira en comparación con cualquier otro episodio de violencia que hayan sufrido otros países, no encontrará un ejemplo de mayor victoria de la democracia. La exigencia del proceso implicaba que participaran en política. 

Otro dato importante: en el Pacto Antiterrorista de Zapatero y Aznar se incluyó la ilegalización de quienes apoyaban la violencia en política. Fue una decisión acertada que duró hasta 2010, cuando abandonaron la violencia. A partir de ahí, tienes que ser consecuente.

¿Cree que hay un riesgo real de que la izquierda abertzale tergiverse el relato de lo sucedido en el País Vasco?

Yo creo que no. Hay una pretensión lógica por su parte, pero siempre he dicho que el relato de la verdad lo hacen las víctimas. La firmeza de las víctimas no la puede combatir nadie. El daño producido por los terroristas no es posible borrarlo. Yo creo que esa es la primera razón para dejar claro que no pueden trastocar ni modificar el relato de la verdad. 

En el 77, todos empezamos a construir la democracia y hubo unos locos que decidieron que todo ese intento era una farsa, así que empezaron a matar más que nunca en contra de esa esperanza colectiva. El final de ETA puso en evidencia que tanto dolor fue para nada. El relato sólo puede construirse sobre la base de que todo fue un error brutal cometido por unos tipos que en el año 77 creyeron que la democracia española era de cartón piedra y que la autonomía era de mentira. Esa es la verdad.

¿Considera a Bildu un partido democrático más?

Es un partido que está haciendo su propio tránsito, pero que no lo ha terminado. Le falta un reconocimiento de que la violencia empleada, de que su apuesta de combinación de matar con la política produjo un daño enorme y fue un error. Incluso, una petición de perdón. Todo esto no se ha hecho en gran parte porque siguen siendo prisioneros de su propia historia. Yo acepto su participación en el juego democrático, pero no dejo de atribuirles una ausencia de parámetros exigibles a un partido demócrata.

Desde que usted abandonó la política, el Partido Socialista se ha aproximado mucho a Bildu. Pactaron juntos la derogación de la reforma laboral, ahora negocian los Presupuestos…

[Interrumpe] Bueno, pero fíjese que el otro día se produjo un acuerdo entre el Partido Popular y Bildu en el Parlamento Vasco para pedir una comisión de investigación sobre Zaldibar. Es decir, los juegos políticos de la actualidad pueden dar lugar a este tipo de relaciones y de coincidencias. Yo creo que hay que dejarles que jueguen, pero lógicamente no son un aliado político.

Pero no estamos hablando de coincidencias: el Gobierno de España se ha sentado a negociar los Presupuestos con Bildu.

Yo no creo que el PSOE esté negociando los Presupuestos con Bildu. Yo creo que en el seno del Gobierno existe una división estratégica seria, que orienta la legislatura. Podemos quiere hacer la mayoría presupuestaria con Esquerra y Bildu, mientras que el PSOE la quiere hacer con Ciudadanos y PNV. Suman igual. Uno 18 y otro 17. 

Víctor Trimiño, el dirigente de las Juventudes Socialistas en el País Vasco, criticó a Sánchez por "blanquear" a Bildu en la negociación de los PGE: "Ninguna necesidad aritmética justifica tratar como un partido más a quien desde un punto de vista ético no lo son".


Yo creo que Trimiño expresó una postura muy razonable, que ponderaba un elemento moral que yo comparto y entiendo. Yo creo que la alianza con Bildu no es necesaria para los Presupuestos. Se pueden mantener negociaciones, eso está bien. El Gobierno no ha presentado aún el marco macroeconómico, las cifras. Por tanto, yo creo que la negociación en serio aún no ha empezado. Es un tema colateral. Yo acepto que el Gobierno tiene que buscar mayorías, pero la orientación de esa mayoria debería estar con PNV, Ciudadanos, Más Madrid y algunos otros partidos.

Iglesias tiene clara su apuesta: ofreció a ERC y Bildu "redefinir el Estado" y acometer "la transición política más importante en 40 años".

El vicepresidente quiere una transformación histórica para redefinir el Estado, pero yo no creo que podamos coincidir en redefinir el Estado con quienes quieren destruirlo. Por el contrario, veo un horizonte más sereno y estable en la otra coalición [Cs y PNV]. No me gusta esta tentación actual de dividir y polarizar el país; esa búsqueda de una mayoría que deja de lado a la mitad del país. Es una tentación peligrosa que no hace justicia con lo que es la sociedad española y lo que esta merece en momentos tan difíciles.

¿Cree que el Gobierno de España terminará pactando los PGE con Ciudadanos?

Pactar con Ciudadanos abre unas posibilidades potenciales de estabilidad política no sólo para el Gobierno de España, sino para la Comunidad de Madrid. Puede haber división interna en el Gobierno sobre quién es el socio preferente para los Presupuestos, pero creo que el PSOE tiene que establecer la jerarquía que, por la mayoría que tiene, le corresponde. 

Publicada en El Español, 5/10/2020