El eurodiputado del PSOE y experto en responsabilidad social nos expone una perspectiva analítica de la RSC y las contradicciones en las que nos movemos, “los elementos que obstaculizan la idea con la que soñamos de que la responsabilidad social fuera una herramienta extraordinaria a favor de una sociedad más justa”. Hay una quinta que se ha superado y es que "lo que antes era voluntariedad ahora es ley".
Tras felicitar al Observatorio de RSC y a Orencio Vázquez por su análisis y sus 15 años de trayectoria, durante la presentación del informe ‘La responsabilidad social corporativa en las memorias anuales del IBEX 35,’ Jáuregui compartió sus “contradicciones”. La primera es que si realmente el análisis de la información “sirve o no sirve, si la sociedad lo capta o no” tras lo cual Jáuregui lanzó una pregunta. “¿estamos realmente construyendo una sociedad empoderada? “ porque, en su opinión, “una de las corrientes básicas siempre ha sido nuestra esperanza de que hubiera una sociedad capaz de observar, de premiar y castigar, de conocer, y como estábamos en una sociedad multi informada, pensábamos que el ciudadano se empoderaba y que ese poder le iba a permitir una exigencia constante” pero añadió la duda de si realmente la sociedad está empoderándose “o es una sociedad líquida que recibe tal cantidad de pulsiones informativas que diluye y liquida la información”. Por eso, se plantea si todos los trabajos e informes que se presentan “están realmente creando opinión y consiguiendo que la sociedad premie o castigue”.
La segunda contradicción tiene que ver con la crisis económica que hemos pasado, “que ha sido tan fuerte, tan brutal, que ha colocado la estrategia de la responsabilidad social, de la sostenibilidad, en el último lugar de las prioridades de las compañías” lo que enlaza con “la discusión que siempre ha tenido la responsabilidad social entre rentabilidad y sostenibilidad, porque nunca hemos negado que la empresa busque obtener beneficios, es su naturaleza, pero también hemos dicho que no se trata de qué beneficios tienes sino cómo los obtienes”. A su juicio, se está poniendo en evidencia “que la rentabilidad puede estar seriamente afectada por una estrategia de sostenibilidad”. Esta cuestión es capital “no solo por la crisis sino porque la economía se está financializando tanto que los fondos, verdaderos titulares de las compañías, exigen rentabilidades tan altas y tan inmediatas que hacen imposible la estrategia sostenible”. Esto es muy importante porque, macroeconómicamente es muy claro: “hay tanto dinero, los fondos cada vez más van tomando las propiedades de las compañías”.
La tercera piedra en el camino es que hemos construido un mundo de la responsabilidad social demasiado “confuso, hay tal cantidad de herramientas, instrumentos de medición, tantas diferencias entre los sectores económicos, tantas políticas y tantas idiosincrasias que realmente la ciudadanía se hace un lío y no tenemos medidores claros que permitan políticas ordenadas y justas de favorecimiento” y de aquí vienen muchas de las dificultades de impulsar la RSE por parte de los poderes públicos. Y añadió que la gente está harta del “marketing social y de la irresponsabilidad fiscal, porque los escándalos fiscales están a la orden del día” no solo porque hay cientos de paraísos fiscales “sino porque la planificación fiscal agresiva, que es una elusión fiscal, proporciona tal cantidad de posibilidades en un mundo globalizado que es absolutamente imposible para las viejas haciendas nacionales acceder al patrimonio real”.
La cuarta y última se refiere a las dificultades de trasladar a la cadena productiva la responsabilidad social “en una globalización imparable y en crescendo, porque todo se subcontrata, lo hace todo el mundo”. Eso hace que se escape mucha información y control con lo cual el análisis puede quedarse un poco superficial.
Ramón Jáuregui también subrayó un elemento muy positivo y es que “muchas prácticas han conseguido ley, y ésa era la última contradicción. Antes, la responsabilidad social tenía su núcleo fundamental en la voluntariedad, y las buenas prácticas han acabado configurando un universo para la ley, por ejemplo, la directiva europea que a finales de 2018 ha transpuesto España sobre la ley de información no financiera”.
Por último, se refirió a los derechos humanos, a los que consideró “una gran corriente que ilumina el futuro de la responsabilidad social y que también ha configurado todo un universo legal”.
Via: Diario Responsable