Detrás del telón negro del vídeo difundido por ETA el pasado domingo, hay algunas impresiones e intuiciones que, modestamente, quiero exponer en este artículo:
1. La más importante. ETA no nos anuncia el final de la violencia. Ni siquiera debemos pensar que es un primer paso para explicar otros posteriores en la dirección de la paz. Aunque tal horizonte estuviera contemplado en sus planes, la paz de ETA no parece que venga por una renuncia previa y unilateral a las armas, sino como consecuencia de un 'proceso', eufemismo en el que se ocultan la negociación paralela al final de las armas y las contrapartidas políticas y humanas que permitan un relato justificativo de su existencia y autoexplicativo de su disolución.
Es por eso que ETA utiliza una terminología ambigua, anacrónica e insuficiente. Porque, en el fondo, su voluntad es persistir hasta mejores tiempos y reclamar, como primera contrapartida a su gesto, la legalización de Batasuna.
2. ¿Por qué entonces nos anuncian un «cese de acciones ofensivas»? En gran parte para atender la demanda de sus bases políticas y hacer posible el juego de manos con el que pretenden su relegalización. Contra la opinión de algunos analistas, a ETA sí le importa que Batasuna pueda estar en ayuntamientos y diputaciones. Necesita esa infraestructura institucional de su brazo político y estaba obligada a responder a sus exigencias para intentar bordear la Ley de Partidos. Pero claro, no lo ha hecho en los términos y con la profundidad que le pedían Batasuna y EA, porque ETA quiere dejar claro quién manda y porque no comparte la misma convicción que gran parte de sus bases políticas, a saber, que la continuidad de la violencia perjudica la causa nacionalista-independentista. Por el contrario, ETA sigue ofuscada por su papel histórico de vanguardia del movimiento vasco de liberación.
3. Dicho lo cual, hay dos novedades respecto a situaciones anteriores. La primera es que se trata de una tregua no negociada con el Gobierno y que por tanto no responde a un pacto previo, ni está comprometida por actuaciones recíprocas en los meses posteriores. Ha sido un anuncio unilateral y voluntario. La segunda es que responde a una exigencia de su mundo, incluyendo en ese genérico término un amplio abanico de agentes y personalidades. Desde luego su base política, pero también parte de su misma organización (familiares, presos, etcétera), organizaciones internacionales próximas, sindicatos nacionalistas, entre otros.
En perspectiva histórica, puede decirse que es la primera vez que, en la vieja dialéctica Batasuna-ETA, la llamada izquierda abertzale ha sido capaz de impulsar y conseguir, en parte, un movimiento significativo de los terroristas. Los dirigentes de Batasuna eran conscientes desde hace años de la necesidad de caminar hacia el abandono de la violencia. Desde 2003 esta idea se acentúa con la ilegalización. La ruptura de la tregua en 2006-2007 arrastra a ese mundo hacia la marginalidad política y el desprecio social. La respuesta ha sido organizar un debate muy apoyado en las bases para que sus conclusiones no puedan ser despreciadas por ETA. Durante más de un año, Batasuna ha hecho ese trabajo y, con la ayuda de EA, ha construido una plataforma de exigencias a ETA y a la democracia española que la sitúan en el centro del escenario de los meses previos a las elecciones de mayo de 2011.
4. El problema para ellos es que van a quedarse en tierra de nadie. Muy probablemente, la ejecución de tan planificado guión acabará fallando por sus dos principales destinatarios. Al insuficiente y engañoso vídeo de ETA, las fuerzas políticas y los gobiernos han contestado con un unánime desprecio, de lo que cabe deducir que la estrategia antiterrorista no va a cambiar un ápice, incluyendo la impugnación de sus listas electorales. Es en este terreno donde van a producirse los principales debates y tensiones los próximos meses. Al respecto conviene recordar la sentencia de Estrasburgo, punto de inflexión fundamental en esta polémica. El más alto tribunal de los derechos humanos en Europa avaló, de la A a la Z, la fundamentación jurídica y política de la Ley de Partidos y aceptó la ilegalización de los partidos vinculados a la violencia. Con este vídeo, ¿hay razones para confiar en que ya no habrá más violencia de ETA? Con las actitudes que conocemos de Batasuna, su incapacidad para romper con ETA, incluso su nula voluntad de hacerlo, ¿hay razones para confiar en que, una vez legalizados, condenarán los atentados y romperán con ETA si los hubiera? Desgraciadamente la respuesta a ambas preguntas centrales es no, y por tanto, si no cambian estas circunstancias, nuestros principios democráticos contra ETA no deben alterarse. Los movimientos para obtener la legalización ya han comenzado: ruedas de prensa, manifestaciones, apelaciones internacionales, creación de plataformas, invención de partidos y siglas... ¿Qué ocurrirá entonces?
5. Es algo que ETA también ha calibrado para intentar relegitimar su causa a partir de 'la actitud inmovilista y represiva de la democracia española'. De no conseguir la legalización de Batasuna con esta tregua del vídeo, el otro objetivo del anuncio es la reunificación del entramado bajo su mando con una violencia residual, en espera de mejores tiempos. ¿Puede mantenerse así su entorno político y humano? Yo creo que no y, por tanto, viviremos nuevos episodios de una dialéctica interna que sólo puede acabar cuando Batasuna, los presos y las familias le digan a ETA: se acabó. Pero eso no ha ocurrido todavía. Los desesperados intentos de Batasuna por convencernos de que éste es un primer paso, irreversible, hacia la paz, después de una fantasmagórica verificación internacional, están condenados, porque ETA no ha dado el más mínimo margen para hacer verosímil y creíble su «cese de acciones ofensivas». En definitiva, porque no ha mostrado en absoluto su voluntad de poner fin a su trágica historia.
El Correo, 9/09/2010