Hace ahora cinco años (en mayo de 2002) que presenté en nombre del Grupo Parlamentario Socialista una proposición de ley regulando la RSE en España. Era plenamente consciente que el proyecto no tenía posibilidad alguna de prosperar, no sólo porque el PP tenía entonces mayoría absoluta y no iba a asumir un proyecto de la oposición, sino también porque el proyecto era, por decirlo suavemente, manifiestamente mejorable. Estábamos al comienzo de un tema del que sólo conocíamos rasgos muy básicos: el Libro Verde de la UE del verano de 2001 y algunas tímidas experiencias empresariales.
Pero sigo sintiéndome orgulloso de aquella iniciativa que fue como lanzar una piedra al estanque de las aguas tranquilas en las que se movían las relaciones entre empresa y sociedad. Siempre dije que la proposición de ley era provocadora y pretendía suscitar el tema en el debate público y agitar aquellas aguas en las que se dilucidaban intereses sociales muy importantes.
Han pasado cinco años y el debate sobre la RSE no ha parado de crecer en cantidad y calidad. No sólo el debate. Afortunadamente, el conjunto de iniciativas, experiencias y actividades en este campo abarca ya todos los planos de reflexión y de acción: el propio de las empresas, el universitario, el mediático, el político, el sociológico. La RSE afecta a todo y a todos y España es un buen ejemplo de este 'boom' extraordinario. Cerca de un centenar de libros, decenas de nuevas cátedras universitarias, centenares de tesis doctorales, cursos postgrado en casi todas las universidades y escuelas de negocios e innumerables jornadas de estudio, son una buena muestra de la inversión en RSE que está realizando la universidad española.
¿Qué decir de las empresas? Hace cinco años, este tema era inexistente en la práctica empresarial. Hoy la triple memoria se ha extendido a casi todas las empresas que cotizan en Bolsa, se han creado numerosas agrupaciones empresariales que pilotan las prácticas de RSE y no hay empresa renombrada del país que no hay creado un poderoso equipo interior de RSE. Numerosas consultoras, fundaciones y organizaciones técnicas están desarrollando una importante labor en el asesoramiento y en la puesta en marcha de prácticas de RSE.
La fuerza de la RSE en los medios de comunicación no es menor. La prensa económica dedica espacios crecientes a esta información y se han creado numerosas revistas especializadas que hacen un seguimiento muy pormenorizado de las numerosas informaciones que genera este tema. Muestra de ello, son las agencias de prensa y los servicios virtuales de Internet que nos transmiten diariamente miles de noticias de todo el mundo relacionadas con la RSE.
En el campo institucional, la actividad no ha sido menor. El Libro Blanco del Congreso de los Diputados, presentado en diciembre de 2006, ha sido quizás la iniciativa más importante pero, en pocos meses, se publicará el Informe de los Expertos, que dirige el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. El diálogo social de CEOE con CCOO y UGT establecerá pronto sus recomendaciones al Gobierno y numerosas Comunidades Autónomas están realizando ya interesantes políticas de fomento a las prácticas de RSE, bien a través de estímulos a la contratación de compras públicas o a la adjudicación de obras y servicios, bien con herramientas de aplicación de la RSE a las pymes, bien con políticas de formación y fomento.
El propio Gobierno del Estado está realizando gestos de referencia RSE a los mercados, cargados de interés: el 'Plan Concilia' de las Administraciones Públicas, las cláusulas sociales y medioambientales en la Ley de Contratos del Estado o próximamente, la naturaleza de Inversión Socialmente Responsable de los Fondos de Reserva de la Seguridad Social en el mercado financiero, son una buena muestra de este compromiso.
No nos hacemos ilusiones. Sabemos que estamos empezando y que el camino de la RSE será largo y las coyunturas económicas depresivas pueden provocar dientes de sierra en esta curva hacia la excelencia sostenible. Sabemos que sigue habiendo mucha confusión conceptual y que demasiadas empresas confunden la RSE con la acción social de la empresa y lo que es peor, que muchas empresas creen que el departamento de RSE es una unidad de marketing social o de divulgación corporativa.
Sabemos que hay problemas con la homologación y la unificación de sistemas de reporte y de verificación de la RSE y que una peligrosa profusión de etiquetas sociales y medioambientales se mueven en los círculos mediáticos, diluyendo o confundiendo a los consumidores e inversionistas sobre la verdadera responsabilidad social de las empresas. Sabemos que el gran reto de la RSE es que se instale en las pymes y que para ello, en la economía de la externalización, es imprescindible que las grandes la demanden a sus proveedores. Sabemos que el futuro de la RSE dependerá, en todo caso, de una sociedad civil vertebrada y articulada por numerosas organizaciones que eduquen, informen y organicen a los ciudadanos consumidores e inversores para que demanden responsabilidad social a las marcas y a las empresas que inciden en nuestras vidas.
Será largo pero estamos avanzando. Quizás la más importante decisión pendiente en el ámbito político sea la creación de un 'Consejo multi-stakeholders' a escala nacional que sirva de observatorio y de asesoramiento a las políticas de RSE y al desarrollo empresarial de esta práctica voluntaria en el tejido empresarial español. Si el diálogo social lo aconseja y el foro de expertos lo recomienda, podría ser el último acto de este Gobierno en esta legislatura, algo que tampoco resulta aventurado porque el PSOE lo incluyó en su programa electoral.
También será interesante ver las iniciativas y organigramas de los gobiernos autonómicos que surjan de estas elecciones pasadas el 27 de mayo. El grado de desarrollo de las políticas autonómicas en RSE permitirían a varias Comunidades Autónomas oficializar algún organismo o estructura administrativa encargada de la gestión de la RSE, preferentemente con carácter transversal.
Por último, en el terreno político y aunque todavía es pronto, resultará de interés observar los programas políticos de los partidos que hemos confeccionado y suscrito el Libro Blanco del Congreso de los Diputados, para ver hasta qué punto somos coherentes con las recomendaciones aprobadas entre todos por unanimidad.
Pero, paralelamente, la sociedad, la universidad, las ONG, los sindicatos, los consumidores, los ecologistas, los expertos e investigadores, pero sobre todo las empresas seguirán trabajando la RSE. Como dijera el poeta, seguirán "haciendo camino al andar".
El Correo, 25/04/2007