Europa está concernida. Se parece demasiado a otros intentos expansionistas e imperialistas que destruyeron Europa en siglos pasados. Es una guerra ilegal, que viola todas las reglas del derecho internacional. Es una guerra contra un país que quiere ser europeo y que, solo por eso, resulta brutalmente agredido, bélicamente invadido, militarmente arrasado. Es una guerra contra los valores que defendemos, contra lo que somos: Estado de Derecho, democracia, libertades y derechos humanos. Es una agresión directa a nuestros intereses geopolíticos porque pretende dominar un país -Eliminarlo como tal - para que Europa no pueda acordar un marco asociativo y comercial con la Ucrania del futuro.
Es una amenaza a otros países de la Unión y de la OTAN porque sobre ellos, la retórica imperialista rusa o las excusas protectoras de minorías rusas, son semejantes. Es una guerra que nos afecta también porque genera millones de refugiados que huyen a Europa, a nuestros países vecinos. En fin, es una guerra que continúa una agresiva actitud de Rusia con respecto a la Unión Europea desde hace ya varias décadas, abiertamente enfrentada y hostil a lo que significa nuestra unidad. Manipulación de redes sociales, ciberataques, espionajes, menosprecio internacional, intentos divisionistas... son constantes en esta estrategia antieuropea. Rusia no tiene potencia económica para competir con Europa y pretende devaluarnos con su potencia bélica, la tradicional y la tecnológica, incluso amenazarnos con su potencia nuclear.
Hasta aquí lo ya conocido. Las posiciones "negacionistas'' de la estrategia rusa, son minoritarias y han quedado deslegitimados ante la fuerza de los hechos. Un bombardeo vale más que mil nostalgias ideológicas de la URSS. Las imágenes de millones de refugiados son apabullantes ante cualquier argumento desfasado o simplemente desnortado.
Veamos ahora algunas consecuencias elementales para Europa. Rusia puede ganar Ucrania. Quizás gane la batalla de Kharkov o de Kiev, pero debe perder su guerra. Su ataque bélico no debe quedar impune . No sabemos cuándo ni cuánto nos costará, pero en este conflicto, el orden y el derecho internacional no pueden ser destruidos. Sería catastrófico.
Por eso, la respuesta de la comunidad internacional está siendo potente y múltiple. Desde Naciones Unidas con su condena, hasta las competiciones deportivas, el mundo cultural, las líneas aéreas, el turismo, su industria, sus exportaciones... Rusia entera va a sufrir el boicot del mundo.
La Unión Europea por su parte está respondiendo unida y firme. Putin nos quería divididos y empequeñecidos por las contradicciones de nuestros intereses nacionales y se está encontrando con una unión extraordinaria. Las sanciones europeas son importantes. Hasta el punto del envío común y bilateral de armas a un país tercero, cosa que jamás había ocurrido. Por su parte, la solidaridad con los refugiados ucranianos es muy distinta -afortunadamente- de la que tuvimos con los sirios que también huían de la Guerra.
Ahora bien, a pesar de su importancia económica, no hemos querido/podido cortar el suministro de gas y petróleo rusos a Europa y esa sí sería una medida de evidentes consecuencias económicas para el país castigado. También para nosotros claro. De hecho, no somos capaces de asumir las consecuencias energéticas y económicas de esa decisión, en parte porque no nos atrevemos a enfrentar la reacción social que pudiera generar el racionamiento energético, en parte por el temor a un precio exorbitado de ambas materias primas que pondría a alguno de nuestros países en graves dificultades macroeconómicas. Por otra parte, no está garantizado que Rusia no pudiera colocar en otros mercados esos suministros que Europa paga religiosamente a pesar de la Guerra. En cualquier caso, Europa mira al futuro sobre un mundo desordenado y hostil a su vecindad. Ello supone revisar algunos fundamentos geopolíticos importantes en el futuro inmediato de la Unión Europea.
Se me ocurren tres reflexiones oportunas:
1- Es preciso replantearse la Europa de la defensa a la vista de lo ocurrido. Probablemente resulten precipitados o imposibles los esfuerzos previstos para la construcción de una defensa europea (militar e industrial) en el corto plazo. La OTAN aparece ahora como la organización más eficaz y necesaria frente a amenazas rusas en países europeos vecinos (bálticos, Polonia, etcétera).
El singular compromiso de Alemania para aumentar al 2 % su presupuesto de defensa tiene que tener compromisos parecidos de otros socios y todo ese esfuerzo debe orientarse a una ecuación difícil de concretar hoy entre OTAN y una Europa de la defensa que también tiene intereses europeos en juego, como lo son los intereses de la industria europea. La cumbre de junio de la OTAN en Madrid y la presidencia francesa de este semestre tienen mucho que decir a este respecto para ir aclarando nuestra política de defensa futura.
2- Europa debe hacer una revisión profunda de sus planes energéticos. Nuestra dependencia (80 % aproximadamente) del exterior, nos debilita extraordinariamente. La planificación energética
europea para alcanzar la autonomía energética, nos obliga a una seria reflexión sobre las fuentes renovables y sobre la energía nuclear que defienden algunos de nuestros socios europeos. Decisiones que además tienen que mantener o adelantar el horizonte de la descarbonización total al 2050.
3- Es importante acometer las negociaciones para la ampliación de la Unión. Los Balcanes son europeos y sus ciudadanos quieren ser Europa y cuanto más posterguemos ese proceso, más facilitaremos la presencia rusa o china en ese espacio, en esos mercados y en esos países. Ucrania forma parte de ese paquete. Si vencemos la invasión rusa, y Ucrania recupera su libertad para decidir a qué asociaciones internacionales quiere pertenecer, esa petición estará encima de nuestra mesa.
Creo que este no es el momento de decidir la entrada en la Unión Europea de Ucrania, estando como estamos en el calor del combate. Ahora lo importante son otras cosas, como ha dicho con acierto Josep Borrell. Pero si este conflicto acaba pronto y con bien, esa petición llegará y habrá que aceptarla, como el Parlamento Europeo ha recomendado.
Publicado en aquieuropa, 3/03/2022