29 de mayo de 2020

Europa: Reconocerse y reivindicarse.

Nos decía Margaritis Schinas, vicepresidente de la Comisión, en un webinar con la Fundación Euroamerica, del Plan Europeo de Recuperación económica post-virus, que tendría una dimensión de entre 1,5 y 2 billones de euros (finalmente son 750.000 millones). Que parte será subvencionada y parte préstamos y que, con él, el presupuesto de la Unión se acercará a los dos puntos del PIB europeo. La Comisión Europea ya lo presentó y ahora se negociará con los jefes de Gobierno. "Con todos", insistía Margaritis, a pesar de la petición de la canciller, mal entendida quizás, cuando le pidió a Von der Leyen que les llamara antes de aprobar el plan.

Si hay un consenso suficiente, Charles de Michel, el presidente del Consejo, lo presentará a aprobación en la sesión del Consejo Europeo de primeros de junio. La aprobación necesita la unanimidad de los 27. Si esa unanimidad se diera en este consejo, este bazuka financiero para la recuperación económica y social de Europa después del Covid-19, estaría disponible a principios de 2021.

Previamente, se habrían implementado, de hecho, ya se están aplicando, las medidas de liquidez bancaria y compra de deuda pública del Banco Central Europeo y los planes, ya aprobados, de cobertura a los Estados miembros: SURE, MEDE y BED, por valor de 540.000 millones de euros, en préstamos, eso sí, en buenas condiciones financieras y sin macrocondicionalidad. La flexibilización del Pacto de Estabilidad cierra el marco de respuesta Económica Europea a la crisis.

Es verdad que hay que esperar al próximo Consejo. Quizás fracase el Plan y los países de la Liga Hanseática veten la dimensión o la financiación o las combinaciones internas del plan. Pero la unanimidad, que equivale a un Derecho de veto nacional, es una peligrosa herramienta política para los Estados que la ejercen. Confiemos en que Alemania arrastrará a nórdicos y a Holanda hacia un acuerdo pragmático en torno a ese Plan. No será perfecto, pero será un formidable avance en la Unión. No habrá coronabonos ni se introducirá el principio de la mutualización de emisiones y deuda, pero daremos un paso extraordinario en la concepción unitaria y relativamente solidaria de nuestra política común en materia monetaria y fiscal. Mucho más que lo que fue el MEDE o la Unión Bancaria en las crisis de 2008-2014. Porque, una parte de ese fondo, será utilizado a la manera de los fondos de cohesión, es decir, como recursos que llegan a los Estados más necesitados, en proporción a la gravedad de la pandemia sufrida, con aportación complementaria de los Estados miembros y carácter de subvención finalista, destinados a planes de recuperación socioeconómica.

Naturalmente, "el diablo está en los detalles", y la proporción entre subvenciones y créditos es determinante para medir nuestra solidaridad interna. Pero es necesario apelar, una vez más, a la dificultad de armonizar soluciones entre intereses nacionales y opiniones públicas heterogéneas y antagónicas. Entender por ello, el pragmatismo necesario y valorar así, los acuerdos posibles es un ejercicio político que olvidamos con frecuencia.

Esta es la primera nota de un análisis político, mil veces producido, sobre la naturaleza de nuestros avances y conquistas en la construcción de la Unión. "De cada crisis saldremos avanzando", decía Monnet. Y así ha sido. Y así es Si el Consejo Europeo aprueba antes del verano este Plan, la Unión Europea habrá dado un paso extraordinario en las coordenadas políticas de una Unión, desgraciadamente, pero, a la vez inevitablemente, Intergubernamental. No seremos una Unión Federal, porque no podemos serlo, con arreglo a los tratados y con base en la realidad supranacional de Europa, pero habremos construido un nuevo pilar para sostener la Unión Monetaria y la convergencia macroeconómica. Ya salimos avanzando, de la crisis del euro de 2010, de la crisis bancaria de 2012, de la del desempleo de 2008 a 2014 y dejamos en evidencia tanto presagio y tantas censuras a la unión monetaria. Si el plan se aprueba, Europa habrá dado al mundo otra lección de respuesta unitaria a una crisis tan imprevista como catastrófica.

Comparada con la respuesta europea a la crisis de 2008 -2014, esta vez, Europa está articulando un paquete económico-financiero con tres características que nos faltaron entonces: contundencia, en la dimensión de las ayudas, rapidez en su instrumentación y un marcado carácter anticíclico. Recordemos lo que fue la austeridad financiera impuesta a los países rescatados y la rigidez interpretativa del Pacto de Estabilidad, la penosa tardanza en la adopción de medidas y en la consecución de acuerdos previos y la limitada batería de préstamos (hasta que llegó Draghi), sometidos a fuertes condiciones macroeconómicas.

A veces olvidamos los costes o los peligros de la "No Europa". Imaginen que tuviéramos que afrontar los efectos macroeconómicos y sociales de esta pandemia en cada una de las naciones europeas. ¿Podríamos españoles e italianos ir a los mercados a pedir veinte o treinta puntos del PIB con las deudas públicas acumuladas que tenemos? ¿Cuánto nos costarían en intereses anuales y cuál sería la prima de riesgo? Miremos a otros continentes. América Latina no tiene estructura regional. Los márgenes de política fiscal de cada país son ínfimos. Algunos ya han anunciado que no pueden pagar sus deudas y los más pobres han recibido como agua de mayo (nunca mejor dicho) la suspensión de pagos acordada por el G-20 e instrumentada por el FMI. Pero sus planes de reactivación económica dependen de nuevos préstamos del FMl y de la Banca de Desarrollo. No tienen más opción. Lo que Europa está haciendo es equiparable a EEUU o Reino Unido o China y esa es la liga en la que jugamos porque somos Europa. Para más adelante quedan otras opciones sobre la deuda pública acumulada y la posible monetarizacion de parte de ella. Ahora lo que importa es salvar al enfermo.

Margaritis -buen conocedor del funcionamiento de la Unión Europea y quizás el mejor comunicador de Bruselas- nos decía que Europa primero se pelea entre sí y solo después de largas y encarnizadas batallas, acuerda. En el trayecto, Europa se despelleja y se desprestigia. La impresión que dejan estas batallas es que no funciona y que su maquinaria es pesada e ineficaz. Cuando llegan los acuerdos el daño ya está hecho. Algo de eso ha vuelto a pasar con el coronavirus. La primera fase de ataque a la pandemia ha sido desastrosa. Los primeros días de marzo la Unión quedó superada por los acontecimientos en la reacción a la crisis. Dejamos sola a Italia, no se coordinaron las compras de material, cada país cerró sus fronteras cuando quiso, en fin, creo que fue Toshack el entrenador Galés de la Real Sociedad y del Real Madrid el que utilizaba con frecuencia el famoso "como pollos sin cabeza" cuando censuraba a su equipo su juego descoordinado e individualizado. Pues eso: Europa empezó su lucha contra esta pandemia de manera descoordinada.

Durante esos días y en la víspera de las reuniones del Eurogrupo que dieron lugar a las primeras medidas (BCE, MEDE, SURE, etc) se fue instalando una opinión muy negativa. Hasta el punto de que el tremendismo catastrofista sobre la desaparición de la Unión estuvo demasiado presente en columnas y declaraciones. Pero la respuesta posterior merece muchos elogios, aunque resulte difícil desmontar el daño causado en la primera fase. Qué no haya coronabonos, no equivale a despreciar ni a minusvalorar la importancia del paquete del que se está hablando. Es un error colocarse en posiciones maximalistas cuando se plantean estos debates. Europa se hace así, "porque vivimos a golpes , porque apenas si nos dejan.."que diría D. Gabriel Celaya, el poeta.

Europa necesita reconocerse. Saber cuáles son sus límites y valorar sus acuerdos. Sobran críticas fáciles y precipitadas y faltan apreciaciones realistas reivindicativas de lo que somos y hacemos. Quizás sea una actitud ingenua. Quizás los desacuerdos del Consejo Europeo echan por tierra mi orgullo europeo. Pero, si el Plan es aprobado y puesto en marcha, ¿lo reconoceremos? ¿Alguien dirá ¡Viva Europa!?

Publicado en El Economista, 29/05/2020

18 de mayo de 2020

Resumen webinar Foro de Foros. 13/06/2020


Hacer de la necesidad virtud: nuevos contratos sociales y políticos para después de la pandemia.

Nacho Conde-Ruiz: ¿Valoración general de lo que estamos viviendo? ¿Proyección de qué pasará dentro de 1 o 2 años cuando estemos superando esta crisis?

Ramón Jáuregui: Todos nos hemos hecho vulnerables e interdependientes, por lo que tendemos a pensar en que se producirá una tendencia globalizadora. Sin embargo, es el estado que ha protegido, el que ha dictado las normas y el que ha entregado las ayudas, por lo que puede nacer también una tendencia nacionalista. No tengo claro si la tendencia irá hacia una fraternidad o hacia una mayor individualización.

Josep Piqué:
¿Cómo vamos a salir de esta crisis? Depende. Depende de la manera que tengamos de afrontar las numerosas facetas que conllevará esta crisis, no solo la sanitaria. A esto se añade un debate sobre la naturaleza de las democracias representativas y su capacidad para resolver los problemas versus otros planteamientos políticos más autoritarios. Para poder confrontar todo esto, la clave es construir consensos, pero no solo en el interior sino también en el exterior, aunque para esto último es fundamental que primero seamos capaces de construirlos entre nosotros.

Antón Costas:
Ha aparecido en nuestra experiencia vital un sentimiento que yo no había sentido con tanta vitalidad antes: la vulnerabilidad, como raza, como humanidad y no solo como personas. Cuando eres vulnerable buscas protección en dos entidades: la familia y el estado, por lo que este último está volviendo a ser muy importante. El aumento de la deuda es inevitable, hemos de financiarlo y no tenerle miedo. Y para esto vamos a tener que pensar en Europa lo impensable y pedirle al BCE que vaya todavía mucho más allá que lo que ha ido.

José Ignacio Conde-Ruiz:
¿qué creéis que debería hacer España para Resolver su crisis fiscal? ¿Recortar gasto público, seguramente debilitando algunos programas del Estado del Bienestar (Pensiones, Educación, Sanidad) o subir Ingresos? ¿qué gasto bajar? ¿qué ingresos subir?

Antón Costas: La excesiva preocupación por el equilibrio fiscal puede inhibir al gobierno de gastar y gastar para proteger a la gente. A mí no me preocupa este desequilibro hasta que no lleguemos. Nuestro sistema fiscal recauda mucho menos que lo que debería si comparamos con otros países con el mismo PIB. Es como una cesta de mimbre donde se le escapa agua, no solo por el fraude, sino porque somos el país que más privilegios fiscales tiene dentro de su presupuesto (exenciones, deducciones) que llegan a 80.000 millones. Porque lo que NO podeos hacer es recortar el gasto en sanidad, educación o dependencia. Este virus no ha destruido activos de riqueza, como ocurre en las guerras, sino que ha destrozado los flujos de renta.

Josep Piqué: Somos el único país entre los grandes de la UE que todavía no había tenido superávit primario (*El superávit primario es la diferencia entre los gastos corrientes de un Estado y su recaudación de impuestos, sin contar los pagos de intereses de la deuda pública). Creo también que debemos de hacer todo lo que podamos, pero esto debe ser compatible a su vez con una senda de consolidación fiscal que no nos deje en la incertidumbre y que solo sea para este momento y poder recuperar después la estabilidad fiscal. ¿Cómo recuperamos esta senda en el futuro? Creo que en el lado del gasto apenas tenemos gasto. En el lado de los impuestos no hay que hacer que los que ya pagan paguen más, pero sí que algunos paguen más de lo que deben porque en algunos ámbitos tributarios el impuesto de sociedades tiene varios agujeros. Nuestro porcentaje de economía irregular también es muy grande, por lo que la base fiscal es más baja que la de nuestros vecinos.

Ramón Jáuregui: Comparto también el pensamiento de que ahora hay que gastar. El problema es que la capacidad fiscal del estado va a estar muy limitada conforme se amplíe la deuda. Esto nos hace plantearnos nuestra política macroeconómica. Hay que hacer un relato del esfuerzo colectivo, porque el dinero no cae del cielo, aunque Europa nos esté ayudando mucho. España necesita ese pacto fiscal colectivo y que vean desde Europa que hacemos estos esfuerzos. Estoy de acuerdo en una reforma fiscal para replantearnos nuestros ingresos, que siguen sin ser muy altos pero también un aumento del esfuerzo colectivo. En el año 83 todos los vascos pagaron un impuesto para sufragar las desastrosas inundaciones que se produjeron y Alemania pagó durante 30 años impuestos para reunificar las dos alemanias.

José Ignacio Conde-Ruiz:
El BCE está interviniendo para evitar tensiones en los mercados de Deuda. Pero Europa parece no decidirse a actuar. El enfrentamiento entre el norte y el sur sigue abierto desde la crisis de 2008. El miedo a los problemas de riesgo moral sigue presentes. ¿Creéis que esta vez será distinto a 2008? ¿Qué papel debería jugar Europa y el BCE en esta crisis?

Ramón Jáuregui
: Todavía hay que esperar para valorar las ayudas europeas hasta que el Consejo Europeo de primeros de junio no apruebe el plan de ayuda a los países, para ver la cantidad, qué tipo de préstamos etc. y ya después haremos una evaluación de la respuesta. Va a ser un dinero que vamos a tener que utilizar ya que serán unos préstamos con unas buenas condiciones.

Josep Piqué:
Si no estuviéramos en Europa, ya estaríamos quebrados, y solo nos quedaría acudir al FMI como otros países. A veces hay un énfasis excesivo en atribuir la responsabilidad a Europa de lo que nos ocurre o de que no está a la altura de las circunstancias. Aquí cada uno tiene que asumir sus responsabilidades para poder pedir esa solidaridad europea. A veces parece que Europa solo está ahí para darnos dinero, pero es más que eso, Europa son políticas comunes. Se nos estigmatice o no, hay que acudir al MEDE, los requisitos que se nos piden son los mínimos. Mientras sea de manera transparente y medida, hay que hacerlo. E incluso la idea del Fondo de Recuperación de 1 o 1,5 billones de euros también parece que puede coger forma. Este fondo debe tener.

Antón Costas
: España ha tenido en los últimos 15 años superávit en la balanza de pago, lo cual nos dice que nuestra economía tiene fundamentos materiales y humanos muy buenos, por lo que debemos tenernos autoestima como país también. No me gusta hablar de solidaridad sino de reciprocidad, en el que Europa ha de basarse. Si tú recibes algo porque te beneficia, como el euro en Alemania y Holanda, debes dar a cambio. No es solidaridad. Europa no puede dar tanto como muchos le están pidiendo, a veces se ponen las expectativas demasiado altas. Italia no quiere ir al MEDE, porque Europa con el MEDE te da la mano pero te humilla después. Deberíamos presentar ya planes para presentar de forma competitiva a lo que será el programa de recuperación europea. No tengo mucha expectación porque nunca tuve muchas expectativas con Europa. Europa es importante, pero confío más en nuestra autoestima y capacidad para volver a crear empleo.

José Ignacio Conde-Ruiz: Hay mucha inestabilidad política durante estos años y muchas elecciones. ¿Cómo lo veis? ¿Habrá consensos?

Josep Piqué: No soy muy optimista en cuanto a la búsqueda de consensos. Aunque el gobierno es quien tiene que tomar la iniciativa para el consenso, no solo con las palabras, sino con hechos. Lo que me gustaría sería ver políticas a largo plazo que lograran asentarse, pero no las veo. Veo solo cortoplacismo y oportunismo político. En todo este debate estoy viendo un gran deterioro de la separación de poderes, con un excesivo poder del ejecutivo.

Ramón Jáuregui: La necesidad de pactos es mucho más evidente a partir de esta crisis, que nos ha condenado a entendernos. La política también reside en intentar que las cosas que uno cree se materialicen. Creo que la mayoría que salió de la investidura no es suficiente ni estable. Estos acuerdos que necesitamos son intergeneracionales y son interterritoriales, por lo que reclaman que paralelamente haya un mecanismo de comunicación con las CCAA. Una de las lagunas de nuestro sistema político es que no tenemos un senado territorial. Si uno mira para atrás, cuando hicimos la Constitución, cuando entramos en Europa etc. todas estas grandes iniciativas las hemos llevado a cabo juntos. El modelo territorial está teniendo fallas importantes y que la única solución que tiene esto es revisar algunas cosas y las reformas federalizantes en la estructura territorial son necesarias

Antón Costas:
Creo que en lugar de consenso lo que necesitamos es una mayor capacidad de coalición parlamentaria. El consenso fue necesario para hacer los pactos de la Moncloa. Nuestros políticos de ahora son muy jóvenes. Hay que reformar el modelo de financiación del estado autonómico, es urgente. Y eso sí tiene que ser consenso y no solo coalición, puesto que si no provocaría que cuando venga el próximo gobierno y lo eche abajo. También creo que habría que tener consenso en crear un fondo para el compromiso público con el empleo, puesto que es el mecanismo básico que da ingresos y dignidad a las personas.

Debería de haber muchas más instituciones en España que fortalecieran este debate civil. El modelo territorial en España fue un éxito, partíamos de la nada.

¿Cuál debe ser el modelo económico para España? El modelo ya lo tenemos, pero lo que debemos de hacer es hacer mejor lo que ya hacemos, como el turismo. No hay que prescindir de él, ya que ha sido una industria fundamental que nos ha permitido modernizar el país durante estos últimos 40 años, pero hay que desarrollarlo de una mejor manera.

Reflexión final

Antón Costas: Esto es nuevo para todos pero creo que lo peor no tiene por qué ocurrir, ya que podemos gestionarlo con la ayuda de Europa. Pienso que nuestro mayor reto es contraer un compromiso público de empleo para todos los españoles que no pueden encontrarlo en la economía de mercado.

Josep Piqué:
Debemos de alejarnos de nuevas normalidades. Lo que tenemos que hacer es volver a la normalidad habiendo aprendido y haciendo las cosas mejor, afrontando los mismos retos que teníamos antes. Sistema educativo, medioambiente, brecha digital etc.

Ramón Jauregui:
1. Europa existe y nos va a ayudar porque funciona 2. Va a haber muchos cambios, intentemos que sean cambios que nos hagan mejores. 3. España lo va a pasar mal y vamos a tener muchas dificultades pero vamos a salir adelante, sobre todo si estamos unidos.

Video entero aquí:
Conversación: José Ignacio Conde-Ruiz, Antón Costas, Ramón Jáuregui y Josep Piqué | Foro de Foros

Paradojas europeas: una fiscalidad insolidaria

Resulta insultante escuchar a los dirigentes del Gobierno holandés su negativa a mutualizar la solidaridad europea ante la crisis de la pandemia, mientras mantienen un sistema fiscal que priva a sus vecinos de sus ingresos fiscales legítimos. Resulta lamentable ver a Holanda liderando la llamada Liga Hanseática, que se opone a aumentar el Presupuesto europeo mientras acumula en sus bancos la riqueza de muchas multinacionales americanas, obtenida en otros países europeos.

Ya hace más de cinco años que la Unión Europea es consciente de estos graves ataques de deslealtad entre estados miembros y de inaceptables distorsiones al Mercado Único. Deslealtad que se puso de manifiesto con el escándalo LuxLeaks, cuando algunos valientes ciudadanos (whistleblowers) denunciaron la fiscalidad casi nula que ofrecía Luxemburgo para los beneficios que más de 200 multinacionales canalizaban a través de su territorio. Anteriormente, la Comisión Europea había iniciado varias investigaciones formales por presuntas ayudas de Estado ilegales que varios países miembros concedían a algunas grandes empresas (Apple en Irlanda, Fiat Finance and Trade en Luxemburgo y Starbucks y Amazon en Países Bajos).

Ahora Task Justice Network, en un largo y detenido informe, nos indica que Holanda es responsable de que los demás miembros de la Unión Europea pierdan más de 10.000 millones de dólares por impuesto de sociedades cada año, dado que ese país desempeña un papel clave en la deslocalización de los beneficios obtenidos en Europa por las multinacionales americanas.

No es casualidad que en uno de los informes que elaboró la comisión parlamentaria especial sobre fiscalidad del Parlamento Europeo (Taxe), se considerase a Holanda, Irlanda y Luxemburgo como espacios fiscales opacos, muy cerca de ser declarados paraísos fiscales; tampoco que, en los informes por país del Semestre Europeo, la Comisión señalase a estos países por contar con sistemas fiscales que socavan las bases imponibles de sus socios comunitarios.

Lo cierto es que las grandes corporaciones siguen viendo aumentadas las posibilidades de elusión gracias a la fragmentación de los sistemas tributarios europeos y a la competencia fiscal desleal entre países comunitarios. Disponen de un amplio espectro de regímenes jurídicos para distribuir a su conveniencia, entre las distintas entidades que conforman el grupo transnacional, los beneficios que generan en suelo europeo. Resulta inaceptable que, en una Unión donde rige la libre circulación de capitales y existe una política monetaria única, la convergencia en materia tributaria siga brillando por su ausencia.

Es oportuno recordar estas evidencias sobre nuestra imperfecta fiscalidad cuando se discute, con tanto desconocimiento e intencionado olvido, sobre las medidas europeas para la recuperación económica de la crisis de la Covid-19, en términos de más o menos solidaridad interna. El ‘dumping’ fiscal en el corazón del mercado único es una vergüenza y una insostenible insolidaridad. No hay otra manera de calificarlo.

Coincide además que los países que están sufriendo mayores pérdidas a causa de ello, como España e Italia, son también los más afectados por la Covid-19. Asimismo, ha aflorado como una prioridad, en el marco de los debates en torno a esta crisis, la cuestión de instaurar impuestos europeos para hacer frente a las crecientes deudas y déficits públicos. El Consejo Europeo de abril apuntó hacia ciertos gravámenes sobre las emisiones de CO2 y sobre la economía digital como nuevas fuentes de ingreso para ampliar de los recursos propios de la UE y nutrir, con ello, el Fondo de Reconstrucción que se está diseñando. Cobra así fuerza el relanzamiento de la propuesta de una tasa Google a nivel global, europeo o nacional, que compense la infra-tributación y menor vulnerabilidad de la economía digital ante la crisis. Estamos lejos de que nuevas figuras fiscales se introduzcan en la cesta de ingresos propios de la Unión; pero quizás no tan lejos de que se incorporen como nuevos impuestos nacionales. No es perfecto, pero es un avance.

Por otro lado, muchas voces se alzan para que las ingentes ayudas públicas que van a conceder los estados de cara a la supervivencia de las empresas dañadas por la Covid-19 se condicionen a que éstas no utilicen paraísos fiscales.

En este sentido, lo primero que hay que tener claro es una definición completa de paraíso fiscal que sirva como referencia. La lista europea de paraísos fiscales es un buen punto de partida porque, a diferencia de la mayoría de las otras listas nacionales e internacionales, incluye tanto los territorios que favorecen el secreto bancario como aquéllos que promueven la elusión fiscal ofreciendo a las empresas regímenes fiscales especiales en perjuicio de países vecinos. Ahora bien, para ganar más credibilidad, la lista europea debería abrirse a incluir a los estados miembros de la UE, por las razones expuestas anteriormente.

Sin duda, negar las ayudas públicas por la Covid-19 a las empresas con presencia injustificada en paraísos fiscales puede tener un efecto disuasorio importante. También puede ser una oportunidad para exigir una mayor transparencia por parte de las corporaciones beneficiarias del dinero de los contribuyentes. En particular, se debería exigir a las multinacionales que incluyan en sus informes anuales datos financieros, desglosados país por país, con información acerca de las actividades del grupo, sus beneficios y los impuestos que pagan. Sólo así se podrá conocer en qué lugares se encuentra la transnacional, a qué se dedica en ellos y, sobre todo, qué tipo efectivo está pagando en cada territorio. El Estado y la sociedad tienen derecho a conocer el comportamiento fiscal de las empresas, sobre todo ahora que se están aprobando programas de ayudas tan excepcionales y costosos.

En esta misma línea, hay que impedir que la aplicación de beneficios fiscales por parte de las grandes empresas les haga pagar tipos efectivos por debajo del 15%. El debate sobre la tributación mínima de aquéllas está abierto en la UE, en la OCDE y en varios países. Es especialmente pertinente en el contexto de la economía digital, dadas las dificultades de los sistemas fiscales actuales para gravar las nuevas formas de generar valor de las empresas de este sector. Con unas normas que todavía se basan en la presencia física como criterio para vincular los ingresos transnacionales a un territorio, los nuevos modelos de negocio desmaterializados permiten extraer a los gigantes digitales enormes beneficios de sus principales mercados sin apenas gravamen, y colocarlos en paraísos fiscales. La inmediata implantación de un impuesto sobre ciertos servicios digitales, y la introducción de la noción de presencia digital significativa como nuevo nexo tributario para capturar los ingresos provenientes de la economía digital, son ahora medidas más necesarias que nunca.

También lo es armonizar el impuesto de sociedades a escala europea. La Comisión ya ha propuesto varias veces establecer una base imponible común y consolidada para este impuesto (propuesta BICCIS). Esta iniciativa desactivaría gran parte de las operaciones de elusión fiscal corporativa. Se dejarían de calcular los beneficios imponibles de una transnacional conforme a los códigos fiscales, muchas veces divergentes, de los estados miembros. En su lugar, se establecería una base imponible común, conforme a un conjunto de normas homogéneas definidas a nivel comunitario. Igualmente, se consolidarían los beneficios y pérdidas que las multinacionales tengan en territorio comunitario. El saldo resultante se repartiría entre los estados miembros donde operen en función de las ventas, los ingresos y el empleo. Este sistema refleja mucho más fielmente que el actual la contribución de cada entidad del grupo a la generación de valor de la transnacional.

Pero toda tentativa de avance de estas propuestas pasa por transitar del principio de unanimidad, que sigue guiando la toma de decisiones de la UE en materia fiscal, hacia el de la mayoría cualificada. Sólo así se podrá acabar con los desequilibrios que aún arrastra la construcción europea en este campo.

En definitiva, la discusión del plan de recuperación económica de la UE debiera ser aprovechado por el Parlamento Europeo para actualizar la larga lista de recomendaciones de la Comisión Taxe y procurar incluir algunas de ellas en el condicionado de las ayudas públicas a las empresas. En la misma línea, los estados miembros deberían exponer los agravios generados en las haciendas nacionales por prácticas fiscales, desleales y abusivas, de algunos estados y procurar su eliminación gradual. Por último, la UE debe plantear, en las negociaciones que se están llevando a cabo actualmente en la OCDE, la necesidad de encontrar nuevos nexos para lograr una fiscalidad efectiva de la economía digital y el logro de un gravamen mínimo mundial sobre todas las empresas.
Firmado por Ramón Jáuregui y José Luis Escario.Agenda Pública. El País. 18/05/2020

17 de mayo de 2020

Alianza 2030. Entrevista radio 5.


Entrevista Alianza 2030 para Radio 5 de Laura Prieto, con Rebeca Grynspan secretaria general de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y Ramón Jáuregui presidente de la Fundación Euroamérica



13 de mayo de 2020

Hablemos de América Latina. La política exterior española en tiempos del COVID-19

Primer webinar del Ciclo: Hablemos de América Latina que celebra la Fundación Euroamérica junto a Casa de América y el IE School of Global & Public Affairs. 
En esta ocasión lleva por título "La política exterior española en tiempos del Covid19" con la Ministra Arancha González Laya como invitada de honor. 
Participan también Susana Malcorra, Antonio Pérez-Hernández y modera: Germán Ríos. 


"Cómo hacer de la necesidad virtud: nuevos contratos sociales y políticos para después de la pandemia".


Conversación: José Ignacio Conde-Ruiz, Antón Costas, Ramón Jáuregui y Josep Piqué
 Foro de Foros.


10 de mayo de 2020

Una propuesta de acuerdos.


El Gobierno necesita al PP, que no puede apostarlo todo a la caída del Gobierno.

La acción del Gobierno estos próximos meses determinará su futuro. Gobernar la crisis y la recuperación del país con los apoyos de la investidura es imposible. Lo vimos con Esquerra en la última prórroga del estado de alarma. Más difícil será comprometerles en los esfuerzos para salvar España si su objetivo es separarse de ella. La pugna en el independentismo catalán se dilucida en unas próximas elecciones, lo que añade dificultades insuperables para el pacto en y con España. Pero, aunque contáramos con ellos, no basta. La dimensión intergeneracional de los compromisos y la naturaleza territorial de los acuerdos exigirán el consenso de otras fuerzas políticas, de las comunidades autónomas y de las organizaciones sindicales y empresariales. Si la política española no es capaz de avanzar por ese camino, corremos el riesgo de ser un país marginal y empobrecido.

El panorama es pesimista. La gestión de la crisis no ha acercado posiciones interpartidarias ni interpersonales. Más bien al contrario. Es difícil atribuir responsabilidades. Las críticas al Gobierno por arrogancia o ineficiencia y las que consideran al PP incapaz de acordar nada resultan maniqueas, simples, sectarias. Esa clasificación ramplona entre buenos y malos ofende la inteligencia y no nos ayuda. El Gobierno necesita al PP y el PP no puede apostarlo todo a la caída del Gobierno. Una convocatoria electoral anticipada hunde al país.

¿Cómo salir de este callejón? Esta es una propuesta.

1. El único acuerdo actual es la comisión parlamentaria. Trabajemos sobre ella, convirtiéndola en el foro en el que se adopten las próximas medidas, para comenzar a discutir los planes socioeconómicos de la recuperación. Algunas precisiones previas.

No es una comisión de investigación. Las lecciones de esta crisis y las responsabilidades en su gestión están por determinar. Llegará ese momento y muy probablemente todos saldremos tocados. Pero esa no es la tarea de esta comisión. Tampoco es una comisión para escuchar sin decidir, llamando a expertos para eternalizarla. Oír a los representantes de los sectores económicos y sociales será necesario, pero, a continuación, decidir y acordar. No caben exigencias previas de cambios de alianzas. Hay que respetar el marco de estabilidad de los gobiernos, tanto del Estado como autonómicos.

2. El Gobierno debe ser el que haga las propuestas y ofrezca instrumentos para aplicarlas. El programa de investidura ya no sirve. La situación ha cambiado radicalmente y hay que analizar nuevas necesidades y otras prioridades. No obstante, las corrientes de fondo que surgen de la pandemia responden a las ideologías de un Gobierno sensible con los servicios públicos y la gente que menos tiene. Ello facilitará la coherencia interna del Ejecutivo.

3. No será posible un único y gran acuerdo. Son preferibles acuerdos sucesivos en función de la urgencia y la importancia de las materias. El objetivo no es un papel o una declaración abstracta. Se esperan acuerdos concretos que se materializan en decretos y leyes, tramitados con posterioridad aunque muchos de aplicación inmediata. La importancia de los acuerdos es la confianza ciudadana y la seguridad jurídica que producen.

4. Es necesario un sistema paralelo de comunicación y coordinación con las comunidades autónomas. Una vez más, la ausencia de un Senado federal es clamorosa. En su defecto, la Conferencia de Presidentes puede adquirir su verdadera dimensión para acordar con las autonomías los planes más importantes de la desescalada y la recuperación. Ubicar en el Senado una comisión de trabajo permanente entre los ministros afectados y los consejeros principales de los gobiernos autonómicos podría ser una solución útil.

5. El periodo de trabajo de la comisión debe proyectarse como mínimo hasta fin de año. Los primeros acuerdos deberían lograrse antes del verano y deben incluir las primeras cifras macroeconómicas, sin que ello represente obligatoriamente el acuerdo presupuestario para 2021. Eso sí, el Gobierno debe supeditar su cuadro macroeconómico a los acuerdos que se adopten. Las ayudas para recuperación de empresas, sectores económicos, autónomos, familias... deben establecerse en función de los acuerdos en la comisión. Coprotagonizar las ayudas facilita la corresponsabilización en los esfuerzos colectivos que tendremos que asumir. Una reforma fiscal profunda, que incremente cinco puntos de PIB en la recaudación (como en Europa) será necesaria.

Un acuerdo socioeconómico en España nos hace fuertes en Europa. Al contrario, si España no presenta un proyecto serio y consensuado de reconstrucción nuestros márgenes para obtener ayudas de Europa se estrechan peligrosamente.

Dice Ortuzar que no conviene cambiar de caballo cuando se cruza el río, sin comprender que ese caballo se ahogará por la crecida y que la crisis del virus nos obligará a cruzar el río haciendo un puente entre todos.

Publicado en EL Correo, 10/05/2020

8 de mayo de 2020

Día de Europa. Consejo Navarro del Movimiento Europeo.


Con motivo de la celebración del Día de Europa el sábado, 9 de mayo de 2020, Ramón Jáuregui, que tenía previsto acudir a Pamplona a compartir la efeméride con todos los socios, familiares y amigos del Consejo Navarro del Movimiento Europeo nos ha enviado este vídeo bajo el tema: "Europa ha sido la gran construcción de paz, progreso y bienestar de los últimos 70 años."