Ramón Jáuregui lleva muchas horas de política encima y eso se nota cuando te acercas a hablar con él. No tiene la pose del político que está obligado a sonreír a los medios, tenga o no ganas, todo lo contrario.
Escucha y reflexiona sobre su libro con ganas, con las mismas que tiene de que el país inicie una nueva etapa política, económica y social para salir de esta crisis tan letal. El socialista sabe que es un peso pesado dentro del PSOE y su prudencia -aunque también es de los que se mojan cuando se le pregunta- y la experiencia le avalan como uno de los pilares de un partido que busca regenerarse y ganarse el sitio que ha ido perdiendo en los últimos años.
El partido tiene ahora una nueva hoja de ruta que ha ido dando forma Jáuregui en los últimos meses y ahora está en manos de Ediciones Turpial. Sabe que no es una novedad que un político publique un libro, una moda que no para desde hace un par de años, pero no busca reconocimiento, Jaúregui buscaba quitarse peso de encima y parir «una mirada reivindicativa y curiosa» de nuestro país y de un futuro que puede ser mejor de lo que muchas veces se vaticina.
Está de moda que los políticos se metan a escritores. Bono, Zapatero y Solbes son algunos socialistas que han publicado obras recientemente. Y ahora usted, ¿Por qué si el éxito editorial suele ser escaso?
Es cierto, vendemos muy poco. En mi caso fue una especie de necesidad de vaciarme y de contar un poco mi mirada reivindicativa de una historia de trabajo político en España muy larga, una mirada al mismo tiempo preocupada por lo que está pasando. Ahí estaba mi motivación, pero también quería dejar una guía política de lo que creo que España tiene que hacer, que se derivaba de la reflexión que el PSOE hizo en la conferencia política el año pasado. Todo esto explica mi trabajo en estos meses. Empecé a escribir a finales de noviembre y terminé en marzo.
Además, me ocurrió algo curioso cuando terminé el libro. Yo reivindicaba que el rey tenía que abdicar y dar paso a un tiempo nuevo, como figura en el libro, y cuando llegó la campaña electoral de las europeas y entré en la lista me aconsejaron que no lo publicara en estos momentos... Y luego poco después el rey también abdicó, así que pensé que el consejo que me dieron, probablemente, respondía a que me adelantaba en el tiempo.
El tema elegido es bastante complicado. ¿Cómo ha hecho para resumir en su obra la situación actual, el futuro del país y todo ello en tan pocos meses y sin que se le vaya el número de páginas?
Tenía mucho material porque durante casi dos años he estado elaborando las ponencias de la conferencia política y tenía muy frescas todas las reflexiones. Así que transformarlas al lenguaje literario es algo que he hecho con mucho gusto porque me gusta escribir, es un ejercicio que me obliga a documentarme, a ordenar mis ideas y a buscar la manera más bella de expresarlas. Y es un ejercicio que deberíamos hacer un poco más los políticos.
No me ha resultado complicado, pero reconozco que algunas personas me han ayudado, sobre todo, a transformar el lenguaje de madera que tenemos los políticos a uno más literario.
El libro habla de política, de crisis, de temas sociales, de la necesidad de abordar una reforma constitucional, de distintos cambios para avanzar y conseguir buena nota en el futuro. ¿Qué lugar ocupa la corrupción?
Lo abordo en el sentido de reclamar una reforma profunda de nuestro marco jurídico legal para combatir los tres puntos de más gravedad en mi opinión:La financiación de los partidos políticos, el urbanismo en los ayuntamientos y las adjudicaciones públicas. A estas tres cuestiones aplico propuestas de reforma, pero me gustaría reivindicar en esta materia la necesidad de un acuerdo de todos los partidos porque si no nadie nos va a creer. Así que necesitamos darle una forma muy solemne y potente de reconocimiento público desde los partidos de que las cosas que han ocurrido son inadmisibles y que hay un propósito de enmienda mediante una reforma en la severidad de las sanciones, en la rapidez en el procedimiento penal y en la reforma de las leyes de contratación pública...
En estos últimos días, a raíz de la imputación de la Infanta Cristina, se escucha más que nunca que todos somos iguales ante la ley. Sin embargo, España es uno de los países con más aforados, una protección jurídica, que sólo detentan altos cargos. ¿Sería necesario eliminar el aforamiento, como ocurre en Estados Unidos, Reino Unido o Alemania?
Hay que reducirlo. El aforamiento tiene cierto sentido y responde en gran parte a la idea de que no hay que privar al responsable público de una cierta protección frente a las maniobras de adversarios para eliminarles. El aforamiento responde a la necesidad de que el político y el representante público pueda ejercer su función sin ningún temor ni limitación. Pero hay que reducir el número y las causas de aforamiento, dejando fuera lo privado en todo caso y permitiendo que el Tribunal Supremo sea quien juzgue cuando se traten de actuaciones derivadas de su ejercicio público.
El PSOE sigue con su firme apuesta de avanzar hacia el federalismo en la cuestión territorial, pero, de momento, no parece que esta fórmula tenga mucho encaje en la actualidad.
La reforma federal no consiste en cambiar el modelo autónomico español, más bien en mejorarlo y perfeccionarlo en clave federal. La reforma de la Constitución nos ofrece la oportunidad de volver a pactar la manera de que España siga siendo un estado que acoja e integre a todos. Siento con enorme preocupación el crecimiento de la voluntad independentista, especialmente, en Cataluña, así que propongo la renovación de un pacto con ella para que siga siendo España y Europa de una manera pactada. Esto implica una mejora de su autogobierno, una mejora de sus condiciones de estar y de ser Cataluña en España y lo importante es que en el resto del país afrontemos que esa singularidad histórica, política y cultural tiene que encontrar su acomodo en nuestra Carga Magna. Para mí hay dos límites, la solidaridad y la soberanía, pero España tiene ante sí el reto de convencer, no imponer, a Cataluña de que su destino es seguir juntas.
¿Le gustaría que el PSOE tuviera su obra ‘El país que seremos. Un nuevo pacto para la España posible’ como libro de cabecera y como hoja de ruta?
En gran parte se ha tomado ya porque escucho a los candidatos y han recogido gran parte de los postulados que el libro traslada de las conclusiones de la conferencia política de noviembre. Todo el proyecto reformista de la Constitución, la España aconfesional laica, la cultura reformista del sistema electoral, el combate a la corrupción, la reforma federal, la propuesta por un pacto de rentas... Todo se incluyó en la conferencia política del PSOE. Es más, los candidatos están siguiendo la hoja de ruta y tengo la firme convicción de que España entera acabará recorriendo ese camino porque los problemas son graves y la única vía que encuentro para resolverlos se describe en el libro.
La renuncia de Willy Meyer, líder de IUen el Parlamento europeo, por el plan de pensiones de la SICAV de Luxemburgo se ha convertido en el asunto polémico de esta semana. ¿El hecho de que haya más de 40 eurodiputados españoles que no tributen con estos planes es un nuevo escándalo? Además, usted es de los que sí declaran su plan de pensiones.
No tengo ese plan de pensiones porque llegué en el 2009 y acabó entonces, pero es desproporcionado exigir responsabilidades políticas por la gestora financiera de un fondo que normalmente no conocemos. Yo mismo tengo un fondo de pensiones en la Caja de Ahorros de Vitoria, pero no sé lo que hacen con él. Ysi un día me entero de algo, me aterraría, pero no creo que fuera responsable de eso. Y lo de Willy Meyer ha sido un poco desproporcionado, pero lo respeto en cualquier caso.
Las recientes elecciones europeas han castigado a los grandes partidos y han aupado a los minoritarios, sobre todo, de izquierdas. ¿Debería girar el PSOE más a la izquierda para no quedarse en terreno de nadie el año que viene?
No. Disputar el voto de izquierdas con otras izquierdas engorda a las otras izquierdas y nos hace perder el centro-izquierda. La masa electoral que nos da la mayoría está en este centro-izquierda, como siempre, y no se trata de ser más de izquierdas sino de ser la izquierda moderna que reclama un siglo nuevo, una economía globalizada, una revolución tecnológica y una sociedad distinta.
¿Entiende el éxito que ha tenido en tiempo récord Podemos y su líder Pablo Iglesias? ¿Es fruto del hartazgo de la sociedad o realmente se trata de un nueva política necesaria en este país?
No. Es síntoma de una queja y protesta que comprendo y muchos lo han interpretado como la manera de expresarlo más rotunda. Pero no creo que se ofrezca como una alternativa desde la izquierda para gobernar el país, tampoco creo que tengan esa alternativa y si la tienen no me gusta.
Publicado en La Tribuna de Toledo, 30/06/2014