No es fácil resumir vuestros diagnósticos. A veces son contradictorios y aluden a muy diversas reflexiones y experiencias que motivan el punto de vista personal que cada uno expresa. Pero como me comprometí a resumirlos, aquí van las conclusiones:
1º) Muchos de los precursores de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) consideran que la crisis, la rutina, las contradicciones internas de las empresas y los imponderables del mercado, han frenado gravemente sus expectativas de desarrollo. Se trata de una visión atribuida a quienes siempre hemos exigido a la Respobsabilidad Social de las Empresas (RSE) una ambición filosófica y social sobre el papel de la empresa, en el marco de lo que se ha llamado ciudadanía corporativa.
Esa decepción relativa no puede ocultar, sin embargo, a) que la RSC/RSE se ha instalado como un concepto irreversible en el ámbito de las empresas; b) que ha crecido enormemente en estos diez últimos años en todo el mundo y c) está cada vez más integrada en las estrategias de gestión de las empresas.
2º) Entre los factores que se señalan como causantes del insuficiente desarrollo de la RSE, debemos destacar:
2.1) Confusión conceptual y baja difusión social de la RSE.
2.2) Insuficiente formación y concienciación a los líderes empresariales. Falta de liderazgos visionarios en las empresas, o también falta de grandes líderes de empresas, reclamando y difundiendo RSE.
2.3) Prácticas contradictorias e incoherentes de las grandes compañías que han devaluado y desprestigiado el concepto y la significación de la RSE.
2.4) Ausencia de censuras públicas y consecuencias sociales a la IRRESPONSABILIDAD de las empresas.
2.5) Ausencia notoria de valores “RESPONSABLES” en la sociedad sobre la que operan las empresas y, falta de vertebración de las organizaciones cívicas del llamado tercer sector.
2.6) La RSE no ha entrado a los Consejos de Administración y ha sido monopolizada por los Departamentos de Comunicación y Marketing (la RSE no es Acción social o filantropía).
2.7) Insuficiente o inexistente apoyo público y mediático a los promotores de la RSE.
2.8) La RSE no ha sido suficientemente valorada como una preciosa herramienta de competitividad. No se han destacado sus virtudes de adaptación a la sociedad de la comunicación y sus potencialidades para la innovación tecnológica, social y medioambiental.
2.9) Falta de un Relato omnicomprensivo de la RSE y de espacios colaborativos para su desarrollo.
2.10) La RSE exige estrategias para el medio y el largo plazo. La búsqueda de resultados en meses, frustra y ahoga las apuestas de RSE.
2.11) Poco o nulo desarrollo de la RSE en las Administraciones Públicas.
2.12) No hay bases culturales para una economía del bien común. Dicho de otro modo, ¿Qué se entiende por función social de la empresa?
2.13) Hace falta una mayor regulación y supervisión pública de la RSE y fomentar la exigencia ciudadana hacia las empresas.
De vuestros comentarios, se desprenden también propuestas de futuro. Entre las vuestras y las mías, un buen decálogo para 2013 podría ser el siguiente:
1º.- En primer lugar, es necesario impulsar la RSE desde las políticas públicas. Fortalecer el discurso político en favor de esta concepción renovada y moderna de la empresa en el Siglo XXI. Desde el G-20 a los gobiernos locales, debemos exigir que la RSE forme parte de la salida de la crisis, de las políticas de competitividad, de la formación universitaria, de las escuelas de negocios, etc. La defensa de una economía al servicio de la sociedad, de una economía del bien común, acrecienta la cultura de la Responsabilidad de las empresas y exige a éstas “leer” el contexto en el que desarrollan su actividad y comprometerse en sus diálogos con la comunidad en la que operan.
2º.- Es necesaria una mayor regulación de todos los planos que acompañan a la RSE. Regulación pública y legal de los informes, de la verificación y de los reconocimientos públicos homologados. Regulación voluntaria por las empresas de la RSE en los diferentes sectores de actividad productiva (textil, energía, banca, etc.). Regulación legal de los estímulos a la RSE en compras públicas, adjudicaciones, etc. para evitar competencia desleal y premiar a las verdaderas empresas responsables. En este sentido, merece censura pública el abandono absoluto de las previsiones regulatorias contempladas en el Art. 39 de la Ley de Economía Sostenible de marzo de 2011, despreciada por el Gobierno actual.
3º.- España necesita un Plan Nacional de RSE y la dinamización de un Consejo Estatal de RSE. (El Gobierno ha accedido, a petición del Parlamento, a tener ese Plan, antes del verano de 2013).
4º.- La globalización productiva y el dumping social, han asentado una cultura de aceptación de la devaluación de las condiciones laborales en todo el mundo. Los mínimos legales en muchos países no se corresponden con el trabajo decente y la crisis económica y el desempleo, han ido estableciendo una especie de aceptación colectiva a la pérdida de derechos laborales en el mundo occidental. El sindicalismo no ha utilizado la RSE como una palanca de su dialéctica y, por tanto, existe un enorme camino en este campo para que los comportamientos laborales de las empresas puedan ser objeto de evaluación social.
Ni siquiera en la llamada “Economía del Conocimiento” se está avanzando en las mejoras laborales. Está constatado un crecimiento injustificado de los abanicos salariales y una constante transferencia de los beneficios desde el trabajo al capital. El aumento de la desigualdad en todos los países acompaña esta devaluación laboral.Las Relaciones Laborales deben ocupar un espacio central en la RSE. No se pueden consentir memorias y propaganda de RSE, con prácticas laborales indignas.
5º.- Los Derechos Humanos y la RSE. Naciones Unidas ha puesto en marcha su segunda gran apuesta a favor de la RSE. Al Global compact y a sus diez principios, se ha añadido desde 2008 el marco “Ruggie” para, PROTEGER, RESPETAR y REMEDIAR las vulneraciones a una interpretación ambiciosa y progresista de las grandes convenciones de la Dignidad humana y el trabajo decente: Convenio DDHH, OCDE y OIT. Potenciar e implementar este valioso instrumento nos hará avanzar notablemente en RSE.
6º.- La RSE ha crecido, en gran parte, por el énfasis que se ha puesto en la gestión de riesgos, sobre todo, reputacionales. Pero es el momento de preguntarse si los riesgos siguen preocupando, o mejor, si preocupan lo suficiente. A la vista de lo que viene ocurriendo, a la vista de lo que ha destapado la crisis, sobre los comportamientos empresariales o de sus directivos, sobre las evidentes irresponsabilidades en el núcleo mismo del negocio de la actividad financiera y bancaria, debemos preguntarnos si hay suficiente sanción reputacional a esos fallos y a esos escándalos.
Pues bien, ha llegado la hora de reclamar desde la RSE, una mayor penalización individual y empresarial a la irresponsabilidad. En este sentido, unificar los observatorios críticos internacionales y dotarles de garantía y credibilidad, será un buen impulso a la RSE.
7º.- Es muy importante potenciar la Inversión Socialmente Responsable (ISR). La inversión socialmente responsable es, probablemente, uno de los mayores elementos tractores de la RSE. Las empresas reciben capital privado individual o colectivo, en función de la sostenibilidad de sus negocios, de la transparencia de sus actividades, de la información honesta y transparente que se da a sus accionistas, etc. Puede resultar en la actualidad uno de los factores más atractivos a la inversión en RSE. Los índices bursátiles de sostenibilidad y los rankings internacionales de transparencia y RSE, influyen poderosamente en las decisiones de inversión de Fondos de Pensiones, o Fondos Soberanos, o Bancos sostenibles, o Inversores exigentes de estas materias. Pero el fundamento de la ISR requiere políticas de estímulo, políticas de información, políticas de difusión de estos productos financieros y, sobre todo, requiere compromiso de las entidades financieras para su desarrollo. Son particularmente importantes los compromisos de los titulares de los fondos de pensiones en todo el mundo, porque sus exigencias sostenibles y sociales pueden determinar la orientación general de los fondos financieros.
8º.- Fortalecer las estructuras del llamado Tercer Sector, resulta también imprescindible para producir efectos en la respuesta social a los comportamientos de las empresas. ONG, consumidores, medios de comunicación, líderes de opinión, etc., tienen que establecer una nueva dialéctica entre ciudadanos y corporaciones. Es muy significativo a este respecto el caso producido recientemente en España, a propósito de una reacción surgida en la Red contra las empresas que se anunciaban en un programa de TV, cuyo contenido resultó ofensivo para los espectadores. Cuando la reacción de protesta de la Red alcanzó un alto nivel social contra ese programa, los anunciantes decidieron abandonar su patrocinio y el programa se cayó de la pantalla. Desgraciadamente, la cadena de televisión inició acciones judiciales contra el ciudadano que suscitó la protesta en su Blog. Este dilema es fundamental para el futuro porque está afectando a las capacidades ciudadanas para condicionar el comportamiento social de las empresas.
9º.- Es necesario explorar en España la cultura de RSE del Reino Unido, basada en un diálogo con la Comunidad Local, como uno de sus principales Stake-holders de la empresa. “Empresa en la Comunidad” puede ofrecer un interesante desarrollo de la RSE en un país en el que, no podemos olvidarlo, el paro, los atrasos en la cultura medioambiental de nuestros pueblos y los recortes que provocan grandes “agujeros” de la protección social, ofrecen a muchas empresas, excelentes oportunidades de RSE.
Este ámbito de reputación social directa y visible puede ser muy interesante para muchas empresas y muy útil socialmente en momentos de gran debilidad de los servicios públicos del Estado.
10º.- La crisis ha acentuado las exigencias de responsabilidad a los directivos y a las compañías. Estamos viendo a los directivos pasando por los juzgados y por los parlamentos. Los ciudadanos tienen que pagar los agujeros financieros de muchos bancos irresponsables. En plena crisis, los salarios de los directivos, sus bonos, sus millonarias pensiones e indemnizaciones, causan indignación. La fiscalidad de las empresas se reduce por su ingeniería fiscal, o porque se ubican en países con menor presión o simplemente se ocultan al fisco. Grandes empresas son multadas por prácticas ilegales. ¿Es todo eso admisible socialmente? ¿Es compatible con la RSE?
De la crisis no podemos salir con menos RSE, sino con más compromiso y rigor en la cultura de la Responsabilidad social Empresarial (RSE). No podemos admitir RSE que no lo es. No podemos admitir más incoherencias, más contradicciones y más falseamientos de la verdadera RSE. Debemos denunciar las manipulaciones mediáticas, la propaganda sin base y las prácticas irresponsables. Ha habido muchas y de muchas empresas reconocidas en RSE y líderes en índices de sostenibilidad. Si la RSE, sus instituciones, sus herramientas, sus defensores, no somos capaces de liderar una regeneración de la RSE, la crisis, los mercados, la naturaleza misma del beneficio, la especulación y sus prisas por obtener la ganancia, acabarán diluyendo este movimiento.
La consecuencia de todo este regeneracionismo que impulsamos, debe ser un movimiento de exigencia y decontrol de la RSE hacia los directivos y las empresas en todos los foros, en las memorias, en los medios y en todas las oportunidades de conectar a las empresas con la sociedad y a sus responsabilidades con los ciudadanos.
Publicado para Diario Responsable.7/01/2013