19 de diciembre de 2013

“Los desafíos para España en un mundo en cambio” Foro Nueva Murcia

Galeria Fotográfica. 










Video de la intervención completa de la Conferencia con la presentación de María González Veracruz.





Fuentes: Diario La Verdad. Región de Murcia. 
                Popular TV Región de Murcia


La reforma de nuestra Constitución: necesidad y oportunidad.

Que la Constitución española ha sido la mejor, la más estable, la más justa y la más adecuada de nuestros dos últimos siglos, no lo cuestiona nadie. Hemos tenido y tenemos una buena Constitución. Ha sido y es, un marco de derechos y libertades de los más progresistas del Derecho comparado, correspondiente a una democracia representativa moderna, con un reparto equilibrado de poderes, una organización territorial original y fuertemente descentralizada y un estado social equiparable, a lo largo de su desarrollo, a los modelos de bienestar europeos.

Nuestra Constitución es consecuencia de una decisión de una enorme significación histórica. Su aprobación materializó la ruptura con el franquismo. Bueno será recordar que de las primeras elecciones democráticas en España, en junio de 1977, surgió un compromiso que resultó ineludible para la derecha que gestionaba la herencia del franquismo. Ruptura frente a reforma. Aquellas primeras Cortes de la democracia española debían ser constituyentes y lo fueron. Hicieron una Constitución que cristalizó el pacto de convivencia entre los españoles, la reconciliación y el inicio de una democracia plena. La Constitución representó el punto y aparte histórico con cuarenta años de dictadura y, al mismo tiempo, estableció un suelo común de convivencia desde la constancia de que todas las opciones políticas cabían en su marco democrático, siempre que se respeten las reglas esenciales de la Constitución.

Ninguna Constitución duró tanto y ninguna dio tan buenos resultados. De la Constitución se derivó la consolidación de nuestra democracia, nuestra incorporación a Europa, el Estado de las Autonomías y el Estado del Bienestar, como desarrollo del Estado social y un marco de respeto y tolerancia en el ejercicio de los derechos y de la libertad, como nunca tuvimos.

Pero han pasado 35 años y se han descosido muchas costuras, en un tiempo de crisis varias y graves, en un mundo en cambio, en una sociedad española muy distinta de aquella que protagonizó una transición ejemplar y una progresión inédita de España. Hoy la sociedad española se merece una nueva oportunidad de pactos para revitalizar la democracia y para relegitimar nuestra Carta Magna. Al fin y al cabo, los españoles menores de 53 años no pudieron votarla. Hoy los problemas de nuestro modelo territorial nos piden a gritos revisar el Título VIII.

La situación política de España, atravesada por una crisis económica y social, territorial y democrática, reclama reformas de nuestra Constitución. Así ocurre principalmente con nuestra propuesta de reforma del Título VIII, para avanzar hacia una estructura federal de nuestra organización territorial. Lo mismo puede decirse del reforzamiento de la autonomía local de nuestros ayuntamientos. Pero no solo. Los avances producidos en el terreno de la igualdad entre hombres y mujeres a los largo de los últimos treinta años aconsejan constitucionalizar algunos de ellos y el desarrollo del Estado de Bienestar, reclama constitucionalizar el Derecho a la Salud y a la asistencia sanitaria como un Derecho Fundamental y no como un principio rector.

También se propone en el modelo financiero para las CCAA, la incorporación a la Constitución de un nuevo principio de "Estabilidad Social" del gasto público. Lo mismo ocurre con nuestros derechos y libertades que pueden y deben adaptarse a la irrupción de nuevos riesgos, nuevas tecnologías y actualizarse con el acervo común europeo derivado del Tribunal Europeo de DDHH y a la Carta de los DDFF del Tratado de Lisboa. Estas propuestas se añadirían a las que planteó en su día el gobierno de Rodríguez Zapatero y que fueron informadas por el Consejo de Estado (eliminar la prevalencia del hombre sobre la mujer en la sucesión de la Corona, incorporar el derecho de la Unión Europea a nuestra jerarquía de fuentes del Derecho y eliminar las normas constitucionales transitorias de nuestro modelo autonómico).

Nuestra propuesta de abordar estas reformas está abierta al consenso del resto de partidos políticos e instituciones, porque queremos tratarla con la prudencia y el respeto que merece una tarea tan importante como es la renovación y actualización de nuestra Carta Magna y porque ésta solo puede producirse si conseguimos un apoyo político y un respaldo social semejante a la que obtuvo la de 1978. Los socialistas creemos, además, que tan ambicioso propósito puede ofrecerle a la política española, una ocasión única de hacer política grande para España, de obtener lo mejor de nosotros, de impulsar un tiempo de reacción y renovación a la parálisis, a las inercias, a los desgastes, a los conflictos que hoy parecen irresolubles.

Pero la necesidad de abordar estos cambios, es también una triple oportunidad que España debe darse a sí misma. Primero, para evitar un envejecimiento deslegitimador de nuestra Carta Magna, corrigiendo los aspectos más llamativos que reclaman de manera más urgente cambios, sin perjudicar los valores constitucionales fundamentales. En segundo lugar, es una oportunidad que nos debemos para con una gran parte de la población que no se siente concernida por las razones históricas que dieron lugar a la Carta Magna y, por tanto, es la manera de volver a asentar territorialmente, pero también sociológicamente con las nuevas generaciones, la Constitución entre los españoles. Y, por último, abordar un proceso de reforma constitucional, es la oportunidad para que en España la política vuelva a la senda del diálogo y de los acuerdos, a una nueva forma de abordar las enormes diferencias que están surgiendo entre nosotros y de resolver, con formulaciones renovadas de política del Siglo XXI, los graves problemas que tenemos en la España de hoy.

Hay muchas maneras de abordar estas reformas. Puede hacerse iniciando un proceso para una reforma agravada de nuestra Constitución, con arreglo al Artículo 168. Es el proceso más largo, pero también el más profundo porque incluirá una revisión acotada pero importante, de nuestra Carta Magna. Me apresuro a decir que en nuestra propuesta de reforma constitucional no se contempla la apertura de un nuevo proceso constituyente a modo de segunda transición para España. Nosotros creemos que no es preciso cambiar las bases de nuestro modelo político democrático y de nuestro Estado Social y de Derecho. Tampoco de alterar la forma del Estado y su actual configuración en una monarquía parlamentaria. Somos partidarios de una reforma acotada, si se quiere puntual, sobre los aspectos ya citados más arriba, para resolver los problemas citados pero, repito, manteniendo las paredes maestras del edificio y su sólida cimentación.

La otra forma de abordar este proceso puede ser a través de acuerdos parciales de reformas que, sucesivamente pueden irse incorporando a nuestro marco constitucional, sin abordar las reformas agravadas del Artículo 168. Este método ofrece límites, pero no es descartable.

Lo que no parece razonable es no hacer nada. Lo que resulta políticamente indefendible ya es que, estando como están las cosas en España, el gobierno y su presidente, sigan pensando que lo mejor es no hacer nada, sin comprender que fumarse un puro en la gasolinera, puede resultar fatal.


Publicado en Diario Crítico, 19/12/2013

14 de noviembre de 2013

Precisiones del hombre rojo



Víctor Lapuente, a propósito de la Conferencia del PSOE, nos advertía de que no se trata de escribir ambiciosas reformas políticas porque acaban en decepciones. Quiero hacerle tres precisiones:

Primera, nuestra reflexión y nuestras propuestas son ambiciosas, sí, porque esa es nuestra voluntad modernizadora y social para España y porque ambiciosas deben ser las respuestas a los graves problemas de la España de hoy. Si nos hubiéramos quedado quietos o fuéramos timoratos después de las derrotas electorales de 2011, ya nos estarían enterrando.

Segunda, no es ingenuo pretender ingresar cuatro puntos más de PIB, con una reforma fiscal “en cuatro años”. Es más bien urgente e imprescindible. No es ingenuo subir el salario mínimo en el país que tiene el menor salario mínimo de Europa (junto a Portugal). Es necesario y justo. No es contradictorio fomentar el emprendimiento y pretender más negociación colectiva porque ambas cosas son necesarias, posibles y compatibles.

Claro, no podemos conseguir todo esto y mucho más “de una tacada”. De acuerdo, pero se trata de un partido que hace una reflexión de medio plazo, que pone las luces largas del país y le propone un camino, no una carta a los Reyes Magos de hoy para mañana.

Tercera y última, la propuesta de reformar nuestra Constitución no pretende “atar en corto a las nuevas generaciones”. Al contrario, se plantea para que, precisamente las generaciones del siglo XXI legitimen nuestra Carta Magna (conviene recordar que no la votaron los menores de 55 años) y para abordar problemas políticos muy graves que tiene la España de hoy, desde el reto independentista de Cataluña, al blindaje de los derechos fundamentales de un Estado de bienestar en riesgo.

Por lo demás, agradezco, sinceramente, la llamada al realismo que amablemente nos hace Víctor Lapuente y que —lo reconozco— es necesaria en la España de “las vacas flacas”.—

Ramón Jáuregui.

El País, 14/11/2013

11 de noviembre de 2013

“La refundación del PSOE en Cataluña sería una apuesta suicida”



¿Cuáles el principal mensaje que pretende lanzar el PSOE?

Que el partido ha hecho una reflexión.
Venimos de una derrota que nos obliga a rectificar, a reconocer que el mundo ha cambiado mucho y la sociedad española, aún más. Hay un espacio para un impulso renovador que debe plasmarse en una reforma constitu­cional. Esa es una de las ideas centra­les. La otra es que el PSOE pretende que haya un antes y un después de la conferencia. Debemos ser capaces de suscitar una mayoría con expectativa de gobierno. Eso es clave para que el proyecto sea creíble.

¿Qué hizo el PSOE para perder la com­plicidad de esa mayoría?

La crisis nos arrolló. En la legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero se produjo una tormenta perfecta de cri­sis de los mercados y europea. No fui­mos capaces de explicar la necesidad de tomar algunas medidas. La crisis nos desbordó. No logramos amortiguar lo que debería haber sido un pinchazo controlado de la burbuja y no una explosión. Faltaron, junto al sacrificio de funcionarios y pensiones, gestos de control y fiscalidad a los grandes beneficios. Y quizá deberíamos haber impulsado con más fuerza la restruc­turación financiera.

¿Qué papel van a jugar Felipe González o Rodríguez Zapatero en la Conferencia? 

Son referente de nuestra historia reciente. Personalizan el socialismo democrático en España. Pero más allá de sus consejos, el partido está ahora en otras ideas y otra gente.

¿No es contradictorio que el cambio lo protagonicen quienes ya estaban antes?

 Es que los protagonistas del nuevo PSOE van a ser otras personas. En mi caso, por ejemplo, tengo claro que esto es una aportación, un legado sin pretensión alguna de personificar esa renovación. Hay una generación entre los 40 y los 60 años que va a protago­nizarlo. Pero que el partido aproveche a personas que tenemos conocimientos y amplia experiencia, que hemos dis­cutido, teorizado y escrito mucho, me parece muy positivo.

¿Cómo se lleva a cabo esa regeneración democrática de la que habla?

Lo primero debe ser aprobar un paquete anticorrupción. Eso es urgente y debe incluir una reforma en la ley de finan­ciación de los partidos políticos, en la ley de partidos, del Tribunal de Cuentas, etcétera. Pero no paramos ahí. Quere­mos cambiar la ley electoral para intro­ducir primarias y listas semiabiertas. Queremos reformar el reglamento del Congreso y desarrollar una ley de parti­cipación de la ciudadanía, establecer un marco de ejercicio de la política...

¿Si quieren una reforma electoral, como es que paran la asturiana?

La que se inició en Asturias buscaba mayor proporcionalidad. No es lo mismo. Las reformas que nosotros proponemos son de empoderamiento ciudadano.

¿Qué son las listas semiabiertas?

Son aquellas en las que se puede alterar el orden que ponen los partidos pri­mando a sus candidatos.

¿Y por qué no abiertas del todo? 

Porque no hay ningún país que las abra del todo. En listas muy amplias acaba provocando un caos. En Madrid, por ejemplo, que elige 41 diputados, no puedes poner un número a cada uno para establecer el orden. Eso acaba inhibiendo al ciudadano. Hasta los sistemas más modernos del mundo establecen límites.

Si van a discutir de proyecto político, ¿por qué no tocarán el tema territorial?

Porque eso ya lo hemos discutido y aprobado en un consejo territorial. El documento de Granada está zanjado y marca nuestra política territorial.

Pero siguen los problemas con el PSC. 

Ya en Granada reconocíamos que había una discrepancia respecto al derecho a decidir. Pero estoy seguro de que la ter­cera vía, es decir, la evolución federal del modelo autonómico y la reforma constitucional para el reconocimiento de las singularidades nacionales, va a ser la solución al problema. Todo lo demás, mirar hacia otro lado o cabalgar sobre el tigre de un derecho a decidir abstracto e imposible, lleva al choque de trenes.

Hay históricos del PSOE que piden la refundación del partido en Cataluña.

 Es un error porque eso debilita el pro­yecto común, porque rompe un puente fundamental entre Cataluña y España que es el PSOE y porque ni siquiera en términos electorales tiene ventajas. Al contrario. Es una apuesta suicida.

Llegado el caso, ¿pactarían el Gobierno con la izquierda o con la derecha?

Es muy difícil de decir todavía. La ten­dencia actual es que el PSOE debe lide­rar una propuesta de cambio en España y una mayoría progresista, claramente.


Pero el PP sería fundamental para emprender esa reforma constitucional.

 Evidentemente, ese cambio exige el pacto con la derecha española. El pro­blema es que la derecha no quiere ni oír hablar de esa necesidad urgente, de que España se está descosiendo y está sometida a tensiones generaciona­les, territoriales y sociales gravísimas. Un Gobierno socialista que lidere una mayoría progresista llamará a grandes pactos. Somos izquierda con vocación de mayoría, no sectaria ni testimonial.



¿Cómo se concreta la igualdad de la que han hecho bandera?

Hemos hecho una reflexión profunda sobre el aumento de la desigualdad y la ruptura de los grandes pactos de pos­guerra en la sociedad europea. Nos pre­ocupa la apertura del abanico salarial, nos preocupa la distancia en el disfrute de la riqueza de una pequeña proporción de ciudadanos, el empobrecimiento de las clases medias y el crecimiento de los hogares sin ingresos, es decir, la pobreza

extrema. Frente a esto proponemos varios elementos. Uno, fundamental, fijar la educación como instrumento para la igualación social, pero no el único. También la intervención en el abanico salarial, el fomento de la pro­gresividad o el reforzamiento sindical.


¿No es una injerencia que el Gobierno fije salarios en la empresa privada? 


Si la banca solo puede ser rescatada por el poder público, y eso ha quedado claro durante la crisis, es que el Estado tiene derecho de intervención. Esa fuente de legitimación nos parece moralmente imbatible. Pretendemos ofrecer instrumentos de reflexión para la intervención pública en un escenario disparatado que genera toxicidades y que la ciudadanía no va a admitir.

¿Si gobiernan recuperarán el anterior modelo educativo y sanitario?

Si logramos un cambio radical en la política fiscal, la recuperación de la sanidad y la educación, públicas y de calidad, se podrá producir en una legis­latura. Nuestra pretensión es obtener unos ingresos de entre cuatro y cinco puntos más del PIB. Para ello es necesa­ria una reforma profunda, un aumento de la base fiscal y un combate al fraude. Con esos tres elementos queremos dotar al sistema de unos ingresos que permitan hacer sostenible lo que el PP considera que no lo es. 

Otras veces, tras la victoria cambiaron de discurso. Por ejemplo, con la Iglesia. 

No es justo decir que el PSOE no ha librado esa batalla. Nosotros sufrimos enormes y constantes manifestaciones de la Iglesia española y su jerarquía por defender que la moral pública la fijara la soberanía nacional y no la Iglesia en cuestiones como el matrimonio homo­sexual, el aborto o la investigación con células madre. Y ahora parece que no hicimos nada. No llegamos a romper el Concordato porque nuestra inter­pretación no vulneraba el principio de escuela laica. Es ahora cuando, vista la interpretación del PP cambiando todo, hemos dicho "se acabó". La conferen­cia avanza en laicidad a través de tres grandes ideas: la superación del marco internacional del Vaticano en el tema educativo; el avance en la autofinancia­ción, ya no con casilla del IRPF, sino con aportaciones voluntarias; y, en tercer lugar, con una ley de libertad religiosa que establecerá un marco de igualdad plena respecto al hecho religioso.

¿Qué peso tendrá el "alma republicana" del PSOE en la conferencia?

Fuerte, porque la ponencia ha sido enmendada con unas 50 propuestas republicanas. Forma parte de la cultura del partido, pero eso no nos lleva a alte­rar el statu quo español. Ni es urgente ni sería buena esa refundación del país.

¿Cuando termine la conferencia tocará por fin hablar de primarias?

De primarias se hablará a partir de diciembre, cuando conozcamos la fecha y las reglas. Y estoy convencido de que las primarias van a dar un tiempo de política rica, política pura y profundi­zación de la democracia. Es una opor­tunidad que la ciudadanía nunca ha tenido de votar al candidato socialista.

¿Le gustaría que ese fuese Rubalcaba?

 Lo que me gustaría es lo de menos. Él debe jugar el papel que debe jugar. Y lo está haciendo muy bien. En esta tor­menta perfecta que estamos atrave­sando no se está apreciando el enorme esfuerzo y solvencia que le da al partido tener un capitán de su madurez, estabi­lidad y prestigio. Que luego sea candi­dato, el tiempo lo dirá.

¿Debe haber un congreso extraordina­rio si Rubalcaba no gana las primarias? 

No, yo prefiero bicefalia siempre que personalmente puedan mantenerla. Pero precisamente para facilitarlo siempre se celebran en el periodo cercano a las elecciones. Eso también explica la proximidad a 2015.

¿Y el relevo llegaría en 2016?


Dependerá de cuándo sean las eleccio­nes, pero en todo caso dos o tres meses después de las elecciones.


Publicado en Tiempo, 8/11/2013







9 de noviembre de 2013

Entrevista ABC 8/11/2013

El exministro Ramón Jáuregui ha dedicado buena parte del último año a preparar el documento-marco de 400 folios que mañana va a empezar a debatir la Conferencia Socialista. En ella, va dirigir los trabajos de la ponencia sobre reformas democráticas, su tema favorito.
-¿Por qué cree que concita el aplauso unánime de un PSOE tan dividido en otros temas?
-Para mí es un orgullo seguir aportando a la causa en la que creo, no solo a la socialista sino la de España.
-Está al final de su vida política pero echan mano de usted para todo. Ahora se habla de encabezar la lista europea. ¿Punto y final, o no?
-Estoy en el final de mi vida política aunque no me quiero retirar mañana. Soy partidario de que la jubilación se produzca a los 70, de manera que, hasta esa fecha, estoy a disposición de mi partido.
-¿Qué es lo que más le ha satisfecho del trabajo de la Conferencia?
-La reflexión de la introducción es lo más notable. Es una apelación a adaptarnos a los nuevos parámetros en los que la izquierda tiene que responder a las aspiraciones humanas de dignidad, de justicia y de cohesión social. Nunca habíamos hecho una apuesta de reformas democráticas tan radical. Hemos articulado una respuesta a la triple crisis española: la territorial, la democrática y la socioeconómica. Y pienso que hemos acertado presentando un envolvente perfecto que es la reforma constitucional...
-Pero Rajoy ya ha dicho «no».
-Pienso que no está convencido de lo que dice. Él sabe que este tiempo va a llegar pero prefiere esperar a la siguiente legislatura. Aunque está más convencido de lo que parece de que estas reformas, va a haber que abordarlas. Ahora no puede porque tiene un PP que le tiene prisionero. Pasa un poco con la lucha antiterrorista. La manera en que el Gobierno ha gestionado la sentencia de Estrasburgo pone en evidencia que es más prisionero de su pasado de lo que necesita España en cuanto a tener una derecha moderna. Solo temo en el asunto territorial, en concreto con Cataluña, que cuando llegue el momento de hacer la reforma los puentes no estén demasiado rotos.
-En el tema religioso, ¿de verdad denunciarán los acuerdos con la Santa Sede?
-Sí. No es un brindis al sol. En el tema de la laicidad las convicciones del PSOE son claras y rotundas; en gran parte porque la Iglesia española se lo ha ganado a pulso y, en parte, porque «ley Wert» ha devuelto a la radicalidad del problema religión/educación.
-¿En qué medida puede condicionar eso la llegada al Papado de Francisco, al que ustedes consideran más cercano a sus tesis de justicia social?
-Yo creo que favorecerá el diálogo. Pienso que hay una iglesia nueva y a quien le plantea una reflexión más profunda es a la jerarquía de la Iglesia española. Pero, en el debate de la laicidad, nosotros partimos del reconocimiento de las religiones como un elemento de la vida pública, no como un aspecto solo de la intimidad.
-¿Va a haber algún acuerdo sobre el calendario de primarias en esta conferencia?
-Puedo asegurar que el domingo no va a haber ningún acuerdo en materia de primarias, salvo los principios que van a regir su celebración, pero ni su calendario ni su reglamento. Eso sí será aprobado en una reunión del Comité Federal en Navidad.
-¿Peligra la estabilidad de Rubalcaba porque aparezcan candidatos?
-Yo no tengo ningún reproche para lo que llamaríamos la «pasarela» porque, si haces primarias, hay que aceptar que los candidatos tengan una notoriedad y la expresen. Es una consecuencia natural de lo que vamos a hacer y está en el paisaje.
-¿Le sorprende que Carme Chacón haya pasado de presentarse, en 2011, a decir que solo se presentará si ve que tiene apoyos?
-Aprecio que los candidatos evalúen sus condiciones y solo lo sean si se sienten capacitados.
-...Y Rubalcaba, ¿debe presentarse a esas primarias?
-Está mostrando una capacidad de sacrificio y de responsabilidad dignas de elogio. Le elegimos porque es un dirigente maduro, sensato, capaz de pilotar una nave en una «tormenta perfecta» como la que está siendo. Si es o no el candidato para la siguiente etapa, solo él lo sabe pero no puede decirlo hasta que llegue el momento.

5 de noviembre de 2013

Una izquierda con vocación de mayoría

Hay muchas razones que explican la Conferencia Política del PSOE en el ecuador de esta legislatura. Perdimos cuatro millones de votantes en el 2011 y su recuperación exige reconocimientos y rectificaciones. El mundo cambia tanto y tan rápidamente que la izquierda debe ser capaz de renovar sus propuestas y sus soluciones en los nuevos parámetros de la globalización, de la revolución tecnológica y en la nueva sociedad de la información. El Estado-nación, como escenario de la acción política transformadora, se ha quedado pequeño, incapaz de construir espacios de cohesión social, incluso de democracia plena. El proyecto socialista de los ochenta, con el que somos identificados como partido, ha sido en gran parte construido ya y la sociedad española nos presenta hoy problemas diferentes. Pero, además y quizás lo más importante, la crisis económica, social y de empleo, inédita por sus dimensiones y efectos, se prolonga y se acentúa en el contexto de la crisis política más grave que hemos vivido en los últimos 30 años: crisis de la democracia y de sus instituciones e implosión del modelo territorial con el reto soberanista de Cataluña.
A los que dejaron de votarnos y a todos los españoles que se sienten progresistas o de izquierdas, queremos decirles que hemos articulado un proyecto político para los próximos años que da respuesta a la triple crisis española. Empezando por nuestra democracia, hemos presentado un ambicioso programa de regeneración de la política española y de renovación de nuestras reglas democráticas. No se trata de partir de cero ni de refundar el sistema. Son reformas que responden a las principales quejas que recibimos y a las más graves carencias que padecemos. Para ello, hemos propuesto al conjunto de las fuerzas políticas abordar, desde el máximo consenso, un conjunto de reformas en nuestras leyes para erradicar la corrupción en la política, reformar la vida interna y financiera de los partidos políticos, reformar el sistema electoral aumentando las facultades de elección de los ciudadanos, modernizar nuestro Parlamento para hacerlo más abierto y participado por la ciudadanía y una nueva regulación de las condiciones de ejercicio de la política sometidas a las exigencias de la ejemplaridad. Recuperar la confianza de la ciudadanía en sus instituciones, y relegitimar la política y los partidos son condiciones necesarias para reforzar nuestra vida en común con más y mejor democracia.
Junto a ello, hemos planteado una oferta de diálogo serio para revisar nuestro modelo territorial. El marco autonómico ha sido un éxito, pero la tensión soberanista de Cataluña y los desajustes que el modelo viene exhibiendo desde hace años aconsejan una reforma de nuestro Título VIII. El PSOE propone al país reafirmar el mapa autonómico actual, haciéndolo evolucionar en una doble dirección. De una parte, incorporando las fórmulas del modelo federal alemán: con un Senado de las CC AA, clarificando y consolidando el reparto competencial, pactando un modelo de financiación basado en la autonomía financiera, la suficiencia y la solidaridad y fortaleciendo los instrumentos de cooperación y de lealtad federal. De otra, dar carta de naturaleza constitucional a las singularidades o hechos diferenciales que explican la España plural y que hacen posible la conformación de nuestro Estado complejo.
Vamos a proponer una agenda por la igualdad a la política española. De nuevo, la igualdad, porque constatamos el crecimiento rampante de la desigualdad y sus síntomas más alarmantes con la política de ajustes y recortes en nuestro modelo de bienestar. No es solo que se dispare el abanico entre los más ricos y los más pobres, sino que, junto a ello, se empobrecen las clases medias, es decir, la mayoría social, y cada vez es más grande el número de hogares en la pobreza.
Hemos pensado seriamente en este fenómeno demasiado frecuente en los países que venimos del Estado de bienestar y hemos decidido articular una agenda de reformas estructurales para recuperar cohesión social y para garantizar, de verdad, la igualdad de oportunidades ante la vida. Nuestra agenda es atrevida y resumidamente contempla: a) Una apuesta clara y rotunda por aumentar nuestro gasto en educación y por fortalecer la escuela pública como verdadero instrumento igualitario; b) una reforma fiscal que reduzca el fraude, recupere progresividad y nos sitúe en la presión fiscal europea aportando cinco puntos de PIB a nuestros ingresos; c) la creación de un fondo social de ayuda a los hogares sin ingresos con aportaciones fiscales de las rentas y patrimonios más altos; d) la limitación de las remuneraciones de directivos en las entidades financieras (si el Estado se hace cargo de sus quiebras, el Estado tiene derecho a intervenir en su remuneración), establecer exigencias a los Consejos para que las remuneraciones de los directivos de las empresas se ajusten a resultados, riesgos y transparencia y desincentivar con cargas fiscales y de cotización a la Seguridad Social los ingresos variables y las retribuciones en especie; e) fortalecimiento del poder sindical en las pymes, recuperación de la negociación colectiva sectorial y aumento del salario mínimo; f) el desarrollo de un programa de igualdad de la mujer en el trabajo y en la empresa, auténtico espacio de desigualdad de género en nuestro país.
Hemos diseñado una política para el crecimiento y el empleo. España tiene ante sí una larga marcha para recuperar competitividad, crear nuevas empresas, y empleo, diversificar la actividad económica, modernizar nuestro aparato productivo, mejorar nuestra I+D+i, aumentar el tamaño de nuestras pymes, internacionalizarlas, mejorar nuestra Universidad y nuestra Formación Profesional y tantas cosas más. Queremos proponer al país una estrategia para la modernización de la economía española a medio plazo. Hemos cometido muchos excesos y muchos errores en los años de la abundancia y nos faltan miradas largas y consensos básicos para ser un país de los grandes en el mundo, que recupere el empleo en las dos próximas legislaturas. Que ofrezca una salida de medio plazo a la generación de nuestros jóvenes de hoy.
Propondremos a los agentes sociales un pacto de rentas que nos permita ganar productividad con costes proporcionados, a trabajadores y empresas y con recuperación del consenso sobre el marco laboral roto por el Gobierno y revisaremos las políticas públicas de inversión en las prioridades de política industrial, energética, medioambiental, formativa, de infraestructuras inteligentes, economía digital, etcétera.
Hay una constante en nuestra reflexión: las bases sobre las que hemos convivido estos últimos 30 años necesitan un ajuste, una adaptación a nuevos tiempos y a nuevas necesidades. La sociedad española ha perdido ilusiones colectivas, coincidencias básicas y hay crecientes rupturas internas: territoriales, democráticas, generacionales. Podemos mirar para otro lado y creer que el tiempo lo arregla todo. Pero quienes creemos que ocurre lo contrario, proponemos al país una reforma de fondo. Por eso hemos llegado a la conclusión de que una reforma puntual de nuestra Constitución es necesidad y oportunidad a la vez.
Necesidad de incorporar a nuestra Carta Magna los cambios que la sociedad española ha hecho suyos: la secularización y la laicidad, la igualdad de género, el derecho a la asistencia sanitaria, Internet, el matrimonio homosexual o las distintas formas de familia, la igualdad de sexos en la sucesión de la corona y el derecho a las prestaciones de la Seguridad Social entre otras. Necesidad de revisar nuestro Título VIII y encontrar nuevos acuerdos con nuestras CC AA para seguir juntos. Necesidad de incorporar el marco jurídico institucional europeo a nuestras fuentes del derecho. Pero también oportunidad para volver a la política sensata y grande. La que recupera consensos para abordar los problemas principales del país. La que supere partidismos sectarios y recupere confianza ciudadana. La que lidere al país desde la moderación y vertebre a la ciudadanía hacia objetivos colectivos. Queremos liderar este proyecto modernizador del país, que recupera crecimiento y empleo, que rehace los equilibrios sociales de España, que reconduce las tensiones independentistas hacia un proyecto común, que recupera igualdad, que relegitima la política y la democracia. Queremos hacerlo desde una izquierda renovada con vocación de mayoría social. Queremos ofrecernos como el partido capaz de todo eso, recordando que el PSOE ha sido el partido del progreso y la justicia social, de la libertad y los avances sociales en los últimos 100 años de vida española.
Publicado en El Pais, 5/11/2013

3 de noviembre de 2013

"La rebelión no es una solución a nada"

Ramón Jáuregui (San Sebastián, 1948) cree que España necesita reformas, pero no refundarse. Arreglar el tejado, alguna tubería y desde luego pintura nueva en todas sus paredes. Pero no un edificio nuevo. "Me enorgullezco de ser un moderado", asegura el responsable de la Conferencia Política del PSOE. El próximo fin de semana, en Madrid, el partido pretende despegarse definitivamente de la imagen de causante de la crisis para pasar a ser la punta de la lanza que acabe con ella. "Nos atropelló la crisis", reconoce al hablar del presente el diputado, antes ministro, eurodiputado, consejero vasco y abogado de formación. En la oposición, el partido no es por ahora visto como alternativa al PP. Otros partidos, hasta ahora minoritarios, ganan apoyos sin parar. Antes de salvar a España, o de reformarla, el PSOE tiene aún que salvarse a sí mismo.
-¿Podría decirme una o dos conclusiones o mensajes concretos que saldrán de la Conferencia Política y harán que los ciudadanos vuelvan a creer en el PSOE?
La voluntad de un partido de emitir hacia una ciudadanía que ha dejado de sintonizarnos. Queremos que sea un antes y un después en un partido que quiere ofrecer al país un proyecto de esperanza. Queremos volver a ser el partido de un nuevo tiempo con la renovación de nuestras bases políticas, algo que lleva incluida una reforma constitucional. Se trata de un nuevo horizonte de pactos, de reformas territoriales y socioeconómicas.
-¿Suficiente para superar el momento actual de muy baja credibilidad?
La crisis nos atropelló. En 2011 perdimos cuatro millones de votos. Durante estos casi dos años hemos vivido una tormenta casi perfecta. Y han sido dos años de recesión en los que el sentimiento de la crisis y los recortes conectaba al PSOE con el pasado. Ahora que van a ser más patentes las fracturas de los tejidos de la sociedad, necesitamos un replanteamiento. Nuestro proyecto quiere parecerse, salvando las distancias, al que el PSOE presentó en los años 80 en un país que demandaba democracia plena, Europa, modernización…
-¿Quién es nuevo Felipe González o el Alfonso Guerra?
Habrá unas primarias y elegiremos a un candidato o candidata. En el proyecto renovador del partido damos un salto gigantesco en democracia, porque le damos esa decisión a la ciudadanía [las primarias estarán abiertas a los que se sientan socialistas, sean o no militantes].
-¿Puede un secretario general de 62 años o incluso usted, que tiene 65 y coordina ese pretendido punto y aparte, protagonizar esa renovación?
Personalmente, me siento ofreciendo un legado de trabajo para que otra generación lo saque adelante. Creo que es un sentimiento que se atribuye también a otras personas de mi edad que están haciendo este trabajo. Tenemos la firme voluntad de que que sean otros, jóvenes, los que lleven adelante este proyecto.
-Con las pautas marcadas.
Dejaremos unas bases teóricas, una renovación ideológica en gran parte construida. Pero la expresión facial de ese proyecto serán personas de otra generación, sí.
PRIMARIAS: EL CALENDARIO, EN DICIEMBRE
-En una entrevista reciente aseguró que no ve mal la bicefalia entre secretario general y candidato en las elecciones generales.
Cuando haces primarias, el secretario general que viene del congreso tiene que convivir con el candidato, en caso de que no sean la misma persona. Eso aconseja que las primarias sean en los meses antes de las elecciones, como hacen todos los partidos en el mundo. Los americanos, los franceses, los italianos, los chilenos… Todos los que hacen primarias las hacen en los meses inmediatamente anteriores a las elecciones. Con todo, hay que asumir que la bicefalia puede suceder. Puede formar parte de nuestro paisaje político si las primarias se consolidan.
-¿Por qué se deja el calendario de primarias fuera de la Conferencia Política? ¿La renovación no debe comenzar por los renovadores?
Las primarias se van a discutir y muy a fondo. Por ejemplo, si hay que hacerlas en otras federaciones o grandes ayuntamientos, los requisitos de los candidatos, la campaña y el debate… La aprobación formal de esas reglas se hará en el Comité Federal de diciembre.
-En Andalucía han renovado liderazgo. También en Galicia, donde se eligió al secretario general por primarias pese a la oposición de Ferraz.
Nuestras primarias no van a ser como las de Andalucía. Allí eran solo entre militantes y una candidata logró tal número de avales que agotó el proceso. Las que nosotros planteamos se abrirán a todos los españoles con una cierta proximidad ideológica.
-No me refería a los que votan, sino a la decisión de organizarlas, algo que compete a los de arriba. Andalucía no es un país, como los que antes ha citado, pero sí han renovado liderazgo mucho antes de las elecciones.
Pero en Andalucía dimitió el presidente, había que elegir porque se iba. Con todo, ahora vamos a algo mucho más amplio.
-¿Serán después de las elecciones europeas de mayo de 2013?
Puede ser. A mí lo que me importa es hacerlas bien.
CATALUÑA: "LA HORA DE LOS MODERADOS LLEGARÁ"
No, no sería una buena decisión. El PSC y el PSOE van a acabar cristalizando juntos la salida del problema territorial, a pesar de que no estamos viviendo las horas de los moderados. Pero las horas de los moderados llegarán. En Cataluña priman los extremos y estamos yendo al desastre, lo que coloca a las formaciones moderadas en tierra de nadie. El choque de trenes al que nos llevan ERC y Artur Mas, junto a Rajoy, no conduce a ninguna parte. Llegará el momento del diálogo y del derecho a decidir. Pero con una propuesta, en la ley y acordado, como un resultado del cambio de nuestra Constitución.
-¿Habrá reconciliación entre el PSC y el PSOE en su cita de la semana que viene?
Entiendo que sí, pero quiero advertir de que no vamos a incorporar el debate territorial a la conferencia.
-¿Cómo es posible que cuando el PSOE quiere refundarse deje fuera un tema como este?
Porque lo hemos acordado ya en [la declaración de] Granada. El documento que hicimos allí lo presentó el PSOE y lo aprobamos todos, con Pere Navarro y Susana Díaz.
-Pues no parece que haya sido una gran solución.
Ya sabíamos que el derecho a decidir nos dividía, pero en el proyecto de organización territorial de España estamos de acuerdo. Y somos el único partido que ha hecho una propuesta en serio.
-Es decir, que el PSOE y el PSC están en perfecta sintonía, según usted.
La idea envenenada del derecho a decidir como una consulta autodeterminista ha penetrado con una fuerza irresistible y ha entrado en todos los espacios.
-Arrastrando al PSC.
Arrastrando al PSC, pero también a otros. Iniciativa per Catalunya está fracturada. Ahora empezamos a debatir si se trata de una consulta autodeterminista o es sobre más cuestiones. Ha sido una locura, un señuelo, una pretensión inútil, un camino a ninguna parte. El PSC no podía decir que no, pero tiene que reconducir esa pretensión hacia la ley y el acuerdo. ¿Cuándo va a haber acuerdo? Cuando la política de Cataluña y España ofrezca la solución a los problemas que hay, ya sea de financiación, de autogobierno, de singularidad lingüística… Cuando encontremos la solución, entonces decidirán los catalanes.
LISTAS ELECTORALES SEMIABIERTAS
-¿Qué son las listas semiabiertas?
La posibilidad de que el ciudadano prime a unas personas dentro de las listas que le ofrezcan los partidos. Por ejemplo: Álava. Pongamos por caso que yo soy el número uno y que la número dos es una chica. Si un número determinado, por ejemplo un 10% de los votantes del PSOE, priman a la número 2, la elegida es ella. La apertura de las listas no puede ser infinita porque impediría ordenar la elección. Madrid elige 41 diputados. No puede ser que el elector pueda poner un número a cada uno. Se podría primar a uno, dos o como máximo tres diputados en el caso de las listas grandes.
-¿Por qué no pueden ser totalmente abiertas?
La elección abierta perfecta es la mayoritaria en la que por pequeños distritos se escoge un solo diputado. En un pequeño distrito, los ciudadanos conocen al candidato y la relación con él es muchísimo mayor. Pero ese sistema haría desaparecer a los partidos pequeños porque siempre sale elegido uno de los mayoritarios.
-Casi choca escuchar de un partido mayoritario la defensa de los partidos minoritarios. Ellos se quejan de que no se cambia la ley para proteger a los grandes.
Se quejan de la ley d'Hont porque no es suficientemente proporcional. Si cambias a un sistema mayoritario, los pequeños desaparecen. Nuestra propuesta mejora la proporcionalidad porque también incluimos una lista nacional de 50 diputados. No hay sistemas electorales perfectos. Lo que ganas por un lado, lo pierdes por otro.
MONARQUÍA: "NO ES UN PROBLEMA DE LEYES"
-Pese al sentimiento republicano que está en la base del PSOE, el partido no quiere debatir a fondo sobre la monarquía o el modelo de Estado.
Efectivamente, hay una tradición republicana en la base del PSOE, pero nosotros no queremos alterar el modelo de monarquía parlamentaria que tenemos en España en este momento. No vemos ninguna necesidad para hacerlo. No queremos refundar el país ni entrar en un nuevo proceso constituyente. Somos bastante más sensatos que para meter a España en un proceso de refundación de país. Queremos hacer reformas puntuales sobre este y otros asuntos, pero sobre la arquitectura democrática que tenemos en nuestro país.
-¿Puede recuperar la monarquía la credibilidad sólo con reformas concretas?
La monarquía tiene que ganarse el afecto y la legitimación. No es un problema de leyes sino de ejemplaridad. Es una cuestión de función social, de ejercicio ejemplar de esa alta magistratura. Si no lo hacen así, en España habrá un movimiento que lo altere. Mientras eso no ocurra, nosotros tenemos que sostener lo que tenemos y mejorarlo. Los partidos tenemos un margen en el capítulo de renuncias, abdicación, sucesión e igualdad de sexos en el acceso al trono que exigirá una ley. Eso sí podemos hacerlo.
ZAPATERO: "NO FUIMOS LO SUFICIENTEMENTE VALIENTES"
-¿Cuándo reivindicará el PSOE el legado de Zapatero?
[Silencio] En el documento de la conferencia hay elementos autocríticos y también grandes elogios a lo que ha sido una manera nueva de interpretar el socialismo en el siglo XXI: muy comprometido con el pacifiscmo, con el feminismo, con la igualdad de los ciudadanos. En el PSOE hay una corriente de elogio hacia Zapatero muy importante, aunque aún estamos demasiado impregnados de la crítica inmisericorde que él recibió.
-¿Tiene el PSOE que huir de esa personificación de las causas de la debacle en las elecciones para volver a ser capaz de ganar otras?
Yo nunca he sido del círculo más íntimo de Zapatero. Ni siquiera puedo decir que fuese particularmente bien tratado en su primera etapa, porque llegó una generación nueva con él y entendí que algunos estábamos un poco más marginados. Pero eso ya no importa. Siempre he pensado que no fuimos lo suficientemente valientes en los últimos meses de su Gobierno y la campaña para defender las cosas que hicimos. Cuando tú dejas de defender las cosas que haces ya no te cree nadie.
-¿A qué se refiere?
Te pongo un ejemplo: el más duro. Cuando voy a las agrupaciones a explicar esta conferencia me encuentro con que muchos me hablan de la reforma de la Constitución de agosto de 2011 [que introdujo topes al endeudamiento conocidos como regla de oro]. Me bastan cinco minutos para explicar que entonces España estaba abocada a un rescate, que el BCE tuvo que comprar la deuda española y que en parte fue necesario para pagar las nóminas y pensiones a final de mes. Me basta explicar la realidad para que la gente me comprenda. Pero si tú dices desde casa que lo hicimos mal, ya no te cree nadie.
-En las elecciones de 2011 trataron de olvidarse de Zapatero.
En la campaña electoral tuvimos una cierta tentación separadora del Gobierno que no nos hizo ningún bien. Cuando un Gobierno socialista defiende junto al partido las decisiones difíciles, la gente lo entiende. Otro ejemplo, de la reconversión industrial.Cerrar los Altos Hornos de Sagunto no fue nada fácil. Y sin embargo, cuando tú explicas las cosas y la historia lo va confirmando… la gente te comprende. Sobre muchas decisiones del Gobierno desde mayo de 2010 hasta el final, nos faltó coraje y coherencia interna para defender lo que estábamos haciendo.
-¿Si la crisis provocó la debacle del PSOE, la salida puede apuntalar al PP?
A eso juegan ellos. El único discurso que vamos a escuchar de aquí al 2015 es "el país estaba muy mal, lo estamos salvando". Punto. Es una falacia en su conjunto. Si el país hubiera estado gobernado por la derecha, hubiese estado igual, parecido o muchísimo peor en términos sociales. No está salvado. Para nada el crecimiento va a facilitar una sensación de salida de la crisis si seguimos manteniendo cinco millones de parados, sueldos muy devaluados, una pérdida de calidad de vida, una marcha masiva de gente joven de España, una sociedad desestructurada socialmente por el estado de los servicios públicos. No creo que eso le vaya a dar la victoria al PP. Más bien percibo una sociedad hastiada, cabreada, con ganas de cambio.
-¿Por qué pese a ese cabreo el país no salta por los aires? ¿Por qué los españoles padecen la crisis en vez de rebelarse contra ella?
Primero porque la rebelión no parece una solución y segundo porque hay muchos amortiguadores, como el colchón familiar, ahorros, economía sumergida… La rebelión no es una solución a nada, más allá de la protesta, que ya hay mucha. Hay una sociedad indignada, quejosa, cabreada. ¿Que no se manifiesta en una rebelión? Yo diría que casi afortunadamente.
-Insiste mucho en que quiere hacer reformas, pero no hacer borrón y cuenta nueva.
En España no hay condiciones para hacer eso. Frívolamente, Izquierda Unida se lo plantea, como si de pronto fuera posible reinventarnos. También hay en el debate del 15-M esa noción antisistema de que todo está putrefacto y que hay que construir un nuevo modelo democrático sin saber muy bien cuál es. Seguro que nos lleva al caos. En ese sentido, me enorgullezco de ser moderado. Soy bastante más reformista que muchos pero insisto en mantener el statu quo.
-¿Se ha desinflado el 15-M?
Sigue siendo un potente movimiento de protesta que no ha articulado una agenda. Eso vuelve a llamarnos a los partidos de izquierda a insertar todo ese movimiento y esa fuerza en una propuesta renovadora. Debo decir que nuestro programa de reformas democráticas se inspira mucho en lo que el 15-M reclamaba.
Entrevista de Daniel Basteiro, para Huffington Post, 3/11/2013

28 de octubre de 2013

"El proceso de regeneración democrática requiere una reforma constitucional"



"La crisis económica está tocando la raíz de la legitimación de nuestro sistema político." 

"Se ha descosido el traje institucional y ha acabado en una crisis política de pantalón largo."

"Hemos llegado a la conclusión de que es necesario darle una inyección al sistema, en clave reformista para presentarle al país lo que llamaríamos un afán regenerador de nuestro 
propio sistema, una agenda integral de cambios que nos permitan recuperar los afectos en la política, en los partidos y en las instituciones."
"Los últimos dos años de protesta contra el sistema nos obligan a hacer una oferta regeneradora completa y nosotros queremos abanderar ese proyecto y hemos llegado a la conclusión de que todo el proceso de regeneración democrática del que acabo de hablar, más las reformas territoriales que nos plantea el agotamiento del título VIII del modelo autonómico, con los problemas que están sobre la mesa y que todos conocemos con la erupción del problema de Cataluña, etc., acaban reclamando efectivamente una reforma de nuestra Constitución."
"Nosotros estamos llamados a ser esa piedra de bóveda de esa renovación 
política española."
Orencio Osuna. La conferencia que tenéis en noviembre, que se hace en un 
contexto crisis del PSOE después de catastrófica derrota electoral, de un proceso 
en las que las encuestas sigue indicando una permanente caída de las 
expectativas electorales y después de ese período tan agotador que fue el fin del 
gobierno de Zapatero. Pero también dentro del marco de una crisis 
impresionante de la sociedad española en todos los sentidos, tanto institucional 
como política, como socioeconómica y también-por completar el cuadro- una crisis 
muy importante en la Unión Europea. En ese escenario, la conferencia supongo 
que está orientada a ir construyendo de nuevo un discurso, una nueva reflexión del partido sobre esas realidades y sobre el futuro.

Ramón Jáuregui | Definitivamente, en la pregunta está casi todo. El razonamiento que motiva la conferencia es en parte todo lo que has dicho en la pregunta: una crisis, digamos una derrota política muy importante del PSOE, la más importante de su historia democrática; una crisis en España de tipo democrático en primer lugar, territorial y también socioeconómica y yo diría un mundo en cambio: una sociedad diferente, un mundo que como decía Rocard nos obliga a conocerlo para transformarlo. Y el conocimiento del mundo en el que vivimos con la crisis europea, con la globalización económica, con la crisis financiera; con la competencia de los nuevos países emergentes sobre Europa, etc., obliga a la izquierda a una reflexión muy profunda, muy renovadora. Y ese es el marco, la antepuerta de nuestra conferencia política. En ese contexto: ¿qué hemos hecho?, nosotros hemos hecho un trabajo de renovación política e ideológico profunda y hemos querido colocar al PSOE con un basamento ideológico renovado para un nuevo tiempo en la política española y para un nuevo tiempo también de la izquierda europea. Esta es un poco la esencia de nuestra propuesta a la conferencia.

Orencio Osuna | Tras un período de 30 años, por poner una fecha, desde Reagan, Thatcher, este ciclo de capitalismo globalizado desregulado y ultraliberal, ese llamado Consenso de Washington -que ha tenido en algún momento la apariencia de una gran burbuja de desarrollo económico-, ha devenido en un aumento mundial de la pobreza y las desigualdades y todo ello, en España, un crecimiento del desempleo y de la pobreza inaudito incompatible con una cohesión social. Ha habido un ciclo histórico que, quizás, ha terminado y probablemente comienza otro.

Ramón Jáuregui | Yo creo que una de las primeras reflexiones que surgen de esa cuestión es el reconocimiento de que la batalla ideológica de los últimos 30 años, sobre todo desde la caída del muro, del neoliberalismo unido a la globalización económica y financiera, han debilitado los perfiles del proyecto socialdemócrata; de manera que en nuestra conferencia, por ejemplo, hay una reflexión autocrítica muy importante respecto a lo que ha sido una confianza exagerada en los mercados, una expansión de los modelos de vida que Galbraith denunciaba como la sociedad de la satisfacción, en la que creíamos que el individuo por sí solo era capaz de alcanzar la felicidad bajo los cánones de la economía de mercado, del individualismo feliz.
Nosotros hacemos esa parte autocrítica, señalando especialmente que la gran bandera de la izquierda, que es la igualdad, -Norberto Bobbio decía que la estrella polar de la izquierda es la igualdad-, ha sufrido enormemente en el interior de los países. Es cierto que la globalización económica ha producido que cientos de millones de personas accedan al trabajo. No olvidemos que mil millones de personas que hace 20 años no trabajaban, sobrevivían en sus poblados, hoy producen y ganan y han alcanzado unos niveles de desarrollo que no tenían. Por tanto, ha habido una convergencia internacional de la igualdad entre países; pero en el interior de los países occidentales, la desigualdad ha crecido.Aceptando por tanto que la desigualdad es uno de los problemas lacerantes del momento, la izquierda tiene que replantearse sus alternativas frente a la desigualdad. Hemos reflexionado sobre qué medidas tiene que anteponer la izquierda frente a la desigualdad. Y eso nos lleva a dos grandes paquetes: uno, nuestra conclusión es que hay que democratizar la globalización inexorablemente, es decir, someter la economía y los mercados a la política; y naturalmente esto plantea una agenda muy rica de objetivos de lo que llamamos "democratizar la globalización", gran objetivo de la izquierda.
Y en segundo lugar, nuevas medidas para hacer más cohesionadas, más iguales las sociedades occidentales. En el corazón de la conferencia política del PSOE va a haber un eslogan de la reflexión ideológica y que estamos podría ser: "De nuevo, la igualdad".
Orencio Osuna |. La construcción del estado de bienestar ha sido obra de la socialdemocracia, pero también de la democracia cristiana, los sindicatos, el movimiento comunista y otros componentes de la izquierda, y por - no lo olvidemos- una realidad política geoestratégica que eran los bloques. Todo eso en cierto modo se ha acabado con la caída del muro y la desaparición de la URSS. La respuesta de la socialdemocracia a esos cambios significó, en alguna medida, asumir gran parte de la agenda neoliberal como sucedió con la tercera vía de Blair, o la agenda 2010 de Schröder.
Ramón Jáuregui | Cuando decimos, democratizar la globalización, no decimos un eslogan, no decimos una palabra o una frase. No, no, estamos queriendo responder al gran dilema de que los ciudadanos reclaman que sus partidos, sus elegidos, tengan el control de la gobernanza del mundo y que controlen la economía y controlen los mercados y que los banqueros no puedan volver a producirnos el daño que nos han producido. Que la desregulación financiera no pueda volver a producir crisis que acabamos pagando todos, etc. etc. Entonces, eso se concreta en propuestas, es decir, que para ser concreto: cuando decimos democratizar la globalización, quiere decir que tenemos una agenda política importante para que las empresas cumplan los derechos humanos allá donde operen en el mundo, por poner un ejemplo; y así podría seguir con más propuestas. Dicho esto, si la izquierda no es capaz de instaurar en la ciudadanía estas agendas de estas materias, nuestras batallas están perdidas. O la ciudadanía es capaz de comprender que hay una expresión política que quiere volver a reconfigurar el mundo de esta manera; o sino, pues no habrá solución.

Orencio Osuna | El escenario europeo es, seguramente, donde se van a dirimir gran parte de todos estos dilemas. ¿El proyecto de unidad europeo no está cayendo en la fosa de Lampedusa y la destrucción del estado de bienestar?

Ramón Jáuregui | Yo comparto también la reflexión de que Europa es clave para ver qué mundo construimos. Pero Europa tiene un problema principal y es que el mundo construido por todo esto que tú comentabas, la socialdemocracia, fundamentalmente en la triple década maravillosa que surgió después de la Segunda Guerra Mundial (del 45 al 75). Toda esta gran construcción política compite mal en la globalización. Tenemos que reconocerlo, hasta el punto de que tenemos el riesgo de que Europa no sea capaz de seguir siendo un espacio competitivo; por tanto, una economía capaz de competir en el mundo porque si no compites no eres nadie, no hay crecimiento, no hay cotizaciones y se te descompone el edificio social.
La izquierda tiene que recuperar su capacidad de generar confianza como gestora también de la crisis, de la competencia, del crecimiento y eso nos obliga a renovar o a cambiar por ejemplo, actitudes anti empresariales. Las empresas son claves en la construcción de una sociedad, de una economía competitiva; nos obliga a revisar nuestros modelos, los costes de nuestros modelos de protección social, los costes de nuestro empleo. Yo creo que la izquierda socialdemócrata, en esto se diferencia de la izquierda digamos antigua, comunista o la izquierda testimonial que no tiene responsabilidad de gobierno, experiencias de gobierno. Entonces, eso es una primera parte del tema europeo. La segunda parte europea es la enorme debilidad de las instituciones creadas en relación con la unión monetaria, que reclaman un paso adelante muy decidido en materia de unión bancaria y unión fiscal fundamentalmente.
Y tercero, todo eso no puede hacerse sino es dando un nuevo salto adelante en materia de unión política. Eso implica renuncia a soberanías, implica avanzar en la construcción política de la Unión Europea con lo que llamaríamos una federación europea de los Estados que queramos hacer en Europa, obviamente sobre la base de Francia y Alemania como eje fundamental, como siempre ha sido; pero otra Europa en lo económico, financiero y social, y más Europa en lo político.

Orencio Osuna | Habla Boaventura de Sousa Santos de una democracia suspendida, de un cierto estado de excepción ante la crisis. El problema es que el proyecto de unidad europea no era sólo un mercado único, sino eran valores, futuro, ilusiones, democracia, progreso, igualdad, libertad. A lo peor estamos viendo el final de todo eso y la globalización, la necesidad de competir, la necesidad de ceder soberanía nacional y de que se produzca una construcción de centros de poder jerarquizados y opacos que acabe liquidando el proyecto de una Europa unida. Lampedusa puede simbolizar un nuevo Auschwitz, así como la existencia de centros de acogida de emigrantes que se extienden por toda Europa como una peste xenófoba, o la ominosa expulsión de Francia de Leonarda, o una división entre países europeos con unas cada vez mayores diferencias de rentas y servicio. Es decir, ¿es esa la Europa que anhelaron muchas generaciones de europeos y españoles?

Ramón Jáuregui | Sin duda, la crisis que estamos viviendo, sobre todo socioeconómica, hace que efectivamente, Europa como ideal esté resultando en cierto modo cuestionada por esos elementos que citabas, que yo comparto plenamente. Es más, a mí me preocupa enormemente otra cosa que también forma parte de la idea de Europa que señalabas. Es que no estamos siendo capaces de defender el modelo social europeo como el mejor modelo de convivencia y de cohesión social, de dignidad humana en los espacios de la construcción del siglo XXI. Es decir, que Europa ha renunciado a la defensa internacional de su modelo social. Europa no está estableciendo la exigencia de que la vida hay que organizarla sobre la democracia y la dignidad humana.
Y otras culturas, otros países, otras necesidades de otros mundos están peligrosamente orillando a esas cosas. De manera que corremos el riesgo que la sociedad de finales de este siglo sea una sociedad bastante salvaje, en la que digamos los elementos nucleares de lo que ha sido la cultura de la izquierda del siglo XX, pero también de la democracia cristiana europea de después de la posguerra se pierda. Y eso a mí me parece gravísimo porque no hay otro foco civilizatorio que ilumine el futuro desde el punto de vista de la ingeniería y de la primacía del derecho. No hay otro faro civilizatorio en el mundo que el europeo a esos efectos.

Orencio Osuna | Crecen también otras opciones, que es la tentación de salirse, de no aceptar el estatus, de no aceptar la legitimidad, que muchas veces se formula en movimientos contra las élites como el de Beppe Grillo en Italia y también en España. En realidad late el dilema de si tenemos que aceptar unas legitimidades institucionales,un sistema, unos valores que nos han llevado a la pérdida de horizontes. Nos encontramos, por tanto, ante tres posibles salidas: la barbarie que representa el neofascismo y el chovinismo; la salida progresista con más igualdad, más democracia, más unidad europea y la salida -que yo no tacho de antipolítica- de reacción, de rechazo a esa legitimidad, como vivimos en otras épocas como en el 68.

Ramón Jáuregui | Sí, está bien planteado. Pero creo que son bastantes diferentes los riesgos. Hay un riesgo, digamos de renovación del sistema un poco utópico, que surge de quienes creen que hay una construcción alternativa a la democracia por vías superadores del sistema actual. Yo excluyo absolutamente la propuesta radical de cuestionar el sistema democrático articulado sobre el pacto constituyente, el sistema de partidos, el sistema electoral actual, la profesionalización de la política, etc. Eso me parece mucho más peligroso, incluso por mi propio antagonismo con la expresión de lo que son las salidas de la extrema derecha que se están viendo en todo el mundo: en Rusia, con la homofobia o con la xenofobia, pero también en Francia como has dicho, o la propia insolidaridad ciudadana europea frente a Lampedusa.

Yo creo que esto tiene más difícil remedio honradamente, porque hay que combatir algo que requiere una pedagogía civilizadora frente al sentimiento humano, diría casi natural del egoísmo. Es más difícil. Por eso, tenemos en frente el 24% de Le Pen en Francia. Y por eso tenemos la insensibilidad ciudadana europea frente a Lampedusa. Y otros muchísimos fenómenos más, que han ido cubriendo en todos los países de Europa, desde Dinamarca hasta Holanda; mezclado además con el problema del choque religioso y especialmente por la incomprensión democrática europea a los extremismos islamistas. De manera que ese es otro gran debate, otra gran batalla que por supuesto tenemos que dar; pero tiene más dificultad.

En todo caso, esta exposición de los extremos lo que hace es confirmar la fortaleza de nuestras ideas, es decir, la convicción de esta vía democrática pragmática, de esta vía socialdemócrata realista. Al final de mi ya larga experiencia política, me reafirmo en lo que llamaríamos la sensatez de la moderación del equilibrio, que se deriva de estas posiciones que hemos mantenido y que seguimos manteniendo en lo ideológico-económico. Yo por ejemplo, nunca aprecio alguna viabilidad a los razonamientos económicos de la extrema izquierda, que pretende, pongamos por caso: hacer un euro nuevo o renegociar la deuda de los países y por tanto reestructurarla, es decir, o cuestionar el funcionamiento económico al margen de los mercados.

Orencio Osuna | El estallido de la crisis en España ha producido una hecatombe. Mientras que se contabilizan seis millones de desempleados, tres millones de pobres y once millones de españoles en el límite de la pobreza, individuos como Isidre Fainé, el presidente de la Caixa, habla del brillante futuro de una España exportadora en que la unidad salarial está a niveles del 99 o como Botín cuando dice que a España llega dinero a espuerta…, supongo que para él y sus amigos, claro, o una CEOE que lo único que exige es que se bajen las pensiones y recibir privilegios fiscales. ¿De qué están hablando esas gentes? Entonces, me pregunto una cosa: ¿Realmente este es el modelo de sociedad que pretenden como salida de la crisis? ¿No se está produciendo en avalancha incontenible una ilegitimidad de estas instituciones surgidas de la transición al romperse la cohesión social?

Ramón Jáuregui | Creo que sí, que efectivamente, la crisis económica con su particular repercusión en un país que ha pasado en cuatro años de estar en el mejor de los mundos al peor de los mundos, está tocando la raíz de las convicciones o de la legitimación, como dices tú, de nuestro sistema político. Eso además va acompañado, como bien has dicho, de un proceso de decepción colectiva muy grande en el sistema político frente a la economía, frente a los mercados, frente a Europa, frente al sistema financiero internacional. Va vinculado a una cierta crisis de edad de los partidos. Pone en evidencia que algunas costuras del traje institucional y democrático que nos hemos dado en los últimos 35 años se han descosido. Eso ha acabado en una crisis política de pantalón largo. Estoy completamente convencido de eso. Si añades que ha habido en cascada un desprestigio institucional de las grandes instituciones vertebradoras del país: la Corona, que ha sufrido un gravísimo choque de legitimidad por los acontecimientos que todos conocemos; problemas en el Consejo del Poder Judicial; el anterior presidente en el Tribunal Constitucional; el presidente de los empresarios en la cárcel; corrupciones políticas escandalosas, en gran parte ligadas al fenómeno de la burbuja y el dinero que llegó con el ladrillo a España.
Todo esto nos obliga a una reflexión profunda sobre nuestro sistema democrático. Nosotros hemos llegado a la conclusión, después de diagnosticar, con esa gravedad, con esa preocupación seria de la crisis política que hablamos, hemos llegado a la conclusión de que es necesario darle una inyección al sistema, en clave reformista, para presentarle al país lo que llamaríamos un afán regenerador de nuestro propio sistema, una agenda integral de cambios que nos permitan recuperar los afectos en la política, en los partidos y en las instituciones. Eso es imprescindible. Ahí, hemos contemplado un conjunto de propuestas que creo que son muy importantes. La primera: cambiar el sistema parlamentario. El sistema parlamentario adolece de una doble cámara, en la cual una de las cámaras no funciona, por eso hay que dejar que el Senado sea solamente una cámara de representantes territorial, con una participación en el proceso legislativo mucho más limitada y dejando que el Congreso de los Diputados sea literalmente la gran Cámara de la democracia española.
Segundo, hemos previsto que el sistema parlamentario tiene que establecer mecanismos nuevos de participación ciudadana. Los ciudadanos tienen que participar mucho más aquí. Hay que crear una comisión en la que esté presente el pueblo, para que puedan participar directamente. Hay que facilitar más las iniciativas legislativas populares. Hay que hacer una serie de reformas en nuestro reglamento para hacer un parlamento más pegado a la calle y más participado por la ciudadanía.
En tercer lugar, hemos previsto cambios en la Ley Electoral. Nosotros lo que queremos es que los ciudadanos no solamente puedan votar, sino que puedan votar y elegir, y al votar y elegir quiere decir: uno, que tenemos que establecer el derecho de los ciudadanos a elegir nuestro candidato, eso son las primarias. Nunca se había hecho y lo vamos a plantear en serio. Vamos a plantear que las listas se abran parcialmente, para que el ciudadano pueda primar a los nombres de las listas con la oportunidad de cambiar el orden que le presentan los partidos. Estamos pensando también en hacer un gran paquete de reformas por la transparencia y contra la corrupción y por hacer más austera todavía o menos compatibles, las actividades personales con la acción política.
¿Cuál es nuestra idea final? La idea final es decirles a los ciudadanos: “no hay alternativa a la democracia, no hay alternativa al sistema de partidos y al sistema institucional; pero tienen ustedes razón si dicen que los partidos han monopolizado el poder y que tienen que cambiar y ser más transparentes y más austeros y que los políticos tienen que estar más conectados con la ciudadanía”. En fin, todos esos mensajes que hemos recibido en los últimos dos años de protesta contra el sistema nos obligan a hacer una oferta regeneradora completa y nosotros queremos abanderar ese proyecto . "Atrévete con más democracia" decimos nosotros como decía Willy Brandt y en este caso con mejor democracia.

Orencio Osuna | Esa propuesta reformista de cambio, de modificación requiere mayorías, pero no sólo mayorías parlamentarias, sino mayoría en la sociedad. Estamos hablando de una crisis que está tocando el nervio, ya no de una institución, de dos, de tal o de cual, sino incluso de una renovación de los consensos sociales y constitucionales. Creo que existe la duda, a mi juicio, en sectores de la izquierda española de si el PSOE es capaz de afrontar el proceso de liderar ese cambio o incurrirá en una especie de turnismo, de pactos bipartidista.

Ramón Jáuregui | Vamos a ver, respondo a eso. Nosotros hemos llegado a la conclusión de que todo el proceso de regeneración democrática del que acabo de hablar, más las reformas territoriales que nos plantea el agotamiento del título VIII del modelo autonómico, con los problemas que están sobre la mesa y que todos conocemos con la erupción del problema de Cataluña, etc., acaban reclamando efectivamente una reforma de nuestra Constitución y en esa reivindicación, en esa propuesta política, que es una propuesta de fondo, valiente, arriesgada, se encierra esto que tú me planteabas, es decir, el PSOE le dice a España que tenemos que reformular nuestro gran pacto, sin tener que ir a un pacto constituyente de nuevo, porque no podemos refundarmos. Esto es muy peligroso, es decir, las fases nucleares de nuestro pacto del 78 en mi opinión siguen básicas, no podemos alterarlas, como si de pronto tuviéramos que reinventarnos como país y 35 años después, movidos por este impulso regenerador o de relegitimación, plantearnos un proyecto nuevo. No, cuidado, nosotros somos lo que somos, venimos de donde venimos y hay muchas cosas que funcionan muy bien y nuestra Constitución ha sido muy buena y no queremos de pronto replantearlo todo. Queremos reformular cosas. En ese proyecto reformista de nuestra Constitución, se inscribe lo que llamaríamos ese impulso que señalabas, de decirle al país que queremos liderar esa reformulación del pacto, pero no podemos hacerlo solos ni podemos hacerlo ahora porque desgraciadamente el Gobierno del PP tiene mayoría absoluta y no quiere saber nada de abordar estas tareas.
Yo creo que estos temas se van a abrir paso porque están ahí, están tocando a nuestra puerta. Aunque no tengamos concentraciones en la Puerta del Sol y no haya manifestaciones ante los leones de las Cortes, el sentimiento ciudadano está ahí; la crisis política es grave; el problema territorial está todos los días en la prensa; y esta llamada a un tiempo nuevo en la política española, a un tiempo de cambio y a un tiempo de pactos viene y el PSOE quiere estar allí arriba. Solo no lo puede hacer y yo creo que es un pacto que hay que hacer sustancialmente, hay que intentar construirlo obviamente con la derecha española, con los nacionalistas de CiU y de PNV fundamentalmente, y a poder ser con Izquierda Unida para que volvamos a estar los que estuvimos en el pacto constituyente. Creo que la política española demanda esto como el respirar.

Orencio Osuna | Estoy de acuerdo que los pactos son fruto de la correlación de fuerzas, de un equilibrio de fuerzas. Ahora bien, muchos sectores -que no soy capaz ahora mismo de cuantificar- de la sociedad española, tanto políticos, como ideológicos, territoriales, como generacionales, que cuestionan muchas cosas del entramado de legitimidad de lo que se le llama las elites políticas y empresariales. No es casualidad que precisamente ahora con la crisis se diga: "No, no, esta legitimidad no nos sirve, ya no las aceptamos, queremos otra que responda a las nuevas necesidades". Será utópico, pero hay sectores de la sociedad, como demostró el 15M, que quieren cambios en profundidad. ¿Cómo puede aglutinar el PSOE, como hizo cuando la Transición, a los sectores que hoy desean cambios y renovación, sin poner todo patas arriba?

Ramón Jáuregui | Tiene que hacerlo siendo un partido reformista, profundo, reformándose internamente en primer lugar; haciendo pedagogía para explicar al conjunto de la ciudadanía que éste es el proyecto del futuro, equilibrando las tentaciones extremistas que puede haber ahí y ahora y porque somos el partido del centroizquierda que puede hacer el pacto con todos. Nosotros podemos pactar con la derecha y con Izquierda Unida. Podemos pactar con los nacionalistas. Nosotros estamos llamados a ser esa clave de bóveda de esa renovación política española porque además, repito, no queremos poner todo patas arriba como dices, aunque hay gente que cree que hay que reinventar la democracia, crear nuevas instituciones. Cuidado, cuidado, eso nos puede llevar al desastre. España es un país que es como es, que viene de donde viene y que no puede de pronto darle la vuelta a todo, creyendo que vamos a ser capaces de reconfigurar una sociedad completamente nueva. Somos lo que somos, venimos de donde venimos, tenemos lo que tenemos y tenemos que pactar con lo que hay. Creo que el PSOE es el que puede hacer eso. Esta es mi convicción.

Orencio Osuna | En Cataluña, siguiendo un procedimiento completamente legal, por un gobierno tripartito liderado por el PSC, se redactó un nuevo Estatut, lo aprobó el Parlament de Cataluña, después el Congreso de los Diputados y por último, los ciudadanos catalanes lo aprobaron en un referéndum y de pronto -a instancias del PP- un Tribunal Constitucional en un Estado comatoso, lo declara ilegal. ¿Eso no genera un choque de legitimidades?

Ramón Jáuregui | Ahí ha habido un fallo. Teníamos un fallo en el sistema que tenemos que corregir. No puede ser que el Tribunal dicte sentencia después de un referéndum. Eso tenemos que evitarlo. Y de hecho, una de las primeras reformas que planteamos nosotros es que el recurso contra la aprobación de un Estatuto tiene que ser previo al referéndum. Esto es una reforma elemental, esa es una enseñanza que hemos aprendido perfectamente.

Orencio Osuna | Ese choque de legitimidades es el origen de la explosión independentista, aunque el nacionalismo catalán tiene una raíces antiguas y profundas. Resulta indudable que en Cataluña crece la desafección hacia el Estado español y que puede desembocar en un choque de legitimidad de consecuencias insospechadas e incluso, a la ruptura de los consensos sociales, políticos y culturales que se construyeron en Cataluña con Pujol, el PSUC y el PSC. ¿Hasta dónde va a llegar esto? En este sentido, Pérez Rubalcaba propone una reforma a la Constitución que se vote en toda España y, luego, un referéndum en Cataluña sobre un nuevo Estatut. ¿Crees que esa propuesta es aceptable para los sectores que reivindican el derecho a decidir o de autodeterminación en Cataluña dentro de la legalidad?

Ramón Jáuregui | Vamos a ver, nosotros hemos mantenido esa posición en una propuesta que se llama el Documento de Granada, que propone efectivamente una evolución federal del modelo autonómico y que incluye una reforma constitucional. Esa propuesta incluye lo que llamaríamos una triple oportunidad de decisión de Cataluña, una triple oportunidad. Nosotros contemplamos que los catalanes deben votar. El procedimiento nuestro es la aprobación de una propuesta de reforma constitucional en las Cortes y disolución; convocatoria de elecciones y en esa primera ocasión, los catalanes votarán a sus representantes para la elaboración de una constitución sobre las bases que han provocado la disolución.
Dos, las nuevas Cortes elaboran la Constitución y convocan un referéndum para su aprobación. Los catalanes votan junto a todos los españoles; de nuevo deciden si esa constitución les vale o no; y si de esa constitución se derivara una reformulación de su estatuto, votan ellos solos su estatuto. Esos son los que llamamos los tres momentos decisorios de Cataluña. Nosotros creemos que ese es el derecho a decidir de Cataluña.
No estamos de acuerdo con que se haga una consulta de autodeterminación para la independencia. Nos parece tramposa. Nos parece ilegal. Y nos parece que no es democrática porque los ciudadanos no van a saber que representa el sí o el no a una pregunta extrema. Tienen que saber los catalanes qué representa, qué consecuencias tiene una decisión de esa naturaleza y por tanto, nos oponemos a ese sistema de decisión que se llama derecho a decidir, pero es un eufemismo que oculta la autodeterminación para la independencia. Nosotros estamos en eso y nuestra propuesta se mantiene. Y digo más: el PSC, el PSOE, grandes sectores de la opinión pública catalana, fundamentalmente las élites económicas, sindicales y la propia Unió Democrática y parte de Convergencia creen que esta es la única salida. Quienes se oponen a esto son Rajoy, que no quiere producir la reforma y Oriol Junqueras y Esquerra, que lo que quieren es caminar hacia la famosa consulta autodeterminista y el propio Artur Mas.
Creemos que esta propuesta se abrirá paso. No sabemos si pronto, pero yo creo que si no lo hace en esta legislatura, se va a abrir en la siguiente. Sólo nos preocupa que durante lo que queda de esta legislatura, ya sea en la catalana o en la española, las cosas no vayan a un extremo tal que luego todo sea irrecuperable. Nos preocupa que las tentaciones extremas del debate entre el gobierno del PP y la propuesta autodeterminista de Mas y de Junqueras nos lleve al desastre.

Entrevista para Nueva Tribuna, 28/10/2013
 Por Orencio Osuna | Fotos: Prudencio Morales.