4 de marzo de 2015

¿Hay una nueva izquierda en Europa?

El desenlace del primer gran combate entre Syriza y la Unión Europea ha puesto de manifiesto los límites que establece la economía de mercado para una política económica alternativa cuando dependes de los propios mercados para tu financiación. No sólo eso. El choque brutal de realismo que ha impuesto Europa al Gobierno de Tsipras, ha puesto sobre el tapete algo que muchos ya conocíamos: que en el seno de una moneda común, tienes que adaptarte a las decisiones colectivas de 19 gobiernos, y a los requerimientos de las instituciones financieras que te prestan dinero o dirigen la política monetaria.

¿Podía hacer algo diferente a lo que ha hecho la nueva izquierda griega? Yo creo que no. Por eso me resultan vacías y falsas las alternativas que se nos presentan desde la izquierda de la izquierda a quienes hemos gestionado crisis parecidas en circunstancias semejantes. Por eso, al escuchar sus críticas a lo que tuvimos que hacer en los años 2010 y 2011 en España, me resultan cínicas e ignorantes. ¿Qué hubieran hecho ellos?

Más allá de los debates simplificadores sobre pueblo y casta, jóvenes y viejos, nuevos y antiguos, la llamada nueva izquierda en Grecia, España, Francia o Alemania, o en Ecuador o en Bolivia, mi impresión es que no hay una izquierda económica alternativa a la socialdemocracia. No tiene ninguna credibilidad. No es verosímil. En el mundo no hay ningún modelo conocido y que funcione de esa alternativa.

Hay, por supuesto, una agenda de cambios en política económica desde la izquierda. En fiscalidad, en regulación de mercados, en mercado laboral, en intervención pública, en predistribución de ingresos, en redistribución social, en servicios públicos y en igualdad. Claro que la izquierda tiene que afinar esas propuestas y claro que tenemos que hacer más y mejor en esa larga marcha. Pero eso es lo que viene haciendo la izquierda socialdemócrata desde hace setenta años, y ahí están las muestras, en decenas de países socialmente cohesionados y competitivos.

2 de marzo de 2015

La tarea de Tsipras.

Mucho me temo que el éxito de Tsipras y de Syriza no será llevar a cabo su programa irrealizable, sino modernizar Grecia y construir un Estado robusto y eficaz. Esa es su tarea histórica con el enorme caudal de confianza que tiene sobre sus espaldas.

Me recuerda un poco a lo que nos pasó en 1983 a los socialistas españoles cuando recibimos un apoyo abrumador para consolidar la democracia, modernizar su economía, entrar en Europa, construir el Estado de las Autonomías, etc. La diferencia es que Felipe González en campaña electoral resumió su proyecto de España en una frase: “que España funcione”. Pues eso, que Grecia funcione.

Es decir, que pongan en marcha un sistema fiscal eficaz. Que haya un censo como es debido. Que se acabe el contrabando de gasolina y de tabaco. Que se eliminen los privilegios inaceptables de la Iglesia ortodoxa, que se acaben los monopolios y oligopolios, que se introduzca la competencia, que se estimule el emprendimiento, que se fomente la economía industrial. Que combatan la corrupción, que pongan fin a la economía clientelar. Esas y otras muchas son las tareas preferentes de Syriza. Hacer país desde la izquierda, saneando las finanzas públicas poco a poco, sobre la base del crecimiento económico y la creación de empleo como únicos fundamentos del progreso social.

Esa es la verdadera izquierda para Grecia. ¿Es nueva? No, es la izquierda de siempre, aunque algunos quieran inventarla de nuevo.