24 de noviembre de 2025

UE- Mercosur: ¿por fin?

Cuando la señora Von der Leyen se personó en Montevideo el pasado 6 de diciembre para firmar junto a Lula (Brasil), Milei (Argentina), Lacalle (Uruguay) y Peña (Paraguay) el final de las negociaciones del Acuerdo de Asociación, Comercio y Cooperación con Mercosur, muchos pensamos que un gesto tan decidido expresaba una voluntad firme de aprobar definitivamente ese acuerdo. Habían pasado veinticinco años de tiras y aflojas, de negociaciones difíciles y muy trabajadas, casi siempre abortadas por problemas políticos de unos y otros. Es frecuente escuchar a los técnicos europeos que el acuerdo llegó varias veces al final de lo posible y tuvo que quedar aparcado porque las condiciones políticas en algunos países —de ambas partes— no permitían firmar. Era la historia interminable. 

Pero he aquí que las expectativas surgidas de la firma de Montevideo, ese fin de año, empezaron a desvanecerse, otra vez, a lo largo del primer semestre de este año 2025. Por una parte, la grave situación geopolítica europea, producida por una sucesión de acontecimientos (de todos conocidos) profundamente hostiles a la Unión, y de otra porque varios países manifestaban profundas desavenencias con sus contenidos. La posibilidad de que se formara una minoría de bloqueo, incluyendo países muy importantes de la Unión, pesaba como una espada de Damocles sobre la ratificación del acuerdo por el Parlamento Europeo y sobre su aprobación en el Consejo de la Unión. La situación política interna en algunos de esos países, principalmente en Francia y en Polonia, aumentaba la preocupación. 

Un golpe de timón se ha producido sobre tantas preocupaciones cuando la Comisión, a principios de septiembre, anunció la aprobación de un reglamento por medio del cual se establecen toda una serie de medidas de protección de los sectores más sensibles o previsiblemente más afectados por la apertura comercial a Mercosur y, en concreto, por la desgravación fiscal a la importación de productos agrícolas, especialmente carne de vacuno, de ave, lácteos, azúcar y etanol. 

El reglamento todavía no se ha aprobado en la Comisión, pero apunta en varias direcciones: 

  • - Gradualidad en el proceso de liberación de gravámenes, por ejemplo, estableciendo un período de cinco o más años para alcanzar su eliminación total en los productos más sensibles. 
  • - Cláusulas de salvaguarda para evaluar anualmente si esas importaciones producen alteraciones graves del mercado interno europeo, con posibilidad de adoptar medidas de suspensión del acuerdo, en tales casos, en esos productos. 
  • - Medidas económicas con provisión presupuestaria (más de 5.000 millones de euros) para subvencionar directamente desde la Unión Europea a los sectores o producciones realmente perjudicados por el desarrollo del acuerdo. 

El Consejo de la Unión y el Parlamento Europeo aprobarán este reglamento (no se olvide que un reglamento es de aplicación inmediata en toda Europa desde su aprobación), antes o junto a la aprobación del acuerdo, que a su vez será sometido a un procedimiento que permita, en su caso, la entrada en vigor de la parte comercial del acuerdo y la ratificación posterior por los parlamentos nacionales de los 27 del acuerdo de asociación política y de cooperación. 

De manera que hoy, a finales de septiembre, el pronóstico es mucho más optimista. 

La traducción a las veintitrés lenguas oficiales de la Unión y el envío a los estados de los textos oficiales se está produciendo estos días de finales de septiembre, y la Comisión ha lanzado ya el procedimiento para la aprobación por parte del Consejo y del Parlamento Europeo. 

No obstante, persisten las dudas porque los países citados, más Irlanda o Austria, siguen teniendo una situación política interna difícil y porque, desgraciadamente, con este acuerdo se ha creado en Europa, y particularmente en algunos países, una especie de relato ecologista-proteccionista cargado de falsedades y de manipuladas informaciones. 

El acuerdo es extraordinariamente importante para Mercosur y para Europa. 

- Afecta a más de setecientos millones de personas y es por eso uno de los acuerdos más grandes del mundo en términos de población afectada.

 - La Unión Europea y Mercosur eliminan aproximadamente el 90 % de los aranceles a sus respectivas importaciones.

 - Esa eliminación de aranceles puede acabar generando un ahorro de más de 4.000 millones de euros para las empresas europeas y liberará, en el mismo sentido y gradualmente, los mercados europeos para las exportaciones agrícolas y alimenticias de Mercosur. 

- Mercosur abrirá sus mercados de contratación pública, por primera vez en su historia, al sector servicios europeo, que ya exporta a Mercosur por valor de más de veinte mil millones de euros al año.

 - Europa tendrá mejor acceso a los minerales críticos, reduciendo así la actual dependencia europea de China en esa materia. 

- El acuerdo incorpora además un anexo sobre comercio y desarrollo sostenible sometiendo a las partes a los compromisos establecidos en el acuerdo de París y cooperando en la lucha contra el cambio climático. 

- Los productos europeos que tienen denominación ligada a su origen geográfico (vino, quesos, etcétera) serán reconocidos y protegidos bajo las indicaciones de este acuerdo. 

- Europa mantendrá su exigencia de cumplimiento a las llamadas políticas de precaución y serán rechazados aquellos productos que procedan o que hayan sido cultivados con riesgo para la salud humana animal y vegetal. 

Pero, más allá de estas específicas cualidades del acuerdo, es preciso recordar que estamos ante un hecho de gran significación política y económica. Mucho más que un acuerdo comercial, es una proclamación solemne y rotunda en favor del diálogo político entre socios en favor del comercio sin trabas fiscales y gravámenes primarios, en favor de las mutuas inversiones reguladas y garantizadas. 

En el caos “trumpiano” de las guerras comerciales y tecnológicas, en el mundo regido por la fuerza y las pretensiones imperiales, en el caos geopolítico en que se ha convertido el mundo, Europa y Mercosur damos una señal al mundo como países que creemos en el diálogo y la asociación, en la cooperación, en el derecho y el respeto mutuo.

Por último, el acuerdo es también un poderoso gesto de personalidad política, de soberanía nacional, de protagonismo internacional por parte de Europa y de Mercosur. En un mundo en el que demasiados aceptan ser vasallos de los nuevos emperadores, quienes defendemos un orden internacional regido por el multilateralismo, el derecho internacional y la paz debemos expresarnos así, fortaleciendo nuestra asociación política y haciéndonos fuertes e influyentes. 

Todo eso es Mercosur. Nada más, pero nada menos. Nuestra esperanza es que pueda ser formalmente aprobado por los cinco protagonistas, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil, por una parte, y Europa, por la otra, en la cumbre que celebrará Mercosur en diciembre en Brasil, bajo la presidencia pro tempore de Lula y la presencia otra vez de la señora Von der Leyen en nombre de la Unión Europea. Finalmente, lo que corresponde es que tanto el Consejo de la Unión como el Parlamento Europeo lo ratifiquen para su inmediata entrada en vigor en el ámbito comercial, lo que podría ocurrir en los primeros meses del próximo año 2026. Ojalá que así sea. Será una gran noticia para todos.

Publicado en boletín Fundación Academia Yuste.