13 de noviembre de 2018

La gran incógnita para cerrar Mercosur es lo que hará Bolsonaro.


BRUSELAS- El eurodiputado Ramón Jáuregui explica cuáles son los desafíos de la Cumbre Iberoamericana y analiza el estado de la relación entre la Unión Europea y Mercosur.

¿Cómo se presenta la Cumbre?

-La cumbre es importante porque no hay un foro internacional en América Latina que concite la unidad de los presidentes de gobierno o jefes de Estado de los países latinoamericanos. Todas las instituciones están colapsadas o incluso desprestigiadas, desgraciadamente. Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) está bloqueada desde que el grupo de Lima, a raíz de los conflictos de Venezuela, suspendió una reunión cumbre con Europa en 2017. Y así podríamos seguir con la OEA (Organización de los Estados Americanos), también muy fracturada por problemas internos. Segib (Secretaría General Iberoamericana) es una isla de organización internacional que pervive por una especie de prestigio de cultura superadora de los temas internos. Por todo esto, la Cumbre es una oportunidad de que los jefes de estado de América Latina y de España y Portugal se puedan reunir y hablar. Eso ya es importante. La segunda razón por la que esta Cumbre es importante es que ellos han establecido una hoja de ruta fijando un objetivo común: los objetivos de desarrollo de Naciones Unidas para 2030. Y eso marca todo un conjunto de orientaciones a la acción conjunta de la Segib, fundamentalmente en el ámbito de la consolidación de las democracias, de la lucha contra la corrupción, combatir las inequidades y la pobreza y el cambio climático. En esos dos ejes están los temas de interés. Y para los europeos, lo importante es que esta organización es una puerta de conexión de Europa con América Latina a través de España y Portugal y por eso asistimos: porque sabemos que es una oportunidad para recuperar un marco de relaciones que sigue pendiente del acuerdo de Mercosur.

Como presidente del Eurolat, ¿cuál es su labor en la Cumbre?

-Somos observadores y formo parte de la representación europea. Junto con la directora de las Américas tratamos de establecer relaciones, hacemos presencia de observación. Es una oportunidad de hablar, contactar con el resto de países y saber cómo va la cumbre;qué objetivos se fijan. Tengo una agenda de contactos bilaterales con todos los ministros de exteriores. Observar y ver. Pero la cumbre es una puerta de conexión muy importante entre América Latina y Europa porque la cumbre de la UE-Celac de 2017 se suspendió porque la organización estaba fracturada.

¿Cuáles son las perspectivas para el acuerdo de Mercosur?

-La gran incógnita es lo que hará Bolsonaro. El grado de aproximación en la negociación permitiría un acuerdo rápido si se resuelve lo que parecen problemas técnicos, que nunca son solo técnicos. En cualquier caso, con un mínimo de voluntad política el acuerdo se podría suscribir en pocas semanas, pero hace falta saber si Brasil está por apoyar la decisión. No sabemos cómo va a actuar Bolsonaro porque no se sabe nada de su política internacional. Es muy difícil que desprecie un acuerdo con Europa porque somos el gran mercado de consumo para cualquier país del mundo. Somos 500 millones de consumidores con una alta renta media con capacidad para consumir cualquier producto. Sería muy poco lógico que Brasil diese la espalda a Europa, pero no lo sabemos. Mi opinión es que si Brasil se orienta razonablemente, en los próximos meses o antes de finalizar la legislatura europea habrá acuerdo. Las dudas que genera el señor Bolsonaro desde el punto de vista democrático son universales. El reconocimiento democrático a las elecciones de Brasil no nos impide mostrar una gran preocupación sobre los valores y las orientaciones que esa nueva presidencia le de a un país tan importante como Brasil. La Comisión Europea ha buscado una fría y diplomática felicitación, pero ningún entusiasmo político por la nueva presidencia.

Ortega en Nicaragua, Bolsonaro en Brasil y la situación de Venezuela empeora. ¿Cómo afecta la situación de América Latina a la Unión Europea?

-Europa está viviendo con preocupación la inestabilidad de los países latinoamericanos. Si uno mira con perspectiva histórica, en América Latina hace 25 años que se acabaron los golpes y las dictaduras. Desde finales de lo 80-90, Latinoamérica entra en un proceso de democracia consolidada en general, pero las democracias y los sistemas institucionales son muy débiles: hay una gran corrupción, un sistema fiscal muy débil y por tanto estados muy débiles, porque al no recaudar suficiente riqueza los estados no pueden expandir la educación, la sanidad, la seguridad, la justicia, etc. Esta debilidad institucional, atacada por el narcotráfico y la corrupción sistémica hacen que muchos países no avancen, no se desarrollen y mantengan espacios de pobreza que obligan a una migración masiva, como el caso de Centroamérica, fundamentalmente El Salvador, Honduras y Nicaragua. Y además hay una persistencia de regímenes que se creían revolucionarios que han fracasado en la revolución y han tenido una fortísima tentación dictatorial: es el caso de Nicaragua o de Venezuela. Estas dos circunstancias establecen una relación difícil con Europa.



UNA ENTREVISTA DE. BORJA QUINTANA/AQUÍ EUROPA
Publicado en Deia, 13/11/2018