Usted ha señalado recientemente el hecho de que no estamos atravesando una crisis sino varias, aludiendo al concepto de “multicrisis”. ¿Podría explicarnos brevemente dicha teoría?
Se extiende por Europa la sensación de que las crisis se acumulan en Europa. A la crisis económica que comenzó en 2008/2009, se añadieron sucesivas crisis del Euro y de la Gobernanza económica de la moneda común. Ya en esta Legislatura vino la crisis con Rusia y un país enorme e importante en el medio: Ucrania. Le siguió la crisis de Oriente Medio en Siria-Irak-Libia y el enorme problema planteado con una masiva inmigración a Europa a través del Mediterráneo. Ahora estamos pendientes del Brexit, es decir, del referéndum británico para que el Reino Unido decida quedarse o irse de Europa. Y, en medio de todo ello, el miedo masivo y comprensible al terrorismo, una nueva guerra contra Europa y sus valores que ha puesto en jaque nuestra seguridad ciudadana y amenaza la libertad de movimientos y sin fronteras de los europeos. A eso le llamamos crisis múltiple de Europa y no es para menos.
Por un lado se camina hacia la unión bancaria, se buscan vías de armonización fiscal que evite competencia desleal entre los estados miembros, la amenaza del terrorismo internacional impulsa la creación de unidades europeas de información y análisis contraterrorista. Por otro lado, crecen los ejemplos de pulsión nacionalista antieuropea (Frente nacional Francés, Amanecer Dorado griego). ¿Más Europa o menos Europa?
Así es. El mal de Europa en el Siglo XXI vuelve a ser el Nacionalismo. Nacionalismos periféricos en los Estados que quieren crear nuevos Estados; Nacionalismos estatales que no quieren ceder soberanía a Europa y; nacionalismos populistas y antieuropeos que combaten abiertamente la Unión y propugnan su desaparición. Sin embargo, todos los problemas de Europa reclaman “más Europa”. Desde el combate al terrorismo –que reclama más policía europea– a la gobernanza del Euro –que reclama más unión bancaria y fiscal y más convergencia económica–, todo nos empuja a hacer más unidad e integración europea. Esa es la paradoja insufrible que vive Europa y que nos hace elevar nuestra voz de alarma a quienes creemos en una Europa Federal como destino lógico de este proceso.
Hace una par de semanas se le preguntó a la comisaria de Competencia, la danesa Margrethe Vestager, si creía que había paraisos fiscales en la UE, pregunta que eludió con una inteligente broma: “Para mí un paraíso fiscal es aquel donde todos pagan los impuestos que les corresponden”. ¿Cree usted que existen dichos paraísos fiscales (en el término“serio” de la expresión)en el seno de la UE?
Por supuesto, existen y son demasiados. Hay paraísos fiscales en varias islas del Canal y en algunos espacios internos de la Unión, con soberanía fiscal y gran opacidad que atraen fortunas y negocios en perjuicio de países vecinos. Hay países de la propia Unión que hacen acuerdos fiscales (Rullings), con empresas y fondos financieros para reducir sus impuestos a cambio de localizaciones fiscales y físicas fraudulentas.
Todo ello está impulsando, sin embargo, una ofensiva política enorme en favor de grandes causas de una fiscalidad justa: La coordinación informativa entre los Estados miembros, el fin del secreto bancario, la unificación de las bases del Impuesto de Sociedades, el pago de los impuestos país por país, el combate a los paraísos y más adelante la armonización de los tipos fiscales. Se trata de una larga marcha, pero los socialistas la hemos iniciado con convicción y con fuerza.
A raíz de los atentados yihadistas de París del pasado 13 de noviembre, se mostró muy crítico con la política llevaba a cabo desde Europa contra dicha amenaza. ¿En qué se ha fallado?
Los atentados masivos empezaron en septiembre de 2001 en Nueva York. Luego vino Madrid 2004 y los últimos, París 2015. Mi censura es que quince años después de haber constatado trágicamente una amenaza con el mismo origen organizativo e ideológico, las policías europeas no se coordinan y no tienen ninguna organización común de análisis de la información y de la ejecución contraterrorista. El enfado francés contra Bélgica a raíz de Bataclan (noviembre 2015) es comprensible y pone en evidencia esta crítica. No olvidemos que no se trata de una guerra de bombas sino, de un combate de inteligencia policial. ¿Para cuándo un FBI europeo?
Del mismo modo, ha criticado en su última intervención en la Comisión Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo que en muchas ocasiones el propio Consejo de la UE actúa como freno a las corrientes europeístas que emanan de los distintos países. ¿Cómo puede ser esto posible?
Lo es porque los Estados miran sus propios intereses y están preñados de un neonacionalismo peligroso. Lo es porque muchas decisiones requieren unanimidad. Lo es, porque no hay un liderazgo europeísta claro. Hay muchas razones que lo explican, pero la realidad es que hoy muchas medidas que la integración europea demanda, no se alcanzan por la razones que hemos expuesto.
Para terminar con asuntos de índole europea, en junio del pasado año el 66% de los británicos, a favor del ‘sí’ a la Unión Europea, aunque parece que la crisis de los refugiados y la crisis de Grecia han alimentado en los últimos meses el euroescepticismo. ¿Cuál es su apuesta: sí o no del Reino Unido a la UE?
Que el Reino Unido siga en Europa es vital. Pero las encuestas no son tan favorables en este momento. La negociación de la reforma que nos ha pedido Cameron es clave y la campaña en favor del Sí de los partidos británicos favorables a quedarse (laboristas sin fisuras y conservadores a medias), será clave.
Cuando conozcamos los términos exactos del acuerdo UE-UK, podré opinar mejor. Pero quede clara una idea: El Sí británico es clave para el futuro de Europa. Perder al Reino Unido debilita mucho a la UE y abre la puerta a oros. Por eso, los esfuerzos europeos para que gane el Sí, deben entenderse en esa dimensión.
En su intervención del pasado mes de noviembre en Santiago en el marco del XXXI Seminario Internacional del Comité de Integración Latino Europa-América (CI- LEA), llamó usted la atención sobre el hecho de que China aprovechó la indolencia de Europa en América latina en la última década, colonizando nichos de mercado en varios países emergentes.
¿Puede representar el frenazo que se está sufriendo actualmente el gigante asiático una oportunidad para que Europa recomponga los lazos que tradicionalmente le han unido a América latina?
Europa sigue siendo el primer socio comercial inversor y cooperante en América Latina pero, es verdad que hemos perdido peso y oportunidades en los últimos años. Los EEUU se están reposicionando en América Latina a través de su acuerdo con Cuba. A su vez, América Latina es muy importante para nuestros mercados, para nuestras empresas y para nuestro círculo histórico y cultural.
Por supuesto, la Unión Europea debe seguir su línea de acuerdos comerciales con América Latina y, en ese sentido, yo destacaría las negociaciones con MERCOSUR. Un acuerdo de la UE con Argentina y Brasil es imprescindible para ambos Continentes.
Entrando ahora en temas “internos”: las elecciones generales de diciembre han dejado un panorama tan confuso que puede incluso abocar a una nueva convocatoria en primavera. ¿Qué análisis hace desde su gran experiencia política de este“sudoku parlamentario”?
España está necesitada de serias reformas y grandes acuerdos para ellas. Cataluña, la Constitución, la fiscalidad, el mercado laboral, a Universidad y la Ciencia…son temas que no pueden esperar y llaman a la política española. Pero casi todo camina en contra: la fragmentación política, la falta de diálogo serio y pragmático, la corrupción, la antipatía que ha generado el PP, el afán de “Sorpasso” de Podemos al PSOE… Estoy razonablemente preocupado y no hay que descartar nuevas Elec- ciones.
¿Cómo observa la fuerte irrupción de las nuevas formaciones en el arco parlamentario?
Las nuevas formaciones apuntan tres cosas buenas: 1) La institucionalización por la política de la protesta y la indignación producidas por la crisis. Es bueno que esos sentimientos hayan confluido a la política y a los partidos. 2) Un impulso regeneracionista necesario en la política española. 3) Un cuadro político más amplio que excluye a los nacionalistas como únicos partidos bisagra del sistema. Pero, por el contrario se observa un complicado y fragmentado abanico parlamentario y una peligrosa división del voto de la izquierda, que
le puede llevar lejos del gobierno, si la inquina antisocialista de Podemos permanece.
Por último, y agradeciéndole su amabilidad, pues somos conscien- tes de lo cargado de su agenda; ¿Qué perspectivas económicas vislumbra en el año que hemos comenzado para Europa y España?
Tenemos tarea para rato. El ajuste presupuestario no acaba porque seguimos con un alto déficit y una deuda pública alta. Creceremos pero levemente; nos costará bajar del 10% del paro y las claves competitivas del futuro, no las estamos abordando: economía digital y ciencia, calidad de nuestra formación, bajos salarios y baja productividad, fiscalidad injusta e insuficiente…
Las bajas tasas de crecimiento de la Unión y del Mundo, no ayudan y la equivocada política de austeridad impuesta por Alemania a la política europea, tampoco. No soy pesimista. Creo en el país. Pero me preocupa que no estemos a la altura de los retos y de los esfuerzos colectivos que debemos hacer para ser un país de primera. Y, no olvidemos que el tiempo no se para y que nadie espera a nadie.
Entrevista realizada para la revista O Economista. Enero 2016.