La Europa de 2015 es una Europa en crisis, que a pesar de ello, avanza en su conformación institucional y en la superación de los momentos tan graves que está sufriendo. Este parece ser el sino de nuestra Unión. Avanzar a pesar de todo, superar crisis diversas aprovechando esas ventanas de oportunidad que surgen de ellas. Recordando a Galileo, bien podríamos decir eppur si muove.
Empezamos el año con una nueva Comisión Europea, llamada a gobernar la Unión por cinco años, con un marco institucional renovado. Nuevo Presidente, Junker, luxemburgués, social-cristiano, europeísta, un político de largo recorrido en las instituciones comunitarias, nacido en el corazón de la idea europea. Junto a él, el nuevo Presidente del Parlamento Europeo, alemán, también nacido en ese amplio territorio que separa las cuatro naciones centrales: Alemania, Francia, Bélgica y Luxemburgo, y que habla como él las tres lenguas básicas del entramado institucional: alemán, francés e inglés. Ambos europeístas convencidos, herederos de los Padres Fundadores y empeñados en devolver fuerza al alma comunitaria de la Unión frente al intergubermentalismo rampante.
Nueva legislatura europea, nuevos líderes, nuevos impulsos basados en una entente cordiale (que no pacto) entre las dos grandes familias políticas europeas: EPP (210 diputados) y S&D (191 diputados) con el acompañamiento puntual de liberales (70 diputados) y apoyos más esporádicos de verdes y conservadores.
¿Cuál es el balance de este inicio de legislatura? Yo diría que muy desigual y bastante preocupante. Empezando por la constatación trágica de que el terrorismo yihadista ataca a Europa, llevándonos a un escenario de guerra internacional y de problemas de seguridad interior, absolutamente desconocido para los europeos desde la II Guerra Mundial. Frente a esta emergencia, todo se ha alterado, desde el Pacto de Estabilidad a la coordinación policial europea; desde la inmigración a la Política de Seguridad y Defensa, incluyendo la apelación a la solidaridad del resto de países europeos que ha hecho Francia, con base en el art. 42.7 del Tratado, nunca utilizado hasta la fecha. Quedan muchas dudas sobre el futuro de esta lucha, que será larga y que afectará a muy diferentes planos de la construcción europea, pero una cosa me parece evidente: sólo fortaleciendo la Unión seremos capaces de vencer esta amenaza. Por tanto, primera conclusión: el fin del terrorismo yihadista reclamará más y mejor Europa y no más naciones europeas desunidas y descoordinadas.
Europa sigue avanzando en la gobernanza económica
El segundo gran tema del año ha sido, una vez más, la gestión de la crisis económica, la gestión monetaria y la amenaza del Grexit. La legislatura comenzó con esos buenos propósitos: reformar poco a poco la política económica de la Unión a través de introducir flexibilidad en el cómputo del Pacto de Estabilidad para reducir la austeridad, impulsar la inversión pública en términos más keynesianos y mejorar la liquidez bancaria, con la ayuda del Banco Central Europeo. Sin duda, el Plan Junker, un compromiso que el grupo socialista arrancó en la investidura del Presidente de la Comisión, es una herramienta oportuna, pero no es suficiente en la medida que se pretende apalancar inversión privada con pocas expectativas de rentabilidad bajo este entorno macro. Asimismo, la revisión del Pacto de Estabilidad y Crecimiento ofrece opciones nuevas a los países deficitarios para abordar sendas de consolidación más suaves, pero el reto está en el comportamiento de los países con más espacio fiscal. Y la construcción de un presupuesto de la eurozona, tal y como se define en el informe de los cinco presidentes sobre el futuro de la eurozona, se fía más allá de 2017.
Europa, a pesar de la crisis griega, que finalmente evitó el Grexit, sigue avanzando en una gobernanza económica y monetaria más coordinada y fuerte. La unión bancaria y el informe Taxe a raíz del escándalo Luxleaks, que exige una coordinación informativa entre los países europeos, incluidos algunos pequeños avances en la armonización del impuesto de sociedades, muestran esa orientación europeísta en la política económica. Sin embargo, desgraciadamente, la insistencia en la austeridad está devaluando peligrosamente el marco socio-laboral y retrasando gravemente la recuperación, el crecimiento y la creación de empleo.
Tampoco es brillante el resultado de la crisis migratoria. Nuestra reacción fue tardía, descoordinada, insuficiente. Sólo algunos países han asumido a unos cuantos miles de refugiados, pero los muros han vuelto a nuestras fronteras y las fotos de nuestro rechazo quedarán para la historia. La paradoja europea es que necesitamos veinte millones de inmigrantes para que en el 2030 mantengamos nuestra relación actual entre activos y pasivos de la Seguridad Social, y sin embargo no somos capaces de ordenar e integrar a un millón de ellos en la crisis migratoria más grave de los últimos cincuenta años.
Más integración europea
Es curioso, pero analizados cada uno de estos tres grandes temas de la vida europea durante el año 2015, la conclusión es clara: todo impulsa hacia una mayor integración europea. En el ámbito de la seguridad, por ejemplo, la creación de unidades europeas de información y análisis contraterrorista resulta de una urgencia apremiante. No hay justificación para que Europa lleve más de diez años sufriendo ataques terroristas con el mismo origen y causa y no hayamos puesto en común nuestras policías y nuestros servicios de información, para evitar unos atentados planificados y ejecutados por encima de nuestras fronteras.
En el campo de la fiscalidad, después de conocidas las informaciones que permitían a las empresas multinacionales planificar sus pagos fiscales aprovechándose de acuerdos nacionales, tipos de sociedades más bajos, paraísos fiscales, etc., el Parlamento y la Comisión han iniciado una tarea en busca de una mayor coordinación en la información entre Estados miembros, para evitar la competencia desleal interna. Igualmente estamos reclamando la progresiva armonización fiscal y el establecimiento de normas comunes en la base imponible en el impuesto de sociedades y de los Estados miembros. Todo ello, ¿Qué significa? ¿Menos Europa o más Europa? Es evidente que la tendencia lógica de estas demandas exige más integración.
El caso de la gobernanza económica de la Unión Monetaria es todavía, si cabe, más evidente. La carta de los cinco presidentes - así llamada porque la firman los cinco presidentes de las instituciones europeas- marca un camino de integración económica hacia la unión bancaria, el mecanismo financiero de estabilidad, la convergencia macroeconómica de los países, etc., básica por otra parte, no sólo para dar eficiencia a la gestión económica del euro, sino incluso para aumentar la fundamentación democrática de esas políticas.
Sin embargo -he aquí la paradoja- la mayoría de los acontecimientos que han tenido lugar estos meses muestran un preocupante crecimiento de la intergubermentalidad (el peso del Consejo y de los Estados sobre las otras instituciones) y una tentación nacionalista más que notable, en la mayoría de los países. Prueba de ello es la fuerte presencia nacionalista antieuropea en el Parlamento (UKIP británico, Frente Nacional francés, euroescépticos de distinta inclinación política, extremas derechas, etc.) y las enormes resistencias de los Estados a ceder soberanía o, lo que es peor, a recuperarla (es evidente en el caso de Schengen).
Europa sigue trabajando día a día
Pero quizás la mejor expresión de estas tendencias nos la proporciona el Reino Unido, que amenaza con un referéndum sobre la permanencia o salida de Europa y para evitar el mal mayor, nos exige la renegociación de los Tratados y de las políticas sociales de la Unión en la línea más antagónica a la construcción europea: una moneda común, una misma política social, una construcción cada vez más estrecha... Si queremos que el Reino Unido se quede, tenemos que debilitar la Unión. Ese es el reto que nos propone Cameron, consciente de que perder su referéndum sería una catástrofe para su país, pero también para Europa.
Esta es la otra mirada que también nos ofrece Europa. La que sigue trabajando día a día, resolviendo poco a poco sus problemas y sus crisis. También conviene reivindicar esa Europa que, a pesar de todo, evitó la guerra en Ucrania, evita los muertos en el Mediterráneo con su flota, salva al euro, evita el Grexit... Eso es también Europa. una poderosa maquinaria que está ahora enfrascada en crear la Agenda Digital, cuyo objetivo es crear un Mercado Único Digital para Europa; que avanza hacia la Unión Energética; que negocia acuerdos con Cuba y Mercosur; que busca un Marco Comercial Común con los EEUU (TTIP), o que lidera la lucha del mundo contra el cambio climático (el COP-21 de París).
Europa sufre, pero avanza. Eppur si muove.
Publicado en The Economy Journal