DW: De la legislatura (2009-2010) que terminó en julio de este año, salieron varias resoluciones interesantes con respecto a feminicidios, materias primas, corrupción, responsabilidad social. Este tema es especialmente importante ahora que el leitmotiventre la UE y América Latina intensifica la presencia de inversiones y empresas europeas. Y cuando se detectan muchos conflictos por materias primas y grandes proyectos de infraestructura. ¿Qué puede hacer concretamente esta asamblea para que la responsabilidad social salga del papel y sea algo tangible?
Jáuregui: Podemos desarrollar la idea y tratar de establecer un código de conducta de las empresas europeas en América Latina, por ejemplo. La idea de la responsabilidad social empresarial es una idea reciente, sólo lleva diez o doce años. Pero en un mundo globalizado que externaliza la producción a todos los rincones del planeta, extender una ley universal de comportamiento con el medio ambiente y sobre todo con las personas es fundamental.
Pienso que Europa tiene ese plus, ese valor añadido de que en nuestra cultura democrática, las empresas o son socialmente responsables o no deben de serlo. Creo que queda mucho camino por recorrer, ciertamente. A mí me gustaría que una de las señas de identidad, precisamente, del comportamiento de las empresas europeas en América Latina –y hay muchas- sea precisamente tener una responsabilidad social que nos pemita ser aceptadas por la población de América Latina como corresponsables con sus países.
Los códigos de conducta existen, sin embargo, la diferencia está en que sean vinculantes... ¿Cree usted que al final de esta legislatura logremos decir que hemos avanzado en la creación de una herramienta que permita, al intensificar las relaciones económicas, aportar al bienestar de la gente en América Latina y en Europa?
Yo me voy a dedicar a eso. En España, modestamente, soy uno de los promotores de la idea de responsabilidad social. Me gustaría que el círculo de conexión que tenemos –cultural, histórico entre europeos y latinoamericanos- se cierre precisamente en el ámbito de calidad laboral y ambiental.
Usted pregunta, con razón, si no debiéramos dar el salto a que la responsabilidad social sea obligatoria por la ley. No lo haremos fácilmente porque la responsabilidad social más que una norma es una cultura, una conducta colectiva transversal horizontal. Y no puede estar plasmada en una sola ley. Pero sí soy partidario de que algunas leyes vayan obligando por ejemplo en el ejercicio de la información de las empresas a ser mucho más transparentes.
Pienso que se seguirá avanzando –según la idea del Informe Reggi de Naciones Unidas- en la obligatoriedad y el establecimiento de la denuncia a las empresas dentro de su propio país ante los tribunales de su propio país por comportamientos vulneradores de derechos humanos, en materia medioambiental y sobre todo en materia de derechos laborales, a la sindicación, a la negociación colectiva, a los mínimos laborales. Yo me empeñaré en que la responsabilidad social de las empresas sea uno de los temas centrales de estos cinco años de cooperación.
Otro tema, el acuerdo que se prepara entre la UE y Estados Unidos, ¿tendría repercusiones negativas para los países de América Latina que tienen acuerdos con Europa?
No lo creo. Si llega a buen puerto el acuerdo comercial entre Estados Unidos y la UE no creo que perjudique. Sé que hay miedo en América Latina a que este acuerdo pueda perjudicar otros que de libre comercio tiene Estados Unidos, por ejemplo, con México. Porque puede ser una competencia. Pero creo que estamos ya en un mundo que compite y que por el contrario los beneficios de un mercado único abierto en Europa con los Estados Unidos puede favorecer los acuerdos que en América Latina se tiene con los Estados Unidos.
Se ha logrado un acuerdos con América Central, con Colombia, Perú, Ecuador. Se espera avances con Mercosur. En el brillante mapa de las actuales relaciones UE-América Latina, Christian Leffler, el director general para las relaciones con las Américas, habló de que quedan algún puntos oscuros: Venezuela, Cuba. Y Bolivia, cuya ley del trabajo infantil estuvo a debate esta semana en el pleno del Parlamento en Estrasburgo. ¿Cómo lo ve usted?
Creo que debemos ser respetuosos con esos países. Dije en mi intervención a propósito de la ley de los niños trabajadores en Bolivia que los países latinoamericanos no aceptan lecciones democráticas de los europeos y por tanto tenemos que ser muy respetuosos de lo que son las decisiones políticas de esos países. A mí me pueden gustar más unos u otros, pero igual pienso que tenemos que ayudar. Por ejemplo en ese terreno, la recuperación de un acuerdo con Cuba me parece de especial significación. Que hayamos empezado a negociar con Cuba un acuerdo después de más 15 años de posición común europea de no tratar con Cuba nada, me parece un logro.
En ese terreno me parece bueno que seamos respetuosos y que no tratemos ideológicamente a nuestros adversarios trasladando una dialéctica derecha izquierda en Europa, a los gobiernos latinoamericanos. Porque eso destruirá un marco de relación, si la derecha europea toma como referente para la crítica a Venezuela o a Cuba, y al revés si desde la izquierda europea tomamos a Chile o a Colombia como países de otro signo ideológico estaremos introduciendo en un marco de relaciones que debe estar guiado por el respeto, un debate ideológico que no nos va a ayudar.
* Político español del País Vasco, ingeniero y abogado. Fue ministro de la presidencia de España (2010-2011), vicelehendakari del gobierno vasco (1987-1991), eurodiputado entre 2009 y 2010, cuando participó en la delegación para las relaciones UE-México. Actualmente, presidente de la Asamblea Eurolat y miembro de la delegación para las relaciones con los países andinos.
Publicado en DW
Autor Mirra Banchón (EL)