12 de junio de 2014

Entrevista Huffington Post. 12/06/2014

Esta no es una entrevista en busca de matices sobre Eduardo Madina o Pedro Sánchez, candidatos con más posibilidades para suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba al frente del PSOE. No es una de esas de leer entre líneas para advertir en qué bando está el entrevistado. "Quiero hacer mutis por el foro. Tengo una sensación personal de querer estar fuera, de algo que corresponde a otros", dice Ramón Jáuregui (San Sebastián, 1948). Desde la abdicación del rey, es un discurso cada vez más de moda.

Jáuregui lo ha sido casi todo: concejal, alcalde, vicelehendakari, delegado del Gobierno, diputado en el Parlamento Vasco, en el Congreso, en el Parlamento Europeo, ministro... Ahora emprende el rumbo a Bruselas, de nuevo, en la que podría ser su última etapa política. Publica El país que seremos (Turpial)

-En un momento de importancia histórica como la abdicación, ¿se puede permitir el PSOE votar contra su alma?

Lo hicimos en 1978, cuando aceptamos el marco constitucional. 35 años después ese marco ha permitido una compatibilidad absoluta entre monarquía y políticas de izquierdas y democracia. La monarquía ha permitido que gobierne la izquierda y la derecha y que el poder haya estado en el pueblo y en el voto. Esta es nuestra realidad, que establece unas leyes que hay que respetar. No veo contradicción. Además, no hay un consenso alternativo. Si hubiera en España una mayoría rotunda en favor de la república, como la hubo en 1931, el PSOE la encabezaría. Pero ese no es el sentimiento ciudadano, no existe ese consenso. La forma de Estado no pide que cada uno reivindique su propuesta o trate de imponer su modelo. Tampoco que se fracture el país al 50%.

-¿Es un problema la fragmentación?

La política española está muy desvertebrada. Hay una disputa partidista brutal, una pelea por espacios políticos entre muchas fuerzas. Es la tentación antibipartidista que se ha instalado en el país y que está haciendo furor como si la fragmentación del arco parlamentario fuera la solución de los problemas de España. Me parece profundamente desacertada. Hay una injusta atribución al supuesto bipartidismo de todos los males del país. Y el bipartidismo no es más la sucesión de dos partidos políticos a los que la mayorías han colocado en el poder.

-Lleva muchísimos años en política. ¿Es usted de la casta?

Ayer le escuché a Susana Díaz decir que era de una casta de fontaneros. Yo soy un obrero. A los 14 años trabajaba en una fundición y lo que he ganado ha sido estudiando y trabajando toda mi vida. Me siento profundamente ofendido en lo personal por ese discurso. En la valoración política hay una fácil interpretación acrítica y de un revisionismo absoluto del pasado, incluyendo los últimos 20 y 30 años. Es algo que no viene solo de la izquierda anticapitalista o del discurso de Pablo Iglesias en las tertulias, sino también de la derecha neoliberal, que atribuye desde hace años a la “clase política extractiva” todos los males.

-Muchas de sus propuestas para España (reforma del Senado, listas electorales desbloqueadas, más integración europea, control de la especulación) fueron protagonistas de la Conferencia Política del PSOE, que usted coordinó. Fue el momento de “El PSOE ha vuelto” de Rubalcaba. Pero no volvió.

Sólo el PSOE ha hecho una propuesta completa de reforma constitucional, inclusive del desarrollo del artículo que menciona la abdicación, del derecho europeo, un pacto con las nacionalidades, la ley de partidos, la ley electoral… Pero todo eso ha tenido un recorrido lastimosamente corto.

-¿Por qué?

Porque nuestra transición entre liderazgos ha ensombrecido la fuerza del proyecto. Si hubiéramos tenido mejor resuelta la transmisión de los liderazgos, habríamos tenido un líder con un proyecto en su mano.

-¿Puede el PSOE ganar las elecciones generales?

Es pronto todavía. En este momento, no, pero sí es posible. El PP ha tenido una pérdida de casi 20 puntos entre noviembre de 2011 y mayo de 2014. Sabemos que la fidelidad de su voto es muy baja. Hay una oportunidad, porque tenemos el proyecto en lo político institucional, aunque algo menos en lo socioeconómico. El PSOE sólo recuperará un porcentaje electoral alto, en torno al 35%, si es una opción de mayoría y suscita la esperanza del cambio. Entonces, seremos voto útil frente a todos los partidos frontera, que son muchísimos.

-Una de sus primeras decisiones como eurodiputado será probablemente apoyar a un candidato de derechas para presidir la Comisión. ¿Cómo es posible?


Hay una primera regla democrática que queremos que se cumpla. Tiene que ser uno de los candidatos a las elecciones. Si no, el tracto democrático que habíamos instalado en esta campaña no sirve de nada. El Parlamento se plantará y no va a aceptar a ningún candidato que no venga de los propuestos por los partidos.

-Es paradójico que el PSOE planee ahora apoyar a Jean-Claude Juncker, contra el que hizo campaña y trató de diferenciarse.
No es una opción de la socialdemocracia. Es una exigencia predemocrática que hemos planteado desde el Parlamento Europeo. La familia ganadora ha sido la cristianodemócrata, aunque no tenga mayorías. La posibilidad de que Juncker fracase nos abriría la puerta a los socialdemócratas. Pero no antes. Nosotros exigimos una negociación amplia y transparente y no daremos nuestro apoyo si no logramos un programa de amplio contenido social.

-¿Aceptarán los votantes que los socialistas apoyen a Juncker?

Tenemos que ser capaces de explicar que si no hacemos acuerdos, Europa no tiene Gobierno y entraremos en un gran bloqueo institucional. Europa siempre se ha hecho así. Es muy fácil quedarse en el “no”, atrincherado en el testimonialismo. Hay una izquierda que la hará, pero no es la socialdemócrata, que siempre ha asumido riesgos y compromisos y ha construido Europa.

-¿Le pasa factura al PSOE en las urnas esa responsabilidad que reivindican?

Puede, pero yo no quiero cambiar nuestro ADN. Nosotros no somos los líderes del “no”. No me voy a acomplejar porque haya partidos que se asientan en esa cómoda irresponsabilidad, reclamando una reconstrucción total cuando todo el mundo sabe que no es posible. No me acomplejo porque haya votantes de una supuesta izquierda que en el fondo es antieuropea.

Publicado en Huffington Post, 12/06/2014