Entrevista para el Confidencial de Nicaragua.
19 de febrero de 2025
14 de febrero de 2025
Ahora, ¿qué?
Provocativamente, la ponencia de los socialistas vascos, que su militancia discutirá en su X Congreso, desde hoy en San Sebastián, se pregunta qué es lo que corresponde hacer ahora, en este mundo raro y hostil, en el que se sitúa Euskadi a comienzos de 2025.
Esa mirada realista al entorno se hace desde una reivindicación orgullosa de un partido que ha prestado a Euskadi servicios muy estimables en su historia, desde finales del siglo XIX, y que ha sido protagonista fundamental en estos últimos casi 50 años de democracia y autogobierno. Es, claro, una mirada subjetiva y partidista, pero refleja realidades tan incuestionables como nuestro compromiso con el autogobierno y la Constitución, nuestro sacrificio por la paz y nuestra contribución a la Euskadi social y a su modernidad económica y competitiva, junto a la notable dotación de sus bienes públicos.
El PSE-EE destaca su plataforma de poder institucional actual en ayuntamientos, diputaciones y Gobierno vasco y se atribuye una especial responsabilidad en la mejora de la vida de los vascos y en la lucha por la igualdad, la justicia social y la democracia.
Para eso, su ponencia política da por superada la etapa de lucha contra el terrorismo y de confrontación con el nacionalismo, para abordar así «un nuevo comienzo generacional y político», centrado en el sistema sanitario, el modelo de cuidados, la autonomía estratégica, el Estado del Bienestar, el feminismo y Europa. Ese intento superador de una etapa pasada lleva a los actuales dirigentes del socialismo vasco a plantear a su militancia una especie de programa político muy pegado a las necesidades reales de la ciudadanía vasca, con especial detenimiento en tres áreas: el empleo y la calidad laboral, la vivienda y todo el ámbito sanitario y de cuidados de una sociedad envejecida.
Como corresponde a una socialdemocracia moderna, que responde por otra parte a la sociología vasca,el PSE-EE defiende con especial sensibilidad las políticas de integración e inclusión de las personas en situación de pobreza y marginación social, en un contexto de esfuerzo fiscal general y progresivo. Por cierto, reclamando para el Parlamento vasco, muy oportuna y acertadamente en mi opinión, esa facultad regulatoria y armonizadora de nuestro viejo sistema foral. Todo ello al tiempo que se apuesta por un tejido productivo competitivo, en el que la investigación, la innovación, la formación y la internacionalización dirijan las políticas de lo que ahora llamamos autonomía estratégica.
En el ámbito sanitario, se observa una comprensible radicalidad. La mención de Lluch, Freire y Bengoa justifica sus críticas al estado actual de este servicio público esencial, para reclamar una transformación integral de Osakidetza, con más recursos, más profesionales y otro modelo de gestión.
Por último, en el ámbito sectorial, los socialistas vascos sitúan la política de vivienda bajo el ambicioso título de convertirla «en el quinto pilar del Estado del Bienestar». Pero, más allá de la ambición del título, esta necesidad vital de nuestros jóvenes es objeto de un pormenorizado plan cuya mejor garantía la ofrece el propio consejero Denis Itxaso.
Hace la ponencia, finalmente, una firme apuesta por actualizar nuestro autogobierno «para mejorar la vida de la gente y reforzar nuestra cohesión social. No tengo nada claro aquí, en este espinoso tema, que nuestra confrontación con el nacionalismo vasco esté superada, como pretende la ponencia en sus inicios. Es cierto que en la XI Legislatura, la ponencia de autogobierno recibió de los expertos convocados al efecto un texto articulado con un nivel de consenso superior al 95%, y que ese texto sería una buena base para avanzar. Pero no es menos cierto, que el PNV y Bildu están aproximando sus posiciones en torno a dos temas imposibles para el socialismo vasco: la bilateralidad, que algunos llaman confederación con el Estado o «soberanismo gradual», y el reconocimiento de un derecho o de un procedimiento hacia la autodeterminación, bajo la eufemística fórmula del ‘derecho a decidir’. No veo ninguna razón para sumarnos a ese consenso nacionalista. Nada en la sociedad vasca lo reclama.Nada de lo que ocurre en Europa y en el mundo lo aconseja. Nunca hemos estado ahí y nuestra disposición al acuerdo con los nacionalistas no puede llevarnos a destruir nuestro ideario y a traicionar lo que con tanto esfuerzo hemos defendido toda nuestra vida. No queremos irnos de España, ni que España se vaya del País Vasco. Queremos compartir nuestras identidades y un autogobierno profundo en el Estado y en Europa.
Como bien dice la ponencia, los nacionalistas deben decidir si quieren renovar nuestro autogobierno con una mayoría de parte o con una mayoría transversal, contando para ello con el PSE-EE.
Publicado el 14/2/2025, en El Correo
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