28 de noviembre de 2024

Debates políticos pendientes.

A falta de conocer las enmiendas que la militancia proponga a la ponencia oficial del Congreso del PSOE, me preocupa que algunos debates políticos importantes sobre la situación política española y europea, no tengan lugar en el Congreso de Sevilla.

Ese fue mi primer pensamiento después de leer el texto que la Comisión Ejecutiva ha circulado entre las bases del partido. Más parece un programa electoral construido sobre la base de un argumentario muy gubernamental (”lo que hemos hecho”) y sobre una especie de programa de gobierno a corto y medio plazo para la España que gobernamos.

Está bien. Ningún reproche por eso. Es bueno que nuestros debates toquen tierra y se concreten en acciones de gobierno y en propósitos y objetivos para un partido que gobierna. Pero, sinceramente, creo que falta plantear, sugerir o suscitar debates muy profundos sobre algunas de las realidades y de las dificultades con que nos encontramos a nuestro alrededor para impulsar y desarrollar nuestros ideales.

Por ejemplo, enfrentar el avance populista y la crisis de las democracias liberales en el mundo entero (mucho más después de las amenazas procedentes de Estados Unidos con Trump ). O ,recordar y describir las amenazas que sufre la Europa de hoy por las crisis acumuladas que se anuncian en una legislatura que se vislumbra trascendental. Incluso me parece muy notoria la ausencia de una reflexión sobre el contexto internacional tan absolutamente desordenado e inestable y hostil en el que se sitúa nuestro país junto a toda Europa. Y , por supuesto, reconocer y reflexionar sobre las dificultades de una alianza de gobierno para llevar a cabo nuestro propio proyecto para España, tanto en lo territorial como en lo social.

Las democracias están en crisis en todo el mundo. Una suma de factores las están debilitando y amenazas que creíamos del siglo pasado ,reaparecen con inusitada fuerza, alimentadas por nuevos fenómenos propios de una globalización ingobernada. El factor migratorio, por ejemplo, el desorden y la incertidumbre de un mundo multipolar, la polarización política, cada vez más frecuente en casi todos los países y unas redes sociales que han destruido el edificio deliberativo público, están favoreciendo la aparición de los llamados” hombres fuertes “, que transforman democracias originarias, en regímenes iliberales, devaluando los contrapoderes del Ejecutivo (oposición, libertades, opinión pública, etcétera) para perpetuarse en el poder, hasta el punto de negar la alternancia, como bien sabemos, núcleo de la democracia misma. Alrededor del 70% de la población mundial vive bajo regímenes autocráticos o semi democráticos.

Nuestras democracias también sufren. La izquierda política debe afrontar estos factores que debilitan nuestros edificios democráticos. La separación de poderes, la igualdad de los ciudadanos ante la ley, la polarización política y la fractura social consecuente, las tentaciones partidarias en los nombramientos institucionales y desde luego, el daño de las redes y la manipulación de los nuevos instrumentos de comunicación ,son factores ,entre otros muchos, que reclaman una reflexión seria y medidas urgentes desde nuestras posiciones políticas.

Cuando yo era un joven antifranquista ,creía que la democracia era sólo un paso intermedio para la justicia social y la igualdad de oportunidades, auténticos objetivos del socialismo democrático, decíamos nosotros. Hoy, creo que los socialistas debemos tener claro que la democracia no es la forma es el fondo .Que no es un instrumento o un medio sino que es , el único Marco en el que pueden alcanzarse esos objetivos y que la democracia es también ,por ello ,uno de los fines de nuestros ideales En definitiva ,que, “Socialismo es libertad”, como titulamos nuestro primer congreso en España después de la dictadura.

Por todo eso, creo que nuestro partido debe reflexionar sobre cómo reforzar, regenerar y mejorar nuestra democracia y creo que el plan lanzado por el gobierno a ese respecto debiera ser una oportunidad para proponer nuevos consensos sobre nuestra democracia y abordar como mínimo reflexiones y propuestas para:

  • Reforzar la separación de poderes y en particular evitar la politización de la justicia y viceversa Bueno será recordar que seguimos teniendo pendiente un acuerdo sobre la fórmula de elección del Consejo del Poder Judicial .En este mismo ámbito, me parece imprescindible recordar que todos los ejecutivos en todo el mundo están devaluando el poder legislativo y abusando de los decretos leyes, como consecuencia de la necesidad de las acciones ejecutivas inmediatas en un mundo cada vez más veloz y concatenado .Pero, un Poder Legislativo fuerte que no se limite a ratificar las políticas del Ejecutivo, es particularmente necesario en estos momentos. No olvidemos que es el poder directamente elegido por los ciudadanos
  • Hacen falta compromisos concretos para garantizar la independencia de los órganos institucionales y para evitar la tentación partidista en sus nombramientos .El prestigio de las instituciones es un elemento nuclear de la confianza ciudadana en la democracia. Cuando se deteriora la confianza en las instituciones democráticas, se lesiona gravemente la credibilidad de la democracia.
  • Sería bueno consensuar medidas en materia de libertades , especialmente de la libertad de expresión, pero también de transparencia sobre la propiedad de los medios y la publicidad institucional ,en el marco de una política que favorezca el fortalecimiento de una sociedad civil más organizada, de un edificio deliberativo público más sano y de unos contrapoderes (“Checks and balances”), más sólidos, en nuestro ejercicio democrático.

Otro de los grandes debates del momento es el que nos remite al desorden geopolítico actual y a los desafíos europeos ante un mundo hostil a nuestros valores y a nuestras aspiraciones .La llegada de Trump a la Casa Blanca ,no hace sino agravar un escenario en el que las guerras, bélicas, comerciales y tecnológicas, se extienden en un contexto de grave crisis de las organizaciones internacionales y arbitrales, desde Naciones Unidas a la OMC, desde el multilateralismo a la gobernanza económica de un sistema productivo y financiero globalizado. Ese desorden geopolítico y esa desgobernanza económica es letal para una izquierda que aspira a un multilateralismo ordenado y a una cooperación internacional en las grandes causas supranacionales.

Europa está amenazada no solo por la guerra de Ucrania y por los peligros de su vecindad con Rusia Otras amenazas, menos vitales pero muy preocupantes ,nos enfrentan a un futuro incierto, podríamos incluso decir que hostil .El mundo que se está configurando en este siglo XXI ese que creíamos cargado de esperanzas y expectativas, es ajeno a muchos de nuestros valores y compite ferozmente con nuestros intereses .Amenazas tecnológicas ,comerciales y geopolíticas se suman a las bélicas y cuando creíamos haber construido una unión supranacional capaz de pilotar y liderar el mundo de la democracia y de la paz, hemos descubierto que nuestra embarcación sufre múltiples vías de agua en un mar tormentoso.

Tenemos problemas de demografía porque somos pocos y viejos , pero no aceptamos a los inmigrantes .Tenemos problemas de innovación, de energía, de competitividad, de defensa y no somos capaces de armonizar nuestras decisiones y de adoptar políticas que solo pueden prosperar si son de todos y se adoptan urgentemente .Los informes Letta y Draghi ,han marcado una hoja de ruta para la Unión Europea y el socialismo democrático debe de seguir siendo eje vertebrador de ese gran proyecto y de esa gran ambición que es hacer de Europa un modelo de sociedad democrática, de justicia y de igualdad y una vanguardia en la construcción de un orden multilateral de paz y de cooperación.

EL PSOE es clave en el proyecto europeo actual y tiene ante sí un panorama deprimente en el ámbito partidario europeo, por la reaparición de unos nacionalismos estatales anacrónicos y reaccionarios y por el avance de las derechas extremas en muchos de los países europeos. Situarnos ante ese horizonte y reflexionar sobre nuestro” patriotismo constitucional y europeo”, sobre nuestro cosmopolitismo internacional, planteando horizontes, señalando caminos, ofreciendo pedagogía política, aunque pueda parecer utópica, es imprescindible.


Por último España .Yo creo que está muy bien señalar la necesidad de reformas de nuestra Constitución para muchas cosas, pero el acto consecuente es reconocer que eso solo se puede hacer con todos y que un proyecto tan ambicioso reclama instalar en el país una base cultural del consenso y un aprecio por el pacto que no tenemos. Surge así un clásico de nuestros debates congresuales: la política de alianzas. Es decir , cuál es nuestro marco de alianzas y de relaciones con el arco parlamentario español. Desde el cordón sanitario con la ultraderecha , a las posibilidades de entendimiento con el PP en las llamadas políticas de Estado. Desde nuestra disposición al pacto con nuestras izquierdas y con los nacionalistas , a nuestros límites para con algunas de sus reivindicaciones.Muchos ciudadanos españoles quieren saber si nuestro proyecto para España se materializa en la actual coalición y si esta se proyecta como base política de largo plazo o nuestro proyecto tiene vocación de mayoría propia.

Hay una corriente de pensamiento político en España que interpreta la moción de censura de 2018 como el comienzo de una nueva etapa, en la que un nuevo pluralismo partidario nos condena a dos únicas opciones de gobierno: el PSOE junto a otras izquierdas y algunos nacionalismos, o el PP ,con otros nacionalismos, o con Vox .Quienes establecen ese punto de inflexión, interpretan que el régimen del 78 y los consensos del bloque de constitucionalidad, son tiempos pasados y ubican al PSOE al frente de una mayoría progresista y Plurinacional para construir la España del futuro .

Pero, esta perspectiva tiene algunos inconvenientes serios que un Congreso como el nuestro debería de abordar, porque esa dicotomía perpetúa el” bloquismo” actual y acentúa una peligrosa polarización política y social en España .Además , impide grandes pactos de Estado, necesarios en un país de estructura territorial compleja y multinivel para atender problemas urgentes y compartidos. Vivienda o inmigración son un buen ejemplo .Por último, desprenderse de aquellos consensos vertebradores de nuestras fracturas históricas, es una apuesta de futuro, que merece algunas reflexiones serias en nuestro partido.

Algo parecido ocurre con la política territorial de España .Defender la España plural y la diversidad territorial para enfrentar los problemas de nuestro modelo autonómico ,exige, a mi entender, concretar la propuesta federalista del PSOE y definir los contenidos de nuestro” impulso federalista”.Puede resultar inoportuno en la acción gubernamental del momento, pero me parece muy necesario para devolver la confianza ciudadana al PSOE como el partido vertebrador de la España autonómica y como el impulsor de una verdadera reforma Federal.

Publicado para la hora digital, 25-11-2024

11 de noviembre de 2024

Esperanzas frustradas.

"La caída del muro -la apertura más bien-, aquel 9 de noviembre de 1989, es uno de esos acontecimientos que llegó inesperadamente. Nadie había anticipado ni cuándo, ni cómo ,iba a desmoronarse, no solo el muro, sino con él ,el imperio soviético, creado a raíz de la revolución rusa de 1917 y de la derrota del nazismo en 1945.Es mas, el hecho mismo de la desaparición brusca de todo ese entramado político ,no entraba en los cálculos de casi nadie en aquellos momentos."

De manera que el mundo ya se había hecho impredecible en aquellas fechas y muchas de las cosas que estaban ocurriendo llegaron sin que los analistas o las cancillerías, las hubieran anticipado y sin que nadie, absolutamente nadie, pudiera determinar sus enormes consecuencias. El mundo, además de imprevisible, empezaba a ser por ello incierto, además de inmediato e interconectado, haciendo que todos los acontecimientos que ocurrían en cualquier rincón del planeta, provocara efectos inmediatos en el resto, en un mundo concatenado.

Ocurrió así. Simplemente una tarde de aquel mes de noviembre de hace 35 años, una puerta se abrió y el mundo cambió. Alemania se unificó y se refundó en muy poco tiempo.

El Este de Europa se democratizó en procesos paralelos a su desvinculación de la URSS Acabó la guerra fría y el conflicto ideológico que ella encerraba. El mundo dejó de ser bipolar y el dominio americano se hizo abrumador. Profundas y dolorosas transformaciones se iniciaron en todas las economías ex-soviéticas. La Unión Europea acogió a los nuevos países “liberados” y los integró en la UE a principios de siglo .Y, finalmente ,la geopolítica de la OTAN y de la Unión Europea ,entró en fase evolutiva a través de unos acuerdos con Rusia que parecían territoriales y armamentísticos y que en el fondo no lo fueron y acabaron creando una guerra en Ucrania y una profunda sima con el agresor.

Todo eso ya es sabido. Interesa mucho más, creo yo, preguntarse por qué, lo que parecía un futuro feliz, se ha convertido en un mundo incendiado .Porque ,si recapitulamos, a finales del siglo pasado con la caida del muro y el fin de la guerra fría, parecía que el futuro estaría dominado por la paz ,por la extensión de la democracia, por los tratados de contención y control de armas nucleares y por el crecimiento económico de una globalización que integraba en el trabajo formal a cientos de millones de personas, hasta entonces marginadas y empobrecidas e impulsada por una revolución tecnológica que comenzaba a ser la gran revolución industrial del siglo XX y del XXI.

Los atentados de las Torres Gemelas en 2001 abrieron las puertas del infierno. Fueron el principio de una larga lista de atentados terroristas con un trasfondo religioso integrista que escondía además ,una contienda civilizatoria contra las democracias occidentales. Al terrorismo le siguió una crisis financiera que hizo temblar las bases del sistema capitalista global. Estados Unidos y sobre todo Europa, sufrieron entre 2008 y 2012 la mayor crisis económica de sus últimos cincuenta años.

Fueron años de policrisis. Terrorismo, depresión económica, crisis social y fenómenos migratorios ,fueron la base de la aparición de una suerte de nacionalismos populistas y la emergencia de los llamados “hombres fuertes”, hacia la autocracia. Recordemos: Brexit, Hungría, Turquía, Rusia, India, Brasil,....Las democracias sufrían por la tentación autoritaria y el abuso de poder de regímenes formalmente democráticos que, sin embargo, estaban destruyendo los principios liberales de la democracia y eliminando los contrapoderes que balancean ese régimen político.

Luego vino la pandemia ,con su larga lista de dramáticas consecuencias, humanas y socioeconómicas. Finalmente, llegó la guerra a Europa, con la invasión de Rusia a Ucrania y todos los parámetros del derecho internacional y los delicados equilibrios que sostenían el puzzle identitario del Este europeo saltaron por los aires .Ahí estamos ,en plena guerra en Europa y temiendo que el nuevo imperialismo de Putin nos someta a escenarios bélicos que creíamos olvidados para siempre.

¿Qué hemos hecho mal para llegar a este desastre? ¿Que no hemos hecho y debimos hacer?. Son muchas las respuestas a estas inquietantes preguntas y son distintas según sea la óptica que elijamos para ello. Sin embargo, en mi opinión, hay tres reflexiones obligadas.

La primera es la que tiene que ver con la globalización económica de estos últimos 25 años, que ha sido claramente desordenada y poco reflexiva sobre sus consecuencias. Una deslocalización enloquecida en busca de bajos costes laborales y al mismo tiempo millones de trabajadores sufriendo esa competencia sobrevenida. Con la implosión de la burbuja inmobiliaria y con la crisis bancaria y financiera posterior, el contrato social de Occidente se debilitó por la desprotección de sus clases medias y el crecimiento de la desigualdad.

Nuestras democracias sufrieron así un coste de credibilidad, por la desconfianza que generan los gobiernos ineficaces frente a estas batallas cruciales para la mayoría de los ciudadanos. En la crisis democrática influyen, claro está , otros muchos factores , pero en el abanico de nuestras medidas rehabilitadoras , la recuperación de la seguridad económica y la igualdad de oportunidades , están en lugares preferentes.

En segundo lugar, Occidente ha fracasado en su política hacia el mundo en desarrollo, que ahora llamamos el Sur global, especialmente hacia el mundo árabe .Las guerras en Kubait, Irak, Siria ,el norte de África (que quemó las expectativas de lo que ingenua y prematuramente llamamos primavera árabe), Oriente Medio, que estalló después y el conflicto árabe israelí de estos últimos años, golpearon y golpean, desgraciadamente todavía ,el corazón mismo de esa contienda ,entre integrismo musulmán y democracia, entre Sur global y Occidente.

La política migratoria europea es un buen ejemplo de ese fracaso. El rechazo y el odio hacia el islam que se desprende de los movimientos ultras antimigratorios en Europa, nos enemista con muchos e importantes países del mundo. La política europea en esta materia es verdaderamente suicida porque entre el año 2025 y el 2050 Europa perderá aproximadamente 50 millones de personas en edad de trabajar y necesitaremos una inmigración que nos negamos a aceptar. La imagen de Europa rechazando los migrantes africanos o asiáticos ,que mueren en el Mediterráneo, o expulsándolos a campos de refugiados subcontratados en África o en otros países, generará un odio histórico hacia nosotros.

Nuestro alineamiento con Estados Unidos, en muchas ocasiones y en muchos de los conflictos internacionales de los últimos años, nos sitúa en un frente que no siempre nos representa .Nuestra división interna en el conflicto palestino nos convierte en irrelevantes en el conflicto árabe- israeli. Peor aun , mas allá de la conciencia moral expresada por el Alto Representante europeo contra los crímenes de Israel en su guerra en Gaza, Cisjordania y Líbano, Europa esta siendo percibida como una potencia mas cercana a las posiciones israelitas que a las árabes .

Por último, Borrell dijo en el año 2019 que Europa tenía que aprender el lenguaje del poder. En la misma línea, yo creo que Europa tiene que hacerse mayor y convertirse en un agente internacional que defienda sus códigos democráticos y civilizatorios, sus valores morales, su multilateralismo ordenado y de paz en el mundo, su apuesta por un comercio internacional regulado, con más fuerza y eficacia. Europa tiene que liderar el fortalecimiento de las instituciones multilaterales y las organizaciones de Naciones Unidas. Establecer sus relaciones con China, con Oriente Medio, con Turquía, con India, con otros grandes actores, en base a sus propios intereses. Europa tiene que ser autónoma en su sistema defensivo, en sus relaciones con su vecindad, en su seguridad económica y energética, en su autonomía estratégica y en la defensa de los compromisos internacionales para un planeta sostenible. Todo eso requiere una Europa más fuerte ,más unida y consciente de su papel en el mundo.

Publicado en La Hora digital, 11/11/2024

6 de noviembre de 2024

Nos estamos suicidando.

El año pasado entraron en Europa 350.000 migrantes irregulares. Son el 0,08% de su población. ¿Es tan difícil gestionar estas cifras entre los 27 Estados?

Que Europa está amenazada en múltiples planos de su futuro es cosa sabida. Nuestro diferencial con China y Estados Unidos en ámbitos tecnológicos, energéticos, comerciales y económicos en general nos lo recuerdan todos los días. Que esos desafíos nos obligarán a esfuerzos económicos inéditos y exigirán una unidad europea difícil de predecir nos lo demandan los dos informes que guiarán la política europea los próximos años: el informe Letta sobre mercado interior y el informe Draghi sobre competitividad.

La nueva Comisión Europea que preside Von der Leyen tomará posesión el 1 de diciembre y tiene por delante cinco años trascendentales para empezar a superar todos esos retos, que llaman a nuestra puerta con angustiosa urgencia. Pero, además y antes de todo ello, Europa enfrenta un tema mayor: la inmigración. La foto que más ha trascendido del Consejo de octubre en Bruselas es la de la señora Meloni encabezando un grupo de trece países europeos, pidiendo a la presidenta de la Comisión que incluya entre las medidas contra la inmigración irregular su expulsión a ¿campos?, ¿cárceles? de algún país africano -¿quizás Uganda?- de los inmigrantes irregulares, como quiere hacer Italia con los suyos en Albania.

A la señora Meloni la acompañaban países con gobiernos de todos los colores: conservadores (Grecia), socialdemócratas (Dinamarca) o coaliciones con la ultraderecha (Holanda), entre otros. La foto y su significado son deprimentes. ¿De verdad creen todos estos dirigentes que el tema migratorio se arregla así? Ya hemos visto el resultado de esa política en Italia, rechazada por los tribunales europeos e italianos por contraria al derecho de asilo. Pero más allá de argumentos jurídicos y sobre todo morales, esta política es suicida demográficamente hablando.

Permítanme recordar algunas cifras. Europa perderá 49 millones de personas en edad de trabajar (entre los 20 y los 64 años) hasta 2050. La edad media en Europa en 2004 era de 39 años, en 2050 será de 49. La población de 65 o más años crecerá desde los 91 millones en la actualidad a 130 en 2050. Ese año seremos el 5% de la población del mundo. En África son ahora 1.300 millones y serán 2.500 en 2050. Saquen ustedes mismos las conclusiones. Somos pocos y viejos y necesitamos más de dos millones de emigrantes cada año, no solo para cuidar a nuestros mayores y nuestros hogares, o para ocupar los empleos que nosotros no queremos, sino para que nuestras cuentas de la Seguridad Social sean sostenibles.

El año pasado entraron irregularmente en Europa 380.000 inmigrantes, de ellos 150.000 cruzando el Mediterráneo, 100.000 a través de los Balcanes y el resto, por los aeropuertos. Son el 0,08% de los 450 millones de ciudadanos en Europa. ¿Es tan difícil gestionar esas cifras entre los 27 Estados? Pero no los queremos. Lo peor de la foto es que esos dirigentes están presionados por sus opiniones públicas. Eso es lo grave. Una ciudadanía asustada, engañada, insolidaria percibe como un riesgo social o una peligrosa competencia laboral la inmigración, especialmente la procedente de países de religión islámica.

La UE alcanzó un pacto este año para repartir la inmigración irregular y ayudar así a los países que la reciben. A cambio de negarse a acogerlos, se imponían fuertes multas por cada inmigrante rechazado. Pues bien, ya son 15 los países que se han retirado del acuerdo y aumentan cada día las restricciones internas en cada Estado para el acomodo de esas personas. Cerramos nuestras fronteras poniendo en riesgo el propio mercado interior.

La presión migratoria exterior irá en aumento. Nos negamos a reconocer que el verdadero 'efecto llamada' lo ejerce una sociedad envejecida y acomodada al subcontratar los empleos más duros y difíciles en numerosos países empobrecidos o en conflicto y en el continente africano, que casi duplicará su población en los próximos 25 años, con una edad media cercana a los 25 años.

Hay países que se han hecho grandes y prósperos con una inmigración constante, regulada y muchas veces irregular. Estados Unidos, Canadá y Australia son buenos ejemplos. Incluso la España del siglo XXI se está haciendo grande y está creciendo económicamente gracias a una inmigración constante.

Europa debería abrir consulados en los países de origen para traer, ordenadamente, a muchos de los que se embarcan en cayucos, distribuyéndolos después entre los Veintisiete, que, a su vez, deberían encargarse de formarlos e insertarlos en el mercado laboral. Pero esto es utópico en un continente que respira tanta insolidaridad como ceguera y tanta intolerancia como estupidez. Nos estamos suicidando.

Publicado en El Correo, 6 Noviembre 2024