tag:blogger.com,1999:blog-62141442014387200832024-03-16T19:50:55.360+01:00El blog de Ramón JáureguiRamón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comBlogger1165125tag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-51751070801332316962024-03-12T09:20:00.007+01:002024-03-12T09:20:42.762+01:00Francia, tan cerca, tan lejos.<b><i>"El partido de Marine Le Pen recoge el cabreo social y, de cara a las elecciones europeas, engaña con una falsa e inaplicable propuesta contra la inmigración."</i></b><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Francia ha sido, para muchos de nosotros, refugio de libertad, en su tiempo, y fuente de inspiración ideológica, casi siempre. En los primeros años 70 pasábamos ‘al otro lado’ para comprar libros, ver películas y algunas cosas más. El dinero que recibíamos de nuestros partidos hermanos de Alemania y Suecia estaba depositado en un pequeño banco al otro lado del puente sobre el Bidasoa y mi tarea era recogerlo y trasladarlo a Madrid en el tren nocturno que unía San Sebastián con la capital.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Durante los años 80 y 90 tuvimos fuertes lazos orgánicos con el Partido Socialista Francés de Aquitania y con cargos locales de los pueblos fronterizos. Al principio, tratábamos de explicarles nuestra democracia constitucional y la realidad de nuestro modelo autonómico, especialmente la dimensión del autogobierno vasco, que desgraciadamente desconocían bien entrados los años 80. Pero más tarde los debates ideológicos de la izquierda francesa estuvieron muy cerca y nos resultaron siempre muy próximos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Recuerdo, con especial afecto, la ola de reformas sociales en la Francia de Mitterrand (la elevación del salario mínimo, la reducción de la jornada laboral a 39 horas, la regularización de inmigrantes, las ayudas a la familia...), el europeísmo social de Jacques Delors, el debate sobre el reparto del tiempo de trabajo de su hija, Martine Aubry, y tantos otros.</div><div style="text-align: justify;">Incluso estos mismos días, con la incorporación del derecho al aborto a la Constitución francesa, con una amplia mayoría y esa solemnidad que solo ellos son capaces de establecer para las grandes decisiones.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La tensión ideológica democrática de Francia ha estado siempre en la primera línea política europea y la fuerza de algunos de sus líderes políticos ha influido poderosamente tanto en la derecha como en la izquierda políticas de nuestro país. El proyecto europeo nació de sus grandes hombres (Jean Monnet, Robert Schumann) y hoy recibe los impulsos de un euro- peísta extraordinario, su presidente Macron. Desde la Revolución Francesa, Francia ha sido vanguardia progresista del mundo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por eso resulta tan sorprendente como lamentable observar el debate previo a las elecciones europeas y encontrar a la ciudadanía francesa tan atrapada por los viejos demonios nacionalistas, que lidera un partido de ultraderecha que puede ser la primera fuerza política del país, amenazando seriamente la presidencia de la República en los próximos comicios presidenciales.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Jordan Bardella, 28 años y líder de Reagrupación Nacional en las próximas elecciones a la Eurocámara, representa, y esto asusta todavía más, una masa electoral en la que abundan los jóvenes patriotas, henchidos de orgullo nacional y convencidos del viejo proteccionismo antieuropeo. El grito ultra es, como siempre, antimigratorio –«On est chez nous» (estamos en nuestra casa)– y la propuesta, un referéndum contra la inmigración (se supone que para decidir que no entren más). Por cierto, en las presidenciales de 2017, su jefa, la señora Le Pen, también propuso otro para salir del euro, siguiendo la estela del Bre- xit. Son técnicas populistas , recoger el cabreo social y engañar con una respuesta falsa e inaplicable (las fronteras no se cierran con leyes). Abanderar una supuesta soberanía popu- lar mediante el referéndum es también muy socorrido por estas ideologías ultras.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ver a Francia tan lejos de la encrucijada europea produce pena y enorme preocupación. Cuando toda Europa vive angustiada por la guerra, cuando todos los analistas nos advierten de que tenemos que reforzar nuestra defensa europea, más si gana Trump. Cuando la revo- lución tecnológica, la crisis energética, la competitividad, el cambio climático, la justicia fiscal reclaman más y mejor integración europea. Cuando la defensa de nuestro modelo de vida y de nuestros valores de convivencia depende de nuestra capacidad de influencia en un mundo tan hostil al multilateralismo. Cuando todas estas amenazas son tan evidentes como próximas… la gran Francia se deja seducir por ese nacionalismo anacrónico que rei- vindica la «Francia de los 1.000 años, frente a los 60 años de Europa». ¡Que triste!</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ahora resulta que lo que une a los franceses es el amor por Francia y por sus tradiciones. Bruselas es la burocracia, la que oprime a los agricultores, la que desprotege a la industria y a los productos franceses, la que acelera las medidas ecológicas perjudicando a los productores nacionales… Quiero creer que los franceses no se dejarán seducir por tantas mentiras y por semejante manipulación y que el europeísmo progresista de Francia seguirá liderando una integración y una ampliación europeas más necesarias que nunca.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en El correo, 12/03/2024</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-7450725510928457132024-02-24T08:38:00.001+01:002024-02-27T08:42:25.595+01:00Homenaje de los Socialistas Vascos a Enrique Casas<p> </p>
<div style="text-align: center;"><iframe allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share" allowfullscreen="" frameborder="0" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/k6RLc3VCiDs?si=_SUDsFmA0jpbAsgo" title="YouTube video player" width="560"></iframe> </div><div><br /></div><div> San Sebastián, 24 Febrero 2024</div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-65691474730021629582024-02-15T11:34:00.006+01:002024-02-15T11:34:50.528+01:00Prólogo para el libro:” Democratizar la democracia” de Carlos Eduardo Mena.<p style="text-align: justify;"> A finales del siglo XX, después de la caída del muro y la recuperación de la democracia en los países del Este, sometidos hasta entonces a la Unión Soviética, la democracia se extendía y consolidaba en todo el mundo. Hasta Rusia estableció su sistema electoral democrático y China prometía a los interlocutores occidentales que negociaban su incorporación a la OCDE, próximos pasos en la democratización de su vieja dictadura.</p><div style="text-align: justify;">América Latina superó una segunda mitad del pasado siglo preñada de asonadas y golpes militares que trajeron represión y muerte y movimientos guerrilleros de insurrección revolucionaria. Entre la última década del pasado siglo y la primera de éste, América Latina consolido sus democracias y vivió los mejores años de crecimiento económico y lucha contra la desigualdad social.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Vivíamos una expansión geopolítica de la democracia en todo el mundo y parecía que ese era el único destino político de todos los países. Parecía como si la historia ideológica de los dos últimos siglos hubiera terminado, como si la democracia se hubiera instalado en las coordenadas sociopolíticas de todos ellos y como si el futuro fueran anchas avenidas democráticas para todos los regímenes políticos en todo el mundo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Desgraciadamente, pronto comprobamos que ese dominio ideológico de Occidente sobre el planeta no era , ni mucho menos, aceptado dócilmente por muchas culturas y por muchos líderes del mundo .Los atentados de las Torres Gemelas en 2001 fueron el inicio de una contienda terrorista brutal cuyo telón de fondo religioso -integrista escondía un rotundo rechazo a la democracia y a Occidente (Europa y Estados Unidos principalmente), como sus estandartes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Putin empezó a tejer su autocracia a través de una burda maniobra de alternancias ficticias con su vicepresidente, hasta conseguir perpetuarse como el nuevo Zar de una ciudadanía sin derechos, pero abducida por un nacionalismo agresivo y una geopolítica belicosa y amenazante.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">China, que estaba construyendo el país más poderoso del mundo y que había conseguido un desarrollo social extraordinario, sacando a más de seiscientos millones de seres humanos de la pobreza, abandonó pronto sus promesas democratizadoras y blindó el poder de la cúpula comunista a través de un control tecnológico exhaustivo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Otras democracias formales fueron adquiriendo peligrosas derivas autocráticas: Turquía, India, Filipinas, Venezuela ,a través de abusos de poder, control monopolístico y abusivo de los resortes del Estado y privación a la oposición de sus plenos derechos, generando así regímenes iliberales en los que la democracia quedaba seriamente secuestrada y letalmente dañada.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En todas las democracias del mundo se empezaron a observar estas peligrosas tendencias, estas tentaciones autoritarias que cuestionan los principios liberales de la democracia: la separación de poderes, las elecciones libres e iguales, los contrapoderes necesarios para balancear la democracia: libertad de prensa, libertades cívicas, sociedad civil fuerte, etc… Polonia y Hungría son buenos ejemplos de eso, aquí en Europa, pero en todos los países democráticos del mundo tenemos manifestaciones de esas peligrosas tendencias.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Finalmente, la aparición de fuerzas políticas de ultraderecha, a veces envueltas en banderas nacionalistas y siempre populistas, han mostrado al mundo una radical incapacidad para aceptar la derrota (Estados Unidos y Brasil) y han llegado hasta el extremo de combatir violentamente el resultado electoral.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Son sólo algunos de los más significativos elementos de una corriente de fondo que a lo largo de estos últimos 20 años nos ha situado en el centro de una vorágine antidemocrática imposible de intuir cuando creíamos que el futuro se llamaba democracia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En los últimos cinco años, se han publicado múltiples ensayos analizando las causas de esta deriva y describiendo los desafíos de los estados iliberales. ¿Por qué tantas democracias transitan hacia autocracias manifiestas o disimuladas? ¿Por qué se atenúan o se limitan, o peor, desaparecen , las libertades en un estado democrático sin que los autores de esas tropelías sean sancionados por la ley o por el voto ciudadano?. ¿Por qué se lesiona tan frecuentemente la separación de poderes para atribuirse la representación del pueblo en detrimento de los derechos de las minorías? ¿Por qué se violenta tan frecuentemente el principio democrático de la igualdad de los ciudadanos al margen de su orientación sexual, o de su religión, o de su raza? ¿Por qué tanta intolerancia ante el adversario y por qué tanta polarización frentista y sobre todo por qué estas estrategias destinadas a cuestionar el sistema electoral cuando se pierde, violentando el principal canon democrático: aceptar la derrota?.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Este libro, de Carlos Eduardo Mena, es uno de esos ensayos, surgido de esta preocupación común en muchos de nosotros, en Europa, en Estados Unidos, en América Latina, en todo el mundo. Cada cual sometido a alguna de estas circunstancias en función de las particulares condiciones sociopolíticas de nuestros regímenes y todos seriamente alarmados por el deterioro de este marco de convivencia que creíamos indestructible y eterno.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Carlos Eduardo Mena enfrenta tan importante tarea con un título que lo dice todo sobre sus intenciones: contra la crisis de la democracia, más democracia. En sus páginas hay pedagogía conceptual: qué es y qué no es democracia. Hay precisión sobre los componentes de la democracia. Hay análisis sobre los nuevos desafíos de una sociedad digital. Y finalmente hay caminos, consejos, recomendaciones, para hacer mejor la democracia. Para hacerla más fuerte, más moderna, más actual, más democrática en fin.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay algunas ideas, ya recogidas muchas de ellas en el libro, que nos ofrecen una cierta descripción de los problemas actuales de las democracias. Sin pretender agotar esa larga lista de problemas a los que nos enfrentamos, me gustaría señalar aquí, en estas breves páginas que prologan este magnífico libro, mis particulares preocupaciones al respecto.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una de ellas es la creciente atenuación de los perfiles ideológicos de las dos grandes familias políticas e ideológicas que han atravesado la segunda mitad del siglo XX: socialdemócratas y conservadores o cristiano- demócratas, en terminología Europea. Esas grandes banderas articularon políticamente la pluralidad social, de manera que la democracia servía de base para vertebrar las dos grandes opciones políticas de la época. La izquierda aglutinaba una masa social y ciudadana que tenía muy claras las aspiraciones de igualdad y protección social y la derecha expresaba una concepción de la libertad individual y de valores y aspiraciones más conservadores. Era una especie de bipartidismo imperfecto, con la suma de algún partido de centro liberal, dando juego a un desarrollo de las democracias y a una construcción social excelente: el estado del bienestar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero esos perfiles se han atenuado por múltiples razones y han emergido otras banderas, nuevos problemas sociales, múltiples identidades, muchos límites a las políticas económicas propias en la globalización, etcétera que han traído un nuevo escenario pluripartidista, mucho más difuso, en el que la democracia y sus reglas se desenvuelven peor, con menos claridad, sin tantos estímulos para la vertebración social y para la conquista de objetivos sociales y políticos concretos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Digamos que las aspiraciones previas a las formulaciones del contrato social básico: democracia e igualdad, se han consolidado en regímenes democráticos regulados por el Estado de Derecho y la igualdad ha alcanzado un estado perfectible pero sólido en la llamada sociedad del bienestar y las nuevas demandas ciudadanas encuentran nuevos límites para su construcción en la sociedad global y en las limitadas soberanías nacionales. Carlos Eduardo Mena señala precisamente esta circunstancia cuando habla de la “crisis de representación "de los partidos políticos y de su función mediadora en la democracia. Papel insustituible, añado, pero muy perfectible como señala el autor.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todo ello va unido a otro factor nada desdeñable al analizar la crisis de las democracias. La gobernanza democrática se ha hecho tan compleja como difícil, poco explicable ante la multiplicidad informativa y ante las múltiples dependencias y sobre todo ante la velocidad de la vida.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Joseph Nahy, el politólogo norteamericano, explicaba la velocidad del mundo actual citando la expansión de los virus: la viruela tardó tres siglos en extenderse por el planeta. El virus del sida, 30 años. Hoy , podríamos añadir, el virus de la COVID, tres meses. Todo sucede a gran velocidad y todo lo que ocurre nos afecta, en cualquier lugar del mundo y en muy poco tiempo. Eso hace que la gobernanza sea más compleja, más interdependiente, que haya que tomar medidas a veces inexplicables en un escenario geopolítico muy dinámico y muy cambiante. La ciudadanía no sigue , no entiende, la política se ha hecho más difícil, menos aprehensible para la gente y eso le aleja, le aparta de la democracia porque la democracia exige seguimiento, conocimiento, debate público y solo entendiendo la génesis y las razones de las decisiones políticas este debate es posible.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Cómo es posible que la deliberación pública sea más difícil en plena sociedad de la información, cuando recibimos millones de pulsiones informativas cada día, a través de múltiples canales informativos en las redes? La respuesta, por paradójica que pueda parecer, es clara. Precisamente por eso , porque las redes sociales se han convertido en un edificio deliberativo banal, anecdótico, sin profundidad, simplificador y polarizado y porque la proliferación informativa de las redes nos obliga a leer solo titulares y pies de foto.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hace quince años creíamos que Internet y las redes sociales se iban a convertir en una herramienta valiosa para profundizar la democracia, para hacerla más deliberativa, más participativa, para que cada ciudadano fuera capaz de aportar sus puntos de vista sobre los múltiples temas de la gobernanza y así podríamos obtener una ciudadanía no dependiente y más poderosa. Creíamos que de esa manera el ciudadano no dependeria de grupos editoriales y de poderes mediáticos para que tuviéramos una opinión pública más libre, más autónoma, más responsable. No ha sido así. No hace falta insistir aquí en las razones de esta enorme decepción colectiva. Mucho mejor lo ha explicado el filósofo surcoreano Byung-Chul Han en su libro: ”Infocracia”, destacando los perniciosos efectos de la Sociedad de la Información en el edificio deliberativo de las democracias.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero no es necesario acudir a los ensayos filosóficos para comprender qué nuevos peligros amenazan a ese edificio cuando los avances tecnológicos añaden posibilidades de engaños masivos en la atribución de declaraciones o comentarios de los responsables públicos o cuando se constatan maniobras de manipulación cibernética a gran escala. Poderes ocultos trabajan en la clandestinidad de grandes máquinas capaces de orientar opiniones públicas en las conversaciones de las redes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La desconfianza en el sistema electrónico del voto brasileño fue una operación diseñada a lo largo de dos años, como estrategia de desacreditar el resultado electoral en caso de derrota de Bolsonaro. Los patéticos actos de protesta en Brasilia los primeros días de enero de 2023 se parecían demasiado al asalto al Congreso de los trumpistas en enero del 2021.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Otras manipulaciones cibernéticas se han empleado con mayor o menor éxito. Grandes decisiones democráticas influyen en la geopolítica mundial de manera decisiva, especialmente las elecciones de las grandes potencias y de los líderes y mandatarios de grandes países y a esas decisiones populares se convocan también poderes ajenos, interesados en una u otra elección. Lo vimos ya en Estados Unidos con Trump y lo seguiremos viendo desgraciadamente.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todo lo anterior no es ajeno a la aparición con preocupante fuerza y con universal presencia de un nuevo populismo político, ligado a los sentimientos y a las ideas más reaccionarias. Esa nueva ultraderecha que se presenta como anarco en Argentina, como securitaria en El Salvador, como antimigratoria en Suecia o en Italia, como anti europea en toda Europa o como anti ”casta” en todo el mundo ,es en el fondo una suma aleatoria y oportunista de enfados sociales por múltiples causas, a las que ofrecen tan sencillas como falsas soluciones.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todos los populismos son nacionalistas, primero que nada, porque su idea pequeña y antigua del mundo les ubica en las coordenadas sentimentales de lo conocido, lo propio, el rechazo o lo ajeno y a los ajenos , apropiándose de símbolos comunes y manipulando la historia para regodearse en el pasado. Añaden a eso un menú de rechazos y enfados por razones propias de cada país. Desde el rechazo a la inmigración, a la defensa de los toros o la caza, desde la manipulación de la inseguridad al odio al feminismo, desde su aversión a la igualdad de derechos, a las ayudas sociales. Siempre manipulando la ignorancia y denunciando la política, a los políticos y a los partidos como una élite privilegiada y clasista. Con todo ello desprestigian a las instituciones democráticas y a la democracia misma.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esa suma de nacionalismo más enfado social, es una verdadera termita para las democracias. La democracia liberal, a diferencia de la democracia iliberal, no pretende imponer la verdad, la belleza o la justicia absolutas (eso es lo que pretenden los fanáticos y muchos populistas lo son), sino arreglos y acomodos entre ciudadanos diferentes en su vision del mundo.Uno de los ejemplos más significativos de esos populismos es la transformación de los llamados cinturones rojos de algunas grandes ciudades europeas: Marsella, París, Lyon, Roma etcétera en las que se concentraban grandes masas de votantes de izquierdas socialista y comunista, en cinturones negros con mayoría electoral de la ultraderecha por la influencia de sus doctrinas en barrios obreros.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Este cuadro, un poco pesimista, lo reconozco, aunque también provocador de reflexiones necesarias (como decía un verso de Luis Eduardo Aute "el pensamiento no puede tomar asiento”) , puede aún hacerse más extenso y provocador mirando a América Latina.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Cómo no reconocer en nuestra mirada preocupada sobre las democracias latinoamericanas que la tradición democrática en muchos países es muy débil, que las historias democráticas de la repúblicas latinoamericanas han sido golpeadas repetidamente por golpes militares, que las luchas de insurrección germinaron años de violencia y represión y que las revoluciones que triunfaron, no generaron democracias sino nuevas dictaduras?. ¿Cómo no reconocer que los Estados democráticos son débiles en la prestación de servicios públicos básicos: (seguridad, educación, sanidad, ) e ineficaces en la gestión por la falta de recursos ante unos ingresos fiscales extremadamente bajos?. ¿Cómo no reconocer que toda América Latina está atravesada por un problema de seguridad (43 de las ciudades más violentas del mundo están en América Latina) que convierte la demanda de seguridad en una exigencia primaria? ¿Cómo no recordar que el narcotráfico se ha convertido en una metástasis de las democracias en algunos países atacados por bandas criminales poderosísimas?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A todo ello hay que añadir la gran crisis que sufren los partidos políticos en América Latina, hasta el punto de que en algunos países la desaparición total del sistema de partidos ha provocado crisis institucionales de muy difícil solución. Carlos Eduardo Mena hace en esta obra una interesante y enriquecedora aportación a la crisis partidaria en América Latina.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo sabemos bien, los partidos son claves de bóveda en el sistema institucional democrático. Su función mediadora y representativa entre ciudadanía e instituciones es básico y algunas de las crisis políticas más dramáticas en algunos países latinoamericanos se explican por la práctica desaparición de los partidos políticos que articulaban esa función y por la incongruencia de sistemas electorales que no armonizan adecuadamente los poderes legislativos y ejecutivos especialmente en los modelos presidencialistas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El autor ofrece una larga y sistematizada información sobre la vida interna y externa de los partidos políticos. Valga como conclusión, la necesidad de fortalecer esas estructuras, de hacerlas más democráticas, más y mejor relacionadas con la ciudadanía, mejor reguladas en el engranaje institucional y electoral. En la misma línea, la necesidad de hacer de la política una actividad mejor considerada, de aumentar su aprecio social, de estimular el interés social por sus debates, de favorecer el acceso y el ingreso en la militancia política de los ciudadanos más concienciados, y de revalorizar socialmente el ejercicio de la representación pública.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por supuesto, eso exige mucho de los propios protagonistas, pero el combate a ese populismo antipolítico, a ese oportunismo cínico contra las élites y la casta, exige una tarea integral, incluida la educativa y unas reformas institucionales en esa dirección.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De manera que el reto democrático, los desafíos de los estados iliberales y los asaltos populistas al poder resultan en América Latina especialmente graves. Mucho más si tenemos en cuenta que está emergiendo una nueva ciudadanía que reclama a sus gobiernos lo que muchos de estos no les pueden dar. Reclama Educación y Sanidad universales y de calidad. Reclama seguridad en sus vidas, ya sean periodistas mexicanos, campesinos colombianos o habitantes de favelas brasileñas. Sin seguridad no hay libertad. Reclaman un poder judicial independiente, sistemas de protección social y pensiones dignas. Es una ciudadanía consciente de las enormes desigualdades de sus países y sencillamente dice: Basta!! Es una ciudadanía que no tolera la corrupción ni los abusos de poder, ni soporta democracias que no lo son. Quiere libertad y progreso: son los estudiantes de Santiago o de Bogotá, son millones de ciudadanos reclamando la vacuna contra la pandemia, son miles de pequeñas empresas que reclaman ayudas para no cerrar sus pequeños negocios, son las masas migrantes de Honduras y Guatemala, son los luchadores por la libertad de Managua o la población decepcionada en Caracas, son clases medias que no están dispuestas a dejar de serlo para caer de nuevo en la pobreza. También son los jóvenes cubanos que quieren libertad creativa y progreso social. Son ciudadanos globalizados por sus smartphones que han estado y están en contacto con otros ciudadanos del mundo y ven lo que tienen y se preguntan por qué ellos no.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La desconfianza es solo uno de los síntomas que muestra la debilidad de los estados y la precariedad de sus instituciones. Un informe recientemente publicado por el BID: “Confianza, la clave de la cohesión social y el crecimiento en América Latina y el Caribe”, muestra detalles reveladores a este respecto. Concretamente en el período transcurrido entre 1981 y 1985 hasta 2016-2020, la confianza generalizada o interpersonal descendió del 22 al 11 por ciento en América Latina y el Caribe. Sólo uno de cada diez ciudadanos cree que se puede confiar en los demás. A su vez , sólo tres de cada diez ciudadanos en América Latina y el Caribe confían en su gobierno. No hacen falta demasiadas explicaciones sobre el enorme impacto que tiene en la democracia , en el crecimiento económico y en la cohesión social esta desconfianza generalizada de la población en sus instituciones y en sus conciudadanos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es un círculo vicioso y peligroso. La ciudadanía no confía en sus instituciones porque estas no cumplen su cometido ni los compromisos para los que les eligieron. La democracia sufre porque esa deslegitimación mina sus fundamentos. Pierde eficacia en la resolución de los problemas que sufre la ciudadanía o en la respuesta a las demandas que ésta plantea. Algunos le llaman “fatiga democrática", pero no creo que sea una definición acertada porque la fatiga evoca cansancio o agotamiento de una experiencia larga o prolongada y no es eso lo que acontece en las democracias latinoamericanas. Es más bien que estas democracias nunca llegaron a desplegarse y a ofrecer todas las ventajas de su ideario. Es más bien que el contrato social que se desprende de la democracia ha sido incumplido , insuficiente o simplemente fallido.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Este libro de Carlos Eduardo Mena viene a aportar su contribución a un debate tan necesario como imprescindible a la vista de lo que está ocurriendo en toda América Latina. Desde El Salvador a Argentina, desde México a Bolivia. En todo el mundo, pero más en América Latina, es necesario fortalecer los valores democráticos, los principios éticos de la convivencia en libertad, los derechos humanos, las fuentes y las reglas de los Estados de Derecho: la separación de poderes, hacer fuertes los contrapoderes, profundizar las libertades, prestigiar y consolidar las instituciones. En todo el mundo, pero más en América Latina es necesario que el Poder Judicial sea independiente y que el Poder Legislativo sea respetado. Fortalecer los modelos electorales y los sistemas constitucionales que aseguran la gobernabilidad y la correlación entre el Legislativo y el Ejecutivo. En todo el mundo, pero en América Latina más, es necesario que los partidos políticos y los representantes públicos hagan de la ejemplaridad y la transparencia su regla máxima de conducta personal. Que el combate a la corrupción sea consigna nacional y compromiso general. Que se eduque socialmente en los valores democráticos y que la confesionalidad recupere su imperio legal. Laicidad incluyente, que no excluye el hecho religioso pero lo somete al imperio de la ley que emana de la voluntad popular. Educar en los valores de la igualdad ciudadana por encima de sexos, razas o creencias. Educar en la tolerancia y el pluralismo, practicar la convivencia democrática fortaleciéndola, como dice Carlos Eduardo Mena.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta es una larga marcha , pero no hay camino alternativo. Las alternativas a la democracia no son alternativas. Nos devuelven a tiempos de convivencia oscura y salvaje. Llevamos dos siglos largos construyendo valores y principios de civilización en los que el ser humano adquiere dignidad y libertad . La democracia es un marco de convivencia imprescindible para que esos valores sean respetados y es el marco en el que otras aspiraciones tan importantes como las anteriores, la igualdad y la justicia, puedan desarrollarse. Avanzar y perfeccionar ese marco y esos valores, es el camino .</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Prólogo para el libro:” Democratizar la democracia” de Carlos Eduardo Mena.</b></div> Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-58936428260245855642024-02-04T15:24:00.002+01:002024-02-07T15:28:36.426+01:00Pactos y coaliciones.<div style="text-align: justify;">Comparto plenamente la clarificación preelectoral del PSE-EE rechazando la coalición de gobierno con Bildu. Interpreto que el candidato socialista cree necesario dejar clara esa firme determinación y la considero por ello irreversible. Las razones son conocidas. Nos separa un mundo en relación con su violencia del pasado, cuyas barreras éticas están muy presentes todavía, y un universo no menor en relación con su proyecto independentista para Euskadi. Ambas diferencias confirman las preferencias por la coalición con el PNV, con el que acabamos de hacer el pacto foral y municipal en julio de 2023 y con el que gobernamos en el actual Ejecutivo vasco. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Estos pactos vienen de lejos. Personalmente, tengo una amarga experiencia de nuestros resultados electorales después de nuestras coaliciones de gobierno con el PNV y, sin embargo, mantengo una positiva opinión sobre sus efectos políticos y económicos en nuestro país. Pocos recuerdan ya que los socialistas hicimos lehendakari a Ardanza en 1987, aun teniendo dos diputados más que el PNV, y que aquel pacto (con el de Ajuria Enea posterior) fue el inicio de la victoria democrática sobre ETA .Y que aquel Gobierno puso las bases de la gran modernización del Gran Bilbao y de la profunda transformación industrial del País Vasco. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Efectivamente, fue el Partido Socialista de Euskadi el que, desde finales de los 70 del siglo pasado, reclamó una y otra vez al nacionalismo vasco «unidad democrática frente al terrorismo». Estuvimos muy solos en una demanda, demasiado tiempo despreciada, que exigía un frente unido de los demócratas ante los violentos. Fue el Partido Socialista el que antepuso a sus intereses partidistas el logro de un acuerdo con el nacionalismo vasco en el que el lehendakari asumió un liderazgo social imprescindible para deslegitimar la violencia, estableciendo así una estrategia democrática unitaria contra ella. Aquel acuerdo y el Pacto de Ajuria Enea (1988) fueron el comienzo de la larga marcha para la derrota de la violencia. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Fuimos los socialistas vascos los que asumimos los costes económicos y sociales de una reconversión industrial imprescindible. Recordar la conflictividad social de aquellos años y comprobar la evolución económica debería permitirnos reconocer ahora la necesidad perentoria de aquella reconversión, la enorme cantidad de recursos económicos empleados en amortiguar sus costes y los extraordinarios efectos conseguidos en la diversificación y en la modernización tecnológica de la economía vasca de hoy. Basta mirar nuestras ciudades, nuestros parques tecnológicos y nuestros activos industriales, culturales y turísticos para poder confirmar lo que digo. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Fue durante el Gobierno de Patxi López como lehendakari cuando acabó ETA y resulta muy difícil imaginar un final mejor para aquella violencia que sufrimos tantos años. También en esta delicada fase de nuestra historia reciente los socialistas vascos jugaron un papel arriesgado y muchas veces incomprendido para hacer posible la paz que hoy disfrutamos. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La Euskadi de hoy se explica por el acierto de esta coalición y por sus logros. Quizás su mayor mérito es que expresa mejor que nada y que nadie la pluralidad social e identitaria de nuestra ciudadanía. La clave de su estabilidad fue la seriedad y la moderación de ambos partidos, pero también la distinta naturaleza política de nuestros respectivos electorados. Siempre tuvo una doble tensión dialéctica interna. En el ámbito ideológico, el PNV se acomodó a las aspiraciones izquierdistas del PSE (vivienda pública, sanidad, protección social…) y el PSE se adaptó a las exigencias nacionalistas (identidad, autogobierno, Cupo) sobre la base de que estas se sometían al Estatuto y a la Constitución. Las cuestiones doctrinales en las que el PNV expresaba posiciones nacionalistas propias quedaban formalmente expresadas en discrepancias pactadas. El reciente acuerdo suscrito por el PSOE y el PNV para la legislatura confirma esta orientación, porque la autodeterminación, santo y seña de Bildu para su proyecto independentista, ha desaparecido de ese acuerdo y el PNV ha situado su proyecto político en la actualización del régimen foral, con base en los derechos históricos de los territorios forales. Si tenemos en cuenta que el apoyo del PNV a la legislatura de Sánchez se basa en la aprobación de un nuevo Estatuto sobre esas bases, es fácil deducir la lógica continuidad de la actual coalición, aunque el candidato socialista, como es normal, busque la máxima fuerza electoral para mejorar sus posiciones y su poder en ella. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Dejo para otra ocasión comentar las dificultades políticas derivadas de esa actualización de los derechos históricos para el modelo autonómico-constitucional. Muchos creemos que la actualización de los derechos históricos es precisamente el autogobierno que tenemos y pretendemos modernizar nuestro Estatuto mejorando el autogobierno en una perspectiva federal. No oculto una seria preocupación respecto al germen confederal que puede derivarse de la bilateralidad (enigmática expresión de soberanías iguales) que, en mi opinión, no cabe en nuestra Constitución. Pero eso queda para más adelante.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en El correo, 4/2/2024</b></div><div class="adn ads" data-legacy-message-id="18d83f4372dc97ef" data-message-id="#msg-a:r-6198235000731955085" style="background-color: white; border-left: none; color: #222222; display: flex; font-family: "Google Sans", Roboto, RobotoDraft, Helvetica, Arial, sans-serif; padding: 0px;"><div class="ajx" style="clear: both;"></div></div><div class="gA gt acV" style="background: rgb(255, 255, 255); border-bottom-left-radius: 0px; border-bottom-right-radius: 0px; border-top: none; color: #222222; font-family: "Google Sans", Roboto, RobotoDraft, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 0.875rem; margin: 0px; padding: 0px; width: auto;"><div class="gB xu" jslog="184332; u014N:xr6bB;" style="border-top: 0px; padding: 0px;"><div class="ip iq" style="border-top: none; clear: both; margin: 0px; padding: 16px 0px;"><div id=":p1"><table class="cf wS" role="presentation" style="border-collapse: collapse;"><tbody><tr><td class="amq" style="margin: 0px; padding: 0px 16px; vertical-align: top; visibility: hidden; width: 44px;"></td><td class="amr" style="margin: 0px; padding: 0px; width: 852.79px;"><div class="nr wR" style="border-radius: 1px; border: none !important; box-sizing: border-box; color: #222222; margin: 0px !important; padding: 0px; transition: none 0s ease 0s;"><div class="amn" style="align-items: center; color: inherit; display: flex; height: auto; line-height: 20px; padding: 0px;"><div class="wrsVRe" data-position="dynamic" jsaction="JIbuQc:KjsqPd;" jscontroller="m4ISld"><span data-is-tooltip-wrapper="true"><div aria-hidden="true" class="ne2Ple-oshW8e-J9" id="tt-c16" role="tooltip" style="height: 1px; inline-size: 1px; left: -10000px; overflow: hidden; position: absolute; top: auto; user-select: none;">Añadir reacción</div></span></div></div></div></td></tr></tbody></table></div></div></div></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-54460775300875848242023-12-24T10:36:00.001+01:002024-01-04T10:43:40.453+01:00Pactos y riesgos de un tiempo incierto<div style="text-align: justify;">La investidura de Pedro Sánchez ha sido acogida con los mismos signos de polarización que sufre la política española desde hace cinco años: alarmismo catastrofista sobre el futuro de España para unos y triunfalismo ideológico de la izquierda para los otros. </div><div style="text-align: justify;">Reconozcamos lo evidente: la gestualidad que está acompañando la investidura y las concesiones al mundo nacionalista contenidas en los acuerdos suscritos son políticamente costosas, contradictorias con nuestras posiciones y entrañan riesgos políticos importantes. Desde la amnistía al pacto de Pamplona, desde las negociaciones en Ginebra con Puigdemont al ‘lawfare’. La militancia socialista y la mayoría de su electorado asumen estas dolorosas circunstancias aceptando estas contraprestaciones como necesarias para impedir la coalición PP-Vox y sus antidemocráticas y reaccionarias consecuencias.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La oposición al Gobierno utiliza y extrema los costes de esos pactos y el Gobierno exhibe su carácter progresista y el freno a la ultraderecha como lo hizo el presidente en Estrasburgo ante una Europa que aprecia ese valor. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El frentismo radical en estas posiciones está cada vez más polarizado y amenaza con un largo recorrido. Hay razones para la alarma en muchos planos de nuestro funcionamiento democrático y de nuestro Estado de Derecho, pero personalmente creo que lo ocurrido hasta la fecha no ha roto nada. Las estructuras institucionales del país se sostienen y no se ha producido ningún cambio constitucional. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Superando mis prejuicios iniciales, he acabado por aceptar que la amnistía es una facultad que una democracia y su Parlamento deben tener en su mano, aunque a mí me parece que su concesión debiera haber sido el final de un proceso de reconducción política del conflicto catalán y debiera contar por ello con un mayor consenso social y político para su concesión. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">También creo que aceptar a Bildu en nuestro marco político es la consecuencia de la grandeza de nuestra democracia, que siempre les dijo: ‘No matéis, haced política’. Han pasado doce años desde un final maravilloso, jamás soñado, en el que la democracia ganó al terrorismo. Ningún país del mundo, con violencia semejante, ha obtenido una victoria tan plena y tan democrática. Pues bien, hacen política, representan sus votos y respetan el marco democrático. Aceptarlos no es incompatible con nuestra memoria, con nuestras exigencias éticas y con la victoria de nuestros relatos. No hacerlo sería incongruente con nuestros valores y con nuestras promesas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por supuesto, de aceptar su presencia a pactar con ellos hay un gran trecho. En Euskadi no lo haremos. Lo han dicho quienes dirigen el PSE-EE y yo les creo. </div><div style="text-align: justify;">Nuestra relación con el PNV es histórica, ha producido extraordinarios efectos para el país y acabamos de renovar esa alianza en mayo de este año para todas nuestras instituciones locales y forales. El PSE-EE no apoyará a un candidato de Bildu, no solo por nuestra memoria, o por nuestro compromiso con el relato de las víctimas, sino porque su apuesta autodeterminista e independentista es inasumible para nosotros. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Creo que nos precipitamos al juzgar los hechos y los pactos de la investidura sin contemplar sus posibles desarrollos. Quiero creer que en los planes del PSOE hay una estrategia de enfriar el clima, de soportar la dialéctica nacionalista con pasividad y calma y dejar que el tiempo y los acontecimientos replanteen el campo de juego. En esa interpretación, los pactos suscritos con ERC y Junts son como una patada al balón, que estará en el aire por lo menos hasta el verano de 2025. ¿Qué ocurrirá entre tanto? </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Que Junts y ERC seguirán en su escalada dialéctica por ganar el uno al otro. Que el nacionalismo catalán en su conjunto sabe que no puede iniciar un proceso autodeterminista porque Cataluña no lo quiere. Que quizás no sumen mayoría absoluta en las elecciones catalanas y que el ganador puede ser Illa o que no habrá Gobierno catalán sin el PSC. Que Junts y el PNV gestarán una alianza contra Esquerra y Bildu en el bloque de los apoyos al Gobierno. Que el PNV gobernará en Euskadi con apoyo del PSE-EE y tendrá que atemperar sus pretensiones ante el riesgo de perder el poder. Y finalmente, que el Gobierno tratará de que el debate público gire en torno a sus iniciativas sociales. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En este horizonte y con esas perspectivas, el ruido actual se suavizará, habrá transcurrido la mitad de la legislatura y después, cabe todo. Incluso una convocatoria anticipada por nuestro rechazo a la autodeterminación. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero, claro, hay otro horizonte porque en estos pactos juegan todos. También puede ocurrir que los nacionalistas, unos y otros, exijan la concreción de sus pretensiones en los pactos y el PSOE esté dispuesto a negociar marcos autodeterministas o confederales con ellos, transformando por la vía de hecho (puesto que no podría alcanzar reformas constitucionales sin el Partido Popular), la naturaleza de nuestro modelo autonómico y alterando así las bases del pacto territorial que ha guiado la política autonómica a lo largo de toda la democracia. Quiero creer que esto no será posible y que el PSOE no lo hará, aun a riesgo de cuestionar la continuidad de la legislatura. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div> <div style="text-align: justify;">Una última reflexión. El clima de polarización política, de enfrentamiento partidario y de deterioro institucional es grave. En las democracias de todo el mundo cabalga un caballo de Troya que desprecia la separación de poderes, que cuestiona los sistemas electorales, que destruye la confianza en las instituciones. Ni PP ni PSOE pueden favorecer esa cabalgada populista y autoritaria desde un frentismo, buscado o aceptado. España no es ajena a esa peligrosa deriva internacional. Además muchas cosas de nuestro futuro sólo pueden abordarse mediante pactos transversales, no frentistas, como los de ahora. La OCDE nos acaba de alertar: España en 2060 perderá diez posiciones en la clasificación de PIB per cápita. Nos adelantará Portugal, Eslovaquia, Polonia... Tenemos baja inversión en capital, envejecimiento demográfico y baja productividad. ¿Nos ponemos a ello o seguimos cavando nuestras trincheras? </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en El Correo, 24/12/2023</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div> <div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-90415318131981719362023-11-23T21:46:00.002+01:002023-12-05T21:50:25.382+01:00"Somos nación", ¿...Y?<div style="text-align: justify;">El año que viene habrá elecciones autonómicas y previsiblemente las dos fuerzas nacionalistas se disputarán el liderazgo político del país. Una de ellas acaba de protagonizar una manifestación en Bilbao bajo el eslogan de ‘Somos nación’. La otra ha centrado su negociación de la investidura con el PSOE en «el reconocimiento nacional de Euskadi». De ambos eslóganes no podemos deducir gran cosa. Somos nación, ¿y qué?, podríamos añadir. Porque la plurinacionalidad de España ya se contempla en la Constitución cuando se establece que el Estado está integrado por naciones (nacionalidades dice la Constitución) y por regiones. Eso significa que se acepta a Euskadi como nación, que España también lo es, constituyendo su Estado como una nación ‘con’ naciones y no ‘de’ naciones. No somos una confederación de pueblos originarios y soberanos que se agrupan voluntariamente, sino una nación construida desde hace siglos, en la que existen pueblos con una identidad nacional propia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Para atender a esas identidades construimos un modelo de autogobierno que nos permite asegurar la pervivencia de las señas culturales, históricas y políticas de nuestra identidad y nos garantiza un autogobierno más amplio que el que tiene cualquier Estado federal del mundo. Es más, un autogobierno financiado con un Concierto que permite la recaudación de todos los impuestos, pagando un Cupo al Estado por las competencias estatales, generosamente calculado a nuestro favor. Los problemas surgen cuando a la nación le atribuimos inexorablemente la creación de un Estado y para conseguirlo establecemos el camino de la autodeterminación a través de un referéndum. Hay miles de pueblos originarios con identidad nacional. Si la ecuación identidad y lengua propia es nación y a cada nación le corresponde un Estado, el mundo se fragmenta sin remedio. Basta mirar al viejo Imperio Austrohúngaro para comprobarlo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es bueno exponer las razones de quienes nos oponemos a este proyecto para clarificar posiciones preelectorales. Primero, con total sinceridad: esa independencia no es posible. Europa nunca admitirá un país escindido de un Estado miembro y fuera de Europa no es posible ser ni estar. Segundo, la independencia de Euskadi sería inmensamente peor para sus ciudadanos que el autogobierno actual. Los costes de un Estado propio serían enormes, lo que elevaría nuestras contribuciones fiscales. Las repercusiones económicas en nuestro tejido empresarial serían muy negativas. Nuestro sistema de pensiones sería insostenible (recaudamos 4.000 millones menos que lo que ingresamos por cuotas de la Seguridad Social). Y nuestra capacidad de defender nuestros intereses en las mesas globales (es decir, casi todas) sería nula.</div><div style="text-align: justify;">Entonces, me dirán algunos, ¿por qué no votamos? Porque no podemos votar solos lo que corresponde decidir a todos (somos parte de un Estado en el que el resto de ciudadanos y sus instituciones también tienen derecho a decidir). Porque el referéndum nos obliga a una opción binaria independencia sí o no, y creemos que la política debe encontrar otras soluciones más complejas a nuestro acomodo o encaje territorial y que el referéndum queda para que el pueblo acepte o no esa solución. Porque la fractura social producida por un proceso de esa naturaleza arruina la convivencia interior por mucho tiempo. Porque la experiencia nos demuestra que los referendos decisorios son fácilmente instrumentados por razones de coyuntura y frecuentemente falseados por ‘fakes’ que mueven potencias ajenas. Los resultados del Brexit para Reino Unido están a la vista de todos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Miremos la experiencia internacional reciente. El Tribunal Supremo de Reino Unido negó a Escocia la convocatoria unilateral de un nuevo referéndum, alegando que su pertenencia al reino no les permite decidir a ellos solos lo que afecta al conjunto del Estado. Por otra parte, las experiencias de Quebec y de Escocia, que votaron en su día y donde perdieron las opciones de independencia, nos demuestran que el daño económico y social de esos procesos en esas regiones es irreversible. Toronto se ha llevado gran parte de la economía de Quebec y Escocia siente esos mismos efectos, mucho más después del Brexit.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> De manera que el reconocimiento nacional de Euskadi puede y debe proyectarse en una nación autogobernada dentro de un Estado que reconoce para ello su identidad cultural y política. Esa es la mejor forma de ser nación. De hecho, no hay otra, por mucho que les pese a muchos conciudadanos a los que me gustaría convencer de que sus sentimientos tienen que adaptarse a la realidad y a la conveniencia de todos. El consenso interior de un pueblo importa mucho más que la victoria de unos sobre otros.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en El correo, 23/11/2023</b></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-1966269307674071532023-11-10T16:52:00.002+01:002023-11-11T17:19:43.663+01:00UE-CELAC: Una Cumbre con nuevos retos.<div style="text-align: justify;"> Tienen razón quienes dicen que la Cumbre UE-CELAC de julio en Bruselas fue un éxito y la tienen también quienes dicen que solo fue un comienzo, un puerto de salida de una navegación por hacer. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Fue un éxito por celebrarse, después de ocho años de suspensión. Por el nivel de las asistencias (y por pactar las ausencias, que también son importantes), por celebrarse en Bruselas, recordando a todas las cancillerías europeas que América Latina no es una cuestión Iberoamericana y por la resolución adoptada por acuerdo de cincuenta y nueve de los 60 países presentes (33 de CELAC y 27 de la UE). La negativa de Nicaragua a firmar la declaración por la tenue referencia a la agresión rusa a Ucrania, fue patética y aumentó el valor de la unidad entre países tan distintos como Polonia y Cuba o como Italia y Venezuela. Un ¡¡Bravo¡¡, pues al servicio exterior de la Unión Europea por sus méritos en esta negociación difícil y al gobierno español por la iniciativa en convocar la Cumbre. También fue un éxito por la Cumbre Económica que protagonizaron en la mañana del 17 de julio la Sra. Von der Leyen, presidenta de la Comisión europea, Lula y Sánchez, presidentes de Brasil y España respectivamente, abriendo la puerta a una esperanzadora Agenda Global Gateway, dotada con cuarenta y cinco mil millones de euros, de inversiones europeas en América Latina a desarrollar en los próximos años. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero la Cumbre ya fue. La foto ya es solo un recuerdo. Los presidentes volvieron a sus países y sus respectivas agendas, llenas de urgencias y de particulares conflictos -los que la política genera cada día- absorberán sus actos y sus preocupaciones. Los europeos vuelven su mirada al Este, a la guerra de Rusia en Ucrania, se angustian por la inflación o por la recesión económica, se reúnen para abordar una complejísima ampliación con los Balcanes Occidentales o se sumergen en agudas crisis políticas internas. Lo mismo ocurre con los presidentes latinoamericanos, todos ellos agobiados por un horizonte económico de bajo crecimiento y enfrentados a problemas estructurales de larga data: informalidad laboral, baja productividad, desigualdades sociales, limitados márgenes fiscales para hacer políticas sociales y para impulsar el crecimiento y problemas políticos de todo tipo, en cada uno de sus países. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La posibilidad de que la Cumbre pase a un segundo plano en la importancia de lo acordado y a un tercero o cuarto en la urgencia de las respectivas agendas europeas y latinoamericanas, es muy grande. Por eso quisiera puntualizar algunos aspectos que se derivan de los acuerdos de la Cumbre y que merecen atención en el desarrollo de esta Alianza Estratégica renovada entre Europa y América Latina y el Caribe.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b> 1- Mantener y reforzar nuestro diálogo político.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Uno de los elementos claves de nuestra alianza estratégica es la búsqueda de posiciones comunes en el complejo tablero internacional y el diálogo mutuo, es decir escuchar y pactar, sobre las posiciones europeas y de América Latina en las mesas de la gobernanza global. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Partimos de nuestras convergencias culturales y sociopolíticas respecto a valores comunes: democracia, derechos humanos, derecho internacional, gobernanza ordenada de un mundo multipolar, etc. Pero, por encima de esas convergencias, hay intereses contradictorios, a veces antagónicos. Europa y América Latina hemos estado muchos años sin escucharnos y sin fraguar costosos consensos en temas conflictivos de la agenda internacional: cambio climático, justicia fiscal, organización del comercio internacional, sistema financiero internacional, enfrentamientos bélicos en distintos lugares del mundo, funcionamiento de Naciones Unidas, etcétera. Podríamos señalar muchos más. A su vez, algunos conflictos políticos internos de América Latina han provocado la aparición de otros actores globales en su política interna: Cuba y Venezuela principalmente, con sus peculiares relaciones con Estados Unidos, Rusia y China. A todo ello hay que añadir la creciente presencia económica y geopolítica de China en la región latinoamericana que ha ido generando toda una red de dependencias comerciales y económicas que influyen decisivamente en las posiciones de política exterior de muchos de los países latinoamericanos. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En definitiva, no podemos atribuir a América Latina su pertenencia a Occidente por naturaleza y exigirle en consecuencia su alineamiento con las posiciones geopolíticas del Oeste, por imperativo cultural. Tampoco es Sur Global, como pretenden otros, por su coincidencia con los países en desarrollo. Es una cosa y la otra. Es Occidente y es también Sur Global. En todo caso, ya no vale construir una alianza política sobre la retórica discursiva del pasado de nuestros valores comunes.</div><div style="text-align: justify;">No es suficiente. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay que reformular nuestro diálogo y basarlo en dos palabras claves: respeto y escucha. Diálogo y consenso. Por eso ha sido importante que la Cumbre establezca cauces de diálogo fijando un órgano común permanente para que América Latina y Europa puedan abordar la actualidad y tratar de encontrar acuerdos en sus posiciones respectivas ante las mesas globales de la gobernanza del mundo. En la misma dirección, la reunión anual de los Ministros de Asuntos Exteriores y el compromiso de una nueva cumbre cada dos años, son peldaños en la construcción de ese diálogo permanente para una alianza estratégica seria y eficaz. </div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>2- Poner en marcha la agenda de inversiones global.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> El otro gran Acuerdo de la Cumbre fue el lanzamiento de la Agenda de Inversiones Global Gateway que incluye una larga lista de proyectos sobre los tres grandes pilares de las necesidades de cada país latinoamericano: transición energética y ecológica, transición digital e infraestructuras sociales. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero este ambicioso plan necesita ser ejecutado en los próximos años sobre la base de voluntades compartidas, por múltiples actores y con arreglo a una serie de acuerdos previos entre muchos de ellos. Una buena base de aproximación a esta compleja operación reclama aclarar muchas cosas previamente e implementar después muchas acciones de actores diversos. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Estas son algunas de ellas:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">a) La cifra que la Unión Europea ha anunciado para ayudar a la financiación de las inversiones es de cuarenta y cinco mil millones de euros, pero poco o nada se sabe del origen de esta cifra. ¿Dónde están presupuestadas? Esta cifra corresponde a una suma de diferentes partidas nacionales pero, ¿a qué países y por qué importes? ¿Cuánto de ese dinero procede de programas de cooperación ya existentes? </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay una lógica preocupación entre las entidades de la cooperación europeas con América Latina porque temen que parte de los recursos que ellas administran puedan ser empleadas para financiar o apalancar inversiones empresariales. En mi opinión estos extremos debieran ser aclarados previamente y cuanto antes mejor. Soy de los que piensan que las inversiones en proyectos como los que la agenda recoge son claves para el desarrollo económico de los países, pero eso no debiera reducir las ayudas de cooperación y en todo caso la agenda debiera ser presentada sobre una narrativa no tan ligada a las inversiones económicas por sí mismas como ligadas a la voluntad europea de participar en el desarrollo de los países latinoamericanos. Es preciso poner en valor la importancia de muchas de estas inversiones para modernizar el aparato productivo, superar la informalidad, transferir tecnología, formar cuadros, construir cadenas de valor y, por supuesto, muchas de ellas son directamente inversiones sociales como la construcción de infraestructuras sanitarias o educativas. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">b) Es necesario articular la participación financiera de los bancos multilaterales de desarrollo en el plan y en los proyectos concretos. Igualmente se necesitan acciones semejantes de la banca privada para financiar las grandes transiciones antes citadas. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">c) Desarrollar esta Agenda será la mejor forma de construir un marco de relaciones económicas y comerciales más amplio sobre la base de mutuos intereses y siempre en permanente diálogo y colaboración con los gobiernos de América Latina y el Caribe. </div><div style="text-align: justify;">La Agenda ha sido elaborada de abajo hacia arriba para decidir sectores y actividades donde invertir, involucrando a las autoridades gubernativas, organizaciones locales, instituciones regionales, Cámaras de Comercio, etcétera y empresas representativas de diversos sectores económicos y bancos de desarrollo. Por ello, su ejecución reclamará también una amplia participación de esos mismos actores.</div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;">d) En un contexto donde América Latina y el Caribe muestran dificultades para crecer sostenidamente,</div><div style="text-align: justify;"> transformar su estructura e incrementar la productividad en el largo plazo, las inversiones pasan a ser un activo estratégico de las relaciones UE-AL. La baja acumulación de capital fijo y el pobre crecimiento de la productividad en América Latina y el Caribe marcan un claro techo de cristal a la capacidad de la región para reducir la pobreza y la desigualdad. Por eso, las inversiones europeas deben superar la vieja y odiosa concepción extractivista y comportar una verdadera cooperación tecnológica y un compromiso por crear cadenas de valor propias en la región. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">e) Es necesario entender y difundir los incentivos y alcances del Global Gateway a la mayor parte posible del empresariado europeo con el fin de comprometer su participación en la implementación. Reforzar las alianzas público privadas (APPs), entre las dos regiones está en la base de la definición de la Agenda de inversiones y de su implementación. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">f) Es necesario mantener la calidad sociolaboral y medioambiental de las inversiones, lo que ya es un activo ampliamente reconocido de las inversiones de la Unión Europea. La Agenda de inversiones debe contribuir a la diversificación de capacidades productivas y a sostener la industrialización de América Latina. Reindustrializar con sostenibilidad empresarial debe ser un factor cualitativo fundamental de la agenda de inversiones Global Gateway en América Latina y el Caribe. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">g) La institucionalización de un diálogo permanente y representativo de las autoridades económicas de las dos regiones es un aporte a la estabilidad y a la convergencia de las estrategias. Es decisivo institucionalizar un espacio donde se pueda dar seguimiento a la Agenda de inversiones y seguir los temas económicos y estratégicos. Un órgano permanente de coordinación y gestión, no sólo para profundizar la Agenda Global Gateway, sino también para pilotar conjuntamente las dos grandes transiciones del siglo: la ecológica y la digital, haciendo compatibles nuestras respectivas políticas industriales para una reindustrialización compartida de Europa y América Latina. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Valgan estas recomendaciones, a modo de recordatorio, para que todos, gobiernos, empresas, bancos, nos pongamos a la tarea. Nos jugamos mucho y esta es una Alianza en la que todos debemos y podemos ganar. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en esglobal, 10 Noviembre2023</b></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-60753962063242109862023-11-02T20:25:00.006+01:002023-11-02T20:25:55.056+01:00La República y nosotros.<div style="text-align: justify;"><br /></div><i>La Transición no se basó en un pacto del olvido, sino en un pacto del perdón. No fue una imposición de viejos poderes, sino el fruto de la convicción de jóvenes demócratas que eran muy conscientes del pasado y querían construir un marco de convivencia para todos.</i><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El pasado nunca acaba de pasar. El de nuestro periodo republicano, con un síndrome tan brutal como lo fueron la guerra, la represión y la dictadura franquista posteriores, mucho menos. La sucesión de acontecimientos de aquella agitada época (1931-1936) ha sido objeto de múltiples y variados análisis históricos. Uno de ellos ha sido recientemente publicado por José Luis del Hierro: ¿Salvar la República? (Tirant Humanidades), donde con exhaustiva precisión se comparan dos de aquellos acontecimientos, de sentido antagónico: el intento de golpe de agosto de 1932 (“La Sanjurjada”) y la revolución de octubre de 1934.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De la lectura de esta curiosa comparación y de los contextos políticos que los motivaron me han surgido algunas reflexiones aplicables a nuestro periodo democrático y a nuestra situación política actual.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>¿Pacto del olvido?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La transición democrática y la reconciliación nacional a la muerte de Franco han sido calificadas por la historiografía de la época como fruto de “un pacto del olvido”. Voces interesadas en desprestigiar aquellos acuerdos y aquella transición han utilizado este término para señalar una supuesta desmemoria impuesta por los partidos que protagonizaron el paso de nuestra política a la democracia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No creo que nuestra transición a la democracia se basara en un pacto del olvido, sino en un pacto del perdón. Del perdón mutuo. La materialización de ese perdón fue la Ley de Amnistía de 1977. Es verdad que la izquierda política perdonó al franquismo, pero ese perdón fue consciente, no impuesto. No fue un perdón temeroso, obligado o pragmático. Era, desde luego, una condición sine qua non de la conquista democrática, pero era también nuestra propia convicción para construir un país para todos, en el que la convivencia no estuviera marcada o condicionada por las heridas del pasado. Quisimos, voluntaria y generosamente, superar las dos Españas para hacer una sola.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No fue una imposición de los viejos poderes, sino una convicción de los jóvenes demócratas que queríamos construir un marco de convivencia para todos. Por eso la Constitución nunca fue un texto de unos sobre otros, sino la suma de renuncias de unos y otros para hacer posible la alternancia de todos en un régimen de libertades y democracia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Había en los demócratas de entonces una voluntad de aceptación y respeto a los herederos del viejo régimen. Había una necesidad de conocer, reconocer y respetar al otro, para que nuestro pluralismo democrático fuera real y eficaz. Gregorio Peces Barba lo decía recordando los versos de Machado: “El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas; / es ojo porque te ve.” Junto a nosotros está el otro. Construimos sociedad reconociéndonos, respetándonos y conviviendo en nuestra legítima pluralidad.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A quienes interpretan la amnistía del 77 como una cesión a los poderes fácticos o como una traición a la memoria de la represión franquista les recuerdo que no fue una señal de debilidad ni de pragmatismo, sino la fortaleza de una convicción: la democracia exigía la aceptación de todos. Hoy, 45 años más tarde, sabemos que no habríamos construido la España que tenemos si no hubiéramos basado nuestro marco democrático en la aceptación plena del pluralismo social y político del país, construido sobre ese perdón mutuo imprescindible.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es verdad que muchos confundieron perdón con olvido. Pero solo en parte, porque los gobiernos de Suárez y González recordaron y compensaron a los perdedores de la guerra y a los represaliados por Franco. Permítanme que lo recuerde: se indemnizó a los fallecidos en la guerra del bando republicano. Se indemnizó a los mutilados en la guerra del bando republicano. Se indemnizó a los que sufrieron prisión en las cárceles franquistas. Se devolvió la condición y el grado a los militares republicanos. Se devolvió la condición y el grado a los maestros represaliados. Son solo algunas de las más importantes medidas adoptadas por los gobiernos democráticos para hacer justicia al universo republicano de la España de los ochenta.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No, la democracia no impuso el olvido. Fue la prudencia del pueblo, conocedor del momento histórico que estábamos viviendo, la que condujo a la intimidad de los hogares la memoria de la tragedia vivida. Se produjo así aquella sabia definición del pasado que nos hacía el filósofo francés Paul Ricoeur: “un delicado equilibrio entre los excesos del olvido y los abusos de la memoria”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nadie olvidó. Entre otras cosas porque el olvido no se establece por decreto. Por eso, veinte años después de aquellas medidas, nuestros hijos, los nietos de la guerra y de la represión, reclamaron actualizar y culminar aquella tarea restaurativa. La Ley de Memoria Histórica nació así porque quedaban materias pendientes de aquellos recuerdos. Por ejemplo, las fosas o los símbolos franquistas o los fusilados por sentencias ilegítimas y sin arreglo a derecho, de los tribunales militares a quienes solo pudimos hacer un reconocimiento de esa ilegitimidad.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La desgracia es que esa tarea no fuera hecha por el mismo consenso entre PSOE y PP como lo fueron las medidas acordadas por Suárez y González en los primeros años de la democracia. La desgracia ha sido perder aquel espíritu que nos permitió recordar sin culpabilizar, que instauró una memoria reconciliada sin afán vengativo, sin abrir esa inmensa caja de Pandora sobre culpabilidades penales, aunque todos sabíamos y sabemos que las hubo. Sabemos que no podemos tener una memoria compartida porque nuestro trágico pasado nos enfrentó y nos dividió, pero esos o parecidos síndromes históricos los tienen casi todos los pueblos y son capaces de convivir aunque no tengan un relato compartido de su pasado. Me pregunto, todavía hoy, si es posible recordar sin culpar, ni perseguir a nadie por nuestros recuerdos. ¿Por qué fue posible una memoria reconciliada entonces y no lo es ahora?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Dejo a los historiadores que analicen por qué y quiénes fueron o fuimos los responsables. Yo puedo decir que cuando me tocó desarrollar la ley en relación con el Valle de los Caídos, hoy Cuelgamuros, lo hice creando una comisión plural y pactada con PP, nacionalistas, Izquierda Unida y PSOE. La presidieron Virgilio Zapatero y González Trevijano y de aquel informe se dedujeron los acontecimientos producidos en esa basílica, algunos años después.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Reformismo versus radicalidad</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una segunda reflexión surgida también al releer la intensidad de los cambios políticos que propició la República desde su instauración en abril de 1931 fue la comparación entre radicalidad y reformismo, al tomar como espacio comparativo aquellos dos primeros años republicanos con el inicio de los gobiernos socialistas en 1982.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El contexto histórico de 1931 explica por sí mismo las urgencias de aquel primer gobierno republicano para combatir viejos y seculares problemas estructurales de aquella España: reformas laborales, reforma agraria, reformas económicas, reformas militares… Pero donde las prisas se convierten en radicalidad es en la cuestión religiosa. A pesar de que Fernando de los Ríos era un socialista liberal y un cristiano erasmista, el volumen y la dureza de las reformas religiosas alarma incluso hoy.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Algunas eran de sentido común –la secularización de los cementerios, la Ley del Divorcio, la Ley del Matrimonio Civil–, pero hay dos que provocaron alta conflictividad política: la disolución de la Compañía de Jesús y la reversión de todos sus bienes al Estado y sobre todo la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas por la que se prohibía a la Iglesia católica la enseñanza, lo que implicaba el cierre de todos los establecimientos docentes de órdenes religiosas (hablamos de más de cinco mil centros de enseñanza que abarcaban más de un tercio de la red escolar española de la época).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Si uno compara esta y otras medidas de aquel gobierno de la República con el gradualismo y la mesura del primer gobierno de Felipe González, aprecia las virtudes de estabilidad y potencia transformadora que tuvieron los casi catorce años de gobiernos socialistas de la época, frente a los resultados electorales de diciembre del 1933, con un triunfo arrollador de las derechas. Basta comparar la prohibición de la enseñanza a las congregaciones religiosas con la estrategia de concertación con las escuelas religiosas del ministro Maravall.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Soy muy consciente de que esta comparación es un poco grosera porque no se hacen referencias a los contextos sociopolíticos tan diferentes en la España de 1931 y la España de 1982. Pero es interesante extraer consecuencias políticas de la ecuación radicalidad-reformismo para concluir que este último es el que verdaderamente conquista aspiraciones sociales muy sentidas, como lo fueron la construcción de los dos grandes pilares de nuestro Estado del bienestar: la educación y la sanidad universales y gratuitas a lo largo de los años 1982 a 1996.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En este punto considero obligado hacer una referencia a un hombre demasiado humilde pero lleno de sabiduría que presidía el PSOE de aquellos años. Ramón Rubial, veinte años en las cárceles de Franco y, salvando las distancias, nuestro Nelson Mandela, tenía dos obsesiones como enseñanzas de su experiencia republicana: la primera era su enemistad manifiesta con los comunistas; la segunda era la paz social. En la primera comisión ejecutiva del PSOE, celebrada después de la victoria del 28 de octubre en 1982, tomó la palabra ceremoniosamente y entre sus recomendaciones dijo: “Felipe, controla el orden público, que el país no se desmadre.”</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Seguramente estas recomendaciones no eran necesarias en el caso de Felipe González, pero viene bien recordarlas como contraposición a lo que muchos calificaron de agresiva radicalidad de aquellos primeros años de la Segunda República. En concreto, la que se desató en el ámbito de la enseñanza, que más tarde Ortega y Gasset denunció en uno de sus conocidos discursos críticos con la acción gubernamental de la República.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Nacionalismo catalán y crisis política en España</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La tercera reflexión que me sugiere este libro de José Luis del Hierro es de plena actualidad. El titular podría ser este: El nacionalismo catalán se radicaliza y expresa su proyecto más abiertamente estatalista o independentista en las crisis políticas de España. Dejo también para los historiadores la confirmación de esta tesis, pero me parece sugerente recordar estas fechas de nuestra historia:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">-En 1917, durante la primera huelga general revolucionaria en España, la Liga denuncia la falta de representatividad del régimen de la Restauración y exige la reforma de la Constitución de 1876 para incluir en ella las identidades nacionales. Cambó convoca una asamblea extraoficial de diputados y senadores que el gobierno civil disuelve deteniendo a todos los participantes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">-El 14 de abril de 1931, Francesc Macià, líder de Esquerra, proclama de forma unilateral la república independiente de Cataluña (hablamos del primer día de la República española). El gobierno provisional republicano envía a tres ministros para negociar la solución política, que fue el reconocimiento de la Generalitat y la tramitación urgente del Estatuto de Autonomía, que ya estaba acordado en el Pacto de San Sebastián.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">-El 5 de octubre de 1934, tras conocerse la entrada de la CEDA en el gobierno de Lerroux, las organizaciones socialistas convocan una huelga general que debería convertirse en insurrección revolucionaria. Como bien sabemos, ese intento se materializó solo en Asturias durante quince días y fracasó. Pero conviene recordar que al día siguiente, el 6 de octubre, las autoridades de la Generalitat de Cataluña proclaman “El Estat catalán en la República Federal española”, en un gesto de abierto enfrentamiento al orden constitucional. Companys se rindió al general Batet después de que el gobierno de la República declarase el estado de guerra.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">-En septiembre de 1936, dos meses después de comenzada la Guerra Civil, la tensión entre la Generalitat y el gobierno del Frente Popular estalló por la aprobación unilateral de un Estatuto de Autonomía de Cataluña con medidas y reformas que iban más allá de lo que el gobierno estaba dispuesto a aceptar y de lo que contemplaba el anterior Estatuto de Autonomía aprobado en el año 32.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">-A partir de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el nuevo Estatuto de Autonomía, el descontento nacionalista alcanza su máximo clímax con el procés, iniciado en medio de la crisis social española de 2009-2014, con grandes descontentos por la dureza de las medidas anticrisis, una protesta social enorme, tanto en Barcelona como en Madrid, y la aparición de nuevos partidos políticos en plena decadencia del bipartidismo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">-Por último, podríamos remitirnos a estos días, cuando la inestabilidad española y una investidura compleja ponen al nacionalismo catalán ante su mejor oportunidad política.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Me pregunto si todas estas fechas son pura coincidencia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>La amnistía de 1936 y la de ahora</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Dejo para otros espacios y para otros expertos los aspectos jurídicos y políticos de la amnistía en 2023. No desprecio los argumentos en favor de la distensión social como base del diálogo político futuro en Cataluña. Pero hay un factor que llama mi atención en comparación con otros procesos similares. En concreto, me refiero a la legitimación democrática para adoptar esta decisión que surge de una voluntad expresa del pueblo español. Así ocurrió, por ejemplo, en 1977, cuando la amnistía era una reivindicación previa para construir la nueva democracia española y también en aquella otra ocasión en que se adoptó con la victoria del Frente Popular en febrero de 1936.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Efectivamente, en las elecciones de 1936 la amnistía sobre la revolución de Asturias y la rebelión de la Generalitat estuvo muy presente. Es verdad que eran hechos muy recientes: octubre de 1934 y febrero de 1936, pero en el programa electoral los sucesos de octubre del 34 aparecen en el primer punto, acentuando su carácter emblemático.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ese punto uno comprometía una amplia amnistía, reposición de funcionarios, readmisión de obreros despedidos y reparación a las víctimas de la represión, y afectaba a todos los delitos políticos y sociales cometidos posteriormente a noviembre de 1933. Se trataba pues del punto más simbólico del programa del Frente Popular. Es más, muchos historiadores piensan que fue clave y causa en su victoria electoral.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay que recordar que las penas impuestas por aquellos hechos en los tribunales militares y civiles fueron extraordinarias por su contundencia: en Asturias 1.500 sumarios con más de 3.500 personas procesadas. Veinticuatro penas de muerte, dos de ellas ejecutadas, y todo el gobierno catalán condenado a treinta años de reclusión e inhabilitación absoluta por rebelión. El 21 de febrero de 1936, es decir, cinco días después de la victoria electoral, todos los condenados fueron amnistiados y quedaron en libertad. Se cuenta que la propia Pasionaria se dirigió a la cárcel a liberar presos de la revolución de octubre el mismo domingo electoral por la noche, una vez conocida la victoria en las urnas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay muchas diferencias entre aquellos hechos y los actuales: la base legal es distinta, como lo era la Constitución de entonces y la de ahora; los hechos fueron muy diferentes, especialmente los de Asturias, no tanto los de Cataluña; la represión de entonces fue brutal y la dimensión de las penas nada tiene que ver con las del procés. Pero una en particular merece destacarse. Aquella amnistía estaba legitimada por la voluntad popular porque fue el punto principal de las elecciones de 1936.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Tentaciones revisionistas de nuestro pacto constitucional</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por último quiero hacer una reflexión sobre nuestra Constitución. Decimos con frecuencia que hay que conocer la historia para no repetirla. Yo no sé si sabemos poca historia o sencillamente no extraemos sus consecuencias, pero al repasar la vorágine, las pasiones desatadas y sobre todo el extremismo y la polarización de los acontecimientos en los años de la República, parece que olvidamos pronto.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La raíz de nuestra complejidad política se expresa en esas brechas históricas que marcan nuestra malograda identidad española. Desde principios del siglo XIX España ha sido incapaz de forjar una identidad nacional suficientemente amplia como para abarcar su pluralidad. El inicio, en 1808, de un sentimiento colectivo vertebrador de una incipiente nación fue torpedeado por una historia repetidamente fratricida a lo largo de los dos últimos siglos. Unas élites retardatarias se empeñaron en dar vida a una España uniforme, negadora de su diversidad ideológica y territorial e incapaz de compartir un proyecto colectivo abierto a las transformaciones sociales que se fueron sucediendo en ese tiempo. Más tarde, la Guerra Civil, la represión y una dictadura demasiado trágicas y largas como para olvidar culminaron nuestra división social.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El pacto de 1978 fue casi una refundación de nuestro país. Por eso me preocupan tanto estas tendencias revisionistas de los acuerdos internos que tanta cohesión nos han traído y nos han dado estos últimos 45 años.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una de ellas es la que pretende revisar los efectos de la amnistía de 1977 para exigir responsabilidades al franquismo (torturadores o tribunales militares o responsables políticos) en aplicación, al parecer, de la nueva Ley de Memoria Democrática de la que quizás se puede extraer la conclusión de que los delitos cometidos por el franquismo son imprescriptibles por ser delitos de lesa humanidad. Pero entonces quizá alguien reivindique que otros actos de semejante naturaleza y distinto signo político son también imprescriptibles. En definitiva: se está desnaturalizando el sentido histórico del perdón colectivo que nos dimos en la Ley de Amnistía de 1977.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por cierto, en los mismos días que la fiscalía anunciaba la admisión de la denuncia de un torturado en 1975 en Barcelona, toda España supo que el dirigente histórico de ETA Urruticoechea se atribuía en una entrevista presentada con gran publicidad en el Festival de Cine de San Sebastián responsabilidad en dos asesinatos anteriores a la Ley de Amnistía. He leído artículos apreciando la actitud de la fiscalía, pero un enorme silencio sobre los asesinatos prescritos del dirigente etarra. ¿Son también imprescriptibles?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Me cuesta mucho comprender a aquellos que reclaman la amnistía sobre los hechos de 2017, pero la niegan para hechos ocurridos sesenta o setenta años antes. Extrañas paradojas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Se replantea el modelo de monarquía parlamentaria y se defiende abiertamente la necesidad de incorporar España al modelo republicano.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Se cuestiona abiertamente el Título VIII del modelo autonómico de nuestra Constitución, para reclamar un estado centralizado, o, en sentido contrario, para avanzar hacia la autodeterminación en el camino hacia un Estado confederal, en el que sean las nacionalidades las que puedan separarse de España y no sean los ciudadanos españoles quienes, en su caso, puedan decidirlo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No niego la legitimación de todas esas pretensiones o de otras, porque acepto que nuestra Constitución no persigue las ideas. Pero sí advierto de las consecuencias de este revisionismo sin límites: es una apuesta muy peligrosa, por no decir suicida, para nuestra convivencia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">España está construida sobre costosos consensos y delicados mimbres que articulan nuestra vertebración territorial identitaria y social. Quienes crean que se pueden sustituir las piedras de bóveda de nuestros arcos de convivencia, desconocen la historia y juegan con fuego.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nuevos consensos como aquellos no son posibles de alcanzar en la España actual, desgraciadamente. Me encantaría que fuéramos capaces de revisar algunos aspectos constitucionales para abordar cambios que exigen las transformaciones sociales producidas, el cambio de época histórica que vivimos y especialmente la incorporación a Europa. Pero eso debe hacerse recuperando el mismo espíritu de consenso que presidió nuestra Constitución. Y, evidentemente, no lo tenemos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A veces me pregunto si estas advertencias corresponden a los viejos de una generación, prisioneros de una nostalgia deudora de su protagonismo en otra época y de orgullos legítimos por lo construido. Me pregunto si exageramos nuestros temores porque no conocemos la modernidad y la tolerancia de la nueva sociedad española a estos “avances”. No tengo duda desde luego de que el protagonismo y la responsabilidad en las acciones políticas corresponden a otros, pero reivindico el derecho a exponer libremente mis ideas y en este caso mis reservas, porque temo que podamos acabar llorando sobre la leche derramada.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en Letras Libres, 1 /11/2023</b></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-55910800809098341392023-10-07T12:27:00.007+02:002023-10-07T12:27:34.215+02:00La comunidad política europea.<div style="text-align: justify;">La cumbre celebrada en Granada, la tercera después de Budapest y Moldavia, configura una especie de círculo concéntrico a la Unión Europea, en el que sea posible articular políticas comunes a Europa y a sus países vecinos no miembros, para afrontar retos comunes. Esta idea, surgida de la capacidad propositiva del presidente francés en 4044, ha cobrado fuerza en el marco de otra reflexión, surgida también con gran intensidad, sobre la ampliación de la Unión a nueve países más, entre los que se incluyen los de los Balcanes occidentales, Ucrania, Moldavia y Georgia. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Curiosamente, fue el Brexit lo que impulsó la creación de una alianza supranacional europea para compensar las enormes ausencias que nos creó la marcha de Reino Unido. En el fondo, se buscaban sinergias a una vecindad que nos demanda inexorablemente acuerdos en múltiples planos de nuestra realidad: en el ámbito comercial, en el de las grandes infraestructuras tecnológicas, aéreas y espaciales, en las políticas climáticas, entre otras. Estamos obligados a cooperar y a consensuar políticas públicas en defensa de intereses comunes. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A eso se añaden riesgos estratégicos cada vez más importantes en materia de suministros energéticos, materiales esenciales, cadenas logísticas, incluso combate de catástrofes climáticas o geológicas. Por último, la defensa: Reino Unido es la segunda potencia naval y la tercera potencia militar del mundo y sus contribuciones a la seguridad europea no son solo historia, sino también presente. Que se lo pregunten a los ucranianos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todo ello ha impulsado la creación de esta comunidad política que integra junto a la UE a Reino Unido, Noruega, Suiza y todos los países de la vecindad europea hasta un número cercano al medio centenar. La denominada Comunidad Política Europea tiene también otra misión no explícita, pero de máximo interés. Se trata de una especie de ‘sala de espera’ para los países que están en fase de adhesión a la Unión, pero no cumplen las condiciones democráticas y económicas para poder conseguirlo. De pronto, la ampliación de la UE hasta 58 miembros se ha abierto con un horizonte plausible (2030-2035).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Por qué? Porque la pandemia y la guerra de Rusia han cambiado drásticamente nuestra ubicación geoestratégica. Europa, que ha sido capaz de reaccionar ante estas dos catástrofes con un grado de unidad y de integración inusitadas (vacunas, fondos Next Generation, el instrumento de apoyo al empleo SURE, sanciones a Rusia, solidaridad con Ucrania), ha descubierto sus dependencias e inseguridades en múltiples planos: energía, defensa, relocalizaciones industriales, minerales básicos... lo que se ha dado en llamar la seguridad económica de amplio espectro. A su vez, el riesgo de ser abducido por el duopolio EE UU-China en los planos tecnológicos, militares, comerciales y económicos nos puede privar de un rol en el tablero internacional imprescindible para defender nuestros valores e intereses. Europa necesita hacerse grande, hacerse más fuerte, aumentar su mercado interior, asegurar la estabilidad de su vecindad y convertirse en un tercer polo en el mundo geopolítico que viene. Y eso nos obliga a incorporar a nuestros vecinos, a los que quieren ser europeos, aunque ello haga más compleja y más difícil nuestra gobernanza. Es verdad que se trata de una ampliación difícil, pero si no lo hacemos nosotros, otros ocuparán ese espacio: Rusia en Serbia y China en todos ellos. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En los últimos veinte años, Europa ha digerido la ampliación del Este. Se han dicho y se dicen muchas tonterías sobre la incorporación de estos países, aludiendo a las dificultades que sufrimos para gestionar una unión intergubernamental de 47 Estados. Fue difícil, sí, y lo sigue siendo con las tentaciones iliberales de Hungría y Polonia. Pero ¿alguien cree posible una Europa sin Praga o sin Varsovia o sin los países bálticos? </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La gran ecuación es la ampliación y la integración; es decir, avanzar en dos direcciones que objetivamente se contraponen, porque ocultar que la gobernanza de una Unión a 58 es más difícil que a 47 es cerrar los ojos para negar la luz. La Unión de hoy necesita ya reformas para mejorar su funcionamiento. Sustituir la unanimidad por mayorías reforzadas, facilitar la gobernanza económica completando la unión bancaria y la de capitales o avanzar en la unidad monetaria incorporando al euro a los seis países que lo tienen comprometido, excepto Dinamarca, son algunos ejemplos de pasos necesarios que tendremos que abordar antes de la ampliación. Es más, la ampliación demandará otros no menos importantes: reducir las carteras de la Comisión, aumentar los poderes del Parlamento sin incrementar su composición, flexibilizar algunas condiciones de entrada, establecer mecanismos de control democrático más fuertes, entre otros. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Enormes retos, es verdad, pero quedarnos quietos es condenarnos a la irrelevancia y a las dependencias de otros, y eso en el siglo XXI es condenarnos a dejar a nuestros hijos un parque temático en vez de un país para vivir.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en El Correo y Diario Vasco, 7-10-2023</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-54247259777783988772023-09-02T12:26:00.002+02:002023-09-03T14:08:49.616+02:00Podemos decir "no".<div style="text-align: justify;">Todo parece indicar que solo habrá Gobierno si el PSOE y los nacionalistas se ponen de acuerdo en que lo haya y en el programa que lo sostenga. El PP no conseguirá la abstención de ninguna de las fuerzas nacionalistas y su fracaso en la investidura será el colofón de su fracaso electoral. Apostó por sumar con Vox como único aliado y se equivocó, perdiendo cualquier posibilidad de diálogo con el resto de fuerzas del arco parlamentario. Lo ha hecho fatal y su líder es el principal responsable. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A pesar de que Junts y ERC han perdido siete escaños y solo suman 14 de los 48 diputados elegidos en Cataluña, tienen más poder negociador que nunca. Ellos cuentan con la llave de la gobernabilidad de España, un Estado que quieren abandonar. La suma de votantes no nacionalistas en Cataluña dobla la suma de votantes de Junts y ERC, pero la agenda de la negociación será la que imponga esa minoría. Se dice que se trata de una coalición progresista, pero no se habla de vivienda, o de empleo o de protección social, sino de amnistía y autodeterminación. Son solo algunas de las muchas paradojas a las que nos ha condenado este tablero maldito surgido del 23 -J.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay quienes ven en un nuevo Gobierno PSOE-Sumar, con apoyo de los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos, una enmienda al régimen surgido del 78 y, con ella, la oportunidad de construir una especie de pacto plurinacional superador del Estado autonómico, en el que el reconocimiento de esas naciones lleve aparejado un derecho a decidir en determinadas circunstancias y condiciones. Se trataría de cambiar la naturaleza federal de nuestro modelo autonómico, tal como lo concibe el título VIII de la Constitución, por un modelo confederal en el que la pertenencia al Estado se sostiene en la voluntariedad previa de esas naciones. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es fácil prever la coincidencia de todos los grupos nacionalistas en esa pretensión, aunque su materialización se posponga o se condicione en el tiempo. Bastaría reconocer el eufemístico derecho a decidir en base a una consulta jurídicamente no vinculante –cuyo poder político sería insoslayable– o simplemente considerar legal todo lo producido en el ‘procés’ catalán, incluido el referéndum convocado en su día. También es previsible que Sumar avance en esa dirección, conocida la posición de los comunes en Cataluña , dada su influencia en esa coalición y vistas las prisas de la señora Yolanda Díaz por materializar cuanto antes y al precio que sea un nuevo Gobierno de coalición PSOE-Sumar. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La inteligente calma de Bildu en este escenario es suficientemente indicativa de su coincidencia con este planteamiento. Todos sabemos que ese derecho de autodeterminación encubierto responde a su reivindicación histórica y ellos saben bien que no conviene recordar en estos momentos que otros mataron por eso. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La propuesta del PNV y de Urkullu sobre un nuevo «estatus», aunque más suave en las formas, tampoco se distancia mucho de esta filosofía confederal. La «unión voluntaria» o la «bilateralidad efectiva» y la «capacidad de decidir pactada» responden a un modelo de Estado en el que quienes deciden su desintegración son los ciudadanos de sus nacionalidades, no los del conjunto del país.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Yo creo que el diálogo con los nacionalistas es necesario. También creo que el Estado autonómico necesita desarrollo y reformas, incluso constitucionales. Pero creo que el PSOE no puede negociar sobre la agenda soberanista de la autodeterminación o sobre reformas confederales de nuestro modelo autonómico, a riesgo de producir un quebranto nacional irreversible y a riesgo de fracturar seriamente nuestra cohesión interna. La pretensión de la consulta autodeterminista esconde una espada de Damocles letal sobre la unidad de nuestro país. Los nacionalistas la necesitan para alimentar y estimular su proyecto independentista ofreciendo a sus electores ese horizonte político. Ahora no cabe, lo saben, pero esperarán el momento adecuado para intentarlo. Por eso reiteran: «Ho tornarem a fer».</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Podemos y debemos ofrecer un marco de diálogo en el desarrollo de nuestro Estado compuesto. Hay márgenes para mejorar el autogobierno, para negociar la financiación, para hacer compartida la gobernación con las comunidades autónomas en España y Europa, para reformar los estatutos, incluso para reformar la Constitución en sentido federal. Hay que intentar integrar al PP en esa tarea porque gobierna muchas comunidades autónomas, porque su contribución es necesaria en estas reformas y porque el propio Partido Popular necesitará recuperar el diálogo con los nacionalistas si quiere gobernar España. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esa debe ser nuestra agenda. Si la minoría nacionalista exige lo imposible, digamos ‘no’. Un PSOE que se mantenga firme en la defensa de la España autonómica y constitucional no debe temer la repetición electoral. Muy al contrario, el desenlace de los próximos meses bajo este escenario reforzará nuestras opciones y nuestra vocación de mayoría.</div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en El Correo, 3/09/2023</b></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-88549257577502106932023-07-19T12:02:00.008+02:002023-07-20T13:08:12.177+02:00¿Valores comunes entre América Latina y Europa?<div style="text-align: justify;">Intencionadamente coloco los interrogantes sobre una afirmación común en nuestras conversaciones sobre las relaciones entre América Latina y Europa. Casi un lugar común. Lo hago porque las coincidencias en valores no son suficientes para obtener convergencias estratégicas y geopolíticas en un mundo cada vez más adverso y complejo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No basta con tener una misma concepción de la libertad, del Estado de derecho, de la dignidad humana o de la protección social para construir alianzas sobre temas en los que el interés nacional supera esas coincidencias. No basta aspirar a un mismo orden internacional, a unas mismas organizaciones supranacionales para la gobernanza de la globalización, si previamente no se negocia y se dialoga sobre los conflictos que atraviesan el tablero multinacional.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Viene esto a cuento de la retórica con que Europa –y España desde luego– enfoca mu- chas veces nuestras relaciones con América Latina, sin comprender que desde el otro lado del Atlántico, sus intereses y sus posiciones geopolíticas responden a razones propias y a objetivos que, a veces, no compartimos, no comprendemos o, peor, desconocemos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><div style="text-align: justify;">Voces europeas se enfadan, por ejemplo, ante algunas abstenciones latinoamericanas en la resolución de condena a Rusia por su invasión a Ucrania en Naciones Unidas, sin haber hecho previamente nada, ni dialogado con nadie antes de esas votaciones. Las posiciones comunes en las mesas globales tienen que ser negociadas previamente con los países amigos con quienes compartimos “valores comunes”. Tenemos que ser conscientes de que el Sur Global no acepta ubicarse en nuestro bloque occidental, frente al otro polo, porque las relaciones económicas y comerciales de muchos de ellos dependen más de China que de Estados Unidos. Tenemos que ser conscientes que hay un ”virus anticolonial” que circula en determinados discursos políticos de la América Latina actual y que eso requiere delicadas aproximaciones culturales y políticas. Tenemos que ser conscientes de que China y Rusia utilizan determinados países de América Latina para moverse hábilmente en su influencia geopolítica en la región.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Estuve a finales de abril en el Parlamento Europeo para explicar a la Comisión de Comercio Internacional la importancia de los acuerdos UE-LATAM y, en especial, para recordarle la enorme trascendencia de los futuros acuerdos con México y Mercosur. Les dije muy claramente que Europa ha perdido presencia económica y política en América Latina, que China aumenta exponencialmente su comercio e inversiones allí y que nuestros rivales geopolíticos, Rusia y China, influyen cada vez más en ese tablero. Les dije que hay algo peor que el hecho de que la señal de América Latina no se vea en el radar de la política exterior europea, y es que América Latina también deje de emitir señales hacia nosotros y dirija sus miradas hacia el Pacífico. Les dije que si no firmamos con Mercosur, Brasil y Uruguay lo harán con China individualmente. Les dije que se olvidaran de liderar la transición ecológica si todo el litio del triángulo bendecido por este nuevo mineral (Chile, Bolivia y Argentina) acaba en manos del líder mundial de baterías (China). Les dije que no es posible expandir en el mundo nuestro modelo regulatorio ético de la digitalización si nuestras compañías no desarrollan la transformación digital en América.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todo parece indicar que hay conciencia europea de todas estas grandes transformaciones de nuestro mundo y de la importancia de América Latina para Europa ante un mundo tan hostil a nuestros intereses. Es muy difícil encontrar en el mundo un espacio geopolítico más afín a Europa que el latinoamericano. De hecho, la Comisión está trabajando seriamente en la preparación de las Cumbres que tendrán lugar a lo largo del semestre de Presidencia española de la UE: la Cumbre empresarial y la Cumbre UE- Celac (julio, Bruselas) y la Cumbre de ministros de Economía (septiembre, Santiago de Compostela).</div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Como resumen, estos podrían ser tres importantes logros en estos meses trascendentales para nuestras relaciones con América Latina:Celebrar la Cumbre empresarial y la Cumbre política de Jefes de Estado y de Gobierno UE-CELAC con la más alta participación y con resoluciones concretas de avances, como base de una recuperación política para nuestra alianza estratégica.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Elaborar un plan de inversiones en infraestructuras físicas y tecnológicas para América Latina que permita a Europa recuperar presencia e influencia económica en la región a través del Plan Global Gateway. Es importantísimo que dotemos a este plan de apoyo financiero para que nuestras grandes empresas puedan ganar los grandes concursos públicos en materia digital y ecológica.</div><div style="text-align: justify;">Aprobar los acuerdos comerciales y de inversión con México y Mercosur como base de una recuperación sólida de nuestras relaciones económicas con la región. Ambos representan dos tercios de la economía de toda América Latina.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Para conseguirlo, hay que moverse bien y gestionar las relaciones con América Latina no sobre la base retórica de nuestra convergencia en valores sino sobre intereses concretos y apuestas comprometidas de inversión y comercio europeo en América Latina.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Revista UNO, Julio 2023</b></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-72728217470341988452023-07-18T11:11:00.010+02:002023-07-20T13:07:41.550+02:00América Latina, ¿a quién le importa?<div style="text-align: justify;">Nos importa a nosotros, por supuesto. Hay seis millones de europeos viviendo en América Latina y cerca de siete millones de latinoamericanos viviendo en Europa. Esa formidable conexión humana reclama políticas públicas en múltiples ámbitos, por ejemplo, en materia de visados. Si tuviéramos una política de inmigración digna de ese nombre, estaríamos organizando nuestros consulados allí para traer una inmigración que necesitamos como el respirar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nos importa porque somos el primer inversor en América Latina y miles de empresas europeas tienen intereses económicos allí. Es un mercado mucho más próximo que otros más cercanos geográficamente, porque nuestra capacidad de comunicación y entendimiento y sus necesidades de desarrollo económico lo hacen muy compatible y accesible.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nos importa porque la geopolítica tras la pandemia y la guerra ha convertido América Latina en un continente necesario para proveernos de energía, recursos naturales básicos, para la transición ecológica y para una cadena de subcontratación fiable y segura.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nos importa porque Europa necesita aumentar su peso internacional y su influencia en múltiples asuntos de vital importancia para nuestra concepción del mundo y para nuestros valores (comercio internacional, gobernanza económica, fiscalidad, derechos humanos, cambio climático…) y solo América Latina nos ofrece una convergencia democrática y social que genere mutuas sinergias de fortaleza internacional.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><div style="text-align: justify;">Esta es una manera casi telegráfica y algo simple de explicar nuestros vínculos y de elevar así nuestra voz en defensa de una alianza estratégica, iniciada a finales del siglo pasado, pero declinante desde 2015 y hoy seriamente amenazada por la presencia económica china y el juego geopolítico ruso en determinados países de la región. Es también una mirada europea, unilateral, interesada, que provoca desdén o indiferencia en muchos de nuestros interlocutores. De hecho, lo primero que hay que hacer si pretendemos establecer un nuevo tiempo, un impulso fuerte a nuestras relaciones con América Latina y el Caribe, es ponernos en su lugar y conocer y comprender sus respectivos intereses en esta alianza. Es verdad que no son únicos ni coincidentes en una asociación como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que agrupa 33 países de América Latina y el Caribe, con economías, sociedades y sistemas políticos muy diferentes, pero nos sirve para recuperar un diálogo perdido y afrontar un futuro compartido.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un diálogo peligrosamente perdido porque desde 2015 no se celebraban estas cumbres que se pensaron bianuales y que la fractura regional generada por la creación del grupo de Lima, en contra del régimen dictatorial de Nicolás Maduro en Venezuela, obligó a suspender en 2017. Es mucho más fácil suspender una reunión internacional que reanudarla. Así, hemos tenido que esperar hasta julio de 2023, cuando, a iniciativa del gobierno español que preside el Consejo de la Unión Europea desde el 1 de julio, y con la complicidad y colaboración del alto representante, Josep Borrell, y el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), se ha convocado una cumbre importante en todos los sentidos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div></div><div><div style="text-align: justify;">Importante, primero, porque su simple celebración ya constituye un éxito, dados los años transcurridos en suspenso. Segundo, porque se celebra en Bruselas, en una inequívoca señal de que América Latina importa a Europa y de que no se trata de una cuestión ibérica o, como mucho, de interés solo del sur de Europa. Tercero, porque la narrativa del encuentro conecta con argumentos políticos sentidos a ambos lados del Atlántico. El momento geopolítico que vivimos es particularmente agitado y resulta necesario ubicarse en escenarios relativamente hostiles, tanto para la UE como para América Latina.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero nada está escrito sobre la cumbre, menos aún sobre la instauración de un tiempo nuevo en la alianza (este artículo se ha escrito en los prolegómenos de la cumbre). De hecho, más allá de las fotos, de los comunicados, resoluciones y declaraciones oficiales, lo importante empieza luego. Si la cumbre instaura bases sólidas para que esta alianza sea verdaderamente estratégica, si se recupera la confianza mutua y si los proyectos conjuntos de acciones futuras se diseñan y se comprometen seriamente, todo eso determinará el éxito de la cumbre.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Obstáculos a superar</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Antes tenemos que vencer muchas dificultades que están en el camino y de las que hablamos poco o nada. No podemos olvidar, por ejemplo, que acabamos de celebrar la cumbre de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) en República Dominicana (24 y 25 de marzo de 2023) y su impacto mediático ha sido mínimo, tanto aquí como, sobre todo, allí. El hecho de que la Cumbre Iberoamericana no despierte interés político es una muestra, un indicio más de que nuestras relaciones políticas y económicas han decaído. Hubo cosas peores en aquella cumbre: el desprecio de México es preocupante; Brasil acompaña fríamente esta organización; los enfrentamientos internos en la región son ostensibles y los acuerdos y declaraciones conjuntas se diluyen en la necesaria unanimidad. Repensar las cumbres y las funciones de la SEGIB parece necesario y, en ese sentido, todos sabemos que a España, junto a la secretaria general, les corresponde la principal responsabilidad para hacerlo posible.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nuestro diálogo político con América Latina tiene que recuperar y reforzar nuestra visión democrática común del mundo. A veces percibimos señales hostiles sobre nuestro pasado y eso debiera exigirnos un ejercicio autocrítico de conciliación. La interpretación del presente y de sus conflictos también nos obliga a dialogar más para obtener coincidencias en las mesas de la gobernanza global. Hay que aumentar nuestra participación y protagonismo en la resolución de problemas políticos enquistados que influyen poderosa y negativamente en la región (Cuba y Venezuela en especial).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Salvando las excepciones de todos conocidas, el conjunto de la región pertenece, sin ninguna duda, al universo democrático. Las convicciones de sus poblaciones son profundamente democráticas, creen en ese modelo de organización política y nada ni nadie les moverá de esas coordenadas. Pero, a veces, sus posicionamientos geopolíticos no son comprendidos por Europa, lo que hace preciso entender que tienen intereses y demandas concretas que no nos pueden resultar ajenas. Quieren vernos junto a ellos en las demandas de financiación en los organismos internacionales; quieren nuestro apoyo cuando reclaman un mayor peso en Naciones Unidas; quieren compensaciones financieras del mundo desarrollado para renunciar a emisiones de CO2; quieren ser escuchados antes de que en Europa les exijamos condenas o alianzas. No podemos pretender amistad y lealtad desde América Latina si previamente no construimos juntos escenarios de compromisos mutuos y si no recorremos juntos los mismos caminos en los escenarios internacionales.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Este razonamiento resulta oportuno después de las diferencias observadas en el análisis y en las posiciones adoptadas por los diferentes países latinoamericanos ante la invasión rusa de Ucrania. Son muy comprensibles las muestras de rechazo europeo a las abstenciones a la hora de condenar la invasión por parte de algunos países de América Latina. Es evidente el disgusto en muchas cancillerías de la UE por la negativa de algunos países de la región a imponer sanciones a Rusia, y por sus insolidarios e incomprensibles rechazos a la ayuda militar europea a Ucrania. Son una muestra más de que nuestros llamamientos a la convergencia de valores, de principios democráticos y de orden internacional multilateral son retóricos si antes no adaptamos las supuestas coincidencias a los problemas concretos, si no construimos previamente una red de intereses comunes en dichos escenarios.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Europa no es consciente de que estos últimos 10 o 15 años han ocurrido muchas cosas en América Latina y que otros grandes actores han movido el tablero geopolítico de la región, creando dependencias económicas y políticas más fuertes que nuestras viejas convergencias. Baste recordar a estos efectos que China es el principal socio comercial de la región y que la mayoría de las exportaciones e importaciones de muchos países latinoamericanos dependen de esta relación. No es tampoco sorpresa para nadie que Rusia es el actor antagónico a Estados Unidos en las tres autocracias americanas (Cuba, Nicaragua y Venezuela). Por último, no olvidemos la diplomacia sanitaria que desplegaron China y Rusia con sus vacunas durante la pandemia, adelantándose a Europa y a EEUU con un suministro masivo en los momentos más angustiosos del Covid-19.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero una de las primeras dificultades a superar radica en la misma Europa. “América Latina no está en el radar de la política exterior europea”, dijo Borrell al comienzo de su mandato en el SEAE. Fue una afirmación tan valiente como cierta. Las dificultades internas de la CELAC y la falta de unidad de América Latina fueron respondidas desde Europa con un creciente desinterés. El Este concentraba todas las miradas de la Europa central y báltica, y África y Oriente Próximo atraían todas nuestras atenciones más perentorias. América Latina quedaba lejos, sus vaivenes políticos no se entendían y su estancamiento económico a partir de 2014 no ofrecía ningún estímulo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">He sufrido esta apatía europea durante los años en que presidí la Asamblea Parlamentaria Eurolat (2015-19) y he comprobado una y otra vez la dificultad de comprometer a los eurodiputados de otros países en esta relación. La pandemia y la guerra en Ucrania no han hecho más que aumentar estas tendencias. La pandemia reforzó nuestra mirada interior y la guerra nos ha girado definitivamente hacia el Este.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pero, de pronto, sobre este escenario de frialdad y distancia comienza a construirse un relato alternativo que pone sobre la mesa las múltiples razones que explican el nuevo impulso a esta alianza. El gobierno de España, al convocar la cumbre al comienzo de su mandato europeo, ha puesto fecha y punto de salida a este movimiento que el SEAE lleva tiempo promoviendo. De hecho, es destacable la comunicación de la Comisión Europea, fijando “Nueva Agenda para las relaciones entre la UE y América Latina y el Caribe”, aprobada el 7 de junio.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Lo mismo ocurre con las propuestas de colaboración económica y tecnológica. Tienen que ser explicadas sobre la base de mutuos beneficios. No podemos interesarnos por el litio del triángulo bendecido por esas salinas (Chile, Bolivia y Argentina) si nuestra oferta de explotación y venta a Europa no va acompañada de las transferencias tecnológicas necesarias para que esos países sean autónomos en la explotación o para que sean capaces de producir las baterías eléctricas consecuentes y añadan valor a sus recursos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por injusto que pueda parecer, los esfuerzos europeos por dar contenido a la cumbre UE-CELAC y establecer un marco de colaboración económica con las grandes infraestructuras físicas y tecnológicas que América Latina necesita encuentran en la región una inmerecida frialdad. La vicepresidenta de la Comisión Europea, Margrethe Vestager, presentó en marzo la Alianza Digital Europea en Colombia, en el palacio presidencial de Nariño. Pero el presidente, Gustavo Petro, ni siquiera la saludó. Una oferta ambiciosa para establecer un marco regulatorio semejante entre la UE y América Latina sobre la digitalización y para desarrollar conjuntamente los múltiples desafíos en esa disrupción tecnológica corre el riesgo de ser desbordada por la agresividad china y la de sus compañías en la implantación de su tecnología. Nos jugamos mucho en esto y preocupa que nuestra coincidencia en valores y modelos éticos para el desarrollo digital queden marginados ante la potencia de los dos modelos alternativos: EEUU y sus plataformas privadas, y China y su control estatal.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De la misma manera, Europa debería acompañar sus inversiones y su implantación económica en América Latina de la calidad sociolaboral y medioambiental de nuestras empresas aquí en Europa. Una próxima legislación europea sobre “diligencia debida” de las multinacionales europeas fijará estándares en materias sensibles a las preocupaciones sociales de los latinoamericanos: derechos humanos, regulación laboral e internacional acorde a Organización Internacional del Trabajo (OIT), altas exigencias medioambientales, etcétera. Esta cultura empresarial de responsabilidad social es un plano muy favorable a nuestra presencia económica en América Latina que deberíamos explotar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La iniciativa Global Gateway que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha estado explicando y ofreciendo en su importante visita previa a la cumbre (Brasil, Argentina, Chile y México) no puede limitarse a una lista de proyectos de grandes infraestructuras físicas y tecnológicas necesarias en la región. Debe ir acompañada de mecanismos financieros para favorecer su realización ante la ausencia de margen fiscal de la mayoría de los países. Y, sobre todo, debe ser planteada mediante grandes alianzas público-privadas con los diferentes países, lo que permitirá a sus gobernantes establecer las condiciones adecuadas en las que se realizarán dichos proyectos, en busca de la debida protección de los intereses públicos nacionales.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Algunas propuestas</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una vez constatadas, por una parte, la voluntad de imprimir un fuerte impulso a la alianza entre la UE y América Latina y hacer de ella una auténtica alianza estratégica; y, por otra, las dificultades a las que nos enfrentamos, tanto los europeos internamente como los países latinoamericanos por sus nuevas dependencias e influencias, toca ser pragmáticos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La cumbre pasará y lo hará con cierto sabor de victoria y de nuevo tiempo. También pasará la presidencia española, incluso la vicepresidencia de la Comisión hoy en manos de una referencia española de especial significado para esta ecuación como lo es Borrell. En los próximos meses, que sucederán al 17 y 18 de julio de 2023, Europa seguirá concentrada en su guerra en Ucrania, en sus grandes y graves asuntos internos: desde la renovación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento a la Estrategia de Seguridad Económica; desde la reforma del mercado eléctrico a la autonomía estratégica; desde la ampliación a los Balcanes al Pacto Verde Europeo… Mil demandas y exigencias para avanzar en un escenario geopolítico adverso y difícil.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A su vez, América Latina afrontará un escenario macroeconómico de contracción (1% de crecimiento en 2024), culminando una nueva década perdida, en un clima de fuertes tensiones sociales porque la debilidad de sus Estados no puede responder a las justas y fuertes demandas de sus nuevas clases medias, en un clima de gran inestabilidad política, frecuentes polarizaciones, no exentas de peligrosos populismos, e inmersas en una fragmentación regional histórica y profunda que no se resolverá a corto plazo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Corremos el riesgo de no encontrarnos, de no cruzar el puente de nuestras distancias y de no convertir en confianza nuestras diferencias. Hay riesgo de que no superemos nuestras objetivas circunstancias internas y de que no alcancemos un clima de diálogo y escucha para abordar juntos el futuro. Aunque todos coincidamos en la narrativa que explica la necesidad imperiosa de nuestra suma en el tablero internacional, no será fácil superar las importantes diferencias políticas y, en ocasiones, los intereses antagónicos en determinados temas. Hay, objetivamente, mucho trabajo por delante.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por eso, la cumbre debería servir para fijar unos mínimos en el procedimiento para construir juntos un nuevo futuro para ambas partes. La cumbre no puede ser sino un comienzo, un reencuentro, un diagnóstico común del mundo que viene y una voluntad firme de afrontar esos retos sobre una alianza política y económica de amistad y lealtad. Habrá fotos, más o menos ausencias, declaraciones, resoluciones… pero lo importante será que sigamos viéndonos, hablando, escuchando, pactando, planificando acciones conjuntas ante retos enormes y necesidades apremiantes para ambos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por ello, me atrevo a señalar algunos mecanismos pragmáticos, en diferentes ámbitos, que pueden ayudarnos a dar continuidad a la cumbre y a la alianza:</div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Primero</b>. Reafirmar el carácter bianual de las cumbres, estableciendo la sede de la próxima reunión UE-CELAC. Además, celebrar una reunión anual intermedia de ministros de Asuntos Exteriores. Crear, a su vez, un órgano permanente de seguimiento y de relación entre los jefes de Estado y de gobierno que se encargue de coordinar las posiciones comunes ante los múltiples acontecimientos de la actualidad y que pueda mantener contactos para resolver y proponer asuntos comunes. La representación europea está coordinada por la Comisión y el SEAE, pero sería conveniente que la coordinación de América Latina y el Caribe se delegara a portavoces subregionales para hacer más ágil y efectiva esta relación y este órgano permanente. Un buen comienzo para dicho órgano sería que pusiera en marcha un trabajo de aproximación y coordinación de posiciones ante las instituciones financieras internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, organismos multilaterales de desarrollo), ante las mesas de la gobernanza global del G20 (especialmente con Argentina, Brasil y México) o ante órganos internacionales de comercio internacional, fiscalidad internacional o acuerdos climáticos, entre otros.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Segundo</b>. Establecer un consejo económico y tecnológico entre América Latina y el Caribe y la UE para pilotar la alianza en tres grandes materias: la transición verde, la alianza digital y la política industrial común. El volumen de decisiones al que nos enfrentamos en estas tres materias es tan grande y está tan lleno de contradicciones e interdependencias que solo bajo una supervisión y monitoreo común podremos realmente avanzar y hacer compatibles los intereses recíprocos. América Latina quiere de Europa el acceso a sus mercados, inversión y transferencia de tecnología. La UE ve a América Latina como un socio en cooperación económica, comercial y producción, y como fuente de recursos y espacio de producción energética renovable. Combinar estas mutuas y legítimas aspiraciones es primordial.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Asimismo, que la UE y América Latina puedan coordinar sus estrategias de descarbonización y lucha contra el cambio climático abriría un campo enorme a la colaboración y a la inversión europea en estas materias. La coordinación regulatoria de este proceso también es clave. Algo parecido se obtiene de la oferta de Alianza Digital que ha hecho Europa a América Latina, que afecta a múltiples planos de la transición digital: conectividad, infraestructuras o regulación, entre otros, lo que nos permitiría proponer una tercera vía frente a los modelos estadounidense y chino en esta materia tan sensible y determinante.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Para terminar, los cambios geopolíticos comerciales y tecnológicos producidos en los últimos años nos están enfrentando a múltiples retos que hemos resumido en la enigmática “autonomía estratégica”, que lo condiciona y determina casi todo. Ante esos nuevos escenarios, Europa y América Latina deben abordar juntos los retos comunes. Nuestra demanda de seguridad en múltiples planos nos conecta con América Latina en asuntos y materias esenciales. La seguridad energética, la cooperación en energías renovables, los minerales esenciales, la seguridad alimentaria, la integración de las cadenas de suministro… Todo ello nos exige una cooperación estrecha.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La cooperación en estos tres grandes campos de acción económica, tecnológica y ecológica no se resuelve mediante la iniciativa privada ni elaborando una simple agenda de inversiones. Ambas cosas son necesarias, pero sometidas a una planificación política común. De ahí la utilidad del consejo económico y tecnológico, uno que se tomara en serio nuestra cooperación económica en estos campos sobre la base de un soporte institucional común para programar, negociar, planificar y facilitar la ejecución de múltiples iniciativas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Tercero</b>. La relación UE-CELAC no debería ser incompatible con una participación creciente de la UE en las alianzas subregionales de América Latina. La Alianza del Pacífico, UNASUR, SICA… Aunque todas son organizaciones muy primarias en su integración, pueden ser plataformas de colaboración interesantes, pues conectan y armonizan intereses de un grupo de países más próximos coincidentes, en busca de una relación más eficaz. Una combinación flexible de acuerdos birregionales con actores bilaterales debiera ser también posible.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Cuarto</b>. Los acuerdos de asociación y comercio con Chile, México y Mercosur deberían recibir un empujón definitivo en este semestre a partir de la cumbre. Chile y su acuerdo de modernizar y traer al siglo XXI el viejo acuerdo de 2000 debería ser ratificado en sede parlamentaria. Igual con México, para que sea aprobado por el Consejo y por las autoridades mexicanas. Y en el caso de Mercosur, para que sean definitivamente superadas las reticencias y las dudas surgidas sobre un texto en su día aprobado en la fase negociadora.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Quinto</b>. La UE debería, por último, plantearse seriamente una política de inmigración con América Latina. Este es hoy uno de los problemas humanitarios más graves en la región. Millones de jóvenes de Cuba, Centroamérica o Venezuela atraviesan mares, selvas y fronteras con graves riesgos para sus vidas y generando problemas sociales en países fronterizos. Abrir nuestros consulados para atraer a Europa de manera segura y regular a estos emigrantes sería una extraordinaria iniciativa con muy buena acogida en América, incluyendo EEUU. Para ello, hace falta un acuerdo interior en la UE que, por desgracia, no tenemos, pero esta es una de esas cosas raras en las que todos ganamos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Punto de partida</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En definitiva, la cumbre UE-CELAC debería ser la gran oportunidad de establecer una verdadera alianza entre Europa y América Latina. Verdadera porque respire confianza, aunque no exenta de diferencias, para abordar juntos un mundo que nos ha colocado en espacios marginales o demasiado dependientes. Somos Occidente, claro, pero no todos los intereses y estrategias de EEUU son los nuestros. Nuestra defensa de un modelo de vida basado en la dignidad del ser humano y en los derechos humanos, de un marco democrático basado en el Estado social y de Derecho y de un orden multilateral basado en el Derecho Internacional, en la paz y en el desarrollo sostenible nos compromete con Occidente, pero debemos hacerlo conjugando nuestros intereses recíprocos en un marco que supere la bilateralidad que plantean EEUU y China. Esa es la gran tarea de esta alianza.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La cumbre debe ser el punto de partida de ese intento, forjando instrumentos que hagan real y eficaz una alianza que nos proporcione a ambos un lugar en el mundo y nos garantice la prosperidad para nuestros pueblos.</div></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en Política Exterior, 18/07/2023</b></div><div><div style="text-align: justify;"><br /></div></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-6646193200990312452023-07-11T12:06:00.003+02:002023-07-20T13:06:38.010+02:00Sin seguridad no hay democracia.<p style="text-align: justify;">"O plata o plomo" En esta frase lapidaria se concentra el dilema mortal con el que operan las mafias del narcotráfico. Lo hemos visto o leído en cientos de películas y libros que nos han relatado hasta la saciedad múltiples escenas de esa tragedia que vemos lejana y ajena. No debiéramos situarla tan lejos. El comercio de las drogas y las organizaciones criminales que lo gestionan se están expandiendo por el mundo entero, también aquí en Europa, representa un peligro mortal para las democracias latinoamericanas y destruye la vida de millones de sus ciudadanos.</p><p style="text-align: justify;">Latinoamérica, esa realidad tan próxima para muchos de nosotros que cooperamos con tantos pueblos fraternos, se desangra en la violencia del 'narco' y en la de las bandas juveniles.Unas y otras se apoderan de ciudades y pueblos estableciendo una ley salvaje ante la ausencia del Estado. Millones de salvadoreños, hondureños, guatemaltecos huyen hacia Estados Unidos, expulsados por esa combinación fatal de ausencia de expectativa laboral y de violencia mortal. Se unen así a otros millones de refugiados que vienen de Haití, de Cuba, de Venezuela... en la misma búsqueda: trabajar y vivir en paz.</p><p style="text-align: justify;">No es preciso describir con más detalle este drama. Solo recordar algunos datos: cuarenta y tres de las cincuenta urbes más violentas del mundo están en América Latina. Cerca de cien homicidios por cada 100.000 habitantes es la escalofriante estadística que señala a algunas de sus ciudades. El periodismo libre está herido de muerte por las amenazas de los traficantes. Algunos países tienen penetrados por el tráfico de drogas sus sistemas políticos y judiciales. Esta actividad ha superado las líneas clásicas de producción y transporte (Colombia hacia EE UU) y hoy está presente en Venezuela , Ecuador, Chile y hasta Argentina. El 80% del territorio mexicano está afectado por problemas de seguridad personal o familiar. La extorsión y el crimen alcanzan a toda su población: empresarios, comerciantes, jóvenes, niños... La frontera de Estados Unidos con México tiene aproximadamente 3.000 kilómetros y en el lado estadounidense hay 9.000 armerías; es decir, tres por cada kilómetro. Deduzcan ustedes a quién venden su mortífera mercancía.</p><p style="text-align: justify;">Dos reflexiones nos afectan. La primera tiene que ver con la respuesta de la comunidad internacional al problema del narcotráfico. No hay respuesta. Solo perplejidad, impotencia, desinterés. Todos conocemos el diagnóstico del problema pero nadie se atreve a plantear caminos alternativos a una situación que se extiende peligrosamente hacia los confines 'occidentales' del mundo.</p><p style="text-align: justify;">Una salida fácil y un poco demagógica propone la legalización, pero todos sabemos los riesgos comunitarios y de salud pública que eso supone , además de la imposibilidad material para un acuerdo universal de esa naturaleza. Pero de alguna manera habría que intentar controlar y regular la producción y el consumo desde autoridades públicas delegadas por Naciones Unidas o por alguna organización creada al efecto por la comunidad internacional. Quitarles el negocio a las bandas criminales es fundamental y eso es lo que persiguen todas las iniciativas que se están planteando en este vidrioso y complejo tema. Una veintena de expresidentes latinoamericanos presentó ante la comisión global de política de drogas de Naciones Unidas su informe anual 2022, reclamando precisamente «un camino hacia una regulación justa». En dicho informe se constata el fracaso de la guerra contra las drogas, que aumenta los cultivos de coca cada año y tiene cada vez más altos costes económicos, humanos y democráticos.</p><p style="text-align: justify;">El otro gran debate, no menos complejo que el anterior, es el que nos ha planteado a todos la respuesta de Bukele, el presidente de El Salvador, frente a la violencia juvenil de las bandas en su país. Su apuesta de seguridad, que se carga de un plumazo todo el garantismo penal y procesal, todos los derechos ciudadanos frente a los abusos del Estado, ha producido unos efectos extraordinarios. En poco menos de un año, esta suspensión general de garantías ha hecho bajar la tasa de 108 homicidios por cada 100.000 habitantes a 2,1. Llevan doscientos días con cero homicidios. Hace dos años, había 40.000 presos. Hoy hay 95.000. La popularidad de Bukele roza el 90%. Honduras, con un Gobierno de izquierdas, anuncia una acción semejante. En toda América Latina el fenómeno Bukele genera peligrosas imitaciones.</p><p style="text-align: justify;">No me cabe duda de que esta respuesta es inadmisible desde una perspectiva democrática. Creo, además, que su éxito es provisional y efímero. No podrá retener a esa enorme masa juvenil encerrada eternamente. La cárcel no les sanará, sino al contrario.</p><p style="text-align: justify;">Finalmente, es el Estado el que tiene que proporcionar seguridad y libertad y esa ecuación exige soluciones más sostenibles, más equilibradas y con una perspectiva socioeconómica que genere cohesión social y bienestar. Esta es la gran demanda de las nuevas clases sociales (jóvenes formados) latinoamericanas y la gran asignatura pendiente de sus Estados.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p><b>El Correo, 11/07/2023</b></p>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-3252875630240509302023-06-12T09:46:00.006+02:002023-06-12T09:46:54.469+02:00Bildu y el voto nacionalista.<div style="text-align: justify;">El éxito electoral de Bildu el 28-M merece algunas reflexiones. De entrada, es preciso destacar que de todos los partidos socios de la coalición de Gobierno en España es el único que ha salido fortalecido. Las razones de esta excepción hay que buscarlas en la peculiar mirada del electorado vasco a su propia realidad política.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El escándalo provocado por sus listas y la utilización masiva de este hecho en la campaña nacional han sido el primer factor en su favor. La presencia de exterroristas en sus candidaturas no provoca la misma indignación moral y política en el País Vasco que en el resto de España porque la sociedad vasca tiene una voluntad de olvido y de superación, quizás por la autocrítica que suscita su propio comportamiento, incompatible con el uso electoralista de esa circunstancia. Cabe, pues, interpretar que este hecho no ha provocado rechazo electoral a Bildu porque una parte de la sociedad vasca no solo no recrimina su pasado, sino que premia su apuesta política por la paz y las vías democráticas. Esto es particularmente así en la población joven, que o bien no sabe mucho de nuestra vieja tragedia o simplemente no la valora de manera tan crítica y censurable como lo hacemos las personas de más edad.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La segunda circunstancia explicativa de sus resultados es que ha jugado muy bien sus cartas ideológicas de izquierda en sus apoyos al Gobierno de coalición. Tan es así que ha superado al PNV en su papel de ‘conseguidor’ en Madrid, dada la composición y el discurso del Gobierno central en esta legislatura. Sus apoyos han sido muy puntuales, pero decisivos en momentos y materias muy significativas: pensiones, Presupuestos... Y eso les ha proporcionado un protagonismo en el espacio de la izquierda que explica, en parte, su clara penetración en el electorado de Podemos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay tambien un cierto desgaste del PNV, fruto de su larga hegemonía histórica en las instituciones locales vascas y consecuencia en parte también de la incomodidad manifiesta en la que se ha movido en la política estatal, apoyando a un Gobierno con el que no siempre coincidía, especialmente en las áreas de Podemos, y con el que, por primera vez en su historia, veía ensombrecido su protagonismo en la gobernación española por la competencia antes señalada de su principal rival nacionalista. Tampoco es descartable un reproche electoral por el estado del servicio público de salud (Osakidetza). La pandemia desnudó múltiples carencias que no se han corregido, muy significativamente en el servicio de Atención Primaria y en las largas listas de espera para consultas de especialistas . Hay áreas en las que el Gobierno vasco tiene acreditada una gestión eficaz (industria, infraestructuras, servicios sociales...); pero es poco comprensible que, con más recursos públicos que otras comunidades autónomas, hayamos dejado en situación tan precaria la prestación social más importante.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Bildu, a su vez, ha modernizado y suavizado sus perfiles (incluso los estéticos), ajustándose al ‘statu quo’ político y asumiendo un pragmatismo propositivo evidente .Ninguna de sus propuestas programáticas ‘tocaba’ los intereses económicos de la ciudadanía vía impuestos y han desaparecido de sus discursos extremismos ideológicos u ocurrencias ecológicas. No han aparecido elementos identitarios de su proyecto nacional. El euskera, la Ertzaintza, el Estatuto, la independencia... no han tenido significación alguna en la campaña ni en sus medidas programáticas. Todo ello ha hecho que el voto a Bildu haya sido un voto cómodo, fácil, casi guay, provocando el efecto de una mayoría nacionalista abrumaduramente mayoritaria si la sumamos a la del PNV.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Dicen los dirigentes de Bildu que ellos son una fuerza nítidamente independentista, pero lo cierto es que esconden este perfil como señal de su proyecto porque saben que, si esa fuera su bandera política real, muchos de los votos que reciben no se sostendrían. La experiencia de Cataluña aconseja mucha prudencia al nacionalismo en general. No solo por el fracaso de las estrategias unilaterales y radicales, sino también porque una parte importante del acomodado voto nacionalista en Euskadi abandonaría ambas formaciones si la tensión identitaria vasca fracturara nuestra sociedad.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Este es un tema que merece un análisis más sosegado porque los dirigentes nacionalistas más abiertamente independentistas (tanto en Bildu como en el PNV) aplazan tácticamente esa reivindicación hasta contar con una mayoría social de apoyo a su proyecto, esperando que su mayoría electoral refleje esa aspiración. Pero olvidan que su pragmatismo táctico adormece ese señuelo y acomoda crecientemente a la sociedad vasca con el marco autonómico estatal. A los hechos me remito: en los tiempos en los que la suma electoral de las dos fuerzas nacionalistas casi alcanza los dos tercios de los votantes, la voluntad independentista ronda el 20% de los ciudadanos vascos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en el Correo, 12/6/2023</b></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-52590175807648146702023-05-19T10:47:00.001+02:002023-05-19T10:47:53.891+02:00Nos corresponde a todos educar en la nobleza de la política. Entrevista Fundación Pablo VI<div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><img alt="" data-original-height="533" data-original-width="800" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiHi1K16xaSYs-ZYtR8gLFXaJaZQgd5Dq45zV4hWsXr-jgK4t2R6O1H5OjQve8ESL3H6z64ru40Kbh3t7LSmg_eqLpixuv58G2xeVjGytGQewv_q-S6C6BJB8cIdWY3aBaMJWDVQz77K815-HAymOwkzKR6Sd2KX3yHe31c3hOf-pR7MjiRHEJBO2okOA=w400-h266" width="400" /></div><br /><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>La sociedad española se enfrenta a un año electoral en un clima de profunda polarización política. Según el Barómetro de Confianza Edelman, publicado por esta firma estadounidense a comienzos de este año, España se sitúa entre los seis países más polarizados del mundo, junto a Argentina, Colombia, Estados Unidos, Sudáfrica y Suecia. Las causas son diversas. Las principales, el desequilibrio institucional, las ansiedades económicas y la batalla por el relato, propiciada en muchos casos por los medios de comunicación. Las redes sociales, la sobreexposición mediática y el personalismo actual someten al político a un estado de ansiedad permanente que le lleva en no pocas ocasiones a caer en incoherencias, contradicciones y a escenificar posturas irreconciliables para asuntos que son claves para el bien común de una sociedad entera. En un entorno más competitivo que nunca y, a la vez, más atomizado por la irrupción de nuevas marcas políticas, los partidos tratan de sellar al máximo las diferencias con sus rivales para evitar fugas de votos a otras formaciones, lo que hace más difícil la gobernanza. En este contexto, votar es, para muchos ciudadanos, un vano ejercicio que no ayuda a solucionar los múltiples problemas económicos y sociales que tenemos, y no da estabilid</i>ad para el futuro.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>En una de sus últimas entrevistas, con motivo de los 10 años de Pontificado, el papa Francisco destacaba la necesidad de coherencia, pasión y servicio en la política, en un contexto especialmente complejo para la paz y la convivencia. La Fratelli Tutti ofrece una serie de guías para acercarse a lo que él denomina “la buena política” que ayuden a caminar hacia la amistad social.</i></div><div style="text-align: justify;"><i><br /></i></div><div style="text-align: justify;"><i>La Transición española fue la escenificación de esta amistad social. Aún con sus deficiencias, facilitó el acuerdo entre contrarios en aras de un bien mayor, que era la reconciliación y la democracia en España. Ramón Jáuregui, veterano dirigente del PSOE, participó muy activamente en este proceso que tuvo lugar entre 1975 y 1982. Aunque no cree que cualquier tiempo pasado sea mejor, sí considera muy necesario en este momento ayudar a recuperar la confianza de los ciudadanos en la política. Porque, de lo contrario, está en riesgo la propia esencia de la democracia.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>P.- En Fratelli Tutti, el papa Francisco hace un llamamiento a una forma de hacer política que no busque solo los votos, sino que trabaje por los grandes principios y apueste por un servicio al bien común a largo plazo. Usted ha representado una forma de hacer política de la mano tendida ¿En qué momento estamos? ¿Hemos perdido la capacidad de volver a los grandes consensos?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R.- Los grandes pactos desaparecieron con el multipartidismo que muchos consideraron una buena nueva. Con el multipartidismo reapareció el bloquismo en España y esta es la situación que vivimos actualmente. Quiero pensar que los pactos de Estado volverán porque son necesarios para el progreso de nuestro país, pero no los veo a corto plazo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>P.- Este año es decisivo electoralmente. En la antesala de los comicios municipales y autonómicos, han surgido nuevos partidos, como Sumar, que dividen aún más a aquellos que rompieron, tras el proceso iniciado el 15-M, con la dinámica del bipartidismo. ¿Está la gobernabilidad nuevamente condenada al fracaso? ¿Hay salida a la polarización que vivimos?</b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;">R.- La salida a la gobernabilidad que no siga la senda de los dos bloques no vendrá por el voto, porque en 2024 seguiremos en un sistema multipartidario. La única salida a corto plazo es el cambio en la obtención de la investidura. El límite de los 176 diputados como mínimo para obtener la investidura, nos condena al bloquismo. Si nos pusiéramos de acuerdo en cambiar la ley de gobierno y pudiera ser investido el partido ganador, los pactos serían imprescindibles posteriormente.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>P.- Las últimas encuestas del CIS relativas al nivel de confianza de los españoles en la política, publicadas en el mes de noviembre, daban un suspenso a esta clase política en general. ¿Qué se está haciendo mal para que haya esa desconfianza?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R.- La desconfianza es consecuencia de factores diversos. No creo que los dirigentes de ahora sean peores por naturaleza o mucho menos por formación. Están incluso mejor preparados que la generación de la Transición. Sin embargo, creo que la política democrática en el siglo XXI, la política de las redes sociales en Internet, de los populismos, de la complejidad multisectorial, del multipartidismo, es objetivamente más difícil que antes. Más me preocupa que la desconfianza ciudadana debilite la democracia y que la política pierda apoyo social. Eso sí es grave.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>P.- Los grandes gurús de la comunicación política dicen que las ideas han muerto y que importan más los liderazgos. ¿Está de acuerdo? Si no se conocen los programas, ¿con qué principios se vota?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R.- No, no estoy de acuerdo con eso. El mundo se ha puesto muy difícil y la gobernanza exige cada vez más conocimientos. Las ideas, los programas, los proyectos políticos y sociales necesitan masa gris, proposiciones, alternativas y soluciones. Ideas y programas, al fin. Pero, dicho esto, admito que los líderes son importantes para encarnar y dirigir la política, para vertebrar ciudadanía, para convencer colectivamente del camino que se recorre.</div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>P.- Hace un par de años, en un encuentro celebrado en la Fundación Pablo VI, hablaba usted con Federico Trillo de la necesidad de recuperar la centralidad en política. ¿Qué significa eso? ¿Por qué en España toda tendencia a crear un partido de centro se ha visto abocada al fracaso?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R.- No es lo mismo la centralidad política que un partido de centro. Partidos de centro ha habido muchos, pero han fracasado todos porque los dos grandes partidos de España, el PSOE y el PP, ocupaban el espacio central del electorado, bien desde la izquierda o desde la derecha, respectivamente. Cuando yo hablo de recuperar la centralidad política me refiero a ser un partido con vocación de mayoría, capaz de recibir ese apoyo electoral por la fiabilidad y la solvencia que suscitan sus actos y sus propuestas. Son tus políticas las que te centran y te convierten en partido mayoritario.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>P.- Las brechas en la separación de poderes son el principal síntoma de la debilidad de nuestras democracias. En España la polarización política y la pugna por el control ideológico del Poder Judicial nos han situado, según la clasificación de “The Economist” en una posición de “democracia defectuosa”. En los últimos meses hemos vuelto a recuperar el nivel de “democracia plena”, pero ¿debemos tomar nota? ¿Está amenazada la democracia en España?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R.-. Todas las democracias sufren y es muy importante defenderlas y fortalecerlas. El respeto a la separación de poderes es un factor clave. Lo ocurrido en España con el Poder Judicial y en concreto con el Consejo del Poder Judicial, es gravísimo en mi opinión. Aquí la primera y principal responsabilidad corresponde al Partido Popular. Afortunadamente la independencia judicial funciona correctamente. Desde el Tribunal Supremo a los 6.000 jueces que hay en España dictan sentencia cada día con independencia y objetiva aplicación de la ley.</div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>P.- En España, legislar por la vía del Real Decreto Ley se ha convertido en una costumbre. Asuntos que deberían pasar por el control parlamentario se tratan por la vía de urgencia. Decía Josep Piqué en un foro organizado por la Fundación Pablo VI que en toda Europa estamos asistiendo a una supremacía del poder ejecutivo sobre el resto de poderes y que eso pone también en riesgo las democracias. ¿Está de acuerdo?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R.- Esta legislatura ha conocido un exceso de legislación por esa vía y sí, ciertamente, el Decreto Ley debiera ser más excepcional. En la estadística de estos años han influido tres circunstancias muy extraordinarias: una pandemia, un volcán y una guerra. Lo explica, pero no lo justifica en todos los casos en los que se ha utilizado. Coincido con Piqué, a quien rindo de paso tributo de amistad y admiración, en que los ejecutivos se imponen a los legislativos en casi todos los sistemas democráticos del mundo. Por la celeridad del tiempo que vivimos, por la interdependencia de los acontecimientos de una geopolítica en cambio y por la complejidad multisectorial de los temas. Pero hay que poner soluciones y esto pasa por acelerar la vida legislativa en la tramitación de las leyes y convertir a las cámaras en poderes más dinámicos y cercanos a la realidad.</div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>P.- Valores como la ejemplaridad, la honestidad, la coherencia... ¿Son compatibles con un modelo de hacer política en el que se prima el elemento emocional?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R.- Esos valores están por encima de las emociones. Son permanentes. Son condición Sine qua non de la responsabilidad y de la representación pública. Las emociones no son ajenas a la política. Las emociones reflejan sentimientos y la vida pública está llena de ellos: la solidaridad y la compasión, por ejemplo, son perfectamente compatibles con esos valores. El patriotismo, la memoria histórica, el propio partido pueden producir emociones. No, estos no deben excluirse del ámbito de la política, pero lo que debe preocuparnos es que las emociones sustituyan a las ideas y polaricen la sociedad en base a emociones antagónicas. Eso puede ser mortal para la convivencia.</div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>P.- Platón y Aristóteles propugnaban por un gobierno de los mejores, entendiendo por ellos a los más preparados, los mejor formados… Sin embargo, los que se podrían considerar los mejores no quieren entrar en política. ¿Por qué?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R.- Mi generación accedió a la política por compromiso con unos ideales, pero acepto que hoy pueda accederse por estímulos profesionales o económicos o por reconocimiento social. Lo cierto es que estos estímulos no existen hoy sino más bien al contrario. Hemos desprestigiado socialmente la política, la actividad política y la hemos devaluado peligrosamente. Nos corresponde a todos educar en la nobleza de la representación pública y prestigiar socialmente la dedicación y la representación política.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>P.- La desconfianza hacia la política lleva a muchos a reclamar un mayor protagonismo de la sociedad civil. ¿Qué papel cree que juega o debe jugar la Iglesia en este sentido?</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">R.- La Iglesia, las iglesias, tienen el derecho y el deber de participar en el debate social aportando sus puntos de vista morales, sociales o puramente políticos, aceptando eso sí, que la decisión sobre nuestro orden jurídico le corresponde a la soberanía popular. Únicamente a ella. Siempre he reivindicado una laicidad incluyente que reconoce el hecho religioso, que regula la libertad religiosa y la igualdad de las religiones y acepta en la deliberación pública la voz de esas creencias. Eso no es incompatible con la aconfesionalidad del Estado, la tolerancia hacia las religiones y la regulación de laicidad incluyente. Pero desgraciadamente en España, nuestro siglo XX, nos dejó como herencia un antagonismo intolerante, en ambos lados, que está costando superar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Entrevista realizada por Sandra Várez</b></div><div style="text-align: justify;"><b>Fundación Pablo VI</b></div><div><span style="box-sizing: border-box; color: #999999;"><span style="box-sizing: border-box; font-weight: 700;"><br /></span></span></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-4149076746655520802023-04-20T21:15:00.002+02:002023-04-20T21:15:41.760+02:00La vejez, en tu casa.<div style="text-align: justify;">Uno de los ámbitos sociales más necesitados de políticas públicas específicas es el tratamiento de los problemas de la población mayor; es decir, el cuidado y acompañamiento de nuestros mayores. Residencias, centros de día, atención domiciliaria, acceso a servicios sanitarios, acompañamiento a personas solas, etcétera, son algunos de los múltiples servicios que demandan nuestros mayores y que se irán incrementando progresivamente dada nuestra demografía.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es una evidencia que las pensiones no llegan para los altos costes de estos servicios. El deseo mayoritario de vivir la vejez en tu propia casa requiere contratar a personas que solo pueden costearse con cantidades muy superiores a las pensiones percibidas por la mayoría. Pues bien, con toda naturalidad estamos asistiendo a esta situación sin poder utilizar el valor de la vivienda en la que habitan las personas mayores, privándoles de unos niveles de suficiencia económica y de calidad vital en los últimos años de su vida, para que, finalmente, sus hijos hereden una propiedad que, en muchos casos, no necesitan.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿No sería más justo que ese valor, fruto del ahorro y del esfuerzo de toda una vida, lo disfruten nuestros mayores por sí mismos? El producto financiero para ello está inventado: se llama hipoteca inversa y consiste en que el propietario perciba mensualmente una cantidad de dinero hasta su fallecimiento, a través de un préstamo hipotecario. Los herederos tienen, después, el derecho a pagar la deuda generada para mantener la propiedad o recibir la diferencia entre lo adeudado y el valor de la vivienda.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Por qué no funciona este producto? En gran parte porque los intereses de la hipoteca son muy altos y, sobre todo, porque los bancos no quieren quedarse con las viviendas, cosa que ocurre con frecuencia, por desacuerdos entre los herederos. La otra alternativa, la venta de la nuda propiedad con derecho de usufructo para el propietario vendedor, es un mal negocio para los mayores porque los precios de compra en función de la expectativa de vida del propietario son bajísimos y acaban siendo un fraude para ellos y para los herederos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En un reciente encuentro con el gobernador del Banco de España le planteé esta cuestión, que afecta a millones de españoles, y le pregunté si no sería razonable que el sistema bancario asumiera esa posibilidad. La respuesta, como ya esperaba, es que no resulta aconsejable -mucho menos después de la crisis inmobiliaria y financiera pasada (2008-2014)- cargar los balances bancarios de patrimonio inmobiliario. Sin embargo, nadie cuestiona la importancia social de esta posibilidad.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En Euskadi, según Eustat, hay 662.000 mayores de 60 años. De ellos, 436.000 son pensionistas. Pues bien, 308.000 son propietarios de una vivienda y 78.000 lo son de dos o más. Es decir, el 58% de nuestros mayores de 60 años son propietarios y podrían poner el valor de su vivienda al servicio del confort en su vejez. (Nótese que estas cifras responden a propiedades en la comunidad autónoma vasca, y no incluyen por tanto las que puedan constar en otros catastros fuera de ella).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Poner el valor de estas propiedades al servicio de una vejez confortable, en tu propia casa, bien cuidado, atendido, incluso acompañado, o para la atención a personas dependientes, o simplemente para contribuir de manera justa con el coste de servicios públicos que deben ser pagados por quienes tienen recursos, para que los disfruten quienes no los tienen, es una cuestión capital .Estamos hablando de un pilar social que no tiene soporte financiero en cotizaciones previas y nuestros impuestos no dan para todo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De manera que este tema adquiere categoría de urgencia social y debemos encontrar una vía para que sea resuelto. Me pregunto si nuestros bancos no deberían estudiar en profundidad su contribución a la cuestión. Cabría por ejemplo que crearan un departamento de gestión inmobiliaria con el que hacer frente a las eventualidades de una amplia concesión de hipotecas inversas a los mayores que las soliciten. Obviamente no estamos hablando de un producto financiero que genere pérdidas; hablamos de un negocio que produce beneficios, además de contribuir a una obra social extraordinaria.</div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en El Correo, 20/04/2023</b></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-23340567557246826892023-04-14T09:58:00.002+02:002023-04-14T09:58:32.109+02:00Por qué las empresas pueden (y deben) hacer más por los derechos humanos.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPIjO6N1p0G1TDI5vu2s_UmnQm7kHIQSyKHGSriYxZJvrbpj9Hn35ZxFJQnI_lJ7q_0VeDmr6aajg6nf2-QcZ1a4Dk9VW3-ZmFlh4qcPHDJ6mOz9phVDwjXvRHxYwQeUiXGXG1mFegX4EW5RHTiqCRuQuUt6H8cMV5zvh-YthqvXi11aoR4SJKnsrsBA/s1280/diseno-sin-titulo-1-1280x768.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1280" height="250" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPIjO6N1p0G1TDI5vu2s_UmnQm7kHIQSyKHGSriYxZJvrbpj9Hn35ZxFJQnI_lJ7q_0VeDmr6aajg6nf2-QcZ1a4Dk9VW3-ZmFlh4qcPHDJ6mOz9phVDwjXvRHxYwQeUiXGXG1mFegX4EW5RHTiqCRuQuUt6H8cMV5zvh-YthqvXi11aoR4SJKnsrsBA/w401-h250/diseno-sin-titulo-1-1280x768.webp" width="401" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El impacto de las empresas sobre bienes públicos esenciales es cada día mayor. Ocurre, por ejemplo, con la dignidad humana –en cualquier país y circunstancia–, evitando la esclavitud, la explotación o el maltrato de quienes participan en la larga cadena de contratación por parte de las grandes multinacionales; un valor social, por otra parte, compartido por toda la humanidad. La contribución de las empresas a reducir su huella de carbono, sus emisiones y a luchar en todos los planos de su producción contra el cambio climático es otro bien público compartido por todos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Por qué las empresas son llamadas a estas grandes causas? Porque sus impactos en estas materias son enormes y porque la ecuación que las relaciona con la sociedad es intensa y genera exigencias recíprocas. De la misma manera que exigen marcos regulatorios favorables para la inversión, la estabilidad política o la protección frente a la crisis (como los ERTE en la pandemia o el salvamento financiero a los bancos en caso de quiebra), la sociedad tiene demandas hacia sus comportamientos fiscales, sociales o medioambientales.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta cultura de la responsabilidad social de las empresas (recogida en el concepto de RSE), viene ejerciéndose en diferentes grados e intensidad desde que a principios de este siglo las innovaciones conceptuales y filosóficas de la compañía para con su entorno y sus impactos se fueron formalizando y regulando. En concreto, la Directiva Europea 2014/9 –traspasada a legislación española por la Ley 11/2018– establece la obligación de la información no financiera para las grandes empresas europeas. Así, las empresas europeas informan anualmente de sus actuaciones preventivas y sus resultados a través de los parámetros EGS (criterios medioambientales, sociales y de gobernanza).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Desde que estas actuaciones se iniciaron a principios de este siglo, se observó la enorme laguna que ofrecía el examen de esos mismos parámetros en su cadena de valor o de suministro cuando la empresa estaba instalada o se proveía en países con muy bajo nivel de exigencia legal en estos temas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los sucesivos escándalos públicos, y notoriamente la catástrofe de <a href="https://ethic.es/2021/06/rana-plaza-lo-que-hemos-aprendido-o-no-ocho-anos-despues/">Rana Plaza</a> en Bangladesh, con el fallecimiento de más de 1.000 trabajadores, provocaron una fuerte reclamación social para que esta cultura de la responsabilidad social empresarial se trasladara a los proveedores de las grandes empresas multinacionales.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Un primer intento de regulación de estas circunstancias tuvo lugar cuando se presentó en el Comité de Derechos Humanos de Ginebra de Naciones Unidas un proyecto de tratado internacional que vinculara a todos los países del mundo con estas exigencias. A día de hoy, la negociación de este difícil tratado internacional está en vía muerta.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Naciones Unidas, por su parte, encargó a John Ruggie, jurista de Harvard, una respuesta a esta problemática, estableciendo tres principios: el deber de los Estados de proteger los derechos humanos, la obligación de respetarlos por parte de las empresas y la exigencia de remediar los daños producidos ,en caso de vulneración de este código universal.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De esta concepción jurídica se derivaron leyes nacionales que establecían principios protectores de los derechos humanos frente al esclavismo, el trabajo infantil, la explotación laboral, la prohibición de importación de productos específicos por razones medioambientales o por tratarse de países en conflicto, así como un largo etcétera. Reino Unido, Holanda, Alemania y otros han regulado esta situaciones, si bien Francia tiene una legislación más ambiciosa, exigiendo a las empresas que operan internacionalmente planes de previsión y protección de los derechos humanos y el medio ambiente. Casi todos los países europeos tienen a su vez planes nacionales con los que establecen pautas de comportamiento –bastante etéreas y siempre voluntarias– a las empresas multinacionales sobre el plano de los derechos humanos y el medio ambiente.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Finalmente, en la actualidad, la Unión Europea está tramitando una directiva que pretende establecer una regulación obligatoria para las empresas multinacionales europeas, exigiendo el cumplimiento en toda su cadena de valor de los derechos humanos y las normativas medioambientales internacionales. Nadie en el mundo está haciendo nada semejante. La OCDE está muy lejos de llegar a una norma parecida. Europa será muy pronto un líder mundial en estas exigencias.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En un reciente debate sobre este tema, el representante de una gran compañía de comercio española nos decía que ellos tenían 25.000 proveedores en todo el mundo y habían establecido un modelo de «chequeo» al cumplimiento de los derechos humanos y el medio ambiente a todos ellos. Gran tarea, sin duda, y posiblemente imperfecta, pero en todo caso meritoria. ¿Se imaginan lo que significa que esos miles de productores –desde aquellos de carácter textil a los agrícolas– en más de cincuenta países del mundo sean escrutados sobre sus métodos de trabajo y sobre la sostenibilidad de sus productos? Este es un camino lento y complejo, pero también lleno de esperanza. No se trata sólo de exigir: también es preciso colaborar, como lo hace por ejemplo CSR Europa, que coopera con el sector del automóvil para incorporar esta cultura a toda su cadena de valor, a las baterías eléctricas o al transporte de mercancías.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En definitiva, habrá una ley europea que exija a las grandes empresas «la debida diligencia» en esta materia; es decir, el examen y control del cumplimiento de los derechos humanos (toda la legislación universal en esta materia, incluyendo convenios internacionales de la OIT y otros) y el cumplimiento de los compromisos internacionales en materia climática y los marcos europeos al respecto, como el pacto verde europeo. No obstante, junto a la ley europea y su posterior traslación nacional, debe haber un marco colaborativo con el mundo empresarial sobre la forma y el proceso en los que se plasma y se implementan estos compromisos. Y en eso, los sindicatos tienen mucho que decir.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ramón Jauregui es presidente de la <a href="https://www.euroamerica.org/">Fundación Euroamérica</a>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Publicado en ethic.es</div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-34811307460153381852023-04-13T09:13:00.000+02:002023-04-13T09:13:07.343+02:00Une nouvelle impulsion donnée aux relations UE-AL<div style="text-align: justify;">Amérique latine a disparu du radar de la politique extérieure européenne depuis le début de ce siècle. L’éloignement (l’Atlantique) et l’absence de tradition historique et culturelle dans la majorité des pays composant l’Europe avant l’élargissement de la Communauté européenne à l’Espagne et au Portugal en 1986, expliquent la quasi-inexistence de relation jusqu’aux années 1990. Qui plus est la politique extérieure européenne n’était pas alors ce qu’elle est aujourd’hui. On sait bien que ce cheminement était et est toujours pavé d’obstacles nombreux et que le voisinage européen ne facilite pas les regards distants et les préoccupations aussi éloignées.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Au milieu des années 1990, deux éléments ont émergé de façon associée. L’Espagne et le Portugal, bien aidés par la France, l’Italie et l’Allemagne, ont ouvert la voie d’une relation politique et économique aux potentialités fortes. En vérité cette équation a été au départ triangulaire parce que rien ne pouvait se faire là-bas sans les États-Unis. Pratiquement tous les conflits et processus politiques étaient sous influence directe du grand patron nord-américain dans son arrière-cour. La succession des dictatures militaires, des guérillas insurrectionnelles, les processus de consolidation démocratique, supposaient son inévitable concours. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Parallèlement, la grave situation macro-économique de la majorité des pays, l’intervention du Fonds monétaire international afin d’y remédier, ont été à l’origine d’une vague de privatisations de la majorité des entreprises publiques assurant les services essentiels de leurs pays respectifs. Les grandes entreprises espagnoles ont emporté de façon correcte les appels d’offres publics de privatisation : banque, téléphonie, énergie, travaux publics, etc. Cette présence économique espagnole a été la porte d’entrée pour d’autres grandes firmes européennes et internationales (dans les minerais et l’agro-industrie notamment) sur des marchés nécessitant une gamme étendue de produits et services. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ce sont là les deux piliers, politiques et économiques, sur lesquels a commencé à se construire une relation stratégique UE-AL, développée à partir du premier sommet l’ayant formalisée à Rio, au Brésil, en 1999. Les années suivantes ont été celles d’une croissance économique durable, pratiquement dans tous les pays de la région, ayant généré une extraordinaire modernisation : les infrastructures technologiques et de communications ont particulièrement progressé. Tout comme les infrastructures matérielles, routes, ports, aéroports... Les services publics des grandes villes ont été bonifiés, les mouvements d’argent et financiers ont été « bancarisés », une culture d’assurances est apparue. On a ainsi vu émerger une nouvelle classe moyenne, et plus de 80 millions de personnes sont en Amérique latine sorties de la pauvreté. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">L’Europe, pendant cette période de prospérité économique, de 2000 à 2014, a été un partenaire fondamental de l’Amérique latine. Les accords de libre commerce et les investissements ont beaucoup aidé. L’Europe a signé des accords avec le Mexique, le Chili, la Communauté andine, l’Amérique centrale et négocié, pendant vingt ans, un accord avec le Mercosur, qui de façon regrettable n’a toujours pas été ratifié. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">L’Amérique latine aujourd’hui traverse une période de crises simultanées. Il y a eu d’abord la crise des matières premières en 2014, qui a sérieusement affecté les revenus des pays qui en dépendaient. Ensuite est venue la Covid qui a frappé l’Amérique latine plus que toutes les autres régions du monde, avec 30 % des décès pour 19 % de la population, génératrice d’un court-circuit économique notable. Les pronostics actuels de croissance pour les prochaines années sont bas, alors que sans croissance notable on ne peut pas faire beaucoup pour lutter contre les inégalités et la pauvreté. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ces dernières années, les relations entre UE et AL se sont refroidies. L’Europe a perdu du poids politique et économique en Amérique latine. On peut avancer quelques réponses pour l’expliquer. En particulier les suivantes : </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A) La grave crise politique vénézuélienne a fracturé le sous-continent. 2014 a vu la création du Groupe de Lima intégré par les pays décidés à isoler le Venezuela dans toutes les enceintes internationales, ce qui a provoqué la suspension du sommet UE-AL de 2017, qui devait se tenir au Salvador. Il n’a pas été réactualisé. Il y avait une exigence de la majorité des Latino-Américains que l’Europe n’a pu qu’accepter. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">B) L’Amérique latine a connu une période politique de grande volatilité démocratique, avec une grande instabilité dans plusieurs pays, le Venezuela, le Nicaragua, la Bolivie, le Pérou, le Salvador, des explosions sociales puissantes, expression d’un mécontentement profond à l’égard des services publics de l’État au Chili, au Pérou, en Équateur, en Colombie, en Argentine. Ces tensions internes et les processus électoraux qui les ont accompagnés ont constitué un obstacle important ayant affecté</div><div style="text-align: justify;">le cadre global de relations politiques, gravement altéré par ces conflits.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> C) De son côté, l’Europe est passée par des situations intérieures et de voisinage graves au point de faciliter l’oubli de l’Amérique latine. L’Est européen, la Méditerranée, l’Afrique et l’Asie ont accaparé pendant des années de polycrise européenne, sa politique extérieure. Cette dévaluation latino-américaine a été accentuée naturellement, pour les Européens, par la crise des réfugiés de 2015, celle du Brexit en 2016, les tensions économiques et la crise de l’euro en 2010-2014, et enfin par les conflits russo-ukrainiens. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">D) Enfin, mais ce n’est pas le moins important, les entreprises européennes sont des investisseurs moins intéressés par l’Amérique latine qu’il y a vingt ans. Une instabilité politique excessive, trop d’insécurité juridique, une communication limitée avec quelques-uns des gouvernements latino-américains, l’attractivité d’autres marchés dans le monde (États-Unis et Asie, essentiellement), ont réduit notre présence économique en AL. Nous sommes toujours le premier investisseur mais la Chine a fait une percée énorme dans la majorité des pays d’AL. Elle est déjà le premier partenaire commercial et sa présence économique et technologique avance dans quasiment toute la région. La Chine a multiplié par dix ses investissements en AL depuis le début du siècle et, rien que depuis 2020, augmenté de 40 % la valeur totale de son commerce avec l’Amérique latine. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Bien mesurer l’importance stratégique de la présence économique chinoise dans la région suppose la prise en compte de sa puissance technologique (celle parmi d’autres des réseaux 5G), de son contrôle du marché des grandes infrastructures régionales (ports, aéroports, énergie, etc.), et de son énorme capacité d’achat qui lui permet de capter de façon monopolistique le marché des matières premières. Il serait intéressant de débattre de la qualité environnementale et sociale des entreprises chinoises comparée à celle de leurs homologues européennes, en ce qui concerne leur impact sur l’économie durable des pays latino-américains. Mais ce n’est pas l’objet du sujet d’aujourd’hui. Il convient simplement de noter les énormes dépendances, qui ne sont pas qu’économiques, liées à ces monopoles, et que l’Europe a besoin du partenariat de l’Amérique latine pour réaliser beaucoup de ses aspirations internationales : multilatéralisme régulé, transition accélérée vers la décarbonisation, défense universelle des droits humains et de la dignité de l’être humain, digitalisation démocratique, respectueuse des droits inaliénables des citoyens. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cette situation a incité l’Europe à s’orienter vers une politique extérieure plus affirmative, mieux planifiée, avec une meilleure approche de l’Amérique latine. Pourquoi ? </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">1. Parce que nous sommes humainement très proches. Plus de six millions de Latino-Américains vivent en Europe (et de façon croissante), un chiffre pratiquement similaire d’Européens vivent en Amérique latine. Tous dans un environnement familial qui doit être pris en considération. Notre histoire commune, nos langues et cultures, si présentes en particulier dans la littérature et au cinéma, forment « l’humus » d’une convergence de valeurs et d’aspirations politiques et sociales tout aussi partagées. C’est pour cette raison que l’on dit que l’Amérique latine est la région du monde la plus euro-compatible, et l’inverse est tout aussi vrai. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">2. Parce que nous avons d’énormes intérêts économiques en Amérique latine. Plusieurs milliers d’entreprises européennes y sont implantées. 55 % des investissements étrangers en Amérique latine sont européens et nous sommes le troisième partenaire commercial de la région. L’Amérique latine a un énorme potentiel concernant l’écologie et la transition énergétique : les plus grandes réserves de lithium, l’ensemble forestier le plus grand du monde, la plus grande réserve d’énergie verte du monde, 40 % des réserves d’eau. Les objectifs économiques stratégiques du XXe siècle, quels qu’ils soient, et plus particulièrement la lutte contre le changement climatique, la digitalisation, supposent une alliance de l’Amérique latine et de l’Europe. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">3. L’Amérique latine défend une vision très voisine de l’européenne basée sur une conception pluraliste de la communauté internationale, valorisant les normes de dialogue, de coopération, et de résolution pacifique des différends. Le monde qui s’annonce sera plus fragmenté et multipolaire, moins globalisé économiquement, avec sans doute un bloc unissant Chine et Russie, face à ce qu’ils appellent le monde occidental. Mais là n’est pas la clef du conflit, dans la mesure où il s’agit en fait de défendre un ordre international basé sur des normes. Peu importe alors les latitudes géographiques, mais « le monde dans lequel nous voulons vivre, et comment nous entendons y vivre ensemble ». Le propos est de Josep Borrell, Haut représentant de l’Union européenne pour les Affaires étrangères et la politique de sécurité, vice-président de la Commission européenne. Le commentaire est des plus pertinents pour décrire le monde de demain et situer nos défis et la nécessité d’une alliance avec l’Amérique latine, incontournable pour l’Europe. Cette alliance renforcera notre place dans le monde, elle facilitera l’intégration de l’Amérique latine, son influence dans les cercles directeurs globaux et les organisations financières internationales. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">4. L’Europe est de loin le premier donateur coopérant avec l’Amérique latine. L’Union européenne a programmé un engagement de 3 400 millions d’euros pour la période 2021-2027 pour coopérer avec l’Amérique latine. La majorité des pays européens finance de plus d’ambitieux programmes de coopération dans la région latino-américaine. Il convient de signaler le lancement par l’Union européenne du programme « Global Gateway », qui prétend mobiliser 300 milliards d’euros d’investissements dans le monde entier. Les projets d’écologie durable, d’infrastructures physiques et digitales en Amérique latine, peuvent bénéficier de ce plan ambitieux. Devraient serait plus judicieux. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Toutes choses interférant avec cette sorte de compromis voulu par le Haut représentant et vice-président de la Commission, Josep Borrell, pour donner une impulsion nouvelle aux relations UE-CELAC, consolidant l’engagement stratégique de l’Union européenne avec l’Amérique latine. C’est ce à quoi travaille la présidence espagnole du Conseil européen du second semestre 2023. Il y a déjà un acquis important : la célébration du Sommet UE-CELAC, suspendu en 2017, qui doit se tenir en juillet 2023 à Bruxelles, conformément à un accord adopté à l’occasion d’une réunion des ministres des Affaires étrangères de l’Union européenne avec l’ensemble de leurs homologues latino-américains, célébrée le 27 octobre 2022 à Buenos Aires. L’Espagne prépare avec attention sa présidence afin de piloter cette impulsion nouvelle destinée à faire de l’alliance stratégique Europe-Amérique latine un pilier fondamental de la politique extérieure européenne. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ramón JÁUREGUI* Traduit de l’espagnol par Jean-Jacques Kourliandsky </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">* Ramón Jáuregui : président de la Fondation Euroamérica. </div><div style="text-align: justify;">Ancien ministre (2010-2011), </div><div style="text-align: justify;">ancien député espagnol (2002-2009), </div><div style="text-align: justify;">ancien député européen (2009-2010/2014-2019), </div><div style="text-align: justify;">ancien président de l’Assemblée parlementaire euro-latino-américaine (2015-2019), </div><div style="text-align: justify;">ancien vice-président du gouvernement basque (1987-1991).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">UN NUEVO IMPULSO A LAS RELACIONES UE-AL </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">América Latina no estuvo en el radar de la política exterior europea hasta principios de este siglo. La lejanía (el Atlántico) y la falta de una tradición histórica y cultural con la mayoría de los países europeos que componían Europa hasta la entrada de España y Portugal (1986) en la Comunidad Europea, explican una relación casi inexistente hasta bien entrados los noventa del siglo pasado. Por otra parte, la política exterior europea no era lo que es ahora. Bien sabemos que ese camino ha estado y está todavía empedrado por múltiples obstáculos y la conflictiva vecindad europea tampoco facilitaba miradas tan lejanas y preocupaciones tan distantes. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A mediados de los noventa se produjeron dos hechos encadenados. España y Portugal, ayudados, eso sí, por Francia, Italia y Alemania, abrieron la puerta a una relación política y económica llena de potencialidades. Es verdad que esa ecuación fue al principio triangular porque nada podía hacerse allí sin contar con los Estados Unidos. Casi todos los conflictos y procesos políticos pasaban por la influencia directa del gran patrón norteamericano en su patio trasero y la sucesión de dictaduras militares, guerrillas insurreccionales y procesos de consolidación democrática, reclamaban contar con su concurso. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Paralelamente, la grave situación macroeconómica de la mayoría de los países y la intervención del Fondo Monetario Internacional en su saneamiento, provocó una oleada de privatizaciones de la mayoría de las empresas públicas que prestaban servicios esenciales en sus respectivos países. Las grandes empresas españolas ganaron, en buena lid, los concursos públicos de esas privatizaciones: banca, telefonía, energía, obra pública, etcétera y la presencia económica española fue puerta de entrada a otras grandes firmas europeas e internacionales (como la extracción de minerales, la agroindustria y otros), en unos mercados necesitados de una amplia gama de productos y servicios. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es sobre esa doble base, política y económica que comienza a construirse una relación estratégica UE-AL que se desarrolla a partir de la primera cumbre que formalizó el comienzo de la alianza estratégica UECELAC en Río, Brasil, en 1999. Los siguientes años mostraron crecimientos económicos sostenidos en prácticamente todos los países de la región, lo que a su vez produjo una extraordinaria modernización: sus infraestructuras tecnológicas y de comunicaciones avanzaron considerablemente. También lo hicieron sus infraestructuras físicas, en carreteras, puertos, aeropuertos... Se mejoraron los servicios públicos en las grandes ciudades, se bancarizaron los movimientos dinerarios y financieros y se introdujo la cultura del aseguramiento. Nacieron así nuevas clases medias y salieron de la pobreza más de 80 millones de personas en toda América Latina. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Europa ha sido un socio fundamental de América Latina durante los mejores años económicos que vivió la región entre los años 2000-2014 y eso nos convirtió en el primer inversor en el conjunto de América Latina. Los acuerdos de libre comercio e inversión ayudaron mucho. Europa firmó acuerdos con México, Chile, Comunidad Andina, Centroamérica y negoció durante 20 años un acuerdo con Mercosur que desgraciadamente no llegó a aprobarse todavía. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hoy América Latina vive un periodo de crisis acumuladas. Primero fue la crisis de los precios de las materias primas (2014) lo que perturbó seriamente los ingresos de países muy dependientes de ellas. Luego llegó la Covid que castigó a América Latina más que a ninguna otra región en el mundo (30 % de las muertes en el mundo para una población que no representa más allá del 10 % de los habitantes del planeta) y provocó un colapso económico notable en toda la región. Hoy los pronósticos de crecimiento son bajos para los próximos años y sin crecimientos notables la lucha contra la desigualdad y la pobreza no avanzan. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los últimos años, las relaciones UE-AL se han enfriado y Europa está perdiendo peso político y económico en América Latina. Algunas de las razones que lo explican podrían ser las siguientes: </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><ul><li>a) La grave crisis política venezolana fracturó al subcontinente. En 2014 se creó el grupo de Lima en el que se integraron países decididos a vetar a Venezuela en todo organismo internacional y esto provocó la suspensión de la cumbre UE-CELAC prevista para 2017 en San Salvador. No se ha vuelto a reanudar. Fue una petición- exigencia de la mayoría de países latinoamericanos, que Europa no tuvo más remedio que aceptar. </li></ul><div><br /></div><ul><li>b) La política democrática en América Latina ha vivido unos años de alta volatilidad. Gran inestabilidad en varios países: Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Perú, El Salvador…Estallidos sociales muy profundos, expresión de un descontento social muy serio con los Servicios Públicos del Estado: Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Argentina…Esta tensión interna y los procesos electorales consecuentes han sido un obstáculo importante para un marco global de relaciones políticas, gravemente alterado por los conflictos políticos producidos.</li></ul><ul><li>c) Europa, a su vez, ha vivido también situaciones internas o de vecindad suficientemente graves como para hacer fácil el olvido de América Latina. El Este de Europa, el Mediterráneo y África y Asia, concentraron durante los años de la poli-crisis europea su política exterior. Añádase la crisis de los refugiados (2015), la del Brexit (2016), las tensiones económicas de la crisis del euro (2010- 2014) y finalmente los conflictos con Rusia en Ucrania, hicieron muy fácil y casi obligada esta devaluación latinoamericana a ojos europeos. </li></ul><ul><li>d) Por último y no por eso menos importante, las empresas europeas han ido perdiendo el interés inversor y comercial que despertó América Latina a principios de siglo. Demasiada inestabilidad política, demasiada inseguridad jurídica, poco entendimiento con algunos gobiernos latinoamericanos y la atracción de otros mercados en el mundo (Estados Unidos y Asia principalmente), han ido reduciendo nuestra presencia económica en AL. Seguimos siendo el primer inversor, pero China ha entrado con enormes fuerzas en la mayoría de los países de AL. Ya son el primer socio comercial y avanzan en su presencia económica y tecnológica en casi toda la región. China ha multiplicado por diez sus inversiones en América Latina en este siglo y sólo desde 2020 ha aumentado el valor total de su comercio con América Latina en un 40 %. </li></ul><div><br /></div>Para dimensionar la importancia estratégica de la presencia económica de China en la región debemos tener en cuenta que su potencia tecnológica (en redes 5G y otras), su dominio en las grandes infraestructuras de la región (puertos, aeropuertos, energía, etcétera) y su enorme capacidad de compra, tienden al control monopolístico de sus materias primas y de sus mercados. Sería interesante el debate sobre la calidad medioambiental y socio laboral del empresariado chino en comparación con las empresas europeas respecto a los impactos empresariales en la sostenibilidad de esos países, pero es un análisis que no cabe aquí. Tomemos nota simplemente de las enormes dependencias, no solo económicas, que generan estos monopolios y no olvidemos que Europa necesita de América Latina como socio en muchas de sus aspiraciones internacionales: desde un multilateralismo ordenado, a una transición acelerada a la descarbonización, desde una defensa Universal de los Derechos Humanos y de la dignidad del ser humano, a una digitalización democrática en la que los ciudadanos sean titulares de derechos inalienables. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Esta situación está provocando que Europa se esté planteando una política exterior más asertiva, mejor planificada y con mayores pretensiones sobre América Latina. ¿Por qué?</div><div style="text-align: justify;"><ul><li> 1º Porque somos una comunidad humana enormemente próxima. Más de seis millones de latinoamericanos viven en Europa (y creciendo) y casi los mismos europeos de origen viven en América Latina. Todos ellos configuran un universo familiar que debemos atender. Nuestra historia común, nuestras lenguas y nuestra cultura, tan presentes en la literatura y en el cine especialmente, son el “humus” sobre el que convergen valores y aspiraciones de vida política y social también comunes. Se dice por eso que América Latina es la región del mundo más eurocompatible y podríamos decirlo también al revés. </li></ul><div><br /></div><ul><li>2º Porque tenemos enormes intereses económicos en América Latina. Miles de empresas europeas están implantadas allí. El 55 % de las inversiones extranjeras en América Latina son europeas y somos el tercer socio comercial de la región. América Latina tiene una potencia enorme en el campo ecológico y en la transición energética. Las mayores reservas de litio, la masa forestal más grande del mundo, la mayor capacidad energética verde del mundo, el 40 % de las reservas de agua... cualquiera de los objetivos económicos estratégicos del siglo XXI, especialmente la lucha contra el cambio climático y la digitalización, necesitan de América Latina como aliado para los europeos. </li></ul><div><br /></div><ul><li>3º América Latina promueve una visión muy similar a la europea… “basada en una concepción pluralista de la comunidad internacional, asentada en normas de diálogo, cooperación y resolución pacífica de las disputas… El mundo que viene será más fragmentado y multipolar, con un paso atrás en la globalización económica y seguramente con un bloque que unirá a China y Rusia frente a lo que ellos llaman el mundo occidental. Pero esta no es la clave del conflicto, pues se trata justamente de defender un orden internacional basado en normas y para eso no importa la latitud geográfica sino el mundo en el que queremos vivir y cómo queremos relacionarnos”. Son palabras de Josep Borrell, el Alto Representante para la política exterior de la Unión Europea y vicepresidente de la Comisión Europea. No pueden ser más acertadas para describir el mundo que viene y para situar en él nuestros retos y la necesidad de una alianza con América Latina, imprescindible para Europa. Esa alianza nos hace más fuertes en el mundo y a América Latina le facilita su propia integración y su influencia sobre las grandes mesas de la gobernanza global y de las organizaciones financieras internacionales. </li></ul><div><br /></div><ul><li>4º Europa es, con mucha diferencia, el primer cooperante en América Latina. La Unión Europea ha presupuestado 3.400 millones de euros en cooperación para el periodo 2021-2027 en América Latina y la mayoría de los países europeos sostienen, además, programas de cooperación muy cuantiosos para la región latinoamericana. A señalar que la Unión Europea ha lanzado “Global Gateway”, que pretende movilizar 3000.000 millones de euros en inversiones en todo el mundo. Los programas ecológicos sostenibles y las infraestructuras físicas y digitales en América Latina, pueden beneficiarse de este ambicioso plan. Deberían, podríamos añadir. </li></ul></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todo ello está influyendo en esa especie de compromiso del Alto Representante y vicepresidente de la Comisión Josep Borrell para dar un nuevo impulso a las relaciones UE-CELAC, reforzando el compromiso estratégico de la Unión Europea con América Latina. En esto se trabaja, con vistas a la presidencia española del Consejo Europeo del segundo semestre de 2023. El que parece ya un gran logro será la celebración de la Cumbre UE-CELAC, suspendida en 2017 y que está previsto celebrar en julio de 2023 en Bruselas. Ese fue ya el acuerdo adoptado en la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea y cancilleres de toda América Latina celebrada el pasado 27 de octubre en Buenos Aires. España prepara con esmero su presidencia para pilotar este nuevo impulso y para hacer de la alianza estratégica Europa-América Latina un pilar fundamental de la política exterior europea. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Ramón Jáuregui, presidente de la Fundacion Euroamérica</b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en<span style="font-family: inherit;"> </span></b><span style="background-color: white; font-size: 14px; font-weight: bold; text-align: left;"><span style="font-family: inherit;">Nouveaux Espaces Latinos, Abril 2023</span></span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-4703320959749993052023-03-23T15:11:00.001+01:002023-03-23T15:11:51.398+01:00El poder de la crisis<p> <span style="text-align: justify;">No es extraño decir que los seres humanos reaccionan frente a los riesgos y los peligros extrayendo lo mejor de sí mismos. Resulta más sorprendente que lo hagan siempre, frente a crisis sucesivas y que sean las instituciones –organizaciones humanas complejas– y no los individuos quienes alcancen este grado de superación frente a la adversidad. </span></p><div style="text-align: justify;">Es sin duda el caso de la Unión Europea. Si echamos la vista atrás, solo a los últimos quince años, es fácil recordar la sucesión de crisis sufridas por Europa, en una cadena de acontecimientos adversos que nos llevaron a lo que Junker llamó «policrisis existencial». Primero fue la crisis financiera de 2009 a 2014, que afectó a las deudas soberanas y al sistema bancario y nos puso al borde del despeñadero ante el temor de la caída del euro. Luego vinieron el Brexit, la crisis migratoria, los movimientos políticos antieuropeos y finalmente la pandemia y la guerra por la invasión rusa de Ucrania. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Pues bien, a cada uno de esos negativos acontecimientos la Unión ha respondido dando significativos saltos adelante en su integración y en la fortaleza de su sistema institucional. Tan es así que, si imagináramos el desenlace de todos estos años sin la policrisis descrita, bien podríamos decir que tendríamos una Unión más parecida a la de diciembre de 2009, cuando entró en vigor el Tratado de Lisboa, que a la que tenemos afortunadamente ahora mismo. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es verdad que la respuesta dada a la crisis financiera fue errónea y procíclica; muy diferente, por cierto, a la que se ha producido estos últimos años con la pandemia y la guerra. Pero, con todo, el esfuerzo producido en la gobernanza del euro y las instituciones creadas para sostener la crisis fueron extraordinarios. Desde el famoso ‘six pack’ al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). Desde la unión bancaria al Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Todos ellos son ahora la base de la gobernanza del euro y de las futuras instituciones económicas pendientes de desarrollo: el Tesoro Europeo y la unión de mercados de capitales. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El Brexit produjo un temor comprensible a que en otros países se instalara la idea de que «fuera de la Unión Europea se está mejor», algo opuesto a lo que había sido una constante histórica de todos los países empeñados en entrar para progresar. Recordemos las propuestas electorales en Francia o en Italia de la extrema derecha, que prometían referendos semejantes al británico. Pues bien, una negociación bien hecha ha permitido a la Unión salir fortalecida de la pérdida de uno de sus principales Estados miembros y dejar bien sentado el principio contrario al temor inicial: ‘El que abandona el barco se ahoga’. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La pandemia ha reforzado el sentimiento de pertenencia y el valor de la ciudadanía europea. El papel jugado por la Comisión en la investigación de las vacunas y en el reparto de las mismas por igual a sus ciudadanos compensó los problemas iniciales en la provisión de materiales sanitarios. El conjunto de instrumentos económicos puestos a disposición de los Estados miembros –MEDE, Sure, BEI...– por valor de casi 600.000 millones para ayudar a los Estados miembros en función de los daños producidos, y especialmente el Next Generation UE (750.000 millones), han sido pasos gigantescos que han convertido a la Unión en nuestro gran paraguas federal. Se dijo, con razón, que fue un momento hamiltoniano, aludiendo a la absorción de las deudas de los Estados Confederados después de la Guerra Civil norteamericana. Fue, sin duda, algo así como el mayor instrumento federal puesto en marcha por una Unión que no responde todavía a esa calificación política. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Incluso la guerra nos ha llevado a aprobar por unanimidad diez paquetes de sanciones a Rusia, a comprar armas como Unión Europea y a construir un embrión de unión política: la Comunidad Política Europea, con los países vecinos, desde Reino Unido a los Balcanes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es más, de todas estas crisis han surgido demandas de avances en temas que han emergido con una poderosa urgencia: la defensa europea, la autonomía energética, los liderazgos industriales, la Agenda Digital, nuestro papel internacional... exigiéndonos respuestas nucleares para nuestra supervivencia, todas ellas en clave de más integración y más poder internacional. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Solo encuentro una excepción a esta tesis de avance europeo frente a las crisis: la respuesta a los problemas migratorios. Fallamos en 2015 ante la crisis siria y seguimos siendo incapaces de acordar una política migratoria común. El Mediterráneo golpea nuestra conciencia y somos incapaces de dar una solución razonable a una emigración que necesitamos como el respirar para enfrentar una demografía letal (nunca mejor dicho).</div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en El Correo, el 23/03/2023</b></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-46622514545020274062023-03-16T22:05:00.003+01:002023-03-17T22:10:09.504+01:00Entrevista Spotify Talento Ephos<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg07o85m1rvhOMrIxcph988ILb_y8QRwY8_YYeFhYn6QDXIOv7-q4hALM6mC3SngbGN8ZxedqGfVsVbSqNPHaV-VjX2C-om7mzqlAFsF-SccX5bd_QWGkTuplXDVN5oa_ZMM-HW4MtUUggk_Hc5_z_ofVLSPbvrVY3kiFvEwRkSBsNdmt249O8wzCDOsg/s679/spofity.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="355" data-original-width="679" height="316" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg07o85m1rvhOMrIxcph988ILb_y8QRwY8_YYeFhYn6QDXIOv7-q4hALM6mC3SngbGN8ZxedqGfVsVbSqNPHaV-VjX2C-om7mzqlAFsF-SccX5bd_QWGkTuplXDVN5oa_ZMM-HW4MtUUggk_Hc5_z_ofVLSPbvrVY3kiFvEwRkSBsNdmt249O8wzCDOsg/w558-h316/spofity.jpg" width="558" /></a></div><br /><p></p><p>Fernando Abadía entrevista a Ramón Jáuregui, ingeniero, abogado y político español sobre diferentes temas como la sostenibilidad o la reputación empresarial.</p><p>Enlace:</p><p><a href="https://open.spotify.com/episode/6VJz2VJfCKIoUSmswfXx2w?si=af1a2b30be814ca3&nd=1"><span style="color: red;">Entrevista a Ramón Jáuregui - con Ramón Jáuregui - El Diván | Pódcast en Spotify</span></a></p><p><br /></p><p><br /></p>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-44618747638451321602023-03-08T20:59:00.179+01:002023-03-08T22:03:05.205+01:00Tribuna de Talento-Ephos: Entrevista.<div dir="rtl" style="text-align: right;"><br /><br /></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Hoy entrevistamos a Ramón Jáuregui. Es ingeniero técnico y abogado, entre los muchos cargos<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>que ha desempeñado, quiero destacar que fue Ministro de la Presidencia, Vicelehendakari y también, Eurodiputado. Además, es experto en Responsabilidad Social Corporativa y fue uno de los impulsores, allá por 2005, de la subcomisión parlamentaria en el Congreso sobre Responsabilidad Social Corporativa.<p style="text-align: left;"><b> Ramón, la reputación es su valor intangible de la empresa, se dice que, cada día es más importante. ¿Por qué? Y, sobre todo, me interesa especialmente saber, ¿Qué es reputación empresarial y que no lo es?</b></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><div style="text-align: left;">Bueno, reputación, todo el mundo sabe lo que es. Es reconocimiento, es que tu marca sea</div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><div style="text-align: left;">reconocida y que tenga un cierto prestigio social. Tener un crédito público en tu sector y entre tus</div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><div style="text-align: left;">clientes y yo diría en tú círculo corporativo, esto es reputación y todo el mundo lo sabe. Y</div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><div style="text-align: left;">ciertamente, como bien decías, es un valor intangible fundamental en este momento, en este siglo XXI de las comunicaciones. </div><div style="text-align: left;">Para la empresa de hoy, tener reputación es un factor necesario para muchas cosas, por ejemplo, para atraer talento. </div><div style="text-align: left;">Es decir que, muchas personas se incorporan a compañías que tienen reputación tecnológica o que tienen reputación medioambiental. La reputación es imprescindible para mejorar tus resultados, para atraer clientela, para mejorar tus ventas. Ahora bien, hay una reputación, que puede ser puntual, sectorial, ¿no? Una empresa puede tener, por ejemplo, una gran reputación en sus condiciones de trabajo, puede tenerla en su inversión en investigación y desarrollo, en su valor tecnológico, en su compromiso medioambiental, pero puede al mismo tiempo, no serlo en otras muchas cosas.</div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><div style="text-align: left;">De hecho, conocemos muchas experiencias de empresas que tienen una práctica extraordinariamente valorada, reconocida, excelente, diría yo, por ejemplo, en la inserción de la discapacidad, y al mismo tiempo tener unas prácticas medioambientales o de recursos humanos deplorables. Esto es lo que yo creo que no cabe, por eso, cuando hablamos de reputación, hablamos de reputación integral, de una compañía que tenga la capacidad de ser excelente en todos los planos de su actividad empresarial. A eso llamamos sostenibilidad. Ser una empresa sostenible, es tenerlo todo, para tener la máxima reputación. O, dicho de otra manera, no hay reputación sin sostenibilidad.</div><p style="text-align: left;"><b>Ramón, me quedo esta última frase: ‘no hay reputación sin sostenibilidad’. Es una </b><b>afirmación rotunda. Pero entonces, ¿a qué podemos llamar sostenibilidad?</b></p><p style="text-align: left;"> Bueno, yo diría que sostenibilidad es el término que culmina una larga trayectoria, una larguísima experiencia en torno a lo que en su día llamamos responsabilidad social de las empresas, o responsabilidad social corporativa. </p><p style="text-align: left;">Como bien decías en tu presentación Fernando, mi relación con todo este plano, con este mundo tan interesante, procede de que ya en el 2004, iniciamos en el Parlamento Español toda una serie de debates que dieron lugar a un libro blanco, y que, luego ha dado lugar a prácticamente 20 años de desarrollo de esta cultura, a la que llamamos, la cultura sostenible.</p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Y hoy, efectivamente, ya disponemos de lo que llamaríamos una teoría y una práctica acumulada,<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>que establece conceptualmente qué es sostenibilidad y que, sobre todo, mide en conceptos que<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>permiten su comparación internacional estas cualidades. Desgraciadamente, durante muchos<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>años, a lo largo de los prácticamente 10-12 años iniciales de esta cultura, no había manera de<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>medir. Hablábamos de muchas cosas y colocábamos etiquetas, había mucho marketing social,<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>digámoslo así, pero no había una manera de comparar, medir y premiar, o en su caso, castigar,<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>los comportamientos sostenibles o insostenibles, respectivamente. Yo creo que hoy tenemos ya,<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>las herramientas para que internacionalmente podamos hablar de tres grandes conceptos que<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>integran la sostenibilidad y son 3 palabras, de hecho, ya se ha resumido en la ESG toda la cultura<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>de la sostenibilidad. La E habla de medio ambiente, la S habla de la dimensión social y la G de la<br />gobernanza.<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>¿Qué es la E? La E es la dimensión medioambiental que examina y mide tu estrategia de<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>descarbonización, tu progreso en la reducción de las emisiones, tus objetivos y tus contribuciones<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>en la lucha contra el cambio climático, la taxonomía europea en la medición de tu contribución a<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>esta lucha, tu contribución a la economía circular... esto es la E, el compromiso medioambiental<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>medible.<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>¿Qué es la S? La S mide la dimensión social que examina condiciones laborales, la salud y la<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>seguridad en el trabajo, la conciliación con los intereses familiares o personales de los<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>trabajadores, la igualdad en sus diversos planos, la acción social de la compañía, lo que<br />llamaríamos la cultura corporativa en la calidad del empleo.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>¿Qué es la G? La G habla de Gobernanza Corporativa, habla de transparencia, de reportes, de<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>cómo informas tú, a todos los agentes que circulan en torno a la empresa desde fondos<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>financieros a bancos, desde observadores a medios de comunicación, de tu cultura de la<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>sostenibilidad, de tus compromisos en esta materia, obviamente examina la diligencia de vida en<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>la cadena de subcontratación de la empresa, el control interno de la información no financiera, la<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>financiación sostenible, la manera en la que participan en los consejos de administración, los<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>criterios retributivos, la manera de participación de los accionistas, todo lo que llamaríamos el<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Gobierno de la sostenibilidad. En estas tres palabras está contemplada hoy la concepción y la<br />medición de la sostenibilidad empresarial.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><b>Ramón, ¿y por qué estas exigencias? Qué está ocurriendo en nuestro mundo para que</b><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><b>las empresas tengan que incorporar la sostenibilidad o la responsabilidad social como</b><br /><b>base de su reputación corporativa.</b><div><b><br /></b></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Es muy evidente que el mundo en el que estamos, en el mundo del 2023, no es el del siglo<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>pasado. Vivimos múltiples disrupciones en nuestra vida y también en la vida de las empresas: las<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>tecnológicas, las geopolíticas, las medioambientales, inclusive las ideológicas. <div>Hay un crecimiento de sentimientos de protesta frente a la desigualdad, a la incertidumbre, a los riesgos que contempla el futuro... </div><div>Y hacia todo eso, la empresa no puede ser insensible o pensar que eso no existe, ese mundo que rodea la empresa es un mundo que le afecta.<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><br /></blockquote></blockquote><div><div style="text-align: left;">La empresa ya no es un simple triángulo integrado por: propietarios, clientes y trabajadores,</div><div style="text-align: left;">es un espacio compartido. Es un espacio público porque, en gran parte, las redes sociales, lo que</div><div style="text-align: left;">significa la conciencia medioambiental de la ciudadanía, las protestas que se han producido en las crisis anteriores (pongamos la crisis financiera del 2008 al 2014) ...</div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><div style="text-align: left;"><br /></div></div></div><div style="text-align: left;"><div><div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;">Todo esto ha ido generando una ciudadanía más sensible con el tema medioambiental, con la </div></div></div></div><div><div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><div>responsabilidad de las empresas y del mundo financiero en la crisis que sufrimos todos. </div><div>Hoy lo hay con relación al tema energético, a las extracciones de mineral, al sector del hidrocarburo... De manera que, la empresa no puede ser ajena a todas esas demandas y esto es lo que va haciendo cada vez más fuerte el sentimiento, la concepción de que la empresa está insertada en un entorno social y que tiene una responsabilidad con ese entorno, y que, si no la cumples, no vas a tener reputación.</div><div>Casi cabe decir que hay una función social para la empresa, porque la sociedad impregna tanto el sentido de la empresa, el propio negocio de la compañía, que no puede alejarse de esa responsabilidad.</div></div></div><div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote></div><div><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Y eso ha roto con toda la cultura neoliberal, de la escuela de Chicago, de considerar que solo beneficios integran el mundo de la empresa, eso ya no lo contempla nadie. Todos los desarrollos teóricos de esta idea han ido produciendo, por otra parte, una creciente conciencia en el mundo empresarial más avanzado y progresista, de esta responsabilidad. </div><div>No lo digo pensando solamente en empresarios, cómo, por ejemplo, españoles que llevan tanto en el sector financiero, como el Sr. Fainer en el mundo bancario; como el Sr. Entrecanales en el mundo de la energía o de las obras públicas; Sr. Galán en tema eléctrico; sino incluso, el gran consorcio de las empresas norteamericanas, el que se llama el Business Rometable ya estableció en 2019 su gran compromiso con estas áreas.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Entonces, ¿Dónde estamos? Estamos en un mundo en que la empresa tiene que concebirse y<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>crear su propia estrategia desde una perspectiva de cumplimiento integral con sus<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>responsabilidades. Las practicas más notables que se están produciendo en las grandes<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>compañías en el mundo entero nos van ya, señalando un camino, sobre el que se crean<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>departamentos de responsabilidad social o de sostenibilidad, como las llamamos ahora, que<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>elaboran el reporte anual, hay una ley que exige esa información a las compañías grandes en<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Europa y por supuesto también en España, y todo esto ha ido creando departamentos cada vez<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>más notables, más importantes en el seno de las empresas que gestionan horizontalmente la<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>cultura de la sostenibilidad. Yo lo resumiría, finalmente, en una sola frase: El camino a la<br />excelencia, en todos los planos, ese el único camino de la sostenibilidad.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><b>Muy bien. ¿Cuáles son los parámetros fundamentales de la sostenibilidad? O, dicho de</b><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><b>otro modo, ¿Cuáles son las tendencias, corrientes de fondo, o las exigencias sociales que</b><br /><b>definen la sostenibilidad de las empresas de hoy?<br /></b><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Bueno, en parte las hemos citado ya anteriormente. Pero yo diría que, en el momento en que nos<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>encontramos hoy, hay siete grandes planos en los cuales se sitúa el deber de las empresas en<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>materia de sostenibilidad. Y creo que, con citarlos, ya prácticamente estamos desarrollando la<br />idea.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>El primero, sin duda, seguramente por la conciencia medioambiental que la propia pandemia ha<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>generado, la sensación de que estamos en una biodiversidad atacada por nuestra propia acción y<br />que otras formas si son posibles. Hay un crecimiento notabilísimo de la ciudadanía con relación al tema medioambiental. La gente exige a las empresas que contribuyan a lo que es la lucha contra el cambio climático y los efectos que ese cambio está produciendo en la vida de la gente. Y esto, como he comentado antes, implica que las empresas hagan su propio cálculo de su huella digital, que establezcan una estrategia de descarbonización hacia ser neutros en un determinado plazo en sus emisiones y que reporten e informen sobre esos compromisos. Esa sería la primera gran tendencia que en este momento existe.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>La segunda que señalaría es la transparencia. La empresa está cada vez más sometida al control, a la lupa de bancos, fondos de inversión, medios de comunicación... De lo que podemos llamar, el entorno corporativo que rodea una empresa, que puede ser mayor o menor en función de cuál sea su objeto de negocio. Accionistas, fondos, inversores, trabajadores, medios de comunicación... </div><div><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Todos ellos tienen una demanda de que la empresa establezca con claridad y sea transparente a<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>la hora de decir, no solamente cuantos beneficios obtiene, ni siquiera cómo los distribuye, sino,<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>cómo los obtiene. Es decir, que incluso sea capaz de transparentarse hasta explicar cuáles son<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>sus riesgos, porque eso lo quiere saber el inversor y eso también implica un esfuerzo de<br />transparencia cada vez más importante.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>La tercera es la fiscalidad. Hay una alarma social en el mundo entero sobre la fiscalidad a las<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>empresas que se está reduciendo en el Impuesto de sociedades y hay, sobre todo, muchos<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>escándalos que se están produciendo en una globalización financiera que permite demasiadas<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>fórmulas para la elusión fiscal, esto implica que la ciudadanía tiene también una demanda de<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>saber cómo las empresas cumplen con el fisco, porque, sin duda son uno de los agentes<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>fundamentales que sostiene la cultura de la cohesión social y del estado del bienestar en los<br />países desarrollados.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>El cuarto yo señalaría la creciente importancia de la debida diligencia en materia de derechos<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>humanos. Muchas compañías operan en el ámbito internacional, en muchos países donde los<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>marcos jurídicos son demasiado limitados, hay una demanda general y, de hecho, la Unión<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Europea está trabajando en una directiva que camina en esta dirección para que, todas las<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>empresas, tengan en cuenta que en las empresas con las que cooperan o que trabajan para ellas<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>en su cadena de subcontratación, se cumplen derechos humanos: que no hay trabajo infantil, que<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>la madera no procede de bosques deforestados, que los minerales que no procedan de regiones<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>en conflicto, que para su extracción no vulneren leyes medioambientales internacionales...<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Entonces, todo esto forma parte también de una cuarta línea de reflexión sobre la sostenibilidad<br />en el siglo XXI, en el momento en el que estamos.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>El quinto es la igualdad. En todos los planos, hombres y mujeres, diversidad racial, igualdad en<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>las brechas tecnológicas, jóvenes y mayores, fijos y eventuales... La igualdad es un valor, y eso<br />también hay que cuidarlo.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>El sexto es lo que llamamos una empresa inclusiva. Que vaya incluyendo modelos de<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>participación en gestión o en capital, que vaya mejorando su formación continua y la atracción de<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>talento en las compañías, que trabaje por la fidelización... Yo lo llamaría, el elemento de<br />innovación en la economía digital.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Y, por último, compromiso país; ¿esto qué quiere decir? Que las empresas son capaces de hacer<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>alianzas público-privadas con los gobiernos para atender demandas que los gobiernos tienen, y,<br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>por otra parte, para aumentar su propia presencia económica o para aumentar su cartera de<br />servicios o su propia clientela.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote>Y hoy día, por ejemplo, que muchos países latinoamericanos tienen ofertas para avanzar en la<br />digitalización, en el cambio climático... Con la colaboración público-privada imprescindible. Estos serían los siete planos en las que situar una concepción moderna de la sostenibilidad.<br /><br /><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"></blockquote><b>Ramón, ha sido un lujo y un placer entrevistarte. Toda una masterclass, resumida en</b><br /><b>unos minutos. Cómo decía, un auténtico placer. Gracias.<br /></b><br />También para mí lo ha sido. Muchas gracias y hasta pronto.<p style="text-align: left;"><br /></p><p style="text-align: left;"><b> Entrevista realizada por Fernando Abadía, CEO de Talento-EPHOS.</b></p></div></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-8845205594694793242023-02-09T11:54:00.001+01:002023-03-08T20:52:25.714+01:00Comunistas abertzales.<div style="text-align: justify;">La escisión comunista surgida en las juventudes de SortuBildu nos recuerda tiempos lejanos. La tensión ideológica entre patria y proletariado fue intensísima en nuestra tierra en los años 70 como consecuencia de un tiempo de confusiones muy primarias y de apasionadas emociones. La pulsión izquierdista de muchos movimientos políticos de aquella época de antifranquismo clandestino chocaba frecuentemente con los brotes nacionalistas que, claro está, también animaban y vertebraban aquellos movimientos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todas las escisiones de la primitiva ETA tuvieron ese fondo argumental, con los frentes obreros o comunistas de la época, y siempre acabó venciendo el ideal patriótico con toda su batería sentimental como argamasa. En contra de lo que algunos jeltzales de la época solían decir, ETA nunca fue una organización de comunistas vascos, por mucho que el socialismo se añadiera a su ideario, más como un apéndice retórico que como corazón de su cuerpo doctrinal. ETA mató por Euskadi y la izquierda abertzale que le sucedió es y será nacionalistas antes que nada y más que ninguna otra cosa. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por eso, observo con curiosidad y no poca sorpresa la aparición de unas juventudes comunistas, a sí mismas llamadas Gazte Koordinadora Sozialista (GKS), surgidas en el seno del espacio político de la izquierda abertzale, y me pregunto cómo y por qué ha crecido una opción netamente comunista en un espacio sociocultural y político monopolizado por el nacionalismo. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todo parece indicar que se trata de jóvenes abertzales que han tomado como guía ideológica de su militancia el liderazgo de un movimiento socialista radical que abiertamente llaman comunismo. Su aparición en los últimos años en el contexto social de las organizaciones englobadas en el llamado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) responde seguramente a varias circunstancias. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La primera de ellas es la desaparición de ETA. Sin violencia y sin la jerarquía militar, el pensamiento es más libre y los jóvenes –estudiantes, sobre todo– y dirigentes de algunos gaztetxes han debido de considerar que las causas tradicionales del movimiento obrero estaban abandonadas por sus direcciones. La segunda es que Bildu ha abrazado una estrategia de conformismo institucional aceptando las reglas democráticas y participando dócilmente del juego político. Es más, su grado de colaboración política con el Gobierno de coalición del Estado y su indisimulado proyecto de alcanzar mayorías de gobierno en Euskadi alejan a estos jóvenes de tanto pragmatismo político y de tantas componendas como las que se derivan de su apoyo al Ejecutivo de España. </div><div style="text-align: justify;">Es fácil imaginar que estas circunstancias han acabado forzando la escisión de unos jóvenes que nacieron en ese entorno y que han crecido bajo estos nuevos parámetros políticos. Si a eso añadimos las sanciones económicas de algún Ayuntamiento de Bildu (Hernani) por colocar txoznas en el pueblo en fiestas y el boicot informativo que les han declarado sus medios de comunicación, entenderemos bien la lucha en solitario que han emprendido estos jóvenes comunistas vascos a través de GKS y múltiples publicaciones y manifestaciones, como la que tuvo lugar hace unos días en Bilbao. Por cierto, a destacar su iconografía: todo son banderas rojas y ni una sola ikurriña. Hablan de Perú, de la OTAN, de la guerra en Ucrania, se declaran internacionalistas y pretenden ser «la herramienta política de la clase trabajadora vasca». Claramente se observa en sus escritos y en sus planteamientos políticos una primacía de la causa proletaria sobre la pulsión nacionalista. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Tienen futuro? Lo dudo. Ser comunista en el siglo XXI me parece anacrónico y dudo mucho de que su vanguardia arrastre masas, pero su idealismo y su tensión con los nacionalistas me han recordado aquellos tiempos pasados y en concreto una vieja anécdota de mi juventud en mi barrio de Herrera en San Sebastián a finales de los años 70. Un grupo de los miembros del Olentzero que recorría casas y bares del barrio la tarde de Nochebuena reclamó vestirse con el buzo de obreros que éramos y abandonar las típicas vestimentas de baserritarras: blusa negra, albarcas, boina, etcétera. Gran Debate, discusiones acaloradas, divisiones fraternas... Por supuesto, ganaron las blusas. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A mediados del siglo pasado se hizo famosa la frase «quien no es comunista de joven no tiene corazón y quien no es socialdemócrata de adulto no tiene cabeza». Cierto que la frase se ubicaba (Clemenceau 1929) en la euforia de la Revolución rusa y en la tensión ideológica entre comunismo y socialismo que atravesó toda la izquierda política europea de la época. Pero, con todo, no deja de sorprender que esa radicalidad proletaria aparezca de nuevo hoy, en 2023, en las aquietadas aguas sociales del País Vasco y pretendan nada más y nada menos que convertir a la vieja izquierda abertzale en izquierda sin más. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en El Correo, 9/2/2023</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div> Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-66180494534639843932023-01-31T11:55:00.050+01:002023-02-09T12:08:50.253+01:00Cinco razones para impulsar las relaciones Unión Europea – América Latina.<div style="text-align: justify;">Las aguas latinoamericanas bajan agitadas y turbulentas. Petro quiere la “paz total” en Colombia y propone una compleja y ambiciosa mesa de negociación. Boric enfrenta el fracaso de la reforma constitucional en Chile en un clima de fuerte división partidaria. Lula iniciará su mandato en Brasil con dificultades macroeconómicas y parlamentarias para poner en marcha su programa estrella contra la pobreza. Argentina sufre la inflación y la división del Partido Justicialista. Perú encarcela a su presidente por un autogolpe y por corrupción. Nicaragua sufre la represión cruel de la pareja presidencial que se perpetúa en su tiranía… </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es una descripción provocadora de una realidad diversa y polifónica que merece, para ser justos, una mayor precisión, una pincelada más detallada, pero que muchas veces es percibida aquí en Europa como un todo conflictivo e inestable difícil de entender. Esa percepción confusa explica una cierta pereza europea para acercarse a América Latina y, sobre todo, limita la voluntad política europea para dimensionar la enorme importancia económica, social y geopolítica del subcontinente en nuestra política exterior. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y, sin embargo, hay mucho en juego. En el complejo tablero internacional que emerge después de la sucesión de catástrofes con que hemos iniciado este siglo, aparecen tres potencias militares (Estados Unidos, Rusia y China) y dos potencias económicas (Estados Unidos y China) que se disputan todas las grandes batallas geopolíticas del mundo, incluyendo en ellas importantísimos intereses económicos, geopolíticos y comerciales. Incluso ideológicos, porque esa confrontación no esconde un determinado orden internacional y modelos de convivencia y de vida política muy distintos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Qué papel juegan Europa y América Latina en ese mundo bipolar del siglo XXI? Ese es el telón de fondo de esta reflexión que el Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, Josep Borrell, está presentando a los cancilleres europeos con objeto de que América Latina entre en el radar de la política exterior europea y la Unión Europea desarrolle una política hacia América Latina más próxima y efectiva, más intensa, en definitiva, más asertiva.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> ¿Cuáles son las razones para hacerlo? Esta podría ser una sistemática forma de explicarlo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> 1. Nuestra historia y nuestra cultura nos han hecho cercanos, coincidiendo en aspiraciones de vida y en principios y valores éticos. Tenemos un mismo marco de organización de nuestra convivencia: la libertad, la democracia y el Estado de Derecho. Defendemos un marco de dignidad humana en todas las relaciones socioeconómicas. Reclamamos un universo de derechos mínimos para los seres humanos. Aspiramos a un orden interno de paz y desarrollo regido por un multilateralismo ordenado. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con todo respeto a otras culturas y a otros modelos de vida, Europa y América hemos construido nuestro orden moral y social sobre el marco civilizatorio de los últimos siglos del mundo occidental. Pudiera parecer que esa apelación a nuestra historia y cultura común con Latinoamérica formara parte de un discurso abstracto, retórico, una especie de latiguillo argumental sin más contenido que el oportunismo de su uso. Bien al contrario, la política exterior de Europa no puede concebirse sin las enormes derivadas de esas convergencias. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay seis millones de latinoamericanos viviendo con nosotros y casi el mismo número de europeos viviendo en América Latina. Nuestras ideas comunes generan una enorme identidad en nuestra literatura, en nuestro cine, en nuestro arte. Nuestros estudios universitarios son relativamente comunes. Nuestros mercados de trabajo son próximos. La inmigración tiene fácil acomodo. Los destinos turísticos son enormemente atractivos. Garantizar esa convivencia acelerada por la proximidad de la tecnología y por el abaratamiento de los costos de transporte es tarea principal de la política europea. Eliminar visados, atraer inmigración laboral, homologar títulos universitarios, aumentar Erasmus, coordinar nuestra cooperación… son políticas concretas que responden a unas demandas muy concretas de esa comunidad europea y latinoamericana tan próxima, tan común. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">2. Hay miles de empresas europeas en América Latina y algunas multilatinas en Europa. Nuestros intereses económicos en América Latina son enormes y, no por casualidad, tenemos tratados de libre comercio e inversiones con gran parte del subcontinente. Somos el primer inversor en América Latina, por delante de China y Estados Unidos. El 55% de la inversión extranjera en América Latina es europea. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Somos el tercer socio comercial, detrás de China y Estados Unidos. Tenemos acuerdos de asociación y cooperación con la mayoría de los países y somos el primer cooperante en la región. Nadie en el mundo tiene la red de cooperación que tiene Europa en casi todos los países de América Latina.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Todo esto ocurre al tiempo que la presencia china en el subcontinente se acelera estratégicamente. Su poder de compra es tan poderoso que nadie puede competir con China como importador de materias primas. Pero su poder inversor no es menor y su implantación como suministrador de infraestructuras físicas y tecnológicas está creciendo considerablemente. Detrás de esta monumental operación, China quiere asegurar sus importaciones de materias primas, aumentar sus mercados y crear serias dependencias tecnológicas de sus principales marcas. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El juego político que acompaña esta estrategia es muy inteligente. Las cumbres China-América Latina son frecuentes. Las ayudas financieras a muchos países son generosamente diseñadas y la apuesta solidaria con América Latina durante la pandemia fue claramente superior a la europea (aunque su vacuna contra la Covid funcione regular, el primer laboratorio de SINOVAC se instaló en Chile en 2021). Europa está perdiendo presencia económica en América Latina y esto no es baladí. La influencia política es paralela y esa pérdida nos debilita para conformar alianzas de juego político en el escenario internacional, además de perder oportunidades económicas serias en un continente que está por hacer, es decir, que tiene un potencial económico y estratégico muy grande. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">3. Efectivamente, América Latina está situada en buena posición ante las dos disrupciones de este siglo: la transición energética y la transformación digital. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Empezando por la primera, el 60% de las reservas de litio están entre Bolivia, Chile y Argentina. El 40% de las reservas de agua dulce están en América Latina. La mayor biodiversidad del planeta y la masa forestal más importante del mundo están en América Latina. La capacidad de producción de hidrógeno verde es muy alta y mientras nos descarbonizamos seguiremos consumiendo combustibles fósiles en los próximos 20 años como mínimo. Pues bien, América Latina es la 1ª reserva del mundo de petróleo (Venezuela) y dispone de enormes concentraciones de gas que tanto necesita Europa. Es muy difícil concebir, planificar o coordinar una política medioambiental contra el cambio climático sin contar con América Latina. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el ámbito digital nuestras convergencias no son menores. Europa quiere defender un marco regulatorio basado en una digitalización ética en la que el ciudadano tenga protegidos sus derechos y la titularidad de sus datos con ciberseguridad. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ese modelo regulatorio depende, en gran parte, de su dimensión y por eso Europa se juega mucho al participar en la digitalización de América Latina con arreglo a un modelo tecnológico de red (5G) que no dependa de suministradores que no garanticen esa posibilidad. Participar desde Europa, en alianza con los países latinoamericanos, en la implementación de un desarrollo tecnológico que supere brechas sociales y regionales es un gran proyecto europeo para América Latina. Esto podría hacerse a través de grandes alianzas público-privadas al estilo de las que propone la economista Mazzucato en proyectos-país o misiones país, como ella las llama. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">4. Europa es un modelo de construcción supranacional. Nadie en el mundo ha hecho algo semejante. Nuestra experiencia para construir unidad desde la diversidad y desde historias enfrentadas es extraordinaria. América Latina necesita avanzar en integración regional como condición existencial de futuro. Una América Latina fracturada en más de 20 países, muchas veces enfrentados, sin organizaciones regionales que piloten la armonización de un mercado interior, es un subcontinente condenado a la irrelevancia y a perder las extraordinarias ventajas que proporcionaría una región articulada. Simplemente en el ámbito comercial, América Latina apenas llega al 12% de su comercio interior. Europa tiene casi un 60% de su comercio en el ámbito del mercado común europeo. Pero el éxito en las grandes disrupciones, como señalamos más arriba, depende de su densidad. La explotación del litio, por ejemplo, debería llevar a planes conjuntos de los tres países que disponen de ese valioso mineral. La planificación digital y los mercados que la digitalización genera serían mucho más atractivos para la inversión extranjera si fueran supranacionales. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay muchos ejemplos derivados de la integración regional. Europa ha desarrollado una tecnología regulatoria extraordinaria de la problemática supranacional.</div><div style="text-align: justify;">La armonización legal del mercado interior, por ejemplo, es paradigmática. Sus políticas de cohesión son únicas por su eficacia y por su solidaridad. Lo mismo podría decirse de sus innovadoras políticas para regiones transfronterizas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Es verdad que todo requiere una base política de integración. Pero América Latina está muy cerca de entender y asumir esta urgencia y nadie como Europa para acompañarla en ese camino.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> 5. Por último, tanto América Latina como Europa necesitamos unir nuestras fuerzas en el mundo global para defender nuestros intereses y nuestros valores comunes. Ya lo hemos dicho, son muchos y muy coincidentes y solos no podemos. Juntos somos mucho más ante las grandes instituciones internacionales. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el G20 hay tres países de América Latina, Brasil, México y Argentina, cuyas fuerzas, coordinadas con los países europeos, sería inmensa. Lo mismo ocurre en la ONU, en la OCDE, en la Organización Mundial del Comercio, en el turismo internacional, en la salud… Ante las instituciones financieras internacionales (FMI, Banco Mundial, bancos multilaterales de desarrollo) América Latina y Europa pueden conseguir mucho más de lo que consiguen por separado. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hay un debate ideológico sobre el mundo que viene. Hay un dilema democrático sobre la calidad de nuestras instituciones, del Estado de Derecho, de nuestra libertad, de nuestra dignidad humana. Sobre el orden mundial y la lucha contra los grandes desafíos planetarios: cambio climático, justicia fiscal, combate al narcotráfico, regulación digital… Son grandes retos que nos afectan y sobre los que europeos y latinoamericanos podemos y debemos coincidir. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Para eso es también la alianza estratégica UE-CELAC, para abordar nuestra capacidad de influir en el resto del mundo, juntos, con un poder, con más representación y para conseguir que el mundo camine en la dirección de nuestros intereses, pero también en la dirección de nuestras aspiraciones humanas. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Todo este razonamiento está en el nuevo impulso que Europa y España quieren dar a la relación con América Latina. España se ha planteado que su presidencia del Consejo europeo durante el 2º semestre de 2023 sea el comienzo de ese nuevo y fuerte impulso. Para ello, junto al Alto Representante para la Política Exterior de Europa, Josep Borrell, está trabajando en la organización de una gran cumbre UE-CELAC a celebrar en julio de 2023 en Bruselas. La reunión preparatoria de esa cumbre ya ha tenido lugar en Buenos Aires el pasado 27 de octubre y los ministros de Asuntos Exteriores de Europa y los cancilleres latinoamericanos han acordado las bases de ese futuro encuentro de los jefes de Estado y de Gobierno de Europa y América Latina. Ojalá tengamos éxito en esa reanudación y en ese impulso. Lo necesitamos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Boletin Enero 2023, Fundación Yuste.</b></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-51265186227513837372023-01-27T11:45:00.001+01:002023-01-27T11:47:08.170+01:00Él siempre estuvo allí.<div style="text-align: justify;">A Rodolfo te lo encontrabas siempre. Antes que nadie. Llegaba, organizaba, disponía, mandaba. Hubo un tiempo en que fue aparato. Eso que algunos desprecian porque gestiona la maquinaria interna de los partidos y que los dirigentes apreciábamos tanto, porque todos nuestros actos públicos dependían de ella.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Al principio, en los años ochenta, en los años de plomo y tragedia, Rodolfo era un chaval del partido de Bizkaia que siempre estaba allí. En un funeral, en una concentración contra ETA, en un mitin. Él ya había organizado la cabecera, el escenario, el desarrollo del acto, todo. Incluso antes, había hecho la convocatoria, movilizado militantes, convocado prensa o diseñado el lugar y hasta el fondo corporativo del escenario. Pronto se hizo imprescindible. Su actividad y sus prestaciones le hicieron pieza principal de la actividad externa del partido y de ahí a dirigente principal de la organización solo había un paso que él dio con decisión y valentía.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Rodolfo fue colaborador y compañero esencial de todos los líderes del socialismo vasco; Benegas, yo mismo, Nicolás Redondo, Patxi López, Idoia Mendia y ahora mismo de Eneko Andueza. Toda la historia del socialismo vasco desde la conquista de la democracia, le tuvo a él como protagonista. Pero sin duda su liderazgo -porque líder también lo fue- lo ejerció con Patxi como lehendakari en aquel Gobierno vasco en el que él fue consejero de Interior.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En esos años, fraguó una relación especial de amistad y complicidad máximas con Alfredo Pérez Rubalcaba, quien pilotaba junto al presidente Zapatero el fin de la violencia. Fue un periodo muy especial en su vida y puedo decir, con conocimiento de causa, que esta tarea histórica le marcó y prácticamente definió la parte final de su vida política.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Él vivió, junto al lehendakari Patxi López, el negociador Jesús Eguiguren y Alfredo, el que movía los delicados hilos de un finísimo y exitoso proceso para terminar con el terrorismo, unos años extraordinarios. Tuvieron que hacer cosas que ya nadie recuerda pero que en su momento fueron claves. Recuerdo, por ejemplo, una reunión con la dirección de HB, hoy solo pequeñas anécdotas del pasado, pero en su momento acontecimientos críticos e injustamente criticados. Muchos han olvidado aquellos años y las nuevas generaciones ni siquiera saben qué era ETA, pero la historia la escriben personas como Rodolfo, que jugó un papel fundamental en la conquista de la paz.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Rodolfo fue todo en el socialismo vasco: aparato y dirigente, colaborador y líder. De una lealtad absoluta a la causa. De una constancia en su militancia y en su actividad sin límites. De un compañerismo fraterno.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Hemos vivido juntos cuarenta años de socialismo vasco con todo lo que eso significa: El dolor y las lágrimas comunes por tantos amigos y compañeros asesinados. La soledad de nuestra lucha. El temor de nuestras propias vidas. Las convocatorias de nuestras protestas y condenas, algunas veces en soledad. Desde la defensa de la constitución allá por el 78, hasta la celebración de nuestra victoria sobre ETA.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Fue la épica de una vida que Rodolfo entregó por la paz y la democracia. Él siempre estuvo allí.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Publicado en El Diario.es 27/1/2023</b></div>Ramón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-6214144201438720083.post-54053903387651395122023-01-26T11:23:00.008+01:002023-01-27T11:32:20.282+01:00Obituario: Rodolfo Ares para eitb.<p> </p>
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Video: eitb.eusRamón Jáureguihttp://www.blogger.com/profile/16438138855522545946noreply@blogger.com