18 de mayo de 2018

Como dialogar con el terrorismo.





El socialista Ramón Jáuregui empezó en política por compromiso personal. En los setenta, en la fábrica en la que trabajaba, convocaba elecciones. Por entonces no pertenecía a ningún partido, pero sí tenía conciencia sindical (más bien, conciencia de libertades). Entre 1973 y 1974 se afilió al PSOE, pero su compromiso con el partido y la democracia estaba en la lucha antifranquista. Una de las cosas que le hace sentirse más orgulloso es que algo en lo que creía, como la paz en Euskadi, se ha hecho posible.

Has anunciado que dejas la política activa. ¿Significa que ya has cumplido tus sueños políticos?

No. Los sueños tienen una parte de incumplimiento necesario, como la utopía; cierta parte es imposible de cumplir. Estoy muy orgulloso de lo construido. He tenido la fortuna de vivir una generación que ha hecho mucho por el país y que ha transformado España.

¿Te has dejado llevar por el sentimiento o por el pensamiento?

Por el pensamiento. Siempre he sido, aunque sea un poco presuntuoso decirlo, un político intelectual. La curiosidad intelectual ha definido mi trayectoria. Siempre he querido saber más; cada día veía que el mundo era mas complejo y que hacia falta saber. El saber y el talento son condiciones necesarias en la política.

¿Se jubilan los ideales?

No. Los ideales siguen siendo semejantes. El problema es la enorme dificultad de plasmarlos. Al igual que hace cuarenta años o más, cuando empecé a militar en el PSOE y a luchar por la libertad, el progreso y la justicia social, los ideales siguen siendo semejantes. Y en el siglo XXI, cualquier ciudadano con conciencia (de esa naturaleza) seguirá luchando por la igualdad de oportunidades frente a la desigualdad, por ejemplo. Pero el mundo se ha hecho mucho más complejo y mucho más difícil, porque se ha globalizado y nos han cambiado la baraja del juego. La izquierda, en general, percibe más claramente que el Estado-Nación es un espacio limitado frente al infinito de la globalización y nuestras herramientas no son suficientes para construir los ideales. Ese es el gran drama de la izquierda de este momento.

¿Cuándo tuviste consciencia de que eras una persona de izquierdas?

Es una cosa que viene de familia. Mi padre era un represaliado de la República y obrero, y nosotros éramos diez hermanos (yo era el más pequeño). En las sobremesas de un hogar tan pobre, mi padre, con la limitación de sus conocimientos, nos idealizaba Rusia. Curiosamente era el sentimiento de todas las izquierdas en el periodo republicano, cuando todavía no se sabía muy bien qué era aquello, por cierto. La izquierda nació en mi corazón durante aquellas charlas, digamos, sencillas. Eso me distinguió de la mayor parte de mi entorno de amigos nacionalistas, que acabaron, casi todos, siendo miembros de la banda terrorista ETA. Y mi fractura con ellos nació allí, justamente, porque en el corazón de mi familia se respiraba izquierda y, por el contrario, en el corazón de las suyas lo que se respiraba era nacionalismo.

¿Te consideras un interlocutor fiable con el nacionalismo vasco?

Lo he sido siempre. Probablemente, el representante del socialismo más próximo a los nacionalistas hasta el punto de que ciertamente fui yo el que comenzó las coaliciones con ellos. La primera coalición política que se hizo en España fue con José Antonio Ardanza (PNV), en el año 87. Mi partido me eligió para ser el vicelehendakari no por casualidad. Cuando fui secretario general del PSE, hasta el año 98, fui el hombre que dialogaba con los nacionalistas, quien se entendía con ellos. Siempre he pensado que la convivencia en Euskadi necesitaba ese pacto, como el de Ajuria Enea, que fue un punto de inflexión en la victoria contra ETA.

También estaba el Pacto de Lizarra.

Sí, pero era un pacto contra nosotros, cuidado; el pacto de los nacionalistas con ETA. Fue el momento en el que el PNV se equivocó y creyó que ETA estaba dispuesta a dejar de matar a cambio de que el conjunto del nacionalismo defendiese la autodeterminación. ETA engañó al PNV con una tregua-trampa, que lo fue, porque durante el 99 no mataron. Destruyeron el Pacto de Ajuria Enea que tenía el PNV con los demócratas no-nacionalistas y, a partir del 2000, ETA inició una dura batalla contra los no-nacionalistas matando a dirigentes del PP, del PSOE… El primer asesinato importante fue justamente el de Fernando Buesa, cuando ETA decidió lanzar una estrategia de liquidación física de los disidentes en Euskadi, y eso llevó al plan Ibarretxe. También está la contraofensiva democrática con el pacto antiterrorista de Zapatero con Aznar y la ilegalización de Batasuna. En ese contexto (1999-2004) se circunscribe esa gran batalla interna que da lugar, sin embargo, al fin de ETA en 2011.

Hasta 1988, ETA había asesinado a unas 600 personas. De hecho, en los meses previos al Pacto de Ajuria Enea, en 1987, se sucedieron dos atentados importantes: el del Hipercor de Barcelona y el de la casa-cuartel de Zaragoza.

El Pacto de Ajuria Enea fue la condición para poder hacer también las Negociaciones de Argel, que fueron muy importantes en la victoria contra ETA, porque había un mundo internacional que reclamaba a España acabar con ellos mediante el diálogo. José Luis Corcuera consiguió el acuerdo con Manuel Fraga y con los nacionalistas en el Pacto de Ajuria Enea para intentar ese diálogo en Argel. El diálogo puso de manifiesto que ETA era una banda de locos cariocos que no tenían ninguna intención de dialogar nada y querían imponer su tesis (hablo del año 89). Y previamente, es verdad, ETA había tratado de fortalecer su posición negociadora matando masivamente en el Hipercor de Barcelona y en Zaragoza. Con todo, el sistema democrático dio ese paso. En términos políticos, el Pacto de Ajuria Enea fue la primera vez que el nacionalismo vasco asumía la unidad democrática frente a los nacionalistas violentos, algo que no había ocurrido hasta entonces. A partir de ahí lideró la movilización social contra ETA. Al mismo tiempo, conseguimos establecer en el ámbito internacional el statu quo de una democracia frente a una banda terrorista.

¿Cómo se dialoga con los terroristas?

En aquella ocasión, el diálogo puso de manifiesto que no se puede negociar con ellos. Por el contrario, en el final de ETA en 2011, no ha habido diálogo alguno. Lo que ha habido, sin embargo, es una ingeniosa pista de aterrizaje para que ETA dijera “fin”. Eso es lo que hicieron muy bien Zapatero y Rubalcaba, algo que no se ha reconocido suficientemente. Zapatero aguantó carros y carretas desde el año 2006 hasta 2011, incluido el atentado de la T-4 de Barajas. Pero persistió… y consiguió la paz, que cayó como fruta madura, porque estaban desarticulados policialmente, socialmente ya no los admitían en Euskadi, el nacionalismo les daba la espalda, estaban ilegalizados (cosa que hizo bien el PP)… La paz llegó porque la democracia venció, pero el aterrizaje no fue una cosa fácil.



Entrevista para Man on the Moon.


Paradojas europeas.

Europa está llena de paradojas. Hemos sido protagonistas de lo peor y lo mejor. Europa fue escenario de las guerras más brutales y de las persecuciones humanas más crueles, y sobre ese recuerdo cargado de potencia moral hemos sido capaces de construir la más grande y poderosa unión supranacional que han conocido el mundo y la historia. La más formidable unión política sobre la diversidad de lenguas, culturas, naciones, identidades de 28 estados con sus respectivas historias y memorias de antagonismos bélicos recientes.

En los 50 años que transcurren desde el Tratado de Roma (1957-2007), Europa ha hecho un recorrido extraordinario y ha construido una unión económica y monetaria en un mercado único de enorme potencia para el mundo global del siglo XXI. Pero en cinco años de crisis económica, en la tormenta perfecta de 2008 a 2013, los riesgos sistémicos del euro han puesto Europa al borde del abismo, literalmente al borde de disolver este proyecto histórico.

Tercera paradoja: con frecuencia, describimos con todo lujo de detalles los males europeos. Nuestros problemas de gobernanza, nuestras debilidades externas, nuestras dificultades de competencia contra el 'dumping' social y medioambiental del resto del mundo, etc. Así lo hacía, por ejemplo, el informe que elaboraron un grupo de sabios presididos por Felipe González en 2010, señalando gravísimos problemas de competitividad de Europa, mirando nuestra demografía, nuestra dependencia energética, el reto tecnológico USA, el grado de inversión en I+D+i, etc.

Pero con frecuencia también, olvidamos que casi todo el mundo aspira a ser como nosotros. A alcanzar un modelo social y democrático como el que hemos construido en Europa con un Estado del bienestar que recauda en torno al 40% el PIB para garantizar pensiones, educación, sanidad y servicios básicos, y un Estado de derecho que asegura derechos individuales y libertades básicas en democracias avanzadas, aunque, claro, siempre imperfectas.

Las paradojas que me preocupan hoy son las que resultan de un día a día europeo lastrado por las exigencias del pragmatismo o por la falta de ambición en los dirigentes europeos o en los protagonismos nacionales y nacionalistas que nos rodean.

Veamos el primer ejemplo. El delicado tema del acuerdo nuclear con Irán del que acaba de salir EEUU. Todos recordamos el importante papel jugado por la alta representante europea, Federica Mogherini, en aquellas negociaciones multilaterales. Personalmente, recuerdo muy bien las fotografías de aquellas reuniones con todas las potencias del mundo en una mesa, muchas veces presididas por la señora Mogherini. Eran evidentes el respeto y el afecto que mostraba Irán por Europa y el protagonismo dado a la alta representante.

Allí estaba Europa. ¿Dónde la han dejado Merkel y Macron en sus viajes a EEUU para evitar la ruptura americana? Europa ha sido humillada una vez más por este presidente antieuropeo, pero a esa humillación hay que añadir el desprecio que Francia y Alemania han hecho de nuestra vicepresidenta y alta representante para la Política Exterior europea.

La semana pasada compareció ante el Parlamento Europeo el primer ministro belga, Charles Michel. En el turno de debate, tuve la ocasión de preguntarle sobre la colaboración europea en materia antiterrorista. Su respuesta fue vaga, a pesar de tratarse de un país que estuvo en el punto de mira de críticas durísimas —y en mi opinión justas— por los fallos en seguridad y coordinación en los atentados de París y más tarde en Bruselas. La paradoja es que habiendo sido constatado que las ciudades europeas sufren desde hace más de 10 años los ataque de una misma estructura terrorista, hemos sido incapaces de crear todavía una unidad europea de análisis y de inteligencia antiterrorista que ponga en común las informaciones de los servicios policiales nacionales. La necesidad de esta coordinación, a la vista de las experiencias sufridas, está fuera de toda duda, pero las resistencias nacionales a ceder competencia en seguridad interior y los corporativismos policiales de los diferentes servicios a compartir la información, impiden avanzar en una integración imprescindible para una seguridad mayor.

La tercera y última, por ahora, de las paradojas europeas nos la acaba de proporcionar la Comisión Europea con su proyecto de marco financiero para el periodo 2020-2027. Como ustedes pueden imaginar, estamos hablando de dinero, de aportaciones de los estados, de ingresos y gastos, de planes de futuro de la Unión, de inversiones, de prioridades, del peso económico y político de la Unión, de su futuro, al fin. Y aquí nos desnudamos todos, porque la retirada del Reino Unido nos plantea un choque de entre 12.000 y 14.000 millones de euros menos en los ingresos y nadie quiere reducir las tradicionales partidas del presupuesto europeo.

Pues bien, la Comisión, consciente de que en el Consejo varios países vetarán cualquier incremento de las aportaciones, ha hecho una propuesta tan continuista y tan limitada que resultará muy difícil abordar las grandes urgencias que definen una Europa ambiciosa para la próxima década: inmigración, seguridad y defensa, I+D+i, agenda digital, etc. Una pena.

Hay, por supuesto, otras noticias. Hay, por supuesto, discursos europeístas de Macron en Aquisgrán recibiendo el premio Carlomagno, que animan a Europa a combatir los populismos nacionalistas. Pero no son suficientes. Hacen falta hechos. No solo palabras.

Publicado en El Confidencial, 18/05/2018

16 de mayo de 2018

Entrevista COPE 16/05/2018

 Ramón Jáuregui, eurodiputado del PSOE ha reconocido que el hecho de que la justicia belga haya rechazado la extradición para los exconsejeros Toni Comín, Meritxell Serret y Lluis Puig “hace daño a la justicia española”. “Desconozco -asegura- si hemos cometido un error, si el procedimiento ha fallado (…), pero España no se merece esto porque España es un país con una calidad democrática que se está poniendo en cuestión”.

Reconoce que “la gente no entiende nada, tienen la sensación de que esta especie de conflictividad jurídica entre España y algunos países de la Unión Europea no está bien orientada”. No ayuda en absoluto la imagen que se ha trasladado fuera del país tras las cargas policiales el pasado 1 de octubre: “España está debilitada en el mundo por esta cuestión”. Fuera de nuestras fronteras “no gusta la conflictividad que estamos exportando”, no responde a la imagen del país que es España a lo que se añade, según Jáuregui, que los belgas no tienen muchas ganas de ayudarnos”.

El hecho de que no se haya admitido la orden de extradición de los tres ex consejeros fugados implica que ha fallado el principio de confianza mutua que rige en la euroorden. En este sentido, Jáuregui comenta que “si un juez de Alemania me pide una euroorden tengo que entender que está justificada (…), pero es una ingenuidad pensar que con tanta propaganda los tribunales de Alemania, Italia o Edimburgo no van a entrar en el fondo”.

Ramón Jáuregui ha desvinculado cualquier relación entre la situación en Cataluña con el estatus actual de Kosovo. España no va a participar en la cumbre Unión Europea-Balcanes que tendrá lugar este jueves en Sofía. El presidente del Gobierno Mariano Rajoy confirmó que no asistirá porque España no reconoce la independencia, lograda de forma unilateral, por esta provincia serbia hace diez años.

Ramón Jaúregui cree que esta decisión “es coherente” y ha alabado el hecho de que España sí firme la declaración final, “que es política, con cierta entidad”. Si en futuro se produce un acercamiento entre Europa y los Balcanes Jáuregui apuesta porque previamente “Kosovo y Serbia resuelvan su propio problema”.

 Entrevista completa en este enlace.

4 de mayo de 2018

El final de una tragedia.

Viví con escolta más de treinta años y nunca fui libre del todo. Hubo años en los que la seguridad fue doble, cuando se la pusieron a mi esposa después del asesinato del juez Lidón y de que su nombre apareciera en los papeles de ‘Susper’. Viví la muerte muy cerca. Un día la Ertzaintza me llamó para contarme que un comando detenido confesó haber intentado matarme en una celebración navideña en una sociedad gastronómica de San Sebastián. Asistí a más de trescientos funerales. Conviví con cientos de familias rotas por el dolor. Mataron a muchos amigos del alma. Mi hijo se llama Enrique porque nació a los pocos meses de que asesinaran a Enrique Casas... ¿Qué más puedo contar?

No soy valiente y sin embargo nunca tuve miedo. Ese escenario formaba parte de mi vida, de mis circunstancias, de mi lucha... y lo acepté como natural, aunque fuera lo más antinatural del mundo. Siempre me consideré víctima y sin embargo nunca formé parte de ellas. Pensaba que ese sentimiento no debía condicionar la búsqueda de la paz, ni correspondía a un dirigente político. Y sin embargo, siempre pensé que la sociedad vasca fue injusta con ellas. Sí, fuimos los vascos quienes estigmatizábamos y difamábamos a las víctimas después de muertas. Las dejábamos solas.

Creí que esto no acabaría nunca. En los primeros años del nuevo siglo, cuando ETA mataba a los dirigentes del PSOE y del PP, después de la tregua de Lizarra, con el PNV en el lado equivocado de esta lucha, pensé que el final se alejaba. Pero en 2011 todo acabó. Aquel 20 de octubre, minutos antes de un debate electoral con Alfonso Alonso y Emilio Olabarria, en el Hotel Gasteiz de Vitoria, recibimos la noticia: ETA anunciaba el cese definitivo de su violencia. Suspendimos el debate y brindamos juntos. Nunca olvidaré aquel día. Todos mis recuerdos de la tragedia quedaron suspendidos por una victoria tan aplastante, por una conquista tan heroica: la PAZ, al fin. Y para siempre.
 
Publicado en El Correo, 4/05/2018

Entrevista Voz Populi. 4/05/18 Fin de ETA.

 Cuando ETA cometió su primer atentado mortal en 1960, una bomba colocada en la estación de ferrocarril de Amara que terminó con un bebé de 22 meses abrasado, el eurodiputado socialista Ramón Jáuregui (San Sebastián, 1948) tenía solo doce años y estaba cursando el Bachillerato Elemental. Era el pequeño de diez hermanos fruto de un matrimonio navarro emigrado al barrio de Herrera y no tardaría en comenzar a simultanear sus estudios con trabajos de aprendiz en una fundición ubicada localidad cercana de Pasajes.

Llegó a ser oficial industrial. De día. Porque en el turno nocturno, se sacaba la carrera de Ingeniería Técnica en la Escuela de Peritos de San Sebastián. La terminó con 20 años, cuando ETA reconocía oficialmente a sus primeras víctimas: el guardia civil José Antonio Pardines y, un par de meses más tarde, el comisario Melitón Manzanas.

En 1975, Jáuregui obtuvo el título de Derecho, abandonó la fundición y comenzó a trabajar en un bufete de abogados laboralistas de UGT en Rentería, donde coincidió con Txiki Benegas, que acababa de ser elegido secretario general del recién constituido Partido Socialista de Euskadi - PSOE. Fue entonces cuando entró en contacto con el socialismo vasco para no abandonarlo jamás.

Desde los comienzos de la Transición hasta la X Legislatura, Jáuregui ha mantenido una intensa actividad política. Ha sido parlamentario vasco, delegado del Gobierno central, vicelehendakari el Gobierno de coalición con Ardanza (PNV), diputado en el Congreso de los Diputados y ministro de Presidencia.

Sin embargo, será la Eurocámara, donde se desempeña como eurodiputado por el PSOE desde 2014, el lugar que le vea
decir adiós a la política en mayo de 2019, cuando concluya la legislatura europea. 'Vozpópuli' habla con el referente del socialismo vasco sobre su trayectoria, la disolución de ETA y si ha merecido la pena poner su vida en peligro por una causa política.

¿Cómo valora usted los últimos anuncios de ETA a través de vídeos y cartas? ¿Qué aspectos echa en falta y cuáles sobran?

Lo que todos esperamos de ETA es que se disuelva y desaparezca, todo lo demás es retórica autojustificativa que solo vale para ellos. Pienso que ETA sigue teniendo una visión equivocada de su historia porque es incapaz de reconocer que en los años 77 y 78, cuando se estaba construyendo la democracia en España, la Constitución y el autogobierno vasco, se equivocaron al pensar que aquello era mentira.

Pensaban que la democracia y el Estatuto era de cartón piedra y se equivocaron. Y decidieron irse al monte para matar, en contra de lo que era un proceso emocionante de la mayoría del pueblo vasco y de los españoles de cara a construir un autogobierno en la democracia española.

¿Por qué cree que son incapaces de reconocerlo?

Son incapaces de hacerlo porque eso destruye de raíz toda su historia, toda la tragedia que han ocasionado. Pero el origen de todo está ahí, mientras no reconozcan que se equivocaron, sus comunicados están viciados de origen. Ahora, lo único que importa es que han sido derrotados, hemos conseguido la paz y su disolución no es más que el punto final de esa página tan trágica y tan equivocada que ellos han escrito en nuestra historia.

En su última misiva, fechada este 16 de abril, escriben que 'ETA se formó del pueblo y al pueblo vuelve'. ¿Alguna vez ha considerado que el nacimiento de ETA estuvo justificado ?
No. ETA nació en las postrimerías del franquismo, pero nunca fue una organización antifranquista y esa fue una de las equivocaciones que cometieron demasiados, inclusive la comunidad internacional. Fueron una organización contra España, de hecho, sus atentados más notables desde el punto de vista cuatintativo y también cualitativo se producen asesinando policías y guardia civiles en masa o ciudadanos españoles. Esa confusión fue muy frecuente en aquellos años porque no nacieron para luchar por la libertad, sino que realmente nacieron para destruirla.

Nunca hubo una ETA justificable. Matar es una estrategia que te encadena a la violencia y acabas siendo prisionero de ella. No hay ninguna causa que se pueda justificar o defender matando. De hecho, al final Batasuna rompe con ETA porque ellos son muy conscientes de que si continúa la violencia, arruinan su causa.

¿En qué momento de sus 60 años de historia cree que terminó realmente la banda? ¿Ahora o en octubre de 2011 con el "cese definitivo" del terrorismo?

Es evidente que la banda termina aquel famoso 20 de octubre de 2011 cuando declaran el cese definitivo de su violencia, pero yo diría que en los últimos años de la primera década de este siglo, es decir, entre 2006 y 2010, estaban ya heridos de muerte, estaban prácticamente en fase de liquidación.

Cuando uno mira para atrás, descubre que, probablemente, los momentos más importantes de la victoria de la democracia sobre ETA, radican de una parte en el Pacto de Ajuria Enea suscrito en enero de 1988 y muy vinculado a las Negociaciones de Argel. Ahí es cuando la comunidad internacional da la espalda a ETA porque, hasta entonces, desgraciadamente, Francia y otros muchos países seguían confundiendo a ETA con un movimiento de liberación y el nacionalismo vasco, por su parte, mantenía una relación sentimental con lo que llamaban "una expresión violenta del nacionalismo".

¿Qué cambió para que la comunidad internacional modificase su visión sobre la banda terrorista? ¿Influyó la 'ruptura sentimental' con los nacionalistas vascos?

Francia y la comunidad internacional descubren que ETA es una organización terrorista que no quiere negociar, sino imponer militarmente su proyecto a los vascos y a España. Y el nacionalismo vasco firma el Pacto de Ajuria Enea, que constituye la gran separación del mundo nacionalista de ETA. La frase más famosa de aquel momento y que lo recoge todo es la que pronunció el lehendakari Ardanza en el Parlamento vasco durante el Debate de Política General de 1987: "De ETA nos separan, no sólo los medios, sino también los fines".

A partir de entonces, y a través de un generoso proyecto por nuestra parte, concedemos al lehendakari Ardanza y al PNV el liderazgo en la lucha social contra ETA. Desde ese momento, y con la colaboración francesa, que permite la presencia policial en el país vecino, todo termina 20 años después. ¿Cómo? Porque la banda está desarticulada y la sociedad les ha dado la espalda. Fue un punto de inflexión histórico que, a veces, la gente olvida.

Pese a la separación del nacionalismo de ETA, ¿había acercamientos cuando los terroristas recurrían a las treguas?

Sí... hubo un intervalo peligroso con los Pactos de Lizarra, en el año 1998. El PNV creyó que la paz podía venir de aquella tregua, que consistía en defender la autodeterminación en una plataforma conjunta. Pero ETA les engañó, como decía Mayor Oreja era una tregua trampa.

En los últimos años de la primera década de este siglo, es decir, entre 2006 y 2010, estaban ya heridos de muerte, estaban prácticamente en fase de liquidación.

¿Cómo influyó el Pacto Antiterrorista en el declive de los etarras?

El Pacto Antiterrorista de José Luis Rodríguez Zapatero con José María Aznar implica la ilegalización de Batasuna y se produce durante otro momento histórico a tener en cuenta que es cuando, a partir del año 2000, ETA empieza a matar a dirigentes políticos del PP y del PSOE. Empiezan por Fernando Buesa y luego van cayendo montones y montones.

Este fue el último golpe porque acaba con una ecuación con la que nos habíamos movido en los últimos 20 años y que había resultado fallida, que era la de pensar que había que mantener el brazo político de ETA porque ese era el camino para que abandonaran la violencia e hicieran política. Pero eso solo era una herramienta más de su estrategia, así que cuando se considera que no pueden hacer política mientras sus jefes matan, se abren las tensiones internas en el mundo de Batasuna, que se suman a la descomposición orgánica de ETA y al aislamiento social de sus acciones terroristas.

A partir de 2006, Zapatero y Rubalcaba generan una pista de aterrizaje que es lo que han sido las conversaciones que dieron lugar a la Declaración de Aiete en octubre de 2011 y, posteriormente, al cese definitivo de la violencia.

¿Qué 'escombros' o qué asesinato en concreto cree que propició un mayor aislamiento social o un mayor rechazo y pérdida de apoyos?
Hubo atentados particularmente brutales que generaron el rechazo social mayor como los del Hipercor de Barcelona, o las casas cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza o Vic. También el asesinato de Fernando Buesa o Miguel Ángel Blanco. Pueden ser los más significativos, ya que provocaron lo que yo llamo una ira popular contra ETA.

Las víctimas de ETA temen que haya impunidad tras sus anuncios. ¿Cree que es necesario negociar con ETA en la actualidad para consolidar la paz?

No hay que negociar nada. ETA ha sido derrotada por la democracia y, más en particular, ha sido desarticulada policialmente. Tampoco se negoció para que declarasen el final, simplemente creo que de forma muy hábil se les colocó en una pista de aterrizaje que les permitía una especie de autojustificación del cese de la violencia para su entorno.

Realmente ETA termina porque están totalmente desarticulados y su propio mundo les pide que paren si no quieren arruinar definitivamente sus causas. Ahora lo que hay que hacer es ser inteligentes para no hacer demasiado caso a todo esto, no hay que darles más pábulo. Tenemos que construir el relato de la verdad recordando siempre a las víctimas y colocándolas en el corazón de esa memoria que en el País Vasco tiene como tarea la recuperación de la convivencia.

No hacer demasiado caso a todo esto, no hay que darles más pábulo. Tenemos que construir el relato de la verdad recordando a las víctimas"

¿Cuál sería el relato de la verdad?
Pues que no hubo razón para matar, ustedes se equivocaron, no hubo dos violencias equidistantes, no hubo contraterrorismo que justificara el terrorismo, todo lo iniciaron ustedes y ustedes son los únicos culpables de esta tragedia. Lo demás es colateral. Ese relato con el peso de las 850 víctimas y de los 3.000 heridos y del daño que nos han causado a todos por la manera en la que nos han destruido gran parte de nuestra vida eso no se puede poner en cuestión.

Dicho esto, es necesario ir cerrando heridas y, al mismo tiempo, ir evitando que el tema se prolongue en exceso. Yo no soy en absoluto contrario a que se apliquen medidas penitenciarias más humanitarias o a que pueda haber acercamiento de los presos porque, por ejemplo, la dispersión se justificó porque había una necesidad de evitar que desde la cárcel se impulsara la violencia, pero ya no la hay. No hay violencia ni organización terrorista y como no la hay, yo creo que lo inteligente para la democracia española es ser generosos desde la victoria.

Recientemente reveló su intención de despedirse de la política cuando acabe la actual legislatura de la eurocámara en 2019. ¿Cómo le gustaría ver el País Vasco en los próximos años desde su posición de ciudadano alejado del mundo político? ¿Ha merecido la pena poner su vida en peligro por causas políticas?

Veo al País Vasco en paz, progresando y pactando. Creo que las tres palabras caracterizan los nuevos tiempos por los que atraviesa el país y, al mismo tiempo, diré que lo muchísimo que yo he sufrido en lo personal ha merecido la pena por la victoria tan rotunda que hemos logrado. Hubo muchos momentos a lo largo de la historia en los que creímos que esto no acabaría nunca y afortunadamente hemos terminado y muy bien. Eso es lo más importante.
 
Publicado en Voz Populi, 4/05/2018

3 de mayo de 2018

Intervención Pleno. 3/05/18. Debate con Charles Michel.

Debate con el primer ministro de Bélgica, Charles Michel, sobre el futuro de Europa.
Pregunta sobre Seguridad y Terrorismo en Europa.