2 de octubre de 2017

El Parlamento Europeo sin Reino Unido.

Se discute estos días en el Parlamento Europeo y en el Consejo sobre la Ley Electoral Europea para las elecciones de 2019 y el reparto de escaños consecuente al Brexit. La gran cuestión que se plantea es qué hacer con los 73 escaños que el Reino Unido liberará una vez que se haga oficial el Brexit. ¿Deben eliminarse? ¿Deben repartirse, parcial o totalmente, entre los 27 para así compensar la infrarrepresentación que sufren varios Estados miembros, entre ellos España? ¿Qué ocurrirá si el Reino Unido no ha formalizado su salida antes de las elecciones de 2019?

Hace unos días se presentó en Estrasburgo el primer borrador de la propuesta del Parlamento cuyos Ponentes son el portugués socialdemócrata, Pedro Silva Pereira, y la ex comisaria polaca popular, Danuta Maria Hübner. El informe contempla que la Decisión del Consejo debe adoptarse antes del verano de 2018 para que los Estados se preparen para las elecciones de junio del 2019. Partiendo de estas premisas, los Ponentes han formulado dos principales propuestas:

Primero, posponer a la próxima legislatura la adopción de un sistema permanente para la distribución de los escaños del Parlamento, basado en alguno de los algoritmos propuestos por los expertos, y de un vínculo entre la distribución de los escaños en el Parlamento y las normas de votación en el Consejo, lo que, conviene aclarar, requeriría de una reforma de los Tratados. El actual contexto de incertidumbre política resultante de la notificación del artículo 50 por el Reino Unido hace inviable la tramitación de ambas reformas.

Segundo, cuando la retirada del Reino Unido de la Unión ésta sea jurídicamente efectiva, entraría inmediatamente en vigor una nueva distribución de los escaños basada en tres premisas: respetar el principio de proporcionalidad decreciente, garantizar que no habrá pérdida de escaños para ningún Estado miembro y redistribuir una parte mínima de los escaños vacantes británicos.

En la práctica, 22 de los 73 escaños del Reino Unido se repartirían entre 12 Estados miembros (España- que aumentaría su representación con 4 escaños-, Francia, Dinamarca, Estonia, Irlanda, Italia, Holanda, Suecia, Finlandia, Eslovaquia, Austria y Croacia) para compensar a los países penalizados por el sistema actual con una representación menor.

Además, la nueva distribución permitiría reducir el tamaño del Parlamento a 699 miembros más el Presidente, dejando así un margen de maniobra suficiente de 51 escaños para adaptarse a, por un lado, posibles ampliaciones de la Unión y, por otro, al futuro establecimiento de una circunscripción conjunta en la que las listas estuvieran encabezadas por el candidato de cada familia política al puesto de Presidente de la Comisión. Sin duda, esto último dotaría de mayor legitimidad a la labor del Parlamento Europeo y a la elección del Presidente de la Comisión y visualizaría la idea federalista europea. Es lo que en el argot político del Parlamento, llamamos “listas transnacionales”. Se trataría de listas conformadas por personas europeístas muy reconocidas, que cada familia política elaboraría al margen de la nacionalidad de su representación, dando lugar así a una segunda urna en la que los europeos elegiríamos partidos políticos, candidato a presidente de Europa y notables europeos.

Recuperar la confianza en el proyecto de integración europea

La otra gran cuestión es la que se refiere a la transitoriedad del Reino Unido en su negociación del Brexit. Los servicios jurídicos nos dicen que mientras no se formalice la retirada del Reino Unido, sus ciudadanos tienen derecho a participar en las elecciones europeas, porque su país es miembro de la Unión. Pero sería bastante absurdo que después de tanto ruido, en el 2019, los británicos votaran a sus representantes para quedarse cinco años más en el Parlamento Europeo. Sin olvidar que si eso ocurriera, se produciría un conflicto entre los elegidos y su legitimidad para quedarse si en el intervalo se produjera el acuerdo de retirada. Pero, en fin, no parece que el gobierno de la Señora May facilitaría tal posibilidad, porque en la práctica esa votación sería como un nuevo referéndum sobre la vieja pregunta del remain o el exit y a eso no se van a arriesgar los conservadores británicos.

En definitiva, y pese a que las cuestiones económico-financieras y migratorias protagonizan el debate político actual, este tema debe ser incorporado al debate público europeo. En particular, porque hablamos de reformar la composición de la única institución de la Unión elegida directamente por los ciudadanos y porque garantizar que la distribución de escaños se base en principios justos, transparentes, objetivos, sostenibles y equitativos permitirá que los ciudadanos de la Unión recuperen confianza en el proyecto de integración europea.

Sin duda, en los próximos meses asistiremos a un interesante y apasionante debate porque somos muchos los que creemos que no debemos desaprovechar esta oportunidad para avanzar y adoptar la creación de una circunscripción electoral común con composición plurinacional encabezada por el candidato de cada familia política a la Presidencia de la Comisión.
 
Para: EuroEfe