25 de julio de 2014

Señor Juncker: queremos otra Europa.

La Unión Europea se está muriendo”, escribió el politólogo norteamericano Charles Kupchan en 2010, en el arranque de la crisis del euro. “No una muerte súbita, sino una tan lenta y constante que un día nos daremos cuenta de que la integración europea dada por hecha durante el último medio siglo ya no es”. Cuatro años después, tras las últimas elecciones, el diagnóstico de Kupchan es más creíble. Y no hacía falta esperar al resultado para saber que la crisis es más político-institucional que económica. Fue la opción política deliberada de responder a la crisis financiera con un enfoque nacional y no europeo —la fatal decisión de Angela Merkel de imponer rescates nacionales a la banca y al sector automovilístico en 2009— la que abrió las grietas de la división nacional, principal hándicap que nos impide salir del agujero. Consecuencia: un conjunto de políticas erróneas —austeridad indiscriminada para todos, un Banco Central maniatado— que han precipitado a Europa en su mayor crisis en 60 años. Resultado: deslegitimación de las instituciones europeas y desprestigio de la idea de Europa. Con un efecto político perverso: dejar inermes, ante una ciudadanía perpleja y enfadada, también a las democracias nacionales, que han visto cómo sus Parlamentos y sus votos no cuentan.

La experiencia europea demuestra que el “keynesianismo en un solo país” no es posible. La política de gestión de la demanda no es viable en el marco de una economía abierta pequeña o mediana que no controla la política monetaria. ¿Puede, en cambio, la zona euro —350 millones de ciudadanos con la segunda moneda de reserva del mundo, y un comercio interno muy superior al exterior— aplicar políticas de estímulo monetario y fiscal? Por supuesto que sí. Pero hay que reformar reglas e instituciones, y reconciliar intereses económicos de unos y otros. Lo que requiere un gran cambio político e institucional. De lo contrario, estamos abocados, primero, alsíndrome japonés: década de crecimiento anémico; y después, con muy poco desfase, al síndrome de Weimar: descomposición política.

En este panorama, la elección de Juncker como presidente de la Comisión por el Parlamento Europeo es un modesto signo de esperanza. Viejo zorro en el bosque institucional europeo, Juncker ha ofrecido un programa posibilista de moderada ambición: 300.000 millones de euros para redes transeuropeas (energía, transporte, telecos) e I+D, apuntando a la reindustrialización del continente (del 16% al 20% del PIB); completar el mercado único en servicios, y un mercado único digital en telecomunicaciones e Internet, sin fronteras técnicas y regulatorias; una impostergable unión energética; y, crucialmente, una modesta capacidad fiscal europea. Es un programa serio, prudente, enfocado al corto y medio plazo (dos o tres años). Pero excesivamente técnico: una serie de proyectos complejos, difíciles e importantes no suman una visión de futuro para Europa. Falta ambición política: la unión fiscal y la unión política ni siquiera se mencionan. Quizá, recién estrenado, Juncker no pueda hacer otra cosa.

Sin embargo, la Unión necesita generar recursos propios (una capacidad fiscal / impositiva común) para un presupuesto con peso específico como para ser anticíclico: estimular la economía a escala europea, reducir el desempleo y reequilibrar los choques asimétricos (cuando la crisis afecta a unos más que a otros).

Un impuesto europeo (un 2%-3% del IRPF pagado a las arcas europeas), tasas a las transacciones financieras y sobre las emisiones de carbono, o las tarifas arancelarias, nutrirían un Tesoro europeo. Tendría, además, valor simbólico y político: forzaría el interés popular por la representación (europea). ¿Para qué objetivos? Una Europa del 5% del PIB, frente al raquítico presupuesto actual del 1%. Una Europa federal dotada de un centro de gravedad económico y político con capacidad para redistribuir y reequilibrar. No es un sistema de transferencias fiscales que genere dependencia. Es invertir en el futuro común europeo, para generar las condiciones básicas que aceleren la convergencia en productividad, competitividad y renta. La unión monetaria no aguantará sin una unión fiscal. Esta no puede ser entendida a la alemana, solo como conjunto de reglas (límites de déficit y deuda) para países aún muy desiguales. Sin instituciones y capacidades comunes que ayuden a igualar las condiciones de partida, la convergencia no será.

Eventualmente, si queremos recuperar la confianza popular, tendremos que converger también en políticas sociales y laborales. La unión social tiene que complementar la unión económica y monetaria: hay que armonizar los mercados de trabajo, hay que modernizar y actualizar el derecho del trabajo en un gran pacto social que garantice derechos mínimos de los trabajadores europeos y la flexibilidad necesaria para la competitividad de las empresas. Si pretendemos fomentar la movilidad laboral intra-europea seamos consecuentes: creemos una Agencia Europea de Empleo que la facilite, casando oferta y demanda, ayudando con la vivienda y la adaptación cultural, con cursos de idiomas, formación, etcétera. La consecuencia natural de esta movilidad será un subsidio de desempleo europeo. Un incipiente mercado laboral europeo (objetivo en 10 años: 10% de trabajadores no nacionales de origen comunitario) necesitará un sistema europeo de protección social y pensiones, que no dependa exclusivamente de los Estados.

Lograrlo precisa un salto político: la unión política. ¿Qué elementos tendría? 1.Una circunscripción electoral paneuropea con listas transnacionales —junto a las estatales— cuya cabeza de lista sea el candidato de cada familia política a presidir la Comisión Europea. 2. Un Parlamento Europeo con iniciativa legislativa (hoy solo en la Comisión). 3. Una estrategia global común: diplomacia, defensa, relaciones económicas, ayuda al desarrollo. El Servicio Exterior Europeo asumiría la representación única de la UE en las instituciones internacionales; y gestaríamos unas Fuerzas Armada europeas, con industrias de defensa integradas. Las crisis geopolíticas y la constancia de nuestra impotencia nos lo impondrán. 4. Una Comisión Europea más reducida (superando el absurdo del “comisario por país”) y un proceso de decisión más ágil y más comunitario.

Todo esto exigiría lanzar un nuevo proceso constituyente en el que podamos participar todos los europeos: una Convención de instituciones comunitarias, Gobiernos y Parlamentos nacionales. Somos conscientes de la complejidad y los riesgos de un proceso así, cuando el euroescepticismo y el antieuropeísmo están al alza. Pero los partidarios de Europa no podemos estar a la defensiva: tenemos que ser atrevidos, convencidos de la superioridad práctica y moral de nuestras ideas. Las ideas grandes son las semillas del futuro. El sentido de una “Europa del 5%” es crear ciudadanos europeos, con obligaciones fiscales y derechos políticos y sociales europeos. Algunos aducen que no existen “ciudadanos europeos”, sino solo nacionales, y que no hay apoyo popular para una Europa federal. Pero las grandes naciones europeas no preexistieron a los Estados: fueron creadas, en gran medida, por ellos. Igualmente, el demos europeo, no puede preexistir a una verdadera estructura federal europea: será generado por ella en su proceso de construcción. Los ciudadanos españoles, alemanes, italianos, etcétera, se sentirán plenamente europeos cuando paguen algunos de sus impuestos a Europa, reciban inversiones y servicios de Europa, tengan apoyos consulares europeos al viajar fuera, vean a un Ejército europeo defender la paz, y puedan trabajar fácilmente en cualquier parte de la Unión con los mismos derechos laborales y protección social. Con estas premisas, votarán masivamente en elecciones europeas cuando sepan que eligen un verdadero Ejecutivo europeo, plenamente legitimado.

Este ambicioso proyecto de Europa necesita partidos europeos. No una agregación difusa y contradictoria de partidos nacionales. Eso no sirve. Necesitamos estructuras orgánicas y políticas sectoriales europeas. Necesitamos unidad y autonomía política de los grupos parlamentarios europeos primando la disciplina del voto supranacional, sobre las posiciones partidarias nacionales.

Paradójicamente, fue el británico Winston Churchill, conocedor del poder del lenguaje y de las grandes ideas, quien lo esbozó: “Hay un remedio que, si fuera adoptado general y espontáneamente, transformaría, como por un milagro, toda la escena. (…) ¿Y cuál es este remedio? (…) Debemos construir una suerte de Estados Unidos de Europa. (…) El proceso es simple: todo lo que hace falta es la resolución de cientos de millones de hombres y mujeres para hacer lo correcto en lugar de lo incorrecto” (La tragedia de Europa, 1946). Movilizar a los europeístas aletargados, dispersos y desmoralizados —a millones de votantes carentes de referente— y frenar la marea nacionalista exige esbozar el gran diseño institucional y político que encarne esa idea: la unión política de una Europa federal. La Europa del 5%. Menos que eso no evitará que la profecía de Kupchan se cumpla.

Publicado en El País, 25/07/2014, por Ramón Jáuregui, eurodiputado socialista, conjuntamente con Javier de la Puerta, profesor de Política Internacional de la UIMP.

15 de julio de 2014

Paradojas europeas.


· El asamblearismo, la democracia directa y el populismo pueden acabar coincidiendo en los extremos ideológicos del abanico.

De vuelta a Estrasburgo, casi nada ha cambiado. La ciudad, bellísima, acoge a la familia europea los primeros días de julio con un sol sorprendente en su corto verano. En ese clima raro de su multietnicidad, Francia celebra su victoria sobre Nigeria en la Copa del Mundo, mientras su extensa población argelina llora su eliminación frente a Alemania.

La líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, quiere eliminar la doble nacionalidad de los argelinos, como si eso fuera a privar a esa parte de su población de sus sentimientos identitarios y el alcalde de Niza, de la Union pour un mouvement populaire (UMP), Christian Estrosi, empujado por el Frente Nacional, quiere prohibir el uso de la bandera extranjera en el centro de la villa.

El comienzo de las sesiones del nuevo Parlamento europeo ofrece imágenes con enorme fuerza simbólica. Cuando una pequeña orquesta interpreta el himno de Europa y todos los diputados nos ponemos de pie y escuchamos con una ligera emoción la sinfonía que nos identifica, Nigel Farage, líder de UKIP, en las primeras filas de los escaños pegados a los músicos y al resto de los líderes europeos de las demás familias políticas, se da ostensiblemente la vuelta y se pone de espaldas a la orquesta mirando a los escaños de la filas superiores. Todos sus compañeros de grupo (hasta un total de 48 miembros, procedentes del Reino Unido y de Italia, principalmente) hacen lo mismo. El gesto, maleducado y grosero, simboliza su ‘no’ a Europa. ¿Por qué están allí?, me preguntó. ¿Para qué?

Comienzan los debates. El presidente del Consejo europeo, Van Rompuy, presenta a la Cámara las conclusiones de la cumbre de los pasados 26 y 27 de junio en la que, por fin, el Consejo ha respetado el acuerdo democrático electoral de presentar al Parlamento como candidato a presidente a quien encabezaba la lista electoral más votada.

El debate ofrece otra imagen extraña. Los tres portavoces (de entre los siete grupos parlamentarios) más agresivos contra las propuestas y las conclusiones del Consejo son los antieuropeos. De nuevo Farage, en representación de su grupo, Europa de la Libertad y de la Democracia, el Sr. Kammal, que representa al Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, y la señora Le Pen, que encabeza a los no inscritos pero que despotrica contra Europa en defensa de sus posiciones ultranacionalistas. La dialéctica final de ese debate está marcada por el eje Europa-No Europa. Veníamos de una campaña electoral marcada por las coordenadas ideológicas de la política económica frente a la crisis, austeridad o expansión, empleo e inversiones, Banco Central y política monetaria, etc. De pronto, nos damos de bruces con un parlamento que nos plantea una cuestión mucho más primaria: el ser de Europa, ¿qué Europa?

Aparece Renzi. El flamante primer ministro italiano, señalado como la esperanza renovada de la izquierda europea, presenta su programa para la presidencia europea del semestre. Es un orador brillante. Atrevido, rompedor, seguro. Hace un discurso europeísta, ilustrado, emocionante y progresista. Comienza el debate y de nuevo las imágenes y los discursos nos dibujan la Europa extraña y difícil que tenemos delante.

El jefe de filas de los populares, un alemán de Baviera, ortodoxo de la austeridad y devoto del liberalismo económico, lanza un durísimo alegato contra la deuda pública, las políticas de flexibilidad en el Pacto de Estabilidad y contra las inversiones públicas para estimular el consumo. Una vez más, el combate ideológico a favor de una política económica distinta choca con esa línea divisoria, más geográfica que ideológica, que divide a Europa desde hace unos años entre el Norte y el Sur, creando espacios suprapartidarios en función de intereses nacionales. Hay derechas griegas, italianas o españolas de acuerdo con Renzi y socialistas finlandeses o daneses favorables a que el Sur siga ajustando su cinturón para reducir sus enormes deudas públicas.

Renzi contesta a Webber pero éste ha abandonado su escaño. Es verdad que durante los debates todos aprovechamos para hacer más cosas. Reuniones, charlas, teléfono y lecturas se simultanean obligatoriamente en los cuatro días que duran los plenos. Pero ausentarse después de intervenir y criticar tan duramente es inadmisible. Renzi recuerda a Webber que la única vez que la Unión Europea incumplió el Pacto de Estabilidad para admitir la vulneración del déficit público de un país fue en 2003. Y ese país fue… Alemania. Webber touché.

Paradojas europeas. Un diputado italiano llamado Corrao, del Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo, interviene duramente contra Renzi. Pertenece al grupo de Nigel Farage, es decir, el antieuropeísmo militante. Muestra su preocupación por el Acuerdo de libre Comercio UE-EE UU, y asegura que si se firma ese acuerdo el queso italiano se acabará haciendo en un laboratorio de Tejas. Pide la palabra para el pueblo ante esa amenaza. Suena un aplauso. Miro a mi derecha y observo al diputado Pablo Iglesias aplaudiendo al diputado italiano. No entiendo nada. O quizás sí. Asamblearismo y democracia directa más populismo pueden acabar coincidiendo en los extremos ideológicos del abanico.

Por eso, también para nosotros, se plantean dudas y contradicciones, difíciles de explicar. Nuestros nuevos jóvenes líderes nos exigen no votar a Juncker porque la socialdemocracia necesita diferenciarse de la derecha europea y presentar su propia oferta, coherente con nuestros discursos electorales. Quizás tengan razón. Pero no dejo de preguntarme si ese es nuestro lugar en el Parlamento que les he descrito, donde el ‘no’ a Juncker será el ‘no’ de los antieuropeos, el de Le Pen y Nigel Farage. ¿Es ese nuestro sitio?

Publicado en El Correo el 15/07/2014


4 de julio de 2014

Entrevista "La Tribuna de Toledo" 30/06/2014



Ramón Jáuregui lleva muchas horas de política encima y eso se nota cuando te acercas a hablar con él. No tiene la pose del político que está obligado a sonreír a los medios, tenga o no ganas, todo lo contrario.
 Escucha y reflexiona sobre su libro con ganas, con las mismas que tiene de que el país inicie una nueva etapa política, económica y social para salir de esta crisis tan letal. El socialista sabe que es un peso pesado dentro del PSOE y su prudencia -aunque también es de los que se mojan cuando se le pregunta- y la experiencia le avalan como uno de los pilares de un partido que busca regenerarse y ganarse el sitio que ha ido perdiendo en los últimos años.

El partido tiene ahora una nueva hoja de ruta que ha ido dando forma Jáuregui en los últimos meses y ahora está en manos de Ediciones Turpial. Sabe que no es una novedad que un político publique un libro, una moda que no para desde hace un par de años, pero no busca reconocimiento, Jaúregui buscaba quitarse peso de encima y parir «una mirada reivindicativa y curiosa» de nuestro país y de un futuro que puede ser mejor de lo que muchas veces se vaticina.

Está de moda que los políticos se metan a escritores. Bono, Zapatero y Solbes son algunos socialistas que han publicado obras recientemente. Y ahora usted, ¿Por qué si el éxito editorial suele ser escaso?

Es cierto, vendemos muy poco. En mi caso fue una especie de necesidad de vaciarme y de contar un poco mi mirada reivindicativa de una historia de trabajo político en España muy larga, una mirada al mismo tiempo preocupada por lo que está pasando. Ahí estaba mi motivación, pero también quería dejar una guía política de lo que creo que España tiene que hacer, que se derivaba de la reflexión que el PSOE hizo en la conferencia política el año pasado. Todo esto explica mi trabajo en estos meses. Empecé a escribir a finales de noviembre y terminé en marzo.

Además, me ocurrió algo curioso cuando terminé el libro. Yo reivindicaba que el rey tenía que abdicar y dar paso a un tiempo nuevo, como figura en el libro, y cuando llegó la campaña electoral de las europeas y entré en la lista me aconsejaron que no lo publicara en estos momentos... Y luego poco después el rey también abdicó, así que pensé que el consejo que me dieron, probablemente, respondía a que me adelantaba en el tiempo.

El tema elegido es bastante complicado. ¿Cómo ha hecho para resumir en su obra la situación actual, el futuro del país y todo ello en tan pocos meses y sin que se le vaya el número de páginas?

Tenía mucho material porque durante casi dos años he estado elaborando las ponencias de la conferencia política y tenía muy frescas todas las reflexiones. Así que transformarlas al lenguaje literario es algo que he hecho con mucho gusto porque me gusta escribir, es un ejercicio que me obliga a documentarme, a ordenar mis ideas y a buscar la manera más bella de expresarlas. Y es un ejercicio que deberíamos hacer un poco más los políticos.
No me ha resultado complicado, pero reconozco que algunas personas me han ayudado, sobre todo, a transformar el lenguaje de madera que tenemos los políticos a uno más literario.

El libro habla de política, de crisis, de temas sociales, de la necesidad de abordar una reforma constitucional, de distintos cambios para avanzar y conseguir buena nota en el futuro. ¿Qué lugar ocupa la corrupción?

Lo abordo en el sentido de reclamar una reforma profunda de nuestro marco jurídico legal para combatir los tres puntos de más gravedad en mi opinión:La financiación de los partidos políticos, el urbanismo en los ayuntamientos y las adjudicaciones públicas. A estas tres cuestiones aplico propuestas de reforma, pero me gustaría reivindicar en esta materia la necesidad de un acuerdo de todos los partidos porque si no nadie nos va a creer. Así que necesitamos darle una forma muy solemne y potente de reconocimiento público desde los partidos de que las cosas que han ocurrido son inadmisibles y que hay un propósito de enmienda mediante una reforma en la severidad de las sanciones, en la rapidez en el procedimiento penal y en la reforma de las leyes de contratación pública...

En estos últimos días, a raíz de la imputación de la Infanta Cristina, se escucha más que nunca que todos somos iguales ante la ley. Sin embargo, España es uno de los países con más aforados, una protección jurídica, que sólo detentan altos cargos. ¿Sería necesario eliminar el aforamiento, como ocurre en Estados Unidos, Reino Unido o Alemania?

Hay que reducirlo. El aforamiento tiene cierto sentido y responde en gran parte a la idea de que no hay que privar al responsable público de una cierta protección frente a las maniobras de adversarios para eliminarles. El aforamiento responde a la necesidad de que el político y el representante público pueda ejercer su función sin ningún temor ni limitación. Pero hay que reducir el número y las causas de aforamiento, dejando fuera lo privado en todo caso y permitiendo que el Tribunal Supremo sea quien juzgue cuando se traten de actuaciones derivadas de su ejercicio público. 
  
El PSOE sigue con su firme apuesta de avanzar hacia el federalismo en la cuestión territorial, pero, de momento, no parece que esta fórmula tenga mucho encaje en la actualidad.

La reforma federal no consiste en cambiar el modelo autónomico español, más bien en mejorarlo y perfeccionarlo en clave federal. La reforma de la Constitución nos ofrece la oportunidad de volver a pactar la manera de que España siga siendo un estado que acoja e integre a todos. Siento con enorme preocupación el crecimiento de la voluntad independentista, especialmente, en Cataluña, así que propongo la renovación de un pacto con ella para que siga siendo España y Europa de una manera pactada. Esto implica una mejora de su autogobierno, una mejora de sus condiciones de estar y de ser Cataluña en España y lo importante es que en el resto del país afrontemos que esa singularidad histórica, política y cultural tiene que encontrar su acomodo en nuestra Carga Magna. Para mí hay dos límites, la solidaridad y la soberanía, pero España tiene ante sí el reto de convencer, no imponer, a Cataluña de que su destino es seguir juntas.

¿Le gustaría que el PSOE tuviera su obra ‘El país que seremos. Un nuevo pacto para la España posible’ como libro de cabecera y como hoja de ruta?

En gran parte se ha tomado ya porque escucho a los candidatos y han recogido gran parte de los postulados que el libro traslada de las conclusiones de la conferencia política de noviembre. Todo el proyecto reformista de la Constitución, la España aconfesional laica, la cultura reformista del sistema electoral, el combate a la corrupción, la reforma federal, la propuesta por un pacto de rentas... Todo se incluyó en la conferencia política del PSOE. Es más, los candidatos están siguiendo la hoja de ruta y tengo la firme convicción de que España entera acabará recorriendo ese camino porque los problemas son graves y la única vía que encuentro para resolverlos se describe en el libro.

La renuncia de Willy Meyer, líder de IUen el Parlamento europeo, por el plan de pensiones de la SICAV de Luxemburgo se ha convertido en el asunto polémico de esta semana. ¿El hecho de que haya más de 40 eurodiputados españoles que no tributen con estos planes es un nuevo escándalo? Además, usted es de los que sí declaran su plan de pensiones.

No tengo ese plan de pensiones porque llegué en el 2009 y acabó entonces, pero es desproporcionado exigir responsabilidades políticas por la gestora financiera de un fondo que normalmente no conocemos. Yo mismo tengo un fondo de pensiones en la Caja de Ahorros de Vitoria, pero no sé lo que hacen con él. Ysi un día me entero de algo, me aterraría, pero no creo que fuera responsable de eso. Y lo de Willy Meyer ha sido un poco desproporcionado, pero lo respeto en cualquier caso.

Las recientes elecciones europeas han castigado a los grandes partidos y han aupado a los minoritarios, sobre todo, de izquierdas. ¿Debería girar el PSOE más a la izquierda para no quedarse en terreno de nadie el año que viene?

No. Disputar el voto de izquierdas con otras izquierdas engorda a las otras izquierdas y nos hace perder el centro-izquierda. La masa electoral que nos da la mayoría está en este centro-izquierda, como siempre, y no se trata de ser más de izquierdas sino de ser la izquierda moderna que reclama un siglo nuevo, una economía globalizada, una revolución tecnológica y una sociedad distinta.

¿Entiende el éxito que ha tenido en tiempo récord Podemos y su líder Pablo Iglesias? ¿Es fruto del hartazgo de la sociedad o realmente se trata de un nueva política necesaria en este país?

No. Es síntoma de una queja y protesta que comprendo y muchos lo han interpretado como la manera de expresarlo más rotunda. Pero no creo que se ofrezca como una alternativa desde la izquierda para gobernar el país, tampoco creo que tengan esa alternativa y si la tienen no me gusta.

Publicado en La Tribuna de Toledo, 30/06/2014

3 de julio de 2014

Una izquierda renovada para una España en crisis.



Vivimos un tiempo de desafíos globales como nunca en la historia de la humanidad. Las respuestas deben ser también globales.
Quizá el cambio climático es el problema en el que el carácter global es más patente. No sólo porque la atmósfera no tiene fronteras y las emisiones de un país afectan al conjunto del planeta. Sino porque convivimos hoy con las consecuencias de las emisiones de los gases de efecto invernadero emitidos hace décadas, como nuestros hijos y nietos vivirán con las consecuencias de las emisiones que hoy estamos realizando.

La globalización experimentada por el mundo en las últimas décadas hace que ya no haya ámbitos en los que se puedan abordar los problemas en clave únicamente nacional.

Comercio, migraciones, empleo, pobreza, seguridad, desarrollo económico, fiscalidad, cultura, tecnología, ciencia… En cualquiera de estas dimensiones, no hay ninguna decisión relevante para los ciudadanos de ningún país –desde luego no para los españoles- que no tenga que tener en cuenta sus implicaciones internacionales.

Y si el cambio climático es un ejemplo claro, qué no decir del Gran Asunto: la crisis económica.

¿Hay aún quien no piense que las soluciones de la crisis dependen fundamentalmente de decisiones en Europa y en otras instancias internacionales como el G20?

El mundo, definitivamente, ha cambiado profundamente, y la construcción de un sistema de gobernanza global ya no es únicamente una meta deseable, como se formuló en la Carta de Naciones Unidas que comenzaba con “Nosotros los pueblos…”. Es un requisito imprescindible para superar la triple crisis que sufrimos: de pobreza, climática y económica.

Se ha repetido mucho en los últimos meses que la política debe volver a mandar sobre la economía. Que la democracia debe prevalecer sobre los mercados. Pero ante unos mercados globales y que toman decisiones en segundos, la única política democrática viable debe superar las fronteras.


I.- UN MUNDO EN CAMBIO

Hay muchas maneras de explicar los cambios. Una sistemática ordenada de hacerlo, podría ser aludir a siete elementos que están cambiando el mundo. Siete ámbitos que tener en cuenta en nuestras reflexiones sobre la gobernanza global:

1) La globalización

a) No es sólo financiera, mercantil y económica. Es también productiva. 1000 millones de personas que no trabajaban hace veinte años, hoy producen. La globalización de la economía ha hecho que el PIB mundial se haya multiplicado por 6 en 30 años.

b) La ampliación del espacio en el que las fronteras se difuminan (la existencia de un estado fallido con piratas en el cuerno de África nos afecta directamente)

c) La aceleración del tiempo (dice Joseph S. Nye que “la velocidad es la seña de la globalización: la viruela tardo tres milenios en llegar a todos los continentes habitados; el sida tres décadas; el primer gran virus informático sólo tres días”. Es la cultura de la urgencia, del “presentismo” que dice Hartog, que pasa aceleradamente de los mineros chilenos a Fukushima; de la hambruna en Somalia a los ataques a cristianos en Nigeria)

d) La interrelación de los hechos que supone una exacerbación del efecto mariposa (la subvención a los biocombustibles en los EEUU dispara el precio de las tortillas de maíz en México; el suicidio de un joven en Túnez supone el principio del fin los regímenes de Túnez, Egipto, Yemen, Libia…). Como dicen Javier Solana y Daniel Inneraty, “Dado que la interdependencia expone a todos, en todo el mundo, de una manera sin precedentes, gobernar los riesgos globales es el gran desafío de la humanidad. Pensemos en el cambio climático; los riesgos de la energía y la proliferación nuclear; las amenazas terroristas (cualitativamente diferentes de los peligros de la guerra convencional); los efectos colaterales de la inestabilidad política; las repercusiones económicas de las crisis financieras; las epidemias (cuyos riesgos aumentan con la mayor movilidad y el libre comercio); y el pánico repentino alimentado por los medios, como la reciente crisis de los pepinos en Europa.

Todos estos fenómenos conforman una parte del lado oscuro del mundo globalizado: contaminación, contagio, inestabilidad, interconexión, turbulencia, fragilidad compartida, efectos universales y sobreexposición. En este sentido, se podría hablar del “carácter epidémico” de nuestro mundo contemporáneo.
La interdependencia, de hecho, es una dependencia mutua -una exposición compartida a los peligros-. Nada está completamente aislado y los “asuntos externos” ya no existen: todo se ha vuelto nacional, hasta personal. Los problemas de otra gente ahora son nuestros problemas y ya no podemos verlos con indiferencia, o con la esperanza de obtener algún rédito personal de ellos”.

2) La revolución tecnológica y científica
Asistimos a avances increíbles en: telecomunicaciones, biotecnología, nanotecnología, biomedicina (el año pasado se logró crear bacterias sintéticas inteligentes, una forma de vida sintética);

- Hoy, un médico de Tanzania puede consultar los últimos artículos científicos en la red

- Un niño de Nueva York puede dar clases particulares de matemáticas con un profesor de la India a través del Skype.

- A través de las redes sociales se convocan manifestaciones de miles y miles de personas.

- La configuración social resultante de “la revolución de la Red” es una incógnita. ¿Cómo será la democracia futura? ¿Cuál será la influencia de los medios de comunicación en la democracia? Estas y otras muchas preguntas son pertinentes.

3) El desplazamiento de la economía hacia Asia y a los países emergentes, que ya juegan papel notable.
El centro de gravedad económico, comercial y geoestratégico se está trasladando hacia oriente. Valgan como ejemplo unos pocos datos:

· Según cálculos recientes, China será la primera economía del mundo en torno a 2020 y la India superará a Japón antes de 2030.

· Al ritmo actual, en 2050 no habría ningún país europeo en el G-8 de las mayores economías del planeta.

Este vuelco alcanza ya a las universidades y a la investigación:

· Hoy ya se licencian más ingenieros en China que en Estados Unidos.
· China está pasando de ser la “fábrica del mundo” a ser el “laboratorio del mundo”.


China está a punto de alcanzar a la UE en inversión en I+D en relación con el PIB (1,8%).

Sin embargo estas nuevas potencias enfrentan retos domésticos de envergadura
(sobrepoblación en China, descontento popular en Rusia, pobreza en Brasil);

4) Nuevos fenómenos sociales:

- Papel de la mujer.

· Aumento de las migraciones.
· Incremento de la diversidad étnica y cultural de las sociedades.
· Envejecimiento demográfico en los países industrializados en un contexto de fuerte crecimiento de la población global.
· Transición acelerada hacia la sociedad del conocimiento y de servicios.

5) Cambio de valores

No hay cambio de época sin cambio de valores. Candessus, ex presidente del FMI ha dicho con acierto: “Esta crisis financiera es realmente también y posiblemente ante todo, un desastre ético”. La crisis tiene un diagnóstico económico, pero interpretarla exclusivamente en términos economicistas es una actitud vana.

A caballo del crecimiento económico de estas dos últimas décadas hemos estado instalados en una “cultura de la satisfacción” (Galbraith) que lo ha impregnado todo: trabajo y ocio, relaciones personales y familia, transacciones financieras y producción cultura.

Consumismo e individualismo se han dado la mano en una sociedad seducida por el mantra de un capitalismo que, a cambio de consumo, nos lo prometía todo: ecología, felicidad, autenticidad, amor familiar o identidad personal.

Esto es lo que Vicente Verdú llama capitalismo de ficción. Viene acompañado de fenómenos económicos, pero también de una determinada estética ligada al consumo, a las imágenes de marca, a los símbolos de clase y a la querencia a cierto ideal mental de algunas urbes que aparecen incansablemente en los medios globales como sinónimo de éxito: Nueva York, Londres, Los Ángeles…

Vivimos como dice Bauman, en una “sociedad líquida”, volátil, sin valores demasiado sólidos. Lo que antes eran nexos potentes ahora se han convertido en lazos provisionales y frágiles.

Vivimos con una gran incertidumbre respecto al futuro. Una incertidumbre que se cierne sobre la economía y el empleo, sobre Europa y la política, sobre las familias, sobre cada persona. De forma especial sobre los jóvenes. Sobre los nuevos riesgos de una sociedad global e interdependiente (Solana).

6) Cambios en la sociedad laboral

Todos estos cambios también tienen su reflejo en las empresas y las relaciones de trabajo. Hoy observamos:

· La flexibilidad que imponen los mercados.

· La competencia productiva de una nueva división internacional del trabajo.

· La creciente individualización de las Relaciones Laborales.

· La transformación de las empresas en pequeñas unidades ciudadanas y la desaparición de las fábricas.

· La creciente externalización productiva.

· La superación ideológica del viejo conflicto de la lucha de clases.

· Las dificultades objetivas del Sindicalismo para adaptarse a la Globalización y a las nuevas formas productivas y a la economía del conocimiento.

La economía del conocimiento exige repensar los parámetros de la nueva sociedad laboral. Es un tránsito complejo. Largo, porque entre el nacimiento de lo nuevo y la desaparición de lo antiguo, pasan generaciones y no es posible aplicar las nuevas reglas sino como resultado de un conflictivo proceso.

Necesitamos una nueva concepción de la empresa como comunidad de intereses en la que:

a) Las empresas:

● Dispongan de mayor flexibilidad interna, en términos de condiciones de jornada, horario, movilidad, etc.

· Atraigan talento.
· Motiven y fidelicen a sus trabajadores.
· Inviertan en su formación.
· Favorezcan la conciliación entre vida laboral y personal.
· Que hagan partícipes a los trabajadores de las grandes decisiones de la compañía, pero también de los beneficios empresariales.


b) Los trabajadores. Aporten flexibilidad y empleabilidad y los Sindicatos sean conscientes de los cambios y se adapten a ellos.

También las empresas deberán adaptarse a una nueva ecuación de la sociedad.

Necesitamos una actuación socialmente responsable de las empresas que asegure un diálogo genuino y dé mayor protagonismo a todos los grupos de interés, porque es del resultado de esos diálogos de dónde provendrá la reputación de las empresas.

7) Crisis Económica

Las 6 transformaciones anteriores ya existían antes de 2008. Pero la aparición de la crisis económica y financiera ha exacerbado los problemas y acentuado los desequilibrios.

Las diferentes crisis económicas que se habían venido produciendo en el mundo habían surgido en la periferia: la crisis del petróleo de los años 70, la crisis de la deuda externa latinoamericana de los años 80, la crisis de las divisas del sudeste asiático a finales de los 90.
Todas estas crisis acabaron afectando al conjunto de la economía mundial, y a su sistema financiero internacional.

Pero esta crisis comenzó en el mismo corazón del sistema financiero mundial: Wall Street. Y desde ahí se contagió a todo el mundo.

La financiarización de la economía y la globalización de los mercados financieros le han dado a esta crisis la dimensión global que ha acabado teniendo a una velocidad de vértigo.

Si escucháramos decir “Hemos creado un monstruo: el sistema financiero internacional”. O que “la economía de EEUU está secuestrada por una ideología muy dañina”, pensaríamos en que son frases de movilizaciones anticapitalistas. Sin embargo es Stephen Roach, Presidente de Morgan Stanley en Asia, quien dijo estas cosas hace pocos meses.

No pretendo desarrollar ningún análisis adicional sobre las causas de la crisis, simplemente recordemos los factores que hasta el propio FMI ha asumido que están en el origen de la crisis está en:

· la coincidencia de la extensión de instrumentos financieros innovadores, muchos de ellos peligrosos, con la falta de regulación de los mercados financieros
· las deficiencias en la supervisión
· un más que deficiente gobierno corporativo de las instituciones financieras
· un manejo equivocado de los riesgos por parte de los bancos.

Estos elementos en el origen de la crisis demandan –por sí solos- unos mecanismos nuevos de gobierno de la economía globalizada.

Nos plantean la necesidad de repensar la relación entre economía y política como paso imprescindible para construir la nueva institucionalidad y las nuevas reglas globales que necesitamos para afrontarla.


¿QUÉ ES LA IZQUIERDA?

Decía Weber que la Biblia tenía la maldita costumbre de ponerse al lado de los pobres. Mucho más tarde, nuestro contemporáneo Norberto Bobbio decía que la estrella polar de la izquierda es la igualdad. Bien parece que el Papa Francisco, al negar la derecha y defender la izquierda política, está haciendo compatible “la maldita costumbre de la Biblia de ponerse al lado de los pobres con la estrella polar de la izquierda, que es la igualdad”.

Justamente conmemoramos ahora los 150 años de la fundación de los primeros partidos socialdemócratas y al hacerlo reivindicamos los grandes logros de nuestras luchas por la libertad, la democracia, la paz y la justicia, la igualdad, los derechos sociales y el Estado del Bienestar. Eso ha sido y eso es la izquierda.

Hoy, en plena globalización económica en la revolución tecnológica y social del Siglo XXI, ¿Qué es la izquierda? Yo diría que sigue siendo un impulso humano por la justicia social, por la igualdad de las personas y de sus oportunidades, y por la dignidad en sus condiciones de vida. Un impulso que a lo largo de todos estos años ha ido adquiriendo la forma de un proyecto político ideológico con unos perfiles y unas definiciones que lo hacen universal: la democracia como la base de las libertades y del derecho; el Estado del Bienestar como el edificio social de nuestra convivencia; Europa y la gobernanza democrática del mundo como ideal supranacional; la paz como condición necesaria de vida; la solidaridad como actitud colectiva ante los demás y tantos otros.


Izquierda es también laicidad. Laicidad incluyente que acepta el hecho religioso y la libertad de conciencia, pero que reclama para la soberanía popular el establecimiento de la moral cívica pública.

Izquierda son derechos humanos para todos, para siempre y en todo el mundo.

Izquierda es democratizar la globalización, gobernar el mundo desde la política y someter a la democracia los mercados y la economía.

Izquierda es Estado, fiscalidad progresiva, cohesión social, regulación pública de los mercados y sometimiento al bien común de la economía.

Izquierda es tolerancia y respeto al diferente.

Izquierda es ecología, lucha contra el cambio climático y compromiso con el futuro sostenible del planeta.

Izquierda es igualdad de mujeres y de hombres.

Izquierda es una actitud vital por la educación y la ilustración, por el saber, por la ciencia, por la cultura en su más amplia expresión.

Izquierda es crear, innovar, mejorar las cosas y poner el progreso tecnológico y humano al servicio de la humanidad con igualdad de oportunidades para todos.

Pues bien, desde esa concepción ideológica, les transmito:

ALGUNAS IDEAS PARA LA GOBERNANZA MUNDIAL

1) Fortalecer y reforzar Naciones Unidas.En general cabe decir que en la actualidad, Naciones Unidas presenta graves deficiencias que, en sí mismas, explican las reformas necesarias.


a) Un Consejo de Seguridad demasiado limitador de la Actuación Internacional.

b) Un sistema de representación demasiado alejado del principio de “1 País: Un Voto”. 
No hay voz para los países pequeños.

c) Las agencias de la ONU están anticuadas y fragmentadas: DDHH, energía, Medioambiente, Salud, etc. Faltan Instituciones más efectivas.

d) Estancamiento en varios asuntos importantes: Ronda de Doha, Cambio Climático…

e) Falta incluir a más actores internacionales.

f) El grupo de alto Nivel para la Reforma NV, creado en noviembre 2006 ¿ ..?

En la actualidad, como institución internacional la ONU juega un papel crucial en la legitimización, la diplomacia en situaciones de crisis, las operaciones de paz y las misiones humanitarias, pero su tamaño mismo ha resultado ser una desventaja para muchas otras funciones. Como lo demostrara la cumbre de la ONU para el cambio climático realizada en Copenhague en 2009, a menudo las reuniones de 192 estados son difíciles de manejar y están sujetas a políticas de bloques y maniobras tácticas por parte de actores en gran medida externos que, de lo contrario, carecen de los recursos para solucionar problemas funcionales. Como lo expresara hace poco la secretaria de estado de EEUU., “la ONU sigue siendo la institución global más importante…, pero constantemente podemos ver sus limitaciones…Nunca fue ideada para afrontar todos y cada uno de los retos del mundo, ni debería hacerlo”.

Esta afirmación nos lleva a la respuesta programática actual, lo que ha venido en llamarse “Geometría variable”. Habrá muchos multilateralismos y “minilateralismos” que variarán según el asunto y los recursos de poder que implique. ¿Qué significa esto?

a) Que según qué problema, deben ser acuerdos entre los afectados los que resuelvan el problema. Ejemplo: El paro monetario será cosa de cuatreo; el rescate financiero de México fue cosa de dos.

b) En asuntos como el cambio climático, la ONU seguirá desempeñando un papel, pero es probable que ocurran negociaciones más intensas en grupos de menos tamaño como el foro de las Principales Economías, donde menos de una docena de países representa el 80% de las emisiones de gases de invernadero.

Gran parte del trabajo de normativa global dependerá de redes formales e informales. Las organizaciones de redes (como el G-20) se utilizan para establecer temas que tratar, generar consensos, coordinar políticas, intercambiar conocimientos y establecer normas. Como argumenta Anne-Marie Slaughter, Directora de Planeamiento de Políticas en el Departamento de Estado de EEUU., “el poder que fluye desde este tipo de conectividad no es el de imponer resultados. En las redes priman más la gestión y la coordinación que la imposición y el control”. Múltiples actores se integran a un todo que es más que la suma de sus partes”.

Para enfrentar los retos trasnacionales que caracterizan la edad de la información global, la comunidad internacional deberá seguir desarrollando una serie de redes e instituciones que complementen el marco global de la ONU. Sin embargo, si las grandes economías no concuerdan, es difícil que incluso organizaciones como el G-20 puedan establecer los temas sobre los que deban actuar la ONU y las instituciones financieras de Bretton Woods.


2) Una Nueva Ordenación de los Mercados Financieros. Una Gobernanza de la Economía globalizada.

Hablar de política económica en el Siglo XXI, en plena crisis del sistema financiero internacional, exige tener claras algunas prioridades:

A) Apoyar los esfuerzos de las instancias económicas y políticas internacionales. G-20, FMI y Banco Mundial para ordenar la globalización, especialmente la actividad financiera, bajo nuevas reglas que permitan el cambio de funcionamiento del sistema financiero al servicio de la economía real y del desarrollo económico del mundo.

La prohibición de productos opacos y de actividades tóxicas; la regulación de operaciones con riesgos; la mayor transparencia bancaria; los límites a los incentivos directivos peligrosos y/o injustos, entre otras muchas, son tareas pendientes de la gobernanza financiera internacional

Aunque parezca mentira, casi cuatro años después del comienzo de la crisis todavía no la hemos resuelto y, lo que es peor, todavía no estamos seguros de que no puedan aparecer nuevas crisis. Ni siquiera hemos sido capaces de ordenar la intervención pública en los “crash” bancarios.

Aceptamos la economía de mercado porque no hay otro marco económico posible. Pero no aceptamos una sociedad de mercado. No es el mercado quien configura la sociedad, sino el Estado quien la construye. El mercado es insensible a la sociedad. Es ciego frente a los valores en los que queremos construir nuestra convivencia.

Queremos gobernar la economía desde la convicción de que el crecimiento económico es condición para el progreso, pero, a ese objetivo llegaremos desde la sostenibilidad medio ambiental y la cohesión social.

3) Desarrollar una Política Trasnacional contra los Paraísos Fiscales y para el establecimiento de una fiscalidad internacional.

Cuatro son, en mi opinión, los objetivos de una política fiscal internacional:

● Lucha contra los paraísos fiscales. El principal elemento para asegurar la coordinación fiscal internacional y para combatir el fraude fiscal es la lucha contra los paraísos fiscales.

Existe una gran dificultad para saber la cantidad que atraviesa o se esconde detrás de los paraísos fiscales, pero los cálculos sitúan entre 9 y 12 billones de euros el dinero ubicado en “jurisdicciones no-cooperativas”. Una cantidad equivale al 80% del PIB de EEUU.

La evasión y la elusión fiscal (en especial a través del uso de los paraísos fiscales) suponen un flujo anual que el Banco Mundial estima entre 1 billón y 1,5 billones de dólares. Una cantidad que equivale al PIB de España y que no está financiando las políticas públicas.

Hay que insistir en que los paraísos fiscales no sólo amparan operaciones ilícitas. Su existencia permite que, sin saltarse la ley, las empresas realicen una ingeniería fiscal que permite eludir la tributación de decenas de miles de millones de dólares anuales. Sólo en España, el 80% de las empresas del IBEX operan con paraísos fiscales.

La UE tiene que comenzar a dar pasos urgentemente para desmantelar los paraísos fiscales que siguen existiendo dentro de la propia Unión y puede empezar a aplicar sanciones a las jurisdicciones que no cooperen, revisando tratados comerciales, o prohibiendo la aplicación de gastos deducibles a empresas o particulares beneficiarios de prácticas fiscales nocivas en paraísos fiscales.

● Tasa a las Transacciones Financieras Internacionales. El volumen de las operaciones financieras representa en la actualidad 70 veces el PIB mundial y alrededor del 80% de las transacciones financieras se centran en operaciones de muy corto plazo y alto riesgo. Se trata de operaciones esencialmente especulativas, que han sido criticadas incluso por el propio FMI, que hasta hace bien poco las defendía. Una pequeña tasa a estas transacciones (de tan sólo 0,05%) tendría dos efectos positivos:

- Por un lado produciría un efecto corrector sobre los instrumentos financieros más especulativos de los mercados financieros, que son en buena medida responsables de la volatilidad y de la generación de burbujas especulativas. Y no afectarían a la actividad productiva real.


Permitiría recaudar alrededor de 300.000 millones de Euros anuales, una cantidad que podría dedicarse a desafíos globales como el cambio climático y la pobreza, sin exigir esfuerzos adicionales a los contribuyentes de los países donantes.

El espacio para esta tasa debe ser multilateral y, de hecho, se está discutiendo en el G-20. Pero siendo conscientes de la dificultad que tiene lograr un acuerdo de todos los países industrializados y emergentes, debemos avanzar en el establecimiento de una Tasa a las Transacciones Financieras Internacionales en la Unión Europea. Una propuesta que ya están defendiendo algunos países en la Unión.

● Impuesto a las plusvalías a corto plazo. El llamado “Trading de alta frecuencia” es un tipo de operación en mercados financieros basado en el uso de ordenadores y programas informáticos que compran y venden en milisegundos todo tipo de activos financieros.

Es un sistema prácticamente desconocido por el gran público, pero que domina los mercados. Los ordenadores de los intermediarios financieros pueden estar lanzando constantemente órdenes de compra y venta, buscando infinitesimales diferencias de precios con las que hacer beneficio. Los márgenes son minúsculos. Pero el volumen de las operaciones, inmenso. Y la capacidad para generar brutales distorsiones en los mercados financieros, enorme. El objetivo de un impuesto sobre las plusvalías a corto plazo que penalice este tipo de operaciones no es tanto la recaudación que podría suponer, sino desincentivar las operaciones de muy corto plazo y de marcado carácter especulativo.

● Impuesto a los activos bancarios. En España tenemos el Fondo de Garantía de Depósitos, creado en 1977 y que se financia con aportaciones de los bancos y Cajas, que garantiza los depósitos de los ahorradores. Recientemente se ha creado el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancario) para hacer frente a rescates de entidades con dificultades.

Tanto el FMI, como algunos países han propuesto crear un mecanismo global equivalente, que aplicado sobre los activos de los bancos permita financiar un Fondo de Estabilidad. Un impuesto de esta naturaleza, además, podría usarse para desincentivar comportamientos que ponen en peligro el sistema financiero global, como el sobredimensionamiento (que convierte a los grandes bancos en sistémicos, o “demasiado grandes para caer”), el excesivo apalancamiento, los bonus a directivos que estimulan la toma excesiva de riesgos o la creación de derivados financieros de alto riesgo.


4) La Crisis Climática

La crisis climática necesita urgentemente un tratado internacional ambicioso, justo y legalmente vinculante que asegure que los compromisos para que la temperatura no aumente por encima de los dos grados centígrados respecto a la era preindustrial. El límite a partir del cual el consenso científico señala que los cambios en el clima tendrán unas consecuencias desastrosas en la agricultura, las infraestructuras, la salud, los desastres naturales…


5) La lucha contra la pobreza

La lucha contra la pobreza debe superar el actual modelo de ayuda, que bien podría ser catalogado como beneficencia pública internacional basado en los principios de voluntariedad y discrecionalidad. Si se aspira a un modelo de ayuda basado en el principio de justicia, la Ayuda sustituirse por un instrumento para una política de bienestar de alcance global.

La ayuda tiene en la actualidad un carácter discrecional, unilateral y voluntario: son los donantes los que deciden cuánto dar, a quién, cómo y para que actividades. Así, si realmente los países ricos considerasen un objetivo necesario la eliminación de la pobreza en el mundo, resulta inexplicable que se mantengan reglas comerciales injustas, que se limite el acceso a la tecnología y la innovación, que se mantenga una deuda externa, que se incrementen las emisiones contaminantes que provocan el cambio climático, que no se controle el comercio de armas, no se controle la compra masiva de tierras de cultivo en países pobres o la volatilidad de los precios de los alimentos.

Por otro lado, como la ayuda se basa en la contribución voluntaria del donante, se fomenta la gratitud, la sumisión, el clientelismo y la docilidad de quien la recibe. ¿No resulta esto contradictorio con la razón misma de la ayuda que es favorecer la emancipación y autonomía de quien la recibe? Ciertamente, es contradictorio alentar la autonomía de los países pobres mediante un sistema de relaciones tan asimétrico.


7) EUROPA COMO MODELO DE ORGANIZACIÓN SUPRANACIONAL. LA CRISIS DEL EURO: ¿LA CRISIS DE LA UE?

Luchar por una Europa más unida y más fuerte, es también otra de las señas identitarias de
la izquierda futura.

La batalla del Euro no ha puesto en evidencia sólo una débil estructura en la gobernanza económica europea y en las instituciones de defensa del Euro. Es mucho peor. Lo que la crisis económica del Euro ha puesto en evidencia es la desunión de los países de la Zona Euro, la lucha descarnada por intereses nacionales antagónicos y una vuelta al más rancio soberanismo nacional, verdadero cáncer de la crisis europea actual.

Un breve repaso al debate europeo nos permitiría describirlo, casi en términos de guión, de la siguiente manera:

A) El impacto de la crisis en Europa está siendo muy importante:

· Caída del PIB del 4% en 2009. Aunque en 2010 parecía que volvíamos a una senda de crecimiento sólido, las últimas previsiones de la Comisión Europea hablan de estancamiento: En 2011, un crecimiento del 1,6% y en 2012 se espera un retroceso en la mayoría de los países, incluidos Francia y Alemania.

· Déficit y Deuda públicos. Entre 2008 y el 2010, el déficit público de la UE pasó del 2,3% al 7,5% del PIB. La deuda pública, del 61,6% del PIB al 80%. Para 2012 se prevé que llegue a un 90% PIB.

· Producción industrial. Cayó a niveles de la década de los 90.

· Desempleo. Se han perdido 8 millones de empleos. Se pasó de una tasa del 7% en
2008 al 10% actual. Hoy están en paro 23 millones de europeos.

B) Pero Europa ya arrastraba desequilibrios estructurales que se han visto agravados con la crisis (ejemplos):

· Problemas de competitividad. Una productividad más baja que en EEUU y Japón.
· Tasas de crecimiento inferiores a las de nuestros socios
· Una inversión en I+D+i inferior al 2% del PIB
· Tasas de empleo menores.
· Un proceso acelerado de envejecimiento de la población. Cada año la población de más de 60 años aumenta en 2 millones de personas. (hace menos de una década ese aumento era de sólo un millón). Ello reduce la población activa, merma la competitividad y pone en riesgo los Estados de Bienestar

· Problemas de formación del capital humano. Sólo 2 universidades de la UE está entre las 20 mejores del mundo.

. Desequilibrios por una alta dependencia energética (y problemas de interconexión), que reducen la competitividad.

Europa está así. Los gobiernos se enfrentan a la paradoja de que su reserva intergubernamental de unanimidad en esta materia está lastrando su actuación. Las reuniones avanzan poco, los procedimientos de refrendo nacional se eternizan en países con situaciones parlamentarias no fáciles, el disenso constituye un veto.

Europa debe responder a estos retos.

Tiene que reformar la gobernanza económica para fortalecer la moneda única. Pero también tiene que llevar a cabo reformas estructurales para ser competitivos, crear empleo y mantener el modelo social.


C. ¿Qué ha hecho Europa hasta ahora?

Frente a lo que pueda parecer Europa está haciendo avances importantes:

En octubre de 2008, adoptó medidas de urgencia para evitar el desplome del sistema financiero:

· Incrementó la cobertura de los Fondos de Garantía de Depósitos hasta 100.000 euros.

· Programa de avales a la emisión de deuda bancaria.

· Establecimiento de condiciones para inyectar capital a las entidades financieras

A finales de 2008, aprobó el Plan de Recuperación Económica.

Medidas de corte keynesiano que supusieron una inversión de 200.000 millones de euros
(170.000 Estados y 30.000 UE), el 1,5% del PIB

Esta inversión excepcional y los efectos de la crisis sobre los estabilizadores automáticos, generaron aumentos muy importantes del déficit público y deuda pública en 2009. Desde entonces, los programas de consolidación fiscal se hicieron necesarios para paliar los problemas de deuda de algunos países.

Se han adoptado medidas muy importantes para mejorar la regulación y la supervisión financiera:

· Funcionamiento desde el 1 de enero de 2011 de 4 nuevas autoridades:
- Junta Europea de Riesgos Sistémicos (Supervisión Macroprudencial)
- 3 instituciones supervisoras para banca (Autoridad Bancaria Europea), seguros (Autoridad Europea de Seguros y Pensiones de Jubilación) y mercados de valores (Autoridad Europea de Valores y Mercados).


· Directiva que establece mayores requisitos de capital para las instituciones financieras en la UE.

· Nuevas reglas sobre la remuneración de los directivos del sector financiero y hedge funds.

· El semestre presupuestario.

· La reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), tanto en su vertiente preventiva (políticas fiscales prudentes) como correctora (seguimiento más estrecho de la evolución de la deuda).

· Los avances en la coordinación de la política fiscal

· Las limitaciones en las operaciones en corto y en descubierto

· Los acuerdos con algunos paraísos fiscales.

· O el Pacto por el Euro Plus, los acuerdos de julio para afrontar la crisis griega, o la reciente cumbre de diciembre donde se acordó la reforma de los tratados por vía de acuerdos intergubernamentales.


El Consejo y el Parlamento aprobaron en el Consejo del el 9 de noviembre el paquete legislativo de reforma de la gobernanza económica, y en la cumbre de diciembre la reforma de los tratados mediante pactos intergubernamentales.

Sin olvidar la creación del Mecanismo de Gestión de la Crisis:

· Fondo europeo de estabilidad financiera, por un importe total de hasta 500.000 millones de euros.

- 60.000 millones son dotaciones crediticias de los Estados

- 440.000 son aportados a través de una entidad instrumental (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera). (Se ha planteado la posibilidad de incrementarlo a 1 billón de euros).

- Duración: Hasta el 1 de julio de 2013

- Reforma en Consejo Europeo de julio de 2011

· Mecanismo Europeo de Estabilidad

- Capital suscrito de 700.000 millones de euros. 80.000 será capital desembolsado por los Estados.

- Se activará por “mutuo acuerdo”.

- La asistencia se realizará en forma de créditos, aunque podrá intervenir con carácter excepcional en los mercados primarios de deuda.

- Cuando un Estado beneficiario reciba asistencia financiera se contará con una forma de participación del sector privado “adecuada y proporcionada”.

¿Qué hacer de cara al futuro? Reformas pendientes:

· Reformar el mandato del Banco Central Europeo, de modo que al igual que la Reserva Federal de los Estados Unidos, opere con el doble objetivo de perseguir la estabilidad de precios, pero también el crecimiento económico.

· Tesoro Europeo. Hay que dar la bienvenida a la decisión de convertir en permanente el actual Fondo Europeo de Facilidad Financiera a partir de 2013, pero su mandato no debe limitarse a gestionar paquetes de rescate.

· El nuevo Mecanismo Europeo de Facilidad tendría que convertirse en una verdadera Agencia europea de la Deuda, con atribuciones para emitir títulos a favor de los estados hasta el límite del 60 por ciento del PIB incluido en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, así como para estabilizar preventivamente los mercados mediante la compra de bonos nacionales en los mercados secundarios.

· Agencia de calificación europea.

· Un presupuesto comunitario más ambicioso.

· Consolidar el mercado interior.

· Política exterior y de defensa.
· Más política comunitaria en energía, inmigración, etc.

Todas estas reflexiones y muchas más, ilustran la Conferencia Política del PSOE (noviembre 2013)


Hay muchas razones que explican la Conferencia Política del PSOE en el ecuador de esta Legislatura. Perdimos cuatro millones de votantes en el 2011 y su recuperación exige reconocimientos y rectificaciones. El mundo cambia tanto y tan rápidamente que la izquierda debe ser capaz de renovar sus propuestas y sus soluciones en los nuevos parámetros de la globalización, de la revolución tecnológica y en la nueva Sociedad de la Información. El Estado- Nación como escenario de la acción política transformadora, se ha quedado pequeño, incapaz de construir espacios de cohesión social, incluso de democracia plena. El proyecto socialista de los 80, con el que somos identificados como partido, ha sido ya en gran parte construido y la sociedad española nos presenta hoy problemas diferentes. Pero, además y quizás lo más importante, la crisis económica, social y de empleo, inédita por sus dimensiones y efectos, se prolonga y se acentúa en el contexto de la crisis política más grave que hemos vivido en los últimos treinta años: crisis de la democracia y de sus instituciones e implosión del modelo territorial con el reto soberanista de Cataluña.


A los que dejaron de votarnos y a todos los españoles que se sienten progresistas o de izquierdas, queremos decirles que hemos articulado un proyecto político para los próximos años, que da respuesta a la triple crisis española. Empezando por nuestra democracia, hemos presentado un ambicioso programa de regeneración de la política española y de renovación de nuestras reglas democráticas. No se trata de partir de cero ni de refundar el sistema. Son reformas que responden a las principales quejas que recibimos y a las más graves carencias que padecemos. Para ello, hemos propuesto al conjunto de las fuerzas políticas abordar, desde el máximo consenso, un conjunto de reformas en nuestras leyes para erradicar la corrupción en la política, reformar la vida interna y financiera de los partidos políticos, reformar el sistema electoral aumentando las facultades de elección de los ciudadanos, modernizar nuestro Parlamento para hacerlo más abierto y participado por la ciudadanía y una nueva regulación de las condiciones de ejercicio de la política sometidas a las exigencias de la ejemplaridad. Recuperar la confianza de la ciudadanía en sus instituciones, y relegitimar la política y los partidos son condiciones necesarias para reforzar nuestra vida en común con más y mejor democracia.

Junto a ello, hemos planteado una oferta de diálogo serio para revisar nuestro modelo territorial. El marco autonómico ha sido un éxito pero, la tensión soberanista de Cataluña y los desajustes que el modelo viene exhibiendo desde hace años, aconsejan una reforma de nuestro Título VIII. El PSOE propone al país reafirmar el mapa autonómico actual, haciéndolo evolucionar en una doble dirección. De una parte, incorporando las fórmulas del modelo federal alemán: con un Senado de las CCAA, clarificando y consolidando el reparto competencial, pactando un modelo de financiación basado en la autonomía financiera, la suficiencia y la solidaridad y fortaleciendo los instrumentos de cooperación y de lealtad federal. De otra, dar carta de naturaleza constitucional a las singularidades o hechos diferenciales que explican la España plural y que hacen posible la conformación de nuestro Estado complejo.

Vamos a proponer una agenda por la Igualdad a la política española. De nuevo, la Igualdad, porque constatamos el crecimiento rampante de la desigualdad y sus síntomas más alarmantes con la política de ajustes y recortes en nuestro modelo del bienestar. No es solo que se dispare el abanico entre los más ricos y los más pobres, sino que, junto a ello, se empobrecen las clases medias, es decir, la mayoría social y cada vez es más grande el número de hogares en la pobreza.

Hemos pensado seriamente en este fenómeno demasiado frecuente en los países que venimos del Estado del Bienestar y hemos decidido articular una agenda de reformas estructurales para recuperar cohesión social y para garantizar, de verdad, la igualdad de oportunidades ante la vida. Nuestra agenda es atrevida y resumidamente contempla:


a) Una apuesta clara y rotunda por aumentar nuestro gasto en Educación y por fortalecer la escuela pública como verdadero instrumento igualitario;

b) Una reforma fiscal que reduzca el fraude, recupere progresividad y nos sitúe en la presión fiscal europea aportando cinco puntos de PIB a nuestros ingresos;

c) La creación de un fondo social de ayuda a los hogares sin ingresos con aportaciones fiscales de las rentas y patrimonios más altos;

d) La limitación de las remuneraciones de directivos en las entidades financieras (si el Estado se hace cargo de sus quiebras, el Estado tiene derecho a intervenir en su remuneración), establecer exigencias a los Consejos para que las remuneraciones de los directivos de las empresas se ajusten a resultados, riesgos y transparencia y desincentivar con cargas fiscales y de cotización a la Seguridad Social los ingresos variables y las retribuciones en especie;

e) Fortalecimiento del poder sindical en las PYMES, recuperación de la negociación colectiva sectorial y aumento del Salario Mínimo;

f) el desarrollo de un programa de igualdad de la mujer en el trabajo y en la empresa, auténtico espacio de desigualdad de género en nuestro país.

Hemos diseñado una política para el crecimiento y el empleo. España tiene ante sí una larga marcha para recuperar competitividad, crear nuevas empresas, y empleo, diversificar la actividad económica, modernizar nuestro aparato productivo, mejorar nuestra I+D+i, aumentar el tamaño de nuestras PYMES, internacionalizarlas, mejorar nuestra universidad y nuestra formación profesional y tantas cosas más. Queremos proponer al país una estrategia para la modernización de la economía española a medio plazo. Hemos cometido muchos excesos y muchos errores en los años de la abundancia y nos faltan miradas largas y consensos básicos para ser un país de los grandes en el mundo, que recupere el empleo en las dos próximas legislaturas. Que ofrezca una salida de medio plazo a la generación de nuestros jóvenes de hoy.

Propondremos a los agentes sociales un pacto de rentas que nos permita ganar productividad con costes proporcionados, a trabajadores y empresas y con recuperación del consenso sobre el marco laboral roto por el gobierno y revisaremos las políticas públicas de inversión en las prioridades de política industrial, energética, medioambiental, formativa, de infraestructuras inteligentes, economía digital, etc.

Hay una constante en nuestra reflexión: las bases sobre las que hemos convivido estos últimos treinta años, necesitan un ajuste, una adaptación a nuevos tiempos y a nuevas necesidades. La sociedad española ha perdido ilusiones colectivas, coincidencias básicas y hay crecientes rupturas internas: territoriales, democráticas, generacionales. Podemos mirar para otro lado y creer que el tiempo lo arregla todo. Pero quienes creemos que ocurre lo contrario, proponemos al país una reforma de fondo. Por eso hemos llegado a la conclusión de que una reforma puntual de nuestra Constitución es necesidad y oportunidad a la vez.

Necesidad de incorporar a nuestra Carta Magna los cambios que la sociedad española ha hecho suyos: la secularización y la laicidad, la igualdad de género, el derecho a la asistencia sanitaria, Internet, el matrimonio homosexual o las distintas formas de familia, la igualdad de sexos en la sucesión de la corona y el derecho a las prestaciones de la Seguridad Social entre otras. Necesidad de revisar nuestro Título VIII y encontrar nuevos acuerdos con nuestras CCAA para seguir juntos. Necesidad de incorporar el marco jurídico institucional europeo a nuestras fuentes del Derecho. Pero también oportunidad para volver a la política sensata y grande. La que recupera consensos para abordar los problemas principales del país. La que supere partidismos sectarios y recupere confianza ciudadana. La que lidere al país desde la moderación y vertebre a la ciudadanía hacia objetivos colectivos. Queremos liderar este proyecto modernizador del país, que recupera crecimiento y empleo, que rehace los equilibrios sociales de España, que reconduce las tensiones independentistas hacia un proyecto común, que recupera igualdad, que relegitima la política y la democracia. Queremos hacerlo desde una izquierda renovada con vocación de mayoría social. Queremos ofrecernos como el partido capaz de todo eso, recordando que el PSOE ha sido el partido del progreso y la justicia social, de la libertad y los avances sociales en los últimos cien años de vida española.

Publicado en el número 13 de la revista Alcalib (Conferencia ofrecida en Talavera con motivo de la celebración de los 35 años de la Constitución Española). 2013