17 de junio de 2014

Asi, No.

Intencionadamente he elegido un título crítico para expresar, en dos palabras, mi particular vivencia sobre la evolución de la Responsabilidad Social Empresarial, en estos últimos diez años. Este es el propósito de este artículo: examinar con mirada crítica la evolución de una idea renovadora de la empresa, estableciendo los avances y los retrocesos en su aplicación.

Pero, como en otras muchas cosas de la vida, a la hora de encontrar un titular para el difícil equilibrio entre el vaso medio lleno y medio vacío, entre las luces y las sombras, he preferido elegir el más crítico y el más severo porque me parece el más honrado con mi pensamiento y el más positivo para con la evolución deseable de la RSE. Optar por lo contrario, por hacer un análisis elogioso de la evolución de la Responsabilidad Social de las empresas en estos años sería, primero deshonesto con mi opinión, redundaría en los interesados mensajes que recibimos día a día al respecto y generaría un peligroso e inconveniente acomodamiento al statu quo de la RSE, impidiendo así la pulsión crítica y exigente que debe mantenerse en un camino, más bien, en una larga marcha, apenas iniciada.

Con esta introducción ya me estoy posicionando respecto al contenido ideológico que, personalmente, tengo de la RSE, frente a las visiones tecnocráticas, que abundan en este debate. El mundo empresarial, el mediático, las escuelas de negocios y, desde luego, muchísimos ámbitos de la administración pública nacional y europea, conciben la RSE como un nuevo instrumento de gestión de la empresa ligado a los crecientes espacios de interconexión de la empresa con la sociedad de la comunicación, los consumidores, el medio ambiente, las crecientes demandas de información y transparencia desde los mercados financieros y la reputación corporativa en general que reclaman las marcas en el Siglo XXI.

Casi todos ellos se quedan ahí. Inclusive mucha de la investigación y de la docencia universitaria sobre esta materia, se limitan a extraer de este nuevo marco de relaciones de la empresa con sus stake holders, todo un conjunto de técnicas y de instrumentos para suavizar los impactos sociales y medioambientales de las empresas y favorecer la reputación corporativa de las compañías, lo que ha acabado por convertir a la RSE de la mayoría de ellas, en un elemento instrumental, sectorial y colateral de la gestión empresarial.

Personalmente siempre he aspirado a algo más. En su origen, la RSE era exactamente eso, pero muchos esperábamos y, seguimos haciéndolo, que la empresa, impulsada por ese nuevo universo en el que desarrolla sus actividades, acabara convirtiéndose en un agente más de construcción social, generadora de hábitats sociolaborales y medioambientales de alta calidad para sumarse así, a los esfuerzos que los poderes públicos y la sociedad realizan a favor de una economía generadora de empleo y bienestar y de una sociedad sostenible y cohesionada. Quizás fuera ingenua esta pretensión pero, una RSE sin esa ambición se convierte en una simple técnica de gestión sin interés social. En el fondo este es el dilema y por eso nuestro balance debe partir de este enfoque ideológico que explica mis críticas.

No negaré que la Responsabilidad Social Empresarial se ha instalado como un concepto irreversible en el ámbito del mundo empresarial; que ha crecido enormemente en estos últimos diez años en todo el mundo y que está cada vez más integrada en las estrategias de la gestión de las empresas, especialmente de las grandes. No negaré que en España se han conseguido posiciones de liderazgo europeo en el número de empresas con buenos índices de sostenibilidad, en el número de empresas que participan en el Pacto Global de Naciones Unidas, en el número de iniciativas de la sociedad civil e incluso, en el número de cátedras universitarias y de masters en las escuelas de negocios. También destaco que la política pública española ha tenido un especial protagonismo en el impulso de la RSE a partir del informe elaborado por el Parlamento español, la creación de un Consejo Estatal para la RSE (CERSE) incluso, en las leyes favorecedoras de esta cultura, tanto en el ámbito autonómico como en el ámbito estatal (como la Ley de Economía sostenible, por ejemplo).

Todo eso es verdad. Sin embargo, no lo es menos que:

- La confusión conceptual entre RSE y Acción Social es general y, desgraciadamente, no para de crecer.

- La difusión social de la idea de la RSE sigue siendo muy baja en la población.

- Sigue habiendo una formación insuficiente y una baja concienciación en los dirigentes de las empresas.

- Son frecuentes las prácticas contradictorias en la RSE de manera que, las empresas buscan impactos positivos de reputación corporativa en algunos planos específicos (inserción laboral de la incapacidad, políticas medioambientales, etc.), al mismo tiempo que se producen vulneraciones de los mínimos legales en cuestiones laborales, fiscales, etc., de carácter elemental.

- Se está produciendo una peligrosa tendencia a hacer rutinarias las prácticas de RSE, como por ejemplo, subcontratar la elaboración de las memorias. La RSE pierde así toda su capacidad impulsora de prácticas responsables en el conjunto de la empresa.

- No ha habido una respuesta social adecuada y suficiente a la exigencia de Responsabilidad Social a las empresas. La falta de conciencia crítica colectiva y la debilidad de las organizaciones cívicas, consumidores, ONG, etc., y la ausencia de “valores responsables” en las demandas de la sociedad hacia las empresas, están generando un triple efecto que lastra el desarrollo de la RSE:

a) No hay censuras públicas a los comportamientos irresponsables y las consecuencias de determinados impactos empresariales, no son temibles en términos comerciales.

b) Por el contrario, los esfuerzos de las empresas en políticas de RSE no siempre son premiados y surge así la duda en las direcciones de las compañías sobre la rentabilidad económica de inversiones costosas, a cambio de intangibles dudosos.

c) La capacidad de análisis y evaluación de las memorias por parte de la sociedad, ha ido disminuyendo progresivamente y las entidades sociales (sindicatos, ONG’s etc.) que las hacían, están perdiendo interés en ello.

- La implantación de la RSE en las administraciones públicas ha sufrido un brusco parón y los pocos ejemplos que se produjeron en algunas universidades, en algunas empresas estatales y en algunos ayuntamientos, han quedado en eso, excepciones a una regla que debió ser ejemplarizante.

-La RSE ha tenido su desarrollo principal, casi exclusivo, en las grandes empresas y no en todas y su extensión a la cadena de contratación y, en general con las Pymes, ha sufrido también un brusco parón con la crisis económica.

- Por último, las políticas públicas no han ayudado a fomentar y desarrollar esta cultura empresarial, porque han faltado medidas de estímulo, y porque la regulación sobre el reporte y otros aspectos de las prácticas de RSE ha brillado por su ausencia en España y en Europa. No solo por eso. La principal ausencia ha sido la de un discurso político motivador y generador de debate público sobre este tema en, prácticamente todo el mundo, a pesar de que la crisis y las circunstancias que hemos vivido estos últimos cinco años debiera haberlo hecho imprescindible.

Quizás la mejor expresión de estas carencias sea observar que hoy, los principales impulsores de la transparencia informativa y de las memorias de las compañías, son los mercados financieros, no la sociedad. Aquello que en su día creíamos constituiría un impulso irreversible a la RSE, es decir, una sociedad exigente a las empresas de la triple memoria como la prueba de su responsabilidad social, hoy es realmente exigida por los fondos financieros que están perfeccionando los reportes integrados como condición necesaria y máxima de transparencia y de sostenibilidad económica.

¿Qué empresa queremos?

Al final de un vídeo en verde de una compañía eléctrica española, en el que se especificaban con todo lujo de detalles las actividades sociales de la compañía y algunas de sus mejores prácticas medioambientales y laborales, la voz en off del vídeo dice literalmente: “La función de la empresa es contribuir a mejorar la sociedad en la que vivimos”. Cuando lo escuché en uno de esos seminarios sobre RSE, en los que las fundaciones de las grandes compañías presentan sus balances sociales, pensé que, no se podía decir mejor. Eso es exactamente, lo que quiero que sean las empresas. ¿Es ésta una idea utópica? ¿Cabe hablar en serio de lo que algunos llamamos “economía del bien común”? ¿Será posible que las empresas contribuyan a crear una sociedad cohesionada y sostenible? ¿Es ingenuo pedir esto a las empresas? ¿Es excesivo hacerlo? ¿Es siempre compatible la rentabilidad y la contribución social?

Mi aproximación a la responsabilidad social desde hace más de diez años, se fundamenta en la idea de que la empresa no puede ser ajena a las múltiples ecuaciones que la relacionan con la sociedad. Siempre vimos en la RSE un instrumento favorable a cambiar el rol de la empresa en la sociedad, como consecuencia de sus múltiples impactos. Sé muy bien que no es la aspiración primigenia ni fundamental de las compañías pero, siendo evidente que las empresas operan en un mundo en gran parte transformado por los llamados nuevos paradigmas que las hacen globales y transparentes y, progresivamente relacionadas con sus entornos sociales y medioambientales, su progresiva transformación en empresas corresponsables abría y abre, un camino de esperanza. No he perdido la confianza en que así acabe siendo. Se trata de un camino largo en el que hay que persistir porque, en gran parte, esos nuevos paradigmas seguirán influyendo positivamente en la necesidad de que la empresa responda a un diálogo de crecientes exigencias con sus stake holders y se convierta así en agente pro-activo de la sociedad resultante.

¿Cuáles son esos paradigmas y cuáles las consecuencias de sus impactos?

El primero es la globalización y la creciente implantación de las compañías en múltiples países en especiales circunstancias de impacto laboral y medioambiental, por tratarse de espacios jurídicos y políticos poco exigentes. Las enormes consecuencias de estas nuevas formas de producción de las empresas, les enfrentan a un cúmulo de riesgos que solo una cultura exigente de RSE puede evitar. Un segundo paradigma relaciona a las empresas con la crisis sufrida en estos últimos cinco años. Cualquier observador inteligente descubre que la base de legitimación social de las empresas se ha visto seriamente deteriorado por las sucesivas informaciones que las han colocado en el escaparate de una sociedad sufriente e irritada. La responsabilidad del Sector financiero en la crisis, es innegable y la sensación de que sus ejecutivos y directivos se han ido “de rositas”, como se dice vulgarmente, después de engaños masivos (preferentes) o de blindajes impresentables de muchos de sus directivos o de actuaciones claramente dolosas, que han obligado al Estado a salvar bancos y cajas, han destruido cualquier basamento de credibilidad social. Esas y otras actuaciones han lesionado el núcleo mismo sobre el que poder asentar una política de RSE verdadera. Ver que las multinacionales tecnológicas “optimizan fiscalmente” sus beneficios para no pagar impuestos, comprobar que la Reforma Laboral se empleaba para despedir barato, sustituir el trabajo fijo por empleados precarios baratos, y asistir a la devaluación laboral progresiva, a la negación de la negociación colectiva, al debilitamiento sindical… Me permito llamar la atención sobre este peligroso deterioro del universo laboral y social en las empresas, que hace imposible construir la RSE sobre un suelo de tanta desconfianza. La RSE exige un camino de aprecio mutuo y de legitimación recíproca entre empresa y sociedad y ese camino, hoy, está empedrado.

Muy ligado a lo anterior, aunque no solo, crece con fuerza el debate sobre las desigualdades que se están produciendo en el seno del mundo occidental. Nuevas brechas sociales, en gran parte originadas en la pre-redistribución, es decir, en el ingreso, están generando la sensación de que decenas de años de esfuerzo para el reequilibrio social, están siendo destruidos por la aparición escandalosa de desigualdades crecientes en la riqueza y en la renta en el interior de los países. La ruptura del contrato social, verdadero ADN de la sociedad europea y occidental, una especie de marco de convivencia entre libertad y seguridad, entre aspiraciones individuales y solidaridades impuestas, no es tampoco la mejor noticia para el desarrollo de la cultura empresarial RSE. No olvidemos que ésta es, en el fondo, una tendencia hacia la excelencia, superadora de unos mínimos legales, hoy en día vulnerados en demasiados planos y en casi todos los lugares.

Nuevos paradigmas son el creciente poder financiero sobre las empresas y la transformación del capital de las mismas en manos de fondos ansiosos de rentabilidades exageradas y de corto plazo, que destruyen gran parte del funcionamiento natural de la economía productiva. Es también un paradigma que influye en las empresas, el debate sobre la cantidad y calidad del empleo en la nueva sociedad. La revolución tecnológica a la que estamos asistiendo, especialmente por la expansión de la robótica y el abaratamiento de la tecnología digital, generan un debate imprescindible sobre la cantidad del empleo necesario y sobre la calidad del mismo. En fin, nuevos paradigmas en la sociedad de la comunicación, en la Red, en el empoderamiento de los ciudadanos, en la sociedad medioambiental o, en las exigencias ciudadanas de combate al fraude fiscal y a los paraísos fiscales.

La empresa estará se quiera o no, en el centro de este universo y, naturalmente no es la responsable última de las enormes incógnitas que se derivan de estos planteamientos simplificados que, desordenadamente, acabo de exponer. Pero por el contrario, aquella empresa que se involucre en las demandas sociales, combinando innovación, competitividad y rentabilidad con una corresponsabilidad consecuente con todos estos interrogantes, será la empresa del futuro.

Ésa es mi convicción, pero las convicciones tienen que extenderse y hacerse mayoritarias para que sean transformadoras. En ese sentido expreso la necesidad de avanzar algunos consejos para el futuro de esta larga marcha:

1º.- En primer lugar, es necesario impulsar la RSE desde las políticas públicas. Fortalecer el discurso político en favor de esta concepción renovada y moderna de la empresa en el Siglo XXI. Desde el G-20 a los gobiernos locales, debemos exigir que la RSE forme parte de la salida de la crisis, de las políticas de competitividad, de la formación universitaria, de las escuelas de negocios, etc. La defensa de una economía al servicio de la sociedad, de una economía del bien común acrecienta la cultura de la Responsabilidad de las empresas y exige a éstas “leer” el contexto en el que desarrollan su actividad y comprometerse en sus diálogos con la comunidad en la que operan.

2º.- España necesita un Plan Nacional de RSE y la dinamización de un Consejo Estatal de RSE. El gobierno del PP desprecia la RSE. No ha hecho nada por esta cultura, ni siquiera cumplir los mandatos legales y los compromisos asumidos en el seno del Consejo Estatal, al que está dejando morir por inanición y en clara coincidencia con la CEOE.

3º.- Es necesaria una mayor regulación de todos los planos que acompañan a la RSE. Regulación pública y legal de los informes, de la verificación y de los reconocimientos públicos homologados. Regulación voluntaria por las empresas de la RSE en los diferentes sectores de actividad productiva (textil, energía, banca, etc.). Regulación legal de los estímulos a la RSE en compras públicas, adjudicaciones, etc. para evitar competencia desleal y premiar a las verdaderas empresas responsables. En este sentido, merece censura pública el abandono absoluto de las previsiones regulatorias contempladas en el Art. 39 de la Ley de Economía Sostenible de marzo de 2011, despreciada por el Gobierno actual. La nueva regulación europea dirigida a las empresas de más de 500 empleados y los trabajos del Reparto Integrado, van en una buena dirección, aunque insuficiente a mi juicio.

4º.- El sindicalismo no ha utilizado la RSE como una palanca de su dialéctica y, por tanto, existe un enorme camino en este campo para que los comportamientos laborales de las empresas puedan ser objeto de evaluación social. Ni siquiera en la llamada “Economía del Conocimiento” se está avanzando en las mejoras laborales. Está constatado un crecimiento injustificado de los abanicos salariales y una constante transferencia de los beneficios desde el trabajo al capital. El aumento de la desigualdad en todos los países acompaña esta devaluación laboral. Las Relaciones Laborales deben ocupar un espacio central en la RSE. No se pueden consentir memorias y propaganda de RSE, con prácticas laborales indignas.

5º.- Los Derechos Humanos y la RSE. Naciones Unidas ha puesto en marcha su segunda gran apuesta a favor de la RSE. Al Global compact y a sus diez principios, se ha añadido desde 2008 el marco “Ruggie” para, PROTEGER, RESPETAR y REMEDIAR las vulneraciones a una interpretación ambiciosa y progresista de las grandes convenciones de la Dignidad humana y el trabajo decente: Convenio DDHH, OCDE y OIT. Potenciar e implementar este valioso instrumento nos hará avanzar notablemente en RSE.

6º.- La RSE ha crecido, en gran parte, por el énfasis que se ha puesto en la gestión de riesgos, sobre todo, reputacionales. Pero es el momento de preguntarse si los riesgos siguen preocupando, o mejor, si preocupan lo suficiente. A la vista de lo que viene ocurriendo, a la vista de lo que ha destapado la crisis, sobre los comportamientos empresariales o de sus directivos, sobre las evidentes irresponsabilidades en el núcleo mismo del negocio de la actividad financiera y bancaria, debemos preguntarnos si hay suficiente sanción reputacional a esos fallos y a esos escándalos. Pues bien, ha llegado la hora de reclamar desde la RSE, una mayor penalización individual y empresarial a la irresponsabilidad. En este sentido, unificar los observatorios críticos internacionales y dotarles de garantía y credibilidad, será un buen impulso a la RSE.

7º.- Es muy importante potenciar la ISR. La inversión socialmente responsable es, probablemente, uno de los mayores elementos tractores de la RSE. Las empresas reciben capital privado individual o colectivo, en función de la sostenibilidad de sus negocios, de la transparencia de sus actividades, de la información honesta y transparente que se da a sus accionistas, etc. Puede resultar en la actualidad uno de los factores más atractivos a la inversión en RSE. Los índices bursátiles de sostenibilidad y los rankings internacionales de transparencia y RSE, influyen poderosamente en las decisiones de inversión de Fondos de Pensiones, o Fondos Soberanos, o Bancos sostenibles, o Inversores exigentes de estas materias. Pero el fundamento de la ISR requiere políticas de estímulo, políticas de información, políticas de difusión de estos productos financieros y, sobre todo, requiere compromiso de las entidades financieras para su desarrollo. Son particularmente importantes los compromisos de los titulares de los fondos de pensiones en todo el mundo, porque sus exigencias sostenibles y sociales pueden determinar la orientación general de los fondos financieros.

8º.- Fortalecer las estructuras del llamado Tercer Sector, resulta también imprescindible para producir efectos en la respuesta social a los comportamientos de las empresas. ONG’s, consumidores, medios de comunicación, líderes de opinión, etc., tienen que establecer una nueva dialéctica entre ciudadanos y corporaciones. Es muy significativo a este respecto el caso producido recientemente en España, a propósito de una reacción surgida en la Red contra las empresas que se anunciaban en un programa de TV, cuyo contenido resultó ofensivo para los espectadores. Cuando la reacción de protesta de la Red alcanzó un alto nivel social contra ese programa, los anunciantes decidieron abandonar su patrocinio y el programa se cayó de la pantalla. Desgraciadamente, la cadena de televisión inició acciones judiciales contra el ciudadano que suscitó la protesta en su Blog. Este dilema es fundamental para el futuro porque está afectando a las capacidades ciudadanas para condicionar el comportamiento social de las empresas.

9º.- Es necesario explorar en España la cultura de RSE del Reino Unido, basada en un diálogo con la Comunidad Local, como uno de sus principales Stake-holders de la empresa. “Empresa en la Comunidad” puede ofrecer un interesante desarrollo de la RSE en un país en el que, no podemos olvidarlo, el paro, los atrasos en la cultura medioambiental de nuestros pueblos y los recortes que provocan grandes “agujeros” de la protección social, ofrecen a muchas empresas, excelentes oportunidades de RSE.

Este ámbito de reputación social directa y visible puede ser muy interesante para muchas empresas y muy útil socialmente en momentos de gran debilidad de los servicios públicos del Estado.

10º.- La crisis ha acentuado las exigencias de responsabilidad a los directivos y a las compañías. Estamos viendo a los directivos pasando por los juzgados y por los parlamentos. Los ciudadanos tienen que pagar los agujeros financieros de muchos bancos irresponsables. En plena crisis, los salarios de los directivos, sus bonos, sus millonarias pensiones e indemnizaciones, causan indignación. La fiscalidad de las empresas se reduce por su ingeniería fiscal, o porque se ubican en países con menor presión o simplemente se ocultan al fisco. Grandes empresas son multadas por prácticas ilegales. ¿Es todo eso admisible socialmente? ¿Es compatible con la RSE?

De la crisis no podemos salir con menos RSE, sino con más compromiso y rigor en la cultura de la RSE. No podemos admitir RSE que no lo es. No podemos admitir más incoherencias, más contradicciones y más falseamientos de la verdadera RSE. Debemos denunciar las manipulaciones mediáticas, la propaganda sin base y las prácticas irresponsables. Ha habido muchas y de muchas empresas reconocidas en RSE y líderes en índices de sostenibilidad. Si la RSE, sus instituciones, sus herramientas, sus defensores, no somos capaces de liderar una regeneración de la RSE, la crisis, los mercados, la naturaleza misma del beneficio, la especulación y sus prisas por obtener la ganancia, acabarán diluyendo este movimiento.

La consecuencia de todo este regeneracionismo que impulsamos, debe ser un movimiento de exigencia y de control de la RSE hacia los directivos y las empresas en todos los foros, en las memorias, en los medios y en todas las oportunidades de conectar a las empresas con la sociedad y a sus responsabilidades con los ciudadanos.

A eso, le llaman ahora, “la triple R corporativa”: Riesgo, Reputación y Responsabilidad, proponiendo incluso otro cambio de nombre a la RSE. Así se expresaba recientemente José A. Herce, alegando el “fiasco” de la Responsabilidad Social Corporativa y propugnando una cultura empresarial que se llama Responsabilidad Social a secas o, Responsabilidad Corporativa Inteligente. Personalmente me importa poco el nombre siempre que hablemos de lo mismo. Pero, ¿hablamos de lo mismo?

Publicado en Diario Responsable.



12 de junio de 2014

Chat y entrevista para 20 minutos.es



Ramón Jáuregui, exministro con Zapatero y actual diputado socialista en el Congreso, ha publicado El país que seremos: un nuevo pacto para la España posible (Turpial, 2014), su último libro.
Visitó hoy la redacción de 20minutos para responder sobre el futuro del PSOE, de la monarquía, la situación en Europa tras el 25 de mayo y las expectativas soberanistas en Cataluña y País Vasco.
Aqui están las 20 preguntas contestadas durante el chat.

 1 Parece que la situación política de Euskadi se ha quedado en un segundo plano, ¿qué se palpa allí de cara al futuro? ¿ve posible algún cambio en las próximas elecciones o espera continuidad? ¿el PSOE ha perdido allí toda opción? Dice ser: Ferry
No. El mapa electoral vasco es muy dificil de cambiar, pero yo tengo la esperanza de que el congreso del PSE de septiembre abra también un tiempo nuevo para el socialismo vasco.
 Afortunadamente vivimos en paz y espero que para siempre. 

2 Sr. Jáuregui, haga autocrítica, ¿Qué le echaría en cara a Rodríguez Zapatero? ASIOLE 
Yo creo que hizo lo que debió en cada en cada momento. La economía española sufrió una hecatombe a partir del 2008 y Zapatero hizo política keynesiana en el 2009 y en el 2010 y ajuste fiscal a partir de entonces, porque la UE impuso la austeridad suicida y los mercados financieros nos apretaron hasta ahogarnos. España no ha reconocido suficientemente en mérito de Zapatero en el fin de ETA. 

3 Sr Jáuregui, usted ya era parlamentario antes de que yo naciera (y tengo 33 años). ¿No cree que el problema del PSOE es que no da paso a gente joven y preparada? ¿Qué puede aportar a la política activa que no haya aportado ya? Y si me permite una pregunta más, aludiendo al título de su libro: "El país que seremos: un nuevo pacto para la España posible", ¿cuál sería para usted la España imposible? Gracias. Sr Pico 
No se preocupe, mi tiempo político ha terminado y si estoy aquí es porque mis compañeros siguen considerando que aporto y que soy un referente digno de mi partido. Si no, no estaría. Acepto plenamente la necesidad de renovar nuestras caras y nuestros referentes y así lo estamos haciendo desde hace bastantes años. En este próximo congreso y en las primarias usted verá que los dirigentes del PSOE son personas de 40 años. La España imposible es aquella que pretende renovarlo todo sin comprender que no hay democracias perfectas ni futuros ilusorios. Yo soy partidario de hacer una reforma constitucional en España profunda y de renovar nuestra democracia a fondo, pero sin tirar las paredes maestras de nuestra convivencia, porque me temo que la España de hoy no será capaz de construir un nuevo edificio.

 4 ¿Por qué no se postula para Secretario General del PSOE? En mi opinion es usted riguroso en sus planteamientos y honesto, hacen falta políticos como usted. Dice ser: Ana Maria 
Muchas gracias, pero estoy totalmente convencido de que son otras generaciones las que tienen que dirigir el país y protagonizar el nuevo tiempo. Mi papel es ayudar y aconsejar pero son los jóvenes socialistas y los jóvenes españoles en general los que tienen que asumir la solución de los graves reos que tiene España. 

5 Buenos días, ¿Qué diferencia ve usted entre Ana Botella y Susana Diáz? Ambas ejerciendo cargos muy relevantes sin haber ganado unas elecciones democráticas. Gracias. Onomatopeya 
Susana Díaz ha arrasado en Andalucía en las elecciones europeas y le ha sacado 10 puntos al PP. EL PP ha perdido casi 20 puntos desde noviembre de 2011 a mayo de 2014 y la señora Botella ha sufrido en Madrid el peor resultado de los últimos 15 años del PP. ¿Le parecen pocas diferencias? 

6 ¿Echará de menos a Rubalcaba? Y aunque sea así, ¿Considera que su marcha era imprescindible? Dice ser: María 
No, creo que ha cumplido su misión y lo ha hecho con dignidad y con solvencia. Su dimisión era inevitable después de las elecciones, pero también creo que perdemos a un político de primer nivel en España. Ya me gustaría a mi que hubiera 20 como él en la política española entre los 40 y los 50 años. 

7 Ante el debate que ha generado la abdicación del Rey, su partido se ha decantado por la disciplina de voto a la hora de votar la ley de sucesión. ¿Qué opinión le merece a usted la citada disciplina de voto? ¿No le parece contradictorio que un partido se llame "democrático" por un lado y prohíba, por el otro, a sus propios miembros el ejercicio de su libertad democrática? Muchas gracias. Dice ser: Raquel 
No habría estabilidad política si cada diputado votara libremente. La previsibilidad es una condición de la estabilidad y la gobernación de un país sin estabilidad política resulta imposible. No es contradictoria la disciplina de voto con la democracia. Tenga usted en cuenta que antes de cada votación el grupo socialista se reúne y debate internamente, incluso vota la decisión mayoritaria del grupo. Una vez establecida ésta, el grupo funciona de manera unitaria. Lo demás haría imposible el funcionamiento de la democracia. Por cierto, ¿ve usted algún otro partido en el parlamento que haga lo que usted dice?

 8 Me gustaría saber por qué el PSOE no realiza una politica de izquierda moderada en la que se defienda claramente la integridad territorial de España sin que por ello se modifique el modelo hacia una España federal (que ya lo es). Siempre están ustedes en la ambigüedad y fuesen claros en estos aspectos tendrían mi voto asegurado. Dice ser: Francisco José 
Creo que el PSOE es el único partido que defiende una política territorial autonómica hacia el federalismo en España y que defiende de igual manera la integridad territorial. Por eso nos oponemos a la autodeterminación y por eso reivindicamos una reforma de nuestra Constitución para acentuar los rasgos federales de nuestro modelo autonómico y para renovar nuestro pacto de integración territorial con las nacionalidades en las que la pulsión independentista amenaza nuestra unidad. Pienso que esta es la política moderada que usted demanda y la respuesta inteligente que España necesita. 

9 Parece que a su partido le crecen los enanos. Ahora, el partido hermano, el PSC, con la salida de Pere Navarro, parece estar en un callejón sin salida. ¿Es así? Y si no, ¿por dónde escapar? Dice ser: JAvier 
Estamos en un momento difícil, es verdad. Y sin embargo creo que de la postura del socialismo catalán se derivan consecuencias importantísimas para Cataluña y España. Estamos en un proceso de transición que durará unos pocos meses. Espero sinceramente que renovemos las direcciones y los liderazgos políticos en Cataluña, en Navarra, en Euskadi y en el propio PSOE. Y que estemos en línea de salida para disputar de nuevo la opción de cambio político en España para el año que viene. Tenemos tradición, proyecto político y ganas. Tenemos gente para hacerlo y sinceramente, creo que España necesita un PSOE fuerte como el respirar. 

10 En la época de Felipe González se perdieron las elecciones por la corrupción, entre otras cosas. Y ahora, en la europeas el batacazo ha sido por la corrupción, entre otras cosas. ¿Están dispuestos a poner los controles necesarios, en los partidos, (que no los paguemos los ciudadanos) y perseguir a los corruptos caiga quien caiga? Dice ser: JOSÉ 
Creo sinceramente que España reclama un gran pacto de todos los partidos para reformar una docena de leyes importantes que pongan coto a los problemas de corrupción que hemos sufrido en los últimos años. Reformas en el Código Penal, en el procesamiento penal, en la contratación pública, en la financiación de los partidos, etc. Y solemnizar ese acuerdo ante el país mediante un reconocimiento público del sistema político de que han pasado cosas que no debían haber pasado, con el propósito de rectificación que representa ese marco de reformas legales del que les hablaba. 

11 Buenos días. Sé lo que tiene difícil, pero se lo tengo que preguntar. De todos los nombres que circulan como posibles aspirantes a la secretaría general, ¿por quién apostaría usted? Si no, dígame al menos una cualidad que destaque de cada uno de ellos. Gracias y un saludo Dice ser: Blanca 
Prefiero esperar a que se presenten los candidatos y opinar después. Me encantaría que me invitaran otro día para ofrecerles mi opinión sobre los candidatos cuando los conozcamos.

 12 Buenos días. Hablemos de ETA, si no le importa. Todos los Gobiernos democráticos han mantenido contactos con la banda para intentar poner fin al terrorismo. ¿Cree que el actual Gobierno lo está haciendo? Y si no es así, ¿cree que debería mantener un canal de comunicación con ETA para intentar canalizar el proceso de paz? Dice ser: David 
Pienso que la paz es definitiva e irreversible. Y que la hemos logrado todos desde la democracia. Pienso que el pueblo español no ha sabido reconocer suficientemente la valentía e inteligencia de Rubalcaba y Zapatero en la gestión del final de ETA. También pienso que este Gobierno debe moverse con inteligencia para conseguir que no haya tentaciones involucionistas en la banda y debe entenderse con el Gobierno vasco para que juntos construyamos un relato democrático y justo de lo que ha pasado, es decir, un relato de la verdad de lo que ha sido el terrorismo estos 40 años sufridos en Euskadi y en España y ser capaces también de restaurar una convivencia conciliada en un país con demasiadas heridas abiertas por esta tragedia. 

13 Se ha rumoreado que Angela Merkel es partidaria de que Christine Lagarde presida la Comisión Europea. ¿Qué opina usted? ¿No sería un golpe de mano inadmisible? Gracias. Dice ser: Palmira 
Sí, lo sería. Puedo asegurarle que el Parlamento Europeo no aprobará nunca una presidencia de la Comisión surgida de la presidencia del FMI e impuesta por el Consejo Europeo a un parlamento constituido sobre el principio democrático de que los candidatos que los ciudadanos han votado son los únicos posibles. Tengo la seguridad de que no ocurrirá. 

14 No he podido leer su libro aún, así que dígame. ¿Qué país seremos? ¿Y en qué consiste ese pacto para la España posible del que habla? Dice ser: Marco 
No puedo resumirle mi libro, pero en esencia se trata de describir las líneas maestras de una renovación de nuestro contrato social y democrático para relegitimar la política española y su democracia, para relegitimar los partidos y sus representantes públicos y para hacer juntos lo que España necesita hacer en un mundo que cambia a velocidad vertiginosa en la globalización económica y productiva y en la cuarta revolución tecnológica que estamos viviendo. El mundo no se para. Nadie nos espera. España tiene que ser un país de primera capaz de competir con empresas competitivas en ese nuevo mundo. Solo así absorberemos el paro y seremos capaces de hacer sostenible nuestro estado del bienestar. Propongo pactos diversos que den respuesta a los retos de miradas largas sobre España para mejorar nuestro capital humano, para resolver el problema energético, para dar impulso al emprendimiento, para incorporarnos a la economía digital, para tener un sistema fiscal que permita recaudar más de quienes más tienen, etc. Propongo también una reforma de nuestro marco constitucional para dar respuesta a los problemas políticos y territoriales que sufre España. Pero en fin, compréndame, no puedo resumir un libro de esta naturaleza y solo le ruego que lo lea. 

15 Usted dijo textualmente "Nuestros estatutos no contemplan que voten los 250.000 militantes ante el Congreso, no está previsto así y no se va a hacer así". Finalmente sí se va a hacer así. ¿El PSOE va a incumplir sus estatutos? Un saludo. Dice ser: GuillermoT 
Confieso que dije eso porque eso es lo que marcan los estatutos, pero hay una voluntad muy grande de cambio que ha llevado a la dirección a establecer ya para este congreso un nuevo método de elección del secretario general y, por tanto, se van a cambiar los estatutos para poderlo hacer. 

16 ¿Ha sufrido muchas traiciones en política? ¿Cuál ha sido la peor? Y usted, ¿Ha traicionado alguna vez? Dice ser: África La política es dura, sí, como la vida. 
Tengo una tendencia personal a olvidar mis grandes disgustos personales. Y por eso no recuerdo cuál fue mi mayor disgusto o traición, como usted la llama. Supongo que también habrá otras personas que han convivido conmigo que pensarán que no me porté bien con ellas en algún momento. Estoy seguro de que las hay, pero me siento muy orgulloso de que después de una trayectoria tan larga como la mia la mayor parte de mis compañeros sienten por mi respeto y afecto. 

17 Dejando la corrección política aparte, dígame la verdad. Si hubiera en un par de años un referéndum en España sobre el modelo del Estado, consensuado entre todas las partes, tan legal como el que hubo en 1978, ¿usted qué votaría? Dice ser: Lola 
Yo pienso votar una reforma constitucional que sea consecuencia de un gran consenso político como lo fue la del 78. Aceptaré el consenso mayoritario y, por tanto, la forma de Estado que se decida me vale. Pero ya le anuncio que resulta muy difícil encontrar un consenso de toda la población española, repito, de toda, alternativo al actual. Las monarquías no caen cuando un pueblo se divide al 50%, sino cuando una amplísima mayoría social del país decide cambiar su forma de Estado por circunstancias históricas determinadas. Yo no creo que eso ocurra en España en los próximos años. 

18 ¿De verdad cree usted que el desafío soberanista de Artur Mas supone un peligro para España? ¿Cree usted que acabará convocando elecciones plebiscitarias? ¿Qué opina de las dudas que está teniendo, supuestamente, Duran i Lleida con este tema? Gracias por las respuestas, me cae usted bien. Dice ser: Fernando Mec 
Yo creo que el desafio soberanista catalán es grave porque responde a un sentimiento popular que desgraciadamente ha cobrado una enorme fuerza en estas circunstancias que vive nuestro país en los últimos diez años. Mirar a la cara de este problema, dialogar, negociar y encontrar una solución política alternativa al independentismo me parece una necesidad imperiosa para Cataluña y para España. La dimisión de Pere Navarro y la desaparición de Duran i Lleida, si esta se produjera, son una desgracia para la vía del diálogo y de la negociación de la que les hablo. 

19 Parece que Ada Colau, exportavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, va a postularse para la alcaldía de Barcelona con un grupo de ciudadanos. ¿Cómo lo ve? ¿Qué cree que ha supuesto este movimiento en los últimos años? Dice ser: Vivian 
Veo muchos movimientos de protesta contra causas legítimas y razonables. La de la plataforma en defensa de los desahuciados es una de ellas. Las preferentes son otras, las sindicales contra la reforma laboral, también. Sin embargo, la política tiene que ser capaz de incorporar las quejas a sus propuestas y ofrecer soluciones a los problemas que originan esas quejas. Para mi esa es la política y ese es el reto del PSOE y de la izquierda en general. No me gustan las utilizaciones populistas del sufrimiento y, desgraciadamente, hay demasiadas y no me ofrecen confianza como alternativas políticas. 

20 Cuando se ostentan cargos públicos de alto nivel durante muchos años, ¿no cree que se pierde la perspectiva del ciudadano? Dice ser: Miso 
Yo pienso que no. Yo he vivido siempre junto a la gente. Escucho a los vecinos, incluso a los que me riñen. Tengo diez hermanos, la mayoría pensionistas, y tengo hijos y amigos que hablan conmigo como habla todo el mundo. La sociedad del siglo XXI está en la Red y la vemos y la leemos todos los días. No, yo pienso que nunca he dejado de ser ciudadano, aunque reconozco que cada vez cuesta más explicar a los ciudadanos la complejidad del mundo y las dificultades y los límites de la política real.

Un abrazo a todos. Lo lamento, no tengo tiempo de más porque me espera un debate con González Pons en TVE sobre la Comisión Europea del futuro. Hasta cuando queráis. Ramón Jáuregui

El video con la entrevista las 20 de 20 se puede ver aquí

Chat y video via  20 minutos.es

Entrevista Huffington Post. 12/06/2014

Esta no es una entrevista en busca de matices sobre Eduardo Madina o Pedro Sánchez, candidatos con más posibilidades para suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba al frente del PSOE. No es una de esas de leer entre líneas para advertir en qué bando está el entrevistado. "Quiero hacer mutis por el foro. Tengo una sensación personal de querer estar fuera, de algo que corresponde a otros", dice Ramón Jáuregui (San Sebastián, 1948). Desde la abdicación del rey, es un discurso cada vez más de moda.

Jáuregui lo ha sido casi todo: concejal, alcalde, vicelehendakari, delegado del Gobierno, diputado en el Parlamento Vasco, en el Congreso, en el Parlamento Europeo, ministro... Ahora emprende el rumbo a Bruselas, de nuevo, en la que podría ser su última etapa política. Publica El país que seremos (Turpial)

-En un momento de importancia histórica como la abdicación, ¿se puede permitir el PSOE votar contra su alma?

Lo hicimos en 1978, cuando aceptamos el marco constitucional. 35 años después ese marco ha permitido una compatibilidad absoluta entre monarquía y políticas de izquierdas y democracia. La monarquía ha permitido que gobierne la izquierda y la derecha y que el poder haya estado en el pueblo y en el voto. Esta es nuestra realidad, que establece unas leyes que hay que respetar. No veo contradicción. Además, no hay un consenso alternativo. Si hubiera en España una mayoría rotunda en favor de la república, como la hubo en 1931, el PSOE la encabezaría. Pero ese no es el sentimiento ciudadano, no existe ese consenso. La forma de Estado no pide que cada uno reivindique su propuesta o trate de imponer su modelo. Tampoco que se fracture el país al 50%.

-¿Es un problema la fragmentación?

La política española está muy desvertebrada. Hay una disputa partidista brutal, una pelea por espacios políticos entre muchas fuerzas. Es la tentación antibipartidista que se ha instalado en el país y que está haciendo furor como si la fragmentación del arco parlamentario fuera la solución de los problemas de España. Me parece profundamente desacertada. Hay una injusta atribución al supuesto bipartidismo de todos los males del país. Y el bipartidismo no es más la sucesión de dos partidos políticos a los que la mayorías han colocado en el poder.

-Lleva muchísimos años en política. ¿Es usted de la casta?

Ayer le escuché a Susana Díaz decir que era de una casta de fontaneros. Yo soy un obrero. A los 14 años trabajaba en una fundición y lo que he ganado ha sido estudiando y trabajando toda mi vida. Me siento profundamente ofendido en lo personal por ese discurso. En la valoración política hay una fácil interpretación acrítica y de un revisionismo absoluto del pasado, incluyendo los últimos 20 y 30 años. Es algo que no viene solo de la izquierda anticapitalista o del discurso de Pablo Iglesias en las tertulias, sino también de la derecha neoliberal, que atribuye desde hace años a la “clase política extractiva” todos los males.

-Muchas de sus propuestas para España (reforma del Senado, listas electorales desbloqueadas, más integración europea, control de la especulación) fueron protagonistas de la Conferencia Política del PSOE, que usted coordinó. Fue el momento de “El PSOE ha vuelto” de Rubalcaba. Pero no volvió.

Sólo el PSOE ha hecho una propuesta completa de reforma constitucional, inclusive del desarrollo del artículo que menciona la abdicación, del derecho europeo, un pacto con las nacionalidades, la ley de partidos, la ley electoral… Pero todo eso ha tenido un recorrido lastimosamente corto.

-¿Por qué?

Porque nuestra transición entre liderazgos ha ensombrecido la fuerza del proyecto. Si hubiéramos tenido mejor resuelta la transmisión de los liderazgos, habríamos tenido un líder con un proyecto en su mano.

-¿Puede el PSOE ganar las elecciones generales?

Es pronto todavía. En este momento, no, pero sí es posible. El PP ha tenido una pérdida de casi 20 puntos entre noviembre de 2011 y mayo de 2014. Sabemos que la fidelidad de su voto es muy baja. Hay una oportunidad, porque tenemos el proyecto en lo político institucional, aunque algo menos en lo socioeconómico. El PSOE sólo recuperará un porcentaje electoral alto, en torno al 35%, si es una opción de mayoría y suscita la esperanza del cambio. Entonces, seremos voto útil frente a todos los partidos frontera, que son muchísimos.

-Una de sus primeras decisiones como eurodiputado será probablemente apoyar a un candidato de derechas para presidir la Comisión. ¿Cómo es posible?


Hay una primera regla democrática que queremos que se cumpla. Tiene que ser uno de los candidatos a las elecciones. Si no, el tracto democrático que habíamos instalado en esta campaña no sirve de nada. El Parlamento se plantará y no va a aceptar a ningún candidato que no venga de los propuestos por los partidos.

-Es paradójico que el PSOE planee ahora apoyar a Jean-Claude Juncker, contra el que hizo campaña y trató de diferenciarse.
No es una opción de la socialdemocracia. Es una exigencia predemocrática que hemos planteado desde el Parlamento Europeo. La familia ganadora ha sido la cristianodemócrata, aunque no tenga mayorías. La posibilidad de que Juncker fracase nos abriría la puerta a los socialdemócratas. Pero no antes. Nosotros exigimos una negociación amplia y transparente y no daremos nuestro apoyo si no logramos un programa de amplio contenido social.

-¿Aceptarán los votantes que los socialistas apoyen a Juncker?

Tenemos que ser capaces de explicar que si no hacemos acuerdos, Europa no tiene Gobierno y entraremos en un gran bloqueo institucional. Europa siempre se ha hecho así. Es muy fácil quedarse en el “no”, atrincherado en el testimonialismo. Hay una izquierda que la hará, pero no es la socialdemócrata, que siempre ha asumido riesgos y compromisos y ha construido Europa.

-¿Le pasa factura al PSOE en las urnas esa responsabilidad que reivindican?

Puede, pero yo no quiero cambiar nuestro ADN. Nosotros no somos los líderes del “no”. No me voy a acomplejar porque haya partidos que se asientan en esa cómoda irresponsabilidad, reclamando una reconstrucción total cuando todo el mundo sabe que no es posible. No me acomplejo porque haya votantes de una supuesta izquierda que en el fondo es antieuropea.

Publicado en Huffington Post, 12/06/2014

11 de junio de 2014

"El país que seremos"


Se ha presentado en  Madrid mi nuevo libro: "El país que seremos. Un nuevo pacto para la España posible"

En el trato de hacer una reflexión sobre el país que fuimos, la transformación extraordinaria que hemos protagonizado y la crisis que vivimos, pero sobre todo una visión del país que podemos y debemos ser. Alerta sobre las graves consecuencias de la desafección democrática española y los riesgos de la secesión de Cataluña, proponiendo para todo ello una reforma acotada y consensuada de nuestra Constitución.

Como afirma Joaquín Almunia en el prólogo, las razones para reclamar con urgencia una reacción capaz de regenerar los aspectos más preocupantes de nuestra vida colectiva son numerosas y exigen con urgencia la vuelta de la Política con mayúscula. De eso trata este libro, que Ramón Jáuregui ha escrito con la cabeza pero también con el corazón. Y, más adelante: Muy pocas personas, dentro y fuera del partido socialista, serían capaces de articular el ambicioso proyecto para España y para Europa que se deriva de las ideas y orientaciones plasmadas en este libro.

Frente a la indignación y el desánimo que provoca la crisis económica que sufre nuestro país, propongo una renovación del contrato social que une a los ciudadanos con sus instituciones, roto como consecuencia del enorme desequilibrio en las condiciones sociales y económicas causado por la crisis. Esa renovación debería hacerse con valentía y de forma consensuada, superando la tentación antagónica que preside la política española en los últimos años. Si no lo hacemos así, si caemos en la pasividad, no llegaremos a ser lo que queremos la mayoría de los españoles, un país moderno y competitivo con un alto grado de bienestar social, capaz de generar empleo para todos y recursos debidamente distribuidos.

Se  puede consultar el indice y las primeras páginas del libro en este enlace