17 de enero de 2013

Debates Energéticos Pendientes.


Leyendo estos días pasados un informe que el gobierno socialista de Francia había solicitado a Louis Gallois, uno de los grandes y más reconocidos directivos de empresa del país vecino, sobre las medidas a adoptar para mejorar la competitividad de la industria francesa, me sorprendió ver esta recomendación: “Continuar las investigaciones para la explotación del gas de pizarra (Gaz de Shiste) y proponer a Alemania y otros socios europeos un programa al efecto”.
Curiosamente, la iniciativa surge en Francia, el país con más Centrales Nucleares del mundo y con el precio de la energía más competitivo de Europa. Pues bien, a pesar de no ser Francia un país demasiado dependiente de energía externa, y de tenerla barata, ellos sí se han tomado en serio este asunto que, en otros lares, hemos despachado con un ecológico desprecio.
Al parecer hay bastante gas de pizarra en nuestro subsuelo. La tecnología para sacarlo es discutida por los efectos que pudieran producir el agua y sus componentes químicos inyectados a presión para pulverizar las pizarras. El tema es, desde luego, técnicamente complejo y no me siento con autoridad como para emitir una opinión. Lo que me sorprende es que aquí ya lo hayamos decidido y rechazado. El PNV de Urkullu en la campaña de hace unos meses, ya dijo “Fracking ez”.
Pero resulta que de energía andamos fatal. No la tenemos, la importamos y es muy cara. Resulta que los americanos, que han desarrollado la tecnología para la explotación de este gas, tienen más de cuarenta mil pozos de explotación de un gas 2,5 veces más barato que el que importamos nosotros y exportan gas a medio mundo. Resulta que la UE, efectivamente, ha comprobado que, al parecer, en toda la costa atlántica puede haber mucho de este gas pizarroso, y se han puesto a realizar estudios para determinar la conveniencia de su explotación y para evaluar sus riesgos.

Confieso que no tengo opinión formada, pero me niego a dejarme arrastrar por la pancarta o por el slogan electoral. Me niego a creer que nosotros somos más ecologistas que otros y a reírnos de los americanos y de los franceses -por cierto mucho más ricos que nosotros y mucho menos necesitados de importar energía-, como si fueran unos desalmados depredadores de nuestro ecosistema. Simplemente quiero saber y decidir con conocimiento de causa y con una pormenorizada relación de ventajas e inconvenientes. El pueblo debe saber, se dice habitualmente. Pues eso, hagamos los debates en serio y en profundidad.
Pasa lo mismo con las renovables. El día 31 de diciembre oí en una radio a un ecologista defender la apuesta por la energía solar en España, con el simplista argumento de que tenemos mucho sol. Pero claro, olvidaba decir que las primas a las energías renovables que pagamos los españoles, encarecen enormemente el precio de nuestra energía y que eso perjudica la competitividad de nuestro país y puede acabar expulsando de España a algunos sectores industriales especialmente intensivos en el consumo de energías, como la industria del acero, entre otras muchas. Y olvidaba decir también que, como consecuencia de la apuesta renovable que hemos hecho en los últimos quince años, hemos acumulado un déficit de tarifa de cerca de 30.000 Millones de Euros que gravan las cuentas públicas del Estado, es decir, de todos nosotros.

Naturalmente, estamos orgullosos de haber desarrollado tecnología e industrias renovables estos años y, en mi opinión, deberíamos seguir haciéndolo, pero con un mejor equilibrio y unas primas más reducidas y sostenibles. Algo de esto se ha pretendido con la nueva Ley de Medidas Fiscales para la Sostenibilidad Energética, cargando nuevos impuestos a las compañías eléctricas a las que se les ha impuesto una nueva tasa a la generación actual de energía, lo que, de paso, ha cerrado Garoña. Porque, efectivamente, la famosa Central Nuclear no la han cerrado los ecologistas, ni las manifestaciones, ni las resoluciones del Parlamento vasco, ni el gobierno Zapatero, que dictaminó su cierre en verano de 2013. No, la Central Nuclear de Garoña ha cerrado, en parte por vieja, desde luego, pero lo que le ha dado la puntilla es la nueva tasa que le ha impuesto el gobierno del PP. ¡Quién lo iba a decir!.

Ciertamente, la apuesta por las renovables me parece una de las grandes decisiones estratégicas de un país. Discrepo, desde luego, de la moratoria absoluta que ha impuesto el gobierno del PP y del parón brutal que ha dado a la industria y a la generación de toda clase de energía renovable en España. Pero también esa apuesta requiere estudiar con detenimiento los costes y sus pagadores. El debate energético, en definitiva y en todos sus múltiples planos, me parece uno de esos temas claves en nuestro futuro. 

Viene todo esto a cuento, de la simpleza con que, a veces, abordamos -y decidimos- cuestiones de enorme envergadura y trascendencia, sin que la ciudadanía pueda evaluar objetiva y seriamente, las consecuencias de decisiones trascendentes a través de debates engañosos por su simplificación

Publicado para El Correo, 17/01/2013.