27 de febrero de 2010

La crisis monetaria llega a la Unión.

Tres acontecimientos merecen nuestra atención y nuestro análisis en esta «segunda entrega» de nuestra colaboración europea mensual. El primero es la aprobación de la nueva Comisión Europea. Populares, socialistas y liberales, dimos un muy mayoritario aprobado a la Comisión Barroso, en la que se incluyen la alta Representante para la Política Exterior, señora Ashton y 25 comisarios representando a los 27 países de la Unión con cinco Vicepresidentes, entre los que destaca Joaquín Almunia, con la muy importante cartera de «Competencia». Creo que la nueva Comisión, junto a la entrada en vigor del Tratado de Lisboa y la nueva arquitectura institucional creada por éste, representa una nueva andadura del proyecto europeo y una nueva oportunidad para seguir avanzando en él.
El Parlamento Europeo rechazó el acuerdo SWIFT. Se trata de un sistema informático que rastrea la información financiera de aquellos ciudadanos, organizaciones y entidades, que resultan sospechosas de financiación al terrorismo internacional. Debo confesar que los socialistas españoles trabajamos para que el Parlamento aplazara esta votación y mandatara a la Presidencia española a su renegociación con Estados Unidos en la línea de lo que demandaba la mayoría de la Cámara: mayor garantía de intimidad personal y mejor reciprocidad entre Estados Unidos y Europa. Pero la Cámara estaba irritada por la tramitación que había hecho la Presidencia sueca de este acuerdo y lo vetó. ¿Qué puede pasar ahora? Dos caminos son posibles. Si los Estados Unidos reaccionaran airadamente pueden despreciar a Europa y suscribir acuerdos de colaboración bilateral con los 27 países de la Unión. Sería un golpe mortal a las instituciones comunitarias. Para evitarlo, yo creo que la Presidencia española debe proponer a los Estados Unidos una renegociación rápida del acuerdo y enviar al Parlamento un nuevo acuerdo que sea aprobado en la línea de sus demandas. Porque, en mi opinión, el sistema de investigación SWIFT, es necesario y útil para la lucha contra el terrorismo internacional y nuestra colaboración con los Estados Unidos en esta materia, es imprescindible.
Por último, la crisis, cómo no. El Consejo extraordinario del 11 de febrero, convocado por Van Rompuy, fue importante, aunque quedan serias preocupaciones. Se trataba de responder a las dudas que mostraban los mercados financieros sobre Grecia y -en consecuencia- sobre el Euro. Salió un mensaje firme y unívoco sobre la respuesta europea al problema y se calmó la histeria. Pero se intuyen problemas. Primero, la UE no tiene un mecanismo de respuesta inmediata a estos problemas. Tardamos demasiado en tomar las decisiones. Segundo, se aprecian diferencias importantes entre Alemania y Francia en las respuestas a la política monetaria. Tercero, la solidaridad interna en la Unión es más retórica que real. Y cuarto, ¿Hasta cuándo seguiremos con una moneda única y 16 políticas económicas y fiscales distintas?

ABC, 27//02/2010

26 de febrero de 2010

Entrevista Punto Radio. 26/02/2010.

Es problable que estemos ante el inicio de la etapa más dura desde el punto de vista de las políticas públicas, donde la macroeconomía y los mercados imponen esfuerzos severos y al Presidente del Gobierno le corresponde la pedagogía de explicarlas y pedir el apoyo de todos.

Hay momentos históricos que marcan el ADN de un partido y este es uno de esos momentos en los que el Gobierno y el PSOE tienen que ser los líderes que este país necesita contando con la solvencia de la Seguridad Social aunque con un horizonte de rectificaciones.

Es necesario la colaboración de todos los grupos parlamentarios porque la economía española reclama el esfuerzo de todos.
El Presidente Rodríguez Zapatero siempre ha pretendido que la crisis no la paguen los que pierden el empleo y los que menos ganan, buscando en todo momento una salida social.

En la política económica del Gobierno hay una línea más coherente desde el mes de enero después de que los mercados hayan percibido una especie de vendaval e histeria tras el endeudamiento de algunos Estados y de que el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, haya participado en el Foro Económico Mundial celebrado en la ciudad suiza de Davos.
Hay una coherencia final en su política.

23 de febrero de 2010

Presidencia española y crisis griega.

Resulta paradójico -para decirlo suavemente-, que tras haber rescatado al sector financiero del abismo, sacrificando para ello los ahorros (presentes y futuros) de los contribuyentes, y cayendo en consecuencia en inevitables endeudamientos para paliar los costes sociales y humanos de una crisis económica y social desconocida en generaciones, el sector financiero devuelva ahora el favor, castigando despiadadamente a las economías más endeudadas de la Unión Europea.

Más allá de las razones de la crisis griega y sin entrar aquí en la cadena de irresponsabilidades, tanto del anterior gobierno griego, como de algunos de los bancos de Wall Street que le ayudaron a camuflar su deuda fiscal, lo que se ha puesto de manifiesto estos días en Bruselas, es la enorme dificultad de reacción de la eurozona para combatir con los instrumentos de un Estado común, los problemas económicos-monetarios de uno de sus territorios.

Incapaces de devaluar su moneda y sufriendo de males distintos y shocks macroeconómicos particulares, los estados de la eurozona no pueden encontrar en Bruselas el apoyo económico inmediato que recibirían en una unión monetaria (económica y política) óptima. Krugman lo explicaba bien aludiendo a la comparación entre Florida y España, dos estados que comparten un mismo problema –el estallido de una burbuja inmobiliaria– pero mientras el primero recibe apoyo automático de Washington, el segundo, debe arreglárselas por su cuenta y sin el arma monetaria de la devaluación.

La crisis griega ha sacado a la luz algo que todos sabíamos cuando hicimos la apuesta del Euro: somos 16 Estados-Miembros con la misma moneda y con 16 realidades económicas y sociales diferentes, manteniendo plena soberanía y control sobre nuestras respectivas 16 políticas presupuestarias y fiscales. Las cautelas de control de desequilibrios internos fijadas en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento: (3% Déficit, 60% deuda y 2% inflación), son insuficientes para situaciones límite y han sido usadas a petición y conveniencia de los Estados-miembros, en demasiadas ocasiones.

¿Cuál es la alternativa? Desde luego no lo es cuestionar, en modo alguno, el euro, su fortaleza y su futuro, condición imprescindible para la consecución de un verdadero mercado interior y para la integración de la economía europea y su competitividad internacional. Por el contrario, la respuesta es, una vez más, más Europa. Es decir, responder al reto de los mercados con la misma solvencia con que la UE respondió a la crisis bancaria de hace dos años. Si es la solvencia de los Estados lo que está en cuestión, con más razón, la respuesta del conjunto de la UE debe ser eliminar cualquier duda de estabilidad y confianza en la moneda común y en el conjunto de la economía europea.

Carencias en la respuesta europea
¿Qué es lo que se aprecia de la respuesta europea de estos últimos días? En primer lugar, se ha vuelto a poner de manifiesto la desesperante complicación que tenemos para tomar decisiones rápidas y eficaces. Crisis como la de los mercados con Grecia requieren mensajes y respuestas de la Zona Euro, que deben ser tomadas mediante videoconferencia en horas.

En segundo lugar, lo que sigue apreciándose es la existencia de grandes desacuerdos entre los grandes países (Francia y Alemania principalmente), sobre la naturaleza de las ayudas, su dimensión, los contribuyentes y las exigencias que se contraponen, teniendo en cuenta los tremendos costes políticos que pueden tener para Grecia y para su pueblo. En tercer lugar, mucho me temo que emerge de nuevo, el fantasma de la fatiga alemana a las ayudas al Sur, problema agravado por la perturbadora presencia liberal en el gobierno alemán.

Pero esta crisis se ha producido además, en el comienzo de la Presidencia española de la Unión. No ha sido una coincidencia fácil porque nuestro papel ha podido verse afectado por las dudas que han surgido en los mercados sobre las deudas públicas de varios Estados europeos. Nuestra tarea por todo ello se ha hecho más compleja y más extensa. Varios son los retos que nos corresponden ahora en la gestión económica de la Unión Europea:

1) Potenciar el avance hacia la Unión Económica, una de las prioridades de la Presidencia Española de la UE, a través de la puesta en marcha de una nueva estrategia para la coordinación de las políticas económicas de la Unión, que el presidente Van Rompuy ha prometido después de la Cumbre del pasado día 11 de febrero. La crisis griega ha sacado a la luz las deficiencias de una unión monetaria sin una suficiente coordinación política y económica de fondo.

2) La puesta en marcha de las propuestas del Grupo de Larosière para la supervisión financiera europea, en concreto las cuatro directivas para la creación de la Junta Europea de Riesgo Sistémico y las nuevas Autoridades Europeas de Supervisión, Bancaria, de Valores y Mercados y Seguros y Pensiones.

3) Retomar seriamente el debate sobre la fiscalidad europea. La crisis griega ha hecho evidente la necesidad del uso de una política fiscal más activa y más armonizada para la propia sostenibilidad de la Unión Monetaria.

En este sentido, continuar los avances en materia de cooperación administrativa en el ámbito de la fiscalidad, persecución del fraude fiscal y superación de los espacios fiscales opacos. Propuestas como la del Ministro Luxemburgués de Finanzas, Luc Frieden, de revisar el modo de financiación del presupuesto europeo y considerar el establecimiento de un nuevo gravamen común –una tasa de carbono o una tasa sobre las transacciones financieras–, deben ser tomadas en serio.

4) En previsión de la próxima Cumbre del G-20 en junio en Canadá, España debiera liderar una posición común de la UE para consolidar la aplicación coordinada de las propuestas del Comité de Estabilidad Financiera (Financial Stability Board) para la reforma de la regulación financiera internacional y prestar especial atención a la publicación de sendos estudios de la Comisión Europea y FMI sobre la posible aplicación de una tasa internacional sobre las transacciones financieras (FTT).

5) Por último y tomando en consideración las propuestas mencionadas, la elaboración de una estrategia EU2020 que será aprobada en el Consejo Europeo de junio, de Madrid, sustituyendo a la famosa y ya fenecida estrategia de Lisboa 2010. Es ésta una ocasión inmejorable de comprometer una verdadera agenda reformista para Europa en torno al conocimiento, la innovación, el crecimiento verde, la sostenibilidad económica y medioambiental, la responsabilidad social empresarial, etc. La aprobación de esta nueva Estrategia 2020 para Europa, debe ser aprovechada además para inculcar en la Unión, un verdadero espíritu cooperativo entre países y entre las Instituciones comunitarias con los Estados-miembros.

19 de febrero de 2010

Los chats del PSOE. Charla con los internáutas.




¿Puede hacer un balance del primer mes y medio de presidencia europea?. javi

Acabamos de tener una grave crisis económica en Grecia, y lo más importante es la respuesta de la UE a la situación creada en el euro. La presidencia española está coordinando los esfuerzos por una respuesta unitaria y estamos también trabajando en la coordinación de las políticas económicas frente a la crisis. El otro gran plano del debate es el funcionamiento de la nueva estructura institucional de la UE. El nuevo Presidente y la alta comisionada para la política exterior están funcionando de manera bastante bien engrasada. Hay mil temas en cartera que estamos intentando promover desde el Consejo Europeo, la Comisión y el Parlamento. Un balance más riguroso podremos hacerlo al final del mandato.


Asunto:¿Se ha bajado el sueldo para costarnos menos a los contribuyentes? mercedes

No creo que el sueldo de los diputados sea la causa de la crisis ni su solución. Me permito interpretar de su pregunta que usted no cree en la política.

La presidencia española no está dando que hablar por su logros, más bien llueven las críticas a la falta de liderazgo ¿qué cree que es lo que está fallando? maria

Acabamos de empezar. No es justo un reproche a una presidencia que lleva sólo un mes y medio. Ya he contestado antes sobre las prioridades de la presidencia y puedo añadir ahora que España está dando buena nota en los núcleos comunitarios por su profesionalidad y por su europeísmo

¿Cree que el PP se sumará al consenso frente a la crisis? ana

No. Su apuesta es muy partidista y están esperando el desgaste del PSOE y su próxima victoria electoral. Es verdad que los últimos días la presión para el acuerdo está alterando la estrategia del PP. Hasta hoy han vivivo cómodos en la crítica y desde hace un mes aproximadamente la presión social que reclama a PSOE y a PP un entendimiento ante la crisis se les empieza a hacer insoportable. También es cierto que el gobierno ha asumido la idea del pacto de uan manera más formal y comprometida. A partir del debate del miércoles, Zapatero ha puesto en marcha una maquinaria para fortalecer el consenso político frente a la crisis. Pero es a nosotros a quien nos sigue correspondiendo la principal responsabilidad en plantear las medidas concretas que consideramos necesario abordar. A partir de ese momento los partidos tendrán que retratarse y yo soy pesimista respecto al PP.

¿Qué opinión le merece el gesto de Aznar de ayer a unos estudiantes? pablo

Impropio de un ex presidente de España y de un dirigente responsable. Casi me pareció peor el contenido de sus comentarios sobre el Presidente Zapatero. Son tan despectivos e insultantes que se descalifican por sí solos. Aznar sigue respirando rencor por su derrota electoral en 2004 y es incapaz de aceptar al adversario, signo peligroso de intolerancia.

¿Después de la presidencia, qué? ¿Ve Vd. desaparecer la ola de euroescepsicismo que lleva años azotándonos? maria

No. Estoy muy preocupado por la marcha europea que sufre no sólo del euroescepticismo que usted señala sino de males casi peores. En mi opinión el más grave es la reaparición de un neonacionalismo en el debate europeo, casi todos los países se miran al ombligo y reaccionan ante los problemas en clave nacional. La respuesta de los estados miembros se hace más pensando en la defensa de sus propios intereses y de su soberanía nacional que en clave europea. Hay también un problema de eficacia en la organización de unas instituciones inevitablemente complejas como son las comunitarias frente a acontecimientos y fenómenos que requieren respuestas inmediatas. Un buen ejemplo es la crisis del euro en los mercados a raíz de las especulaciones financieras en los mercados bursátiles mundiales. Son situaciones que reclaman respuestas en horas o decisiones tomadas por videoconferencia porque el mundo vuela y la Unión Europea viaja en carruajes. Con todo no me gustaría que se quedaran con una visión pesimista de la Unión. Cuento sus problemas porque creo en la Unión y quiero más Europa y no olvido que, a pesar de todo, en estos últimos sesenta años hemos construido un espacio político supranacional, una integración europea extraordinariamente avanzada e insustituible pero, hay que seguir avanzando y convenciendo a los europeos de que sin Eurpa no seremos nadie. El 6% de la población mundial puede acabar siendo irrelevante sino fortalcemos las virtudes políticas y económicas del espacio europeo.

¿Le gustaría jubilarse a los 67 años? carmen


Espero jubilarme a los 70 y si puedo seguir trabajando después también lo haría gustoso. Pero reconozco que no todas las profesiones son iguales. Si prolongamos la vida laboral y nos jubilamos un poco más tarde, lo haremos teniendo en cuenta que muchas profesiones deben dejar de trabajar a los 65 o incluso antes.

En otros países veo que en los momentos más duros todos los partidos políticos se esfuerzan por sacar las cosas adelante. En España veo que un partido el PP jalea cada parado, cada mala noticia, sale al exterior a poner zancadillas... A decir ¡No! a todo independientemente de que estén de acuerdo o no... ¿cómo se ve esto en Europa? A mi como español me avergüenza bastante que el PP intente sacar rédito electoral con esto. josema


A mí también me disgusta mucho la oposición del PP, pero es lo que tenemos. En Europa en general hay una oposición más constructiva y ante los grandes retos de país se producen acuerdos básicos. No ocurre así en todas partes porque debemos reconocer que en Francia o en Italia la oposición socialista tampoco está apoyando al gobierno pero por el contrario, cabe exponer de los social demócratas alemanas, que hace cinco años, siendo segundo partido, hicieron una gran coalición con los cristiano democrátas para afrontar las grandes reformas estructurales de su país. Es verdad que eso no da réditos políticos y los electorales no premiaron ese esfuerzo, lo que debe de llevarnos a también a considerar los análisis partidarios que todos los partidos hacemos cuando tomamos decisiones.
Ahora bien, en mi opinión, los problemas que tenemos como país en España, y que vienen de hace muchos años, reclaman reformas y esfuerzos colectivos muy importantes y probablemente el acuerdo político y el soporte mediático a esas reformas resulta imprescindible.
En España ha habido momentos históricos en los últimos treinta años que han reclamado ese esfuerzo y creo que puedo decir, en nombre de los socialistas, que cuando se han dado esas circunstancias, el PSOE ha estado siempre en primera línea de salida, es decir, en la máxima clave de responsabilidad. Veamos tres ejemplos: a finales de los setenta, en plena crisis económica, con el treinta por ciento de inflación, Suárez nos llamó a la Moncloa y estando el PSOE en la oposición hicimos dos pactos en la Moncloa junto al PC, los sindicatos..etc. En 1981, después del golpe de estado de Tejero, había que reforzar la democracia española y estando en la oposición el psoe, apoyamos al gobierno de Calvo Sotelo e hicimos el final de la legislatura de la UCD con apoyo político incondicionado.
Veinte años más tarde, en plena ofensiva terrorista de ETA, cuando España se enfrentaba a una agresión terrorista que pretendía liquidar al PSOE y al PP del País Vasco, Zapatero propuso a Aznar un pacto antiterrorista y, por supuesto, no ahce falta recordar que el PSOE estaba en la oposición.
¿Estamos hoy en un momento difícil para la economía española que reclama el esfuerzo político de todos?. Dejo el interrogante para que sean ustedes quien lo responda.

¿Es consciente de que el Gobierno ahora no tiene el apoyo de la calle? sonia

Lo que tampoco tenemos es una oposición en la calle. Y no es cosa poco importante en momentos como los que vivimos. La calle se manifestará cuando toque en las elecciones y lo que decida lo aceptaremos plenamente, pero no me negará usted que a pesar de la gravedad de la crisis que estamos sufriendo, este Gobierno ha mantenido una política de protección social, de mantenimiento en el poder adquisitivo de las pensiones, de mejora del salario mínimo, de prolongación del subsidio a los parados..etc que han evitado precisamente una explosión de protesta social en la calle. Es precisamente por esta política social por la que le critican a Zapatero desde la derecha, desde los mercados y desde los medios más neoliberales del planeta.

Apuesta por Zapatero como candidato en 2012? suso


Sí. Es lo que le corresponde como el actual Presidente del Gobierno que tiene que someterse al veredicto popular. Es nuestro Secretario General y que yo sepa nadie en el PSOE piensa en otra cosa.

Entre el parlamento nacional y el europeo, ¿con cuál se queda? daniel

Cada uno tiene su atractivo. En el parlamento nacional se vive un espacio más conocido, más apasionado, más controlable. Se realiza una tarea legislativa más concreta y estás en contacto con una realidad más próxima. El parlamento europeo sin embargo ofrece una atalaya más amplia, con otra perspectiva, más rica en experiencias diversas y en la enorme pluralidad política y económica que tiene Europa .Pero al mismo tiempo es un parlamento más abstracto en el que la tarea legislativa es más difusa. Personalmente está representando para mí una oportunidad de aprendizaje y de enriquecimiento profesional muy grande. No le oculto sin embargo que el debate nacional me sigue atrayendo mucho y que la situación del País Vasco sigue siendo mi escondida pasión.

Situación económica de Grecia y España, ¿está de acuerdo con esta comparación? teresa

No. Todo el mundo lo sabe. En Grecia el déficit público es enorme, ha habido un falseamiento de cuentas públicas a la UE imperdonable y las medidas que va a tener que soportar el pueblo griego para adaptarse a las exigencias macroeconómicas de la UE, son muchísimo más difíciles que las nuestras. España mantiene un nivel de deuda pública acumulada casi veinte puntos inferior a la media europea y tal como los mercados están poniendo de manifiesto no tenemos un problema de "confianza-país". Dicho esto, tenemos problemas propios muy complicados y el principal de ellos es la tasa de paro. La reducción del paro es nuestro principal reto y desgraciadamente van a hacer falta bastantes años para que podamos alcanzar una tasa socialmente aceptable por debajo de los dos dígitos.

Buenos días Ramón. Mi pregunta es un poco atípica... Gira en torno a un tema poco tratado y, habrá que decirlo, poco trabajado desde la política. Querría saber tu opinión sobre el papel que deben desenvolver las asociaciones sin ánimo de lucro (y no hablo sólo de las ONG's) en la sociedad actual, y de qué forma la política puede contribuir a hacer más fácil su trabajo. Son miles en toda España, y son decenas de miles los ciudadanos que trabajan sin ganar nada a cambio por fines sociales, culturales, deportivos, educativos... Muchas veces haciendo las cosas mejor incluso que los servicios públicos. ¿Qué opinión le merece este tema? ¿Qué se puede hacer en Europa? ¿Comparte conmigo la idea de que pasan completamente desapercibidas en la agenda política? Muchas gracias. alvaro

Coincido en cosas que dice pero no en todo. Por supuesto entiendo que miles de voluntarios a través de miles de organizaciones sociales forman parte del tejido social que nos permite vivir con cuatro millones de parados y calma social, por ejemplo. Hay montones de organizaciones dedicadas al combate a la exclusión social que resultan imprescindibles en la red del estado de bienestar. Siempre he pensado que el estado no llega a todas partes y que la política socialdemócrata necesita de las organizaciones cívicas y sociales para poder llegar al último hogar con un sistema potente de ayudas públicas y de atención social. Pero no sólo en el combate de la exclusión social, en la educación de adultos, en la integración de la discapacidad, en la cooperación al desarrollo, en la lucha por la paz, en multitud de valores que configuran el universo de los derechos humanos y del progreso social, si usted me lo permite, en el ideario socialista, resultan imprescindibles las colaboraciones de estas miles de organizaciones en las que millones de seres humanos militan. A mí me gusta llamarles socialistas sin carnet. No comparto sin embargo su idea de que estén abandonadas y silenciadas por la política o por las instituciones. Cada vez más la política y las instituciones utilizan estos tentáculos imprescindibles para llevar a cabo sus objetivos en múltiples planos.

Los eurodiputados tenéis un sueldo bastante elevado. Te parece justo? cristina alvarez

Todo depende de cómo se mire. Mi sueldo mensual son seis mil euros. Hace treinta años que soy abogado y si hubiera trabajado en un despacho hoy ganaría mucho más. Con todo respeto su opinión porque sé que demasiada gente gana muy poco.

¿Crees que este país se merece la oposición que tiene? belen

Cada país tiene su clase política en consonancia con su ciudadanía. Pero reconozco que la oposición en España es demasiado sectaria y pelín intolerante. Se les nota demasiado que sólo les interesa ganar las elecciones y echar al PSOE del poder. Con todo, me preocupan dos cosas: la mala opinión que la ciudadanía tiene de los políticos y la devaluación de éste servicio como opción personal de la gente joven. No conozco demasiado bien a los jóvenes de nuestros partidos pero me preocupa que a la política no vengan los mejores.

¿Cómo valora el discurso de Rajoy en el debate de situación económica? victor

Creo que perdió una magnífica oportunidad de presentar su alternativa. Sus críticas ya las conocemos y son destructivas y totales. Lo que el PP no está queriendo hacer es ofrecer al país sus propuestas para tratar de convencer a los ciudadanos y a los electores de que si ellos gobernaran las cosas irían de otra manera. Eso es lo que Rajoy no quiere hacer por temor a perder apoyos por la naturaleza antisocial de sus propuestas.

¿Estamos viviendo los últimos meses de paz social? eva

No lo creo. Es verdad que la semana que viene va a haber manifestaciones contra la prolongación de la edad laboral pero mi impresión es que es una convocatoria muy puntual, contra una medida muy concreta, y en el marco de un protagonismo reivindicativo que los sindicatos tenían necesidad de expresar. Espero sin embargo un acuerdo en el diálogo sociolaboral y eso sería muy bueno para el futuro, y para la creación de empleo.

Aunque ya no está en el Congreso...no cree que se avecina un año complicado para el Gobierno para sacar adelante leyes importantes, incluidos los presupuestos?? juan jose

Sí. Para el gobierno vienen dos años muy difíciles. Pero también para el país. Yo creo que el PSOE y su gobierno tienen que realizar un discurso con una pedagogía de la crisis más actualizada al momento que vivimos y en ese sentido creo y confío en la capacidad del esfuerzo colectivo de los españoles. Yo creo que España tienen grandes potencialidades para ser uno de los diez o doce grandes países del mundo y por tanto para tener un nivel de desarrollo social, económico, de empleo, de bienestar social, etc, de los mejores del mundo. Pero eso no caerá del cielo. Eso requiere grandes esfuerzos colectivos como los hicimos a finales de los setenta en la reconversión industrial, con la entrada en Europa, en la crisis del noventa y cuatro, etc. Para ser eso que queremos ser, es decir un país con venticinco millones de empleados, y por tanto, con un sistema de bienestar consecuente, con una potencia económica en el sgilo veintiuno tendremos que hacer reformas y esfuerzos en los próximos años y cuando digo años, no son uno y dos, sino más bien, cuatro, cinco, seis o más. Mejorar la calidad de nuestra universidad es posible que reclame un mayor esfuerzo económico de las familias, asegurar nuestro sistema de seguridad social requerirá reformas en el Pacto de Toledo, adaptar nuestro mercado de trabaja a una competencia global y a la flexibilidad de los mercados, requerirán acuerdos sociales hacia la flexiseguridad; Probablemente tendremos que ajustar los presupuestos públicos de los ayuntamientos, comunidades autónomas y gobierno central a unos años con menos ingresos, y así sucesivamente. Formarse durante el trabajo, mejorar nuestra competitividad individual, etc serán también condiciones colectivas que nos harán más competitivos y que mejorarán nuestra productividad. Tenemos que ser conscientes de que estamos cambiando un modelo productivo que no puede sostenerse, igualmente tendremos que revisar la política fiscal porque yo creo sinceramente que tenemos que exigir más contribución a quienes más tenemos. Y así sucesivamente. Es este conjunto de reformas y de actitudes el que nos corresponde liderar.

Despedida:

Ramón Jáuregui: Hay algunas preguntas que no he podido contestar porque no se han incorporado a mi pantalla. Os agradezco mucho a todos los que me habéis trasladado algún mensaje personal, sea este elogioso o crítico. No os oculto que me gustan más los primeros, pero acepto todos con fair play. Tengo que terminar porque tengo el teléfono echando humo. Un abrazo a todos.



Enlace al CoveritLive de la web PSOE.

17 de febrero de 2010

En defensa de Zapatero

Reconozco que no es fácil. Lo fue mucho más, hace años, cuando el presidente protagonizó una legislatura de éxito, en planos muy diversos: la expansión de derechos a los ciudadanos y a colectivos desfavorecidos, la retirada de Irak, el proceso de paz con ETA, la profundización autonómica, etcétera, en un contexto de crecimiento económico y creación de empleo que nos llevaron a las mejores cifras económicas y sociales de la historia de España. Pero ahora, cuando la crisis nos ha golpeado tan duramente y cuando los pronósticos sobre nuestra recuperación económica y de empleo son tan inciertos como lentos, defender a Zapatero no es muy frecuente ni, mucho menos, tarea sencilla. Soy el primero en reconocer que estamos ante un cambio de rumbo y que probablemente en los próximos meses el discurso y la estrategia para la salida de la crisis van a ser objeto de importantes novedades. Pero es esto, precisamente, lo que exige una explicación y lo que, curiosamente, permite una defensa del presidente del Gobierno.

Hace todavía unas pocas semanas, en la primera entrevista de este año, Zapatero anunciaba en 'El País': «Siempre he apostado por una respuesta social a la crisis y una salida social de la crisis». Cuando lo leí, me pregunté: ¿Es posible una salida «social» a la crisis? ¿Si es social, será verdaderamente una salida? Días después, el estallido de los mercados ante la ingente deuda pública emitida por los Estados, las dudas sobre Grecia, Davos -con aquella foto maldita junto a Letonia y Grecia-, los editoriales de 'Financial Times' y 'The Economist'... nos han colocado frente al espejo de nuestra realidad. De pronto, la estrategia de Zapatero ante la crisis ha chocado contra ese muro indescriptible que son los mercados, sus analistas, sus agencias de evaluación, etcétera, que, sin embargo, dan y quitan un valor virtual pero imprescindible en la economía capitalista: la confianza-país.
¿Qué ha intentado Zapatero estos dos años? Yo creo que nuestro presidente se ha guiado por un doble razonamiento. El primero era moral-ideológico: una crisis provocada por el corazón del capitalismo, por el descontrol de los fondos, actividades y productos financieros, casi siempre guiados por la especulación y el desprecio a los ciudadanos, no debía ser pagada por los más humildes, por los más desfavorecidos, los parados, los peor pagados, etcétera. Esto le llevó a mantener las políticas de protección social y a mejorar incluso las prestaciones previstas para quienes quedaban en paro. El segundo era macroeconómico: Como habíamos reducido la deuda pública acumulada hasta una cifra muy baja (38% del PIB) y como en España no hubo 'cracks' bancarios, como los tuvieron otros países, (EE UU, Alemania, Holanda, Reino Unido...), teníamos un importante colchón para endeudarnos haciendo un fuerte esfuerzo económico para -repito- mantener y mejorar la política social y para reforzar la inversión pública en infraestructuras, Plan E en los ayuntamientos, I+D, etcétera,y para reactivar la atonía de los mercados inyectando liquidez a los mercados crediticios y a los sectores estratégicos en crisis. Así estuvimos en 2008 y en 2009, y seguramente Zapatero pretendía seguir hasta el verano de 2010, confiando en una recuperación de la economía mundial a partir de la primavera-verano de este año.

Pero de pronto llegó la histeria de los mercados y el riesgo de una pérdida de confianza internacional en España, y me temo que nuestros problemas se han agravado ¡y mucho!, hasta el punto de que la agenda de reformas y ajustes que teníamos que abordar para favorecer el cambio de modelo productivo, la recuperación de competitividad y las mejoras de productividad de nuestra economía se nos presentan como imperativos inmediatos e inexorables. Poco les importa a quienes determinan la confianza de los países y la credibilidad de sus finanzas que esas reformas se hagan a costa de la política social abandonando a los parados, devaluando las condiciones de trabajo, desactivando bruscamente las políticas keynesianas practicadas hasta hoy mismo y previstas en presupuestos recién aprobados.

Quienes dictan esas leyes son los mercados, amos y señores de la política económica del mundo y, desde luego, entes insensibles a las desgracias humanas que puedan producir sus caprichosas reacciones. Porque no me negarán ustedes que resulta bastante irritante tener que aguantar los dictados de quienes han producido la mayor crisis económica en ochenta años, obligando a los Estados a endeudarse hasta las cejas para negarles después la financiación necesaria para su recuperación. Y, sin embargo, estamos en sus manos y me temo que nos han marcado ya el camino de la reducción drástica del déficit, de la flexibilidad laboral, la reforma de la Seguridad Social, el aumento de los impuestos, etcétera, etcétera.

Y aun reconociendo que muchas de estas grandes reformas teníamos que abordarlas porque eran y son inevitables para un país como el nuestro, necesitado de mejorar su productividad para competir en la economía global, creo que Zapatero quería llevarlas a cabo con otro ritmo, con más diálogo, con protección social, sin cortar tan bruscamente la inversión pública; en definitiva, con otra perspectiva más política y más atenuada. El giro que algunos han interpretado como desconcierto o improvisación tiene, sin embargo, esta explicación que humildemente les ofrezco.


El Correo, 17/02/2010.

16 de febrero de 2010

Rechazo de la Comisión Europea a los sistemas de gestión y control del Programa Operativo de Lucha contra la Discriminación financiado por el FSE que afecta seriamente a varias ONG's españolas.

Asunto: Rechazo de la Comisión Europea a los sistemas de gestión y control del Programa Operativo de Lucha contra la Discriminación financiado por el FSE que afecta seriamente a varias ONG's españolas
El 17 de diciembre de 2009, la Dirección General de Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades de la Comisión Europea remitió una carta a la Autoridad de Auditoria de la Administración Española informando del rechazo de los sistemas de gestión presentados para el Programa Operativo de Lucha contra la Discriminación 2007‑2013 del Fondo Social Europeo.

A pesar de que la segunda fase del programa comenzó en 2007, la Comisión Europea aún no ha aprobado los sistemas de gestión del programa, lo que conlleva que no se estén realizando los pagos. Esta situación está poniendo en peligro la continuidad de las acciones y la viabilidad de alguna de las organizaciones sociales que participan en este Programa como Organismos Intermedios (Cruz Roja Española, Cáritas, Fundación ONCE, Fundación Luis Vives y Fundación Secretariado Gitano). El riesgo de paralización de este Programa es especialmente grave en el momento actual por el efecto de la crisis sobre estos grupos de población (Gitanos/Roma, Migrantes, Discapacitados…), además de coincidir con el Año Europeo de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social.

Aunque compartimos la necesidad de cumplir los Reglamentos del FSE con el objetivo de garantizar una buena gestión de los fondos europeos, no parece razonable que cuestiones de índole administrativa puedan causar un mal mayor del que se intenta prevenir.

¿Qué actuaciones tiene previsto llevar a cabo la Comisión para que se resuelvan con la máxima celeridad las cuestiones técnicas que están poniendo en peligro la continuidad de las actividades que desarrolla este Programa?

¿Puede la Comisión informar acerca de cuándo se ejecutarán los pagos pendientes de los que depende la supervivencia de alguna de las organizaciones sociales que participan en el Programa?

9 de febrero de 2010

¿Es de derechas la Responsabilidad Social?

Muy en la línea de la ideología conservadora, Cameron, el candidato de la derecha inglesa predica, en vísperas de la campaña electoral del próximo mes de junio, una especie de sueño colectivo para sus conciudadanos, al que llama “Gran Sociedad”. No les aburriré con sus propuestas, pero todas ellas descansan en una idea machaconamente repetida sobre la educación y “la responsabilidad social e individual”. No es difícil relacionar esa filosofía política con la Responsabilidad Social de las Empresas (RSE), si incluimos a la misma en un concepto amplio y político de responsabilidad social como parece hacer Cameron. Por eso, y no les oculto que un poco preocupado, me he preguntado ¿Es de derechas la Responsabilidad Social?.

Porque, cuando un concepto como la RSE es utilizado a diestro y siniestro, es decir por derechas e izquierdas indistintamente, ¿es legítimo preguntarse por su verdadera adscripción ideológica? ¿Es oportuno hacerlo? ¿Es útil?


En la derecha, como en todas partes, hay gente para todo. Pero, analizada globalmente, ofrece dos maneras de enfocar la RSE. Hay una derecha política que no cree en la RSE. Seguidora de las políticas más ultraliberales en lo económico, ferviente defensora del libre Mercado; cree que el beneficio empresarial es el alfa y omega de la actividad económica, del emprendimiento y del espíritu empresarial. Desprecian este concepto y cualquier connotación de responsabilidad empresarial distinta de la que se derive del cumplimiento de las leyes y la obtención del máximo beneficio. Aceptan, eso sí, una acción social voluntaria más próxima a la cultura paternalista que a las exigencias de su implicación social. Como mucho, integran esa acción social en una política de publicidad o de marketing social.


Hay también una derecha política que, sin embargo cree en la RSE, pero a su manera. Como una técnica de gestión empresarial necesaria en los tiempos de la economía del conocimiento, para mejorar la productividad de su talento y de sus equipos, para incorporar valor reputacional a su marca, para dar confianza a los inversores, como consecuencia de sus diálogos con sus grupos de interés, etc. Es una derecha política que pretende “humanizar el capitalismo” en los tiempos en los que la sociedad se pregunta cuál será el modelo resultante de estas dos grandes crisis ideológicas que se han producido tras la caída del Muro en 1989 y tras la escandalosa crisis producida en 2008 en el corazón del capitalismo: el sistema financiero global. Es una derecha que tiene una visión utilitarista, técnica, instrumental y oportunista de la RSE. Su apuesta ideológica por la RSE responde más bien al viejo principio de Lampedussa: “Cambiar para que nada cambie”.

En mi opinión, ni la una ni la otra son visiones despreciables. La primera puede ser un poderoso contribuyente a grandes causas humanas, y si ni contáramos con la segunda, el desarrollo de la RSE de estos últimos diez años, sencillamente no habría tenido lugar.

Pero también hay una izquierda política que no cree en la RSE. Anclada en los viejos principios de la lucha de clases, deudora del antagonismo social entre capital y trabajo y con una fe, (negada por la realidad), en la dialéctica reivindicativa del sindicalismo organizado, considera que la RSE es un sustitutivo edulcorante de la Ley, de la Intervención del Estado y de la negociación colectiva. Es una izquierda que considera contradictoria en sus propios términos, imposible por naturaleza, que la empresa sea social, que el capital no especule con el máximo beneficio y que el interés de la empresa por sus trabajadores, no sea sencillamente explotador.

Estoy en esa otra izquierda que algunos llaman posibilista, pero no menos transformadora, añado yo. Es una izquierda que no quiere dar la espalda a la empresa. Primero, porque dentro del concepto empresa se incluye una amplia gama de entidades, desde la microempresa hasta la gran multinacional, con diferentes necesidades y preocupaciones y que exigen, por tanto, distintas respuestas por parte de los poderes públicos. Segundo, porque a pesar de su variada dimensión, todas ellas contribuyen a generar empleo y a aumentar la riqueza de nuestro país. Es decir, contribuyen a incrementar el nivel de bienestar de los ciudadanos, lo que siempre ha sido uno de los principales objetivos de las políticas progresistas. Pero también, porque hace tiempo que sabemos que es la empresa la que crea espacios determinados de progreso o de esclavitud, de respeto o de desprecio al medio ambiente, de respeto a los Derechos humanos y a los principios universales de dignidad laboral o lo contrario. Su influencia en esos parámetros, en una economía globalizada, en un marco de reducción del peso del Estado, de la ley y de los sindicatos, es determinante del hábitat socioeconómico, laboral y medioambiental creado.

Esa izquierda no reivindica la exclusiva de la RSE. Acepta que a esos objetivos de excelencia se llegue desde ópticas personales o ideológicas diferentes. Pero es exigente con la expansión de la RSE, con su calidad, con su honestidad e integridad. Se opone a los engaños. Denuncia la falsa RSE. Censura a los oportunistas y a los predicadores que no dan trigo. La reivindica desde una concepción social e intenta involucrar a consumidores, ONG, medios de comunicación, inversores, fondos de pensiones, etc. Es una izquierda que pretende la máxima involucración de la sociedad en una cultura de exigencia social a las empresas. Es una izquierda que impregna sus políticas hacia la empresa de una estrategia que favorece y estimula la RSE. Es una izquierda que integra en su proyecto de sociedad una empresa que busca la excelencia en su comportamiento con los stakeholders. Que basa su competitividad en unas relaciones laborales avanzadas en las que la inserción de la discapacidad, la igualdad de sexos, la estabilidad laboral, la formación profesional continua, la participación en beneficios y capital de los empleados o la conciliación familiar y laboral, entre otras muchas cosas, pueden ser exhibidas como una etiqueta de prestigio social. Una excelencia que se traslada a su comportamiento respetuoso con las exigencias ecológicas, que se asegura del cumplimiento de los Derechos Humanos, de las Convenciones Internacionales Sindicales y de la dignidad laboral en todas sus instalaciones internacionales, o que revisa regularmente las condiciones de trabajo de su cadena de proveedores, en cualquier rincón del mundo. Es una izquierda que quiere construir una sociedad viva y vertebrada, como condición necesaria a esa cultura empresarial. Una sociedad con una opinión pública sensata y madura que ejerce su enorme poder. De unas organizaciones cívicas poderosas. De unos medios de comunicación independientes y críticos. De unos órganos reguladores severos y honestos. De una política que profundiza la democracia y fortalece la ciudadanía. De una política que anime e impulse la Responsabilidad Social de las Empresas.

Es una izquierda que cree en la política. La política con mayúsculas. Eso implica gobiernos que lideren un discurso a la sociedad, que eduquen en colegios y universidades promoviendo esa cultura, que fortalezcan organismos internacionales y etiquetas homologables, que fomenten esta estrategia entre sus empresarios, que la incorporen a la negociación colectiva de acuerdo con los sindicatos, que la exijan a las empresas en sus balances sociales y a las que obtienen créditos para la cooperación al desarrollo o concursan en grandes obras públicas o en grandes servicios públicos.

La RSE será lo que una sociedad democrática, educada, avanzada, consciente y moderna quiera que sea. Pero todo eso no se consigue bajo el fácil y engañoso “dejar hacer”. Para que la RSE sea una herramienta de cambio, no la panacea ni la pócima milagrosa de la injusticia laboral o social, sino un buen instrumento a favor de un avance en la causa de la justicia y de la igualdad, necesita de la política. Y sólo la izquierda puede y quiere dar a esta cultura de estrategia social de las empresas, la dimensión y el horizonte que su potencialidad demanda.


Diario Responsable.

6 de febrero de 2010

Ley de Economía Sostenible y RSE.

Hace más de veinte años, el Informe Brundtland, que toma su nombre de la que fuera en tres ocasiones primera ministra noruega, aclaró, desde la perspectiva de la prosperidad humana, lo que podríamos entender por sostenibilidad/sustentabilidad: "Satisfacer las necesidades del presente sin comprometer/sacrificar la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades".

La definición hizo fortuna, hasta el punto de que se aceptó internacionalmente sin reservas y se convirtió en una referencia obligada.

El propio artículo 2 del proyecto de Ley de Economía Sostenible que el Gobierno ha presentado al Parlamento español recoge tal definición casi textualmente, y sería deseable que nuestros padres de la Patria, haciendo oídos sordos a los grupos de presión que quieren dinamitar conceptos como la Responsabilidad Social Empresarial o la Sostenibilidad (o minimizar su impacto hasta hacerlos marginales), sean capaces de sentar las bases para que, a través de esta futura ley, nuestra sociedad pueda ser más justa y con más futuro, y consigamos que la desigualdad no siga instalada entre nosotros, en el seno de una sociedad “líquida”, como la ha calificado Zygmunt Bauman, en la que confundimos progreso con velocidad.

Más allá de cualquier crítica al proyecto de ley, nadie puede negar la actualidad de los principios en los que dice sustentarse: mejora de la competitividad, estabilidad de las finanzas públicas, fomento de la capacidad innovadora de las empresas, ahorro y eficiencia energética, promoción de las energías limpias, racionalización de la construcción residencial; extensión y mejora de la calidad de la educación e impulso de la formación continua y fortalecimiento y garantía del Estado Social.

Con matices, esta declaración de principios (precisamente por su universalidad) podría y debería asumirse sin demasiado esfuerzo por gobierno, oposición, empresarios, sindicatos y sociedad civil, trabajando de consuno para mejorar y enriquecer la redacción del proyecto, hacer tangibles sus contenidos y poner en práctica cuanto antes sus predicados; es decir, los mandatos y el texto que el Parlamento finalmente apruebe. Con independencia de la oportunidad política del proyecto, España necesita con urgencia un impulso común que ayude a convertirnos definitivamente en un país sostenible y moderno.

Sin embargo, sabemos que en la mayoría de las ocasiones la ley no acaba por sí sola con los problemas y que, si acaso, sólo apunta la solución; que las normas pueden ayudarnos a resolver los conflictos, pero que hacen falta bases, cimientos y principios sólidos e indiscutibles para conseguir los objetivos que nos propongamos, ya sea como país, como sociedad o como empresa.

En toda sociedad justa, por encima de las leyes, es necesaria una infraestructura moral indispensable y, como apuntó Orwell, eso es la common decency, es decir, los valores. Como ejemplo irrefutable, recordar que tras los escándalos de WorldCom y Enron, en 2001, la ley Sarbanes-Oxley (aprobada en julio de 2002 por unanimidad de la Cámara de Representantes y del Senado de EEUU), a pesar de su dureza, no impidió los escándalos financieros de 2007 y de 2008, y los engaños, quiebras y fraudes de numerosas empresas –y de sus altos directivos– que estaban sometidos, como todos, al imperio de la ley.

Como decíamos en nuestro Manifiesto por la RSE (septiembre de 2007), estamos convencidos de que, más allá de las leyes concretas, “nuestro país debe hacer un esfuerzo notable para que sus empresas, instituciones y organizaciones corporativas desarrollen una cultura de responsabilidad social creciente que les permita no sólo ser más competitivas e incrementar su reputación corporativa, sino también servir de referente e impulsores del desarrollo de la RSE y la sostenibilidad en nuestro país y en todos aquellos en los que operen”.

Supervisión
El proyecto de ley, que está cargado de buenos propósitos y de voluntarismo y, sin embargo, no concreta como debiera, es manifiestamente mejorable. Conviene decirlo desde ahora, para que todos arrimemos el hombro sin escurrir el bulto, y para conseguir una buena ley que dé cobijo y enmarque las legítimas aspiraciones de los ciudadanos. Por ejemplo, no se entiende muy bien por qué las iniciativas referidas a la mejora de supervisión están limitadas al sector financiero, cuando en su mayoría son extensibles a todos los sectores.

Y en el ámbito que preocupa a Alternativa Responsable, el de la RSE, en los artículos 36 y 40, respectivamente, el texto se ocupa de la “sostenibilidad de las empresas públicas” y de la “responsabilidad social de las empresas”, aunque sin aclarar si éstas deben ser públicas o privadas.

Junto a un decidido y loable propósito para que las empresas públicas gestionen con criterios de sostenibilidad (art. 36), los redactores del proyecto de ley han recogido hasta siete medidas de obligado cumplimiento para que las sociedades mercantiles estatales y las entidades públicas empresariales adscritas a la Administración General del Estado adapten su gestión en los principios esenciales de la futura ley. La cuestión es si la Administración Pública (¿incluimos las comunidades autónomas?) tiene los medios y los euros para poner en marcha lo que dice que quiere hacer, y si podrá conseguirlo.

Certificados
Lo que no se entiende muy bien es la razón por la que esas mismas medidas (en línea con los consejos de la CNMV) no se recomiendan a las empresas privadas, a las que se “despacha” en el artículo 40 del proyecto con un canto al incentivo, la promoción y el fomento de la RS y, si cumplen determinados requisitos, con una eventual acreditación oficial para las empresas que se consideren socialmente responsables.

Es decir, un papel sujeto a condiciones que no se conocen y cuya concesión es –parece ser– discrecional y, por lo tanto, peligrosa y discriminatoria. Está claro que la “certificaditis” ataca de nuevo y que, si la propuesta se concreta tal cual está redactada, con el favor de la Administración y vía “titulitis”, las empresas seguirán cultivando la disonancia entre hechos y palabras. Ni la verbalización, ni mucho menos una certificación/acreditación hacen coincidir la teoría con la práctica.

No podemos seguir pensando que por el hecho de tener muchos títulos y/o certificados somos más que nadie y más listos que los demás, y que podemos vivir en un mundo idílico, a modo de Arcadia feliz, donde todo es posible y priman las apariencias, olvidando que la primera, esencial y más importante obligación de una empresa es cumplir con su deber, desarrollando un comportamiento ético y comprometerse socialmente sin necesidad de pergaminos y diplomas.

Hay que fomentar y desarrollar políticas de RS (sobre todo entre las pymes), porque hacer bien las cosas, que es la principal responsabilidad de una empresa, sólo se acredita, como diría el profesor Olivencia, desde los valores, no desde los títulos valores. Desde el compromiso, la coherencia y la solidaridad, hay que volver los ojos a conceptos como el trabajo, el esfuerzo, y un manto de decencia que no deje cegarnos por las apariencias, aunque éstas sean pergaminos coloreados con marchamo y sello oficial grabado en seco.

Expansion, 6/02/2010. Conjuntamente con: Juan José Almagro,Marta de la Cuesta, Javier Garilleti,Marcos González, Jordi Jaumà,José Angel Moreno,José Miguel Rodríguez e Isabel Roser componentes de Alternativa Responsable.

2 de febrero de 2010

Debate en CNN+ sobre la Presidencia Española de la UE.

La Presidencia española de la Unión Europea se hace con dos situaciones nuevas: una crisis económica que atraviesa practicamente todos los países europeos, con mas o menos intensidad, y un tratado de Lisboa que tampoco conocíamos en lo que obliga a la organización de la UE. ¿Como afectan estos dos elementos novedosos a una Presidencia Española?

Rapidamente, en mi opinión, de una parte la Presidencia Europea tiene que dirigir un nuevo entramado institucional de la UE, que acaba de entrar en vigor con el tratado de Lisboa, hay una nueva arquitectura institucional, un Presidente de la Unión, una alta representate para la política exterior, un presidente del Consejo Europeo, que junto a Bélgica y Hungria da una cierta coherencia a las presidencias del consejo de los países y a partir de ahí, lo que importa, fundamentalmente en mi opinión, es que esto funcione, que esto esté engrasado, que no hayamos construido una arquitectura institucional que esté apalancada en recelos, en problemas de tomas de decisiones, etc..para mí esta es una primera prueba de fuego para la Presidencia Española, la segunda, es dar a la Unión Europea el peso en la coordinación de la política económica, en la apuesta por la salida de la crisis, por la creación de empleo, por jugar con una voz fuerte en el G-20 y en la nueva arquitectura financiera del mundo, el papel que le corresponde a Europa, esta sería la segunda gran tarea de la Presidencia.

Iniciativas concretas, plantamientos concretos ¿Qué se pueden hacer desde la Unión Europea, para combatir el paro?.

Yo creo que desde el punto de vista de lo que se puede decir de lo que son las politicas contra el paro hay políticas nacionales, no cabe esperar de una Unión Europea que lo que hace es coordinar políticas económicas, propuestas milagrosas para resolver el problema del paro y mucho menos en el corto plazo.
Lo que ahora se espera es que el Gobierno, el Presidente Español, junto a los países de la Unión Europea, establezcan una estrategia de salida a la crisis, que determine cuando hay que terminar lo estímulos fiscales, como hay que combinar déficit financiero de las cuentas publicas con políticas activas por el empleo etc...
Yo recuerdo que el presidente Zapatero, en su intervención en el Pleno de Estrasburgo de hace dos semanas, que por cierto fue una brillantisima intervención en mi opinión, planteó varias cosas de lo que llamaríamos una apuesta industrial de modernidad: La conexión de la red eléctrica de toda la red eléctrica europea para apostar por un sistema de eficiencia en el sistema eléctrico, la apuesta del coche eléctrico, toda la apuesta por la innovación... son las apuestas un poco de medio plazo, que Europa necesita abordar en una mayor coordinación de las políticas económicas.

(Extracto del Debate sobre la Presidencia Española de la UE en CNN+, celebrado el día 1/Febrero/2010, conjuntamente con Luis de Grandes y moderado por José María Calleja.)Video:CNN+